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Aprendizaje parte 2

Iris se encontraba un poco amodorrada debido a que había dormido envuelta en varias mantas que le proveían de calor ahora que la temperatura estaba cada día más baja. Mientras se preparaba para comenzar el día, observó que el chico doblaba las cobijas y cobertores tanto suyos como de ella. Encontraba curioso que él en cierto modo era ordenado y nunca dejaba un desastre en la habitación como ella acostumbraba. Iris era un tanto desorganizada, siempre limpiaba en pequeños momentos si tenía la oportunidad, pero por algún motivo nunca tenía las cosas en un completo orden y esto se siguió repitiendo incluso en este mundo.

—Te agradezco que limpies la habitación, aunque el desorden lo haga yo —comentó la chica.

Alem continuaba ordenando las cosas que había usado para dormir con expresión un tanto pensativa. Estaba tan concentrado en su tarea que cuando Iris le habló tardó un poco en reaccionar.

—¿Cómo?... ¡ah! No es nada, es más fácil para mí doblar las cosas. Supongo que me acostumbré desde niño... —Tomando una almohada terminó de apilarla sobre los otros cobertores en la silla de la habitación y luego sacó una lista que había hecho la noche anterior.

—¿Qué es eso? —preguntó la chica acercándose para ver de cerca lo que leía el joven que, una vez más, estaba ensimismado.

—Ah, una lista de cosas que podría enseñarte, pero primero tengo que preguntar qué sabes del anma y cómo has estado usando tus habilidades.

—No sé mucho, solo que es energía que manifestamos, que todos tenemos al menos dos tipos de anma; uno heredado y otro propio y... Bueno, para hacer uso de mis habilidades únicamente pienso lo que quiero y de alguna forma se manifiesta.

—¿¡Solo eso?! Pero es muy poco. ¿Viator no te enseñó nada más?

—Manifesté mi anma cuando nos separamos, no tengo tanto tiempo practicando —respondió sorprendida.

Alem se llevó una mano a la barbilla y comenzó a caminar en círculos.

—De acuerdo, tu manejo es básico. Lo has hecho todo con intuición, lo cual no es malo, pero puedes hacer mucho más. Por lo que he visto tienes anma tipo tierra, pero nunca te he visto hacer uso de otro tipo de anma.

—¿No es el de Damer o el de los Vleyquanger que usé para los dragones? —preguntó confundida.

—No, ese es innato de un clan, todos lo tenemos. El otro sería el que has heredado de tus padres.

—Pero... no tengo la habilidad de los portales o anma tipo viento como el de mi padre, tampoco he podido hacer uso de otro tipo a parte del de la tierra.

—¿En ningún momento? Eso es extraño —respondió mientras se encaminaba a la puerta para salir y buscar un lugar tranquilo donde practicar—. ¿Qué hay de los poderes de tu madre?

—Sé que ella era sanadora.

Anma puro con especialidad en manipulación —corrigió Alem.

—¿Anma puro? —cuestionó con curiosidad mientras seguía a Alem por el camino.

El pueblo desde temprano ya estaba activo y mientras conversaban se cruzaban con todo tipo de personas quienes llevaban cargas o herramientas. Nadie paraba, todos estaban ocupados trabajando.

—Sí, puro. El anma es la manifestación de tu energía vital, está en todos los seres vivos que nos rodean. Particularmente las personas han podido hacer uso de esta de muchas maneras, pero los clanes de este reino somos muy particulares, ya que, no requerimos de auxiliares como objetos o dibujar círculos, sin embargo, lo que sí se requieren son condiciones.

—¿A qué te refieres con condiciones? —preguntó mientras rodeaba a un par de personas cargando canastas con frutas.

—¿Recuerdas los pactos de silencio? Pues eso, condiciones. El pensar qué quieres para obtener un efecto es una condición básica. Por ejemplo: ¿Para qué querrías levantar una columna de tierra?

—Para elevarme o usarla de escudo...

—Entonces hiciste la condición «Levantar una columna que te eleve». Es básica.

Iris miraba sus manos con detenimiento mientras continuaba caminando. Alem esquivaba con soltura a las personas que se le cruzaban, pero Iris, en cambio, era objetivo de reclamos, que ignoraba por quedar presa de sus pensamientos.

Alem, notando esto, la frenó colocando una mano en su hombro haciendo que ella volviera en sí.

—Creo que necesitamos parar y sentarnos a escuchar la teoría antes de la práctica. A este paso ocurrirá un accidente —comentó con una sonrisa.

Ambos retomaron el camino sin hablar. Los dragones arbóreos volaban entre las ramas llevando consigo restos de pieles y otro tipo de materiales como paja y hojas que introducían en los huecos de los troncos. La gente no era la única que se preparaba para el invierno.

Iris miraba con curiosidad todo lo que pasaba por encima de su cabeza, pero dado que había mucha gente cruzando su camino, solo pudo volver a concentrarse en seguir a Alem. Cuando llegaron al lugar que buscaban, ella se percató que era el mismo sitio donde había estado practicando con la espada antes de irse de Draconia. De algún modo el joven había encontrado ese sitio tan tranquilo y había pensado que de igual forma era el adecuado.

—Bueno, continuemos; decía que las condiciones pueden ser más complejas —prosiguió el joven.

—¿Como cuando hiciste el escudo de silencio que no me permitió salir?

—Exactamente. La condición fue: «Que el sonido que se emita de nuestras bocas desaparezca para la gente de afuera de esta habitación, y no permita la entrada a terceros en esta conversación hasta que se obtenga un documento de identidad o un buen trato».

—¿Recuerdas todo eso? Solo de pensarlo me siento abrumada —enarcó una ceja. Su tono de voz denotaba incredulidad.

—Sí —rio—. Hay que pensar muy bien lo que quieres, si no lo haces, tendrás consecuencias inesperadas. Puedes pensarlo o decirlo en voz alta, no hay mucha diferencia.

Iris se encogió de hombros y empezó a reflexionar con detenimiento qué quería hacer con sus poderes. Se puso de pie, cerró los ojos y luego dijo:

—Que de la tierra surja un domo que me cubra sin permitir que un tercero se me acerque y se retire hasta que cuente hasta diez.

—¡Oh no!... —el joven retrocedió con agilidad en cuanto sintió el temblor en la tierra. Sabía que estaba demasiado cerca de la joven y eso significaba que podía salir afectado, y en efecto; un domo se había formado alrededor de Iris. Cuando volvió en sus pasos el domo formó en sus paredes una serie de picos afilados que por centímetros pudieron herirle en el rostro.

Alem contaba en su cabeza al mismo tiempo que Iris. Habían pasado diez segundos, sin embargo, en su mente se maldecía a sí mismo, ya que, el margen de error de su conteo pudo haberle causado una terrible lesión.

Cuando el domo se desintegró, Iris vio la expresión de terror del chico e inmediatamente supo que algo casi habría sido catastrófico.

—¡Por... por poco me matas! —reclamó el joven con un tono de voz apagado y ahogado, apenas podía hablar. Alem se dejó caer de rodillas respirando agitado y llevándose las manos a la cabeza y el pecho.

—¡Lo siento! No debí probar algo así —respondió acercándose a examinarlo.

El joven respiró profundo y luego miró a Iris quien, de un momento a otro se aproximó de tal forma que casi lo derribaba palpándole la cabeza y el pecho, y volteando su cuello en busca de alguna herida. Podía sentir que la chica estaba aterrada y sus ojos reflejaban culpa.

El joven sonrió tomando las manos de Iris de forma suave para calmarla.

—Todo está bien. Por eso te digo que tienes que pensarlo a detalle —dijo mientras se incorporaba—. Iniciaremos con cosas sencillas.

—¡Eso fue peligroso! ¡Si te hubiera lastimado, no me lo perdonaría! —respondió llevándose una mano a la boca. Iris tenía el corazón muy acelerado, se había preocupado tanto que tenía el llanto contenido y una sensación de opresión en el pecho que le indicaba que estaba teniendo un episodio de ansiedad.

—¡Hey, tranquila! Respira como siempre lo haces, estas cosas pasan —dijo Alem tomando de los hombros a Iris y mirándola a los ojos —No me voy a morir tan fácil, con esto ya sé qué puedo esperar.

La joven asintió enérgica secando sus lágrimas. Respirando de forma lenta y profunda tardó varios minutos en calmarse. Alem le esperó en ese tiempo con una mirada comprensiva; se había acostumbrado a tratar con sus crisis.

Cuando todo se calmó, la chica emitió una sonrisa y se puso en guardia. Sus manos aún temblaban, pero mantenía la respiración lenta y rítmica para mantener el control.

—¡Lista!

—Perfecto, daré varios pasos atrás. Comencemos.

Al paso de dos horas de teoría y práctica, la chica quedó exhausta. Tras su último intento de usar el anma, se arrodilló respirando agitada mientras sentía el estómago revuelto y las articulaciones punzando una y otra vez.

Alem la miró preocupado ya que se le notaba enferma. Entonces lo supo;

—Dime que no estás usando la piedra drenadora —suplicó.

La joven sonrió con satisfacción. Sus manos habían temblado durante toda la práctica y eso le frustraba; la ansiedad y el miedo por lastimar a Alem de verdad le habían pasado factura. Sabía que eso era algo que no podía permitir que afectara a niveles que la dejaran inhabilitada para continuar. Eso significaba una pequeña victoria; había podido entrenar algo tan complejo usando esa piedra infernal.

—Nunca la dejo cuando se trata de entrenamiento.

—¡¿Estás loca!? Esa cosa podría matarte —exclamó.

—Como verás la estoy tolerando bien, la he llevado demasiado tiempo.

Alem tendió su mano.

—Muéstrala, quiero comprobar una cosa...

Iris con un poco de dudas la sacó y la colocó sobre la palma de Alem.

Como él esperaba, cayó de rodillas por el mareo y presentó náuseas incontrolables.

—No... ¡No puedo creer que soportes traer esta cosa puesta! —comentó intentando contener las arcadas y dejando caer la piedra.

—No está tan mal... —respondió guardándola en su bolsillo y llevándose al hombro el brazo del chico.

—Por favor, esa cosa te drena el doble o el triple del anma, es como si hubieras usado un día entero sin descanso tus poderes.

Después de un breve descanso en el suelo, ambos regresaron a su habitación. Viator los estaba esperando en la entrada y se sorprendió con la apariencia del joven.

—¿Qué le pasó? Luce como si lo hubieran pisoteado dragones de Riese.

—Tuvo la piedra drenadora unos segundos —respondió la joven mientras abría la puerta.

—¿Aún la estás usando? No pensé que la aguantaras todo este tiempo —dijo siguiendo a los chicos dentro.

—Aguantar es lo que mejor sé hacer —comentó con un suspiro—. En fin, iré a ayudar con las tareas del pueblo antes de que se haga tarde y Elías me reclame. ¿Puedo dejarte a Alem?

—¿Qué? No, quiero ayudar también —reclamó el joven— pensaba que era lo único que ibas a hacer hoy.

—Claro que no, usted descanse para que pueda participar en la fogata de hoy, señor —rio Iris alejándose hacia la puerta para después cerrarla de golpe.

Un silencio incómodo inundó la habitación. Alem miró de reojo, Viator lo observaba con suspicacia.

—Sí se la devolví... —rompió el silencio.

La joven salió corriendo a ayudar en las tareas. Elías supervisaba cada detalle de la recolección y almacenamiento de los alimentos que se habían tratado para realizar conservas. Cajas enormes hechas de madera se apilaban dentro de una gran cueva subterránea que se encontraba en los límites del pueblo y todos ayudaban a transportarlas.

Al paso de las horas, la joven comenzó a resentir el agotamiento físico. Cuando se presentó por la noche con Elías, era incapaz de mantener sus ojos abiertos, por lo que la dejó ir temprano para que durmiera un poco y se presentara para la cena.

Alem se encontraba mucho mejor cuando ella apareció en la habitación. La chica lucía como un zombie, caminaba de forma automatizada con los ojos entrecerrados.

—¡Hey! —exclamó el joven quien se encontraba aún en la cama echándole un ojo a un viejo libro que Viator le había confiado.

—Hey... —respondió con desgano, dejándose caer en la cama a los pies de Alem y quedando boca abajo sin mediar más palabras.

—¡Oye, oye! Al menos deja que me levante para que te acuestes —reclamó mientras retraía las piernas.

—Me duele todo, tengo mucho sueño y solo quiero morir aquí... —dijo con la voz apagada por la tela de la cama, no tenía la energía para girar la cabeza para hablar.

—Solo a ti se te ocurre entrenar con una piedra drenadora —respondió acercándose a gatas donde la chica permanecía boca abajo sin moverse.

La joven no respondió, en su lugar sólo se escuchó el pesado respirar de la chica quien había caído dormida presa del cansancio. Alem tomó las mantas y la cubrió. Ninguno salió de la habitación esa noche puesto que se quedaron a dormir.


Bueno, espero haya sido de su agrado. Voy a tomarme una semana de descanso para traerles más capítulos ya que faltan solo dos para que me alcancen. Tengan una gran semana, no olviden votar y comentar si les agradó.

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