Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

01.

Larissa había llegado al Gran Comedor luego del largo viaje en tren.

Sus padres habían dudado tanto en llevar o no a su hija ese año, pero el mal había acabado, según ellos. Aunque eso no significaba que los problemas lo harían...

Eso ellos no lo sabía, pero su hija era una chica sin problemas, buena en la escuela ¿no?

Ella se sentó junto a Ginny Weasley, quien le sonreía de forma cariñosa.

Todos habían recibido una carta sobre regresar a estudiar después de la guerra, aún si el castillo estaba siendo constantemente reconstruido. La guerra mágica lo había dejado totalmente destrozado, con un terrible olor a sangre y lágrimas que te daban nauseas, un dolor en el estomago insoportable y unas ganas inmensas de gritar y llorar en los corredores, al recordar como uno de tus amigos era asesinado a sangre fría por un despiadado mortifago.

Ahora Larissa estaba en su ultimo año, en el séptimo para ser exactos, pero McGonagall no bromeaba con el hecho de que todos regresarían a Hogwarts. 

La generación de El Elegido, tenía que regresar. McGonagall no estaba de acuerdo con su repentina perdida de estudios, Harry Potter y su generación no estudiaron su ultimo año como era debido. Por esa razón, algunos comenzaron a estudiar en las universidad, como: Harry Potter, Hermione Granger, Ron Weasley, Neville Longbottom y todos aquellos estudiantes que salvaron a el mundo mágico.

¿Qué había pasado con los Slytherin y alumnos mortifagos? 

Aquellos ya eran mayores de edad, tenían los 18 años. Y, serían enviados a Azkaban si no regresaban al colegio de magia y hechicería. Por eso mismo, la casa Slytherin era la casa llena de alumnos, no había realmente alguno que llamara la atención de Larissa o de algún otro alumno en general, a excepción por aquellos chicos, el grupo que se veía lejos de los demás. Solos. Ex mortifagos, por supuesto.

Ginny codeó a Larissa y ella la observó con aquellos sinceros ojos cafe avellana. —Malfoy ha vuelto. — susurró la pelirroja. 

Todos sabían quien era ese Draco Malfoy. 

Fue quien dejó entrar a Hogwarts a los mortifagos. Larissa lo recordaba con tanta claridad y odio al mismo tiempo.

Gritos. Hechizos saltando y rebotando por todos lados. Sangre. Sollozos. Miedo. Dolor.

Las noches se repetían en su cabeza todas las veces en las que dejaba caer su cabeza en el almohadón cómodo de su cama. Las pesadillas nunca la dejaban sola. A veces creía que hubiera sido mejor haber escapado aquella vez. No volver a Hogwarts y esconderse en algún lugar, pero sus padres prestaban tan poca atención al mundo mágico que la enviaban como de costumbre. Sin saber que, la mayor parte de sus últimos tres veranos la paso escondida con Ginny en la madriguera. 

Escondida de todo aquel mal que asechaba a Harry Potter.

A pesar de que Larissa vivió tanto tiempo en la misma casa de seguridad que Harry Potter, ellos nunca cruzaron una palabra, ella creía que él tenía ya sus problemas para lidiar. No quería agobiarlo con preguntas tontas o silencios incomodos cuando ella quedaba sin ningún tema de conversación. Odiaba molestar a la gente, aunque ella no lo hiciera, siempre sentía que lo hacía.

Sus ojos se fueron temerosos al rubio platinado de la mesa del frente, entonces lo atrapó, él estaba jugando con la comida en su plato, pero no había nadie más en su compañía. Estaba absolutamente solo.

Incluso la misma castaña sentada en la mesa de Gryffindor podía oler lo agrio de la soledad, lo salado de las lágrimas que hacían pesar sus ojos y el metálico de la sangre que se había derramado por su culpa.

¿Y su grupo de serpientes? Sus amigos cercanos... ellos no habían recibido la marca tenebrosa, por lo que ellos no estaban ahí. Por supuesto que ahora estarían en algún lugar, escondidos como las ratas que habían sido. Cobardes.

Ginny continuó hablando. —Harry me ha dicho que sus padres han sido condenados... pero esta tan molesto como yo, solo serán enviados a Azkaban, es una total tontería... — tomó aire y continuó. —Una grosería para todos nosotros, quienes nos esforzamos por terminar con Voldemort.

Larissa la miró sorprendida. Ella pensaba que sus padres debían ser asesinados como los otros. La sentencia era tan injusta que le daban ganas de llorar. 

El chico miraba su plato, jugueteando con su comida. Al parecer ni los mismos Slytherin lo querían cerca, pues cada que veían su cara, se burlaban, lo apuntaban o salían corriendo de donde quiera que él estuviera. 

Simplemente estúpido. 

Draco Malfoy había sido un mortifago de mucho cuidado, su familia le sirvió a Lord Voldemort de forma fiel, una forma tan enfermiza, que el solo pensarlo te revolvía el estomago. Eran repudiados en el mundo mágico, andando con la cabeza gacha. 

Teniendo incluso prohibido la entrada a muchos locales. Llegando a las ultimas medidas, tenían que estar con aquello que más repudiaban. Los muggles.

Los no magos. La gente careciente de magia. 

Sus mayores enemigos. La gente que más asqueaban en sus miserables vidas. Tenían que ir al mundo muggle, porque ahí nadie los conocía. Nadie sabría nada sobre ellos. Cualquiera creería que eran ahí una familia alzada más. Pero ni siquiera eran eso ahí. Todo aquel que leyera el quisquilloso o el diario El Profeta, sabría que los Malfoy no son ni un poco conocidos en el mundo muggle. En el mundo mágico son odiados y repudiados, la gente mágica los asqueaba tanto como ellos alguna vez odiaron a sus contarios y lo que ellos consideraban su inferior. No estaba con sus ideales y valores.

Larissa era uno de esos. Uno de aquellos que los Malfoy y otras familias con ideales de supremacía de sangre consideraban Traidores a la Sangre.

Pero ella solo seguía el camino del bien, donde todos eran iguales a pesar de su estatus sanguíneo, pues Larissa era proveniente de una familia de Sangre Pura de poco dinero. Baja economía, casi tan baja como los Weasley, pero lo que los diferenciaba era que al menos su dinero rendía un poco más, pues solo era una pequeña familia, con una hija que apenas estaba en casa. 

Ginny tomó un bocado de pastel de avellana y continuó sin detenerse. —Ron dice que Hermione podría dar cargos contra su familia por lo que le hicieron y los asesinarían. — dijo mientras hacía una seña con su mano y la pasaba por su cuello. 

Larissa no quitó la vista del chico que le causaba intriga y curiosidad. —¿Qué crees que haya vivido? — murmuró por primera vez la castaña.

La pelirroja de su amiga se detuvo. —No sé y no me interesa. Harry me ha contado la verdad. 

Larissa asintió. —Harry siempre ha sido el bueno en esta historia. — murmuró.

Larissa Smirnov y Ginevra Weasley soltaban tonterías sin saber.

Ambas hablando por apariencias. Aquello que ambas soltaban eran palabras que habían escuchado de los mayores. Ginevra de su familia entera y Larissa de sus padres, esa misma mañana al leer el periódico y los días anteriores durante el verano. Hablando de como querrían que Larissa estuviese lo más lejos de ese tal Malfoy y su familia purista de sangre. 

Soltaron barbaridades de un adolescente de 18 años. Un montón de adultos hablando deliberadamente de como el chico era un demonio, el mismo Lucifer encarnado en un adolescente, hablaban y hablaban sobre como su familia merecía ser sentenciados a muerte, incluyendo el heredero que se encontraba jugando con su comida, con el tenedor entre sus dedos y en la palma de su mano descansando su cabeza, sus ojos viendo fijamente la verdura y el pollo en su plato, el cabello rubio platinado cayendo desordenadamente por su frente,  mordiendo sus labios de forma lenta por el nerviosismo que le causaba probablemente estar entre la gente que lo detestaba, se estaba haciendo daño quizás, al tomar entre sus dientes los pequeños trozos de piel de sus rosados labios y masticando hasta sentir el sabor metálico en sus papilas.

 Aquellos adultos desearon que el chico heredero de la fortuna Malfoy fuera asesinado y presa de la maldición asesina, aquella que un auror al azar tiraría a su pecho, dejando sus ojos sin vida. 

Larissa no lo veía mal. 

Ella creía que lo merecía. Larissa no había sido la única victima por culpa del platinado que le causaba temor, curiosidad e intriga. 

Entre cerro sus ojos, lo hizo porque la manga del uniforme se había deslizado por su mano lentamente, ella vio la marca negra, solo un poco de la tinta y comenzó a ahogarse con su propia comida.

Ginny volteó a ella de inmediato y golpeó su espalda para que dejara de toser. El rubio miró arriba y, cuando Larissa estuvo estable sus miradas se habían cruzado. Como si fuera todo un momento en cámara lenta, ella vio como sus ojos chisporroteaban una pequeña luz y los ojos avellana lo miraban con miedo, como si con solo mirar la asesinaría como el mortifago que era. Él capto el miedo en los ojos de la castaña de Gryffindor que se estaba ahogando con su comida anteriormente y empujó su plato y su comida. 

La fuerza fue tan bruta que el plato salió volando, deslizándose por la mesa de madera donde todos los Slytherin comían, se rompió. La cerámica del plato estrelló en el piso y la taza de metal donde él había colocado solo una vez sus labios para tomar un sorbo de jugo de calabaza, hizo ruido en todo el Gran Comedor, chispeando gotas del jugo mientras el contenido de el mismo vaso de metal se esparcía por los pisos de madera. 

Ojos curiosos dejaron de comer y miraron al chico Malfoy, quien ahora salía furiosos del Gran Comedor, que ahora mismo se estaba llenando de murmullos y burlas, de una forma tortuosamente lenta.

Larissa chequeó la mesa de los Slytherin, aquellas serpientes estaban tapando su boca con diversión, mientras otros fingían lanzar sus platos y tazas, similar a lo que Draco había hecho, pues su repentino ataque de ira, solo para hacer reír a su grupo de amigos.

Larissa muy dentro de ella había sentido lastima por el pobre chico. Pero, por fuera sus ojos estaban sorprendidos.

A ella no le causaba gracia el rubio, le causaba miedo, intriga y curiosidad como a nadie más en ese lugar y en cualquier otro. Tanta era su intriga que era capaz de seguirlo, usando su valentía de Gryffindor, para saber un poco de su vida y el porqué actuaba así. Tenía ganas de saber por qué era un chico que siempre estaba molesto y sin expresión alguna. Siempre esa mascara fría.

Durante los años de la guerra y antes de ella, Larissa mostró un leve interés, pero fue borrado cuando Harry habló en el sexto año de como Draco Malfoy era un mortifago intentando asesinar a todos los impuros, era un chico igual a su padre.

Ya pocos alumnos temían de Draco Malfoy y su familia, la gran mayoría se burlaba de esa familia desprestigiada.

No tenían nada. No había más poder en ellos. 

Larissa dudaba que realmente aun tuvieran tanto dinero.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro