Expedición peligrosa.
(uff, esa imagen Luminbedo me parece pre-cio-sa, la verdad está 20/10)
Me habían herido tras una intensa pelea contra algunas brujas, trataba de aminorar el efecto del dolor con alguna medicina que tuviera, pero estaba desangrándome, calculo que, de no recibir tratamiento, moriré en tal vez una hora...la ciudad queda a tres de aquí, así que el campamento es lo ideal.
Lo único malo es que mi único problema no es el desangramiento, sino el frío, notaba a Paimon muy preocupada, pues parece ser que mi piel está más blanca de lo normal pero mis mejillas y nariz rojas, al igual que mis orejas. Eso solo dice una cosa: estoy congelándome, y si no me caliento seguramente el frío me matara antes que el desangramiento.
-No sé cuánto podré resistir, todas las antorchas del camino están apagadas por la nevada. Tienes que ir a buscar ayuda, Paimon.
-Lu-Lumine, tú...
-No quiero oírlo. –La interrumpí. –Ve rápido, debe haber algún aventurero, o de los caballeros, pero si te retraso, solo morirás tú también.
-A-Ay... -Ella lagrimeó, dándome un abrazo rápido para irse volando lo más rápido posible, y cuando finalmente la perdí de vista, sonreí para mí.
-Supongo que se acabó... -Seguí avanzando, pero mis mareos por la pérdida de sangre fueron más grandes, por lo que unos minutos después, caí en la nieve, a punto de desmayarme, sin saber qué pasaba a mi alrededor.
Podía morir desangrada, por el frío, comida por los lobos, en fin...tantas cosas que pueden sucederme y ninguna de ellas puede ser que termine salvándome.
Cuando estuve a punto de cerrar los ojos, vi una silueta no muy alta, pero que de igual manera resultaba imposible para mí ver quién era. Detrás de la misma, vi un objeto flotando, podía ser un catalizador, en realidad no lo sabía del todo.
Parece que me quedé dormida, y ese es el preludio para la muerte, según tengo entendido. Pensé que soñaría con mi hermano, pero en realidad era un recuerdo de una vez que me la pasé con Albedo.
Fue un concurso rápido de tiro al blanco con arco, y quedé empatada con Amber, por lo que ambas compartiríamos una cena de ganadoras, lo que fue especialmente alegre ya que la misma se serviría en un banquete al ser un año más de la fundación de los caballeros de Favonius.
Albedo se encontraba rondando por ahí de esa forma sigilosa como está acostumbrado, y cuando finalmente nos topamos, me sonrió. Yo tenía puesta una corona de flores al ser uno de los regalos que me dieron por quedar en primer lugar del concurso.
-Te ves muy linda con la corona, tengo entendido que se seleccionaron cuidadosamente las flores con las que se haría en caso de que la ganadora fuera una mujer, y sin duda fue así, son las más lindas que he visto este año.
-Gracias Albedo, me alegra que me lo confirmes. –Sonreí. -¿Qué hay de ti? ¿No participarás en algún concurso?
-De pintura, por supuesto. Solo que...no tengo un cuadro con el que participar.
-¿De verdad? ¿Y cómo entrarás a concursar entonces?
-Pensaba improvisar uno durante la celebración...y ya tengo una idea perfecta.
-¿En serio? –Hice un gesto de sorpresa. -¿Cuál?
-Siéntate ahí y lo verás. –Me dijo, sonriendo de modo retador, yo lo miré extrañado.
Al sacar sus pinturas y su lienzo...supe de inmediato que era yo a quién se refería, me sentía muy halagada, por suerte él no tiene pensado pintarme como una de sus chicas francesas...
Era yo mirando al infinito con un aspecto pensativo para, posteriormente, que él me fuera pintando, salvo que con una ropa diferente y, además de la corona de flores, tenía cuernos de cierva, lo que se me hizo raro una vez terminó la sesión de dibujo.
La ropa era más que nada un aspecto muy tribal, ¿qué tiene este chico por la mente? Literalmente parecía un hada del bosque, de esas que existen en los cuentos que Klee lee, y fue ahí cuando todo se me aclaró.
-No pienses que son perversiones mías para contigo, Lumine. –Dijo él, notoriamente apenado. –Ayer tuve que leerle un cuento a Klee para que se quedara dormida, y fue que se me vino la idea a la mente al ser un cuento de hadas.
-Hum, tiene sentido. De hecho... -Sonreí para mí misma. -¡Klee, ven un momento, por favor!
-¡Ahh, Klee no quemó el bosque con explosiones, Klee lo jura! –Dijo ella nerviosa...de inmediato Albedo y yo hicimos un gesto de preocupación...Razor no se la debe de estar pasando muy bien que digamos.
-¿Qué te parece este dibujo de tu hermano Albedo? –Le pregunté, cargándola en mis brazos.
-¡Whaaa, se parece a las hadas del libro que Klee leyó ayer! ¡Y esa es Lumine one-san! (Klee: :O)
-¿Te parece lindo? –Preguntó Albedo, acariciándole los cabellos.
-¡Klee piensa que es perfecto, sin duda iba a ser del señor Albedo!
Ambos nos reímos, y Albedo fue a su competición de dibujo, la cual ganó pero si con muchas creces ya que todos dijeron que el fondo, como el personaje en sí, estaban bien hechos y simétricos, de ahí que nadie dudara de su victoria. Muchos se dieron cuenta que fui yo la modelo usada para tal dibujo, y en realidad halagos me llovieron. Me dijeron que era una chica muy bella, que mi forma de hada era preciosa, entre cosas del estilo, y fueron entre hombres y mujeres, así que cuando el alboroto se calmó, Albedo fue hasta mi mesa con una botella de jugo de manzana espumoso.
-No me gusta la champan así que esto es mejor para mí. –Sonrió, destapando la misma para que la espuma se desbordara un poco, sirviéndola en dos copas.
-¿No se supone que el ganador debe disfrutar su "champan" solo? –Me reí.
-Sin ti, no hubiera podido ganar. Los elogios que recibió mi trabajo fueron más bien elogios a ti, así que comparto la victoria contigo...y no solo contigo, sino igual con tu belleza, eres una chica muy hermosa, Lumine.
Me sonrojé, poniéndome un poco nerviosa. Recibí muchos halagos, pero de un chico tan guapo como Albedo es otra cosa muy diferente, por lo mismo mi reacción.
-Gracias. Tampoco te quedas atrás, tus ojos azules son muy lindos.
-Anda, si se trata de destacar cualidades en específico, tu rostro es muy lindo, sin duda lo que más destacada de ti, Lumine. –Bebió de su jugo.
-Ba-basta de cháchara, mejor hablemos de tu premio, Albedo.
A los pocos días, él me regaló una copia del cuadro que era, en efecto, exactamente igual, y eso sin duda fue algo que me sorprendió ya que no creí que lo fuera a hacer, pero es que quedaba tan bien hecho que parecía el original.
Lo colgué en mi cuarto dentro de la relajatetera, a la cual invité a Albedo, y no siendo raro de él, más que centrarse en comer o en platicar, prefirió pintar los paisajes encima de las montañas de Liyue en las que nos encontrábamos, pues jamás en su vida había tenido vistas así, por lo que Paimon se comió su cena antes de que la misma se enfriara, lo que a mí solo me dio risa.
-Seguramente no se dará cuenta de eso hasta el momento de irse. –Sonreí, mirándolo desde el pórtico.
Realmente se me fue la tarde en verlo pintar, era tan curioso, pues se llevaba una mano al mentón, miraba su lienzo seguido aparte de se concentraba en otras cosas, como en la perspectiva, si es que los detalles habían cambiado, en fin, cuando posé para él no lo pensé como tal, ya que no me centraba tanto en mirarlo pintarme sino en no moverme, más bien.
Él me dejó un cuadro que hizo, más que nada con algunos cambios que él tuvo al venírsele a la mente, o sea, le añadió árboles, alguna ciudad por debajo de las rocas donde reposa la finca, incluso animales en las partes donde hay una pequeña llanura perfecta para pastar, por lo mismo es que todo quedaba tan bien.
Conforme me iba despertando de ese sueño, sentí mucho frío, aparte de que me ardían los ojos y sudaba a mares, sentía algo caliente en mi frente, y al abrir los ojos, me encontré a Paimon, la que estaba a mi lado, y al verme, ella se alegró mucho.
-¡Albedo, Lumine despertó, finalmente despertó!
-¿Eh? ¿Qué pasa? –Dije, tratando de levantarme. –Albedo se fue acercando.
-Es mejor que no te muevas mucho, lo ideal después de un caso como el tuyo es descansar mucho.
-¿Cuánto tiempo estuve dormida?
-Tres días, tienes el sueño pesado, ¿eh?
-Me muero de hambre...
-Y no solo te ibas a morir de hambre. Perdiste mucha sangre, por suerte tenía pociones de sobra para curarte, aparte de eso también tuve que desnudarte para que entraras rápido en calor. –Ante lo mencionado, abrí mis ojos de sorpresa a mal, pues sí, tenía puesta otra ropa que no era la que solía usar, razón por la cual comencé a toser, estando enrojecida de las mejillas.
-¡¿M-me viste desnuda?! ¡Ay, espero no me hayas pintado estando así!
-Lo pensé, pero hubiera sido incorrecto de mi parte, claro que para algo así hubiera necesitado tu permiso.
-Sigh. No me molestaré contigo por ser algo necesario...¿me viste mucho?
-Vi lo que tuve que ver y el tiempo que fue necesario. –Albedo me entregó un plato de carne a la jardinera. –Recién salido de la olla. –Sonrió.
-Algunas veces se necesitan sacrificios, no lo negaré, pero esto me es incómodo, pues eres un chico y yo una chica.
-Naturalmente, Lumine. –Nos sentamos a comer juntos, platicando de algunos recuerdos que teníamos.
No era la primera vez que él me daba de beber una poción, y no me refiero solo a la ocasión que me dio una estando en Espinadragón, que fue cuando lo conocí, sino más bien en un experimento que hicimos en un ambiente "controlado".
Él tenía una serie de pociones en las cuales se probaba su efecto, puesto que no se estaba seguro de si tendría algunos secundarios o todo estaría perfectamente bien...en pocas palabras, era conejilla de indias.
-Si todo sale bien, deberías sentirte con más energía en no más de cinco minutos. –Sonrió él, con una hoja de resultados en sus manos.
-¿Y si algo sale mal?
-Ritmo cardiaco acelerado sería una de los probables efectos contrarios...un infarto agudo sería el peor de los escenarios pero hay solo un 7% de probabilidades que eso suceda.
-Sigo pensando que esto no me agrada del todo...¿no hay más candidatos?
-Dijimos que había café y donas y ni así vinieron. Pero ve el lado positivo, tu recompensa será mayor, eres la única a la que se le va a pagar.
-Maldita sea con Paimon...por su culpa y de las deudas en las que me mete tengo que hacer esto. –Le di un sorbo a la poción, tenía un rico sabor y por suerte no había problema alguno.
Albedo me tomaba los signos vitales, eso se traducía en que colocaba su oreja en mi pecho o en mi espalda, pero cuando estaba especialmente cerca de mis senos, la cosa se ponía un poco difícil para él.
-No estoy viendo, tengo los ojos cerrados así que no te preocupes.
-De todos modos no es que hubiera mucho por ver... -Susurré, acomplejada.
-Vamos, el cuerpo femenino no lo es todo. –Siguió revisando mi pulso, salvo ahora que me tomó del brazo y lo alzó para tomarme la presión arterial. –La inteligencia, las cosas en común, eso que llaman "amor intelectual" suele importar más que el físico, pues eso no aporta mucho en una relación si no es más que para el sexo, querida Lumine, y a veces ni para eso.
-Tienes razón.
-Todo va bien, supongo que los efectos negativos no tienen espectro en los jóvenes de nuestra edad, eso ya es un logro. El detalle son los que sufren de enfermedades respiratorias, la hermana de Anthony podría ser una candidata, pero él no la dejará ni por asomo.
Mientras él balbuceaba sobre sus resultados y anotaciones que iba haciendo en su libreta, yo me aguanté una risa, pues fingí que me daba un ataque para caer al suelo, como si me estuviera ahogando. Era claro que él se daría cuenta de mi actuación, así que por eso lo hice.
Malamente, Albedo se lanzó contra mí, comenzando a hacerme respiración de boca a boca, yo abrí los ojos de golpe, tratando de quitármelo de encima pero en realidad no podía, y es que más que dar respiración, me estaba besando.
Al cerrar mis ojos, me dejé llevar, y ahí, en el suelo, yo abrazada a él, nos dimos un largo y silencioso beso que no tenía explicación en ese momento como fuera el que todo resultó por azares del destino.
Separándonos, él se arrodilló en el suelo, nervioso todavía.
-¿Es-estás bien ahora?
-S-sí... -Desvié mi mirada. –En realidad era una broma...pensé que notarías que actuaba.
-Oh...supongo que me perdí demasiado en mis investigaciones que no pensé en nada como no fuera salvarte de una muerte segura...o al menos eso desde mi perspectiva, claro.
-N-no te preocupes, hiciste lo que te pareció correcto.
Seguidamente, él siguió analizando mi cuerpo en busca de anomalías, el ambiente era callado y especialmente incómodo, aunque yo trataba de mantenerme lo más serena posible, especialmente por el hecho de que todavía no sacaba de mi cabeza el hecho de que besé a Albedo sin una razón en especial.
No sé si podrá brotar algo de aquí...es muy pronto para algo, pero sé de sobra que él es guapo y que parece muñequito de porcelana, más allá de ello, también es muy inteligente, amable...un poco bromista, o al menos con Paimon, en fin, trataría de hablar de cosas más comunes para que el ambiente deje de ser incómodo.
-Oye... -Dijimos a la vez, parece que pensamos al mismo tiempo.
-Dime...
-Primero tú.
-Recuérdame para que es esta prueba...¿es algún medicamento nuevo?
-No precisamente. La alquimia que yo trabajo es para descubrir las propiedades de la materia, en este caso, la poción que te preparé es más que nada para evitar el frío, pues calienta los tejidos musculares, pero no deseo que haga eso con los pulmones.
-Oh...supongo que es para ir a Espinadragón.
-Exacto. Esta poción sería usada como último recurso, y estoy probando algo nuevo...una que ayude a los aventureros heridos a recuperarse rápidamente de la pérdida de sangre, pero todavía le falta su tiempo para que esté lista, aparte de los experimentos, por supuesto.
Regresando al presente, parece ser que la poción la seguía trabajando aquí, en Espinadragón, y quién pensaría que después de todo yo sería nuevamente la conejilla de indias de ese experimento, razón misma por la cual, con una indumentaria más arcaica, nos apañaríamos para hacer la misma.
Él me tomaba las mejillas y la frente, sus manos estaban heladas, razón misma por la cual, estando envuelta en sábanas, me senté junto a la hoguera.
-Quédate quieta. –Me dijo, tomándome de las dos mejillas, sorprendiéndome, pensé que me iba a besar nuevamente, pero en realidad solo colocó su frente contra la mía para así tomarme la temperatura. –Todo va bien, no hay nada fuera de lo común.
Ante el hecho de que todavía no comía después de tres días, él me preparó carne a la jardinera como no podía ser raro, y realmente me supo deliciosa, especialmente por el hecho de que está caliente y me vendrá bien. Vi mi ropa colgada y la misma quedaba limpia, lo que se me hizo raro ya que antes de desmayarme la misma estaba repleta de sangre por evidentes razones, ¿se habrá lavado?
De hecho, para ese momento yo estaba cubierta de sábanas, además de la ropa que tenía puesta, de ahí que no tuviera molestia alguna...de cualquier forma me sigue pareciendo incomodo que Albedo me haya visto desnuda...
Ni modo, no tenía otra cosa por hacer ante lo ya ocurrido.
-¿Cómo te sientes, Lumine?
-Bien...solo hay una cosa que me cuestiono y esa es...¿cuidas de mí solo para ver los resultados de tus experimentos o hay algo más?
-Claro que lo hago por los resultados, pero no solo por eso. –Sonrió. –Eres una persona muy importante para mí, Lumine, ¿cómo iba a dejarte morir? ¿Cómo no cuidar de ti para que mejores? Sé que muchas veces soy riguroso en mi modo de ser, pero eso es porque soy alquimista...a veces se me olvida cuando ya no estoy en el laboratorio debo dejar de ser tan cuadrado.
-Sí, lo mismo te iba a decir. –Reí. –Eres muy apasionado a la alquimia, pero no debes olvidar que hay un mundo allá afuera y que, más importante aún, hay personas con las que puedes convivir...conmigo, por ejemplo. –Seguí comiendo de mi plato.
-Lo tendré bien en cuenta. –Él caminó a las afueras de la cueva que es su laboratorio, mirando por el borde del camino que se formaba. –La nevada está empezando a ceder...eso es bueno. Mientras más rápido acabe, más pronto podremos irnos de este congelador.
Partiríamos de regreso a la ciudad en unas horas, por lo que, apenas acabé, me vestí y coloqué mi equipamiento, por lo que solo era cuestión de tener lista una señal. Lo curioso es que solo teníamos una manta térmica, de ahí que la tendríamos que compartir, Albedo y yo nos envolvimos en la misma, él prendió una antorcha y otra más pequeña para Paimon y así fue que emprendimos rumbo hacía la ciudad.
La nevada había estado bastante marcada, por lo cual las pisadas que dábamos eran profundas y largas, por lo mismo resultaba cansado, pero no podíamos detenernos o no al menos hasta un lugar donde podamos montar un refugio rápido para descansar.
Pasamos por donde quedé desmayada, se veían algunos rastros de mi sangre en la nieve, pero casi ninguno, Albedo y yo nos miramos, yo lo tomé de la mano, apretándolo fuerte.
-Saliste viva de ésa, en comparación esto es solo un juego de niños.
-Sí, tienes razón...pero saber que estuve a punto de morir es una sensación amarga que no se me quita fácilmente.
-Ahora estoy aquí, cuidándote, por lo que no deberías preocuparte para nada.
Los dos seguimos caminando hasta llegar a un lugar donde los vientos arreciaban bastante, razón por la cual era difícil mirar hacia adelante, aunque no por ello no se hacía lo que podía, malamente llegó un momento en donde Albedo pisó un agujero en el suelo que no vimos por culpa de la nieve, y de ahí ambos nos caímos en picada montaña abajo.
En un momento los dos quedamos suspendidos en el aire unos segundos, en los cuáles él me agarró fuerte, protegiendo mi cabeza y abrazándome a sí, tratando él de recibir la mayor parte de los impactos.
Al detenernos, que pronto no fue, yo quedé encima de él, sus manos todavía me abrazaban y lo miraba con sus ojos tranquilos al verme bien...no me podré dar cuenta, pero seguro estará bien golpeado de todos lados.
-¿te encuentras bien? –Me preguntó, un poco con dificultad.
-Eso no importa, ¿qué hay de ti? Fuiste el quien más se golpeó. –Le dije, con preocupación.
-Lo sé...al final es lo que quería, y si saliste ilesa, ¿qué mejor?
Yo me acurruqué en su pecho, sintiendo los latidos de su corazón, cerré los ojos al ser un momento bastante pacifico: los dos abrazados en la nieve, en completo silencio más que el sonido del aire y el de su corazón en mis oídos...
Empecé a sentir un lindo calor en mi corazón, y al mirar a Albedo a los ojos, supe lo que quería hacer y no me iba a detener de ello.
-Al diablo, ven para acá. –Le dije, tomando sus mejillas para acercarlo a mí y darle un beso que incluso a mí me sorprendió.
El mismo era lento, sazonado con el abrazo al que él me aferraba, no olvidemos que estoy sobre él, lo que lo hace infinitamente mejor, y sus labios, cálidos a pesar del frío que siento en su nariz, me saben a miel, así como el color de su cabello. Lo único que me lamentaba de ese momento era no poder ver sus ojos color mar, pues me parecen tan lindos que hasta me llegó a hundir en ellos de tanto que los veo.
-¡Wah, ¿están bien?! –Paimon llegó volando, interrumpiendo el momento, ambos la miramos, riéndonos.
-Perfectamente. –Le dijimos.
Ella nos ayudó a levantarnos, Albedo se había lastimado levemente una pierna, pero no era impedimento para caminar, eso sí, usamos la antorcha de Paimon para prender la nuestra, que claramente se había apagado tras la caída sufrida.
Retomando el rumbo, Albedo y yo nos miramos, sonriéndonos con los ojos cerrados, tomados de la mano como los Arcontes mandan: con los dedos entrelazados.
Seguimos avanzando hasta donde la nieve ya no era tan espesa, por lo que caminábamos de manera más sencilla, y menos cansada, pegados hombro con hombro por debajo de esa manta que nos protegía del frío.
-No lo había puesto a pensar pero...¿qué fue lo de hace rato?
-Un beso. –Le dije, con irónia y riéndome un poquito.
-Eso me queda claro, Lumine...¿pero por qué?
-¿No te parece obvio, Albedo? Me gusta besarte. –Le robé un beso de piquito con algo de pena, él no respondió por lo rápido que fue, pero sin duda estuvo muy bien el que así fuera.
-¿Solo eso? Porque según mis notas de experimentos de comportamiento humano yo en realidad notó algo muy especial en ti.
-¿Así? ¿A qué te refieres?
-Que seguramente estás enamorada de mí. –Sonrió, diciéndolo con toda la calma del mundo, yo me llevé una mano a la frente...volvía a ser ese ñoño metódico que mete el método científico hasta en servir una sopa...pero no niego que esa parte suya me gusta, especialmente porque me hace reír mucho.
-Vaya, resolviste un enorme enigma, Albedo... -Puse mi cabeza en su hombro. –Pero a mí me falta descubrir uno más complicado todavía, especialmente porque mi sujeto de pruebas...es un hueso duro de roer. No suele mostrar lo que siente y solo veo estoicismo en él, es complicado descifrar que siente o qué piensa.
-Así que es eso...solo necesitas una pequeña cosa para saber tus respuestas.
-¿Cuál es?
-Es un método sencillo, un poco peligroso y muy poco lógico, pero que al final no deja de ser divertido.
-Me intrigas, habla ya. –Le dije, él solo se alzó de hombros, deteniendo su caminata, razón por la cual yo también me detuve.
De inmediato, Albedo causó que ambos nos cayéramos una vez más cuesta abajo, rodando entre la nieve mientras me abrazaba con fuerza, la nieve amortiguaba nuestra caída, y solo escuchamos un gesto de sorpresa que hizo Paimon.
Mientras nos caíamos, Albedo me susurró algo que hizo que todo el mundo dejara de moverse para mí y que en ese segundo solo estuvimos él y yo.
-No necesitas nada para saberlo...porque también estoy enamorado de ti, Lumine.
Al detenernos en la caída, volví a quedar sobre él, y ahí, en mitad de la nieve, en plena nevada de pequeños y majestuosos copos de nieve que parecían ser incluso harina por lo pequeños que eran, nos dimos un beso más, de esos como me gustaban en especial: lentos, con cariño y sabor, así como una pequeña chispa de calor que encendía mi amor por él.
Todo surgió desde ese beso accidental. Si me hubiera ahogado de verdad, quizá no saldría viva, pero como era un juego, mi juego, me perdí en el mismo y obtuve algo que ni yo me esperaba al ser lo que llegó de sorpresa a mi puerta: el amor por los besos de Albedo...y por él, por supuesto.
-Así que era eso lo que querías decirme...bueno, solo hay una cosa por hacer.
-¿Y cuál sería?
-¿Y si somos novios?
-Hum...claro que sí. –Ahora el me dio un beso en la frente, uno que recibí con bastante gusto, y fue que, levantándonos, los dos empezamos a caminar de nuevo, siendo regañados por Paimon de habernos dejado caer a propósito.
Se podía ver el algo de humo, por lo que seguramente el campamento estará cercano a este lugar, quizá cosa de 5 minutos. No pensé que subiría a Espinadragón para encontrarme con un suceso que casi me arrebata la vida...y bajaría viva y siendo novia de ese chico tan misterioso que, si bien siento no conozco del todo, no niego que ir descubriendo sus facetas siendo algo tan personal de él suena bastante interesante, incluso me gusta que así sea.
Porque sé que, al final de cuentas, será algo que me guste y que me enamorará más de él. Bien dicen por ahí que enamorarse a primera vista es una desgracia...pues se pierde la magia de irse enamorando poco a poco.
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Hula
Este ship no me lo pidieron, la verdad es que no recuerdo si tenían alguna sugerencia...de ser así, pido disculpas, pero no dudo que alguien haya pedido el Luminbedo y yo de olvidadizo no me acuerdo, en fin, ya está aquí :3
No me gustó mucho como quedó, creo que le falta un algo, pero no sé, no me convence del todo, y aun así tiene escenas bonitas, como donde ruedan por la nieve uwu esa me gustó
Espero sus comentarios, eso me ayudará a saber si estuvo bien...o bien mal :V
La próxima semana será el lemmon de Lumine y Ninguang que quedó pendiente la última vez...que sea sexo en un bote me pone las cosas complicadas, no soy el primero que lo intenta así que ya tengo de donde sacar inspiración, me parece que es un fic que ya dieron de baja pero que tengo en mi biblioteca, en fin, ya veré que hacer.
Ahora sí de verdad ojalá les haya gustado, repito, no me termina de convencer pero si para ustedes está bien, me alegraré mucho uwu
Nos vemos en una semana :D
Siempre tuyo:
-Arturo Reyes.
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