El opio de Rosaria.
El día era bastante ajetreado, pues justamente comenzaba el festival del vino en la ciudad. Rosaria, como era costumbre, quería beberse una buena cerveza, o quizá uno de los vinos especiales que se vendían, pues no todos los días había algo parecido en la ciudad, era mejor aprovechar ahora, pues esperar un año o que los revendedores dispararan los precios hasta las nubes no sonaba a una opción.
El problema era solo uno. Un problema no muy grande, de ojos azules muy hermosos, así como cabello rubio con unas coletas de lo más particular. Ese problema tenía un nombre, por supuesto. Y el mismo, era Bárbara.
-¡Hermana Rosaria! -Exclamó la joven idol, que buscaba con cierta prisa a la mencionada. No quería que ella se perdiera la práctica de coro, el que tenía que ser muy especial, pues la Iglesia estaba más que ligada al evento.
Rosaria solo escupió el vino dentro de la copa, agrandando sus ojos, ya que estaba segura que no se iba a quitar pronto a la chica de encima. Bárbara, al menos con ella, solía pegársele como sanguijuela, y más para los asuntos del coro. Al final de cuentas, la chica era una cantante.
Justamente cuando la vio, ella hizo un gesto de enojo. Pues si bien Rosaria no es que tuviera prohibido beber, el que lo hiciera escapándose de la práctica era algo que la molestaba.
-¡Hermana Rosaria, la estábamos esperando para la práctica! ¡Usted sabe lo que la madre Grace piensa de eso!
-Sí...más o menos. -Ella bebió de su copa fingiendo tranquilidad, aunque la realidad es que deseaba quitarse a Bárbara de encima.
-Vamos, no está ocupada, además el coro es importante, beber vino es una nimiedad ahora mismo.
-No si es vino edición especial. -Rió ella, cínica, bebiendo de su copa.
-¡Eso tampoco es de relevancia, puede venir después a beber cuánto quiera sin emborracharse, usted sabe lo que la madre piensa de eso!
-Oye, sé una niña buena y diles que estaba atendiendo el negocio, ¿sí?
-¿Sentada mientras bebe vino? -Bárbara alzó una ceja.
-Exacto. Digamos que estoy vigilando el puesto desde aquí. Y claro, que el vino no esté avinagrado, es una tarea de importancia.
-¡Vamos, hermana Rosaria, deje de poner excusas tontas y venga a la práctica, es importante para mí!
-Lo has dicho. Para ti, pero no para mí. Es más importante revisar la calidad de los lotes.
-Hermana Rosaria. -La voz de Bárbara se notaba suave y casi hasta triste. -Por favor.
Cuando la monja de piel grisácea volteó a ver a su contraria, notó que su rostro era tristeza, casi como el de un gatito bajo la lluvia. Ella se puso seria, tratando de no caer en el juego de la joven monja. Sin embargo, poco o nada funcionó, pues su pequeño puchero resultaba hasta tierno y conmovedor. Alguien con el corazón de hielo como Rosaria no pudo soportarlo.
-Tch. Está bien, solo termino esta copa e iremos a esa perdedera de tiempo. -Bebió de su vino.
-¡Bien! -Saltó ella. -¡No perdamos un segundo, acábeselo ya, hermana Rosaria!
-¿No se supone que no quieres verme borracha? El alcohol debe de tomarse con lentitud para que no sea un golpe muy fuerte.
Bárbara se sentó en la misma mesa que Rosaria, aprovechando la ocasión, ella disfrutó de un buen jugo de bayas, gancho de globo y un poco de toronja. El detalle recaía en que, muy a sorpresa de su acompañante, sacó chile en polvo, el que puso en la bebida, que se pintó de rojo.
Tras al explicación dada por Bárbara, incluso le ofreció a Rosaria, la que claramente declinó la oferta argumentando que el alcohol y el picante no es que se lleven precisamente bien (cómo diablos es que hay gente que bebe cerveza y papas picosas con salsa? ¿No les importa su pobre estomago? >:v eso es una bomba de acidez y agruras xd)
Acabadas las bebidas, ambas se apresuraron a ir a la práctica, incluso siendo regañadas por la tardanza.
-Pe-pero hermana Grace, lo que pasó fue que...
-Fue mi culpa. Si alguien merece algún castigo soy yo, estaba ocupada y retuve a Bárbara, le pedí que me ayudara para terminar más rápido, aunque no era un asunto de mucha importancia y que podía hacer sola, lo hice para terminar más rápido.
-¿Qué era eso en que ayudaste a la hermana Rosaria, Bárbara? -Grace alzó una ceja.
-Hem...estábamos cuidando de la tienda, aparte de oler los vinos para verificar que ninguno estuviera avinagrado.
-Ciertamente no conviene que los clientes se lleven esas impresiones...bien pensado, niñas. ¡Pero ahora a cantar!
Al verse, Rosaria solamente le guiñó un ojo a Bárbara, ella sonrió tímidamente, sonrojándose tiernamente, lo que le causó gracia a la casi vampírica mujer.
Claramente durante el ensayo se hizo un contraste enorme entre Rosaria y Bárbara, la que brillaba por encima de todas las monjas. Mientras que la primera...más bien su volumen era bajo, pues según se dice que el tierno canto de una monja puede ahuyentar demonios...en todo caso el de Rosaria no ahuyentaría demonios...los volvería a matar junto con todo a su pasó y los árboles de los que recogiera sus frutos.
Acabado el ensayo, Rosaria se sentó en una de las tarimas del evento, pues ya todas las monjas se habían acercado al evento. Bárbara se notaba especialmente feliz, solo que se llevó la mala sorpresa de que, por si poco había tenido con lo de hacía rato, ahora Rosaria estaba fumando, algo que le molestó.
Primeramente fue y se aclaró la garganta, ella no le tomó importancia. Cuando al muchacha frunció el ceño, así como ponerse delante de ella, la monja con orejas negras como la noche solo echó el humo para arriba, volviendo a fumar.
-Hermana Rosaria, me di cuenta que no fue muy activa en el ensayo.
-Sí, ¿y? Fui y pensé que eso sería suficiente. La verdad es que no me gusta mucho cantar...y tú misma sabes que no soy muy buena en eso que digamos.
-Eso tiene una explicación muy concreta.
-¿Cuál es? -Preguntó ella, medio dándole igual medio enserio. Volvió a fumar.
-¡Es porque fuma! Hermana Rosaria, a las monjas que cantamos nos dicen que fumar daña mucho la garganta, hace que una esté ronca, y seca las cuerdas bucales, si no fumara, su canto sería muy hermoso. -Sonrió ella.
-Ajá... -Volvió a fumar.
-¡El sentido de esto es que apague esa cosa! Lo digo de verdad, pienso que su canto, hermana Rosaria, sería muy lindo.
De forma bastante cínica, Rosaria le arrojó el humo del cigarro en el rostro a Bárbara, razón por la cual ella cerró los ojos y se puso a toser. La monja nocturna sonrió un poco, casi de manera disimulada, pues le había dado bastante gracia aquello, mientras que la chica, apenas se reincorporó, primero la vio con ojos enojados.
Las cosas cambiarían rápidamente.
El rostro enojado de Bárbara se cambió por uno de tristeza, el que casi que se notaba en sus ojitos azules un pequeño dolor traducido en una humedad en los ojos. Ahí, incluso Rosaria se dio cuenta que había hecho bastante mal con ello.
-O-oh...lo siento.
Bárbara no dijo nada, solamente se fue corriendo. Ella se levantó, sorprendida de lo que acababa de pasar, algo que ni de chiste se esperaba que pasara. Comenzó a dolerle levemente un pulmón, era la primera vez que se sentía incomoda con ella misma por algo que había hecho mal.
Mientras Bárbara se iba, Klee caminaba en dirección hacía, por lo que claramente se toparon. La niña de rojo la saludó con bastante alegría. Su contraria sonrió forzadamente, tratando de no delatar su impotencia y, claro, su tristeza.
-Bárbara one-san, ¿jugamos a algo? (esperen...si Klee es "prácticamente" la "hija adoptiva" de Jean...¿Bárbara sería algo así como su "tía"? Ya tengo mis dudas xd)
-Oh Klee, es que yo...no me siento muy bien en este momento. -Dijo la chica, limpiándose una pequeña lagrimita que así le salía de su ojo izquierdo.
-Por favor. Klee se portará bien. Es que no hay ningún caballero con el que pueda jugar, ni siquiera con Bennett one-chan. Todos están ocupados. -Klee miró al suelo, decaída.
-Hum, está bien. Jugaré contigo, ¿hay algo que tengas en mente?
-Yo sí tengo algo en mente. -Dijo cierta voz a espaldas de la idol.
-Oh, es la monja vampiro. ¡Digo, Rosaria one-san!
-Hum. Dejaré pasar esa bromita tuya por esta vez. Supongo que entre más jueguen es más divertido, ¿no?
-¡Sí, Klee lo piensa igual! ¡Vamos, el bosque está cerca, hay muchas cosas por hacer! -La pequeña tomó de la mano a las dos monjas, paseando felizmente.
Llegó un momento en donde cada una tomó su rumbo, claro que Rosaria vigilaba de cerca a Klee, mientras Bárbara se quedaba atrás. Ella solía voltear a verla, notándola decaída y, en efecto, distante.
No pensó que un acto que ella vio como inocente e incluso gracioso fuera a causar un problema de ese tamaño. Podía decirle eso mismo, pero no justificaba sus acciones en lo absoluto, cosa que le complicaba un poco la situación...
Sería incorrecto dejarlo así y esperar a que Bárbara recuperara su ánimo. Y es que era eso mismo, una chica tan alegre y activa en todo segundo, el verla decaída era hasta raro. Solo una persona había logrado algo así...Rosaria, y no es que eso la hiciera sentir orgullosa.
Mientras estaba distraída, Bárbara caminaba a la vez que miraba el suelo, observando a Klee de vez en cuando. Por suerte su poder hydro serviría para apagar algún incendio que pudiera ocasionar la pequeña si es que iba de pesca explosiva.
Cuando menos se lo espero, vio de reojo a Rosaria, notando que le lanzaba algo, lo que ella atrapó con su mano, sacándole un susto. Ella solo sonrió, mientras que la idol la miró enojada. Revisando qué tenía en sus manos, era una valvaya con una carita feliz tallada en la misma. Seguramente ese efecto se había logrado gracias a las uñas metálicas que la monja tenía puestas como defensa personal.
-Oye. -Dijo la joven. Su mayor solo se detuvo, sin verla al rostro. -Gracias. No es que sea fan de las valvayas, las prefiero en jugo pero...es un lindo detalle. -Ahora sí la miró a los ojos.
La chica sonrió como pocas veces lo había hecho, pues entendía que esa pequeña fruta era una manera lacónica y fría de disculparse, justamente como sucedió, lo que tenía completo sentido.
En ese momento, la pálida piel de la mujer se coloró de rojo, algo que era extraño de por sí, pero fue por esa linda sonrisa tan cálida que incluso podía derretir el corazón de una mujer de hielo. Siendo casual, o casi coincidente es que, como si hubieran ocurrido dos explosiones a la vez, una parte del bosque se comenzó a quemar.
-¡Wha, Klee no pensó que eso pasaría! -Las dos mujeres regresaron a la realidad, Rosaria puso a salvo a la pequeña mientras que Bárbara apagaba el incendio.
-¿Estás bien?
-Sí, Klee está bien... ¿la monja vampira no está enojada con Klee? -Preguntó ella, pero la mencionada solo sonrió de forma comprensiva.
-Me importa más que no te hayas lastimado. -Bárbara llegó corriendo.
-¿Ambas se encuentran bien? El incendio era pequeño, creo que el sonido de la explosión fue más lo que asustó.
-Sí, ambas estamos bien...¿qué hay de ti?
-Sin problemas. -Sonrió ella.
Regresando al festival, ya con las cosas más en calma, ahora era Bárbara que tenía a Klee sujetada de una mano, mientras que iba caminando a un lado de Bárbara, quien esta vez sonreía mientras comía la valvaya.
No es que tuvieran pensado hacer algo en especial apenas llegaran al festejo, Rosaria seguramente seguiría bebiendo y Bárbara ayudando con las cuestiones de la tienda de la Iglesia, mientras que Klee andaría jugando junto con Diona.
Al llegar, en un primer momento todo pasó según lo planeado, Rosaria se fue a beber, solo que se notaba un poco nerviosa mientras estaba por despedirse de su contraria. Al final de cuentas, ella ya tenía mucha experiencia, no importaba más, en todo caso, la que siempre se pondría nerviosa ante la presencia de la otra, sería Bárbara.
-Gracias por ayudarme con Klee. Y también por la valvaya, era muy dulce.
