El arándano tenía el ceño fruncido al ver como el homicida podía matar de un simple ataque a su amigo, Fell!Papyrus.

—¡Déjalo en paz, Dust! —demandó el pequeño.

El nombrado no le hizo caso, sólo le hizo un rasguño en su pómulo derecho y se marchó.

Celoso, eso estaba.

Veía como el menor pasaba más tiempo con aquel Papyrus. Cocinaba con el, conversaba con el, entrenaba con el, ¡Hacia de todo con el!

Estúpido esqueleto que le robo la atención del perteneciente de UnderSwap.

¿Y él? Lo olvidó.

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Claro, eso creía el, ya que el de pañuelo azul pensaba en el esquizofrénico a cada día, hora, minuto y segundo. Era como... Su pasatiempo favorito.