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Scott hunde la cabeza en la curva de su cuello e inhala ruidosamente sosteniendo sus muñecas con una mano arriba de su cabeza, mientras que la otra lo sujeta de la cadera. 

Y cuando finalmente lo penetra el dolor que experimenta le dura solo un segundo antes de que las venas negras en el brazo de alfa le indiquen que él lo esta absorbiendo por completo, por lo que cada segundo posterior solo puede ser descrito como increíblemente placentero.

Tal vez sea por la luna llena o por el deseo reprimido de tantos años, pero sea cual sea el motivo Theo se siente halagado de que Scott ni siquiera fuera capaz de llegar a su habitación para prácticamente arrancarle la ropa y follarlo con fuerza en medio del pasillo.

—Eres mío —gruñe de forma casi animal sin detener sus poderosas embestidas y aunque no puede verlo sabe que sus ojos brillan en color rojo, cuando lo suyos se enciende en dorado.

Le gusta esa faceta posesiva en su alfa, incluso cuando coloca sus dientes en su cuello perforando su piel, por lo que Theo lo recompensa apretando alrededor de su miembro, pero solo en ese momento se da cuenta de lo mucho que Scott ha estado reprimiéndose, porque deja de hacerlo aumentando la velocidad y fuerza de sus movimientos sacudiendo su cuerpo con cada impacto, llevándolo entre gemidos y jadeos desesperados al clímax casi en sincronía. 

La sensación de la boca de Scott sobre la suya lo despierta y cuando abre los ojos se encuentra con la mirada cariñosa del moreno. 

—Lo siento, creo que fui demasiado rudo —dice luciendo genuinamente apenado, mientras acaricia con su pulgar suavemente su mejilla, pero Theo no quiere una disculpa quiere una segunda ronda, por lo que lo toma del cuello uniéndose en un apasionado beso.

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