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Ehe... (Ehe te nandayo >:v)

Pues bien, sé qué debí haber hecho esto hace un ratote :V pero digamos que estaré un poco inactivo en el fic ya que estuve, primero que nada, escribiendo un guion para una obra de teatro que ya está a un paso de aprobarse, otra cosa es que bueno, último año de universidad, así que se darán cuenta que la escuela me está dando una santa putiza. Ahora, como compensación, y más para mis viejos lectores (¿de verdad habrá alguien que conozca la obra aquí presente?) Pues bien, la misma es mi novela Secretaria de guerra adaptada al teatro, no sé si participaré en la obra, pero no duden que les compartiré el link para que la vean uwu lo que sí tengo seguro es que seré el director porque...bueno, nadie conoce el guion tan perfectamente como yo, eso es un hecho :v aparte de que es un proyecto al que le tengo mucha emoción porque es un asunto casi personal. Por cierto, le cambié el final a la obra, ya verán qué pasa al último jeje

Vamos con la obra :v

Cuadro I

La escena representa la oficina de Fabrizia, hay en medio, (o en el lado derecho), una silla con su respectivo escritorio, una máquina de escribir sobre el mismo, un porta-fotografías, una lámpara, varios libros y papeles regados, de ser posible, algunas masetas, y pequeños libreros.

La escena está a obscuras.

Narrador, fuera del escenario: (se escucha Overture de Halo 3 ODST desde el segundo 0:10) Corre el año 1944, es la última fase de la Segunda Guerra Mundial. La ofensiva soviética ha arrasado las defensas alemanas de Europa del Este, los Aliados preparan un desembarco en las costas francesas de Normandía, así como los estadounidenses avanzan por la península itálica, cometiendo numerosos crímenes de guerra en su recorrido, reportándose grandes daños y bajas civiles. Ante la traición de los italianos, los alemanes han invadido el país creando un Estado títere al mando de Mussolini, algunos militares y civiles colaboran con el régimen, entrando en una verdadera guerra civil con los partisanos comunistas. En todo este caos, Fabrizia es una secretaria que envía cartas a la artillería de los Nazis en la línea Gustav para evitar la llegada de los Aliados a Roma. Ella, en sus tiempos libres, le envía cartas a su esposo que murió en la batalla de Sicilia...o eso es lo que le dicen todos, sin embargo ella guarda en su corazón la esperanza de que él está vivo y de que la está esperando. Lo que no sabe es que su puesto de secretaria se volverá tan peligroso que incluso puede costarle la vida. (Se quita canción en el minuto 1:38)

La escena se ilumina, Fabrizia está sentada en la silla, durmiendo con las manos apoyadas en su escritorio, comienza a sonar Theme of Violet evergarden, Alessandro llega y la despierta, riñéndola. Ella se despierta, recibiendo algunas cartas, juega con la máquina de escribir conforme lo va pidiendo la canción, redacta algunas cartas a puño y letra, se detiene a revisar el portarretrato, agarra el libro de la mesa, se pone a leer, Alessandro entra y nuevamente la riñe. Al terminar la canción, se obscurece la escena para posteriormente volver a iluminarse, Fabrizia termina de escribir una carta en su máquina, retirando la hoja. Se levanta de la silla.

Fabrizia: (Leyendo, observando al público) Dante: ellos aún me dicen que moriste en Sicilia. Como te imaginarás, no lo puedo creer, cada día solo deseo verte más...sé que estás vivo, y que pronto nos volveremos a ver, regresaremos a nuestra casa y todo será como antes de la guerra. Espero que lo leas...te quiere, Fabrizia. (Se limpia los ojos, como si estuviera tratando de no llorar.)

Alessandro, molesto: Niña, ¿dónde te metes siempre que te necesito?

Fabrizia: jefe...es mi descanso.

Alessandro: Lo sé, lo sé. Es solo que (pequeña pausa), tenemos asuntos de vital importancia. (Hace una seña para que Fabrizia se siente en la máquina de escribir, ella deja la carta en el escritorio, al encontrarse lista, asienta con la cabeza mientras mira a Alessandro) Son 600 hombres, artillería ligera, una escuadra de tanques Sherman, y se esperan ataques aéreos, se les envían panzerschreck, MG-42 y varia artillería antiaérea.

Fabrizia: (con cierto tedio) ¿Algo más que deba escribir?

Alessandro: No, por ahora no. ¡De igual forma debes estar más atenta al trabajo!

Fabrizia, compasiva: Señor, estaba en mi descanso.

Alessandro: La guerra no descansa, y de ser necesario nosotros tampoco. De todos modos, ya sabes lo que pienso de lo que haces en tus descansos.

Fabrizia: No tiene nada de malo escribir cartas.

Alessandro: ¿Puedo preguntar para quién es?

Fabrizia: Imagino que usted ya sabe para quién son todas mis cartas.

Alessandro: Solo lo supongo. En todo caso, tú tienes que desmentírmelo. (Fabrizia lo mira, no responde nada.) Son para Dante, ¿verdad?

Fabrizia: (mirando ahora la carta) Así es...

Alessandro, con cierto dolor en su voz: Son casi seis meses, ¿no es verdad?

Fabrizia, decaída: Exacto. Seis meses de que me dijeron que él está "muerto".

Alessandro: Fabrizia, Sicilia fue una masacre. Seguramente él murió en combate.

Fabrizia, molesta: El reporte oficial es desaparecido en combate, es claro que usted no tiene ni pizca de respeto por Dante.

Alessandro, derrotado y compasivo: Solo soy realista. Si quieres...si quieres dame la carta, yo la llevo a correo por ti, quizá te necesiten mientras estás afuera, y para cuando salgas, habrán cerrado seguramente.

Fabrizia hace lo que le pide, guardando la carta en un sobre. Alessandro solo toma la carta y se marcha, ella toma uno de los libros de su escritorio y se pone a leerlos. Después mira al público, pensativa, llevándose ambas manos a la cara, se rompe a llorar. Se apagan las luces, se retira toda la utilería.

Cuadro II

No hay detalles, las luces se encienden, tres soldados, acompañados de Banks y de Jones entran corriendo en escena algunos se tiran, otros se hincan o mantienen la cabeza agachada, sonido de disparos.

Jones, gritando: ¡¿Dónde está ese maldito Sherman?!

Banks: Está quemándose, varios alemanes lo interceptaron con panzerschreck.

Jones: ¡Maldita sea, debemos seguir avanzando! ¡Griffin, mueve el culo y ve a darnos cobertura en esa trinchera de allá, Stone, tú lo sigues!

Ambos soldados salen de escena corriendo, suenan varias ráfagas de disparos, Banks se lleva una mano a la boca, notoriamente asustado e impactado.

Jones: ¡Los que siguen, Banks, Hudson, adelante! (Agarra a Banks de la ropa, empujándolo para que salga de escena).

Banks: (asustado, retrocede) ¡¿Acaso está loco, señor?! ¡Tienen ametralladoras, y sus morteros nos están masacrando, vea cómo quedaron Griffin y Stone, no tenemos oportunidad de lograr nada!

Jones, eufórico: ¡Nos quedamos a matar alemanes!

Hudson se tira como si le hubiera llegado un impacto de bala en el cuello, llevándose ambas manos a la misma, haciendo ruidos de ahogado, Banks lo trata de ayudar.

Banks: (mirando a Jones) ¡Capitán, si nos quedamos aquí nos van a matar, tenemos que buscarle un cirujano de campo a la de ya a Hudson!

Jones, impotente: ¡Tsch! ¡Retirada!

Ambos toman a Hudson para sacarlo de escena. De ser posible, entran soldados alemanes a escena, farfullando "vorstellen". Se obscurece, regresan los detalles de la escena anterior. Al prenderse las luces, Fabrizia sigue leyendo en su escritorio, Rosella entra en escena con dos tazas en manos.

Rosella: Señora, ¿gusta un poco de café?

Fabrizia: Claro que sí, por favor, pasa.

Rosella: ¿Gusta de crema?

Fabrizia: No, gracias. Así está perfecto. (Al llevarse la taza a los labios, bebe un poco para ir bajando lentamente hasta dejar la taza en el escritorio, mira al suelo, sonriendo)

Rosella: Veo que le gusta mucho el café, ¿no es así señora Fabrizia?

Fabrizia: Sí, pero además este me trae buenos recuerdos...los mejores, sin duda.

Rosella: Ya veo, la dejo sola entonces, no quiero darle molestia alguna.

Fabrizia: Gracias, Rosella (pequeña pausa), gracias de verdad. (Al salir de escena Rosella, Fabrizia toma el portarretratos, mirándolo con cariño, abrazando el mismo a la vez que cerraba los ojos. A los pocos segundos, deja la foto en su lugar). Algún día de estos, Dante. Algún día de estos.

Se obscurece la escena mientras ella se va a sentarse en la silla del escritorio, acomodándose para dormir. Se retira el escritorio, se deja la silla.

Narrador: Año de 1941

Se encienden las luces, Dante se encuentra en pantalones y camiseta de trabajo, con un sombrero y guantes de jardinería. Fabrizia está sentada en la silla mientras bebe de un vaso.

Fabrizia: Dante, querido, se te hará tarde para ir a la biblioteca.

Dante: ¡Cierto! ¡Solo termino de podar las margaritas y me iré a cambiar! (Se quita los guantes y el sombrero, secándose el sudor de la frente.)

Fabrizia: Apúrate, Dante. No se te vaya a hacer tarde de nuevo.

Dante: Tranquila, mujer. Me bañaré rápido y, de ser necesario, me iré corriendo a la biblioteca. (Sale de escena)

Fabrizia: Solo apúrate, ¿sí? Siempre se te hace tarde. (Prende un cigarro).

Dante: (Fuera es escena) Ya sabes, llegar temprano de plano no es lo mío. (Entra en escena solamente con una camisa y saco, se sorprende al ver a Fabrizia) ¡Por Dios, son las 9 de la mañana, al menos espérate a medio día!

Fabrizia: (Sonriendo pícaramente) Ni modo, ¿qué le puedo hacer?

Dante sale de escena para tomar un portafolios, regresa, despidiéndose de Fabrizia para salir del otro lado del escenario. Se obscurece, aparece el escritorio a forma de mesa y otra silla. Hay platos y vasos servidos, al encenderse la luz, Dante aparece quitándose un abrigo y dejando el portafolios en el suelo.

Dante: Fabrizia, estoy en casa. (Busca por el escenario, con un gesto de extrañeza, Fabrizia entra con una jarra, sirviendo agua en ambos vasos)

Fabrizia: justo a tiempo, porque la cena ya estaba lista. (Se sientan a la mesa)

Dante: oh, es del vino que me gusta... ¿por qué brindaremos hoy?

Fabrizia: Yo sé: ¡No más guerra!

Dante: buena idea, ¡no más guerra! (Ambos dicen "salud" y chocan vasos, comienza a sonar Lost of words en un loop hasta que acabe la escena) A propósito, me leíste la mente porque hoy hay algo que deseo celebrar contigo.

Fabrizia: ¿Sí? ¿Qué es? (Dante saca de su bolsillo un pañuelo blanco, ofreciéndoselo a ella.) ¡Mira, si es una de tus bromas de juro que...!

Dante, serio: No lo es, Fabrizia, quédate tranquila (Ella toma el pañuelo, comenzando a desenvolverlo, en el mismo hay un collar, silencio por parte de ella, él habla emocionado) ¿Te gusta? Sabía que te gustaría.

Fabrizia: pues...pues...

Dante: no digas más. No hace falta, con eso me basta. (Bebe más de su vaso, ambos se levantan de la mesa para darse un abrazo) Si un día llego a faltar, cuando lo tengas puesto...recuérdame, Fabrizia. Recuérdame desde el fondo de tu corazón.

Se obscurece la escena, se retira todo a excepción de la mesa y una silla, Fabrizia está sentada, durmiendo sobre la mesa. Se detiene abruptamente la música. Antes de que ella despierte, está sonriendo, y al hacerlo, ve al público, notoriamente confundida, posteriormente se pone triste, recostando su mentón sobre sus dos brazos.

Telón.

Cuadro III

Nuevamente la escena está vacía, entra un soldado, Banks y Jones, agachados, el primero notoriamente asustado.

Jones, enojado: ¡¿De dónde sacaron artillería antiaérea?! ¡Los caza que volaron la zona en la mañana dijeron que todo estaba despejado para que pudiéramos bombardear sin mayor problema!

Banks: Ni yo me explico cómo sabían que íbamos a atacarlos por aire. La orden apenas fue dada ayer en la mañana para hoy.

Soldado: ¿Será porque estamos en guerra y podemos usar cualquier cosa?

Jones: ¡Banks! ¡¿Alguna brillante idea?! Tenemos que atravesar esa maldita brecha, sería más fácil arrasar con todo este maldito monte al carajo.

Banks: No por ahora, teniente. Es que... (Nervioso) leí en un comic que hay extraterrestres con máquinas para ver el futuro...quizá los alemanes tengan algo parecido.

Jones: (lo golpea en el casco) No seas ridículo, eso es imposible.

Soldado: señor, Banks tiene algo de razón, puede que tengan algo parecido a eso.

Jones: ¡O simplemente tienen un jodido espía en la unidad, así que a partir de hoy todos serán investigados sin excepción alguna! (el soldado se ajusta el cuello, nervioso, tragando saliva. Se obscurece)

Al iluminarse el escenario, la silla, el escritorio, la máquina de escribir y los libros regresan a escena, Fabrizia está tecleando.

Fabrizia: Dante, esta noche soñé cuando estábamos en el patio y yo te apresuraba para que te dieras prisa en llegar al trabajo. ¿Recuerdas que esa fue la noche en que me regalaste el collar de aguamarina? Aún lo tengo todavía, y es mi mayor tesoro. Cuando vuelvas, también te daré un regalo muy especial...no te puedo decir nada todavía. Firma: Fabrizia. (Se levanta, Rosella entra casi que casualmente a escena, Fabrizia se levanta) ¡Rosella, hazme el favor de entregar esta carta a la oficina de correos!

Rosella: claro, Fabrizia. Sin problemas.

Alessandro entra en escena.

Alessandro: recibí noticias, la carta que escribiste ayudó a retrasar a esos bastardos en, por lo menos, una semana. (Riendo) Los yankees están más que confundidos, no saben cómo es que los alemanes van un paso delante de ellos.

Fabrizia: ¿eso quiere decir que vamos bien en el frente?

Alessandro: eso me gustaría decir...aunque la verdad es que vamos mal.

Fabrizia: no se preocupe, cuando en el frente oriental hagan retroceder a los soviéticos, la ayuda vendrá a Italia.

Alessandro: eso es lo que todos quisiéramos. Estamos viendo a dónde moveremos la oficina una vez Roma caiga.

Fabrizia: no sea tan derrotista, jefe. Si no son los alemanes, pueden ser los húngaros, o quizá España se meta a ayudarnos, así como nosotros lo hicimos en su guerra.

Alessandro: no recibiremos ninguna ayuda. Los soviéticos no retroceden ante nada, los húngaros traicionarán a Alemania como lo hicieron los comunistas...ya no tiene sentido ser parte de esto.

Fabrizia: oh vamos, las cosas no pueden estar tan mal.

Alessandro: la verdad es que debes dejar de creer en cuetos de hadas. (Susurrando) O al menos dejar de creer que Dante está vivo.

Fabrizia: entonces puede pasarse al bando partisano. Yo ya lo hubiera hecho hace tanto tiempo... es solo que, si deserto, tengo miedo de que se desquiten con Dante si lo llegan a encontrar.

Alessandro: eso dicen...si te pasas con ellos, o eres espía...te despachan a ti y a toda tu familia. (Suspira, desesperado y abrumado), ¿en qué lío nos hemos metido? No te mentiré si te digo que solo quiero ir a mi casa y no tener que estar preocupado de saber cuándo caerá la siguiente bomba...ya estoy harto de todo esto.

Fabrizia: yo también solo quiero volver a Sicilia y regresar a la biblioteca donde solíamos trabajar los 3...si es que no quedó destruida.

Rosella entra a escena de manera sorpresiva.

Rosella: (con mucha inocencia) ¡Fabrizia, ya entregué la carta que me pidió! (El jefe mira a Fabrizia, ella voltea a ver al público, haciéndose la que no sabe nada.

Alessandro: ¿Una carta, eh? Luego me dices a quién se la mandaste. (Fabrizia se aguanta la risa, el jefe sale de escena, ella se rompe a reír junto con Rosella)

Fabrizia: debes ser más cuidadosa de cuándo me dices esas cosas.

Rosella: lo tendré en cuenta.

Sale, Fabrizia sigue riendo un poco, ella se queda callada al ver la foto en su escritorio. Se obscurece la escena, se deja todo vacío nuevamente. Al iluminarse entran Jones, Banks, y varios soldados.

Jones: francotiradores al frente, quiero que acaben con esas ratas.

Banks: señor, tenemos un bunker al descubierto...murieron Ramos, Raven, Appam, Hudson...y otros 15.

Jones: ya perdí la cuenta de cuántos soldados cayeron en estas semanas, las bajas son altísimas. Revisen el bunker de inmediato, quiero ver qué tenían esos alemanes para jugar. (Los soldados salen de escena, Jones se queda, Banks regresa)

Banks: señor, tenían ametralladoras del 20 y minas anti-tanque, en mucha cantidad.

Jones: eso serviría para un ataque con tanques...justo como se planeaba para mañana al alba.

Banks: estaban muy bien preparados, como si supieran qué estrategia tenemos para el pasar de los días.

Jones: (enojado, comienza a sonar Halo Infinite - Bassus Boss Theme minuto 1:50) ¡Es porque lo saben, Banks, ellos saben todos nuestros movimientos! Se esconden mejor que ratas, ¡mejor que ratas! Estoy seguro que hay un infiltrado, y cuando lo tenga en mis manos (hace un gesto de aplastar algo), acabaré con él, ¡lo mataré con mis propias manos! (un soldado entra)

Soldado: tenían también armas anti-infantería, adelante hay un campo minado, así como alambradas. Parece que quieren retrasar el avance todo lo que puedan.

Jones: esto ya no es casualidad. Si el ataque con tanques fallaba, enviaríamos a 200 soldados a atacar ese bunker...ellos saben qué tenemos planeado. Ya da lo mismo, hoy murieron 20 de mis muchachos, así que quemen este maldito lugar. ¡En marcha, no los dejen escapar! (otro soldado entra)

Soldado 2: ¡Señor! Confirmado, hay varios agentes de inteligencia alemana en la red, se están localizando, pero tomará su tiempo. Reenvían la información a los alemanes en Roma, y ellos la mandan para acá.

Jones: mataré a todos los involucrados, ¡a cada uno de ellos! ¡Sus vidas no valen ni una sola de la de mis hombres! No me importa quién sea...los mataré.

Se obscurece la escena.

Narrador, fuera del escenario: 1937. (Al iluminarse entran Dante y Fabrizia, ambos con ropa casual).

Dante: ¿Entonces si quieres ir a la feria?

Fabrizia: claro que sí, no me molestaría para nada.

Dante, emocionado: ¡Bien! Pensé que estarías ocupada por lo de la biblioteca.

Fabrizia: mañana es día libre, Dante. (Burlonamente) Me sorprende que no se te olvide dónde vives.

Dante: sin duda. Aunque en realidad no importa, mientras no se me olvide verte.

Fabrizia: solo eso faltaría. De ti me espero hasta lo impensable. (Ambos salen, se obscurece, a los 3 segundos se ilumina, entran Dante y un mago, ambos van juntos)

Dante: aquí lo tiene. Por favor, cuídelo mucho. (Le entrega un anillo)

Mago: ¡Con mi vida! Ahora vaya a buscar a la dama, yo estaré esperando aquí. (Dante sale, a los pocos segundos entran Fabrizia y varios dobles más) ¡Por favor, atención al frente, este es mi mejor truco! Haré aparecer este anillo en el dedo de...¿qué tal esta hermosa señorita? (el mago la señala con la mano, ella pasa al frente)

Fabrizia: quiero ver si es cierto lo que dicen de usted.

Mago: me parece bien, ¡comencemos! Y aquí está el anillo (lo muestra a los dobles, juega con él como si fuera una moneda, Dante se lleva las manos al rostro, notoriamente asustado) Ahora, ¡solo tengo que decir las palabras mágicas! Abra kadraba... (Arroja el anillo al aire, el mago aplaude, Fabrizia muestra otro anillo en su dedo, sorprendida) ¡Tara, ahí está! (todos rompen en aplausos y ovaciones)

Fabrizia: qué buen truco. Veo que lo que decían de usted no era mentira.

Mago: y también soy adivino (mira a Dante), ese sujeto de ahí tiene algo importante que decirle, señorita.

Dante: (silencio, parece nervioso)

Mago: bueno, parece que me equivoqué al final de cuentas. (Fabrizia le regresa el anillo al mago)

Fabrizia: gracias por el espectáculo. Dante, vayamos a ver qué más hay.

Dante: adelántate, iré a comprar algo. (Fabrizia sale de escena, Dante regresa con el mago)

Mago: ¿Nervioso? Es natural, así que no te preocupes, no estoy molesto.

Dante: gracias. Sin embargo...¿cómo haces ese truco? ¿Qué hay detrás de él?

Mago: a veces, solo es cosa de magia. Los milagros existen de verdad (aplaude, Dante tiene otro anillo puesto)

Fabrizia: (fuera del escenario) ¡Dante, date prisa, tenemos mucho que hacer aún! (Dante sale al igual que el mago, posteriormente, Fabrizia y él regresan) Te noto un poco distraído hoy.

Dante: perdón...estoy muy pensativo esta noche.

Fabrizia: ¿Tienes pendientes sin resolver?

Dante: no es nada importante.

Fabrizia: vayamos al mirador, seguramente habrá algo divertido.

Dante: seguramente sí. (Ambos salen y vuelven a entrar, él se nota muy nervioso) Oye, Fabrizia, hay una cosita que quiero decirte.

Fabrizia: ¿una cosita? Claro, puedes decirme.

Dante: quiero darte esto. (Entran corriendo dos extras a escena, atraviesan el escenario, uno de ellos choca con Dante, haciéndole tirar el anillo, el mismo cae fuera del escenario, él se lleva las manos a la cabeza, mirando hacia abajo, como si fuera una distancia alta) maldita sea...se me acaba de caer el jodido anillo... (Fabrizia se pone a reír, abraza a Dante, él no deja de mirar hacia abajo)

Fabrizia: no es necesario que me des un anillo para que te cases conmigo. Por lo poco que lo vi, era muy bonito, ¿qué le vamos a hacer ahora?

Dante: si tú lo dices. Se me fue la vida en ello y ahora...se perdió. (Ambos salen del escenario, Dante lo hace cabizbajo. Segundos después, vuelven a entrar, él sigue decaído)

Fabrizia: vamos por un algodón de azúcar. No le veas lo malo, ya después me podrás comprar otro, el precio es lo de menos.

Dante: ¡¿Entonces?! (Pequeña pausa) ¡¿Eso quiere decir qué...?!

Fabrizia: Sí, Dante. (Lo abraza) Sí quiero. (Al separarse, Dante sonríe)

Dante: ahora que lo pienso, el anillo no tenía tanta importancia...se me olvidó que lo importante es la respuesta. (Fabrizia ríe)

Fabrizia: y sigues siendo olvidadizo, ¿por qué no me sorprende? (Se vuelven a abrazar, salen del escenario y regresan con un algodón de azúcar cada uno. Ella lo muerde y hace una cara de extrañeza, Dante ve hacía otro lado, ella se lleva la mano a la boca, sacando un anillo, jala de la camisa a Dante para llamar su atención) Mira qué encontré.

Dante: ¿Hum? Un segundo... ¡es el anillo que te compré! (ambos comienzan a reír, abrazándose)

Se obscurece la escena, se coloca la decoración de la oficina de Fabrizia, al encenderse la luz, ella está sentada mirando la fotografía de Dante. Tras unos segundos de silencio, comienza a sonar una alarma de bombardeo.

Alessandro, fuera del escenario: ¡Fabrizia, nos están atacado, hay que salir de aquí! (Entra corriendo) ¡Vámonos, corre, por el amor de Dios!

Fabrizia toma la fotografía, corriendo hacía Alessandro, ambos salen de escena. Silencio y telón.

Acto II

La escena está vacía, hay varios soldados tirados, entran Jones y Banks.

Banks: señor, es un desperdicio de balas. ¿Qué importa si queda uno?

Jones: cierra la boca. Hay que rematarlos a todos, y eso se hará, porque yo lo ordeno.

Banks: vamos, señor. ¿Le gustaría que le hicieran eso si estuviera en sus zapatos?

Jones: te dije que te calles, Banks, está vez es una orden. A los nazis se les debe enseñar algo de humanidad, ellos no tienen humanidad, por eso es mejor matar a todo idiota con una banda roja en su brazo. Descansaremos aquí media hora y después nos enrolamos a la acción.

Entran dos soldados con un prisionero, el que grita y patalea porque lo dejen ir.

Soldado 1: ¡señor, atrapamos una rata!

Jones: bien hecho, Nicholson. Banks, permiso para hablar. (El soldado trata de escaparse, Jones lo patea, poniendo un pie sobre su espalda) Eso, te aplastaré como la cucaracha que eres. (Comienza a sonar Halo Infinite - Bassus Boss Theme minuto 1:50)

Prisionero: ¡Y-yo no sé nada, les juro que no sé nada, por favor déjenme ir!

Jones: ¡Ja! Hasta parece (Patea al soldado varias veces, Banks mira perturbado) ¿Vas a hablar ahora?

Prisionero, con dificultad: d-de verdad que no sé nada.

Jones: ¡Esas son patrañas! (sigue pateándolo)

Prisionero: n-no sé nada...solo soy un simple soldado.

Jones: bien, entonces no tiene sentido cargar contigo. (Le entrega un cuchillo a Banks) Ejecútalo.

Banks: Señor...¿por qué me pide eso?

Jones: es una orden, así que hazlo ya.

Prisionero, sumamente asustado: da-dame otra oportunidad. No me mates, por favor, no me mates.

Banks: n-no puedo hacerlo señor. No puedo.

Jones: eres débil, ¡maldito inútil! (Le quita el cuchillo, Jones le corta la garganta al prisionero, tirándolo al suelo) ¡Si tanto querías a ese alemán, cava su tumba! Al menos sé útil para eso, ¡idiota! (Jones sale de escena)

Banks: Dios, perdónalo...él no sabe lo que hace.

Jones, fuera del escenario: ¡En marcha, tenemos que llegar a Roma lo antes posible!

Obscuridad, se acomodan las cosas a modo de que quede a una oficina más amplia. Fabrizia, Alessandro y dos soldados entran a escena.

Soldado 3: murieron 30.

Soldado 4: no tenemos restos que enterrar, déjenlo así.

Alessandro: ¿Cómo carajos venimos a parar a esta casa hogar? (mira a Fabrizia) Lamento lo del susto, es solo que teníamos que salir de inmediato.

Fabrizia: no se preocupe, jefe. Rescaté lo más valioso para mí. (Le muestra la fotografía)

Alessandro: veo que aún no te das por vencida, bien por ti. Quisiera tener tu misma alegría a pesar de lo que pasa.

Fabrizia: ¿por qué lo dice, jefe?

Alessandro: es que a pesar de las cosas que han pasado, no te derrumbas. ¿Quién no quisiera tener tu coraje?

Fabrizia: no lo sé...creo que solamente aprendí a ser feliz en este caótico mundo. (Los soldados se les acercan)

Soldado 3: en la cocina hay sopa, algo de carne, un poco de vegetales, y bastante leche para los niños. Eso es lo que ella debe saber.

Alessandro: está bien, ¿qué hay de nosotros?

Soldado 4: para nosotros hay raciones militares. No es la gran cosa, pero peor sería no tener nada. Las raciones están en cajas de madera, solo tomen una palanca y empujan hacia arriba, es sencillo. (Los soldados se retiran, Fabrizia curiosea la zona)

Alessandro: al menos tenemos dónde dormir esta noche, ya es ganancia. (Pequeña risa)

Fabrizia: ojalá las camas sean cómodas.

Alessandro: y pensar que hace unas horas lo último que me preocupaba era dónde dormir y qué comer. La vida es tan irónica.

Fabrizia: así es, jefe. Es muy irónica, como siempre. La vida parece funcionar de manera extraña.

Alessandro: lo he pensado durante estos 5 años de guerra. (Se queda pensativo, notoriamente abrumado)

Fabrizia: ¿Qué pasa, jefe?

Alessandro: nada, en realidad. No sé cómo puedo estar triste. Tu alegría es tan contagiosa como una enfermedad mortal.

Fabrizia: un poco de alegría no le viene mal a nadie, lo que pasa es que usted olvidó cómo sonreír.

Alessandro: En fin...¿qué hay en el menú? (ambos salen de escena, se obscurece la escena, sale Alessandro, Fabrizia se sienta en una de las sillas de la oficina. Al iluminarse, ella está recostada sobre la mesa, él entra).

Alessandro: despierta, dormilona. Es hora de levantarse. (Al ver que no reacciona, él mueve su hombro delicadamente) Despierta, Fabrizia. Es hora de que hagas el desayuno, yo iré a afeitarme.

Fabrizia: está bien, Dante.

Alessandro: ¿Hum? (voltea a verla, un poco confundido, ella abre los ojos de sorpresa, recostándose rápidamente) Solo date prisa, por favor. Ya es algo tarde. (Ambos salen de escena, entran varios soldados y Alessandro)

Oficial: la situación es muy crítica, desde el bombardeo que hubo en Roma hace 3 meses los Aliados empezaron a avanzar estrepitosamente, ¿a qué se debe eso?

Alessandro: yo sé por qué. Es por mi compañera, Fabrizia. Es la cocinera y la que cuida de los niños. Ella, junto con otras secretarias mandaba las órdenes que filtrábamos de los Aliados, haciéndolas llegar a los alemanes para que pudieran reaccionar a tiempo. Como se imaginarán, todo se fue al carajo cuando destruyeron la oficina de telégrafos.

Oficial: ese es un problema. De todas formas hay más secretarias, no solo la cocinera.

Alessandro: puede tener por seguro que ella es la mejor en este asunto.

Oficial: trataremos de reestablecer esa línea, y ya hay que sacar a esos niños de aquí...este sitio no es para nada seguro.

Oficial 2: ¿entonces qué más podemos hacer?

Oficial: irnos. Los bombardeos seguirán constantes, quedarnos aquí es un suicidio.

Alessandro: muy bien, ¿y a dónde nos vamos?

Oficial: esa es una muy buena pregunta, señor Alessandro. Podemos ir al norte o incluso a Alemania, quedarnos aquí no es viable, ya no. Esta era una situación que justamente usted debió haber evitado.

Alessandro: señores, deben entender que mi oficina fue destruida hace más de tres meses, ¿qué puedo hacer yo? La logística es un desastre, no se ha podido restablecer nada de lo que tenía montado.

Oficial: viendo las circunstancias actuales, solo nos queda una cosa por hacer.

Alessandro: ¿Irnos?

Oficial: efectivamente. Empaquen sus cosas, ¡nos vamos!

Todos se ponen a recoger papeles, ordenar libros, ponerlos en portafolios. Comienza a sonar nuevamente la alarma de ataque, todos se alteran. Un soldado entra corriendo, nervioso.

Soldado: ¡Nos atacan aviones enemigos!

Oficial 2: ¡Preparen los cañones de 88, debemos sacar a todos de aquí!

Todos se retiran, se obscurece la escena, Fabrizia entra por un rincón y empieza a meter alimentos en una mochila al iluminarse, Alessandro entra por el lado contrario

Alessandro: ¡Fabrizia, ¿dónde estás, por un carajo?! (Ella cierra la mochila, echándosela a los hombros, se levanta corriendo hacía el jefe)

Fabrizia: ¡Alessandro, vámonos ya!

Salen de escena, se obscurece. El escenario queda vacío, entran varios soldados, al frente está Jones.

Jones: Muy bien, las ordenes son atacar mañana al alba, eso quiere decir que entraremos a la ciudad y mataremos a todo hijo de perra que tenga uniforme alemán. ¿Alguna pregunta?

Soldados, al unísono: ¡Señor, no, señor!

Jones: eso quería oír... ¡muerte a los nazis!

Soldados, al unísono: ¡muerte!

Jones: que no quede nadie de ellos en pie.

Telón

Acto III

La utilería da forma de un lugar en ruinas, muebles rumbados, libros tirados, rocas inclusive, sillas volteadas. Entran Fabrizia y Alessandro. Él se pone a buscar entre las ruinas al igual que Fabrizia, sacando una bolsa de chocolates.

Fabrizia, sonriendo: mira, encontré chocolates (come uno), ¿quieres un trocito?

Alessandro: no gracias, no me gustan los chocolates.

Fabrizia: más para mí.

Alessandro sigue buscando, al no encontrar nada, se desespera, le da la espalda a Fabrizia, ella se sienta, sacando varias cosas de la mochila.

Fabrizia: Alessandro, ven a comer.

Alessandro, sorprendido: ¿Comer? ¡¿Encontraste algo?!

Fabrizia: no. fui precavida y me llevé esto del albergue. Inteligente, ¿no? (le entrega un pedazo de pan a su contrario)

Alessandro: gracias.

Fabrizia se pone a comer, él no le quita la mirada de encima, pues ella está un tanto alegre. Al darse cuenta de que la observa, ella le sonríe.

Fabrizia, en tono burlón: no me diga que se ha enamorado de mí, señor Alessandro.

Alessandro, también burlón: ay, Fabrizia. Siempre sabes qué decir en los momentos más inadecuados.

Fabrizia: ¿entonces qué tanto me ve?

Alessandro: te miro y me recuerdas a mi abuela cuando yo era niño. Ella siempre fue muy tranquila, al igual que tú.

Fabrizia: a diferencia de usted, señor.

Alessandro: eso sí. De todas formas, estás como si nada estuviera pasando, ¿de verdad sabes en qué nos hemos metido?

Fabrizia: claro que sí, señor. Estamos vagando a mitad de Roma sin rumbo y tratando de escapar del enemigo. Puedo parecer tonta, pero no lo soy.

Alessandro: me queda perfectamente claro que no lo eres. Estás tan tranquila, ¿cuál es tu secreto?

Fabrizia: ninguno, señor. Solo pienso en que mañana todo estará bien, por eso no me preocupo.

Alessandro: lo tendré en cuenta.

Se obscurece la escena, ambos salen, entran Jones, Banks y 3 soldados más.

Turner: ya revisamos todas las casas, teniente. No encontramos a nadie.

Jones: está bien, quiero que busquen en las que están más destruidas, las ratas se esconden en todo lugar. ¡Banks, Smith, Turner y Edwards, vengan conmigo! Ese lugar de ahí es enorme, seguramente ahí se pueden esconder algunas ratas, hay que ir a ver. (Salen y entran)

Banks, cubriéndose la nariz: puta madre, teniente, aquí apesta a muerto.

Jones: cállate Banks, no te pregunté si te molestaba el olor. (Revisan el lugar, Jones se agacha y encuentra unas medallas) Bingo.

Banks: ¿qué encontró, teniente?

Jones: ¿saben qué es esto, soldados?

Smith: son medallas nazis.

Jones: no son medallas cualquieras. Estos hombres eran de las SS. Eran de buen calibre, dimos en el blanco, muchachos. (Comienza a revisar papeles) esta era la oficina de donde salían las cartas que daban la información de nuestros ataques a la línea Gustav, ¡sabía que no estaba loco, había un maldito infiltrado! ¡Aquí estará el nombre del maldito que me jodió por tanto tiempo! (colérico, revisa los papeles) ¡Quiero la cabeza de ese hijo de perra en mis manos, y la quiero pronto!

Los soldados, a excepción de Banks: ¡Sí, señor!

Salen de escena, entran a los pocos segundos Fabrizia y Alessandro, del lado contrario.

Alessandro: está por anochecer. Será mejor que duermas, yo montaré guardia.

Fabrizia: ¿seguro?

Alessandro: claro que sí. Tú descansa, te lo mereces. (Ambos levantan un sofá que se encuentra en el suelo, ella se acuesta en el mismo, llevándose un chocolate a la boca) ¿Te quedan muchos?

Fabrizia: sí, muchos todavía. (Burlona) Si quieres uno, solo pídemelo.

Alessandro: no gracias, solo era una pregunta.

Él se sienta en el suelo, frotando sus manos, parece tener mucho frío, al igual que Fabrizia, quien tiembla. Él se levanta, se quita su abrigo y se lo coloca a ella.

Fabrizia: no me lo dé si usted también tiene frio.

Alessandro: no quiero que enfermes. Dante hizo una vez lo mismo conmigo, y ahora quiero devolverte el favor a ti para así darle las gracias.

Fabrizia: mejor espera a que él vuelva de Sicilia para que le regreses ese favor.

Alessandro: no. Esa deuda ya estará saldada para ese entonces.

Se obscurecen las luces, Alessandro se acuesta en el suelo, boca arriba, al encenderse las luces, Fabrizia le mueve el hombro

Fabrizia: despierta, Alessandro. Ya es de día.

Alessandro: ¿hum?

Fabrizia: despierta, ya es de día. Se supone que tú ibas a cuidar de mí (pequeña risa)

Alessandro: perdón, me ganó el sueño después de todo.

Fabrizia: desayunemos lo que sea que quede. (Ambos se sientan en el suelo, preparando las cosas, él la mira, sonriendo) ¿Amaneciste de buenas?

Alessandro: algo así. Tuve una sensación de deja vu al despertar...soñé con Dante.

Fabrizia: ¿enserio? ¿Y qué soñaste?

Alessandro: que una vez nos quedamos atrapados en la lluvia mientras íbamos a cortar leña, nos quedamos toda la noche en el auto.

Fabrizia: ¿eso tiene como 4 años que pasó?

Alessandro: no lo recuerdo...estoy casi seguro que sí.

Fabrizia: también él me lo contó. Me enojé tanto con Dante por no haber llegado en toda la noche, pensé que lo habían reclutado para ir a pelear a Stalingrado. No le hablé como por una semana.

Alessandro: Auch...¿te dijo lo que pasó?

Fabrizia: sí. No lo creí, imaginé que se habían ido de borrachos.

Alessandro: al final de cuentas no te mintió. Él me prestó su abrigo porque yo estaba enfermo, por eso te dije que debía devolverte el favor.

Fabrizia: se lo regresarás después.

Alessandro: así será. (Toma la mano de Fabrizia) No te lo había dicho pero...es difícil pensar que ya no está con nosotros. El solo imaginar que quedó ahí, tumbado en el barro, es horrible. Cuando supe de eso, desperté muchas noches pensando qué le había pasado. Ojalá podamos encontrarlo pronto.

Fabrizia: Alessandro... (Comienzan a sonar disparos, ambos se alarman) ¡Vámonos!

Salen de escena, obscuridad, al alumbrarse, entran de nuevo, agitados y cansados.

Alessandro: busquemos ya un puesto de batalla de los alemanes.

Fabrizia: ¿por qué no mejor nos entregamos a ellos?

Alessandro: si nos atrapan nos van a matar. Somos sus enemigos. Por nuestra culpa los alemanes supieron cuándo, dónde y cómo iban a atacarlos. ¿Por qué te metí en esto? (se lleva las manos a la cabeza), por mi culpa te van a matar si te atrapan, ¡debí pedir que te cambiarán a alguna otra oficina, un trabajo más relacionado con los civiles, no con los alemanes! No puedo dejar que te atrapen, si lo hacen...Dante se quedará esperando toda la vida a que regreses a casa.

Fabrizia: tampoco te dejaré atrás. Los 3 regresaremos a trabajar en la biblioteca, como en los buenos tiempos.

Alessandro: sí, sí, eso haremos. No sé, tengo mucho miedo de que nos encuentren, no debemos perder un segundo, hay que buscar a los alemanes, seguro ya lo saben, ya saben que éramos nosotros. (Fabrizia lo abraza, él se sorprende, pero regresa el abrazo, el que dura un par de segundos)

Fabrizia: estaremos bien...no tenga miedo, saldremos de esta, ya lo hemos hecho antes. No pierda la esperanza, por favor.

Alessandro: está bien...gracias, me hacía falta. Entré en pánico, ya no sé qué hacer.

Fabrizia: busquemos si hay sótano, eso podría ayudarnos a escondernos.

Alessandro: de acuerdo... (Salen de escena)

Entran Banks, Jones y varios soldados.

Banks: ¡Señor, se están retirando!

Jones: ¡Vayan por esos malditos!

Soldados: ¡Señor, sí señor! (Salen de escena, suenan disparos y gritos de los soldados)

Banks: ¡Semioruga, busquen cobertura!

Jones: ¡Busquen un lanzacohetes, debemos acabar con eso!

Banks: Señor, debemos retirarnos, tienen mucha mayor potencia de fuego.

Jones: esa tal Fabrizia hace de las suyas otra vez...cuando la encuentre, se las verá conmigo, ¡vámonos! (Salen de escena, a los pocos segundos entran)

Banks: ¡Rápido, hay que refugiarnos ahí!

Soldado: mucho al ojo semioruga, no tenemos potencia de fuego para eliminarlo.

Jones: registren la casa en busca de trampas...me parece extraño que esté en tan buen estado.

Banks: señor, está amaneciendo. Tenemos que irnos pronto.

Jones: no, las órdenes son avanzar lo más que podamos y hacer retroceder a los malditos alemanes.

Soldado, fuera del escenario: ¡Señor, encontré civiles!

Jones: sácalos de ahí, quiero que me los traigas.

Soldado: ¡arriba las manos, no se muevan! (Entra al escenario junto con Fabrizia y Alessandro, ambos con las manos en alto)

Fabrizia: está bien...no tenemos nada.

Jones: ¿son matrimonio?

Alessandro: no...somos vecinos.

Jones: mi nombre es Stephen Jones. ¿Son parte de los partisanos o alguna de estas cosas?

Fabrizia: no. Somos civiles nada más.

Jones: está bien. Si nos pueden decir a dónde fueron los alemanes eso nos ayudaría mucho.

Fabrizia: buscábamos a los alemanes para poder salir de Roma.

Banks: señor, ¿qué hacemos en este caso?

Jones: hay que sacarlos de aquí, los civiles italianos son prioridad. ¿Cuáles son sus nombres? Tengo la noción de que los he visto antes. (Silencio por parte de los dos) Tanta que...me parece que ni siquiera es coincidencia, ¡tráiganme esos papeles!

El soldado le entrega a Jones unos papeles, él los desdobla, los mira y después a ellos, en repetidas ocasiones.

Jones: ¿sus nombres son Alessandro Lombardi y Fabrizia Russo?

Fabrizia y Alessandro, después de haberse mirado y con voz quebradiza: n-no...

Jones: ¡Arréstenlos a ambos! (A Alessandro lo golpean en la espalda con la culata de un fusil, a Fabrizia la arrodillan, obligándola a poner sus manos en la cabeza.) ¡Busquen sus identificaciones!

Alessandro se levanta, empujando al soldado que le apunta a Fabrizia con su arma, Jones y Banks saltan a detenerlo.

Alessandro: ¡Fabrizia, corre! (ella sale del escenario, el soldado suelta a Alessandro y le apunta a Fabrizia)

Jones: ¡No disparen, a ella la quiero viva, Banks, ve por ella!

Ambos salen de escena, Jones y Alessandro comienzan a pelear, suena We're The Desperate Measures desde el minuto 4:34 hasta que acaba la pelea en la que en todo momento domina Jones, a mitad de la misma, él saca un cuchillo, buscando cortar a Alessandro, él lo derriba, pero logra voltearlo, enterrándole el cuchillo en el abdomen Jones se levanta, Alessandro se cubre la herida, derribado en el suelo.

Jones, lleno de enojo: ¿sabes a cuántos de mis hombres mataron ustedes dos?

Alessandro: ¿qué matamos? Nosotros solo cumplíamos nuestro trabajo, una oficina telegráfica civil convertida en la central de inteligencia alemana, ¡nosotros no tenemos la culpa de nada, así que dejen a Fabrizia vivir! Ella es inocente...si alguien debe pagar por lo que supuestamente hizo ella, debo ser yo.

Jones: ¿Por qué te sacrificarías por ella, bastardo?

Alessandro: ella es la esposa de un amigo que ustedes, cerdos, mataron. Además, yo la obligué a escribir esas cartas porque era la mejor secretaria...mátenme a mí...pero si la encuentran, déjenla vivir.

Jones: tu sacrificio será en vano. (Apuñala a Alessandro en el corazón, Jones sale de escena, comienza a sonar Lacrimosa - Eri Kawai)

A los pocos segundos entra Fabrizia, al ver a Alessandro, corre para tratar de ayudarlo, apoya su cabeza en sus piernas.

Alessandro, débil: oye...sigues viva.

Fabrizia: sí, aquí estoy, no te preocupes. Ahora levántate, tenemos que irnos, hay que buscar a un cirujano de campo.

Alessandro: déjame aquí, bu-búscalo tú, yo te alcanzo cuando recupere el aliento. So-solo debo descansar.

Fabrizia: no, no te voy a dejar aquí.

Alessandro: ¿m-me voy a morir?

Fabrizia: ¡No, no te vas a morir, Dante nos está esperando, no puedes fallarle, no hay que fallarle!

Alessandro: Fabrizia, dame la mano (él la busca), perdóname por haber sido tan malo contigo (conteniendo el llanto), siempre te grité, te decía que Dante había muerto, te trataba como loca.

Fabrizia, conteniendo el llanto también: no te preocupes, no estoy enojada contigo.

Alessandro: tienes todo el derecho de estarlo. Fui muy malo contigo, y me arrepiento tanto. Me arrepiento de haberte metido en este infierno...y ahora estarás sola.

Fabrizia: los dos saldremos, apenas te recuperes nos iremos a buscar un lugar seguro, de esto no te preocupes.

Alessandro: cuando encuentres a Dante, dile que me perdone por romper mi promesa de cuidar de ti. Sé que lo encontrarás...dile que lo siento tanto, y que aprovechen bien su vida. (Se mira el pecho), ¿Ah? ¿Me hirieron?

Fabrizia: sí...no estaba ahí para ver qué pasó.

Alessandro: ¿los escuchas Fabrizia? Son los cantos de los ángeles del cielo...ya vienen por mí...no me puedo morir, ¡no me puedo morir! ¡No puedo dejarte a tu suerte! Debo...sacarte de esto.

Fabrizia: no te vas a morir...

Alessandro: aprovecha tu vida junto con Dante...no podré estar con ustedes...lo siento...lo siento...

Fabrizia peina el cabello de Alessandro con sus manos, conteniendo el llanto, él relaja su cuerpo, cerrando los ojos.

Se obscurece la escena, se quita la música. Al iluminarse, Alessandro se encuentra de pie, la decoración es una pequeña oficina. Dante entra.

Dante: Alessandro, te presento a mi novia: Fabrizia. (Ella entra tímidamente)

Alessandro: ¿ella es la novia que tanto presumes tener? Ahora entiendo que tenías toda la razón. Buenos días, Fabrizia.

Fabrizia: buenos días, señor Lombardi. (Se dan la mano)

Dante: él es Alessandro, le dije que eres buena usando la máquina de escribir, así que dio oportunidad de que trabajaras aquí. Al menos así podremos estar más tiempo juntos.

Alessandro: mientras no se distraigan con juegos de novios en horario de trabajo, no tendré queja alguna. En fin, ¿Por qué no descubrimos si es verdad lo que Dante dice de ti, Fabrizia? Necesitamos un reporte de los libros que se compraron este mes, ¿me ayudarías con eso?

Dante: dejaré que se conozcan. Yo debo regresar a archivar, dejé el trabajo a medias

Alessandro: siempre mal, Dante. No falta día donde no llegues tarde al trabajo. (Dante sale) Es buen trabajador, es solo que siempre se le atraviesa algo. En fin, siéntate, a partir de hoy esta será tu segunda casa. Las bibliotecas pueden ser más divertidas de lo que parecen.

Fabrizia: gracias por la oportunidad, señor Lombardi.

Alessandro: llámame por mi nombre. Dante es buen amigo mío, y no dudo que nosotros podemos llevarnos bien. (Se obscurece, nuevamente Alessandro se encuentra en el regazo de Fabrizia)

Fabrizia: perdóname...pero ya me tengo que ir.

Le da un beso en la frente, quitándole los zapatos para salir de escena. Se obscurece, suena Deference for Darkness. La escena se ilumina con linternas fuera del escenario, Fabrizia camina por el mismo, se detiene hasta la mitad del mismo.

Soldado, fuera del escenario: ¿es una mujer?

Derek, también fuera: Sí, eso parece.

Ambos entran al escenario, se acercan a Fabrizia.

Soldado: hay que llevarla al refugio de inmediato.

Derek: ¿está bien, señorita?

Fabrizia: ¿Eh? ¿Qué está pasando?

Derek: ¿está bien? No se preocupe, ahora está a salvo. (Se quita su abrigo y se coloca a ella) Venga con nosotros, por favor.

Fabrizia: ¿son de Los aliados?

Derek: no. Estamos de su lado, somos alemanes. Venga con nosotros, por favor.

Los tres salen de escena, al iluminarse, hay alguna colcha o colchoneta tirada en el suelo, la ambientación no cambia.

Derek: Ya no debe preocuparse, señorita. Ahora está a salvo.

Fabrizia asiente, temblorosa, se sienta en la colchoneta, Derek toma una cobija y la cubre con ella, ella se recuesta, él sale y se apagan de nuevo las luces, se acaba la música. Al encenderse, ella se despierta, él entra con una taza en manos.

Derek: señorita, buenos días tenga usted. (Fabrizia toma la taza con manos temblorosas) Media de café y dos de azúcar, no sé si a usted le guste así, aunque por lo regular todos beben así el café de las mañanas. ¿Tiene ropa para cambiarse? Puede tomar un baño también, si es que lo desea, claro.

Fabrizia: no...no lo sé.

Derek: si lo decide, yo vigilaré que nadie la mire. (Sonríe)

Fabrizia: Gr-gracias, soldado.

Derek: mi nombre es Derek Zoller, ¿cómo se llama usted?

Fabrizia: hum...no recuerdo... (Gesto pensativo, a los pocos segundos responde) Fabrizia Russo...creo que así me llamo.

Derek, alegre: oh, qué coincidencia, uno de mis familiares también se apellida Russo. Puede que seamos parientes lejanos o algo así.

Fabrizia: todo puede pasar en la guerra...¿de dónde es usted?

Derek: de Múnich, señorita. He estado en muchas partes del mundo, y nunca olvido mi hogar.

Fabrizia: ¿en qué clase de lugares ha visitado?

Derek: hum, déjeme recordar...he estado en Leningrado, en París...hace unos meses estuve en Sicilia.

Fabrizia, exaltada: ¡Usted estuvo en Sicilia!

Derek: sí, tratamos de evitar el desembarco de los americanos... (Desanimado) pero ya ve lo que pasó.

Fabrizia: ¡¿Usted conoce a un soldado italiano de nombre Dante Russo?!

Derek: ¿Dante Russo? Déjeme ver... ¿Russo? (piensa) ¡Sí, lo recuerdo! ¡Estuvo en mi brigada!

Fabrizia, emocionada: ¡¿En serio?! ¡¿Usted sabe qué le pasó?!

Derek: en realidad no...la última vez que lo vi fue en la batalla por Letini...la zona fue arrasada por la artillería, así que todos nos fuimos como pudimos para escapar a la Península. (Se obscurece, sale Fabrizia, entra Dante)

Narrador, fuera del escenario: 1943: Sicilia.

Ambos corren, Dante cae, tratando de recuperarse, aunque le cuesta trabajo. Sonidos de guerra.

Derek: ¡Maldita sea, Dante! ¡¿Por qué ahora?! (Trata de ayudarlo, se lleva una mano a la otra, haciendo presión) ¡Puta madre, me dieron en la mano!

Dante: Vamos, Derek. ¡No perdamos tiempo! (ambos corren fuera del escenario, a los pocos segundos entra Derek)

Derek: ¡Dante! ¡¿Dante, a dónde te fuiste?! ¡Dante!

Sale del escenario gritando "Dante", él entra, grita por Derek y sale por la misma dirección en la que entró. Obscuridad.

Derek: después de eso no sé qué pudo pasarle...aparte de mi mano, me dispararon en el hombro, así que me sacaron del frente, y luego me enviaron a Francia a combatir a los guerrilleros comunistas.

Fabrizia: ¿usted cree que él aun esté vivo?

Derek: no lo sé...no sería posible que hubiera sobrevivido a semejante fuego de artillería, aunque hay la probabilidad de que más soldados rezagados lo hubieran podido sacar de ahí, así que es probable que esté vivo. Si no fue así...no creo que haya salido de Sicilia, o tal vez se pasó con los Partisanos.

Fabrizia: eso me deja tranquila...ahora me iré a bañar. Absténgase de espiar, ¿sí? (Sonríe burlonamente)

Derek, haciendo el saludo militar: ¡No se preocupe! ¡Es mi deber proteger a una familiar de mi excompañero! (ella sale de escena, él se coloca en una esquina, vigilando, se obscurece unos segundos, al iluminarse todo está igual) ¿Ya terminó?

Fabrizia, fuera del escenario: ya casi, busco ropa para cambiarme. ¿Tendrán alguna máquina de escribir?

Derek: ¿Eh? No soy oficina, lo mío es más bien ser soldado. Supongo que deberán tener alguna en el puesto de radio. (Fabrizia entra con un overol puesto) Le queda muy bien, señorita.

Fabrizia: Gracias, soldado Derek. Cumplió bien con su tarea.

Derek, sonriendo: no fue nada.

Oficial, fuera del escenario: ¡Sargento Derek, venga aquí de inmediato!

Derek: ¡Perdón, me están llamando! ¡Nos vemos luego, Fabrizia! (Derek sale, pero antes de hacerlo, se detiene) ¡Salúdeme a Dante de mi parte cuando lo encuentre! (Ella saca una fotografía, la mira y la abraza. Obscuridad, en escena aparece la utilería de una oficina, salvo con un soldado utilizando audífonos y tratando de calibrar un aparato de comunicación)

Fabrizia: buenos días, ¿pueden prestarme una máquina de escribir?

Richard: lo siento, solo militares. No hay préstamos a civiles.

Fabrizia: trabajo para el ejército, soy la secretaria Fabrizia Russo, mi jefe me encargó redactar una carta muy importante.

Richard: siendo así, ¿para qué sección del Ejército es la carta?

Derek, entrando: es para mí unidad, Richard. No es nada del otro mundo.

Richard, burlándose: no me digas que es para el general de tu brigada.

Derek: no, solo es...es para el teniente, ¿verdad? (mira a Fabrizia)

Fabrizia: eh...creo que sí. O en todo caso sería para el encargado del batallón.

Derek: así que, Richard, dale una máquina de escribir a la secretaria, es una orden.

Richard, de mala gana: está bien, sargento Derek. (Sale de escena, ella se sienta)

Fabrizia: ¿por qué lo hiciste?

Derek: sé que vas a escribirle a Dante. (Comprensivo) Debes ser un poco menos obvia.

Fabrizia: gracias por tu ayuda. Aunque estoy segura que no la hubiera necesitado. (Burlona y alegre)

Derek: no lo dudo. Ahora me voy, tengo cosas por hacer (Sale)

Obscuridad. Al iluminarse, Fabrizia mete la carta en un sobre, ella se levanta y se encuentra con Richard, quien está del otro lado del escenario, él la revisa, alzando una ceja. Hay dos civiles en el fondo, jugando cartas.

Richard: "Dante Russo". Según yo, este no es el nombre del teniente.

Fabrizia: tal vez me equivoqué de nombre...o tú no sepas cuál es el nombre de tu propio teniente.

Richard, impaciente: bien, secretaria de guerra, ¿por qué no la entrega usted personalmente? Se supone que el teniente debe estar por aquí.

Fabrizia: perdón, pensé que estaría en combate.

Richard: (suspira y le regresa la carta) Pues ya entréguesela, por favor. Es un asunto importante según usted. (En dirección a salir de escena)

Fabrizia: está bien, soldado. Es para mi esposo...pero él si es parte del ejército. Nunca me dijo hasta qué puesto ascendió.

Richard: si me lo hubiera dicho desde el principio. Solo es cosa de decirme que ambos eran del ejército...yo pensando que se quería aprovechar del tonto de Derek, o que incluso era una espía. (Hace un gesto de disculpa) La entregaré de inmediato.

Civil 1: ¿qué fue eso? ¿Fue un trueno?

Civil 2: no, las épocas de lluvia ya pasaron. (Silencio)

Richard: ¡Mierda, cúbranse todos de inmediato! (sonidos de artillería, los civiles y Fabrizia salen de escena) ¡Hijos de puta! ¡¿No se supone que no matan civiles?! ¡Bastardos mentirosos, me dan asco! (Fabrizia entra)

Fabrizia: ¡Richard, ya basta, debemos irnos de aquí!

Richard: ¡Mal nacidos, los mataré a todos! (toma su rifle y se va corriendo del escenario, entra Derek)

Derek: ¡Fabrizia, vete, cuando acabe la batalla, entrégate con los sobrevivientes para que estés más segura, ellos no te harán nada, te lo juro!

Fabrizia: ¡No puedo, me están buscando! Soy parte de los nazis...Derek, me fusilarán por eso.

Derek: Maldición, ¡vete, solo vete, tienes que irte lo más rápido que puedas, no voltees atrás, hazlo por Dante, él te estará esperando en algún lugar! (Fabrizia sale corriendo del escenario) ¡Sé libre, Fabrizia! ¡Ellos jamás te atraparán!

Entra Jones, voltea a Derek y le clava el cuchillo en el pecho, derribándolo al suelo.

Jones: Fabrizia, ¿eh? Esa mujer jamás será libre mientras yo esté vivo...o incluso después de muerto, la seguiré buscando para llevarla conmigo al infierno. ¡A este llévenselo a fusilar! (entran más soldados, se llevan arrastrando a Derek) ¡Banks, tú me acompañas a traer a esa chica!

Banks: señor, ¿de verdad es necesario este despliegue de fuerzas solo para atrapar a una mujer? ¡No tiene sentido alguno, hay cosas más importantes por hacer!

Jones: ¡Ni loco, esa mujer es una asesina, ha matado a muchos de nuestros compañeros!

Banks: Pero señor, ella solo seguía órdenes, como usted y yo...es solo una mujer.

Jones: no entiendo por qué proteges al enemigo solo por ser mujer. ¡Gracias a ella han muerto nuestros amigos, tus amigos, Banks! ¡Date cuenta de ello!

Banks: señor...entonces yo me encargo de ella, así que déjemelo a mí. (Toma su fusil)

Jones: esa es la actitud, hijo, ¡esa es la maldita actitud! Ahora vayamos a matar a esa perra, hay que separarnos, tú izquierda y yo derecha. (Salen)

Oscuridad, en la escena hay una mesa tumbada en donde se esconde Fabrizia. Al iluminarse, entra Banks, él mira para todos lados, como si no supiera que ella está ahí

Banks: ¡Jones, Jones, teniente, ya encontré a la chica! Por amor de Dios... ¡Jones, encontré a la chica, la estoy persiguiendo! (busca por el escenario, finalmente encuentra a Fabrizia)

Fabrizia, resignada: vas a matarme...¿verdad?

Banks: no...vengo a sacarte de aquí. Tú vas a ser libre...

Fabrizia: ¿Por qué lo haces? También te matará a ti.

Banks: me recuerdas a mi madre...ella murió de tuberculosis cuando yo tenía 5 años. (Jones entra sigilosamente al escenario) No dejaré que ella muera otra vez, te sacaré de aquí, hay que irnos ya.

Jones: no recuerdo que esas fueran ordenes (Jones le da un puñetazo en la cara, dejando en el suelo a Banks) Al fin te encuentro, Fabrizia (la agarra del brazo, arrojándola a medio escenario, ella grita asustada) ¡No tienes ni la menor idea de cuánto tiempo he esperado para matarte!

Banks: seguirás esperando, bastardo infeliz (golpea a Jones con su rifle)

Jones, recuperándose del golpe: ¡¿Qué demonios estás haciendo?!

Banks: el verdadero enemigo estuvo frente a mí todo este tiempo, así que si quiere matarla...pero pasará sobre mi cadáver (suena Halo 3 ODST ost, Finale en el minuto 4:04)

Ambos soldados comienzan a pelear, Jones domina, en un momento de la pelea saca su cuchillo, Banks se lo tira, ambos terminan en el suelo, Jones ahorca a Banks, Fabrizia reacciona, tomando el cuchillo y apuñalando con él el cuello de Jones, él, sorprendido, se levanta, tratando de golpear a Fabrizia, Banks se levanta y, quitándole el cuchillo, lo apuñala varias veces en la espalda, derribándolo fuera del escenario. Comienza a sonar Violet Evergarden ost Across the Violet Sky)

Banks: gr-gracias, señorita Russo.

Fabrizia, conmocionada: ¿por qué lo hiciste?

Banks: no iba a dejar que ese monstruo la matara. Usted es una mujer inocente, no es el enemigo.

Fabrizia: te equivocas. Por mi culpa... (Grita, adolorida) ¡Por mi culpa han muerto muchas personas!

Banks: yo no veo que sus manos estén manchadas de sangre. Al contrario, usted está limpia de ella.

Fabrizia: ¿No entiendes? Por las cartas que yo escribí...tus compañeros murieron, ¡yo maté a tu gente!

Banks: señorita, ¿usted disparó el gatillo? ¿Usted lanzó las bombas que cayeron en el campo de batalla? Por supuesto que no, solo seguía órdenes...mis manos están llenas de sangre por todos los hombres que he matado...hombres que...solo querían regresar a casa.

Fabrizia: ¿De verdad cree que no hice nada malo?

Banks: por supuesto que no, Fabrizia...si no puede dejar de pensar en las vidas que se perdieron por las cartas que mandó al frente, déjeme decirle algo: muchas veces en la línea Gustav, los alemanes ordenaron la retirada, ¿sabe por qué?

Fabrizia: porque se avisaba que el ejército enemigo los superaba en artillería y soldados...¿no es así?

Banks: ¡Exacto! Deje de pensar en las vidas que se quedaron en el campo de batalla, piense en las vidas que usted salvó con sus cartas...no tienes la culpa de nada, solo tratabas de ganarte el pan nuestro de cada día, nunca jalaste un gatillo, nunca lanzaste una granada (toma sus manos) Solo usaste tus manos para escribir, (emocionado) ¡ahora puedes ser libre! (música sigue unos segundos antes de silenciarse)

Fabrizia sale de escena, Banks se queda unos segundos. Obscuridad, él sale, entra Fabrizia al iluminarse, varios soldados entran y le apuntan, comienza a sonar Halo 3 OST – Shadows desde 1:51.

Soldado 1: ¡alto! (Ella trata de escapar, pero se ve rodeada del otro lado del escenario)

Soldado 2: ¡Oigan, es la chica que el teniente buscaba!

Soldado 3: ¡Es cierto, no la dejen escapar! (Dos soldados van y la toman de los brazos, ella trata de poner resistencia, revisándola)

Soldado 4: solo tiene una bolsa de chocolates y una identificación (se la pasa al soldado 1)

Soldado 1: es del otro maldito que mató el teniente. Ella es la chica, hay que llevarla al campo de prisioneros.

Todos salen de escena, Fabrizia trata de no ser sacada del escenario, pero es en vano, se silencia música.

Telón.

Acto IV

En el escenario hay un catre, una mesa, dos sillas y un pequeño escritorio. Entra Fabrizia escoltada de un guardia, se da a entender que es una celda, de ser posible, se hace otro espacio igual al lado, para que se entienda que es otra celda.

Fabrizia: ¿Al menos me pueden dar mis chocolates?

Hawking: ¿Chocolates? Ah, claro. Tome, señorita. (Le entrega los chocolates, sale de escena. Fabrizia come uno y se acuesta en el catre)

Guardia 1, fuera del escenario: ¡Tenemos un nuevo prisionero!

Hawking: Condenado a muerte.

Jenkins, entrando: ¿De dónde lo sacaron?

Hawking: Señor Jenkins, el prisionero fue encontrado no muy lejos de Roma.

Jenkins: Háganlo pasar. (Se escuchan aplausos y chiflidos fuera del escenario) ¡¿Y qué demonios les pasa a ustedes?! ¿Acaso conocen a este idiota? (más chiflidos y mentadas de madre) ¡Hablen ya!

Soldado, fuera del escenario: ¡Firmes! ¡Saluden al teniente Richard Müller! (Fabrizia se levanta del catre)

Richard, acompañado de otro guardia: No sé por qué hacen tanto alboroto, muchachos.

Fabrizia: ¡¿Richard?!

Richard: ¿Fabrizia? (se suelta del guardia, va a abrazarla) ¡¿Por qué te dejaste atrapar?! ¡Pensé que habías logrado escapar sana y salva! (El guardia le pega en la espalda con una macana, derribándolo)

Fabrizia: ¡Richard!

Richard, siendo levantado por el guardia: ¡Suéltame, idiota, ella es amiga mía! (lo ponen contra la pared)

Jenkins: déjenlo, voy a hablar con él. ¿Qué pasó, amigo? Pensé que habías dicho que te portarías bien. (Mira a Fabrizia) ¿Conoces a esa mujer?

Richard: sí...es amiga mía...

Jenkins: bien...estarás en la celda de al lado. Trate de no darme problemas, teniente Müller. (Se retira de escena)

Richard, desesperanzado: Fabrizia...¿cómo te pudiste dejar atrapar?

Fabrizia: me rodearon...no pude hacer nada.

Richard: ¿Por qué te condenaron a morir así? Solo eres una trabajadora de telégrafos.

Fabrizia: mientras escapaba asesiné a un militar de alto rango...me atraparon, no podía hacer nada.

Richard: no lo puedo creer...no es justo. Yo...yo caí prisionero tras la batalla por el refugio, muchos de los soldados que combatieron conmigo están aquí.

Fabrizia: ¿Por eso te aplaudieron cuando entraste? Pensé que eras cabo, obedecías ordenes de Derek...¿él dónde está?

Richard: lo mataron...y no, no soy teniente. Siempre me han hecho esa broma ya que les decía que un día sería teniente coronel y tendrían que hacer todo lo que yo les dijera...siempre renegaba de las órdenes que los superiores me daban. (Se obscurece de su lado o, en su defecto, sale de escena)

Jenkins, entrando con una charola: hora de su desayuno. Este es el protocolo, usted se pone contra la pared, yo abro la puerta, pongo la charola en la mesa, me doy media vuelta, salgo de la celda y cierro la puerta para que pueda comer.

Fabrizia, compasiva: mejor hagamos un trato. Yo me siento en la mesa, usted entra, pone la charola en la mesa y...se sienta a desayunar conmigo.

Jenkins: de acuerdo, no le veo problema. (Se sienta) ¿Por qué quiere que la acompañe?

Fabrizia: llevo meses desayunando sola...me gustaría platicar con alguien.

Jenkins: ¿Platicar? ¿De qué quiere platicar?

Fabrizia: Por ejemplo, señor Jenkins, ¿qué hace en este paredón?

Jenkins: prefiero acompañar a los reos antes de su muerte y llenar de alegría sus últimos momentos...de veces juego cartas con ello. O bueno, los que no se ponen a insultarme. (Fabrizia da una risita, él sonríe forzadamente) Vamos, no se ría.

Fabrizia: Perdón, es que es una historia muy difícil de digerir...así como este pan duro.

Jenkins: bien, por lo menos trato de hacer algo...por ejemplo, supongo que recuerda a Hawking, el idiota que golpeo al teniente Richard.

Fabrizia, frunciendo el ceño: sí, ¿qué tiene él?

Jenkins: si él estuviera a cargo, todos los reos serían inmediatamente llevados al paredón a fusilar.

Fabrizia: ¿por qué es tan malo ese hombre?

Jenkins: su padre murió por un alemán en la gran guerra...y en esta perdió a dos de sus hermanos. Por eso odia a los alemanes con toda su alma.

Fabrizia, bebiendo café: ... ¿café siciliano?

Jenkins: así es...¿cómo lo sabe?

Fabrizia: soy de Sicilia. Este era el café que por más de 28 años he bebido.

Jenkins: vaya que le tengo envidia. En fin...¿sabe jugar cartas?

Fabrizia: no. Nunca me interesaron, mi esposo siempre quería jugar conmigo, pero no le veía caso.

Jenkins: ¿su marido era soldado?

Fabrizia: sí. Combatía en Sicilia. Lo dieron por muerto pero...pero yo creo que aún está vivo, y que me está esperando en la puerta de nuestra casa con sus pantalones nuevos, su playera vieja y sus tirantes desgastados. (Pone un gesto de tristeza)

Jenkins: mejor dejemos ese tema de lado...¿quiere que le enseñe a jugar?

Fabrizia: ¿por qué no? Igual no es como que pueda hacer muchas cosas aquí.

Hawking: ¡Tenemos un nuevo prisionero! (entra a escena con Stiglitz, agarrándolo del brazo. Él trata de zafarse, se ilumina la parte de Richard, o entra a escena)

Stiglitz: ¡Maldito judío, será mejor que me sueltes! (Lo arroja a donde se encuentra Richard) ¿Quieres saber cómo me di cuenta que eras judío? ¡Por tu estúpida nariz y tu cabello rizado! (Se ríe)

Richard, suspirando: y esa es la razón por la que nos quieren matar a todos.

Stiglitz: Vi a una mujer en la celda de al lado, ¿ella qué demonios hace aquí, judío estúpido?

Hawking: no es de tu interés.

Stiglitz, colocándose del lado de Fabrizia: ¿Puedo saber qué haces aquí?

Fabrizia: maté a un soldado de alto rango en defensa propia...lo último no me lo creyeron los soldados que me apresaron.

Stiglitz: al menos te apresaron. Todos los hombres de mi pelotón fueron fusilados por la espalda como perros, y ya habíamos soltado las armas. Volviendo al tema...me sorprende que una mujer haya tenido el valor de hacer tal cosa. Eso es lo que necesita el pueblo alemán: valor.

Fabrizia: no soy alemana, señor Stiglitz. Soy italiana, aunque trabajé con los nazis.

Stiglitz: no importa. La verdad es que no te creo capaz de matar a un hombre. Una mujer...

Fabrizia, enojada: Capitán, maté al hombre que asesinó a un buen amigo mío. Estoy segura que, de no haberlo matado, ese desgraciado hubiera vuelto con una medalla de "héroe" en su solapa.

Stiglitz: ... en realidad tienes razón...¿crees que ese hombre se hubiera arrepentido?

Fabrizia: probablemente no...

Stiglitz: yo tampoco me arrepiento de lo que hice...¿quieres saber qué es lo que hice?

Richard: con todo respeto, capitán, nadie quiere saber qué es lo que hizo.

Stiglitz: y con todo respeto, soldado, no se meta en donde no le llamaron. Ahora, regresando al tema, ¿sabes a cuántos judíos maté? (silencio) Maté a nada más y nada menos que 68 judíos, y me quedé con ganas de más...y solo fueron los judíos. No conté a cuántos más hombres maté, pero sean los que sean, los llevo con orgullo, aquí (saca una medalla de su bota, le da un beso) Me la dieron por matar judíos.

Fabrizia, perturbada: in-interesante historia, capitán. (Jenkins entra a escena)

Jenkins: ¿este idiota te está molestando? Si quieres puedo cambiarte de celda, señorita.

Fabrizia, dudosa: no...no me está molestando.

Jenkins: muy bien. ¿Están aburridos? Puedo prestarles algunos libros si gustan.

Stiglitz: yo no quiero nada de ti, verdammt amerikanisch.

Jenkins: no sé qué signifique, y no quiero saberlo.

Fabrizia, emocionada: me encantaría.

Stiglitz: ¿la quieres hacer olvidar por un rato lo que va a pasarle? Y pensé que el monstruo era yo.

Jenkins: dices algo más, y te cortaré la lengua con mucho gusto. (Fuera del escenario hay chiflidos)

Stiglitz: como quieras, schwein.

Jenkins sale y regresa con varios libros en sus manos.

Jenkins: bien, tengo: "la máquina del tiempo" "Frankenstein" "Drácula" y "Alrededor de la luna".

Fabrizia: ¿"Alrededor de la luna" es de Julio Verne?

Jenkins: sí, es la continuación de "De la tierra a la luna".

Fabrizia: Ya leí De la tierra a la luna...me gustaría saber qué pasó con Barbicane y el Capitán Nicholls.

Obscuridad. Al iluminarse, Richard y Stiglitz comen, Fabrizia está sentada leyendo, entra Jenkins con una bandeja.

Jenkins: come mientras aún está caliente.

Fabrizia: un momento, casi termino el capítulo.

Stiglitz: oye, imbécil, ¿por qué mi comida está fría? ¿Y por qué ella está comiendo algo diferente?

Richard, recitando: capitán, no se busque problemas y no pregunte para que no haga enojar al jefe.

Jenkins: no, responderé esa pregunta si el capitán lo quiere. ¿Sabe por qué ella tiene mejor comida que usted, capitán?...porque ella sí sabe mantenerse callada.

Stiglitz: bien, solo porque es mujer. De todas formas no olvides que te van a matar.

Jenkins, molesto: ¡Guardia silencio! ¡¿O quieres que te corte la lengua para dártela de comer?!

Stiglitz, retador: pero es la verdad, ¿no es así, "jefe"?

Jenkins: idiota.

Fabrizia: jefe...¿puedo hacerle una pregunta? ¿Por qué estos lugares no tienen ventanas?

Jenkins: este es el cuarto de castigo de la escuela donde se monta el cuartel. De no ser porque tumbamos algunos ladrillos y pusimos ventanas, este sitio estaría a obscuras.

Fabrizia, melancólica: daría lo que fuera por poder mirar afuera. (Ante el comentario, Jenkins y Stiglitz intercambian una mirada de tristeza)

Jenkins a Stiglitz: solo termina tu comida y no digas nada. (A Fabrizia), Dime, ¿cuál es tu parte favorita de lo que llevas del libro? (Obscuridad, Jenkins sale, Fabrizia y Richard están de espaldas el uno del otro, sentados)

Richard: oye...¿me escuchas?

Fabrizia: te escucho fuerte y claro.

Richard: ¿Por qué te llevas bien con el jefe?

Fabrizia: porque tal vez sea la única compañía que me quede cuando a ti te lleven al paredón.

Richard: cierto...quiero pedirte una disculpa.

Fabrizia: ¿una disculpa? Al contrario...yo te la debo a ti...te acabo de decir que vas a morir antes que yo.

Richard: eso ya no importa...ya estamos aquí, ya no podremos salir vivos...de todas formas, quiero que me perdones por haber sido grosero contigo cuando nos conocimos. Solo quería proteger a la gente que me importaba.

Fabrizia: no te preocupes. Nunca me enojé por eso.

Richard: no importa, lo menos que puedo hacer es disculparme...puede que sea lo único bueno que haga en esta porquería de guerra. (Pasa su mano a la celda de Fabrizia) ¿Puedes tomar mi mano? (Voz quebrada)

Fabrizia: claro que puedo. (La sujeta) Dios mío, estás helado...y no dejas de temblar.

Richard, inseguro: ¿a ti...a ti no te da miedo morir?

Fabrizia: claro que sí...me aterra morir a sabiendas que jamás sabré que le pasó a mi Dante. Moriría más a gusto si supiera que me reencontraré con él al dejar este mundo o si lo tendré que esperar.

Richard: entiendo...yo no quiero morir...no sin antes haber arreglado todo lo que hice mal. Le temo al infierno como no tienes idea, aunque se puede decir que ahora mismo lo estoy viviendo. Saber que te quedan horas de vida, que no puedes hacer nada...

Fabrizia: quédate tranquilo... (Obscuridad, al iluminarse, todos están dormidos. Entra Hawking)

Hawking: oye, nazi. Es tu hora.

Stiglitz, despertando: maldición...quería divertirme más con el jefe y contigo, judío estúpido.

Hawking: solo levántate rápido para acabar pronto.

Stiglitz: como sea. Antes de...tengo un último deseo.

Hawking, incrédulo: ¿último deseo? ¿Qué te hace pensar que te lo cumpliré?

Jenkins, entrando: yo. A ningún humano se le puede negar su último deseo.

Hawking, indignado: ¿considera a este sujeto un humano?

Jenkins: la verdad es que no...pero tiene aspecto de. Así que dime, ¿cuál es ese último deseo?

Stiglitz: un poco de carne de cerdo y unas patatas cocidas, sino es mucha molestia.

Jenkins: hecho. Hawking, ve a la cocina y pide que cocinen eso. Si preguntan, di que es para mí.

Hawking, molesto: está bien, jefe. (Sale lentamente)

Jenkins: ¿te importaría darte prisa? Vas a fusilar a este desgraciado, así que al menos sé un hombre y tenle un poco de respeto.

Stiglitz: oh, jefe. Usted es un hombre tan bueno. Dígame, ¿qué es lo que le impulsa a ser así?

Jenkins: le juré a mi madre que no haría nada malo...que no mancharía mis manos con sangre.

Stiglitz: ya veo. (Sonrisa forzada)

Obscuridad, al iluminarse, Fabrizia está dormida, Jenkins llega con un dibujo de un paisaje y lo pega en la pared. Ella despierta, mirándole la espalda, confundida. Él voltea.

Jenkins: buenos días, señorita. Enseguida le traigo el desayuno. (Antes de salir, Fabrizia mira el dibujo, luego voltea a ver a Jenkins)

Fabrizia: ¡Jefe, venga, por favor!

Jenkins, sonriendo: ¿Le gustó?

Fabrizia: es maravilloso, ¿dónde aprendió a dibujar?

Jenkins: en el periódico de mi ciudad. Me tomó algunos meses, pero aprendí muy bien.

Fabrizia: sí se nota...¿por qué lo hizo?

Jenkins: porque me dio mucha tristeza escucharla decir que haría lo que fuera por una ventana. Tal vez no le pueda dar una, solo espero que eso funcione...aunque me tomó toda la noche hacerlo. (Ambos ríen, él se va y ella se sienta en el catre, abrazando sus piernas a la vez que mira el dibujo)

Stiglitz: mujer, la verdad es que tú no deberías estar con nosotros. No eres una mala persona como yo o los demás presos que están aquí...creo que solo tuviste mala suerte. (Hawking llega con la comida de Stiglitz) Ah, vielen dank, jude.

Hawking, con desprecio: espero que disfrutes tu último desayuno, maldito animal.

Stiglitz: oh, claro que lo haré. Por eso no te preocupes. (Entra Jenkins con el desayuno de Fabrizia)

Jenkins: mira, esta vez el pan no está tan duro. Es más suave y fresco. También el café está caliente. Había algunas salchichas y pimientos. Y un regalo de mi parte. (Deja una cajetilla de cigarros)

Stiglitz acaba de comer, Hawking va a su celda para sacarlo, empujándolo levemente hacía adelante. Jenkins va y se pone frente a él.

Stiglitz: antes de irme, quiero decirle unas palabras al jefe.

Jenkins: ¿unas palabras? Dime lo que quieras.

Stiglitz: jefe Jenkins...déjeme decirle que usted es el único hijo de puta yankee que es digno de mi respeto. Lamentablemente no lo veré en el infierno en donde seguramente estaré.

Jenkins: ¿me gané el respeto de un capitán nazi? Eso no pasa todos los días.

Stiglitz: déjeme...estrechar su mano por los problemas que le di. Soy un verdadero bastardo que no se arrepiente de todas las vidas que se lleva a la tumba...pero sé que reconocer cuando alguien es buena persona.

Ambos salen de escena, desde fuera del escenario se escucha "preparen, apunten, fuego" seguido de sonidos de disparos. Richard da vueltas por su celda, desesperado y asustado. Jenkins entra, Richard lo toma del brazo de manera brusca.

Jenkins: ¡Oye, qué demonios estás haciendo!

Richard, desesperado: hágame un favor, jefe. Cámbieme de celda junto con Fabrizia.

Jenkins, enojado: al menos lo hubieras pedido de manera amable, idiota. (Lo lleva a la celda de Fabrizia)

Richard: tiempo sin verte, muñequita de porcelana.

Fabrizia: tiempo sin verte, soldadito de plomo. (Ambos se dan un abrazo. Obscuridad, al iluminarse, Hawking y Jenkins fumando)

Hawking: jefe, hay algo que quiero decirle, es un asunto serio.

Jenkins: claro, no tengo problema con ello.

Hawking: ¿por qué te llevas bien con esa mujer? No cambies tu comida por la de ella, mató a uno de los nuestros.

Jenkins: fue en defensa propia según escuché...la acusaron de cosas que jamás hizo. Hawking, esa chica no es nazi, es una chica nada más...una la cual merece un trato mejor, ¿qué si fuera tu madre?

Hawking: lo que pasa es que no la conozco. Solo conozco lo que ella hizo...lo leí en el expediente.

Jenkins: no te dejes engañar. ¿Qué tal si jugamos póker con ella? Ya le dije que sí. Tú puedes hacernos compañía.

Hawking: está bien. Quiero saber si esa chica en verdad merece morir o no. (Obscuridad, entran los 4, salvo porque Richard está leyendo sentado)

Jenkins a Richard: ¿juegas con nosotros, teniente?

Richard: ¿Póker? Es mejor que nada. (Los 4 se sientan, se sirven de alguna botella de licor que haya)

Jenkins: Empecemos a jugar de una vez, (reparte la baraja) Quienes pierdan, se toman el trago. (Sonríe)

Obscuridad, solo quedan Richard y Fabrizia al iluminarse.

Richard: ¿Te gusta cómo es la celda? Por suerte no es muy pequeña.

Fabrizia: al menos puedo ver algo más que solo ladrillos. (Apunta al dibujo)

Richard: sin duda es mejor que solo ver la maldita pared todo el día. Quizá lo vea a detalle antes de ir al paredón. (Melancólico)

Hawking, con una bandeja en manos: teniente, hora de su baño. Fabrizia, te toca desayunar.

Richard: menos mal, huelo a rata muerta. (Sale escoltado por Jenkins, y cuando Hawking está por salir, le habla ella)

Fabrizia: no te vayas. No me gusta comer sola. (Suena Violet Evergarden ost, Rust)

Hawking: está bien... (Se sienta con ella) ¿Quieres hablar de algo?

Fabrizia: te ves más joven que el jefe y que muchos soldados aquí, ¿cuántos años tienes?

Hawking: cumplí los 20 el mes pasado.

Fabrizia: eres solo un niño (sonríe) No puedo creer que hayas terminado aquí.

Hawking: mira quién lo dice. ¿Qué haces aquí? El jefe es muy amable contigo porque dice que eres buena persona...yo no me fío.

Fabrizia: normal a tu edad, mi niño (Se ríe)

Hawking: hablo enserio. ¿Quién es verdaderamente usted?

Fabrizia: yo...yo era una secretaria de guerra. Trabajaba para los alemanes ya que era eso o morir de hambre. Mi esposo fue enlistado a la fuerza hace meses...no lo he vuelto a ver desde entonces y...y un hombre malvado que me hizo pensar lo peor de mí misma trató de matarme, logró asesinar al mejor amigo de mi esposo, y yo casi corrí la misma suerte. De no ser porque uno de los suyos se apiadó de mí...yo no estaría aquí. Me atraparon sin al menos enjuiciarme, sin saber cuál era la verdad. (Notoriamente triste) Moriré en unos días por algo que no hice, y lo que más me atormenta es que no podré saber qué le pasó al que fue mi corto compañero de vida.

Hawking: ... perdón.

Sale de escena rápidamente, acaba música. Obscuridad, Al iluminarse, están solamente Richard y Jenkins.

Jenkins: teniente Richard...supongo que mañana sabe qué día es.

Richard: es jueves.

Jenkins: me refiero a que sabe qué pasará el día de mañana.

Richard: sí...caminaré por ese corredor hasta llegar al paredón en donde un pelotón va a dispararme hasta la muerte.

Jenkins: ¿hay algo que quiera hacer antes de que eso pase, teniente?

Richard: sí. Despedirme de Fabrizia...y tal vez una buena última cena. (Risa)

Jenkins: veré qué puedo conseguirle.

Oscuridad, Jenkins sale, Fabrizia entra, al iluminarse ambos están abrazados. Suena Halo Reach OST – Ashes

Fabrizia: tranquilo, todo está bien. No te preocupes, seguramente...

Richard, llorando: no me des esperanzas, Fabrizia. Estoy condenado a muerte, me voy a morir, sin que mi madre sepa cómo fue. Quería volver a verla una última vez. No me quiero morir, no me quiero morir...ni siquiera puedo pegar ojo, mañana cuando salga el sol me van a fusilar. Y también te va a pasar a ti, Fabrizia, eso también me quita el sueño. Ya tuve mi última cena...¿crees que me vaya al infierno?

Fabrizia: no, eso no pasará. Eres una buena persona, tuviste que hacer lo que hiciste por obligación, no por gusto como Stiglitz. Cálmate, por favor. Ya no llores.

Obscuridad, al iluminarse, ambos están acostados tomados de las manos. Jenkins entra, se le nota indeciso, hasta que finalmente entra de lleno al escenario.

Jenkins: es hora, teniente. Hay que irnos (desviando la mirada)

Richard: no soy teniente...es una broma que los chicos me hacían muy a menudo. (Fabrizia despierta, se levanta para abrazarlo al saber qué pasa) Fabrizia...tal vez te llevaste una mala primera impresión de mí. Quiero que sepas que lo hacía porque me preocupaba que algo malo fuera a pasar...yo no soy un hombre malo, las circunstancias me hicieron malo, y me gusta pensar que por cada hombre que maté...salvé a otros 10. Maté a 32 hombres, eso quiere decir que salvé a otros 320...o eso me gusta pensar.

Fabrizia: Richard... (Se abrazan)

Richard: fue un gusto conocerte...secretaria de guerra. No me gusta decir que nos veremos pronto. (Le da la mano a Fabrizia).

Hawking y Jenkins se limpian las lágrimas. Se lo llevan de escena, él no deja de mirar a Fabrizia, quien tiene las manos en el pecho, llorando. Fuera del escenario se escucha "preparen, apunten, fuego" seguido de una descarga de disparos. Fabrizia se acuesta en el catre, llevándose una almohada a la cara para no llorar. Jenkins le lleva el desayuno, ella lo rechaza. Se termina música. Se obscurece. Jenkins entra.

Jenkins: oye, Fabrizia...tienes una carta.

Fabrizia, emocionada: ¡¿Dante?! ¡¿La carta es de alguien llamado dante?!

Jenkins: no...es de Richard. Me dijo que te la diera después de que él...después de que su tiempo se acabara. (Toma la carta y la lee)

Richard, fuera del escenario: Fabrizia: quiero que sepas que, a pesar del poco tiempo que estuvimos en ese infernal corredor te consideré una buena persona la cual fue acusada injustamente. Sin duda alguna es sorprendente cómo es que el humano puede llegar a odiar tanto. Yo merezco lo que me pasó...tú solo mereces regresar a casa y descansar después de todo lo que te ha pasado. Derek te dijo una vez "sé libre, Fabrizia". Y yo te deseo lo mismo. Se despide, Richard Müller.

Fabrizia se lleva la carta al pecho, cubriéndose los ojos posteriormente. Obscuridad, al iluminarse, están Hawking, Jenkins y ella sentados.

Jenkins: bueno...mañana a las doce en punto pasará lo que tenga que pasar. Queremos que no te sientas mal por ello...¿hay algo que podamos conseguirte?

Hawking: sí, lo que sea. Lo conseguiremos aunque nos cueste un dedo. (Fabrizia, que estaba inexpresiva, sonríe)

Fabrizia: sí. Un vestido muy lindo no estaría mal. También una buena lasaña y el mejor vino tinto que puedan conseguir, uno que sea dulce. Unos cigarros finos también. Y una máquina de escribir, quiero que le manden una última carta a mi esposo.

Hawking: t-te lo conseguiremos sin problemas. –Toma la mano de Fabrizia, tratando de ocultar su dolor. (Ambos salen de escena, a los segundos regresan, trayendo una caja con un vestido dentro) aquí está el vestido que nos pediste.

Fabrizia, abriendo la caja: ¿lo escogiste tú?

Hawking: sí...lo escogí yo. ¿Te gustó?

Fabrizia: es hermoso, sin duda. Te agradezco mucho. (Lo abraza. Obscuridad. Sale Fabrizia)

Hawking: es solo una mujer, ella no tiene la culpa de nada.

Jenkins: esto está mal...lo siento en mi corazón, ¡esto está mal! (Silencio)

Hawking: hay que ayudarla a escapar...

Jenkins: ¿estás loco? No es que no quiera hacerlo...pero es peligroso.

Hawking: al carajo. Es una escuela, la misma debe de tener varias salidas. Cuando iba en secundaria me escapaba de la escuela, ¿qué diferencia puede tener esto?

Jenkins: es una locura.

Hawking: es peor dejarla morir.

Jenkins: pensé que la odiabas.

Hawking: ya la conocí...es una muy buena persona (soportando el llanto)

Jenkins: bien...hay que hacerlo.

Obscuridad, entra Fabrizia, recostándose en el catre. Entran Jenkins y Hawking, el primero le pone la mano en la boca, despertándola, haciéndole una señal de que guarde silencio.

Hawking: vamos a sacarte de aquí...vas a ser libre.

Ella asiente con la cabeza, obscuridad, se recoge toda la utilería, al iluminarse, los tres se notan nerviosos.

Jenkins: es aquí...vete, Fabrizia, ¡corre lo más rápido que puedas! Esa carta que escribiste, las vas a entregar personalmente.

Fabrizia, conmovida: ¡gracias, chicos! (Los abraza a ambos, suena una alarma, comienzan disparos y suena, aparte Halo 3 OST – Shadows desde 1:51.)

Hawking: ¡Puta madre, no! (Fabrizia corre, Jenkins y Hawking sacan sus pistolas)

Jenkins: ¡Se escapa, necesitamos ayuda, se escapa un prisionero!

Hawking: ¡¿Qué carajo estás haciendo, Jenkins?!

Jenkins: ¡Cállate y sígueme el juego! (Varios soldados entran a escena)

Soldado 1: ¡¿A dónde fue?!

Jenkins: ¡Al oeste, hay que ir para allá! ¡No se nos puede escapar vivo!

Salen del lado contrario, obscuridad y silencio. Obscuridad, Fabrizia entra corriendo, agitada, toma un respiro. Varias linternas la iluminan, ella trata de escapar al lado contrario.

Partisano 1: ¡alto, deténgase! (se ilumina, varios partisanos corren y la atrapan)

Partisano 2: ¿ella quién es?

Partisano 1: no tengo idea, pero es italiana.

Fabrizia: ¿son italianos?

Partisano 2: partisanos comunistas, escuchamos tiros y pensamos que eran los malditos alemanes. No es seguro que usted esté aquí, vámonos ya. (Salen de escena, obscuridad, entran a un campo de heridos)

Partisano 1: disculpe la vista, no hay un mejor lugar, hubo varios heridos, y esos malditos americanos no nos dejan entrar a la escuela para atender a los nuestros.

Fabrizia: es una prisión...acabo de escapar de ahí. Iban a matarme injustamente, los mismos guardias me ayudaron a escapar.

Partisano 2: ok...esa es una muy interesante historia. Da lo mismo, ya es muy noche, vaya a descansar.

Se obscurece la escena, al iluminarse Fabrizia está recostada, al igual que Dante, pero él hasta en el otro lado del escenario.

Partisano 1, entrando: señorita, despierte. Tenemos que hacerle un par de preguntas. (Ella despierta) Primero que nada, ¿cuál es su nombre? Y si tiene una identificación, qué mejor.

Fabrizia: soy Fabrizia Russo, pero los estadounidenses retuvieron todos mis papeles. Trabajé para el ejército alemán, mi oficina civil de correos se convirtió en una militar, no podía renunciar.

Dante, de espaldas al público: ¿Fabrizia Russo?

Fabrizia, sorprendida, se levanta para investigar a los heridos, el partisano se levanta, tratando de detenerla, pero ella no lo permite. Al llegar con Dante, él voltea para que no lo vea, comienza a sonar Violet Evergarden OST - The Ultimate Price)

Fabrizia, llevándose las manos a la boca: ¿Dante?...¿Dante, eres tú?

Dante: ...

Fabrizia, llorando: Dante...respóndeme, por favor.

Al descubrirse Dante, tiene una venda cubriéndole los ojos. Silencio de segundos.

Dante: ¿Fabrizia? ¿De verdad eres tú?

Fabrizia, llorando: sí, Dante. Soy yo...soy Fabrizia. Aquí estoy contigo, no te preocupes. Te estuve enviando cartas, nunca supe sí te llegaron, si al menos podías responderlas...ahora ya sé qué pasó.

Dante saca de su bolsillo todas las cartas.

Dante, llorando: sí me las leyeron...y sí podía responderlas. Pero no quería condenarte a tener que cuidar...¡de un maldito ciego! Yo le pedí al ejército que me dieran como baja para que no me buscaras, para que te casaras otra vez y que pudieras tener la felicidad...que yo no puedo ni siquiera soñar darte. No me queda nada para ofrecerte, solo dolor y preocupaciones. Déjame aquí...ya no valgo nada.

Fabrizia, llorando: no voy a dejarte aquí, Dante. Estás tan equivocado...yo iba a dar hasta la vida por encontrarte, sea como sea. (Lo toma de la mejilla) No tienes una idea de cuánto tiempo esperé para esto.

Dante: se suponía que tenía que cuidar de ti...no ser una carga. (Él la toma del rostro) Poder tocar tu rostro me dice tantas cosas...sigues tan hermosa como el día en que me enamoré de ti. Jamás podré volver a verte...no sabes cuánto me duele eso.

Fabrizia: Me disculparás, pero no puedo aceptar lo que dices. Yo puedo protegerte también, y no me importa lo que te haya pasado, sigues siendo esa persona a la que busqué con desesperación, por la que siempre me preocupé, y el solo hecho de que me pidas algo así no te lo puedo perdonar.

Dante: la guerra cambia a todos...escuché cientos de veces que muchas familias no aceptan a sus hijos que regresan mutilados, ciegos, locos...muchos prefieren suicidarse, otros están condenados a vagar pidiendo caridad...ese es mi destino, no el tuyo.

Fabrizia: ¡Dante, escúchate, por favor! ¡Iremos a casa, yo no te dejaré botado, estaremos bien, te amo aunque no puedas verme! Vámonos de una vez, hay que irnos ya a Sicilia.

Dante: ¿Te han dicho alguna vez que siempre has sido una persona muy optimista?

Fabrizia: Alessandro me decía que siempre estoy alegre. (Sonriendo)

Dante: mucho tiempo pensé que, si llegabas a encontrarme, ni siquiera te ibas a detener para darme una moneda por caridad. Estaba equivocado...creí que no me buscarías, que incluso después de escucharme hace un momento, me ignorarías y te irías, haciendo como si no me hubieras visto. Gracias por quedarte a mi lado...pensé que no volvería a tener esperanza...y me la regresaste, Fabrizia.

Ella se quita su collar, poniéndoselo a Dante.

Fabrizia: siempre que sientas angustia en tu corazón, toma el collar en tus manos, y piensa en mí, en que nunca voy a abandonarte, porque siempre serás el Dante que conocí en ese festival de verano. No importa que no puedas verme otra vez, lo que me importa es que no hayas dejado de amarme.

Dante: ¿es el collar de aguamarina que te regalé? Pensé que...pensé que lo habías abandonado.

Fabrizia: nunca podría hacerlo. (Saca la fotografía) Aquí estás tú...siempre cargaba una fotografía tuya.

Dante: espero que no me estés mintiendo. Y no, nunca dejé de amarte, y jamás lo iba a hacer.

Fabrizia: yo tampoco.

Se abrazan, obscuridad, se silencia la música. Al iluminarse, ambos caminan por el escenario, él tomado del hombro de ella.

Fabrizia: hum...la fachada quedó un poco mal, pero creo que me interesa más que no hayan robado los muebles...el tocadiscos era precioso.

Dante: sí, me lo diste de regalo de cumpleaños. Bueno, confío que podrás reconstruir la casa, seguramente te quedará preciosa. Odio decir que no podré verla.

Fabrizia: y también que Alessandro no podrá venir a tomar el café de la tarde después del trabajo...¿así le llamaremos a nuestro pequeño?

Dante: ¿cómo? No me digas que...

Fabrizia: sí...estoy encinta.

Dante: oh...o-ok...voy por cigarros.

Fabrizia, riendo: ¡oye, tú de aquí no te vas! El lado positivo es que podremos darle más espacio a la casa. Le hará falta.

Dante, riendo también: sería lo último que haría. Tú no me dejaste cuando más lo necesitaba...y yo tampoco haré lo mismo. Entremos a casa, no puedo esperar más.

Fabrizia: yo tampoco...se acabó. No volveré a serlo nunca más.

Dante: ¿qué no volverás a ser?

Fabrizia: secretaria de guerra...

Ambos salen del escenario, comienza a sonar a million miles aways, desde el minuto 1:38. Telón final.

El fin. 

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