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Kim YuGyeom» GOT7

Contiene smut explícito ⚠️


No eras una persona fanática de las fiestas, pero ahí te encontrabas. Haciendo presencia para mantener la imagen de tu familia lo más impecable posible como tus padres te terminaron imponiendo esa misma mañana. Te sentías molesta por no poder negarte a asistir, pero tu actitud cambió radicalmente cuando te diste cuenta acerca de la mesa en dónde te sentaron y junto a quién te sentaron.

Tu estómago dio un vuelco cuando Kim YuGyeom, un joven multimillonario más caliente que el mismísimo infierno y el cual se había tomado el privilegio de insinuársete más de una vez, tomó asiento junto a ti. Dándote una larga y fogosa mirada que consiguió erizarte ligeramente la piel.

Es bueno verte, YuGyeomie.

La manera en que lo dijiste fue un reflejo de lo que él te provocaba. El tono seductor que tiñó tu voz no era algo que hubieras planeado de antemano, pero tampoco fue como que te disgustara cuando notaste el asombro mezclado con la complacencia que pintaron su expresión. Él no se lo esperaba y eso, te animó.

— Lo mismo pienso. — Las comisuras de sus labios se elevaron en una sonrisa que correspondiste.

La conversación dio inició entre las personas que ocupaban un asiento alrededor de esa redonda mesa de madera adornada con un simple mantel liso de color gris. Te mantuviste al margen la mayor parte del tiempo, escuchando y de vez en cuando aportando con risas y monosílabos vacíos. No querías estar ahí, y te percataste que YuGyeom lo notó por la mirada que te regaló.

Te tardaste un par de segundos en decidir entrar en su juego y animarte a hacerlo lo que pasaba por tu cabeza, y disfrutaste de la manera en que sus ojos se abrieron de par en par cuando, repentinamente, sintió tu mano posándose sobre su pierna izquierda. A través de la tela eras capaz de percibir el calor que expedía su piel y, ignorando su mirada y pretendiendo estar atenta a lo que hablaban, fuiste deslizando tu extremidad por su muslo con lentitud hasta detenerte justo antes de tocar una zona sensible para cualquier hombre.

Percibiste su cuerpo igual de tenso que una cuerda, pero el hecho de que no te alejara fue la autorización silenciosa que necesitaste para continuar hasta terminar posando tu mano sobre su entrepierna, en donde te dedicaste a dejar discretas caricias que fueron estimulándolo con una facilidad que te sorprendió.

No dijo nada, pero la manera en que mordió su labio inferior, intentado contener un suspiro de satisfacción que deseaba escapar de entre sus labios mientras tensaba los puños bajo la mesa, te hizo saber lo que necesitabas saber.

Lo viste tragar con pesadez para seguido atrapar tu muñeca y quitarla de su ya, afectado amigo.

Sin más que hacer se levantó, llamando la atención de todos.

— ¿Dónde vas, YuGyeom? — preguntó JinYoung, depositando su vaso sobre la mesa tras haber bebido.

Le sonrió, disimulando la situación.

— Debo ir al baño, vuelvo en un momento.

Sin esperar respuesta lo viste dirigirse al lugar mencionado, desapareciendo de tu vista. Te tardaste menos de tres minutos en animarte a levantarte de la mesa para disculparte con la misma excusa, siendo incapaz de levantar dudas en tus acompañantes que te dedicaron asentimientos poco interesados.

Empujaste la puerta del baño de varones con cuidado, rezando porque en el interior no se encontrara nadie más que el azabache a quien buscabas, el cual por suerte se encontraba solo en el lugar, apoyado en el lavamanos. Te divisó a través del reflejo que le devolvía el espejo y la sonrisa que se deslizó por sus labios era un claro presagio de que las cosas subirían de tono si lo permitías.

— Si que te tardaste en venir. Estaba creyendo que me dejarías plantado. — dijo, dándose la vuelta y apoyando su cadera contra el mármol.

— No es como que hubiera recibido alguna invitación.

— Creí que estaba implícito — Fue su única respuesta, encogiéndose de hombros. — Acércate.

Obedeciste de forma automática, avanzando a paso titubeante hasta él, quien te recibió tomándote por los hombros y deslizando sus dedos por la piel desnuda de tus brazos.

— ¿Viniste a ayudarme? — te susurró en el oído y mordió el lóbulo de tu oreja, produciendo que un escalofrío recorriera toda tu anatomía.

— Me gustaría — admitiste en un suspiro, deleitándote por los besos que YuGyeom se dedicó a regar por tu cuello.

— Me alegra escuchar eso.

YuGyeom alzó la cabeza para atrapar tus labios en un lento y apasionado beso mientras que tus manos juguetonas se colaron al interior de su camisa. Lo sentiste tiritar bajo tu frío tacto y te agradó el suspiro de satisfacción que ahogó en tu boca.

