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Los olvidados.

Era un día de la recién llegada primavera, por lo mismo es que un paseo mañanero era ideal, sirviendo de distracción para continuar con las investigaciones. Hacía ya un tiempo que Mona se había mudado a Mondstandt, por lo que deseaba conocer más del lugar donde vivía, más precisamente de sus campos, los que, según se cuenta, tienen un aroma especial debido a la bendición del Dios anemo.

Sin embargo, lo que parecía ser un paseo tranquilo, prontamente se convertiría en una pesadilla, eso debido a que, muy a lo lejos, Mona observó a un muchacho colgado de un árbol, lo que causo que la sangre se le bajara a los pies.

No parecía moverse, pero dejarlo ahí le parecía tan mal en tantos aspectos. Inmediatamente pensó qué es lo que había llevado a ese joven a últimar con su vida, lo que era una decisión difícil, sin duda.

Rápidamente, y ciertamente haciendo casi imposibles, Mona liberó del cuello al pobre chico, habiendo un sombrero tirado, que seguramente sería de él. Su rostro, grisáceo y sin vida era la clara evidencia de una muerte anunciada.

-Por los siete, qué horrible...

Curiosamente, y siendo un detalle del que se dio cuenta posteriormente, es que el cuello no parecía tener herida alguna, pues en muchos casos la soga rompe los vasos sanguíneos del cuello y sus alrededores. Al tratar de examinar la herida, la piel del chico era de una textura...curiosa.

Frío como la noche, pero se sentía tan carente de vida, más allá de que se tocara un cadáver, esa piel ni siquiera podría considerarse humana, era algo raro, pues ese tacto de mejilla era muy distinto a cualquier otro rostro humano.

Ese ser que se había colgado no era humano, parecía uno. Revisando más a detalle, inclusive las manos, que Mona tomó para tratar de indagar más, no se sentían humanas.

Harta de preguntas, Mona usó sus poderes para construir una caja de madera, metiendo el cuerpo de ese muchacho junto con su sombrero en el mismo, investigaría más del origen de este extraño ser.

Una vez llegada a su laboratorio, lo que fue un camino de lo más tortuoso, finalmente Mona pudo abrir de nuevo la caja, sacando con total dificultad el cuerpo dentro del mismo. Sentía casi como si fuera parte de un crimen. Tras ponerlo en la mesa, le quitó parte de la ropa para ver más su cuerpo.

No era piel lo suyo, era una especie de "imitación". Se notaba que era resultado de magia, aparte de que en el pecho, justamente en la zona del corazón había una circunferencia, como si aquella parte del cuerpo se pudiera retirar. A su vez, eso se asemejaba a una cicatriz.

Buscando en un libro de alquimia que Albedo le había obsequiado hace tiempo, Mona supo que aquel joven sería resultado de algún experimento, pero se le había hecho de lo más cruel, ¿cómo era posible que su creador lo hubiera asesinado después de, quizá, robarle el corazón?

El único órgano que un autómata necesita para vivir es el corazón, y si no lo tiene, podría existir, pero sería un experimento de lo más descabellado, ¿qué es lo que podría hacer un ser así?

-¿Qué es lo que trataba de probar este demente?

Levantando al muchacho, lo colocó de pie, pues lo que necesitaba era electricidad para echarlo a andar nuevamente, pues ya había arreglado sus sistemas vitales y reparado parte de lo que se había dañado tras el suicidio. Revivir a un muerto podría ser un experimento demasiado egoísta y altanero, ¿quién era Mona para revivir a quien decidió acabar por sí mismo con su vida? O aparentemente eso es lo que había pasado. La curiosidad la mataba.

Con el propio engaño electro del muchacho usaría la potencia para regresarle la vida.

-Bien...si puedes escucharme, espero que estés listo. Por favor, no mueras...por favor...no te mueras. –Activando el engaño, el mismo se quedó apagado por un par de segundos, causando un destello morado, así como darle una descarga bastante fuerte al joven.

Pasados los segundos, Mona se percató que aquel joven, en efecto, estaba abriendo los ojos y moviendo la cabeza. El experimento había funcionado. La alegría se vino abajo rápidamente, pues ese chico tomó a Mona del cuello, estampándola contra la pared.

-¡¿Quién eres tú?! ¡¿Qué fue lo que me hiciste?! –Exclamó él, la astrologa se percató rápidamente que el aura que el joven atraía era de lo más negra y malvada que se podía imaginar.

Convirtiéndose en un charco de agua, Mona encerró en una prisión de agua a su nuevo invitado, el que trataba de liberarse, sin mucho éxito.

-Parece que buscas esto. –Ella le mostró el engaño.

-¡Dame esa cosa, maldita!

-Vaya modales los tuyos, patán. ¡Te salvé la vida!

-¡No salvaste mi vida, arruinaste mi muerte!

-Ah...entonces sí era un suicidio...perdón, pensé que alguien te había hecho eso. ¡Pero no importa! ¡¿Qué eres tú?! ¡No eres humano!

-Vaya, te diste cuenta rápidamente a diferencia del resto. Soy una marioneta dotada con poder divino. Es decir, soy un dios, y tú podrías ser una fiel sirviente.

-Maldición. Cría cuervos y te sacarán los ojos, ¡te regresé a la vida, al menos deberías darme las gracias!

-Al carajo con eso. Déjame salir de aquí, ¡ya!

-Te liberaré bajo una sola condición.

-¿Qué es lo que quieres?

-¿Por qué te colgaste? Debiste pasar por algo muy malo para atentar contra tu vida.

-Nunca debí nacer, para empezar. Y terminando, esos no son tus asuntos, niña.

-Me arrepiento de verdad de regresarte a la vida...estás resultando un pésimo invitado. Al menos dime tu nombre.

-No te lo diré...me hace recordar a mi creadora.

-Entonces te llamaré...Violeta.

-¿Eh? Ese es nombre de mujer.

-Bueno, coopera o te diré así.

-Tch. Malditos mortales, me sacan de quicio.

-Pienso lo mismo de ti, ¡así que habla!

Aceptando la condición, el joven decidió hablar. Daba la casualidad de que su nombre era Kunikuzushi, y era creación de una mujer malvada y que solo lo había utilizado para sus propios fines, botándolo cuando ya no le fue útil.

La cosa no acababa ahí. Él vagó por gran parte de Inazuma, encontrando a personas que le brindaron un poco de calor humano, eso que él jamás había conocido. Sin embargo, cuando se daban cuenta de su propio origen, preferían abandonarlo, temiéndole por no ser un humano.

Eso ya había sucedido más de una vez, por lo mismo es que, a sabiendas de que ya en su tierra natal se sabía qué había pasado, decidió exiliarse en el primer lugar al que pudiera, teniendo la esperanza de poder sentirse libre finalmente.

La cosa es que tal objetivo no se cumplió. Siempre que las personas se daban cuenta que era un autómata, una especie de cuerpo sin alma, sin siquiera corazón ni sentimientos, lo marginaban. Kunikizushi era un olvidado.

Llegando a Mondstandt, la que se suponía era "la ciudad de la libertad" tenía la esperanza de finalmente poder llegar a sentirse libre y aceptado, era la única solución que podría encontrar en vida. De lo contrario, bueno, pasaría lo que tuviera que pasar.

Finalmente su llegada, con no más que su ropa y lo necesario para darse mantenimiento, todo se fue al traste cuando, en efecto, se descubrió que él no era humano.

¿Cómo fue? Simple, tratando de ingresar a los caballeros de Favonius, pues Kunikuzushi siempre había soñado con ser un héroe, sabiendo que siempre lo veían como alguien de esencia malvada, lo único que interfirió con sus planes fue que, en el duelo de su ascenso, accidentalmente le cortaron 2 dedos de la mano izquierda.

Al ver que no sangraba, que ni siquiera podía sentir dolor, ya que Kunikuzushi no se había ni dado cuenta de eso, todos quedaron impactados a mal, por lo que fue expulsado no solo del examen de ingreso, sino de la ciudad.

-Toda mi maldita existencia... ¡buscando un lugar en donde encajar, poder ayudar, ser alguien bueno! ¡Pero a donde quiera que voy me rechazan, me temen, me repugnan! Por eso hice lo que hice...me destruí el corazón, lo que me daba vida, y me ahorqué para ultimarme.

-Por los 7...¿cómo es que has podido sufrir tanto? Cuando despertaste, tu esencia solo era de maldad, pude sentir los deseos de venganza que tienes en tu alma...y ni siquiera tienes una.

-Mi odio por la humanidad es tan grande que no necesito un corazón ni un alma para sentirlo. Odio y dolor...es lo único que conozco.

-¿Sabes una cosa? Conmigo puedes conocer algo más que eso. Sé que seguramente me mandarás al diablo pero...necesito un compañero, y podemos hacer buen equipo. –Sonrió Mona.

-¿Así que solo piensas utilizarme? Te diría que eres una descarada, pero bien dicen que sobre aviso no hay engaño. Además de todo, si acepto, ¿qué me gano yo?

-Aparte de tu libertad, puedes tener un hogar, el calor de un sofá, porque mi cama solo es mía y para mí. Aunque eso es lo de menos, lo que de verdad importa es que finalmente podrás tener...una amiga.

-Solo dame mi engaño y me marcharé de aquí. No tienes que hacerte la compasiva conmigo. Me trajiste para experimentar, y seguramente me asesinarás cuando duerma.

-Si quisiera ya te hubiera desactivado. Un encantamiento hydro sobre ti produciría una reacción sobre tu núcleo electro y reventaría, dejándote sin vida. Para que veas que no hay rencor, te liberaré, aunque guardaré el engaño. Todavía no confío en ti lo suficiente para darte algo que pueda atentar contra mí. De ahí en fuera, tengo la confianza de que sí puedes ser una buena persona.

-¿Una buena persona? Estás loca, mujer. Yo solo soy maldad pura y jamás perdonaré ninguna ofensa hacia mi persona. Allá tú, libérame y como agradecimiento no te haré daño. Yo no soy como mi creadora.

-Como digas, señor venganza. –Mona tronó los dedos, liberando a Kunikuzushi, quien estaba cruzado de brazos. –Vamos a comer algo, me muero de hambre.

-Yo no necesito alimentarme.

-Invito yo, que no tengas dinero no es pretexto. Por cierto, ¿cómo dijiste que te llamabas?

-Kunikuzushi.

-Kuniku...te diré Kuni, tu nombre parece un trabalenguas. 

No resultaba raro que, durante el trayecto, Kunikuzushi se quejara de que Mona le pusiera ese apodo, pues él lo consideraba una gran falta de respeto, aunque sería mentir que su nombre es sencillo.

Llegando al restaurante, naturalmente que Mona pediría lo de siempre, que era una ensalada. Por parte de su acompañante, nada le convencía realmente, por lo mismo es que ella, a sabiendas de que seguramente lo decía para pedir nada, pidió por él.

Fue ensalada de pollo con huevo duro y repollo, que resultaba ser de sus favoritas. En realidad la comida no era necesaria para Kunikuzushi, pero tampoco es que le hiciera daño, solamente se transformaba directamente en energía para él, lo que era necesario, pues cuando se acabara la energía que le dio la descarga de su engaño, y al no tenerlo consigo, era seguro que se volvería a desactivar.

-¿Puedes sentir los sabores?

-Hum, pues mi piel será casi que de plástico, no puedo sentir dolor pero...extrañamente puedo saborear la comida. Y más en los postres o cosas azucaradas, hace tiempo me di cuenta de ello.

-Es una bendición, te lo garantizo. ¿Vas a querer algo más? Solo que no sea muy caro...

Terminada la comida, el plan de Mona era seguir sus estudios, de ahí que, bueno, siendo una marioneta que podía memorizar todo lo que se le pidiera, fuera un excelente compañero.

En un primer momento, Kunikuzushi se negó rotundísimamente, pues sería rebajarse a ser un simple instrumento de estudio, lo que claramente no le agradaba ni por asomo.

-Si me ayudas, podemos investigar una forma de crear un corazón para ti...o incluso volverte humano.

-No pretendo renunciar a mi inmortalidad.

-¿Y por qué intentaste suicidarte?

-Eh...buen punto. ¡Olvídalo, no necesito de esa caridad de mierda!

-¿Quién te entiende? Primero te quejas que nadie te quiere, y ahora que trato de ayudarte, me desprecias. Eres un dolor de cabeza, puede que siendo un humano de verdad finalmente puedas ser una buena persona.

-No soy ni seré buena persona jamás. Aparte, no me interesa ser un humano de verdad, ya te lo dije.

Mona, que revisaba un par de libros, se encontró con un cuento infantil que inmediatamente le recordó a Kunikuzushi, por lo que ella sonrió con cierta malicia.

-¡Ya sé, te llamaré Pinocho!

-¿Pinocho? Ese nombre es ridículo.

-Pero te queda como anillo al dedo. Eres un autómata que ha enfrentado mil desventuras, pero que solo quiere ser un niño de verdad. Hum, creo que ahora entiendo tu temperamento y tu carácter, prácticamente te abandonaron de recién nacido y por eso eres tan tosco. Prácticamente eres un niño...

-Mantendré mi promesa de no lastimarte, ¡porque de lo contrario te daría una bofetada en la boca por insultarme de esa manera!

-Je, tranquilo...pequeñín. –Mona le jaló la mejilla a Kuni, quien solo hizo un signo de ahorcarla.

La comparativa era un poco torpe, pero cabía bastante bien. Sería una versión diferente a la que todos conocían de Pinocho, pues Kunikuzushi era desobediente, con un aura maligna, y que no había sido aceptado por ninguna persona ya que no era una persona normal. (Obviamente me estoy basando en el Pinocho de Guillermo del Toro, no en la esa kk de Disney).

Mona fue avistada por Lisa, naturalmente, siéndole de lo más extraño encontrarse con Kunikuzushi, ¿quién era ese joven? Lo había visto antes, pero no lo recordaba del todo, pero al igual que ella, detectó de inmediato que algo andaba mal en el joven, y más con su aura maligna.

-Hola, Mona. ¿Quién es este joven tan apuesto que te acompaña hoy? –Preguntó ella, con su típico tono seductor para que no se dieran cuenta de que, más bien, estaba espiando que hacían esos dos.

-Es un nuevo amigo...lo conocí hoy.

-Ara, juraría que lo he visto antes. No importa, es un placer. –Ella extendió su mano, Kunikuzushi la extrechó con cierta desconfianza, ella le tiró una descarga eléctrica a propósito, lo suficiente para darle un toque. Él no reaccionó. -¿Cuál es tu nombre? –Preguntó Lisa, estoica ante la sorpresa.

-Kunik...

-¡Se llama Pinocho! –Interrumpió Mona. Ese nombre podría ya conocerse, y no era adecuado que ella supiera la verdad.

-¿Pinocho? –Exclamaron los dos.

-Sí, es un nombre curioso, pero así es. –Explicó ella, nerviosa.

-¡Oye, ese no es mi maldito nombre, ¿cuántas veces te lo debo decir?!

-Ay, déjalo, es tímido. Claramente llamarse Pinocho es una cosa que causa pena. Nosotros ya nos íbamos, así que nos vemos luego, Lisa. –Mona empujaba a Kuni mientras él seguía discutiendo que no quería que le llamara Pinocho.

Lisa solo se llevó una mano a la barbilla. Claramente ese individuo no era humano. ¿Sería un experimento fallido de Mona? En eso tenía razón a medias, pues el producto no era de ella, pero aquel muchacho sí era un experimento.

De regreso a las calles, la discusión acerca del nombre era algo que, claramente, continuaría por un rato, o al menos hasta llegar a casa. Mona estaba segura que algo había pasado ahí, por lo que al entrar a la sala, ella se encargó de revisar los niveles de energía de Kunikuzushi, de ahí que estuvieran más cargados.

Quizá se habían metido en una grande, eso dependía, pues al saber que Lisa le dio una descarga eléctrica y él se había quedado como si nada era algo que llamaría la atención.

De ahí en fuera, todo quedaba tranquilo, salvo lo de Pinocho, asunto que quedó zanjado solamente cuando ella prometió que no volvería a llamarlo así.

-Eres un ser de lo más extraordinario. No entiendo cómo te pudieron abandonar así como así. Si te hubieran programado para que tu nariz crezca cada que digas una mentira empezaría a darme más gracia aquel nombre.

-¿De qué estás hablando?

-Prefieres no saberlo. El punto es que eres un milagro de la ingeniera, eres una vida creada sin la necesidad de un padre...o eso parece según me has contado.

-Se le llama alquimia, niña. No soy ningún maldito milagro, de lo contrario no me hubieran tirado a la basura.

-Primero, sé qué es la alquimia, y segundo, no hables así de ti mismo. Dudo mucho que te hayan programado para ser maldad pura, solo debemos saber cómo podremos hacerte bueno.

-¿Por qué insistes tanto en ese punto?

-Dices que solo eres maldad y venganza, cosa que lo dudo. Solo necesitas un poco de afecto. –Sonrió ella, tocando la nariz de Kuni, quien trató de golpear la mano de Mona como si fuera un gato. –Se le llama efecto golem. Piensa cosas malas de ti, y serás la peor versión de ti mismo. Siempre pensaste que eras malo porque te lo dijeron, no porque de verdad lo seas.

-¿Ya terminaste de esa basura motivacional? Ahora tomaré mis cosas y me iré de aquí, y si me permites...

Alguien tocó la puerta, por lo que Mona rápidamente le tapó la boca a Kunikuzushi, llevándolo a su cuarto.

-Nadie debe saber que estas aquí, y menos si Lisa sabe que no eres humano.

-¿Entonces por qué me diste un paseo por la ciudad?

-Eso es lo de menos, ahora cállate.

Justamente al abrir la puerta, Lisa era quien se encontraba en el umbral de la misma, saludando a Mona.

-¿Qué hay de tu amigo?

-É-él no vive aquí conmigo. ¿Por qué preguntas?

-Mona, me sorprende que no te hayas dado cuenta, pero ese chico no es humano. Es peligroso.

-¿Por qué lo dices?

-No tiene uso de razón, así como tampoco sentimientos. –Kuni escuchaba perfectamente la plática de ambas, teniendo en sus ojos una notable tristeza. –Puede salirse de control en cualquier momento, no sabemos si su creador lo programó adecuadamente, él es un autómata, una marioneta, y el titiritero puede tener intenciones ocultas.

-Lisa, más bien a mí me sorprende que alguien como tú diga eso. Una forma de vida así es un milagro, algo de lo más interesante, y yo sé que él quizá pueda tener un aura malvada que se siente apenas hablas con él, pero también sé que puede haber bondad en su corazón...aunque no tenga uno.

-¿No tiene corazón? Eso es más alarmante todavía, si su creador solo puso malos sentimientos en él, es lo único que conocerá, no hay nada que hacer.

-Intentaré demostrar lo contrario. Esa es una tesis que seguramente podrá ganar mención honorifica, pues va contra todos los cánones establecidos de la magia y la alquimia, ¿no es así?

-Sí, sería un trabajo inédito. Sin embargo...es peligroso, y una mala idea. No quieras arriesgar tu vida por una simple tesis. Cuídate Mona, de verdad te lo digo. –Lisa se marchó, rápidamente Mona fue a su habitación, en donde claramente encontró a Kuni abatido, sentado en el suelo mientras abrazaba sus piernas. Simplemente hacía una mueca de tristeza.

-Oye, eso que dijo...no tiene razón. Si no tuvieras sentimientos, ¿por qué te afectó lo que te dijo?

-Nunca fui concebido con amor. En mi sistema hay tres sentimientos: rencor, tristeza, y avaricia. No hay amor ni cariño...fui creado para reemplazar a un muerto, pero como no pude cumplir ese objetivo, me desecharon. Ni siquiera para caja de repuesto servía.

-Vamos, Kuni. –Mona se acercó a él y lo tomó de la mano. ¿Qué te dije del efecto golem? Si crees todo eso que dicen de ti, será verdad. Pero confía en mí...si podemos demostrar que eres bueno, ¡la gente no te temerá y te aceptará!

-¿Para qué me sirve eso? ¡Ella tiene razón, solo soy un objeto de investigación para ti! ¡Mejor desactívame y di que soy invento tuyo, o desármame y construye otra cosa usando mis partes!

-No podría aunque quisiera...porque de lo que salga, seguirás siendo tú. –Ella lo tomó del pecho. –Tú tienes un alma, y cualquier cosa que construya usándote, tendrá esa misma alma. Lo hago porque siento compasión por ti, y también empatía. Quizá no las puedas sentir todavía, lo harás, estoy segura de ello. Vamos, levántate, quiero mostrarte algo.

-¿Qué es?

-Solo hazlo, o te llamaré Pinocho por el resto de tu vida.

-Eres más molesta que un mosquito a media noche. –Kuni aceptó su mano, salvo que fue tan gracioso que los dos casi se caen al suelo al faltarle fuerzas a Mona para lograr su cometido. Deberían esperar a que anocheciera.

Ella estudiaba acerca de la creación de un corazón sintético, trataría de que el mismo estuviera lleno de buenos sentimientos para que Kunikuzushi finalmente pudiera ser un humano de verdad. No es que fuera necesario, ni siquiera él se lo pedía, pero no quería verlo sufrir más.

Al final de cuentas, lo entendía, más por el hecho de sentirse parecida a él. Eso lo que era después de todo, una olvidada también. Debía comer de la mesa de sus amigos, siempre pidiéndole paciencia al casero en cuestiones de la renta, buscando libros en la biblioteca al no poder comprar los propios.

No es que fuera una paria, ni mucho menos. Esa tesis de que incluso los autómatas pueden sentir le traería fondos y fondos más que suficientes, solo que siempre era igual. El conocimiento es para el bien de la humanidad, no para un beneficio personal, y su teoría podría dar pie a que los autómatas como Kuni fueran tratados de forma diferente.

Él solamente leía el famoso cuento de Pinocho, haciéndolo durante los primeras páginas de manera muy aburrida, comenzando a interesarse conforme pasaban las páginas.

"Tú no eres mi hijo..."

Al terminar de leer ese párrafo, él se detuvo, mirando al engaño electro que Mona tenía guardado entre sus cosas, simplemente prefirió ignorar ese hecho para seguir leyendo.

Ella solamente se estiró, cansada de tanto estudiar, había obtenido las respuestas necesarias, y solo era cuestión de ponerse a trabajar, salvo que había llegado la noche, y era el momento necesario para descansar.

-Kuni, es hora de irnos. –Ella miró que estaba leyendo. –Ajá, así que estás leyendo Pinocho. –Se burló.

-¡¿Eh?! ¡Y-yo no estaba leyendo esa mierda! So-solo ojeaba.

-Así dicen todos. –Ella tomó el libro, ya había casi acabado. –Algo me dice que después de leer todo el cuento ahora quieres ser un niño de verdad.

-No necesito ser aceptado por personas que me rechazaron en un primer momento. Siempre ha sido igual.

-Para mí eres un milagro, no hay más que discutir.

-Tu definición de milagro no encaja en el diccionario.

La discusión no se detuvo durante el camino. El objetivo era llegar hasta la costa del halcón, una zona cómoda, y siendo una noche de primavera, la verdad es que no hacía un frío exagerado. Esa zona era especial por algo en particular.

Mona había llevado una bufanda, y casi llegando a la zona en particular, la usó para vendarle los ojos a Kuni, el que pensó que sería una trampa y que, seguramente, lo arrojaría por el acantilado, dándole igual porque no esperaba otra cosa que la muerte ya fuera por la caída o por la falta de energía.

La noche ya era prácticamente ideal al despejarse de las nubes que estorbaban, la luna era perfecta, y claro, siendo astrologa, ella sabía ya de cajón qué días la luna se encontraba en su mejor punto.

Al quitarle la bufanda de los ojos, y poniendo su vista hacia arriba, ella solo se sentó para admirar a quien admiraba el cielo.

-¿Qué es...todo esto?

Aunque no tuviera un corazón, él podía sentir algo por ver la noche estrellada. Sería equivalente a pintar una pared con color negro y derramar gotas de pintura blanca en el mismo, así, solo que las estrellas eran brillantes, casi de una manera en que parecían tener vida propia, como si estuvieran casi al alcance de la mano.

Y la luna, de esa mejor ni hablar, pues su esplendor, su brillo, era casi como una farola en medio de la obscuridad, algo mágico en todo el sentido de la palabra. Kuni quedó congelado al instante, Mona solo sonreía, divertida. Esa vista había encantado, en el sentido más puro de la palabra, al muchacho, causando que todo lo demás no tuviera en realidad importancia.

Cuando finalmente despertó de aquel sueño en el que estaba inmerso, él volteó a ver a su acompañante, quien solamente lo invitó a sentarse. Él obedeció, naturalmente, siguiendo con la mirada el dedo de Mona, quien le contaba acerca de las constelaciones, de las estrellas y sus nombres, y en dónde se encontraba la suya.

-Está cerca de la luna, curiosamente en su lado obscuro, pero no importa. Lo ilumina de vez en cuando, cuando pasa por ahí. Quizá eso significa que, en realidad, no emites obscuridad, solo que tu luminosidad se ve opacada porque eres una luz en medio de la nada. Siempre te insistiré que no eres malvado, sino que debes buscar la manera de ser una buena persona.

-No quiero ser buena persona. Solo busco venganza.

-¿De qué te servirá vengarte? Serás igual que tu creadora, y dices odiarla, entonces ódiate a ti mismo, Kuni.

-Ya lo hago, de eso no te preocupes. ¿Por qué podría amar una vida en la que nunca he sido feliz?

-Hasta ahora. ¿No fuiste feliz viendo las estrellas?

-Me dio igual.

-Mientes. Tus ojos no me mintieron, y tampoco tu expresión. Parecías un niño pequeño que vio un juguete que le gusta. Cuando tengas tu corazón seguro vas a cambiar de parecer.

Regresados a casa, era hora de dormir, de ahí que Mona, sabiendo que era lo mejor, dejó en su cama a Kuni, y ella dormiría en el sofá, que en realidad era cómodo y no resultaba una novedad dormir en él, sobre todo cuando se quedaba dormida investigando sobre astronomía.

Él no podía ni pegar ojo, meditaba muchas cosas, entre ellas las mismas palabras de Mona, el que tendría un corazón nuevamente, solo que ahora muy diferente al que le daba vida la última vez. ¿Valdría la pena? ¿Cambiaría algo? ¿O genuinamente era necesario?

-No, no es necesario tener un corazón...

Él simplemente tomó su sombrero, saliendo de la habitación dispuesto a irse, quizá cavar un hoyo para enterrarse era una buena idea, así no sería descubierto por ningún curioso, y tampoco tenía caso recoger el engaño, pues de nada le serviría. Solo un 20% de energía, no tardaría mucho en desactivarse, y esperaba que ahora sí fuera para siempre.

También contaba la opción de tomar su engaño e ir a buscar venganza, sin saber si eso lo haría sentir satisfecho en realidad. Llegado el momento, pasó por el sofá donde se encontraba Mona, eso era más que claro.

Ella dormía plácidamente, se notaba que su sueño era muy profundo. Ella puso su sombrero en la mesa, de ahí que no tuviera nada que le cubriera la cabeza o el rostro, ahora sí la veía bien, y más con su cabello suelto.

<<Sus intenciones eran nobles, lo admito...¿y le sirvieron de algo?>>

Antes de marcharse, Kunikuzushi se percató que la investigación acerca de la creación de su nuevo corazón era muy avanzada, y todo anotado de manera simple. Era lindo, pues los pasos a seguir tenían dibujos de caritas felices o emocionadas.

"Me di cuenta que un corazón no se puede programar, así que seguramente lo único que él sentirá será ese estúpido odio y deseo de venganza que tiene. Al final lo puedo entender un poco, solo que cuesta trabajo. Sería divertido verlo reír, pues sí que conoce la vergüenza a pesar de negarlo tanto, de lo contrario no se pondría nervioso cada que le digo Pinocho. Sería lindo verlo enamorado, o algún sentimiento que se relacione directamente con el corazón, eso sería muy interesante, pero a la vez sumamente lindo ya que cualquiera pensaría que una persona sin corazón no puede sentir amor, esa tesis sería la mejor en siglos seguramente. Solo que eso da igual...pues qué lindo que una persona pueda amar sin siquiera tener corazón, eso sería algo tan humano, y diría mucho de Kuni, tanto así que me haría preguntarme seriamente si él es verdaderamente malvado."

<<genuinamente se preocupaba por mí...pensé que era igual que todos...>> Kuni volteó a ver a Mona, quien parecía una angelita dormida en una de las estrellas que habían visto hace rato.

La luz de la luna entraba por la ventana, de ahí que pudiera verla con un brillo especial, casi que único. Una vez más, él se quedó paralizado, como si estuviera mirando otra estrella, y así era. Era la más hermosa y brillante estrella que había visto.

Sintió algo raro, algo ajeno a él, y más que nada resultaba en que su centro de carga, sin necesidad de una visión o de algo que le diera energía, estaba activo por sí mismo. Se volvía a preguntar, ¿necesitaba de un corazón? Claro que no lo necesitaba. Aunque no tenía corazón, él quedó tan profundamente enamorado de Mona, y eso debía ser genuinamente imposible. 

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Jesucristo, ojalá así de rápido escribiera mi tesis.

Pues bien, aquí le paro aunque apenas va empezando lo bueno xd

Tengo trabajos finales y prefiero acabarlos antes de año nuevo, así que debo frenar aquí, aparte de que el capítulo quedó largo. Luego le seguiré, pensaba meterle lemmon, así que puede ser el próximo capítulo, aparte creo que nadie me había hecho una petición para capítulo entre personajes, no recuerdo.

Pues bien, yo me voy, tengo 2 ensayos y 3 resúmenes que hacer antes del 3 de enero :'D

Siempre tuyo:

-Arturo Reyes.

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