-Diría que es un reflejo de mi alma...pero ambas sabemos que es un chiste de mal gusto.
-Oh vamos, no te expreses así de ti. Claro que fue muy dulce lo que hiciste, aunque tomando en cuenta la razón de por qué querías disculparte...sí, suena un poco a mal gusto. -Ella rió.
-Te lo dije. -Se mostró inexpresiva.
-Esa parte es cierta, aunque no es la verdad completa. A lo que quiero llegar es que...es bueno que te disculpes, no te voy a mentir si te digo que te notaba inquieta y me preguntaba por qué. Supongo que te sentiste mal por lo que pasó, y bueno, el que siempre me estés ignorando...me sentí mal, pero ahora me levantaste el ánimo. -Bárbara se levantó de puntillas y tomó de las mejillas a Rosaria. -Sonríe un poco, verte siempre seria hace pensar que no eres feliz...¿o si lo eres?
Rosaria se quedó pensando un segundo, al ver la sonrisa de boca cerrada de Bárbara supo qué responder, pues no había más que cuestionarse.
-Sí. Sí soy feliz, claro que lo soy. Aunque...¿Por qué siempre te la pasas sonriendo?
-No lo sé, siempre estoy alegre. Y aparte, casi siempre tengo buenos motivos para sonreír, como ahora. Nunca te había visto sonrojada, me parece de lo más tierno. -Rió ella, Rosaria se aclaró la garganta.
-Mejor ve a hacer tus cosas, hermana. Yo...yo estaré asegurándome de que el vino no esté avinagrado.
-Claro, la dejo con esa "importante tarea", hermana Rosaria. -Bárbara se fue riendo, contoneando el trasero mientras caminaba alegremente al puesto comercial de la Iglesia.
La mujer de rojos cabellos solamente se sentó a pensar mientras tenía aquella copa de vino en su mano. Realmente acababa de aprender una lección. Pero más importante aún, ¿qué era eso que sentía por Bárbara? Siendo ella una adolecente, y por otra parte, ella ya una mujer ya madura, quizá 22 años, ni siquiera se acordaba de su edad. (¿Cuántos años tendrá Rosaria? Xd Ya se ve grandecita, pero no tanto como Lisa o Shenhe. Y aparte, ¿wtf? xD Bárbara está toda chikita, y la shipean con una mujer ya adulta...a Jean no le gusta esto >:v)
Pensar en esa sonrisa era lindo para su corazón, incluso no dudaba que era algo que se podía agradecer, y más que eso, pues traía ese lindo recuerdo de las cálidas y suaves manos de Bárbara tomando sus mejillas.
Sonrió de manera involuntaria, esa chica era la única persona que la podía hacer sonreír, lo que, de hecho, era mucho para decir. Pues nadie antes le había regresado la calidez a su corazón más frío que el hielo de Espinadragón.
Bárbara ayudaba en la tienda, naturalmente. Estaba un tanto que distraída, pues era para ella curioso pensar cómo había pasado toda la cosa. Si bien a Rosaria le tenía bastante respeto por el hecho de ser mayor que ella, había algo más. Con ella era un poco deferente, pues el porte de aquella monja era, claro, de temerse.
Desobediente, con una visión no contraria a la suya, pero que claramente no era muy compatible. Su relación era como el hielo: frío y de difícil tacto. De cualquier manera, Bárbara hacía siempre lo posible por ser cercana a Rosaria, aunque no tuviera un motivo en particular. Posiblemente era por su gran corazón, y el querer siempre ayudar a cualquiera que lo necesitara...aunque Rosaria nunca necesitaba ayuda.
Otra cosa de su relación, era claro que Bárbara siempre arreaba a Rosaria en las cuestiones de la Iglesia, el coro resultaba el ejemplo más claro de ello. ¿Por qué siempre insistente? Solamente era por ver a Rosaria sonreír, y nada más.
Ya se acercaba el fin del festival, y por ello el momento más esperado de todos, pues significaba el regreso del arconte anemo, lo que emocionaba particularmente a Bárbara, aunque no solo por eso. Habría bailes, la gente cantaría, todo sería un verdadero ambiente festivo, quizá exceptuando a una sola persona que solo se concentraría en degustar el vino de la ocasión.
La misión que ella se había asignado era que incluso esa persona tuviera un festival diferente.
Y llegado el momento, y tras los ritos dados por Venti, la fiesta comenzó. (Sé que en la cinemática Rosaria está en Cola de gato, pero es mi historia y me la follo cuando :v). Bárbara fue rápidamente a buscar a su contraria, y sí, ahí estaba ella, bebiendo vino casi apartada de todo el ajetreo mientras que los demás bailaban, bebían y cantaban, o incluso brindaban juntos. Ella no, ella estaba apartada.
Bárbara fue corriendo para pararse en frente de Rosaria, quién la miró alzando una ceja.
-Ven, hermana, vamos a bailar.
-¿Bromeas?
-No, hay que bailar. Nunca te he visto bailar, así que será una experiencia bastante interesante.
Rosaria bebió de su copa, sin querer seguirle el juego a Bárbara. Si bien sus sentimientos hacia ella se removían en ese momento casi como el cauce de un río, tampoco cedería a cualquier cosa que a la chica se le ocurriera.
-No quiero quedar en ridículo.
-¿No sabes bailar? Vamos, yo te enseño, es fácil. Aparte, solo es mover los pies de derecha a izquierda, no hay pierde.
Rosaria seguía reacia a ceder, pero esa sonrisa de Bárbara mientras le decía "por favor" acababa con todas las resistencias, así fueran grandes o pequeñas. Aparte de que ella la tomó de la mano, casi jalándola para que se levantara de su asiento, pues ella sería tenaz en su ideal de que no se rendiría fácilmente.
-Está bien, está bien. Vaya que eres molesta. Pero si te piso, no te quejes, tal vez no sea del todo a propósito.
Ella solo sonrió con la boca abierta, mientras que llevó de la mano a su compañera directamente a la pista, pues justamente fueron a parar a ese lugar.
Las demás monjas veían con gracia, pues sabían bien la relación entre ambas, así que las dejarían a sus anchas. Terminada la pieza, una nueva comenzó, así que ahí comenzaron a bailar.
-Esa bobería del hombre y la mujer es lo de menos, tú pon tus manos donde se acomoden mejor. Yo llevaré el ritmo, ¿vale?
-Vale... -Ella justamente acomodó las manos como prefería, y dicho y hecho, Bárbara solamente tomó una mano de Rosaria para poner el ritmo, siendo una danza simple, pero linda. La chica rubia no dejaba de sonreír, era feliz en ese momento.
Rosaria trataba de seguir el ritmo, no se le daba nada mal, de hecho, pero se notaba que el baile no estaba practicado. Era lo de menos, pues cuando menos se lo espero, ya estaba sonriendo, contagiado por su compañera de danza.
Tratando de poner de su parte, ahora ella cambió el rumbo de la danza, llevando la batuta como le salía, lo que sorprendió a la idol, quien sonrió tímidamente, pues no era ni de lejos muy buena danza, sino que lo especial del momento tenía que ver con aquello que significaba.
Sus mejillas volvían a tener un tono rosado que era impropio de su piel grisácea. Su cabello era del mismo color de su rubor. El viento corría por sus cuerpos, el aroma del mismo era dulce, y estaba cargado de esperanza.
Acabó la danza, todos aplaudían, pero ellas seguían estando juntas, tomadas de la mano. Bárbara miró al suelo.
-Se le dio bien, hermana, ¿ya ve que es más divertido bailar que estar sentada?
-Supongo que sí...pero no aprendí muy bien, quizá un baile más y pueda salir todo bien.
-Hermana Rosaria. –Exclamó Bárbara, sorprendida. –Vaya que eso me sorprende de usted. ¡Pero claro que sí, sin problemas! –Ella se tomó ambas manos a la altura de su pelvis, meneando la cabeza mientras sonreía con la boca y sus ojos cerrados.
Ya había caído la noche, ambas monjas estaban de regreso en la Catedral, preparaban todo para dormir, el día había sido de lo más intenso y estaba bien, aunque claramente ya había llegado la hora de descansar...o quizá no.
Rosaria y Bárbara estaban juntas, aunque la primera de ellas revisaba si es que había alguien en las cercanías. Claramente la idol se dio cuenta de la conducta sospechosa de su homóloga, lo que se le hizo raro, aunque lo dejaría pasar ya que no había nada confirmado.
Cuando todo parecía estar tranquilo, Rosaria sacó una pequeña botella de vino de su sotana, lo que causó que la chica abriera los ojos, haciendo un gesto de auténtica sorpresa.
-¿Hermana?
-Quería brindar contigo, eso es todo.
-Soy muy joven para beber... -Rosaria rodó los ojos apenas escuchó eso.
-Ok... -Tomando dos copas para remojar la ostia en el vino, metió una de ellas en la fuente de agua bendita, llenándola a la mitad.
-¡Hermana Rosaria! ¡¿Qué está haciendo?!
-Rebajo el vino con agua...fue lo primero que pensé. –Rosaria comenzó a llenar lo que quedaba de la copa, Bárbara la recibió con nerviosismo.
-Siento que me va a dar un ataque... -Se notaba la respiración agitada de la muchacha.
-Y falta lo peor. –Sonrió la monja.
-Oh, Barbatos...
Rosaria tomó su copa, llenándola solo de vino, haciendo el brindis que ella pidió. Aunque la cosa no acababa ahí. No había música, pero la monja de piel grisea tomó a la idol de la cadera, así como de su mano derecha.
-Bailemos una última vez antes que acabe el día del festival.
-O-oh, sin problemas. ¿Pe-pero por qué todo esto?
-Pensé que iba a ser obvio...por nuestra felicidad. ¿No eres feliz, Bárbara?
-Claro que sí lo soy. Supongo que tú también.
-Sí, claro que lo soy.
-Me alegra mucho. –Sonrió Bárbara. Ahí ya no hubo retorno.
-Oh vamos, ven para acá. –Rosaria tomó a Bárbara de las mejillas, dándole un beso en los labios, sorprendiéndola, pues abrió los ojos como platos, aparte de ponerse más blanca que la misma Rosaria.
Nunca se le hubiera pasado por la mente recibir un beso de su contraria, y menos en la misma catedral. No sabía qué hacer, si responder, si separarse, ella se lo impedía, aunque el movimiento de los labios para tratar de hacer algo al respecto tampoco es que ayudara mucho en realidad.
Separándose, cosa que fue rápida, Rosaria se rió al ver la expresión de Bárbara, quien tenía rojos hasta los dientes y el cabello, así como echaba humo de la cabeza.
-Hum, no soy buena besando según me parece. Se nota que no te gustó.
La idol no sabía ni qué responder, estaba en shock, apenada, aunque no incomoda. No sabía ni qué decir, si le había gustado o no, si estaba deseosa de más o no. Al final de cuentas, Rosaria se volvió a acercar peligrosamente, la muchacha cerró los ojos con fuerza, no quitando los labios, aunque tampoco ofreciéndolos. Sintió algo sobre sus ojos, eran la boca de Rosaria, quien le dio un beso, sí, pero en su frente. Eso la sorprendió.
-Perdón, estoy muy ebria. Hagamos que esto no pasó. –Finalmente, ella le guiñó el ojo, retirándose a su habitación. Al entrar, se quitó la sotana, mirando al cielo a la vez que se recargaba en la pared.
Lo sabía, ya estaba hecho. Su amor era imposible, no se moriría por eso, quizá solo la atormentaría un poco. De todos modos, ya había tenido lo que quería, y eso mismo resultaba un beso de Bárbara. Quizá no podría tener su amor, sería un escándalo en todo aspecto y sentido. Dejaría la situación al tiempo, quizá sería el único que tuviera una respuesta.
Bárbara, por su lado, estaba confundida. ¿Qué había sucedido? Esa era la segunda pregunta más importante. Ahora la primera resultaba, ¿qué pasaría después de esa noche? Lo dicho, solo el tiempo podría dar la razón, ya fuera para bien o mal. El vino no tenía la culpa de nada, solo lo imposible que resultaba ese amor.
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Jeje, boy
Disculpen la tardanza, tuve una semana muy pesada :'v
Pues bien, aquí les dejo este ship que ya desde hace tiempo quería adaptar, y ahora con conocimientos en cine y guión cinematográfico, espero haberle dado nuevos enfoques a la historia, seguramente mi estilo cambie por lo mismo, ya lo veremos :o
Quise enfocarme en Rosaria ya que ella es la más conflicto tendría en ship así, Bárbara sería una simp sin duda, ¿Pero y si contraria qué pensaría y haría? 🧐
Ojalá les haya gustado, nos vemos en dos semanas :3
Si tienen alguna petición para lemmon es más que bienvenida uwu
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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