Estaba ahí.

Desde que su mejor amiga Rosé se la había presentado como su novia, pensó en lo atractiva que era.

Se llevaban bien, era simpática y alegre, muy sociable, endemoniadamente atractiva y lastimosamente con pareja.

No podía quitarle a su novia.

Bueno, no iba a hacerlo.

Se había enamorado, eran amigas, no podía romper su confianza de esa manera, ¿cierto?

Ella no había pensado de esa manera cuando entró a su cama aquella noche y la aceptó, a pesar de no ser Rosé.

Estaría con ella sin ser la gran cosa. No necesitaba que la amara públicamente, sería feliz con su afecto a solas, Por que eso era lo que quería ¿verdad?