Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Jeong YunHo» ATEEZ

No sabías cuánto tiempo llevabas de esa manera: llorando y hundiéndote en tu propia miseria a la espera de que el dolor que albergaba tu pecho, desapareciera por acto de magia. Pero dedujiste que fue uno considerable como para que SeongHwa y WooYoung — chicos que eran parte de tu círculo más cercano de amigos —, se presentaran en la puerta de tu casa con expresiones rebosantes de preocupación pura.

No estabas interesada en recibir ni atender visitas. Tu buen humor se encontraba enterrada diez metros bajo tierra y, a pesar de que esa no era la intención de ninguno de los dos chicos, su sola presencia te recordaba lo que habías perdido y conseguía hacer que tu corazón se contrajera con dolor.

Intentaste hacer que se fueran, diciéndoles que ya te encontrabas mejor y que lo estabas superando a tu manera, lo cual era tan solo descarada mentira de la que ambos chicos se percataron en el mismo instante en que salió de tu boca porque... No te veías bien.

En lo absoluto.

Dormías mucho y comías poco. Todo gracias a ese molesto nudo que parecía haberse instalado en medio de tu garganta de manera indefinida durante estos últimos días, en los que te los pasaste encerrada en casa y faltaste a la universidad. Importándote poco y nada las consecuencias que aquello tendría en tu futuro.

Lucías como un muerto viviente paseándote por una casa llena de tristes y desgarradores recuerdos que conseguían, con gran facilidad, volver a hacerte llorar a pesar de todas las veces que creíste que ya no te quedaban más lágrimas para derramar.

— Wow, no sé qué se ve peor... Si tú o la casa — dijo WooYoung, recordándote no solo lo mal que te veías, sino que también lo descuidada que te volviste con el tema de la limpieza durante este periodo de luto por el que estabas atravesando.

Observó a su alrededor con una notoria mueca de asco y asombro, ya que nunca esperó ser capaz de ver tu hogar en aquel estado. No cuando conocía tan bien tu debilidad por el orden, y muchos menos después de las incontables veces que lo regañaste por ser tan sucio.

No dijiste nada ante su comentario y te sentaste en el sillón, dándole un rápido vistazo al living que, honestamente, parecía un basurero con todos los envoltorios de comida rápida que se encontraban esparcidos por el lugar. Había loza sucia y algunas prendas de ropa — que ni siquiera recordabas haber ocupado en primer lugar—, desperdigados sin cuidado por la sala, dándole a todo un aspecto más caótico.

Humedeciste tus labios con lentitud, incapaz de sentirte avergonzada por el caos que ambos chicos estaban admirando.

— Esto no está bien... — Escuchaste a SeongHwa decir en un pesado suspiro, comenzando a levantar algunos vasos y platos sin que nadie se lo pidiera, para luego llevarlos a la cocina.

<< No, claro que no está bien >> concordaste con él, tensando la mandíbula y parpadeando varias veces seguidas para que las lágrimas que se encargaron de nublar momentáneamente tu vista, desaparecieran.

Percibiste como el lugar a tu lado se hundía y, prontamente, un delgado pero fuerte brazo rodear tu cintura con ternura para acercarte a su anatomía.

— Lo extraño mucho... — susurraste con voz ahogada, cerrando los ojos con potencia y dejando caer tu cabeza sobre el hombro de WooYoung con notorio cansancio.

— Lo sé, linda. Nosotros también lo extrañamos... Pero no puedes seguir así. — Negó con suavidad, dejando tiernas caricias en tu brazo derecho. — Estás arruinando tu futuro y créeme, eso no es algo que a YunHo le gustaría que hicieras. A él no le gustaría verte de esta manera.

Sentiste como sus labios besaban de manera dulce tu frente, en un pequeño intento de reconfortarte de la única manera que se le era posible. Un par de lágrimas lograron escaparse de tus ojos previo a que comenzaras un básico ejercicio de respiración que te ayudó a calmarte antes de terminar sollozando. Se te paraste de él y te dedicaste a secar tus mejillas con ayuda de las mangas de tu sweater, todo bajo su atenta mirada.

— Sí, tienes razón... — farfullaste, pasando saliva y devolviéndole, de la mejor manera que pudiste, la suave sonrisa que te regaló. — Te-tengo que seguir adelante, ¿no?

— ¡Esa es nuestra chica! — exclamó SeongHwa. Acarició tu cabeza como si se tratase de un perro y esa acción, consiguió sacarte la primera risa entre dientes luego de muchos días sin siquiera haber sido capaz de sonreír. — Y el primer paso para eso, es limpiando este lugar.

— Y dándote una merecida ducha — agregó Jung. — Porque en serio, mujer, apestas.


[-]


Suspiraste con pesadez, viendo las dos cajas de cartón que se hallaban a tus pies, esperando a ser llenadas con las pertenencias de YunHo.

Tanto la casa como tú ahora olía a limpio y, a pesar de que ambos chicos quisieron quedarse a ayudarte con la difícil tarea de guardar las cosas de tu fallecido exnovio, te negaste. Querías hacerlo sola y tomarte tu tiempo para ir despidiéndote de YunHo, y con los chicos presentes, no creías ser capaz de lograrlo. Además de que tampoco, querías que te vieran llorar otra vez.

Porque era un hecho que te pondrías a llorar.

Rememorar todos esos bellos recuerdos que construyeron juntos causaba ese triste efecto en ti por lo que, armándote con una botella de soju que compraste en la tienda de conveniencia más cercana, comenzaste con el armario del cuarto que solían compartir, el cual poseía casi el mismo tamaño que tu baño.

Te adentraste al armario, barriste con la mirada el lugar y, luego de darle dos largos tragos a la botella de color verde, comenzaste.

Poleras, pantalones, shorts y chalecos, todo se fue directo a la caja que luego cerrarías con ayuda de una cinta de embalar que encontraste en el cajón de las herramientas. Aunque bueno, casi todo. Porque no fuiste capaz de tirar al interior de la caja el polerón favorito de YunHo, el cual ya se notaba algo desgastado por el constante uso y los años, y que, a pesar de eso, él siguió utilizando en casa debido a que, simplemente, le encantaba.

La sola idea de deshacerte de él hizo que tu corazón se retorciera y, sin pensarlo mucho, te lo colocaste como una manera de poder sentir más cerca de YunHo. Sollozaste con fuerza, sentándote en el suelo mientras te abrazabas a ti misma y ocultabas la nariz al interior de la prenda al darte cuenta de que todavía, conservaba su característico olor que tanto disfrutabas.

— Esto es tan injusto...— susurraste, alcanzado la botella y dándole otro trago.

Tu plan no era ese, sin embargo, no tuviste la fuerza ni las energías necesarias para cambiar el curso de las cosas por lo que, solamente, te permitiste quedarte ahí: llorando, bebiendo y extrañando al hombre que considerabas que era el príncipe azul de tu raro y loco cuento de hadas. Un cuento maravilloso que obtuvo un deprimente final que jamás, quisiste que tuviera.

Los minutos pasaron y el sueño te venció, por lo que terminaste durmiendo en el piso de tu closet sin que pudieras evitarlo.

No supiste cuánto tiempo dormiste, pero ese detalle, que en cualquier otro momento te hubiera importado, aunque sea en lo más mínimo, ahora ni siquiera pasó por tu cabeza al sentir como alguien te removía de manera gentil, con claras intenciones de hacerte despertar.

— Oye... Dormilona. Despierta... — Una voz cantarina se abrió paso por tus canales auditivos, encendiendo una alarma de alerta en tu cabeza.

Obligaste a tus papados a abrirse lo más rápido posible y te reincorporaste a toda velocidad, con movimientos torpes gracias a que tanto tu cerebro como tu cuerpo no se encontraban al cien por ciento. Parpadeaste un par de veces seguidas debido a que la luz blanca del armario se encargó de cegarte por unos milisegundos. Una corriente eléctrica viajo por tu espina dorsal cuando un par de manos, cálidas y suaves, tomaron tu rostro con dulzura, logrando que retrocedieras automáticamente en busca de alejarte de aquel tacto.

— ¡Hey! ¡Hey! ¡Tranquila! ¡Que solo soy yo! — dijo riendo por tu exagerada reacción.

<< Esa voz...>> Pensaste, volviendo a parpadear y sintiendo como tu corazón daba feroces saltos al interior de tu caja torácica al ver esa hermosa sonrisa, que tanto habías estado extrañado y por la que tanto lloraste, a menos de un metro de ti.

Dejaste escapar un sonoro jadeo entretanto te afirmabas contra la repisa detrás de ti, incapaz de creer que ese par de tiernos ojos color chocolate, te estuvieran observando con una adorable diversión que te removió el corazón.

— Es-estás aquí... — soltaste en un hilo de voz.

Bajo su cuestionante mirada, extendiste tu trémula mano derecha hasta que la punta de tus dedos rozó con inseguridad su rostro, comprobando de esa manera que aquello era real y que tu novio estaba ahí. De pie ante ti.

— Hum... sí. Solo estaba abajo intentado hacer la cena, pero necesito tu opinión porque creo que lo estoy arruinando. — Rió, pero su risa fue muriendo al notar como tus ojos se tornaban llorosos. — Hermosa... ¿Estás bien? ¿Ocurre algo malo?

No respondiste. Simplemente te lanzaste sobre él y lo rodeaste con fuerza entre tus brazos, aferrándote a su cuerpo con el latente temor de que, en cualquier segundo, YunHo pudiera desvanecerse frente a ti. Volviendo a dejarte sola y destrozada.

Enterraste tu rostro en su pecho e inspiraste su aroma. Todo se sentía tan hermoso, tan real, tan... bien, que la sola idea de que todo acabara te partía el corazón en miles de pedazos.

Si aquello era un sueño, no querías despertar nunca.

— Muy bien... No sé qué es lo que te ocurre ni por qué estás durmiendo en el armario, pero... Ya todo está bien, ¿sí? Yo estoy aquí y no dejaré que nada te ocurra — murmuró, acariciando tu espalda y besando tu cabeza, permitiendo que lloraras todo lo que tuvieras que llorar para sentirte mejor.

— So- solo...— Hipaste en medio de la oración. — Pro- prométeme que no te irás...

— ¿Qué no me iré? ¿De qué estás hablando? ¿A dónde me iré? — interrogó, claramente perdido.

Sollozaste con fuerza, agradeciendo el poder tenerlo entre tus brazos otra vez y el castaño, tuvo que esperar a que te calmaras para que pudieras darle una explicación sobre el por qué te encontrabas tan alterada.

— Tuve un feo sueño, YunHo. Eso es todo... — te limitaste a decir, negándote a relatarle tu sueño. — Solo... Prométeme que no te irás — pediste en un bisbiseo, apelando al lado sensible de tu novio que, sin terminar de comprender muy bien qué era lo que sucedía contigo, decidió complacerte. Todo para que te sintieras bien.

— Prometo que no me iré a ningún lado y que siempre voy a estar contigo. ¿Está bien con eso o necesitas que lo firme en algún lado? Porque puedo hacerlo...

Reíste, negando con la cabeza.

— No, no es necesario. Así está bien. — Suspiraste con lentitud. — Así está perfecto...

YunHo secó con sus manos tus mejillas y seguido, depositó un dulce beso en tus labios. Te regaló una reconfortante sonrisa que se te fue imposible no corresponder y, sabiendo lo mal cocinero que podía llegar a ser tu novio, lo acompañaste a la cocina para que te mostrará su intento de cena. Aunque tampoco creías que estuviera tan mal como él aclamaba, ya que un delicioso olor inundaba el lugar, haciendo que tu estómago gruñera.

— Huele asombro... — halagaste, recibiendo una sincera y emocionada sonrisa de su parte.

— ¿En serio? Porque solo seguí la receta, pero en las medidas creo que se me fue la mano. — Se rió, destapando la olla y tomando una cuchara para sacar un poco de salsa boloñesa. Sopló con cuidado la exagerada porción para bajar su temperatura y seguido, la acercó a tu boca para que la probaras. — A ver, prueba.

Obedeciste de inmediato, dejando que tu novio te diera de comer.

El sabor no te decepcionó, en realidad, te sorprendió. La salsa estaba sabrosa y eso, se lo hiciste saber con una gran sonrisa llena de felicidad, porque ahora te sentías con los ánimos renovados al saber que todo había sido solo un mal sueño. Uno que, para tu mala suerte, se percibió demasiado real.

— ¿Me ayudas a colocar los platos y servicios en la mesa?

— ¡Por supuesto!

Jeong sonrió por tu entusiasmo y besó tu pómulo izquierdo de forma sonora, gesto típico de él.

— Oye, ¿qué fue lo que soñaste que te puso tan triste? — curioseó entretanto tomabas dos platos de la alacena.

— Solo una...

Te auto interrumpiste debido a que tu atención fue absorbida por el calendario colgado en el refrigerador junto a ti, el cual miraste de manera inconsciente al reincorporarte.

La fuerza en tus manos se desvaneció, y los platos que sostenías cayeron al piso causando un gran estruendo que asusto a tu pareja.

— ¡¿Qué pasó?! ¡¿Estás bien?!...

Su voz, junto a todo el ruido a tu alrededor, se fue enmudeciendo de manera progresiva mientras tu mirada se mantenía fija en el calendario que era adornado por adorables cachorros. Pasaste saliva con pesadez y revisaste, una y otra vez, la fecha sin poder ser capaz de darle crédito a lo que tus ojos veían.

<< Diciembre del año 2018... ¿Cómo puede ser posible aquello? >> Te preguntaste a ti misma, sintiendo como tu novio te tomaba de los hombros y te sacudía ligeramente para sacarte del trance en el que te habías sumido.

Aquello no podía ser posible, porque recordabas muy bien haber celebrado navidad y año nuevo junto a tu familia y novio.

Y recordabas haber tirado el antiguo calendario para cambiarlo por uno nuevo.

De alguna manera, que desconocías por completo, habías retrocedido un mes y, ahora, faltaba un mes para que entraras a rendir tu cuarto año en la universidad.

Un mes para que tu madre te llamara quejándose de lo irresponsable que se había vuelto tu hermana menor.

Un mes para que sucediera el accidente en el que se vio involucrado YunHo.

Un maldito mes para la muerte de Jeong YunHo. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro