39.
La navidad había llegado más rápido de lo que Larissa había pensando.
La primer noche en casa habló con sus padres, sobre que Seamus y ella no salían más; ambos se habían disculpado con ella por eso, pero ella aseguró que no le importaba más, después de todo, ella no sentía nada por Seamus ahora.
Intentó hablar de Draco en la segunda noche, pero su garganta se sellaba, provocando que le dieran ganas de llorar. Lo extrañaba cada vez más.
En la tercera noche, al fin pudo hablar de Draco, comenzando con un... tengo un novio.
Sus padres hicieron preguntas que ella respondió, pero cuando tuvo que decir el nombre de Draco, ambos la vieron dudosos. Recordaban los días en los que la Larissa de doce años lloraba porque "Los amigos de Malfoy" la molestaban.
Pero Larissa habló de lo cariñoso que era.
En la cuarta, su madre leyó una nota, donde se hablaba del juicio y como... Lucius Malfoy había sido condenado a muerte.
El corazón de Larissa se aceleró de forma terrible esa tarde, las ganas de vomitar eran insoportables, su vista se volvió nublada y dejó de escuchar todo a su alrededor, mientras observaba a su madre leer sobre las actualizaciones sobre la sentencia.
Larissa casi grita cuando escuchó que sería ejecutado el 25 de diciembre a primera hora.
"El regalo navideño para el pueblo" citó su madre, leyendo el periódico.
Larissa apenas podía pensar con claridad, mientras imaginaba el dolor de Draco y su madre, la forma en que seguro estarían... por eso no le había enviado ni una sola carta, debía estar devastado.
Él aseguraba que estaría por siempre en Azkaban, ninguno de los dos finales eran buenos para Lucius Malfoy, por los crímenes cometidos.
En la quinta noche, Larissa habló sobre una conversación que tuvo con Draco. Ella dijo: -Draco dijo una vez que podría ir a terapia con él, por todo lo de la guerra... como Luna. Aprendería a sanar.
Sus padres asintieron, aceptando pagar las terapías, pues ellos mismos habían visto a su hija deprimida, llorando, sollozando, sin dormir, sin comer, sin ducharse... por la perdida de su mejor amiga.
Ver morir a tu mejor amiga, frente a tu cara, sin tener la posibilidad de hacer algo... era algo duro de digerir sin duda alguna.
Pero Larissa seguía pensando en Draco, si lo volvería a ver o no.
Su mente estaba en blanco, repitiendo la noche de la fiesta con Draco. Una. Y otra. Y otra vez.
La forma suave en que la tocaba, las palabras que murmuraba en sus oídos cada vez que se empujaba dentro de ella, la forma en que la estiraba, la forma en que iba más duro cada vez que ella lo pedía. Le avergonzaba admitir que le gustaba la forma medio brusca en que Draco empujaba dentro de ella.
Haber estado de esa forma con Draco, fue la cosa más preciosa que ella pudo pensar en tener. Siempre deseó perder su virginidad de alguna forma romántica y Draco había cumplido con sus expectativas y más.
Sus ojos se llenaron de lágrimas al pensar en que nunca le dijo lo enamorada que estaba de él.
Ella realmente estaba enamorada, simplemente que no lo sabía.
Una mañana despertó, lo reflexionó por horas, mientras se sentaba con sus padres a ver televisión y... simplemente se dio cuenta de lo enamorada que estaba.
Sus ojos divagaban en el techo y las estrellas de plástico que habían allí, decorando como si ese fuera un cielo nocturno.
Suspiró y dejó caer una lágrima muda, por la comisura de su ojo.
Le dolía el pecho, le dolía de pensar en que quizás faltaban meses para volver a Draco. Una idea pasó por su cabeza, deseando ir a buscarlo a su Mansión, pero no sabía la dirección, él nunca se la dijo, a pesar de que le pidió enviar cartas si necesitaba algo.
¿Qué debía decir?
"Hola, Draco. Necesito algo... a ti".
Sonaría patética. Y una preocupación más la invadió.
¿Y si él pensaba que ella no lo extrañaba?
