Escrito por mi — 305 palabras

Desde la primera vez que la vio, quedó cautivado por su belleza; definitivamente le hacía honor a su nombre.

La veía cada viernes con sus amigos en el mismo bar. Siempre se pedía lo mismo y en las mismas cantidades. Para las 11 de la noche, ya estaba completamente ebria, con su cabeza apoyada en la mesa o en el hombro de alguno de sus amigos.

Para la medianoche, sus amigos tenían que sacarla arrastrando.

Fueron seis largos meses en los que observó su rutina paso a paso, memorizando sus gustos y movimientos.

Solo debía esperar un día en el que sus amigos la dejaran sola, aunque fuera por unos minutos.

Y parece que ese día todo estaba a su favor.

El rubio del grupo tomó al albino de la cintura y se lo llevó a quién sabe dónde, para quién sabe qué; la verdad, eso no era de su importancia.

Se había dado cuenta de que el pelirrojo sentía atracción por uno de los barman. Así que lo convenció con un poco de dinero para que le coqueteara y así consiguió que se alejara de la chica.

Con sus tres amigos ocupados, fue solo cuestión de esperar a que el alcohol hiciera su efecto, dejándola medio dormida sobre la mesa, como ya era costumbre.

Acercarse a ella y ofrecerle llevarla a su casa fue simplemente lo más sencillo de su plan.

"Ya eres mía", le susurró a la dormida chica mientras esta se recostaba en el asiento trasero de su auto.

Llevarla hasta su propia casa y encerrarla en una habitación fue, sin duda alguna, más fácil de lo que pensó.

Y ser Light Yagami, el miembro más respetado de la fuerza policial al que se le asignó el caso de la desaparición de Lisa Lindal, más conocida como Linda, fue solo un plus.