Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Lee TaeYong» NCT; prt. I

Derrapando sobre la tierra bajo tus pies y salvándote de forma milagrosa de una caída dolorosa, te detuviste de manera abrupta cuando su alargada y elegante figura escamosa descendió ante ti, cortándote el camino.

Sus brillantes e hipnotizantes ojos dorados, similares a los de un reptil, te observaron con detenimiento para seguido descender al preciado objeto que aferrabas con recelo con tu brazo izquierdo, el cual potenció el agarre contra tu pecho al ser consciente de sus intenciones, además, de servir como una muda respuesta para él.

El denso silencio que se formó entre ustedes fue llenado por el irregular sonido de sus respiraciones erráticas y superficiales, que se debían no solo al agotador juego del gato y el ratón que habían estado realizando por lo que parecía ser más de quince minutos, sino que también por el pequeño pero violento enfrentamiento que ambos tuvieron hace casi un kilómetro atrás; cerca de la cueva en donde aquella gigantesca bestia de armadura plateada se mantenía oculta del mundo.

Ambos estaban heridos, pero tus heridas, a comparación con las de él, no parecían ser nada. No tenías que ser muy lista para saber que aquello se debía, en su mayoría, al pergamino que el mago del rey te había dado antes de sumergirte en esta peligrosa aventura. Porque a pesar de que sus efectos no se manifestaron de manera inmediata y te hicieron dudar de su efectividad en su momento, pudiste admirar con el paso de los minutos cómo los movimientos del dragón se volvían más torpes y lentos, haciéndote capaz de poder darle batalla a una criatura superior a ti en muchos aspectos.

Retrocediendo un paso, en busca de crear distancia entre ambos, y aferrando con los dedos de tu mano derecha el mango del cuchillo de media luna que poseías, apreciaste cómo la espesa sangre escurría desde el interior su boca hasta caer como pequeñas gotas que terminaron tintando el suelo y cómo su escamoso cuerpo, temblaba de manera sutil. Parecía estar luchando con todas sus fuerzas por mantenerse de pie y evitar que te llevaras el brillante huevo de color rojo con decoraciones de oro, y aquello consiguió hacerte sentir mal.

Tú intención no era dañarlo. En otras circunstancias ni siquiera te hubieras acercado a tomar el huevo porque no te interesaba en lo más mínimo, pero, ahora, no tenías opción. Era llevarle el llamativo objeto al rey u observar el cruel e injusto asesinato de tu hermano y la última opción, no te parecía una viable. En lo absoluto.

Jadeaste de la impresión cuando gimió, se retorció y se estampó contra el piso en un ruido sordo. Sus patas perdieron la fuerza para sostener su propio cuerpo de una manera tan veloz, que lució como si un gigantesco peso hubiera caído sobre su larga espalda para aplastarlo contra la tierra sin clemencia alguna. Una pequeña nube de polvo se levantó tras su caída y, todavía petrificada en tu lugar gracias a la conmoción de lo que estaba sucediendo, admiraste como su cuerpo se transformaba hasta terminar adquiriendo la forma de...

— Un humano... — murmuraste con voz ahogada, con tus ojos del triple de su tamaño normal y sin poder darle crédito a lo que observabas.

La boca se te secó y el sentimiento de culpa creció hasta sentirse cómo una desagradable bola de plomo dentro de tu estómago, la cual te provocó nauseas.

Con horror, lo viste toser sangre y luchar, contra sea lo que sea que lo estuviera atacando desde su interior, para ponerse de pie y enfrentarte otra vez.

— No morirás, ¿verdad? — la pregunta salió de tus labios sin pensarla realmente, bañada de un miedo que no se le pasó por alto y que pareció hacerle gracia.

El muchacho, de afiladas facciones y cabello blanquecino, alzó la mirada hasta que sus agudos ojos se posaron en los tuyos para seguido dejar escapar una risa amarga, carente de diversión que sentiste cómo una cruel patada en el estómago.

— ¿D-de verdad te importa eso?

Tensaste los labios con disgusto ante lo seca y rasposa que se escuchó su voz, percibiendo en tu interior la creciente necesidad de ofrecerle de tu provisión de agua e ignorando con gran facilidad el tono afilado que utilizó para hablarte. Porque lo comprendías hasta tal punto. Estaba herido, frustrado y estabas segura de que, si estuvieras en su lugar, tu respuesta no se hubiera alejado mucho de la suya.

— Realmente lamento esto. No tengo otra opción — te excusaste, guardado el huevo dentro de tu mochila bajo la atenta mirada del chico que apenas y sí, era capaz de mantener la cabeza en alto para poder observarte.

— Todos dicen lo mismo... — farfulló entre dientes.

Un latigazo de dolor lo azotó sin piedad, haciendo que quejara entre dientes y que su cuerpo se contrajera como respuesta.

A pesar de que pudiste haber aprovechado su deplorable estado para escapar, te quedaste ahí, debido a que a pesar de que tu instinto te decía que deberías tomar ventaja de esta oportunidad de oro que se te había presentado, tu cuerpo no se movía. Irónicamente, estabas pensando en qué podías hacer para ayudarlo porque aquello no te gustaba. Nunca habías matado a alguien, y comenzar a ahora no estaba en tus planes.

No creías que tu consciencia pudiera soportar el peso de algo así.

Tomándote unos segundos para obligar a tu cerebro a pensar en algo factible, recordaste de manera repentina que dentro de tu bolsa se hallaba una trufa color rosa, la cual fue un regalo de agradecimiento de parte de una bruja a la que ayudaste dos días antes de localizar la cueva en donde se encontraba tu objetivo.

No sabías para qué servía, pero preferiste arriesgarte dándosela a quedarte de brazos cruzados sin hacer nada.

Con gran esfuerzo lo ayudaste a recostarse contra el tronco de un árbol cercana bajo su cuestionante mirada para seguido, hincarte a su lado y sacar el redondo alimento de un llamativo color rosa desde el interior de una servilleta blanca.

— ¿Qué es eso? — interrogó con desconfianza, desviando el rostro cuando lo aproximaste a sus delgados y pálidos labios.

— Una trufa — fue tu respuesta. Lo intentaste otra vez, pero, usando las pocas fuerzas que le quedaban, volvió a esquivar tu mano. — Por favor.

Inclinándose al lado contrario de donde te encontrabas, tosió otra vez, dejando escapar más sangre que terminó pintando parte de sus labios y mentón.

— ¿Po- por qué debería confiar en ti?

— Vas a morir, ¿no? — Alzaste una ceja y acercaste otra vez el producto a su boca. — ¿Qué tienes que perder confiando en mí?

Te miró, durante lo que parecieron largos segundos, con la desconfianza brillando en su afilada mirada mientras se debatía en qué debía hacer. Al final, dejando escapar un derrotado suspiro, se inclinó levemente para morder lo que le ofrecías, consiguiendo que una diminuta sonrisa tirara de las comisuras de tus labios al verlo ceder.

No sabías si funcionaría y, muy probablemente, te terminarías arrepintiendo si eras así, pero preferías eso a cargar sobre tus hombros con la muerte de alguien.

Con dos dificultosas mordidas bastó para que se acabara la trufa y, tan solo un par de milisegundos después en los que ninguno de los dos pronunció palabra alguna, el chico comenzó a retorcerse y a toser de una manera tan desagradable que te hicieron cerrar los ojos como efecto reflejo y dar un paso hacia atrás.

La tortura del desconocido joven duró tan solo un par de segundos, los cuales estabas segura de que le debieron parecer agonizantes minutos, hasta que expulsó una negruzca y redonda esfera manchada de su propia sangre.

— ¿Qu- qué es eso? — cuestionaste, admirándolo con una mueca de asco desde la distancia y no atreviéndote a acércatele.

Tus ojos se posaron sobre el peliblanco, quien apenas hizo amago de querer contestar tu cuestionante se terminó desvaneciendo. Intentaste atraparlo antes de que cayera, pero lo único que alcanzaste a hacer fue colocar tu mano bajo su cabeza para amortiguar el impacto.

Lo miraste por un momento y sonreíste al notar como su pecho subía y bajaba con parsimonia.

Estaba vivo.

— Muy bien. Será mejor que me vaya... — murmuraste, recostándolo con cuidado sobre el césped para que descansara. Convenciéndote a ti misma que, desde ahora, él estaría bien.

Debías retomar tu rumbo, aprovechar su estado actual para alejarte lo más posible antes de que recuperara la consciencia y se decidiera a continuar con su misión y arruinara la tuya.

<< Porque sí despertará >>. Te aseguraste.

Previo a levantarte y alejarte, lo cubriste con tu abrigo sin pensarlo dos veces. No era mucho, pero te parecía que era lo mejor que podías hacer dentro de tu complicada situación.

— Lo siento, dragoncito... Yo no quería que esto pasara.

Tras decir esas palabras te colocaste de pie, le diste una última mirada de disculpa y comenzaste a alejarte a paso apresurado para marcar toda la distancia que se te fuera posible entre ambos.


People que lee esto: sé que el título dice drabbles... Pero no puedo mantenerlos todos cortos. #sorry 😂😔✊

Por lo que ya no se sorprendan si algunos tienen más pinta de one shot.

PD: Drabble inspirado en la película "El viaje de Chihiro".

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro