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24.

Ella siempre había apreciado la soledad, su propio espacio, con sus propias reglas, sus propios chistes.

Nunca era tarde para disfrutar de una lectura bajo algún árbol, en la esquina más cómoda de su cama, durante el desayuno, en las bancas de Hogsmeade, en el pasillo que compartió tanto tiempo con Luna. Su lugar especial, que ahora solo dolía al verlo.

A pesar de siempre tener un gran amor por su propio espacio; la soledad le causaba más emociones, no siempre eran muy positivas, pues temía quedarse sola, pero ahora estaba justo en esa posición, temía de estar sola con Seamus molesto, pero la noche anterior había estado totalmente sola con él.

La soledad a veces dolía, pues deseaba no despertar con el frío junto a ella, deseaba ser abrazada y querida por alguien más, alguien que llenara su corazón de calor y alegría, tanto como ella lo haría con esa maravillosa persona.

Cuando ella se había levantado, se llevó la sorpresa de no encontrar a ninguna de sus compañeras de cuarto, por lo que se permitió deslizarse bajo sus sabanas, para así poder llorar en silencio. Tapó su boca, a pesar de que nadie escuchaba, ella cerró los ojos con fuerza, por el dolor que sentía en el cuerpo.

Apenas pudo dormir, mientras sentía el dolor en el pecho que no le permitía respirar, porque cada respiración era la asfixiaba, tanto como lo hizo Seamus con ella hacía unos momentos.

Cada vez que ella miraba el techo, una lágrima muda se resbalaba con cuidado por la esquina de su ojo color avellana. 

Su pecho estaba tan apretado. 

Pensaba que se iba a morir en cualquier momento de la noche, por la forma en que respiraba, la forma en que sentía que se asfixiaba cada que inhalaba, la forma en que la había golpeado, la forma en que su corazón la hacía abrir los ojos de golpe, pues estaba tan acelerado. 

Tenía frío.

Mucho frío.

Con ganas de llorar, pero sin poder hacerlo. 

Intentó de todo para terminar con el frío que la estaba dejando entumecida; se abrazó a si misma, pero el dolor en su cuerpo le impedía que se moviera como de costumbre. 

Le estaba doliendo de una forma tortuosa, tanto que deseaba que alguien lanzara la maldición asesina en su dirección, así terminaría con todo el dolor. 

Sin embargo, el sol estaba golpeando de una forma seca, las nubes color gris lo tapaban en su mayoría. 

Estaba tan decepcionada por haber despertado, este era un sentimiento nuevo, pero al mismo tiempo tan conocido, como si siempre hubiera estado ahí, pero jamás lo había notado, hasta ahora.

Cuando uso su fuerza para levantarse de la cama, juró que sus rodillas iban a golpear el piso de una forma dura, el piso parecía sonreír de forma malvada mientras la veía, esperando a que ella cayera de rodillas para tragarla entera, como si de un dulce pequeño se tratara, aunque estaba segura que ella no sería un buen dulce, sería uno de esos que todos tiramos cuando de pequeños conseguíamos un poco de dulces de las abuelas o las tías. 

Obligó a sus piernas a moverse, sintiendo como sus ojos pesaban de una forma dolorosa, apenas podía mover su propio cuerpo, cuando estuvo afuera de la puerta del baño, hecho una mirada atrás. Ninguna de sus compañeras había llegado a dormir, ni siquiera Ginny. 

Miró con ojos cansados y empujó lentamente la puerta, para así entrar al baño. 

Abrió la regadera y sin pensarlo dos veces, se acercó al lavabo, mojando su cara con agua fría, haciendo que un escalofrío se extendiera por su cuerpo entero, temblando de forma involuntaria. Al levantar la vista, ella jadeó asustada y dio un brinco atrás. 

Su reflejo.

Ella estaba en un momento terrible. 

Sus ojos, estaban hinchados, con círculos color café al rededor de ellos, inyectados en sangre, con un toque rojizo en sus esquinas, muestra de que había estado llorando y talló justo ahí, para secar las lágrimas; su nariz estaba roja, ardía de tanto sorber y estaba congestionada, sin saber si era el frío o el tanto llorar, quizás ambos; sus labios, estaban secos, un toque blanquizco como nieve les estaban abrazando, regalando una fina capa sobre ellos, paso su lengua por ellos, pero dolió, entonces se dio cuenta de que estaban un poco cortados, le dolían las pequeñas cotadas que ella misma había causado por chuparlos tanto, por morderlos cuando se encontraba nerviosa o de forma involuntaria, la noche anterior había estado llena de cosas que no quería recordar, seguramente hizo esos pequeños cortes en los labios sin darse cuenta.

Su barbilla. Ella cerró los ojos y dejó que una lágrimas escapara de ellos, mojando la suave piel, para luego abrirlos y enfrentarse a la espantosa realidad de la que deseaba escapar, su barbilla tenía marcas color púrpura, casi un tono negro. Era asqueroso de ver y doloroso de tener. 

Su cuello. Ella tapó su boca horrorizada, observando como su cuello estaba manchado de marcas púrpuras, verdes, café, rojas, algunas incluso llegando a un color oscuro, casi negro; estaban los dedos de él marcados ahí, mientras le dolía pasar saliva. Ella apenas pudo pasar los dedos por las marcas, el dolor era insoportable. 

Se acercó lentamente al espejo, obligándose a no partir en llanto ahí mismo, mientras avanzaba sus dedos tocaron suavemente las ondas que caían por su cara. Otro paso. Sus dedos estaba moviendo lentamente el mechón de cabello. Otro paso. Cerró los ojos y con ellos aún cerrados, quitó el mechón de cabello por completo, para luego meterlo con cuidado detrás de su oreja. 

Se sostuvo del lavamanos, pensando que si abría los ojos caería en el piso del baño, pues sus piernas fallarían de alguna forma.

Tomó una respiración y contó en voz baja. -Uno... dos... tres. - abrió los ojos de golpe y pudo ver su desastroso reflejo.

Su corazón se rompió al ver la marca roja en su mejilla. La manos de ese monstruo impresa en su piel hasta quien sabe cuando.

Tapó su boca y sin pensarlo mucho, los sollozos comenzaron a brotar de ella, lágrimas mojando su cara como una cascada, lágrimas dejando su cuerpo, porque estaba tan cansada de llorar. Ella realmente deseaba dejar de hacerlo, pero a veces era tan inevitable. Sus mejillas comenzaron a colocarse de un color rojizo, junto a su nariz. Apretó los ojos, no quería ver el reflejo en el espejo. Ya no. 

Porque le dolía horrible.

Le dolía en el pecho, como si miles de elefantes estuvieran presionando.

Le dolía la cabeza, como si alguien la hubiera tomado para jugar a la pelota con sus amigos.

Le dolían las manos, como si un montón de autos le hubieran pasado encima.

Le dolían las piernas, como si gritaran que no querían seguir más, que ella debía detenerse. 

Tenía frío, como si estuviera en la nieve blanca con una blusa de tirantes y pantalones cortos, acompañados de sus pies al desnudo. 

Al final tomó una ducha caliente, esperando curar el frío de su cuerpo; al salir de su baño caliente, ella se miró al espejo, colocó su uniforme y seguido de eso caminó hasta su armario en busca de chaquetas grandes, pero no encontró ninguna.

Suspiró cuando solo tomó una bufanda en sus manos y la colocó en su cama, caminando al armario de Ginny, en busca de uno de los abrigos de sus hermanos mayores. 

Hasta que encontró un suéter color negro, este suéter tenía cuello alto y se veía bastante cómodo, así que resulto perfecto para ella cuando caminó a su cama por la bufanda.

Tomó la bufanda color gris entre sus dedos, para luego sacar su túnica y colocar el suéter negro, ella podría fingir que estaba muriendo de frío y por eso sus capas de ropa, se movió un poco para tomar la bufanda y la estiró frente a ella, para atraerla a su cuello y cruzar los extremos por detrás, así quedando dos tiras largas color gris frente a ella; se miró al espejo una vez más y colocó la túnica sobre ella... pero algo hacía falta. 

Miró bien su reflejo, los moretones estaban totalmente ocultos. 

Entonces miró la horrible marca roja en su mejillas y las pequeñas marcas moradas en su barbilla, ni siquiera paso los dedos por ahí, teniendo miedo de sentir más dolor, se movió lentamente a las cosas de Ginny, sacando la caja que Hermione les había regalado a ambas hace unos veranos, pero Larissa le había dado todo su maquillaje a Ginny, Seamus le había dicho que odiaba que lo usara, pues llamaba la atención de otros chicos. Ella se lo obsequió a Ginny en su cumple años, Ginny la miró con una sonrisa falsa frente a todos, pero Hermione, Ginny y Luna, sabían que ese maquillaje no lo compro Larissa, también sabían el porqué se lo regalaba.

Recordaba haberle obsequiado una sombra para los ojos color dorado a Luna, la rubia se lo había puesto en los ojos, la nariz y en las mejillas, lo había usado para ir a una de esas fiestas que hacían los gemelos.

Larissa no recordaba haber ido a muchas fiestas. Seamus no lo permitía.

Cuando sacó la caja color rosa, la puso sobre la cama de Ginny, para rebuscar algún artefacto que la ayudara a ocultar moretones, entonces vio un frasco del color de su misma piel, era pálido, pero no llegando a ser uno como Draco. 

Lo tomó entre sus dedos, buscando instrucciones al reverso, pero no había nada que ayudara. -Untar un poco del producto y colocarlo con una esponja de maquillaje en la cara. - murmuró leyendo. -Si refleja alergias, deje de usar inmediatamente el producto. - continuó y frunció los labios.

No le importó mucho, había visto a sus compañeras de cuarto colocar productos en su cara; tomó el pequeño frasco y apretó el pequeño botón, que expulsó una tira de la cremosa mezcla color idéntico a su piel.

Ella colocó un poco en cada marca, pero solo obtuvo como resultado algunos parches en su piel, escuchó como la puerta se abrió de repente y vio entrar a la rizada Gryffindor con una pequeña sonrisa. -¿Ya es hora? - dijo asustada al ver a Larissa arreglada. 

La castaña agachó la cabeza y miró el reloj en su mesita de noche. -Faltan treinta minutos, pero quiero desayunar. - dijo en voz baja, le estaba ardiendo hablar. No tenía idea de cuanto había gritado, cuanto había llorado, cuando la presionaron en el cuello.

La rizada hizo una mueca. -Seamus dijo que estabas enferma, que cogiste un resfriado. No sabía que era tan grave, deberías ver a Pomfrey. - sugirió la chica, caminando a paso lento a Larissa.

La castaña trató de ocultar su cara lo más posible, mientras fingía acomodar sus libros. -Es... el cambio de estaciones. - aclaró su garganta y fue un dolor insoportable. 

-¿En serio? - dijo en voz baja, caminando a ella. -¿Qué haces? 

Larissa negó con la cabeza. -Nada. Acomodo mis libros. - murmuró.

La rizada se burló entre dientes y la tomó por los hombros para darle la vuelta. -Tú siempre acomodas tus libros la noche- 

Sus palabras se congelaron al ver el color esparcido de la peor forma en la cara de Larissa. La rizada abrió los ojos con gracia, aguantando las ganas de reír y Larissa solo quería llorar. -¿Qué te hiciste? - le dijo con diversión en su voz.

¿Qué me hizo? Me intentó matar.

Larissa negó muchas veces con la cabeza. -No le digas a nadie, por favor. - dijo de forma rápida, mirándola con ojos suplicantes.

Larissa estaba segura que había visto las marcas en su cara. La rizada sonrió. -Todos nos hacemos mal esto la primera vez, a mi me quedo como una mascara porque la base era más oscura que mi tono de piel. - sonrió con diversión, para luego tomar a Larissa de la mano y llevarla a su propia cama. -Ven aquí, te voy a ayudar. 

Larissa asintió sin entender muy bien, pero entonces todo hizo click, cuando la rizada sacó muchos frascos y productos de una mochila color azul celeste. 

Se estaba volviendo loca. Paranoica. 

Su compañera de habitación la hizo sentarse en su cama frente a ella. -Voy a quitar el maquillaje y-

-No. - dijo abruptamente Larissa. 

-¿Entonces como quieres que lo arregle? - dijo sin entender mucho.

Larissa tragó grueso. -Dime que hacer y yo voy al baño a hacerlo. - murmuró.

La rizada sonrió levantando ambas cejas. -Eres de las que le gusta lo práctico. Genial. - sonrió, llevando su bolso al baño y tomando de la mano a Larissa. 

Cuando Larissa estuvo adentro del baño, los nervios la comieron, pensando en que debía quitar el maquillaje que tenía en la cara. -Quita el maquillaje con esto. - dijo extendiendo un pedazo de algodón con algún líquido... aceite. 

Larissa asintió y tomó entre sus dedos el pequeño trozo de algodón. -¿Qué sigue después de esto? - preguntó mirándola.

La rizada asintió. -Sigue.. hidratar tu piel. Escoger la base de maquillaje que sea de tu tono y... por lo general pinto mis pestañas y peino mis cejas, para agregar un labial rojo, pero puedes usar un... un labial rosa o transparente que tenga brillo, ya que nunca lo has hecho. - explicó sentada en la taza del baño. 

Larissa la miró con las manos temblorosas. -¿Me puedes ayudar a escoger mi base mientras quito esta? - preguntó intentando crear una distracción. 

La chica asintió y asomó su cabeza a la mochila. Estuvo ahí el tiempo suficiente para mover el algodón en su cara y quitar la pintura, miró los moretones y apretó sus labios para no comenzar a llorar, lo único que se le paso por la cabeza fue estira la bufanda a su boca. 

La rizada al fin sacó una base y se la acercó. -Coloca pequeño puntos por todo tu rostro y luego esparce de forma uniforme. - le indicó.

Larissa asintió y tomó la base entre sus dedos, con miedo de bajar la bufanda, comenzó por la frente y su nariz. -Larissa, también va en tu barbilla y tus mejillas. - se rió la chica.

Larissa tragó grueso, le dolió hacerlo y asintió. -Solo... quiero ver que si lo hice bien. - se excusó.

La chica la vio raro pero asintió, estuvieron ahí varios segundos hasta que la chica se puso de pie. -Larissa déjame ayudar. - murmuró tomando la base de sus manos e intentó bajar la bufanda, pero antes de tocar el material que cubría a la castaña, la puerta fue golpeada por alguien. -Iré a ver quien es, termina de colocar la base en tu cara... luego puedes poner esto con cuidado en tus pestañas. - murmuró la chica, extendiendo un envase delgado, en forma de cilindro y un labial transparente.

Larissa asintió y esperó a que ella saliera. 

Cuando la puerta se cerró detrás de ella, colocó de una forma rápida el color en sus moretones, para luego esparcir con cuidado, le dolía el toque que le proporcionaba la esponja, así que lo hizo lo más delicado que pudo, pero seguía doliendo. 

Cuando parecía que lo había cubierto lo suficientemente bien, destapó el envase de brillo labial, para ponerlo en sus labios secos y un poco dañados, se veían brillantes ahora. 

Se sobresaltó cuando la puerta del baño se abrió, pero solo era su compañera de habitación. -Era un Ravenclaw.. la fiesta fue una locura, debiste haber ido, es una lastima que hayas cogido este resfriado. - murmuró mientras le quitaba el rímel a Larissa, para así destaparlo. -Ven. - dijo haciendo una seña con la cabeza.

Larissa caminó un paso y la rizada comenzó a difuminar el maquillaje. -Aún dejas pequeños parches, pero créeme que te voy a dejar muy bonita. - sonrió satisfecha. -No cierres los ojos. - le ordenó.

Larissa obedeció, mientras le colocaban la pintura negra cremosa en las pestañas. La rizada sonrió y aplaudió con las manos, pero Larissa se estaba retorciendo de dolor por dentro. 

-Te ves linda, ahora ven. Voy a acomodar tu bufanda. - dijo, mientras la tomaba por la tela gris, pero Larissa fue más rápida y se hizo hacía atrás, tomando la bufanda y aferrándola a su cuello.

-Yo lo hago sola, gracias. - sonrió y la rizada asintió, para luego empujarla por los hombros. 

-Necesito tomar un baño. - se burló cuando vio la confusión en la cara de Larissa, quien luego entendió. -Vamos, ve y conquista a tu hombre, te vez hermosa. - le animó.

Larissa sonrió, pero cuando la puerta se cerró sus ojos comenzaron a picar en lágrimas, se obligó a si misma a no derramar ni una sola, pues ya había llorado mucho y su maquillaje comenzaría a correrse, manchando su piel como si de un lienzo de tratase.

-

Lo siguiente que supo, fue que estaba desayunando en el Gran Comedor. No veía a Seamus por ningún lado. 

Suponía que esto se había terminado.

Ni siquiera comió, el estomago le dolía tanto que sentía que iba a vomitar.

Jugó con el tenedor y la comida, hasta que sintió como alguien tomaba asiento junto a ella. Pudo percibir el olor a flores. -¿Qué haces? - le susurró Ginny.

Larissa la miró y negó con la cabeza. -No tengo hambre.

Ginny le acarició la cabeza y besó su mejilla. -Te vez muy bonita con maquillaje. 

Larissa sonrió en agradecimiento. 

Ginny se acercó un poco más al oído de Larissa y susurró: -Malfoy no ha parado de mirarte.

Larissa se puso tensa y cerró los ojos. -Ginny me importa una mierda. - susurró.

La pelirroja se burló. -Es bastante obvio que siente algún tipo de atracción por ti... mira ya se va. - le murmuró divertida.

Larissa levantó sus orbes bronceadas y vislumbró como Draco estaba saliendo del Gran Comedor. 

¿Y si él le dijo a Seamus?

No. Él no sería capaz.

A Larissa le dolía el pecho, era tan normal sentirse así. Estuvo con Seamus en momentos difíciles, dependía emocionalmente de él. Dolía.

Ginny le tocó el hombro. -Mañana habrá una fiesta, ¿vas a ir?

-Ginny Seamus terminó conmigo. - soltó de repente.

Ginny borró su sonrisa y la miró sin expresión alguna. -¿Te lastimó? - murmuró. Larissa asintió. -¿Mucho? ¿Cuándo? 

Larissa apretó sus labios, sintiendo el sabor del labial. -Anoche... me golpeó muy fuerte.

Ginny la envolvió en un abrazo. -Lo siento, lo siento mucho. 

Larissa negó con la cabeza. -No es tu culpa... nunca.

Ginny asintió y besó la cabeza de la chica que se mostraba triste.

Algunos Slytherin comenzaron a salir del comedor corriendo y Ginny sonrió. -Algo esta pasando. Pelea. Vamos.

Sin pedir permiso, tomó a Larissa de la mano y salió corriendo con ella, detrás de los Slytherin.

Estaban subiendo escalones detrás de los Slytherin. 

-Es un Gryffindor contra un Slytherin. - festejó Hannah Abott.

Ginny soltó una risa extremadamente divertida, con la mano de Larissa, haciendo que corriera con ella.

Todos estaban emocionados, corriendo y apostando en el camino mientras corrían.

Solo iban Gryffindors y Slytherins, agregando a algunos alumnos que se colaban por diversión.

Entonces doblaron la esquina y se escucharon los gritos, los aplausos y virotes.

El corazón de la castaña estaba palpitando con fuerza contra su pecho, sin saber si era adrenalina, miedo o el correr tan rápido.

Estaban fuera de los baños.

Larissa solo podía escuchar como el golpe de los puños chocaban con la piel, acompañado de risas maniacas o burlonas. 

-¡Es Finnigan! - se burló una Slytherin.

Larissa abrió los ojos, creyendo que le estaban metiendo una paliza a Seamus.

Comenzaron a empujarse, intentando entrar a los baños. Golpes y gritos, acompañados de gemidos de dolor se filtraban por sus oídos.

-¡Eso no es justo! ¡Son cuatro contra uno! - gritó Montague.

Entonces Larissa supo que no estaban golpeando a Seamus.

Ginny las hizo pasar por un hueco, quedando al frente. 

Estaban en la puerta del baño, que estaba siendo bloqueada por Dean Thomas.

Larissa comenzó a buscar como loca que demonios estaba pasando.

Entonces los ojos grises la miraron con dolor, y la angustia y la rabia la invadio.

Draco estaba siendo sostenido por dos Gryffindors, mientras otro más lo tomaba por la cara y Seamus lo golpeaba. 

-¿A quién demonios ve? - dijo Seamus, entonces siguió su mirada y pudo ver a Larissa preocupada. -No te preocupes, amor... estamos divertidos, ¿no, maldito mortifago? - lo pateó en el estomago.

Draco cerró los ojos de golpe y se agachó, gimiendo de dolor. Estaba casi llorando.

-Déjame pasar. - le dijo desesperada a Dean, pero el tipo negó con la cabeza.

Larissa pudo ver como Seamus lo pateaba en las piernas, haciendo que perdiera el equilibrio, para luego patear su cara. Draco estaba llorando en silencio por el dolor que lo inundaba.

Y a Larissa la inundó un sentimiento que jamás creyó que podría sentir. Rabia.

Estaba tan molesta, cuando buscó fuerza y aventó a Dean Thomas de lado. 

Larissa tomó impulso desde la puerta y se lanzó al grupo de Gryffindors. Sin pensarlo los empujó, tomándolos de los hombros, jalando el poco cabello que tenían. 

Tomó a Seamus por detrás, justo por la corbata y lo comenzó a asfixiar. 

Ginny estaba mirando horrorizada, mientras los demás veían asustados como Seamus se ahogaba, tomando un color purpura. Estaba rasguñando las manos de Larissa, pero poco le importó cuando ella lo tiró al piso, usando que poca fuerza que el tipo tenía en ese momento, pues estaba siendo privado del aire. 

Se sentó a horcajadas sobre su estomago y jaló con más fuerza la corbata. 

Viendo a los ojos de Seamus, mientras lo asfixiaba, tal como él lo hizo con ella. 

-¿Qué sientes, Seamus? - le susurró, como si estuvieran teniendo una conversación normal.

Alguien la tomó por los hombros y la bajó de ahí, dejando que Seamus se diera la vuelta en el piso y comenzara a toser. 

Todos estaban viendo horrorizados y al mismo tiempo divertidos. 

¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué hizo eso? ¿El miedo? El miedo se esfumó, porque era él, de quien se trataba.

Ella recobró la postura y agitada miró como los Gryffindors levantaban del suelo a Seamus.

-Esta loca. - gritó el Gryffindor, mientras la apuntaba y era levantado del piso. -¡Estas loca! - le gritó con odio en su cara, mientras se volvía de un color rojo.

Larissa lamió sus labios y retrocedió dos pasos mientras salían los Gryffindor.

-Me volveré loca cuantas veces sean necesarias si lo tocas así una vez más. - le dijo en voz baja. 

Seamus se burló. -¿Qué son novios? - los apuntó, mientras Draco intentaba ponerse de pie. -¿Acaso se acostaron? 

El lugar se comenzó a vaciar, pues no había mucho que escuchar. No les interesaba realmente lo que Seamus tenía que decir. 

-¿Entonces ganó Slytherin? - preguntó un chico con el uniforme de las serpientes. 

-La chica casi asesina a los de su propia casa, no gano nadie. - le respondió un Ravenclaw.

Larissa hizo que la salida de Seamus se apresurara, cuando el chico quiso acercarse a Draco, ella lo empujó con sus fuerzas, sacando por completo su cuerpo y el de sus amigos. 

Ginny estaba mirando desde la puerta, sin decir una palabras.

Larissa entonces, se acercó al rubio que se recargaba en los lavamanos, intentando respirar por los golpes que había recibido. 

Ella lo observó lo suficientemente cerca, observando su camisa manchada de sangre, la corbata suelta y la camisa blanca rasgada, en la esquina de su labio había un poco de sangre, mientras que de su frente caía una lágrima carmesí, hasta su barbilla. 

Ella se acercó a envolverlo en un abrazo y lo recostó en su hombro. Lo apretó con fuerza, quería hacerle saber que ella estaba ahí.

-¿Por qué te hizo eso? - dijo Larissa, con aquella voz rota. 

Le dolía mirarlo; Draco dejó una de sus manos en el lavamanos y la otra la uso para envolver la cintura de la Gryffindor que sufría con él. La apretó a su cuerpo, olvidando la paliza que le habían metido, pues quería simplemente abrazarla. Sentirla.

Ginny caminó a ellos y observó perpleja. -Larissa, iré a ver que Seamus no regrese. - le murmuró y la chica asintió sin dejar de abrazar a Draco.

El rubio estaba en un estado de trance, los golpes pulsaban en su piel, sentía la tibia sangre escurriendo por su piel blanca. 

-Vamos con Pomfrey. - murmuró ella, jalando un poco de la camisa blanca de Draco.

El Slytherin negó con la cabeza. -No puedo. 

Larissa no discutió, miró al piso mientras pensaba en lo testarudo que era ese hombre. 

Levantó su mano y la dejó ir hasta su mejilla, acariciando su pequeña cicatriz. -¿Por qué te hacen eso? - murmuró.

Draco la apretó más contra su cuerpo, deseando sentirla así por siempre. -Porque soy un mortifago, porque creen que me acosté contigo. - le susurró, para luego juntar sus frentes y dejando que ella acariciara su mejilla con suavidad. 

-Pero no es verdad-

Draco la cortó. -Ambos sabemos que Seamus no se enteró por arte de magia. 

Larissa negó con la cabeza. -¿Podemos ir a tu habitación, Draco? 

El rubio asintió y la tomó de la mano, para luego caminar con ella todo el recorrido a las mazmorras. 

Las personas les daban miradas curiosas, incluso algunas mostrando su desagrado, pues Draco no la estaba alejando. La tenía caminando a su lado. 

Susurró la contraseña y ambos subieron las escaleras, sin importar las miradas de los otros chicos. 

Draco empujó la puerta y la dejó pasar, para cerrar la puerta detrás de él.

Ambos entraron en la fría habitación, Larissa corrió a la cama de Draco, tomando asiento en el borde y dando una pequeña sonrisa al chico rubio que caminaba de forma lenta, pues le dolía moverse. 

Cuando llegó a su lado se sentó junto a ella y puso una mano en su muslo.

-¿No estabas enojada conmigo? 

Larissa ladeó su cabeza y apretó sus labios. -Puede que en un par de horas cambie de opinión. 

Draco la miró y asintió. -¿Por qué tienes maquillaje? Nunca te pones nada. 

Larissa llevo su cabeza a él y lo miró a los ojos. -¿No te gusta? 

Draco negó con la cabeza. -Nada de eso, me gusta como te vez siempre. - murmuró.

Larissa sonrió. -Tienes que curarte los golpes. 

-Y tú tienes que decirme por qué querías venir aquí. - le susurró, frotando su mano lentamente en su muslo, dando pequeños apretones en el camino. -Estoy seguro de que ahora quieres que te bese, ¿verdad? - se rió.

Larissa lo empujó y negó con la cabeza. -No quiero eso, Draco. Ahora no.

Draco movió su cara hasta el cuello de ella, moviendo su cabello al lado derecho, para tener acceso a su piel, dejó pequeño besos. -Apuesto a que eres tan brusca que querías chupar toda la sangre de mis labios. - susurró en un tono ronco.

Larissa no tardó mucho en comenzar a reír a carcajadas y lo empujó un poco. -Estaba preocupada por ti. - lo miró directamente a los ojos grises, que mostraban cuanto dolor había en él.

Draco dejó un beso en su mejilla, para seguido sonreír. -¿Y si me ayudas con mi cara mientras me cuentas? - sugirió.

Larissa sonrió, pero la sonrisa desvaneció cuando se dio cuenta. -No sé que hechizos debería realizar. 

Draco gimió molesto. -Smirnov, eres tan babosa. Quiero estar cerca de ti mientras me cuentas todo y no sabes hacer hechizos básicos. 

Larissa lo empujó por el hombro. -No me digas babosa.

-Esta bien... babosa.

Larissa sonrió en su dirección, incitandoló a decirlo una vez más, pero él no dijo nada, solo sonrió mientras la veía. 

-Draco, lo que te voy a decir no es fácil. - murmuró, jugando con sus dedos, dejando de lado los juegos y las bromas.

Draco la miró a los ojos y asintió. -Dime qué es.

-Anoche... Seamus estaba con alguien más. - comenzó a murmurar. -Y se lo hice saber, tal vez fui muy brusca y fue mi culpa- pero él me lastimo, mucho. - sus ojos vagaban por la habitación obligando a su cuerpo a no llorar. -Creo que Seamus terminó conmigo, Draco. - su voz se cortó, cuando un sollozo la atravesó.

Draco la envolvió en sus brazos, dejando que llorara lo que ella deseara. 

Y así pasaron el resto del día. Con Larissa lamentando todo lo que le pasaba a Draco en el colegio y Draco murmurando que no es su culpa. 

Dejando que ella enterrara su cabeza en su pecho. 

Rápido era el tiempo.  

Cuando Draco observó el pequeño reloj en su mesita de noche, este marcaba las seis y media de la tarde. 

-¿Tenemos todo listo para mañana? - le susurró a la chica castaña, quien tenía los ojos cerrados e hincados de tanto llorar. Él distinguió como ella asentía y besó su cabeza. -¿Vas a volver a tu habitación? - le susurró y sintió como ella negaba con la cabeza. -Bien por mi. 

Larissa sonrió un poco y se aferró más al cuerpo de Draco, permitiendo que el chico pasara una de sus manos por su espalda y la otra sobre ella, atrayéndola más a él.

No le molestaba que pasaran así el resto de su vida.

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