—¿Una escuela?

Cuando Gen presentó esa idea en la junta de los cinco generales del reino científico, los otros cuatro lo miraron con confusión.

—¡Así es!~ ¡Será muy útil para los aldeanos, grandes y pequeños, y a la larga también será muy útil para nosotros! Es más fácil dejar una hoja con instrucciones que estar ahí para decírselas todo el tiempo~ —canturreó el mentalista, con una sonrisa inocente que de pronto se tornó macabra.

Ukyo negó con la cabeza. Por supuesto que Gen estaba sugiriendo una idea noble con un motivo oculto detrás...

—¡Eso me interesa, de hecho! —Chrome estuvo de acuerdo rápidamente—. ¡Senku me está enseñando los números, pero aún no sé leer!

—No creo que nadie aquí esté calificado para dar clases —dijo Senku con sequedad—. Si estás sugiriendo que yo lo haga, me niego. Tengo demasiadas cosas que hacer. —Rascó su oído con el meñique.

—¡A mí me gusta la idea, JA, JA! —Ryusui chasqueó los dedos, sonriendo ampliamente—. ¡Trabajadores bien educados son necesarios, los deseo! Ofreceré fondos suficientes para los materiales y también un salario para quienes accedan a ser profesores. —Ante eso último, la oreja de Senku se crispó con interés.

—¡De hecho, una escuela es una gran idea! —Se puso de pie con entusiasmo—. ¡Y es muy necesario para que los aldeanos le sigan el ritmo a la gente de la era moderna! Aunque el coste sería de un millón de dragos... —Miró intencionalmente a Ryusui, esperando que se tragara su charlatanería.

—¡Es razonable, lo pagaré! —Por suerte, el joven mimado no tenía idea de qué era mucho o poco dinero en estos términos.

En cuanto Ryusui se fue, los cuatro se reunieron para hablar mejor de cómo sería la escuela.

—Yo no creo tener mucho que decir aquí, es probable que sea otro estudiante —dijo Chrome, riendo.

—Yo no puedo dar clases, apenas y sí tengo tiempo para enseñarle lo más básico a Chrome y Kaseki —masculló Senku—. Y del lado del ex imperio de Tsukasa tampoco hay muchas opciones para maestros, la mayoría son bravucones de preparatoria.

—Podría dar algunas clases, pero Kaseki-chan suele arrastrarme a sus trabajos infernales y es imposible decirle que no incluso si tengo otras cosas que hacer. —Gen empezó a lloriquear.

Finalmente, Ukyo decidió que iba a seguirles el juego. Al menos esto era más noble que muchas otras de sus ideas para sacarle dinero a Ryusui.

—Yo no tengo problemas en dar clases. Y tengo experiencia, también, me ha tocado dar clases particulares a niños como trabajo de medio tiempo cuando estaba en preparatoria.

En cuanto los demás lo observaron con ojos brillantes, Ukyo supo que iban a empujar toda la responsabilidad de la escuela sobre él. Y así fue.

Por suerte, no fue tan malo.

Los niños eran encantadores, y era refrescante ver adolescentes, adultos y hasta ancianos queriendo aprender para poder ayudar más en los proyectos científicos o simplemente por querer saber.

Hasta personas como Magma quisieron aprender, y Ukyo se aseguró de tratar a todos con respeto y hacerles saber que no había nada de vergonzoso en aprender, aunque personas como Yo-kun quisieran ridiculizar a todos los que no eran niños queriendo aprender.

Por otro lado, había aldeanos que ni siquiera insistiendo querían aprender. Como Ginro. Kohaku era otra, pero ella estaba demasiado ocupada entrenando. Incluso Chrome no tenía mucho tiempo para ir a clases, ya que Senku lo arrastraba de regreso al laboratorio la mayoría de las veces.

De todos modos, todo salió bien.

De lunes a viernes durante cuatro horas con recreos incluidos daba clases para los aldeanos y también para la pequeña Mirai. Y lo disfrutaba.

—¡Ukyo-sensei, mira, mira! —Una niña muy entusiasta se acercó para enseñarle que ya podía escribir su nombre utilizando kanji.

—¡Impresionante, Daiya! Lo has hecho muy bien. —Frotó su cabello cariñosamente, riendo al ver su rostro sonrojado y su gran sonrisa.

Podía ocuparse muy bien y con toda la alegría del mundo de su escuela, y cuando lo necesitaban trabajando Gen o Senku lo reemplazaban aunque fuera un día o por unas horas.

Gen perdía mucho el tiempo encantándolos a todos con trucos mágicos, Senku hacía que todos se marearan dando demasiada información, aunque también los ayudó bastante a avanzar en matemáticas en las pocas ocasiones en las que se presentó.

A veces Yuzuriha lo ayudaba también, instando a los niños a hacer manualidades divertidas y enseñándoles técnicas para colorear y dibujar. Ukyo estaba bastante orgulloso de su pequeña escuela.

Diría que todos los días eran maravillosos, pero tenía un día favorito, un día que lo llenó de orgullo más que cualquier otro.

Ese día llegó a dar clases como siempre, sin sospechar que había algo fuera de lo común.

Escuchaba risitas de sus alumnos más pequeños, algún que otro susurro que podía entender a la perfección, gracias a su oído prodigioso. Oyó varios "¿cuándo lo haremos?" y "al terminar la clase", entre otras cosas confusas que lo hicieron temer que esto quizás fuera alguna broma de Gen o algo por el estilo. Gen dio una clase hace poco, así que en serio empezó a preocuparse de qué les había dicho a sus preciados estudiantes.

Terminó la clase casi con miedo, preocupación brillando en sus ojos al ver las risitas cómplices de los más pequeños en su clase. No planeaban nada malo, ¿verdad?...

En cuanto varios estudiantes mayores se fueron, de repente todos sus estudiantes pequeños, niños y niñas, corrieron hasta él con hojas y crayones rudimentarios en sus manos, gritando todos la misma frase:

—¡Feliz cumpleaños, Ukyo-sensei! —Y se lanzaron sobre él a abrazarlo.

Por un momento, Ukyo sintió que podría llorar.

Claro, era cinco de junio.

Y claro, Gen estaba detrás de esto.

Por una vez, agradecía lo entrometido que podía llegar a ser. En vez de usar su cumpleaños como una excusa para una fiesta como lo hacía con cumpleaños de los demás, dejó que sus alumnos le dieran una encantadora sorpresa.

Los niños le mostraron con orgullo que sabían escribir "feliz cumpleaños Ukyo-sensei" en katakana y kanji, además que algunos hasta podían escribirlo en inglés. Tuvo que frotarse los ojos para no arruinar el momento de felicidad preocupando a los niños.

Colgó cada dibujo, tarjeta de felicitación y algunos simples garabatos que no llegaban a ser letras en la pared de su choza improvisada.

Momentos como este hacían valer toda la pena del mundo el haberse unido al reino de la ciencia.

Como uno de los cinco generales, se aseguraría de proteger todo lo que estaban construyendo, así le costara la vida.

Ayudaría con todo lo que tenía para que el mundo se convirtiera en un buen lugar para que esos niños crecieran, continuaran aprendiendo y se convirtieran en excelentes personas.

Agradecía formar parte de ese bello propósito.

Fin.

Holaaaaa :D

Había olvidado este proyecto XD

Pero al fin tengo una excusa para continuarlo y es q ayer fue cumple de mi amado Ukyo *o*

Quizás pronto suba otras cosas aquí, quizás no, ya veremos xP

Ojala que les haya gustado!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!