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Danza de hielo y espinas.

Esa noche me encontraba en la taberna, como no podía ser raro. Ya llevaba varias copas encima, cuando me levanté a ir al baño...me di cuenta que ya caminaba mal, me mordí el interior del labio y casi no me dolía, así que una o dos más y pararía por esa noche del viernes.

Mañana sábado es más que probable que despierte tarde, con un pequeño dolor de cabeza y sin ganas de hacer nada. Al final, da lo mismo, es mi descanso.

Compartía mesa junto con Rosaría, ambos brindamos y charlamos de varias cosas que pasaban en nuestras vidas, lo que era especialmente típico. Lo hacíamos mientras jugábamos ajedrez, lo que es raro si se toma en cuenta que jugar ajedrez estando borracho no es precisamente una buena idea.

Solemos ser muy parejos en cuanto las veces que ganamos, aunque la teoría marca que yo debía ganar siempre, no por nada soy el estratega de los caballeros. En fin, mientras ella pensaba su siguiente jugada, yo la miraba como siempre, teniendo una media sonrisa.

Veía lo hermosa que era, su cabello, sus ojos de muerta viviente, al igual que las uñas que porta. No sé por qué, pero su personalidad me enloquece, ese cinismo con el que habla, lo cruel que puede ser con sus palabras...me gusta.

Será una monja, pero no me importa, yo no pedí amarla de esta manera, ¿y qué más da? Si realmente es bueno ya que amar no tiene nada de raro. Otra cosa que le miraba eran los labios, ella suele tomarse mucho su tiempo a la hora de jugar, y lo hace mientras bebe, como si al hacerlo se concentrara más.

Al final de todo, terminé ganándole, por lo que ella me levantó el dedo medio como es su costumbre, chitó la boca y se puso a fumar. Seguimos hablando...aunque poco a poco el humo del cigarro comenzó a llegarme, lo que me era un tanto incómodo.

Fingí una tos, una que era especialmente exagerada.

-Vamos, no seas lloró. No soy la única en toda la ciudad que fuma.

-Es particularmente extraño que una monja fume, Rosaria.

-Pero es posible.

-¿Cómo el amor entre monjas?

-La hermana Jigliana tiene una hija y esposo, es raro, pero también es posible. ¿Por qué preguntas? -Me preguntó, apurando otra copa, la que se terminó al contado.

-Por nada en especial...ahora que estoy borracho, me parece que hubiera vivido un caudal de siglos por viejos caminos, desde lo de Stromterror, no ha pasado nada más...nada más.

-Suena que estás aburrido. Te entiendo, en la iglesia son lecciones de canto, misa. Esa chica Idol me trae dolores de cabeza.

-Es la hermana menor de la Maestra Intendente.

-Oh... -Casi pareció que Rosaria se puso más blanca de lo que ya era, por lo que yo solté una buena risotada, apurando mi copa para terminármela. -Otra más, Charles.

-Claro. ¿Cuántas llevas ya?

-Unas ocho, más o menos.

A los pocos segundos, rellenó mi tarro, aunque Rosaria me enchinó los ojos. -¿Sólo 8? Ja, novato.

-¿Qué hay de usted, hermana? ¿Cuántas lleva?

-Nueve.

-Gran diferencia.

En pocas palabras, esa noche hicimos una competencia no declarada de quién bebía más, y mala suerte mía que perdí. Eso no me la esperaba.

Era curioso, se nos podía ver uno recargado sobre el otro mientras reíamos y nos balanceábamos. Pocas veces me he puesto así, y esa era una de aquellas. Ella se burlaba por ganarme...siendo nada más por una que llevaba de ventaja.

No es que fuéramos precisamente ruidosos, aunque hacíamos un tanto de ruido. Lo primero que haría, como buen caballero, fue ir a dejarla a la Iglesia, caminando mientras nos recargábamos el uno sobre el otro. Apenas y podíamos entablar conversación de lo borrachos que estabamos.

-Te gané, te gané, te gané. -Se burló ella, entre risas. Yo simplemente le enchiné los ojos.

