— Cariño despierta —la voz de su madre llamó entre sueños—

Por un momento se asusto ya que según ella no vivía con su mamá, pero luego recordó que la había visitado, a su vieja y viuda madre.

Sin saber por qué, derrepente había criadas bañandola y arreglando todo a su alrededor, su madre se veía espléndida y feliz en tanto ella estaba confundida.

Cuando iba a preguntar la habían mandado a callar, así que se vio enfundada en un vestido de novia y maquillada, aún confundida fue llevada prácticamente a rastras a un coche, se sentía tan desorientada, como perdida, casi como aquella vez que había ido de antro y luego fumo mariguana, pero diferente.

Y como menos espero estaba caminando rumbo al altar observando la figura de un hombre desconocido ahí, su madre mirándola satisfecha y todo rodeado de personas desconocidas.

Comenzó a caminar como si temblara en cada paso, hasta que paro de golpe a la mitad del camino.

Lanzó las flores al piso y destrozó el velo con enojo y miedo antes de gritar.

— ¡No estoy lista para esto! —grito Jennie rompiendo la falda del vestido, y lanzando los tacones lejos— ¡se cancela la boda! —

Observando a todos atónitos corrió rumbo a la salida siendo detenida por dos guardias, y entonces recordó todas las clases de defensa que había tenido antes de ese momento y las puso en práctica.

Giro el cuerpo de unos de los hombres y pateó las bolas del otro antes de abrir las puertas y salir corriendo de ahí como si el diablo la persiguiera.

Sentía a todos siguiéndole asi que no paro, estaba sola, en una estación de autobús y sentándose rumbo a un lugar desconocido.

Dormiría un rato antes de averiguar a donde iba.