Ruega por Nosotros
— ¿Estas lista Lili? —la voz de su hermano llegó a sus oídos—
Con una enorme sonrisa asintió feliz, era su debut en la sociedad a la edad de 16 años.
Como la segunda hija de la familia real Odedya el ansiado debut en la sociedad noble del reino tierra era un paso fundamental.
Su hermano mayor, el príncipe heredero era su acompañante, aquel hermano que le había dado la oportunidad de elegir su destino.
Ella no quería casarse, y sus padres lo sabían entonces le habían dado la oportunidad de estudiar para así poder permanecer en el palacio por más tiempo. Pero los compromisos con los nobles eran algo de lo que ni familia real se salvaba.
Entonces después de haber tenido una revelación decidió servir al dios de sus tierras.
En ese ansiado debut por fin se anunciaría tal noticia, con la ayuda del templo se convertiría en sacerdotisa.
— Se que estas emocionada, pero no debes comer ansias, si todo sale bien pronto podrás hacer eso que deseas —sonrió tranquilamente acomodando el mechón que salio del recogido de su hermana— ya es hora de salir hermanita, anda, todos nos esperan abajo —
De esa manera Lili puede recordar claramente como inicio su mayor tormento, cuando después de ser anunciado y ser enviada al templo como aprendiz todo estaba lleno de fuego.
Fuego, mucho fuego rodeaba la capital mientras ella tenía puestas cadenas y era arrastrada junto con los prisioneros nobles.
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Puede sentir dolorosamente como hay piedras y algunos cristales en sus pies que ni siquiera puede quitar, no sabe cuando ha caminado, pero aun puede ver el bosque de la deidad lunar mientras el humo azota la capital del reino.
Tiene frío y calor, hace tanto frío que quema, sus manos están azules de la palma y la sangre seca en su cara hace que sienta mucha incomodidad, el vestido de la sacerdotisa todavía puede cubrir su cuerpo magullado, pero esta rojo de la sangre que ha derramado.
Incluso su madre está muerta después de no soportar las condiciones insólitas, en ese momento piensa que quizá fue bueno acostumbrarse al monasterio.
¿Cuál noble queda vivo?
Todos mueren a manos de los soldados.
Las mujeres son violadas en grupo y mueren, los hombres nobles que están ahí son jóvenes e inútiles, mueren de insolación y de hambre porque no quieren comer, los niños... ahí ya no hay niños.
Parecer ser la única noble viva.
— Camina perra —le dijo el soldado golpeando sus piernas con el látigo y ella avanzará— Bajo todo pronóstico has sobrevivido la primera semana, supongo que cumplirás una buena labor en tu destino —
¿Una semana?
— Administren otra piedra de mana, se está volviendo a descontrolar la fluctuación de energía —ordenó el capital de los soldados, el encargado de mantenerla con viva según había escuchado— Asegúrate de poner un metal sobre sus manos y cubrir su rostro, no queremos que llegue tocada donde el emperador —
Lili sintió su cuerpo caliente y un vapor extraño salió de su boca, la piedra de mana en su cuello ya tenía bastantes grietas debido a su descontrolado mana, sin embargo sus intentos de algo que ni ella sabía fueron detenidos.
Cuatro soldados la tomaron de las extremidades mientras un quinto le quitaba el grillete del cuello y le ponía otro nuevo.
El dolor de cabeza volvió agonizante mientras sus ojos dorados se volvían opacos.
— Es una esclava peligrosa sin ese grillete, asegúrate de vigilar que no se rompa, o yo me encargaré de romperte a ti —amenazo tranquilamente el capitán—
En el momento en que Lili hizo contacto con esos ojos verdes todavía pudo sentir el mana del hombre.
Piel tostada, cabellera rojiza y ojos verdes.
Seguro era un hijo del rey del reino de fuego.
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Podía ver la entrada del imperio a lo lejos, su cabeza dolía debido al desgraciado de Maximilian que se la pasaba haciendo algo con su magia, pero nunca funcionaba.
Su cabeza solo dolía horrores mientras su cuerpo era tratado y curado.
— En unos minutos llegarán criadas a arreglarte —aviso el capitán viéndola con la cara recargada en su brazo, se veía complacido— No sabes la lástima que siento, dejarte ir siendo tan buena, pero es un sacrificio que debo hacer —dijo con un tono lastimero—
Era desagradable solo escucharlo, Lili ya estaba harta.
Sin embargo efectivamente vio llegar un carruaje y bajar de el a varias criadas y demás que sostenian ropas y productos de limpieza.
— Es desagradable —se quejo la que parecía ser la criada principal— ¿Como pudieron dejar a alguien de la realeza así? —
— Solo arreglala y no le quites los grilletes —dijo con desdén Maximilian y las criadas la levantarán por los brazos llevándola a una carpa para limpiarla—
Lili toda su vida había estado acostumbrada a ser lavada, sin embargo era porque siempre le hacían usar ropa difícil de poner y quitar.
Ahora estaba siendo despojada de sus ropas sin poner resistencia, sintió como la metían en una tina y comenzaban a mojarla.
— Rápido chicas, esos animales son capaces de entrar sin permiso —las apuro la mujer, su cabello castaño rojizo llamó la atención de Lili, tenía ojos miel igual—
Sin embargo no podía enfocar su mirada porque dolía.
Solo sintió los dedos tallar su cabello, luego su piel, incluso le cortaron el cabello maltratado.
— ¡Que hermosa cara tiene! —exclamo una de las criadas— Es como... ni siquiera puedo describirlo —
— Había escuchado que la princesa del reino tierra era hermosa, veo que los rumores no mienten, es una lástima que la tramiten como esclava —manifestó otra— Hay que secarla y ponerle la túnica blanca y el velo —
Lili se sintió levantada de los brazos de nueva cuenta y luego un montón de manos libres estaban secando y peinando, le pusieron la ropa interior, y sobre esta la primera capa de la túnica, luego la tela más gruesa cayó sutilmente por sus esbeltos hombros, las piedras de mana en sus extremidades brillaban sin embargo para ella esa joya preciosa solo representaba su prisión.
El velo que le pusieron simulaba el traje de sacerdotisa que usaba anteriormente en el templo, era ropa sucio.
— Esta lista —señaló la criada principal— Ahora debemos ponerla en el carruaje —
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El velo cubría su cara y también su vergüenza, la vergüenza de ser la concubina del emperador.
Siendo arrastrada como prisionera por otro reino que destruyó el suyo, ella, una princesa que era sacerdotisa fue arrastrada, maltratada y humillada para finalmente ser puesta frente al emperador de los 4 reinos.
Su cabello plateado y ojos dorados desbordantes de energía fueron un símbolo de victoria, sin embargo, nunca fue presentada como una concubina, ni tratada como tal.
— Lleven a la esclava al palacio rubí con las demás concubinas de clase baja —
Un lugar donde fue recibida tranquilamente.
— Es muy bonita para ser una plebeya —dijo una de las concubinas, su piel tostada debido a que antes era un concubina era bonita, sus ojos verdes y el cabello café igual— Incluso la Unnie favorita del Harem no es tan hermosa —
— Tienes razón, ella es incluso más hermosa que la misma emperatriz —dijo la concubina favorita del palacio rubí, una mujer delgada y alta como rasgos orientales— ¿De donde será? —
— Vengo del reino tierra, soy esclava —dijo tranquilamente, su marcado ascento sorprendió a las demás— Pero, yo no hablo bien el lenguaje imperial —dijo entre pausas—
— ¡DIOS MIO! ¡Es una noble traficada! —exclamo una mujer de complexión pequeña y rubia— ¡Pobrecita! —
— Tienes suerte de ser enviada a este palacio, si hubiera sido el palacio zafiro estarías siendo violentada posiblemente, las nobles del harem son muy agresivas —negó otra que estaba sentada colocando hielo en su ojo, resultado de una noble que le rompió un florero en la cara—
Luego le explicaron que era debido a la competencia, las nobles discuten por tener hijos de sangre imperial que podrían ser el emperador y desean desplazar a la emperatriz.
En cambio ellas que eran simples plebeyos o esclavos simplemente se hacían a un lado evitando el conflicto, ninguna deseaba hijos de un hombre que les había quitado su libertad o vida.
Campesinas robadas, hijas secuestradas o mujeres ultrajadas que fueron llevadas a un lugar solo por su apariencia.
Ese era el palacio rubí, donde ella, ahora una esclava estaba destinada a vivir.
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Con el cuepro tendido en la cama blanca mo podía hacer más que quedarse callada, quien sabe, quizá el emperador comfundiera los sonidos que llegara hacer debido al dolor y la visitaría más seguido.
No quería eso.
Por eso siempre que callaba aunque la golpearan, y luego las mujeres del palacio rubí la ayudarían a lavarse y limpiarse mientras la consolaban.
Sin poder evitarlo comenzó a llorar mientras gritaba de la angustia.
— Te odio, maldita sea te odio —murmuró entre dientes— tu basura, pedazo de mierda —
Un golpe simplemente la calló.
— Tienes suerte de estar embarazada, sino te mataba aquí mismo —gruñó el hombre dando otro golpe—
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— ¡Lili puja! —grito una de las concubinas que hacía de partera— Solo un poco más, un poco más y saldrá —
Cuando tuvo a la niña en brazos se sintió asqueada, tanto que la arrojo al suelo mientras gritaba y caía de la cama.
Incluso intento matarla, pero las demás lo evitaron.
— ¡Cálmate, nos la llevaremos mientras te recuperas! —
De esa manera comenzó su trabajo más duro.
Criar a la hija de ese hombre.
— ¡Perdóname! ¡no quería hacerlo, me sentía mal, pero no tienes la culpa! —lloro mientras mecía a la bebé que ya no lloraba— Tu... no tienes la culpa de lo que me hicieron... ya veras, un día saldremos de aquí y seremos felices —trato de convencerse— Después de todo te pareces a mi, mi pequeña Lisa —
Ese cabello mayormente blanco y ese ojo dorado incluso sobre los rasgos imperiales esa la prueba de que su sangre que predominante.
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— Lisa ten cuidado con lo que te metes a la boca —regaño ligeramente a su hija que ya se estaba llevando las manos a la boca—
La pequeña ahora de 5 años tenía las puntas del cabello blanco y lo demás negro, su particular heterocromia era predominante, un ojo rojo y otro dorado.
— Mamá, hay que rezar —dijo la pequeña corriendo hacia la estatua en la habitación de madre e incandose— Ruega por nosotros —
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— Mi hija ¡Dame a mi hija! —grito conmocionada poniéndose de rodillas ante el emperador—
Las cadenas de mana en su cuerpo simplemente ko dejaban de chispear debido a sus gritos, la zona donde estaban se estaba cayendo.
La habitación de Lili ya se estaba despedazando, la velas en la estatua del dios de la tierra llamaron la atención del emperador, estas flamas estaban creciendo.
— Incluso si pareces haber perdido todo lo que amabas sigues llorando frente a esa estatua —el emperador chasqueo la lengua enojado antes de soltar su cara lanzándo a la mujer al suelo— Entonces asegúrate de decirle que te proteja —
y ruega, ruega por nosotros.
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