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El perfume.

Era un día tranquilo, me había llegado una carta durante mi estancia en Fontaine, por lo que me decidí a leerla. Era de Emilie, parece que tenía un encargo para mí, pero me decía que debía ir solo pues era una tarea un tanto peligrosa.

-¿Eh? ¿Entonces Paimon no puede ir contigo? -Exclamó mi pequeña compañera.

-La carta me lo insiste bastante, parece que es una situación delicada que merece cierto cuidado...lo que me parece raro, ¿qué clase de problema tan peligroso enfrentaría una perfumista?

-Hum, Paimon no lo sabe.

-No te preocupes de todos modos, le pedí a Navia que te cuidara mientras no estoy. Ella me dijo que hoy tiene libre y quería hacer macarrons.

-¡Uy, no te preocupes viajero, tómate el tiempo que sea necesario! Je, je. Paimon se saborea esos macarrons. -Le di un zape apenas terminó de decir eso.

-Solo no te excedas, no seas abusiva con la hospitalidad de Navia.

-Uigh...Paimon lo siente. -Respondió ella, llevándose una mano a la cabeza.

-Diviértete con ella.

Navia pasó al lugar que nos renta, llevándose a Paimon para su casa, por lo que yo emprendí camino directamente a casa de Emilie. Realmente me llama mucho la atención lo que tendrá para decir.

Justamente llegué a su perfumería, por lo que me recibió con un beso en ambas mejillas, rápidamente cerró las ventanas de su perfumería y puso el letrero de cerrado.

-Qué bueno que llegas, Aether. Necesitaba ayuda con algo de verdad muy importante, pero a la vez es más o menos confidencial.

-¿Confidencial?

-Díganos que hace unas semanas desarrollé un nuevo perfume por encargo de una mujer de la alta sociedad de Fontaine, es esposa de uno de esos burócratas aburridos. Me pidió que hiciera un perfume especial para volver a atraer sexualmente a su marido.

-Eso es...demasiada información. -Hice un gesto de desagrado.

-Por eso no doy nombres. El detalle radica en que la dosis que hice fue muy...¿Cómo decirlo? Elevada. Probé el perfume en mí misma, quería asegurarme de su calidad.

-Siento que esto no va por buen camino.

-Y no te equivocas. Ese maldito perfume tiene una capacidad de aumentar el libido de cualquier persona que lo huela en un radio de 5 metros, ¡es equivalente a ser una gata encelo rodeada de gatos machos! Logró su cometido, funciona tal cual me lo pidió mi clienta...el detalle es que es tan, pero tan potente que tiene efecto incluso en la persona que lo usa.

-Ya no sigas, Emilie.

-Vamos, no somos niños, Aether. -Rió ella, divertida. -Intenté besar a una de mis trabajadoras, le dije que por causa del perfume estaba fuera de mí misma, literalmente me tuvieron que amarrar a mi cama...fueron 5 horas de tortura indescriptible. Mi libido se aumentó al diez mil por ciento.

-¡¿Diez mil?!

-Solo exagero, pero genuinamente estaba más caliente que colcha de tigre.

-Ah...¿y eso que tiene que ver con el encargo?

-Ponte esto. -Emilie me dio una máscara de gas, lo que me sorprendió.

Bajamos al sótano de su perfumería, había una enorme cantidad de frascos, aceites esenciales, todos etiquetados de forma ordenada, todo estaba en la mayor regla posible.

Había una vitrina con la que parecía ser una caja de seguridad, fue ahí cuando Emilie me pidió que me pusiera la máscara de gas, ciertamente el solo estar cerca de ese perfume me ponía nervioso.

-Aquí está el engendro. -Sacó una pequeña botella con un líquido rosado, ni siquiera estaba etiquetado o tenía el rociador, era un pequeñísimo frasco sin más, con su corcho sellado con cinta de seguridad y amarrado con cadenas y candado para impedir que fuera abierto. -El Departamento de Salubridad de Fontaine, el DSF, lo catalogó como arma química, ¿has leído la novela de El perfume?

-Sí...

-Si llegara a ser abierta en la Galería Vasari... pasaría lo mismo que en el final de la novela. Por eso la DSF me pidió que me deshiciera del perfume como diera lugar. Pensé en arrojarlo al mar...pero no sé si llegaría a contaminarla, y si alguien con una visión pasa por el lugar del derrame...no quiero pensar qué pasaría.

-¿Y cuál es tu plan?

-Enterrarla a 3 metros bajo tierra, echarle cemento y más tierra, eso sellaría el olor para que no pueda escapar a la naturaleza.

-Bien pensado...pero me da la impresión de que estaríamos como enterrando un cadáver.

-Es por el bien de Fontaine...y para que la DSF no me cierre la perfumería de por vida...

-Auch.

Y así es como fuimos de camino a las cercanías del Condado Liffey para enterrar el frasco, teniendo el más absoluto cuidado de que no se rompiera o se abriera, lo que esto último resultaba más o menos imposible.

Por suerte para los dos, encontramos rápidamente un lugar donde pudimos enterrarlo sin que hubiera algún poblado a kilómetros a la redonda. Malamente elegimos un mal momento para ir a enterrarlo, pues no faltaría mucho para anochecer, pero el plazo para deshacerse de ese frasco estaba por vencer.

-Muy bien, ya está el pozo, ahora pásame el frasco, Emilie.

-Dame un segundo, debo terminar de montar la casa de campaña en caso de que se haga noche, ¿dónde piensas dormir tú si es que obscurece?

-Suelo dormir en una hamaca siempre que salgo de aventuras.

-Vaya forma de solucionar las cosas. -Emilie terminó de darle unos detalles a su tienda, la que ya había quedado lista. -¡Excelente!

-A hueso. Pásame el frasco, Emilie. -Le pedí a la vez que me limpiaba el sudor.

-Pan comido. Yo me encargo de ponerlo en su lugar. -Emilie se puso de cuclillas para mirar el frasco. -Ibas a ser mi más grande logro...la perfumería llevada a un nivel mucho mayor que cualquiera se hubiera podido imaginar, ¡pero te hiciste un monstruo! Luego reharé la fórmula, ¡no puedo fallar!

-Oye, deja de hablarle a esa cosa y métela al pozo.

-Aether, déjame vivir el momento, ¿quieres? Son cosas de perfumista. -Suspiró pesadamente. -En fin...te extrañaré, pequeño monstruo. -Le dio un beso al frasco, sonriendo. Luego lo enterró y finalmente usé mi poder geo para enterrarlo. Eso no saldrá de ahí en mucho tiempo. Empecé a llenar de tierra lo que quedaba del pozo, noté que Emilie se apartó, encerrándose en su casa de campaña, lo que se me hizo raro.

Cuando acabé ese trabajo, simplemente me estiré, todavía era buena hora, así que podríamos regresar.

-Emilie, ya acabé, creo que podremos regresar a la ciudad sin problemas, faltará unos 20 minutos para que oscurezca.

-¡Lárgate! ¡Toma tus cosas y vete, déjame sola!

-¿Emilie? -Me preocupé por eso. -¡Emilie, estás bien!

-N-no...cuando le di ese beso al frasco pude oler el perfume...

-Oh no... ¡oh no! ¡No, no! ...nooo, ¡no, no!

-¡Y no solo eso...creo que mis labios absorbieron un poco del líquido remanente en el exterior de la botella, será mejor que corras ya!

-¿Y dejarte así? ¡No puedo hacerlo! -Con mi poder dendro hice unas cuerdas, las usaría para amarrar a Emilie y así incapacitarla.

-¡Aether, ya no puedo controlarme...vete antes de que sea tarde!

Abrí la tienda de campaña, Emilie estaba abrazando sus rodillas, me daba la espalda, al voltearme a ver, se notaba que tenía las venas del rostro remarcadas, así como no usaba sus lentes, respiraba agitadamente.

-Emilie...

-¡Te dije que te fueras! -Con gran sorpresa, Emilie cargó contra mí, derribándome en el suelo fuera de la tienda, fue ahí cuando me levanté con rapidez, pero no fue lo suficiente. Ella cargó una vez más contra mí, yo la sujetaba de las muñecas, dispuesto a contenerla, pero con lo que no contaba, es que ella fue poniendo fuerza para acercarse a mí.

-¡Aether, no puedo controlarme...lo siento por lo que te pueda hacer!

-¡Yo te ayudaré, pero no sabía que eras tan fuerte!

Me iba venciendo en ese juego de fuerza, ella se mordió el labio hasta el punto de hacerse sangrar levemente. Cuando pareció perder el control, avanzó su cabeza para darme un beso en los labios, uno con el que parecía querer sacarme el alma, yo estaba atónito, pues sí que estaba fuera de sí.

Sentí un sabor dulce, extraño, lo que me sorprendió...nuevamente en mi cabeza pensé "oh no... ¡oh no!" Porque seguramente ese sería el sabor del perfume, y ella se contagió de su efecto por el remanente de líquido que había en la botella, por lo que al besarme me contagió también.

Intenté desviar mi mente de ese hecho y de quitármela de encima, cosa que logré, el rostro que puso me dio un escalofrío, sin duda ella no era Emilie, era un súcubo, un demonio sexual que deseaba tener coito a la inmediatez.

Mis piernas me temblaban, ahora me nació un deseo de besarla, de desnudarla, comencé a tener una erección como jamás la había tenido.

-¡Maldita sea...no sé si podré resistir!

-¡Ya déjate de ser un marica buena ondita y fóllame, pito corto!

-Emilie...oh, no.

-¡¿Es qué no te excito?! ¡¿O no se te levanta, maricón?! ¡Fóllame, hazme tu ρυτα, solo quiero tener sexo de una maldita vez! ¡Quiero que me la metas ya, por un demonio!

Carajo, pues sí que funcionó el efecto que ella deseaba...aparte creo que ella habló por los lectores al decir eso...

Esos sentimientos, además de esas palabras sucias que me decía, me prendían, lo que era una pequeña llama se convirtió en un incendio infernal en menos de 10 segundos.

Dejé de poner fuerza para abrazarla, comenzando a besarnos de una forma tan salvaje que ni en mis fantasías más escandalosas había tenido alguna vez. Tomé su corseé y lo rompí directamente de las agujetas que tenía. Ella se separó de mí y se deshizo el listón que sujetaba la prenda que cubría sus senos y sus hombros, por lo que sus pezones, erectos y duros como piedritas, se remarcaban de una forma sensual y coqueta.

Nos metimos inmediatamente a la tienda de campaña, en donde nos desvestimos con una velocidad endemoniada, como si fuera lo último que fuéramos a hacer en nuestras vidas, apenas quedaron al descubierto sus senos, que eran pequeños pero estéticos y lindos, los besé y lamí y relamí hasta el hartazgo.

Emilie amarró sus piernas a mi cadera, como si me estuviera aplicando una llave de lucha marcial, con una mano me sujetaba de la espalda, y la otra la había llevado a su entrepierna, supongo yo que se está masturbando, no lo sé en realidad, pero lo veo probable.

Para mi sorpresa, Emilie comenzó a gemir fuerte, aparte de tener un escalofrío inmenso en todo su cuerpo, abrió los ojos de sorpresa y se tapó la boca.

-¿Todo bien?

-N-no puedo creer que ya me vine...estoy que ardo, hasta el más mínimo suspiro tuyo me excita y me vuelve loca.

Hice una sonrisa de campeón, pues sin duda eso se me hizo como un halago, por lo que yo ya me dejaría de juegos, levantando su falda, quitándome el pantalón.

Así de intensa era nuestra necesidad de sexo, ni siquiera estábamos bien desvestidos, solo queríamos tener sexo y ya, no teníamos protección, ni nada, pero en realidad estábamos tan cegados por la lujuria que eso que sería indispensable antes de tener sexo ahora nos parecía una bobería.

Genuinamente tenía una erección que jamás había tenido, incluso hasta me dolía un poco por lo fuerte que era, pero en cuanto me dejé de rodeos, la cosa comenzaría a tranquilizarse para mí.

-¡Solo hazlo ya, carajo! ¡Ingresa esa cosa dentro de mí!

-L-lo haré con cuidado.

-Marica. -Se rió Emilie con cierto desdén.

Finalmente haciendo caso a su petición, por no decir exigencia, metí mi pεηε en su ναgιηα, haciéndolo de forma lenta, como estaba encima de ella, lo primero que hizo fue gemir de una forma suspirada, indicando que la sentía, y que ella igualmente comenzaba a sentir placer.

Noté que su cavidad no era muy estrecha, supongo que todavía no llega ese punto de contracción sino que sucederá con el pasó de los minutos.

Iba lento, como dije, sus gemidos me volvían loco, pues genuinamente se notaba su desesperación por el sexo, y finalmente, fui aumentando la velocidad, manteniendo mis límites, pues no quería tampoco excederme o lastimarla.

Emilie me dio una nalgada, yo me quedé en blanco, incluso me detuve, sonrojándome. Ella se rió.

-Perdón, es que estoy muy excitada. -Mencionó ella, sonrojándose también.

No le di importancia a sus palabras, me centré en besarla, ese sabor dulce no desaparecía, por lo que al retomar el ritmo, ahora sí me importó poco todo y empecé a embestirla como un toro, por lo que nuevamente sus gemidos se fueron al cielo, cosa que se me hacía muy bella. Ella tenía los ojos cerrados, mordiéndose su dedo pulgar, y es que al abrir levemente sus gemelos, pude ver cómo torcía sus pupilas, señal de está en otro mundo, sintiendo todo lo que yo le ofrezco.

-Aether, te sientes tan bien, ¿qué tal se siente mi ναgιηα?

-E-es increíble, no había sentido nada así en mi vida.

-Jálame el cabello.

-¿Cómo? -Exclamé, sorprendido. De repente, y aunque pensé que ya no era posible, me sentí más excitado todavía.

-Jálame el cabello, Aether.

Sonreí para mis adentros, tomé la ligera cabellera de Emilie y la jalé hacía atrás, causando que su cuello se hundiera más en la almohada, y que sus gemidos fueran más fuertes todavía.

Aprovechando la vulnerabilidad de su cuello, besé el mismo, haciéndole chupetones ya que no tenía control sobre mí mismo, sentí que las uñas de Emilie se me enterraban en la espalda, deslizándose lentamente a la vez que me arañaban, pero yo estaba completamente ensimismado en lo que hacía, en mover mi cadera y que mis τεsτιcυlos golpearan la intimidad de Emilie, que ese detalle me dio igual, que me dejara como si un gato me hubiera atacado, ¿quién se dará cuenta?

-A-Aether, me voy a volver a... -Sentí que su vagina se empezó a contraer, por lo que cada vez mi pene se apretaba más, y conforme lo movía, yo gemía sin pudor, pues sentía más placer, y justamente cuando estaba por venirme, su vagina se ensanchó, además de que me dio la impresión de que se convulsionaba. Escuché como cuando un chorro de agua cae al suelo, pero en esa ocasión fue la manta, ella se había venido sin duda. -¡Me voy a venir! -Exclamó Emilie, continuando con el gran temblor de sus piernas y de su cuerpo.

Ella se llevó las manos al pecho, tenía el rostro incendiado en un sonrojo que le abarcaba incluso las orejas, a la vez que su respiración era irregular, lo que me causó una especie de ternura, no lo sé, se me hacía muy hermoso y bello ver a Emilie tener un orgasmo que yo le había provocado, por lo que simplemente sonreí, dándole un beso en los labios, uno que al querer terminar, me vi impedido porque ella me mordió el labio inferior, abrí los ojos y ella me miraba con reto.

-No te dejaré escapar tan fácilmente de esto, Aether.

-Eres una súcubo.

-Dale las gracias al perfume.

-¿Dices que dura 5 horas no?

-Parece que sí, yo todavía quiero seguir haciéndolo, y parece que eres de alta resistencia, no te has venido una vez ni siquiera.

Cuando alzamos la mirada, nos dimos cuenta que, y lo digo con mucha sorpresa, empezamos a mitad de la tienda de campaña y ya estábamos al borde de la misma. Vaya que fuimos un poco salvajes en ese aspecto.

Tras un suspiro y un poco de besos, regresamos a la acción, Emilie se colocó boca abajo, solamente me hizo de reojo una mirada tan lasciva, por lo que yo no pude contenerme más, me prendí como lo haría una llama en un matorral de pasto seco.

Cuando ella alzó su trasero, como dándome permiso, yo tomé suavemente su cintura con una mano, y la otra la llevé a la altura de la cabeza, ella tomó mi ρεηε y lo llevó hasta su υαgιηα, insertándolo en la misma, por lo que naturalmente ambos soltamos un gemido seco, comenzando yo a moverme con cierta velocidad.

Emilie ahogaba sus gemidos en las almohadas, mordiendo una de las mismas, lo que se me hacía tan goloso de su parte, y era lo único que me hacía seguir mi ritmo con gran velocidad.

-Azótame. -Susurró, gimiendo.

-Eres una depravada. -Suspiré, dándole un buen azote con la mano que tenía en su cintura. La marca roja de mi mano apareció a los pocos segundos, acompañado de otro gemido de ella.

-No es que sea yo, ese perfume maldito liberó al demonio que tengo dentro.

-¿Pero esos deseos son tuyos o de esa demonio? -Le di otro azote, ella nuevamente gimió.

-¡Son míos! -Suspiró, mordiendo la almohada más fuerte.

-No te escuché. -Le di un azote más.

-¡Son míos! ¡Soy una chica mala!

-Di eso último una vez más. -Le di un azote a Emilie, aumenté mi velocidad y yo también comencé a gemir, no sé cuánto duraría más así, genuinamente siento que exploto por lo excitado que me siento.

-¡Soy una chica mala, Aether! ¡Soy tu ρυτα!

-¡Oh, sí que lo eres! -Ahora cambié de glúteo, causando que los dos se pusieran rojos por los múltiples azotes que le di en estos segundos.

Sentí como su ναgιηα se iba contrayendo, por lo mismo es que me apretaba más, se nota que está muy excitada, y lo mejor de todo es que se notaba por sus fuertes gemidos, ojalá pudiera ver su rostro, pero no importaba mucho, su espalda es impresionantemente bella.

Se nota una ligera musculatura, seguramente debido a que ella hará ejercicio. Pasé las yemas de mis dedos por la línea de su espalda, causando gesto de sorpresa en su voz, tanto así que incluso se le erizó la piel, lo que me sorprendió porque no me lo esperaba.

Justo en ese momento, su ναgιηα se contrajo más, por lo que yo que iba a velocidad de locomotora, sin duda lo sentí en mi cuerpo, incluso antes de venirme me comenzaron a temblar las piernas.

Salí rápidamente de Emilie, parte de mi sεmεη cayó en su trasero, otro llegó hasta su espalda y algún que otro aterrizó en las sabanas.

-¡A-Aether! -Exclamó ella, sorprendida. -Eres un pillo, ¿en serio te atreviste a salpicarme de tu cosa?

-Mejor afuera que adentro. -Sonreí inocentemente, Emilie soltó una carcajada.

-Está tibio, no me da asco, pero me da una sensación de extrañeza, nunca me habían rociado con esperma, ¿sabes? Quizá porque estoy bajo efecto de la poción me da igual, solo límpialo.

-De acuerdo. -Tomé una de las sábanas y usé para limpiar mi desastre, pasé la misma por la espalda de Emilie, quién soltó un pequeño gemido, lo que me sorprendió. Seguí con su trasero y pasó lo mismo, ella siguió gimiendo.

-Perdón, con que me pase un pequeño soplo de aire me excito.

-Y si hago esto... -Le di un nuevo azote, noté que su cuerpo se exaltó, así como tampoco pudo ocultar ya su gemido.

-¡Uff, Aether sí que sabes cómo volverme loca!

-Digo lo mismo. -Sonreí.

Volvimos a pasar a la acción, nuevamente yo estaría arriba, y si hay algo que me encanta de esa pose es ver los gestos que hace Emilie, estamos tan cerca que respiramos prácticamente el suspirar del otro, estando en un ambiente tan caliente y lascivo, me sorprende que no explotáramos.

Esa Emilie que conocía no es la que ahora veo frente a mí, a pesar de que son la misma persona, cambian mucho, pues al no tener sus lentes, tener su ceño fruncido así como sus ojos cerrados, la hace ver de una manera tan diferente. Con su corto cabello desperdigado por las almohadas, me quedo sin palabras, en realidad.

Ahora yo tenía ambas manos al lado de sus orejas, y ella acomodó sus piernas sobre mis hombros, por lo que la presión que ejercía sobre mi ρεηε era impresionante.

-¿Eres gimnasta? –Le pregunté, pues me sorprendía su elasticidad.

-No exactamente. Simplemente me gusta hacer ejercicio.

-Igual, es increíble.

Como sentí que ya no faltaba mucho para venirme de nuevo, me detuve, aunque dejándolo adentro, así que me lancé a besarla, ya que sus labios son tan suaves, tan carnosos, así como me gusta ver sus hermosos ojos.

Sin duda alguna, esta nochecita me hará ver de una manera diferente a Emilie. Sea cual sea el resultado...no me quejaré, sin duda solo me queda disfrutar.

Cuando me pareció prudente, regresamos a la acción, manteniendo un ritmo acelerado, ya que Emilie aún tiene bastantes ganas de seguir, por lo que veo, yo sigo en forma, pero no sé cuánto más duraré.

-¡O-otra vez, me voy a venir, Aether, m-me voy a...! –Sin que pudiera terminar, sentí una humedad en mi bajo vientre, pues justamente me salpicó cuando ella acabó, y pasados unos segundos, su respiración regresó a la normalidad, aunque se escuchaba agitada todavía. –Tienes el don de hacerme venir con facilidad, y en realidad lo apreció, ¿sabes?

-Me agrada escuchar eso, pero yo todavía puedo seguir.

-¿Y quién dijo que había tenido suficiente, chico listo?

-Jum, eres insaciable.

-Supongo que solo por hoy.

Ella se colocó de cuclillas sobre mí, nos tomamos de las manos, Emilie empezó a bajar suavemente su cintura a la vez que gemíamos, moviendo la misma de arriba para abajo, lo que me volvía loco, pues esa posición vaya que me apretaba y como todo su peso iba ahora contra mí, la verdad es que no estaba nada mal, se sentía muy bien.

Tuve una mejor idea, así que le pedí que no nos tomáramos de las manos, y así lo hizo, pues al yo tener las manos libres, podía arañarle la espalda, así como acercarla a mí para morderle con suavidad el hombro, dándole de azotes con la mano que tenía libre, algo que a ella parecía gustarle mucho, naturalmente.

El sonido del azote en nuestros oídos se escuchaba maravilloso, pero no era solo eso, sus movimientos de cintura eran muy buenos, tanto así que llevé mi cabeza para atrás, apretando su cintura con mis dos manos, teniendo gestos de descontrol.

Apretaba mis ojos y los abría de golpe, estaba casi en mi límite, ese movimiento apresurado me tenía enloquecido, por lo que solamente ahogué un gemido que se escucharía fuerte, cosa de la que Emilie se dio cuenta.

-No, no. Quiero escucharte cantar. Yo ya fui tu ρυτα, ahora tú eres mío.

-¡A-ah, sí!

-Dilo. –Empezó a mover su cintura de adelante para atrás, y sin duda le gustaba, pero ahí quien estaba vuelto loco era yo.

-¡Ah, soy tuyo! ¡Soy tu pendejo! –Gemí.

-Así me gusta, Aether. –Sonrió ella, tomando mi mano para llevarla hasta su boca, mordiendo mi pulgar a la vez que me sonreía. Me tiene dominado completamente.

-¡E-Emilie, m-me voy a venir!

-¡Eso quería escuchar! –Pensé que pararía, pero no, siguió aumentando su ritmo.

-¡Y-ya viene!

-¡Sí, lo puedo sentir!

Emilie salió de mí a la vez que ella se venía, y realmente solo bastó con que pusiera con mano en mi ρεηε para que yo me viniera con fuerza, saltando un gemido que no escondí, siendo salvaje y liberador.

-¡Ah, por los Arcontes! ¡E-eso fue tan...! –Respiraba profundamente, vaya que había sido algo increíble, tanto así que simplemente me llevé las manos a la cara y la misma estaba que ardía.

-Eso fue tan excitante, Aether. Vaya que me pusiste a sudar, eh.

-Te mueves tan...no sé cómo decirlo. Tan hfsddjf. –Ella se rió.

-Vaya explicación. Pero entiendo lo que quieres decir.

Y así se nos fue el resto de la noche, hasta que el cansancio se apodero de nosotros, pues vaya que sudamos como si estuviéramos en una maratón desde el Punto Portatormentas en Mondstandt hasta la Costa Samudra en Sumeru.

No tengo ni idea de qué hora era al despertar, solo que estaba muy cansado, me senté entre las colchas, ya ni me acordaba qué hacía ahí. Solo recordaba hasta que pelee contra Emilie por...oh no... ¡oh no!

Cuando volteé a ver a mi lado, Emilie estaba dormida, desnuda, por lo que solté un gritó, echándome para atrás.

Ella despertó, asustada y confundida, pero lo primero que vio al despertar fue mi ρεηε, por lo que gritó, roja de la cara, y al verse desnuda, volvió a gritar.

-¡Eres un maldito, te aprovechaste de mí y me violaste, te voy a cortar el...!

-¡No, no, no! ¡Tú nos drogaste con ese perfume, así que el violado aquí soy yo!

-Ah...visto de esa manera, es verdad, fue mi culpa. –Me volvió a ver el pene. -¡Agh, vístete, me da asco ver esa cosa!

-¡Anoche no dijiste eso, me dijiste que era un marica por no querer metértelo!

-¡Ay, ya cállate! –Me gritó, arrojándome mis pantalones a la vez que ella salía cubriéndose con su falda.

Cuando nos calmamos, estábamos tomando un café en la corte de Fontaine, solo mirábamos a otro lado, sonrojados.

-Respecto a lo de anoche... -Mencioné.

-Ayer no pasó nada. Eso fue una pesadilla. –Sentenció Emilie.

-Como digas, de acuerdo. –Suspiré, calmado. -¿Conoces las pociones anticonceptivas? Una la inventó un amigo mío.

-Sí, las conozco. –Dijo, molesta. -Tomaré una llegando a mi casa...me moriré de vergüenza cuando tenga que ir a comprarla. –Lloró.

-¡Aether, Emilie! –Gritó Paimon, al verla nos pusimos rojos de la pena, volteando a otro lado. -¿Qué tanto hicieron ayer? Sabíamos que tenían un trabajo importante, pero no tan tardado.

-Así es, mi querido socio y tú prácticamente desaparecieron ayer. –Mencionó Navia, confundida.

-Tuvimos unos inconvenientes muy indeseables. –Dijo Emilie.

-No tanto así, fue una experiencia divertida. –Ella me dio una patada por debajo de la mesa. -¡Auch! –Navia y Paimon se quedaron viendo.

-Como digan. ¡Vamos por Macarrons a mi casa, ayer sobraron muchos!

-¡Sí, y eso que Paimon comió hasta reventar! –Ella giró sobre sí misma, emocionada.

-Yo me apunto. –Sonreí. Todos miramos a Emilie.

-Iré a la farmacia a comprar algo que necesito y me les uniré, lo prometo.

Navia nos miraba con cierta extrañeza, pues ni Emilie ni yo nos mirábamos a los ojos, solo vi que sonrió mientras se llevaba una mano al mentón.

<<Esos dos, sin duda, tuvieron sexo anoche>> Pensó Navia.

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Y es así como regreso el rey, ¡Nuestro Rey!

No podía regresar si no había Lemmon de por medio, no podía estar una vez más escribiendo si no era algo sucio y sexual, solamente escribiendo eso podría decir que volví a las andadas
Y aquí está el resultado, algo que tenía un planteamiento sencillo y ya usado pero llevado a otro nivel
Un nivel más íntimo entre los personajes

Pues sí, creo que me acomoda escribir cada dos semanas, no me consume mucho tiempo y me puedo dar espacio para el trabajo y la tesis

Tomará tiempo regresar a mis viejos números de antes, pero considero que no estoy oxidado ni pasado de moda...todo es cuestión de constancia.

Y vienen mejores ideas, cada vez más románticonas, yo sé lo que les gusta.

Siempre tuyo:

-Arturo Torres.

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