-Fue porque antes de empezar bebí vino, de lo contrario hubiera aguantado más.

-Excusas de mal perdedor.

-Cuando tengamos la revancha, ya veremos quién es el perdedor ahora.

-Serás solo tú y tú.

Prácticamente era yo el que cargaba el peso de ambos, por lo que a casi 3/4 del camino, me detuve en una banca para descansar y recobrar el aliento, Rosaria estaba recargada en mi hombro, su rostro quedó muy cerca del mío, especialmente sus labios.

-Debo mantenerme sereno para no hacer locuras. -Me dije a mí mismo, pero ella me vio de una forma angelical, hermosa y que me obligaba a caer en la tentación. -Al demonio, mañana ni siquiera lo recordarás. -Dije, acariciándole una mejilla para después besarla en los labios, un beso que sorpresivamente ella respondió.

Describir lo que sentí en esa situación es difícil. Todo el mundo se detuvo para mí, escuchaba el pitido en mis oídos y el propio latido de mi corazón y nada más, ni siquiera mi respiración o el viento que soplaba en ese momento, sintiendo una enorme calidez en mi corazón y unas enormes ganas de sonreír. Mi estómago me daba cosquillas, y en la obscuridad de mis ojo cerrados, los más hermosos colores aparecían, siendo pequeñas explosiones rojas y destellos amarillos, así como los colores verdes que saltarían de aquí para allá en una lámpara de lava.

Al separarme, dije las palabras más sinceras que alguien jamás en mi vida podría escucharme decir:

-No fue solo tu cuerpo, ni tampoco tu carácter, mucho menos tu porte. Toda tú me ha causado enamorarme de vos, luna cautivadora de mis ojos.

-Kaeya... -No creo que sus mejillas se hayan puesto más rojas porque ya lo estaban, natural en su estado de embriaguez.

Seguí avanzando en nuestro recorrido, sin decir nada, ella me miraba de vez en cuando, ya no faltaría mucho para que ella cayera dormida, notándose que hacía lo posible para que no sucediera. Apenas llegamos a la catedral, la hermana superiora nos regañó, especialmente a ella.

-Por Barbatos, no pueden ni estar de pie sin ayuda. Hermana Rosaria, ya sabe cuál es el castigo.

-Parece que alguien está en problemas. -Canturreé, la hermana me dio ahora un golpe a mí con su sotana.

-No diga más, capitán. Solo ayúdeme a llevarla a su cuarto.

Ella nos dirigía al cuarto, y fue especialmente gracioso ya que, al mirarnos Rosaria y yo, ambos le sacamos la lengua a la madre, soportándonos una buena risa. Ella señaló el cuarto, yo entré al mismo junto con la hermana que parecía ser un peso dormido.

Así era, Rosaria se quedó finalmente dormida en mis brazos mientras la acomodaba en su cama. Como ya se había ido la hermana superiora y ella estaba inconsciente, podía aprovecharme de ella de mil y un formas.

Le miré de arriba abajo el cuerpo, que es bien sabido por toda la ciudad que ella levanta pasiones y por su culpa muchos agnósticos se hacen devotos a la iglesia. La tenía a mi merced, vuelvo a lo mismo.

Hice lo que todo caballero haría en una situación así: le quité su velo y la tapé con su manta, sonriendo para mí mismo. Vi de nuevo sus labios, recordando el momento aquel.

-Buenas noches, mi flor espinosa...luna cautivadora de mis ojos...

De ahí, simplemente me retiré al cerrar la puerta, tambaleándome y recargándome en la pared para no caerme. La hermana me regañó de nuevo, yo le dije que sería la última vez, así que tras decirme que mañana debía regresar a hacer penitencia, me dejó libre.

Al llegar a mi cuarto en los caballeros, me dejé caer en la cama. Todo me daba vueltas, era como un disco rayado que reproducía la misma imagen en bucle, pero era yo mirando al techo.

Toqué mis labios con dos de mis dedos, suspirando de alegría por el hecho de que besé y le dije lo que siento a la mujer que amo con locura. Gracias por eso, Venti, sus clases de poesía me han servido mucho.

Me quedé asquerosamente dormido sin dejar de pensar en Rosaria, en el beso que le di y en la forma en que me enamoré de ella.

Ah, la vez que así fue...vaya mujer, y no niego que fue de lo más curioso. Más bien, fue algo único, y es que ella es una mujer única, claro que la forma de enamorarme de ella no fue a menor. Eso sí...fue amor a primera vista.

Yo perseguía a varios ladrones de tesoros en la obscuridad de la noche, solamente la luna me alumbraba, estaba ya a nada de cercarlos, teniendo mi espada a la mano, ellos solamente se acercaron en su punto de reunión, y cuando apenas iba a decir algo después de que contaran el botín, una cruz de cryo cayó del cielo, lo que me sorprendió.

-¿De dónde carajo vino eso? -Dije, en voz alta, por la sorpresa. Eso no fue lo único, ya que una sigilosa sombra se movía tan rápido que no podía ni verla con mi ojo, pero todos los ladrones caían rendidos de un golpe certero en la espalda.

Al estar todos derrotados, esa sombra caminaba de forma elegante, mirando por debajo del hombro a los hombres que yacían en el suelo. Esa femme fatale, dirigió su mirada a mí, por lo que quedé sorprendido. Toda su silueta resaltaba a la luz de la luna, sus caderas, su arma, incluso el mover de sus cabellos con el viento era impresionante.

<<Qué cabello, qué ojos, qué técnica, qué figura. ¡Dios mío, es perfecta!>> Pensé, estupefacto.

-Usted debe ser el capitán Kaeya, ¿no?

-Sí... -La vi más a detalle...no era posible que fuera una monja y, sin embargo, usaba ropas religiosas. -¿Quién eres tú? Aunque estoy seguro que has de ser un ángel.

-¿Lo dices por mi ropa?

-No solo por eso...caíste del cielo y eres tan bella como uno. -Mencioné, en un tono más o menos coqueto.

-Es usted un atrevido. -Se mofó. -Soy la hermana Rosaria. -Dijo ella, sacando un cigarro para ponérselo a fumar. -Debo decirle una cosa, capitán.

-Adelante.

-No se meta en mi camino...solo me ha estorbado. -Ella tomó el botín de los ladrones. -La recompensa me bastará para unas copas.

Ella, de igual de sorpresivo que llegó, se fue, yo intenté seguirla, pero no pude, era muy rápida en la noche.

-¡Señorita, yo le invitaré cuantos tragos quiera a modo de compensación!

A la mañana siguiente desperté tirando todo el licor que tenía al estar convencido de que esa había sido una alucinación demasiado realista. Una mujer así no podía ser posible, era imposible por lo bella, retadora y el buen cuerpo que tenía. Sin embargo, esa misma noche caminando cerca de la taberna, me la encontré fumando un cigarro, teniendo un pie recargado en una pared, sonriendo.

-Pensé que no vendrías...te disculparé si pagas tú.

-Mi lady. -Hice una reverencia y tomé su mano para besarla. -Todo sea por recompensar a una dama tan bella como vos.

-Es usted un atrevido. -Rió, ambos entramos a la taberna.

Desde esa noche, ella se ha convertido para mí en Santa Rosaría de Mondstadt, por lo que siempre le rendiré culto, no merece menos al ser una mujer tan bella.

***

Para la mañana siguiente, era levantada a regañadientes por la hermana superiora, yo la verdad es que no deseaba despertarme, si fuera por mí me la pasaría dormida hasta que se pusiera el sol nuevamente.

Lo único bueno que me dejó la noche de ayer fue saber que le gané a Kaeya y que a la próxima el pagará lo que beba.

Inexplicablemente, sentía en mis labios un sabor extraño, impropio de la cerveza que suelo beber cuando voy al bar. Ese mismo sabor era al del vino, y de hecho sabía muy bueno, aunque lo extraño es que yo juraría por todo que no bebí vino ayer.

Apenas recuerdo qué demonios pasó esa noche, fue antes del salir del bar que todo está borroso para mí, ni siquiera recuerdo cómo llegué, solo recuerdo que Kaeya perdió nuestro reto.

-Hermana, ¿cómo llegué a la Catedral?

-Hermana Rosaria, debería darle vergüenza, ¡no se acuerda de nada por lo borracha que se puso! -Ella resopló del enojo. -El capitán la trajo, él también estaba igual de borracho que usted, por suerte me hizo el favor de llevarla a su cuarto.

-¿Y solo eso?

-Sí, solo eso. Ahora en marcha, a rezar por su falta.

No creo que hayamos ido a beber más a la Cola de gato, lo que explicaría que tengo sabor a vino en mis labios, eso debido a que salimos a las 12 de la taberna y llegamos a las 12 con veinte, lo justo que se hace del trayecto.

Esa misma mañana fue realmente aburrida, y Bárbara también me intentó regañar aunque yo le jalé una mejilla para que aprendiera a saber que yo soy su superiora.

-De todos modos no está bien que haga eso, alguien podría aprovecharse de su estado y...bueno, hacerle cosas impuras.

-Nadie con medio cerebro me haría algo así, aparte estaba consiente.

-Eso es aparte. Hay cosas que la mente no recuerda, pero el cuerpo tiene bien en cuenta al igual que el corazón. -Dijo ella, antes de irse. -No se le olvide, por favor.

Quizá lo dice ya que, de pasarme algo, mi cuerpo me lo diría a través de dolores, marcas o arañazos que me quedarían. Mientras me duchaba, lo que me vino de perla por la resaca, no noté nada extraño en mi cuerpo, y hacía memoria, pero nada.

A ver qué dice luego Kaeya al respecto.

Llegado el anochecer, fui de nuevo a la taberna, pero ahora solamente para algo que me repusiera, y esa sería una buena bebida de bayas y menta. Charles me dijo que, a la próxima que nos viera competir, no nos daría más cerveza.

Diluc llegó junto con Kaeya, los dos parecían pelearse a pequeños empujones en el hombro mientras el primero hacía un gesto de enojo y el segundo reía. Ellos dos se llevan de forma curiosa, y eso es decir lo de menos.

Al verlo acomodarse el cabello y la ropa después de ese pequeño juego, aparte de que me sonrió con carisma, lo que para mi sorpresa, sentí que el corazón me comenzó a latir fuerte, por alguna extraña razón que no comprendía en ese momento. Algo en mí no andaba normal, lo que no me terminaba de explicar.

Por si poco fuera, sentía mariposas en el estómago, lo que me hacía sentir más extraña, todo eso empezó cuando Kaeya me sonrió, y me fue especialmente difícil de digerir cuando él me besó el dorso de la mano como solía hacerlo, llamándome "mi lady".

De no ser por mis guantes, él hubiera notado que las manos me sudan, lo que me parece particularmente extraño, yo casi nunca sudo aunque la situación sea muy difícil. Ese beso en la mano me dejó con una mayor arritmia y, especialmente, con esa sensación de mariposas en el estómago creciéndome.

-¿Qué tal te fue con la resaca? Parece que mal. -Dijo él, abriendo la conversación.

-La penitencia fue lo peor. Por cierto, la Hermana superiora también te castigó.

-Sí, le dije que iría a cumplir penitencia...pero no cuándo. -Rió él.

-Inteligente...haré lo mismo en su momento.

Aquel bardo llegó para tocar como siempre, se notaba especialmente feliz, lo que me causaba curiosidad. Cuando está así de feliz, es porque trae nuevas canciones para cantar y tocar. Tenía mis expectativas.

-Bien, hoy traigo una buena nueva, y es que me parece curioso no verlos aquí...seguramente ayer se pasaron tanto de copas que por ahora el solo olor a vino les ha de causar nauseas. Jum, ni modo, seguramente la escucharán después.

No recuerdo que alguien más se haya puesto tan mal como yo y Kaeya ayer. Bueno, no recuerdo muchas cosas, así que será cualquiera. De todos modos, él y yo estábamos sentados en el fondo y Venti se encontraba en la entrada de la taberna.

-La de hoy trata de dos enamorados que tienen un amor que, parecía ser oculto, pero ayer los vi besarse en donde cualquiera los podía ver. Y sí, fui el único que los vio, pero no es secreto lo que diré. Esta canción es dedicada para ellos dos, y se llama "Danza de hielo y espinas"

-Hum, es un buen título. -Al voltear a ver a Kaeya, su característico color de piel había pasado a uno casi igual al mío, por lo que me quedé extrañada.

-Eran dos amantes, aquellos que eran igual de fríos que el hielo. Ella, una rosa de hielo cuyas espinas no perdonaban a ningún hombre. Él, alguien con secretos, y una apariencia extravagante, unidos por la nieve, la cual no era fría, era caliente cuando ambos se juntaban. Danzaban y danzaban, congelando la mar por donde pasaran; siendo amor, siendo fuego, manteniéndose con espíritu de hielo. La nieve puede ser mortal, y es que ella era una mujer con la que es mejor no jugar. Pero él, atrevido ante todo, la conquistó con la candidez de un corazón que, más que emanar amor, emanaba escarcha de pasión, la que bastó para liberarla a ella de su amargor, compartiéndole, con un beso, su cariño y calor.

Conforme iba pasando la canción, algunos recuerdos me inundaban la mente, los cuales venían directamente de mi corazón. Ahora ya sé qué quería decir la pequeña Idol...mi mente olvidó que ayer Kaeya me dio un beso en los labios, confesándome su amor a sabiendas de que lo olvidaría, y no solo eso, sino que me dijo "luna cautivadora".

He de reconocer que es un buen comparativo, digo, soy tan blanca como la luz de la luna, o no en ese momento, sentía mis mejillas calientes, y ese sentimiento que venía ya en mí se iba haciendo más grande y más grande conforme recordaba más ese beso y, por si poco fuera, las palabras que él me dijo se hilaban mejor.

"No fue solo tu cuerpo, ni tampoco tu carácter, mucho menos tu porte. Toda tú me ha causado enamorarme de vos, luna cautivadora de mis ojos." Las primeras palabras que me dijo fueron lindas y atrevidas, pero éstas rebasaban cualquier otro cumplido que alguien me dijera en su momento.

Y tan solo recordar que le respondí al beso sabor a vino que me dio, lo que de paso explicaba ese sabor extraño que notaba en mis labios la mañana de hoy. Esta no era otra tarde más en donde se puede respirar...ahora era algo mejor.

Lo peor o lo mejor de todo es que la balada todavía no acababa, sino que faltaban unas estrofas más.

-Benditos sean los labios que besen a aquella mujer sin que a vos se le congelen, pues solo el cisne de hielo lo pudo lograr, domando el inverno en el corazón de la doncella espinosa, doncella que congela a todo aquel que no la reverencie como la Santa de esta tierra. Las palabras que deseaba escuchar, fueron dichas por su adulador, y éstas, simples pero sinceras fueron: "te amaré, te amaré con la fuerza de mi libertad". Y ella, hermosa como la nieve misma, por tal tributo, le abrió las puertas de su amor.

Todo el bar aplaudió la canción del bardo que se notaba no tenía la más mínima vergüenza de lo dicho, siendo que sonreía y recibía monedas, sentándose en la barra para poner las mismas ahí mientras Charles le servía vino, lo que lo puso de mejor ánimo.

Tanto Kaeya como yo nos vimos a los ojos...es innecesario decir que nuestros rostros se pintaron de rojo, ya que esos versos fueron inspirados por nosotros y en el beso que nos dimos ayer.

-Así que tú...y en un lugar público.

-Creo que estaba muy borracho para darme cuenta que cierto bardo nos miraba. No me creo que haya sido tan descuidado. Además...creí que lo olvidaste porque no mencionaste nada cuando nos vimos.

-Sí, pero me acabo de acordar...por las palabras del bardo.

-Vaya, quien lo diría. -Poco a poco su color de piel se fue arreglando, aunque vi que sonrió, un poco menos incómodo. -De todos modos, algo estuvo mal. Creo que ese bardo no describió bien tu belleza, se quedó corto ya que no hay verso que pueda ser fiel a la realidad.

-Tan atrevido como siempre. Pero no sé, esos halagos simples no me terminan de convencer, Kaeya. -Dije de forma altanera, prendiendo mi cigarro. Si lograba hacer que él dijera más de lo que siente, me sentiría satisfecha.

-¿Simples? Jum, bueno, es que también hay mujeres más bellas a las que puedo dedicar mis versos del alma. -Replicó de forma burlesca, lo que me hizo saltar una pequeña vena de la frente.

-Lo mismo te digo, capitán. Las mujeres no desean halagos de cualquier tipo, solo del indicado. Así que puede ahorrarse sus palabras, no me son suficientes.

Él se llevó la mano al mentón, angostando los ojos, con una sonrisa en su rostro. Ahora no competimos por ver quién se cae primero de borracho, sino quién le ruega a quién, y eso es una batalla de ego, lo que es especialmente difícil de dejar ganar.

-Me las ahorraré. Aunque, ciertamente, a veces muchos se abstienen del pecado para caer rendidos al mismo, usted lo ha de saber bien, hermana. Y, quien se abstiene demasiado, termina sin su rebanada del pastel, y el pastel de chocolate negro tiene mucha demanda, no se guarda a cualquiera.

Reconozco que eso me sacó una risa, por lo que le di un sorbo a mi bebida, vaya que sabe jugar sus cartas. No sé qué tan popular sea Kaeya entre las chicas, y el qué tan mujeriego pueda ser me causa sospecha.

-Lo mismo pienso. Las rosas más bellas son las más espinosas, y no todos soportan sus cortes y picaduras. Solo los hombres de verdad pueden tomar en sus manos una rosa sin sentir dolor...¿suele cortar rosas, capitán?

-Para nada...las rosas se cortan solas apenas me ven. -Rió él.

Seguimos el juego por media hora más. Admito que ahora sí me ganó, y cuando dijo algo que me molestó un poco, le tiré el humo del cigarro directamente a la cara para desquitarme de mi derrota. Al final de todo, sí cumplió su palabra, ya que tomó su revancha y me derrotó, pero ahora en los versos.

Salimos al haber bebido muy poco en comparación de ayer. Bueno, yo ni siquiera tomé alcohol ya que la resaca me quitaba el antojo completamente.

Pisando las calles nuevamente, los dos caminábamos juntos, a paso muy lento, en la obscuridad de la noche, apenas se escuchaban nuestros pasos al caminar. Eso sí, la poca luz que se veía era de las antorchas de la calle. Yo sentía un poco de frío al ser las once, él se quitó su capa para dármela, cubriendo mis hombros.

-Para usted. Me parece curioso, pero la flor de hielo tiene frío.

-¿Y qué hay del cisne de nieve?

-El cisne no siente frío al ser de nieve. Pero toda flor se lastima con el frío.

-Jum, me gusta cuando un hombre es caballeroso, como tú.

-Ahora me tuteas. Te regresaré el favor. Solamente a las personas que se les tiene un afecto superior se les habla de tú, ¿lo sabías? -Supongo que lo dijo para tratar de apenarme.

-Y solo aquellos que comparten más afecto todavía comparten esa forma de hablar. Si para ti fuera como cualquier persona, me seguirías hablando de usted.  En todo caso, me gustan los hombres que son directos y que no muestran desinterés.

-Oh, siento eso como una indirecta, ¿te gusto, hermana?

-¿Tú? ¿A mí? Ja, eso suena absurdo.

-De sonar absurdo...¿por qué respondiste a mi beso ayer? -Preguntó con tono coqueto.

-Por lástima. Besas horrible y quería enseñarte. -Respondí, con burla.

-¿Enseñarme a mí? Estabas tan borracha que ni eso podías hacer correctamente.

-Sobria beso mucho mejor.

-No te atreverías a darme un beso.

-No. tú no te atreverías a darme un beso, aprovechaste que estaba borracha.

-Podría hacerlo ahora.

-Hazlo, te reto.

-No estoy para complacencias, además apestas a cigarro.

-Ja, sabía que te acobardarías. Es más, ni quería que me besaras.

Ambos detuvimos nuestro paso, una ligera brisa helada nos golpeó a cada uno la espalda y, tal cual como si la misma nos hubiera empujado suavemente, los dos nos abalanzamos, uno sobre el otro solamente para besarnos.

Parecía que era tal cual lo que deseábamos, muy en el fondo, pero así era. El sabor de sus labios no había cambiado en nada, lo que me alegraba infinitamente, ese sabor a vino dulce y a esencia varonil fue lo que me gustó mucho, y no deseaba cambiarlo por nada del mundo.

Como fuera, realmente me agradaba, y lo sentía de nuevo. Todas esas sensaciones en mi corazón y estomago terminaron por reventar al llegar a su punto máximo, dejándome clara una cosa: me enamoré de Kaeya por ese beso que me dio.

Me pregunto ahora, ¿Qué habría pasado si no me hubiera besado ayer? ¿Me terminaría enamorando de él de todos modos? Ahora algo me dice que sí, que así es. Yo lo tenía sujeto de ambas mejillas mientras que él me tomaba de la cintura, abrazándome con fuerza.

Su cuerpo me transmitía mucho calor irónicamente, así que su capa ya no me era necesaria. De tener la piel de gallina por la misma razón, ahora sentía calor. Ese bardo, al final tuvo razón: Kaeya derritió mi corazón con la candidez de su corazón.

Al separarnos, nos sonreímos tímidamente, él hizo una reverencia, tal cual como si estuviera frente a una imagen religiosa.

-Ahora quiero consagrar para siempre mi vida a ti, Santa Rosaria de Mondstadt: mi divinidad santificada, luna cautivadora de mis ojos, mi flor espinosa, niña de mis ojos. -Tras chasquear los dedos, Kaeya apareció todo un ramo de rosas de hielo, lo que me fue una linda sorpresa, lo tomé en mis manos, no estaban frías, era como si tomara rosas de cristal.

-Pídeme cualquier milagro...y lo haré realidad.

-Santa Rosaria, déjame estar siempre a tu lado, niña de mis ojos.

-Que así sea, mi devoto más amado...

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uwu Este último segmento realmente lo improvisé, pero creo que quedó bastante bien, aparte esa discusión del beso siento que sí la tendrían jsjss

El capítulo fue romántico en general, aunque más que nada se pudo ver el cómo desarrollé la personalidad de ambos personajes, y siento que se podrían llevar así en el canon, los dos deben ser muy orgullosos (especialmente Rosaria), y también se han de llevar pesado como en la parte donde se besan por segunda vez uwu aparte de que Kaeya se ve que ha de tener un lado coqueto pues #moreno7u7 y dijo cosas románticas en los momentos más adecuados, cuando se conocieron, en el bar, los apodos que le ponen, me agrada el haberlo hecho así, aparte Kaeya tomó clases de poesía con el trapo borrachón

Quizá por eso mismo los shipean al tener personalidades "compatibles" y, justamente, shipeables, como dije al final del capítulo de hace una semana. Una duda, ¿Se menciona que Rosaria fuma o es algo que alguien hizo en un fanart y a todos les gustó? Que yo sepa no se menciona en sus diálogos el que fume, pero bueno xd

Me da risa que Kaeya ve a Rosaria como una santa :v Santa Rosaria de Mondstadt, la patrona de los amantes de los perros xd


Este artista los shipea mucho, me agrada.

Esto me da más ideas...

Para la próxima semana es muy probable que no suba capítulo ya que saldré fuera xd eso me ayudará a despejarme y venir recargado uwu (espero :V), en todo caso, también me ayudará a tener tiempo para hacer la siguiente encuesta.

Y, a elección del pueblo, el siguiente capítulo que es el lemmon del iter será con:

Katheryne

Ningguang

Ustedes decidan xd

Entonces nos vemos en dos semanas, ojalá el capítulo les haya gustado mucho, el ship realmente me gusta y va más o menos de acuerdo a las personalidades de ambos (con Rosaria me di un poquito de libertad, pero no importa xd)

Siempre tuyo:

-Arturo.

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