¿Qué pasaría si Draco pensaba que ella vivía mejor sin él?
Le dieron ganas de llorar más fuerte, pensando en que sería la peor navidad de su vida.
El reloj comenzó a hacer ruido y se dio cuenta, de que eran las nueve de la mañana. Su estomago estaba más que revuelto, la forma intensa en que extrañaba a Draco y le daba vueltas al asunto, por varias horas, no la estaba ayudando a dejar de extrañarlo... o extrañar su presencia menos.
Se sentó en el borde de la cama y suspiró, sintiendo como sus ojos pesaban, tenía sueño, pero sabía que si se quedaba acostada no iba a dormir.
Bajó con sus padres y notó como su madre sonreía con los regalos, llevándolos a la sala. -¡Estas despierta! - dijo animada.
Larissa asintió y se acercó a ellos, entonces sintió vergüenza con ellos. -No les compré nada. - admitió, jugando con sus dedos.
Su padre sonrió y pasó su dedo por su mejilla de forma cariñosa. -No te preocupes, Lari... no es necesario, tu presencia nos hace más que felices. - admitió y Larissa sonrió.
Destaparon los regalos con grandes sonrisas... cuando Larissa destapó el suyo, notó como sus padres le habían comprado algunas cosas de maquillaje. Ella los miró con una sonrisa. -Gracias. - dijo Larissa.
Su padre sonrió amablemente, y su madre habló por ambos. -Notamos que eres del tipo de chica que no usa mucho maquillaje... pero compramos algunos cosméticos que mi amiga me recomendó para chicas de tu edad. - dijo sonriendo.
Larissa sonrió, tomando entre sus dedos de forma delicada el labial rojo, las sombras de ojos oscuras y claras, el labial con brillos. Todo era muy bonito. -No lo usaba porque a Seamus no le gustaba. - murmuró observando sus cosas.
Su padre colocó una mano en su hombro y la señaló con su otra mano. -Espero que ese chico Malfoy no haga lo mismo, no merece esconder tu belleza y que mejor que hacerla notar con maquillaje, cariño. - dijo con una sonrisa.
Larissa sonrió y asintió. -En serio, muchas gracias. Me siento culpable por no comprar nada.
Su madre negó con la cabeza. -Tonterías, te lo dije, Lari. Tu presencia es suficiente para nosotros. Más en estas fechas.
Larissa sonrió con alegría y abrazó a sus padres.
-Ni siquiera pareces la Larissa que se fue el primero de septiembre. - admitió su padre. -Espero que ese chico Malfoy sea el culpable de hacerte tan feliz.
Larissa asintió. -Es un gran involucrado en eso.
-
Durante la cena de navidad, Larissa no pudo evitar llorar mientras se duchaba.
Extrañaba mucho a Draco, ella realmente quería que él conociera a sus padres, ahora no tenía la menor idea de cuando o si lo volvería a ver.
Se sentía mal por no poder estar a su lado, ella sabía que era un momento difícil para él.
Quizás ella podría haberlo abrazado y murmurado muchos te quiero, mientras lo abrazaba, deseando absorber su tristeza.
-
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-
Habían pasado ocho días desde navidad y llegó año nuevo. Donde Larissa tomó un vestido azul oscuro, le llegaba a las rodillas, le gustaba la forma en que lucia. Su madre la había llevado a comprar un día antes un poco de ropa, pues su familia, como sus primos... irían a festejar el año nuevo con ellos.
Se estaba mirando al espejo, mientras escuchaba a sus primos pequeños correr en el piso de abajo, las escaleras y golpear su puerta. Sus tíos y primos de su edad, estaban en la sala, riendo y conversando.
No sabía cual labial usar, era algo familiar, pero el labial rojo oscuro la llamaba por completo.
Movió el cabello que había terminado de planchar, dejándolo absolutamente lacio y tomó el labial con brillo y el labial rojo, decidiendo cual usar.
De pronto tocaron su puerta, ella caminó a abrir y su madre entró. -¿Por qué no has bajado, cariño? - le preguntó.
Larissa suspiró. -No sé cual debería usar. - dijo levantando ambos labiales.
Su madre entrecerró los ojos unos segundos y apuntó el color rojo. -A veces es bueno ser un poco demasiado, atrevida. - sonrió.
Larissa ladeó su cabeza y sonrió, para abrir el labial y colocarlo en sus labios.
El color intenso, pero al mismo tiempo oscuro, haciendo contraste con su piel pálida, haciendo que sus labios se vieran tentadores y ella se viera un poco más mayor.
Bajó con su madre, a cenar con su familia y esperar a que dieran las doce, para gritar: Feliz año nuevo.
Y así pasaron las horas, para que después uno de los hermanos de su madre viera su reloj. -¡Cinco minutos! - anunció.
Todos lo miraron con sonrisas, esperando impacientes el año nuevo.
Su prima se acercó a Larissa, era dos años menor que ella. -Hola. - la saludó.
Larissa sonrió. -Hola.
Su prima sonrió amistosa. -¿Qué cuentas? ¿Un nuevo chico?
Larissa negó con la cabeza, agachando un poco su mirada. -Pues... se podría decir que si.
Su prima la codeó divertida. -Suéltalo.
Larissa se burló divertida. -Es... es mi novio.
Su prima abrió los ojos y sonrió sorprendida. -¿Cómo es? Tus gustos suelen horrendos.
Larissa la empujó del hombro y sonrió al recordar lo guapo que era Draco siempre, con sus elegantes trajes negros, su cabello peinado a un lado, su sonrisa coqueta cada vez que le daba un cumplido, su olor embriagante, su voz grave, las palabras elegantes que usaba, los insultos ingeniosos que le soltaba a las cosas o personas que no le agradaban.
-Es rubio... - comenzó a describirlo. -Es guapo... siempre esta usando trajes negros, huele bien todo el tiempo, sabe como bailar, le gusta cuando uso cosas cortas, su aliento siempre huele a menta... - comenzó a suspirar como una adolescente enamorada.
Su prima sonrió y pensó unos segundos. -Me suena tan familiar.
Larissa asintió. -Debes conocerlo seguro, se llama Draco Malfoy.
Su prima abrió la boca sorprendida. -¿Malfoy? ¿Draco Malfoy? - preguntó incrédula.
Larissa asintió. -Si...
Su prima sacó la revista 'Corazón de Bruja' de inmediato y le mostró un artículo a Larissa. -¿Qué? - le preguntó la castaña a su rubia prima.
La chica le señaló el párrafo y comenzó a leer. El párrafo decía:
En el top, los cinco chicos... o mejor dicho, hombres más guapos del mundo mágico. Tenemos en el puesto número dos a Draco Malfoy.
Como ex mortifago, libre de toda culpa... al parecer a las chicas les atraen los chicos malos. Las jóvenes brujas que fueron entrevistadas, aseguraron que lo más atractivo de Draco era su sonrisa, con la cual suele conquistar a su nueva... ¿novia?
Porque el joven Malfoy, fue entrevistado después del juicio de su madre, el primer juicio en Diciembre, donde aseguraba tener una bella novia, con la planeaba casarse.
-
Larissa abrió la boca como si hubiera visto a la profesora McGonagall desnuda.
-No pensé que fueras tú. - le dijo su prima. -¿Te vas a casar y no me contaste?
Larissa negó con la cabeza. -Él nunca mencionó nada... se fue sin despedir. - murmuró más para si misma.
Su prima frunció el ceño. -¿Disculpa? No te escuché, Lari.
-¡Comencemos a contar, vengan todos! - gritó el tío de Larissa y todos se pusieron de pie, saliendo al jardín delantero, el que estaba en la entrada.
La familia de Larissa era realmente extensa. Habían por lo menos treinta personas de su familia en esa calle.
Larissa cerró los ojos, intentando ocultar el dolor que sentía de nuevo. Extrañaba a Draco, había deseado pasar ese momento con él y besarlo cuando terminara la cuenta.
Y comenzó la cuenta regresiva.
¡Diez!
¿Dónde estas Draco?
¡Nueve!
Por favor envíame una carta.
¡Ocho!
Te extraño demasiado.
¡Siete!
Por favor, regresa.
¡Seis!
Si me pides que me casé lo haré, solo vuelve.
¡Cinco!
Se fuerte mientras no estoy contigo.
¡Cuatro!
Me gustas, Draco.
¡Tres!
Me gustas tanto, que te quiero.
¡Dos!
Estoy tan enamorada de ti, que me duele.
¡Uno!
¡Draco, te amo!
Y los fuegos artificiales se escucharon por toda la calle. -¡Feliz año nuevo! - gritaron todos.
Su tía fue la primera en abrazarla y así, hasta que Larissa terminó de desear un feliz año a todos.
-
Había pasado una hora desde que Larissa se quedó dormida en el sofá, después de beber un par de refrescos, su cuerpo no resistió y se quedó completamente desmayada.
Hasta que un par de manos la sacudieron con fuerza, ella se sobresaltó y pudo notar a su prima Bell. La misma con la que habló de Draco. -Tus padres están muy ebrios... entonces recibí a tu novio.
Larissa frunció el ceño. -¿Cómo que a mi novio? - preguntó adormilada.
Bell asintió. -Al rubio... Malfoy.
Larissa abrió los ojos sorprendida. -¿Está aquí? - preguntó.
Bell asintió y la levantó del sillón, esquivando a los quince adultos ebrios que bailaban como si no hubiera un mañana.
Bell la llevó hasta el jardín delantero, donde estaba... él.
El corazón le Larissa se agitó al verlo ahí; Draco estaba parado en el jardín, mirando a un costado de la calle, su abrigo negro cayendo por su cuerpo con elegancia, mientras su traje lo hacía ver igual de guapo que siempre. Su cabello peinado a un lado.
Era él.
Larissa comenzó a caminar a él de forma rápida, entonces Draco escuchó el golpetear de sus zapatos y caminó a ella.
Larissa se lanzó a sus brazos y Draco la atrapó, dando una vuelta con ella en brazos.
-Dime que eres real, por favor. - le suplicó Larissa.
Draco la apretó contra su cuerpo, mientras la dejaba en el piso y besaba sus labios con ternura. -Soy real, Lari. - murmuró.
Las lágrimas resbalaron de los ojos de ella. -Te extrañé, Draco. - sollozó mientras lo abrazaba con tanta fuerza.
Draco asintió. -Yo te extrañé a ti, amor.
Larissa levantó su cabeza desesperada y lo tomó por las mejillas. -Draco, tengo algo que decirte. - dijo, como si esperara despertar del sueño. -Draco te amo. Estoy enamorada de ti. Te amo. Te amo. - le dijo.
Draco la miró perplejo, pero una sonrisa se fue formando en su rostro, mientras la escuchaba pronunciar las palabras. -¿Sabes qué, Larissa? - le dijo a ella y Larissa lo miró esperando a que continuara. -Yo te amo a ti, maldita sea. Te amo con locura.
Ella estampó sus labios con los de él con fuerza y juntó sus frentes. -Draco, tócame con amor, por favor... tócame como solo tú sabes hacer. - le rogó mientras jadeaba.
Draco iba a decir que si, cuando notó que habían muchas personas. -¿No esta tu familia ahí? - le preguntó.
Ella asintió. -Vamos a mi habitación, por favor. Pondremos un hechizo y... puedes hablar con mis papás, pero están algo ebrios. - le explicó ella.
Draco atrapó sus labios entre otro beso. -Entonces tendré que esperar hasta mañana. - tarareó y Larissa asintió. -Supongo que tendré que meterme en tu habitación, ¿no? - le murmuró mientras ella asentía. -Y... supongo que no podría dormir ahí... porque sería grosero dormir contigo. - dijo de forma descarada. -Tendremos que pasar toda la noche despiertos, amor. - continuó murmurando, atrapando sus labios mientras lo decía.
Larissa asintió. -Por favor, te he extrañado demasiado.
Draco la besó con fuerza. -Muéstrame donde es tu habitación, entonces.
Larissa tomó su mano, volviendo a sentir ese reconfortante sentimiento de tenerlo a su lado.
Larissa había hecho pasar a Draco a su casa, mientras sus tíos lo saludaban y algunos de los primos mayores de Larissa notaban las marcas rojas de labial en la boca y las mejillas de Draco.
Uno de los primos varones de Larissa se acercó a ellos junto a Bell. Ambos sonreían bastante divertidos, mientras veían a Larissa rogarle a Draco por algo. -¿Le estás pidiendo que se quede? - le dijo su primo Fernando.
Larissa volteó a ver a sus primos y asintió. No les iba a decir 'le rogaba para que me lleve a mi habitación y me de muy duro, como cuando tuvimos nuestra primera vez'
Su primo señaló a Draco. -¿Nos lo vas a presentar?
Larissa asintió. -Que grosera soy... Draco, ellos son mis primos. Bell y Fernando. Primos, él es Draco... mi novio. - dijo Larissa.
Draco estiró felizmente su mano y la estrechó con Bell, pero cuando lo hizo con Fernando el chico le sonrió divertido. -Tienes algo... - le dijo en voz baja, pero los otros primos y Larissa, podían escuchar. -Aquí y aquí. - señaló sus propios labios y su mejilla.
Draco frunció el ceño y tocó su cara, entonces Bell le guiñó un ojo a Larissa. -¿Rica la comida?
Larissa la miró confundida y ella volvió a hablar, esta vez mirando a Draco. -¿Mi prima sabe besar? - preguntó señalando sus propios labios, en los que mantenía una sonrisa burlona.
Draco frunció el ceño, ante la pregunta que parecía un poco extraña, pero Larissa entendió y tomó a Draco por la cara. -Te manche de labial rojo. - le susurró avergonzada y sus primos estallaron en carcajadas. -Muy graciosos. - les susurró entrecerrado los ojos, para luego tomar a Draco de la mano y llevarlo escaleras arriba.
Larissa sintió como Draco empujaba contra una pared y jadeó. -¿Te mencione que me encanta que me manches de labial? - le susurró, bajando sus manos por su cadera, para subir a su cintura.
Larissa iba a contestar, cuando sintió las mano de Draco apretar descaradamente sus pechos y ella gimió cerrando los ojos. -Entonces ven, porque te voy a manchar más. - murmuró tomando a Draco por las mejillas, golpeando sus labios con los de él.
Ahora Draco estaba manchado de labial rojo en sus labios, esta vez un poco más notorio.
El chico la besó con fuerza, mientras los hacía caminar por el pasillo, pero recordó que no tenía la menor idea de donde estaba.
Larissa se burló. -Ven... - murmuró, tomando la mano de Draco, para llevarlo con ella.
Empujó la puerta blanca y los hizo entrar. En el segundo que Draco cerró la puerta y puso un par de hechizos, la beso con fuerza, para luego empujarla a su cama.
Larissa lo observó jadeante, mientras él quitaba su abrigo y lo lanzaba a alguna parte de la habitación.
Ella se sentó en la cama y Draco estiró una mano para levantarla de nuevo. -¿Para qué me empujas si me vas a levantar? - le preguntó, mientras sentía como Draco besaba su cuello y bajaba el cierre de su vestido.
Draco gimió cuando sintió la piel caliente de la espalda de Larissa. -La emoción de tocarte de nuevo, supongo. - murmuró.
Larissa sonrió, justo en ese momento el vestido cayó de su cuerpo, haciendo un charco de tela azul a sus pies.
Draco la tomó de la cintura de nuevo y la atrajo a su cuerpo, para besar su cuello y morderlo, pasando su lengua en los lugares que iba marcando.
Desabrochó su sostén y lo dejó caer por sus brazos, mientras veía sus senos. Lamió sus labios y levantó sus ojos a ella. -Ponte de rodillas en la cama. - murmuró en un tono grave.
Larissa obedeció y eso hizo. Draco se acercó a ella y la tomó por la espalda baja. -Quítame la ropa, por favor. - susurró.
Larissa asintió y llevó sus manos a la camisa de botones de Draco. Pero él no perdió ni un segundo en llevar sus manos a los pechos de Larissa y comenzar a apretarlos, ella gimió mientras lo sentía tocar ahí y la desesperación de ser tocada por él se hizo más grande, provocando que sus dedos fueran torpes y no pudiera pasar del segundo botón.
Draco llevó sus labios a los de ella y la besó. -Rómpela. Ahora.
Larissa hizo caso y rompió la camisa de Draco, mientras los botones salían volando por todas partes. La camisa del rubio cayó al suelo y ella llevó sus manos a su pantalón desabrochando el cinturón, para luego abrir el botón y bajar el cierre.
Lo dejó en nada más que sus boxers color gris.
Draco la empujó de nuevo en la cama y abrió sus piernas con sus manos, se cernió sobre ella y la besó en los labios. -¿Cómo quieres que te toque hoy, amor? - susurró sobre sus labios.
Ella gimió al sentirlo frotar su bulto contra su coño. -No sé...
Draco musitó. -¿No sabes? - le preguntó y ella negó con la cabeza. -Pues... es fácil, ¿Lo quieres rápido y suave? - ella negó con la cabeza. -Entonces, ¿Duro y sensual?
Ella asintió. -Me gustó como la última vez me lo hiciste con fuerza. - ella admitió.
Draco sonrió burlón. -¿Te gusta que te folle duro? - le preguntó y ella asintió.
-Pero me gusta más, cuando eres cariñoso... pero cuando entras en mi, eres duro y brusco. - murmuró, empujando su caderas contra el bulto de Draco, obteniendo más fricción.
Draco jadeó al sentirla presionarse con él. -Entonces eso voy a hacer, amor. - murmuró, para bajar su cabeza y tomar entre sus labios uno de sus pezones y hacerla gemir, mientras arqueaba la espalda.
Oh, como amaba escucharla gemir.
Sus ojos iban a su cara, viendo como ella la contorsionaba, llena de placer.
Bajó sus manos lentamente, desde sus pechos hasta el elástico de sus bragas y los bajó lentamente.
Cuando se sentó, soltando su pezón. Ella bajó sus ojos a sus boxers y notó como tenían una mancha de humedad. -¿Qué es eso, Draco? - murmuró mientras Draco sacaba sus bragas por sus tobillos.
Draco bajó sus ojos y vio la mancha que era de un gris más oscuro. -Me mojaste, amor. Es normal, soy bueno en lo que hago. - dijo mientras presumía.
Ella sintió un golpe de vergüenza al pensar en lo mojada que estaba como para mojar a Draco.
La tomó de las piernas y la arrastró a la orilla de la cama. -Te voy a follar como me has pedido, pero primero quiero hacer algo, ¿me ayudas? - murmuró y ella asintió estando de acuerdo. -Ponte en cuatro. - le ordenó.
Larissa lo observó confundida. -¿Cómo hago eso? - le preguntó en un murmuro.
-Dame la espalda y yo te ayudo. - le respondió.
Ella giró y asintió, para luego darle la espalda. Draco le puso una mano en la espalda y la hizo inclinarse para él, entonces ahora tenía una maravillosa vista de su trasero.
Larissa suspiró cuando él pasó su mano por su trasero y entonces él lo azotó, provocando que ella soltara un fuerte gemido. El dolor se convirtió el placer y Draco sobó con su mano, para acercarse un poco a ella. -¿Estas bien? - le preguntó y ella asintió. -Dime si soy muy brusco.
Draco bajó su mano hasta la entrada mojada de Larissa y empapo sus dedos de sus jugos, para luego comenzar a mover en círculos en su clítoris. Ella gimió mientras lo sentía añadir presión en su bola de nervios.
El placer la inundó un poco más, cuando él metió dos de sus dedos en su vagina, preparándola para lo que venía.
Estuvo bombeando unos segundos, hasta que la sintió apretarse alrededor de sus dedos.
Draco los sacó y se alineó con su entrada. Ella soltó un jadeo al sentir la punta de Draco entrar en ella, para luego entrar todo de golpe mientras ella gritaba de placer.
La forma en que Draco lograba llenarla era la forma más placentera, que ella había experimentado en su vida. Como si solo él conociera sus puntos dulces, donde y como tocar para tener un lio de gemidos bajo o sobre él.
Draco comenzó a moverse a un ritmo rápido, mientras la embestía con fuerza. Los gemidos de Larissa se hacían más fuertes cada vez, conforme Draco la penetraba con fuerza y de forma rápida.
Sus manos apretaron las sábanas y enterró las uñas ahí, llena de puro placer.
-Draco sigue, por favor. - gimió mientras le rogaba a Draco que no se detuviera. Lo estaba haciendo muy bien.
Draco por supuesto que no se detuvo, en cambio, tomó el cabello de Larissa y la jaló atrás, haciendo que su espalda chocara con su sudoroso pecho. Ella dejó caer su cabeza en el hombro de Draco, mientras él la sostenía por el abdomen y escuchaba más de cerca sus jadeos y sus gemidos, los cuales se iban mezclando con los de Draco.
Pronto ella se apretó a su alrededor y gimió. -Draco estoy tan cerca.
El rubio gruñó en su oído. -Igual yo, amor. Córrete conmigo.
Larissa asintió, mientras su cuerpo se llenaba de placer, llegando a su punto más alto, para después soltar ese nudo y mojar la polla de Draco.
El rubio sintió el líquido caliente mojarlo y no fue más que suficiente para hacer que los hilos de semen llenaran a su novia, quien luego cayó rendida en el colchón de la cama.
Draco se acostó junto a ella y besó su cien. -Creí que querías que te follara más. - le susurró.
Larissa negó con la cabeza. -Creo que por esta noche es suficiente. - murmuró.
Draco asintió. -Entonces tendré que volver a hacerte el amor mañana, por la mañana. - susurró.
Larissa se acomodó en su pecho desnudo y asintió. -Si, por favor.
Draco sonrió, envolviendo a Larissa en sus brazos.
Tenían mucho que hablar... pero ya lo harían por la mañana, por el momento solo deseaban disfrutarse un poco más.
-
-
Cuando Larissa abrió los ojos, notó como Draco ya estaba despierto, mirando el techo, con pequeñas lágrimas en sus ojos.
Ella estiró su mano para secarlas y el chico volteó su cabeza. -¿Qué te tiene así? - le susurró ella con dulzura.
Draco giró su cabeza a ella, apenas podía hablar. -Han ejecutado a mi padre, Lari. - suspiró, pero los sollozos lo inundaron.
Larissa entendía que Lucius Malfoy metió en cosas horribles a Draco y a su esposa, pero Draco aseguró que lo hacía por su bien, su lealtad siempre estaba con su familia, sin importar las consecuencias.
Draco la miró, preguntándose cómo es que alguien tan amable y enojona como ella, podría soportar tener a Draco en cualquier momento.
Larissa no sabía que decirle, mientras lo abrazaba y Draco murmuraba que extrañaba a su padre. Siempre era así, cada vez que Draco le revelaba un secreto a Larissa.
La castaña pasó sus dedos por el cabello de Draco y le sonrió. -Todo va a dejar de doler, Draco. Eventualmente, el dolor se irá. - murmuró mientras le daba pequeñas caricias en su brazo y su mejilla. -Cuando vayamos juntos a terapia... te van a ayudar a que deje de doler, amor. - le aseguró, tal como él lo hizo con ella alguna vez.
Draco asintió y pegó su cabeza al hombro de Larissa, mientras la abrazaba, obteniendo el consuelo que ella siempre lograba darle.
Minutos después Larissa bajó a desayunar con su familia, acompañada de Draco.
Todos le sonreían muy amablemente, pues ni siquiera eran de ahí. No vivieron la guerra, la gran mayoría no sabía de los Malfoy, cosa que Draco agradeció al ver que todos eran amables.
-
-
SOLO QUEDA UN CAPÍTULO MÁS Y SE ACABA ESTOO
Oh, si, quedan algunos epílogos y ya.
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