El amor entre Lisa y Jennie era prohibido.

Lisa era una alfa pura y debía casarse con un alfa puro para continuar su descendencia.

Nunca había tenido problema con eso, era algo que había asumido desde pequeña, casarse, tener un hijo puro y seguir con su vida como alfa  manteniendo la vida frente a las cámaras.

Jennie era una omega normal que vivía en la manada oeste donde sus derechos como omega no eran los más respetados, y buscando un mejor vida huye a la manada del Este, la manada dominada por los alfas puros, pero que le daba mayor valor a su vida.

Ambas nunca esperaron ser la destinada de la otra, menos encontrarse y enamorarse.

E incluso si debía desafiar a su familia e ir en contra de las reglas impuestas, Lisa planeaba formar un familia.

El destino cruel que gusta de jugar sucio llega un día, sin más, no hay otra opción más que aceptarlo.

— No te vayas —se quejo Lisa entre lágrimas, el cuerpo de Jennie estaba entre sus brazos— no me importa que no sea mi hijo puedo cuidarlo si es a tu lado —siguió lamentándose— No me dejes...

Todavía no te he dicho que te amo.