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Intangible -Jenlisa-

Su vida no había sido muy placentera según recordaba.

Algún maltrato por aquí, algún insulto por allá.

Meh.

Ni siquiera recordaba con claridad a sus padres.

Se sentía sola.

Corrección, ella estaba sola.

Su pierna con un grillete que seguía en una cadena gruesa hasta el hospital donde su cuerpo estaba.

No podía quitársela, y ya no quería estar ahí viendo a la gente en la calle siendo feliz, sentía lástima de sí misma.

Veía el largo camino que seguía la cadena, estaba flotando y traspasando gente sin problema, observó el parque desde lo alto, los verdes árboles y luego a un tipo que llevaba a una mujer a un callejón.

Lo siguió, observó como la lanzaba a la pared con fuerza y se bajaba los pantalones, la gente ignorando los gritos alrededor, observó la escena sin muchas ganas.

Desagradable.

Incluso si trataba de intervenir ella no podía hacer nada, era un ser intangible en ese momento.

Llevaba algunos meses postrada en la cama de hospital y aunque en un principio se sorprendió por todo lo que vio en esa forma poco a poco sus emociones se desprendían de ella.

Como en ese momento cuando vio un masa negra tras ella.

- estoy encadenada todavía -le enseñó su pierna, el demonio detrás la miraba expectante- pero ese tipo está lo suficientemente podrido para ti -apuntó al hombre que ahora se cerraba los pantalones, el demonio con un sonido bastante feo para su gusto la paso de largo y rodeo al hombre que grito de terror al verlo materializarse.

Si la escena anterior había sido desagradable eso que veía ahora era asqueroso.

Vio a la mujer tirada en el piso, inconsciente.

Luego a una mujer enfundada en un traje rojo y por último la vio desaparecer.

El diablo aveces era extraño.

Con un gesto de aburrimiento se sintió jalada con velocidad y aterrizó en su cuerpo sintiendo sus ojos secarse ante la luz segadora sobre ella.

Ugh.

Odiaba el hospital.

Escuchaba a las enfermeras y los doctores hablar en términos desconocidos.

¿Y si mejor la desconectaban?

Así ni siquiera podía moverse, quería gritar y retorcerse, lanzar todo al carajo y largarse deseándole a la enfermera que se metiera el dedo por el culo.

Ah~

No veía la hora de que esa maldita cadena se rompiera.

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