1. Despierta

Lisa abrió los ojos sintiéndose adolorida y mareada, se tomó su tiempo dándose cuenta que en realidad llegaba tarde a su trabajo.

Maldijo al aire brincando de su cama y se cayó al suelo de un resbalón con la ropa que tenía regada por toda la habitación entonces maldijo de nuevo.

Su vida estaba patas arriba últimamente, se le hacía tarde para el trabajo, no comía correctamente y todo su departamento era un desastre, casi parecía que recién se había mudado.

De hecho se mudo... Hace 5 años.

Se levantó casi cayendo de nuevo al suelo antes de tomar un toalla y casi correr a la bañera donde una lluvia artificial de agua helada la despertó de golpe haciendo a su cuerpo temblar debido al frío, su piel erizadose cuando salió envuelta de la ducha con el cabello mojado y todavía goteando.

Maldijo de nuevo lanzando la toalla lejos y quedando desnuda en el acto, cansada de lidear con su cabello pensó lo tentador que era cortarlo.

Tomó unas tijera cuando se acercó al espejo y recordando los cursos de estética que su madre le había hecho tomar más pequeña, de un tijerazo corto un mechón del tamaño de su antebrazo que cayó al piso empapando el lugar.

Sucesivamente todos los lugares donde pasaba su tijera pronto quedaron emparejados, o medianamente parejos, no se notaba la diferencia en realidad, así que tomando un blusa del cesto se la envolvió en la cabeza, secando su cuerpo con rapidez y un humor de perros.

Introdujo su ropa interior y luego una falda de entubada, su blusa ligeramente escotada y un saco, tomó los tacones que tenía regados en la habitación y salió de la habitación casi con el cabello seco debido a su reciente corte express, y lo cepillo con velocidad cuando llegó a la sala y tomó las llaves de su automóvil.

Bajo descalza por el frío departamento que a esas horas más bien parecía zona muerta, ni un ruido, ninguna mascota, solo ella.

Una abogada casi en los 30 que tenía la vida tan desordenada y vacia que daba pena.

Pico el botón de ascensor directo a la planta subterránea y espero con paciencia hasta que las puertas se abrieron y puedo entrar a su coche negro que la esperaba tan quieto como siempre.

Entró encendiendo el auto y prendiendo la calefacción para intentar volver a la vida después de la ducha helada y el piso frío, si se enfermaba, cosa que casi nunca pasaba, Solo estaría en casa tratando de aventarse del décimo piso debido a su inutilidad, se cepillo un poco el cabello azabache con el peine que siempre traía y se coloco los tacones antes de arrancar directo al trabajo.

El tráfico de la ciudad le recordó la zona donde vivía, y comenzó a gritar cuantas groserías sabía a cualquiera que se cruzará en esos momentos con ella.

Digamos que sola ella era... Algo hija de puta.

Cuando llegó al trabajo el reloj de la entrada la recibió con una hora antes de la acostumbrada y la secretaria en recepción la miró extrañamente.

— ¿Qué? —dijo en cuanto cruzaron miradas—

— Nada abogada, llegó temprano —dijo desviando su mirada a un lado ante lo amanezante que se veía la abogada ese día, era un alfa que en esos instantes gritaba con su aura un "aléjate antes de que te rompa el cuello"—

— Con una mierda —maldijo la alfa saliendo del edificio, sacó el teléfono de su maletín que siempre traía en el auto y gruñó al darse cuenta que efectivamente, estaba en cambio de horario y no arreglo su reloj de pared—

Camino a paso firme rumbo a la única peluquería que sabía estaba abierta en esa zona y entró casi demandando un corte para dejar perfecto su cabello.

Espero, espero, espero hasta que llego la hora de pagar y salió del lugar con una apariencia renovada y el humor de perro igual.

Ahora tenía hambre.

Se dirigió a una cafetería que sabía servían bollos calientes a esas horas y chocolate. Una gran taza de chocolate caliente para tomar calor y un bollo para llenar su estómago.

Si no se ponía de buenas con eso, entonces acudiría al reciente plan B que su cabeza había ideado.

Se iba a aventar al primer auto que pasara.

Quizá así por fin todo se pusiera en orden un momento.