Con las yemas de los dedos acariciaste su estómago y fuiste bajando con una lentitud tortuosa, deteniéndote antes de tocar su miembro bajo su ropa.

— ¿Lo haremos aquí? — preguntaste un poco incómoda, pasando las yemas de tus dedos tan cerca, pero a la vez tan de lejos de la zona de Kim que llamaban por ti. — Alguien podría entrar y vernos — aclaraste tu miedo, haciéndolo sonreír.

— Tranquila, para eso están los cubículos — susurró, sin siquiera hacer amago de moverse.

Solo un roce. Solo bastó algo tan efímero como un leve toque en la zona sensible para que YuGyeom tensara los labios en busca de ahogar lo más posible el gemido que por poco, sale disparado de su boca y que lo animó para ir al cubículo.

— Vamos.

Caminaron hasta el más cercano e hiciste entrar al azabache primero para seguido cerrar la puerta tras de ti.

Compartieron miradas y sonrisas traviesas.

Sin esperar nada tus manos viajaron a la hebilla de su cinturón y con maestría lo desataste. Desabrochaste el único botón de su pantalón y bajaste el cierre de este mientras que YuGyeom, apoyaba ambas manos en las paredes laterales del cubículo para mantener el equilibrio.

Bajaste los pantalones.

Bajaste los bóxers.

Pasaste uno de tus dedos por todo el largo de su miembro y percibiste como el cuerpo de Kim tembló como gelatina de puro deseo y anhelo.

— Dios...— gimió roncamente, dejando caer su cabeza hacia atrás y cerrando los ojos en el momento en que, con tu mano derecha, tomaste su largo falo y lo acariciaste de arriba hacia abajo. Lo tocaste de un extremo a extremo, deteniéndote solo una vez para humedecer su miembro con tu saliva y hacer la tarea aún más fácil y placentera.

Soltaste una leve risa por su expresión que poco le importó, ya que se encontraba sumido en el placer que el entregaban tus toques y que ayudaban a saciar ese calor infernal que se concentraba en su entrepierna.

Escuchaste cómo la puerta se abría y las carcajadas de Jackson y JaeBum llegaron a tus oídos. Abriste tus ojos de par en par y miraste a YuGyeom, quien pareció entrar en pánico al escuchar las voces de esas personas que ya conocían.

— ¡YuGyeom-ah! ¿Estás aquí? ¿Por qué tardas tanto? — gritó JaeBum.

Los labios del chico se separaron para formular una respuesta, pero se arrepintió y mordió con fuerza su labio inferior para contener un gemido y una maldición contra ti cuando no te detuviste en tu trabajo, y en vez de eso aumentaste la velocidad de tus ahora, casi silenciosos movimientos. Eras consciente de que los otros dos sujetos ya sabían o se enterarían de tu presencia en el baño, debido a que era solo cosa de bajar la vista para ver tus tacones por la pequeña rendija entre la puerta y el piso, por lo que te dijiste a ti misma que no era hora de preocuparse por esos dos y era mejor concentrarse en el chico ante ti. Notaste cómo su respiración se descontroló, volviéndose superficial con el paso de los segundos.

Tus ojos se encontraron con los de él y, posando tu dedo índice sobre tus labios, le indicaste que guardara silencio de manera juguetona.

— ¡Yugy! ¿Estás aquí? — Esta vez era Jackson.

Atrapaste sus labios con los tuyos, devorándolos sin piedad para hacerle olvidar que sus Hyungs se encontraban al otro lado de esa puerta blanca. Te divertía que a pesar de su actitud socarrona la mayoría del tiempo, entrara ahora en pánico por esto y sin pensarlo dos veces, le diste un leve apretón a su pene. YuGyeom ahogó un escandaloso gemido en tu boca y la sensación húmeda en tu mano te avisó que ya había finalizado.

Mordió con fiereza tu labio inferior antes de separase de ti.

Al parecer, sus amigos ya no estaban.

— Gracias por esto — murmuró contra tu boca.

No respondiste, en cambio, posaste ambas manos en sus hombros para obligarlo a sentarse sobre el retrete.

— ¿Qué haces? —interrogó con una sonrisa confusa cuando te sentaste encima de él con una pierna a cada lado de su anatomía, importándote poco y nada mancharte más de lo que ya estabas. Luego pensarías en una manera de limpiarte.

Sonrió al igual que tú. Le quitaste la chaqueta negra del traje dejándola caer al piso y con dedos rápidos desabotonaste su camisa, dejando al descubierto su marcado torso de un tono blanquecino y en donde divisaste un par de tatuajes. Tus manos bajaron desde sus hombros, acariciando cada centímetro de la piel que tus ojos hambrientos veían, hasta llegar a la parte baja de su abdomen.

— Esto aún no termina, YuGyeomie — le susurraste al oído, antes de comenzar a mover tus caderas en un suave vaivén y depositar un húmedo beso bajo su oreja, haciéndolo suspirar complacido.

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