Choi BeomGyu» TXT
A diferencia de ti, que te encontrabas con la cabeza enterrada en tu laptop leyendo diversos PDF y creando resúmenes que te ayudarían más tarde a estudiar para tus exámenes universitarios, tu novio sí se percató de lo tarde que era y la peligrosa cantidad de tiempo que llevabas sentada frente a tu computadora. A pesar de que el chico sabía lo importante que era todo lo que estabas haciendo, no le gustaba aquello. BeomGyu quería y necesitaba que te tomaras un descanso de tu labor para que le dedicaras un poco de tiempo. Necesitaba un cambio de aire, ya que estaba harto de recluirse a sí mismo en la habitación que compartían viendo televisión hasta cansarse. Todo con la intención de no interrumpirte. Sin embargo, ya no lo soportaba más. El chico de cabello castaño creía febrilmente que era momento de que te detuvieras y que tanto tú como él, disfrutaran de un merecido descanso, juntos, de sus respectivos deberes.
Sin previo aviso, se dejó caer de manera escandalosa junto a ti en el sofá, asegurándose de esa forma de captar tu atención. Con una expresión de dolor falsa, que fuiste capaz de reconocer gracias al tiempo que llevaban juntos, BeomGyu apoyó su cabeza en tu hombro izquierdo.
— ¿Qué ocurre, amor? — le preguntaste con dulzura, parando de escribir para centrarte en él de la misma manera en que Choi deseaba que hicieras.
— Me siento maaal... — Alargó la última vocal de manera exagerada, cerrando los ojos y haciendo un suave puchero que logró enternecerte.
— Oh, ¿en serio? ¿Qué te duele? ¿La cabeza? — cuestionaste, siguiéndole el juego y pretendiendo estar preocupada.
Su respuesta fue un asentimiento acompañado de un sonido afirmativo desde el fondo de su garganta. Sabiendo que lo observabas, inclinó su cabeza hacia atrás y conectó su mirada con la tuya en un intento de convencerte con sus dulces ojos castaños, de que dejaras de lado lo que estabas haciendo para cuidar de él. Sonreíste con una mezcla de ternura y agradecimiento de que viniera con aquella farsa hacia a ti. La verdad es que, para ese momento, te sentías muy agotada y, las últimas neuronas que parecían quedar vivas dentro de tu cabeza, se encontraban en su límite, por lo que seguir forzándolas no parecía ser una buena idea en lo absoluto. Acariciaste su mejilla y depositaste un corto beso en su frente que lo hizo sonreír ligeramente.
— Que mal. Supongo que tendré que parar de estudiar para cuidar de ti.
— Creo que no queda de otra opción...— dijo, disimulando muy bien su felicidad con una expresión de tristeza que a cualquier otra persona podría haber engañado.
Te observó cerrar la computadora tras haberla apagado y dejarla a un lado en el gran sofá. Con tus piernas libres de cualquier objeto que lo pudiera fastidiar, Choi no perdió la oportunidad y se recostó sobre estas de la misma manera en que lo haría una mascota, sacándote una pequeña risa.
Sabiendo qué era lo que el muchacho deseaba en esos momentos, ya que más de una vez te había comentado cuánto le gustaba el que le hicieras aquello, dirigiste una de tus manos a su cabeza para comenzar a esparcir tiernas caricias por su sedoso cabello, el cual se había dejado crecer este último tiempo. Y te gustaba. Creías que le quedaba bien, aunque con el rostro que el muchacho se cargaba, de verdad cuestionabas que algo le pudiera hacer lucir mal.
— Creo que deberíamos hacer algo con estas mentiras... — comentaste de forma distraída. La realidad es que no era la primera vez que BeomGyu aplicaba esa táctica contigo y, por ahora, estabas segura de que no sería la última. Aunque no era como que te molestara el que lo hiciera, debido a que no iba más allá de la inocente intención de que lo mimaras un poco.
— Oh... ¿De verdad lo crees? — cuestionó, posicionándose sobre su espalda para poder mirarte. — Porque a mí me parece que te gustan... al igual que yo.
No lo ibas a discutir, porque mentir respecto a ello te parecía absurdo. Te agradaban internamente, ya que te parecían algo muy propio de ustedes como pareja y hasta tierno de su parte que el que lo hiciera.
— Sí... puede ser — susurraste juguetonamente, para seguido inclinarte sobre él y así poder besarlo.
Algo cortito, pero necesario para endulzar la vida, porque se necesita.
PD: odio la universidad
PD2: gracias por leer 💙
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