Aprendizaje
Después del encuentro de Iris con su padre, los días para ella se hicieron más largos y llenos de retos. Pese a que ya estaba adaptada al bosque y había demostrado su capacidad de supervivencia, la chica continuaba ignorando demasiadas cosas.
Una de las cosas que continuaba sin atender en realidad no solo era el idioma, era ella misma la que desconocía sus propias capacidades.
Antreas Drego no se quedó por mucho tiempo dentro de Draconia puesto que tenía muchos asuntos que arreglar para poner en marcha el plan que habían ideado, sin embargo, comisionó a Alem para enseñarle a Iris las bases del anma puesto que él no tenía un limitador que pudiera lastimarlo.
El joven dejó pasar dos días para permitirse descansar. El invierno se acercaba por lo que Draconia, sobre todo en estos tiempos de incertidumbre y creciente población, comenzó a prepararse.
La joven miraba al pueblo en constante cambio y movimiento. Las mujeres se reunían en grupos de diez por las tardes para tejer prendas hechas con lana y otros materiales, que proveerían de calor a sus familias. Los hombres traían presas de las cuales sacaban todo el provecho posible obteniendo pieles, grasa y ocupando tendones y huesos para hacer herramientas básicas. Aunque ya se tenían los conocimientos de herrería y carpintería, la disponibilidad de recursos estaba limitada por lo que utilizarían todo a su alcance.
El objetivo de toda Draconia era sobrevivir al invierno, así que por semanas habían estado recolectando víveres, haciendo conservas y cavando agujeros profundos para almacenarlo todo e irlo racionando.
Al segundo día, el amanecer inició con viento helado que obligó a Iris a ponerse doble capa de piel. Miraba con asombro cómo la gente de Draconia estaba levantada desde antes de que el sol iluminara a través de los huecos del follaje de los árboles. La gente se reunía en sus propias casas para comer durante el resto del año, pero en otoño todos se reunían debajo del gran árbol que sostenía el edificio donde el patriarca residía.
Una gran hoguera fue armada rodeada de piedras y tocones del tamaño adecuado para sentarse. Para el tiempo en el que se encontraban, la población de Draconia superaba el millar. Elías contaba que cada semana se sumaba un promedio de cinco a diez personas más por lo que se preocupaba muchísimo por almacenar lo suficiente.
Por la noche todos estaban reunidos y se compartía un mismo alimento compuesto de frutos secos y una sopa hecha con los restos de los vegetales que se habían utilizado para cocinar en la tarde y la mañana. Una comida modesta pero nutritiva que poseía además una porción de carne pequeña.
Iris miraba a todos conviviendo, algunos con caras serias y sin hablar más que lo necesario para realizar sus labores, pero nunca faltaba alguna persona con el ánimo levantado y una esperanza fuerte que animaba a los demás. La gente platicaba entre sí sobre su día, decían chistes o se daban consejos para resolver algún problema que se les hubiera presentado en sus tareas. Algunos otros, sobre todo los adolescentes, utilizaban la luz de la hoguera para contar cuentos que se trasmitieron de generación en generación entre el clan o incluso algunas fábulas inventadas para divertir a los más pequeños. Esto a Iris le pareció encantador y miraba con una sonrisa a lo lejos a los chicos haciendo sombras en la base del gran árbol.
—Acércate a ver —interrumpió Alem mientras observaba la escena detrás de Iris.
—No quisiera... ¿Qué tal si los distraigo e interrumpo?
—No seas tímida, ven —respondió Alem tomándola de la mano y jalándola hacia el grupo de niños.
Los chicos miraron de reojo a la pareja que se les acercó y con una sonrisa hicieron un ademán para que se sentaran junto a los más chiquitos, que miraban maravillados como se contaba una vieja historia.
—¿Qué historia están contando? —preguntó Alem a una chica que aparentaba diez años.
—Es la leyenda de la princesa dragón —respondió en voz baja sin despegar los ojos de la actuación de los jóvenes.
—Nunca había oído de ella —dijo Alem enarcando una ceja. El chico conocía los cuentos de los Vleyquanger. Miraba con curiosidad y una leve sonrisa la escena puesto que este era un nuevo cuento. Aquello le llevó a recordar cómo solía colarse en el centro de Dresve para escuchar a los Vleyquanger nómadas contar historias de forma similar para ganarse algunas monedas.
—¡Escuchen todos! —Gritó un niño mientras hacía sonar un pequeño tambor de mano—. Esta es la historia de la Princesa dragón y el noble viajero.
La voz infantil del niño hizo que el pecho de Iris diera un vuelco tornando toda su atención al cuento.
Hace muchos años existía una princesa en un reino muy lejano. Era la hija mayor de cinco quien estaba destinada a ser la próxima reina. La joven era astuta, recatada y con un carácter tan apacible que brindaba calor a todo aquel que hablara con ella. Además, tenía una fascinación con los dragones que ningún familiar poseía y amaba observarlos volar en las inmediaciones del castillo.
Aquella chica al cumplir los dieciocho años descubrió una habilidad que encajaba perfectamente con su personalidad. Ella obtuvo el poder de manipular el anma, la manifestación más pura que se podría conseguir y con la que se podían desarrollar habilidades bien apreciadas como lo era la curación, la potenciación de las capacidades del ser vivo o la disminución de éstas.
El padre de la princesa organizó un baile para celebrar su despertar, por lo que invitó a todos los nobles del reino. Entre ellos se encontraba un joven que se acababa de integrar a la nobleza como único miembro anónimo y bien posicionado, debido a sus poderes únicos que despertó un par de años atrás.
En ese baile, aquel joven inexperto y lleno de ambiciones y sueños, se encontraba conflictuado por todas las cosas que había visto y experimentado en esos años posteriores a su despertar, por lo que no atendía al baile. Por mera etiqueta se quedaba observando a su alrededor la opulencia y comportamiento de la gente que dirigía el reino donde había nacido. No era de su agrado, pero se encontraba de manos atadas debido a que debía ser el portavoz intermediario entre las naciones que se encontraban aisladas.
Los poderes del joven eran grandes pero limitados. Tenía un secreto que no podía revelar; él llevaba una maldición que no le permitía hacer uso de sus habilidades con maestría, por lo que pese a haber pasado dos años de su despertar, aún no tenía un buen control de su anma. El joven podía utilizar su habilidad unas cuantas veces y dependiendo de las condiciones.
El baile transcurrió sin novedades, el chico miraba el salón y todo lo que acontecía con hastío. Nada le parecía más aburrido que estar viendo a gente tratar a desconocidos con cortesía hipócrita. Pero ¿qué más daba? Él no era tan diferente desde que fue obligado a entrar a ese mundo. Nada le podía animar, hasta el momento en que la princesa apareció.
El tiempo pareció detenerse la primera vez que la vio; una joven de cabello oscuro y ojos tan profundos que sintió que podría perderse en su mirada, tenían un brillo especial que no había visto en otra mujer nunca. Llevaba un hermoso vestido violeta con una gargantilla amarilla y su sonrisa transmitía paz y mucha sinceridad. El chico sentía una calidez y tranquilidad en su pecho al mirarla. Era una sensación diferente. Antes le habían gustado otras mujeres; jóvenes cuya belleza le provocaban nerviosismo, inseguridades y ansiedad; pero ella era diferente..
En cierto momento, al darse cuenta de que no dejaba de observarla, decidió alejarse. Quiso restar importancia a esa sensación. Después de la fiesta el joven se reunió con los asistentes más notables haciendo acto de presencia y brindando su bendición en representación de las demás naciones. Habiendo cumplido su cometido se retiró del lugar.
Sus pensamientos estaban nublados, se sentía frustrado, fastidiado. Su mente no estaba despejada y eso le pasó factura cuando intentó usar su anma. Por accidente acabó en un lugar diferente, un lugar que conocía muy poco. No podía decir que era un lugar desconocido puesto que se encontraba en el castillo del rey. Miraba tan desconcertado los alrededores que no notó una presencia que le seguía de cerca desde que apareció.
El joven se percató que se encontraba en una sección que era inaccesible ya que representaba los aposentos de la familia real. Podía ver el lugar cuando visitaba el recinto acompañado de una comitiva para hablar con el cerrado monarca en otras ocasiones.
Aquel espacio era un gran balcón con plantas de diferentes colores y tamaños. Las puertas estaban hechas con las maderas más finas del bosque que se podían encontrar. Por dentro del castillo se alcanzaba a ver que los pisos tenían alfombrado con brocados y objetos que requerían una destreza manual fina para realizarlos. Demasiado caro y ostentoso para su gusto.
Agradecido con los antepasados, llevaba puesto el traje que ocultaba su identidad. Esperaba que si era descubierto no fuera puesto bajo custodia acusado de alguna falta grave como lo sería un intento de robo. Se asomó al balcón y en efecto, se encontraba de cara a un acantilado, imposible de bajar sin morir en el intento.
La persona que lo observaba estaba oculta detrás de una jardinera enorme con plantas que adornaban el lugar. Cuando el joven se acercó para ver si podía bajar, entonces fue que descubrió a la princesa escondida. Ambos se miraron con cautela, el chico estaba tan nervioso y asustado que rogaba en nombre de los antepasados que no se le delatara ante las autoridades.
Para la princesa le pareció curioso observar al joven que llevaba un traje cubierto por una capa y una máscara que le cubría solo la mitad del rostro. No le parecía amenazante en absoluto; lo había visto en la reunión y era el único asistente que llevaba tal indumentaria.
La princesa le cuestionó: ¿Por qué un noble que tiene un tipo de anma tan raro tendría tal limitación para realizar sus tareas? Su manejo de anma debería ser avanzado.
El joven se puso nervioso. Estaba avergonzado y molesto. Su maldición lo limitaba, pero no podía contarle aquello puesto que revelaría su identidad de inmediato.
La princesa pasó su mano imbuida en una luz blanca alrededor del chico y luego se detuvo en seco a la altura del pecho. Con su poder el joven sintió que su energía se restauró y disminuyó el malestar que le provocaba la maldición. El joven se observaba impresionado lo bien que se sentía y lo demostraba saltando y haciendo movimientos exagerados sin importarle que la princesa estuviera presente; eso le causó gracia a la chica.
En agradecimiento el chico le obsequió una pluma de Dragón serpiente que tenía guardada como un amuleto. Las plumas de esos dragones eran bien apreciadas por la dificultad para conseguirlas. La chica aceptó el regalo con dudas, ya que podía implicar la cacería de los dragones, sin embargo, el joven le aclaró que la había conseguido sin haber hecho tal cosa antes de marcharse.
Pensaron el uno en el otro por semanas, hasta que un día se percataron que cada uno iba todos los días al mismo sitio del encuentro, comenzando una amistad que fue creciendo hasta que no pudieron ocultar más sus sentimientos.
Su amor no sería permitido nunca, ellos lo sabían, y por ello mantuvieron oculta su relación por meses y empezaron un proyecto donde pudieran estar juntos por siempre y ocultos de todos. La princesa no conocía aún el sitio, pero brindó facilidades como influir en la ubicación e incluso rompió la maldición del joven para que pudiera ser más libre.
La princesa dragón era conocida en el castillo por ser muy cercana a los dragones. La familia veía con agrado que sus habilidades le conferían la capacidad de doblegarlos, sin embargo, lo que no veían con buenos ojos era que de cierta forma simpatizaba con los plebeyos. Eso con el tiempo se fue acentuando tanto que comenzaron a preocuparse al observar su comportamiento compasivo y en contra de la cosmovisión de su propio linaje.
Su hermano, cegado por el odio y la envidia, deseaba el poder para sí mismo, por lo que planeó que ella sufriera un accidente en aquel balcón que solía frecuentar. Cuenta la leyenda que mientras caía; un dragón celeste de gran envergadura la recogió antes de caer al suelo y ella voló lejos del castillo para nunca regresar.
Pero todos sabemos qué fue de ella. Se dice que su amado le envió a la criatura para rescatarla. Otros especulan que ella era la que había tenido a ese dragón escondido en alguna parte y lo tenía de guardián. Nadie sabe a ciencia cierta cómo fue posible, sin embargo, sabemos que ella es una de las fundadoras de Draconia y vivió aquí entre nosotros. Nadie amó tanto a los dragones como ella, aunque viniera de un reino lejano.
—¿Qué pasó después? —preguntó Alem intrigado.
—Vivieron felices —respondió Viator mientras se acercaba para sentarse a lado de Alem.
Iris miraba el fuego con expresión seria.
—¿Vivieron felices? ¿Mi madre mandó a la mierda la posibilidad de ser reina por él? —respondió Iris con molestia—. Pudo haber cambiado las cosas...
—No podía, Iris. El rey actual no es el único con ideas locas. Podrás cambiar la administración de un lugar, pero si la gente cercana al trono sigue con las ideas arraigadas que nos separaron desde el principio, tarde o temprano la iban a asesinar, así fuera su hermano o algún loco extremista. Hay algo que además no se contó en la historia; tu madre no podía regresar, aunque lo intentara. Pocos meses después, cuando la situación se estabilizó, descubrió su embarazo.
La joven inhaló profundo y se incorporó para estirar las piernas. Tenía sentimientos encontrados por la historia que acababa de escuchar.
—¡Un momento! —interrumpió Alem —. ¿El heredero al trono no era el rey? Sabía que Iris era una Cassatore, pero no que era la hija de la heredera original. Nunca se habló de una princesa entre la gente del pueblo.
—Eres muy joven —respondió Viator—. La princesa Lisanna fue borrada de la historia. Con su «repentina» caída, sucedieron más incidentes. No mucho después el rey antes del actual terminó muerto en misteriosas circunstancias, solo dijeron que «enfermó».
—Entiendo. Entonces con la coronación de ese cabrón, no se habló más del tema —complementó Iris.
—No lo permitió y con el tiempo se olvidó.
—Que hermosa familia tengo —dijo Iris con ironía mientras observaba el anillo que se le había dado en la palma de su mano.
Así la noche pasó y sucedió el amanecer. Alem despertó a Iris temprano para iniciar con las lecciones que se le había encomendado darle a la joven para aprender a usar el anma. La chica comenzaba una larga semana, puesto que después del tiempo para practicar tendría que ayudar a Viator con las encomiendas para la preparación para el invierno y asistir con Elías para clases de drego y cultura Vleyquanger. Aprender drego era clave para poderse comunicar, los planes para infiltrarse en la ciudad capital iniciaban a partir de ese punto.
Recordar a los muertos en este día con respeto y agradezcan la vida de quienes aún están en este mundo.
Espero les haya gustado este capítulo puesto que para mí fue divertido crear este pequeño cuento de La princesa dragón. No olviden votar y comentar si les ha gustado. Pasen un lindo día de todos los santos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro