Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo 2/2

Para Mila fue una gran sorpresa saber que su cumpleaños sí iba a ser celebrado. Esto la emocionó tanto que terminó llorando de felicidad abrazando a sus cuando después de despertarla y felicitarla la llevaron al patio de la casa donde todo estaba organizado para su cumpleaños. Ahí la esperaban sus familiares junto a sus regalos pero todo lo que pudo hacer fue llorar abrazando a sus padres, agradecerle y prometer que jamás volvería a hacer las cosas por las cuales fue castigada.

Fue una escena dulce que hizo el pecho de todos calentar y sentir ese pequeño nudo logrando ponerse sentimentales. Namjoon había visto pocas veces a Kim Seokjin emocional pero incluso él y Kai que también fueron invitados al cumpleaños con sus sobrinos se vieron afectados por el momento.

— ¿Esa fue una lágrima, Kim? — Preguntó Namjoon cuando vio a Mila tomar la mano de los sobrinos de Kai para salir corriendo junto con otros compañeros de clase.

— Imposible que haya visto una, Kim. Al menos no en estas circunstancias. — El presidente de KNJ Enterprises negó y tras brindar con él caminó hacia sus abuelos, ellos estaban sentados jugando con otros niños mientras también reían con Jimin.

Era claro que no todos los invitados habían llegado pero su casa se sentía repleta de personas ya. Años atrás eso hubiera sido lo más estresante para Namjoon pero ahora, disfrutaba de toda esa algarabía. Las personas riendo, la alegría de los niños, le gustaba esa armonía.

— Papá, ¿Lena no viene? — Preguntó Mila casi una hora después. Namjoon miró la hora y luego a su hija. — Los padres de Lena no pueden venir hoy pero ella debe estar al llegar con su tío, no te preocupes. Disfruta la fiesta, si veo en una hora que no llega, yo mismo mandaré por ella. ¿De acuerdo? — La niña dudó un poco pero luego sonrió y echó a correr.

— ¿Qué sucede? — Preguntó Jimin llegando a él, desplazando su mano suavemente por su espalda. — ¿Tiene algo?

— Solo está preocupada que "su mejor amiguita en el mundo entero" no venga. — Musitó el mayor risueño porque así se refería Mila casi siempre a Lena. Se volteó entre los brazos de Jimin y lo atrajo hacia él para abrazarlo por la espalda mientras observaban su gran terraza llena de personas. — Mira todo lo que me has brindado, tenemos una familia hermosa.

— No te la he dado, ambos hemos construido esto, son personas que ahora comparten con nosotros gracias a nuestros cruzados caminos.

— Eso te lo debo a ti, si no hubieras marcado esa consulta y regresado a mí el último viernes de cada mes, si no hubieses comenzado a trabajar en mi empresa o ido a mí tras nuestra separación, no estaríamos aquí. A ti te debo todo esto, gracias por enseñarme a ser un buen padre y esposo, a ser mejor ser humano.

— Siempre lo fuiste. — Espetó Jimin apoyando su cabeza en su pecho, admirando la vista de su familia junto a su esposo. — Soy tan feliz.

— Somos tan felices.

Ellos estaban risueños compartiendo con todos cuando vieron a su hija dejar a todos atrás para correr hacia la entrada. Otra risueña niña de cabellares dorados y hermosos ojos azules entró corriendo con una caja en sus manos que le entregó a Mila justo antes de que ambas se abrazaran con tesón entre risas. Jimin casi les llamó la atención cuando cayeron sobre el césped entre risas pero Namjoon negó, era su cumpleaños, tenía el derecho a disfrutarlo.

Tras de Mila, un hombre joven, rubio y alto entró vestido elegante y a la vez casual con una amplia sonrisa. Su rostro se veía duro pero su sonrisa al llegar a ellos era un agradable contraste. Taemin pellizcó la cintura de Jimin para indagar sobre el recién llegado que se acercaba ellos con obvia curiosidad, coqueto incluso pero Jimin tampoco lo conocía.

— ¡Buenas tardes! — Saludó el hombre estirando su mano hacia un Jimin que sin querer se sonrojó ante su fuerte presencia luego, el recién llegado se volteó hacia Namjoon. — Mi nombre es Matthew, soy el tío de Lena y he venido en nombre de mi hermano. Mucho gusto.

La mano del hombre con acento estadounidense se quedó extendida unos segundos más de lo normal y esto fue lo que hizo que Jimin mirara a su esposo. Fue extraño, no pudo explicar que fue ese sentimiento que lo recorrió pero no le gustó mucho. ¿Por qué Namjoon estaría tan tenso frente a un desconocido? La mirada que el sujeto le daba, como su esposo lo observaba lo ayudaron a deducir lo que ocurría y no le gustó ni un poco.

— Wow, ese hombre se ve increíble. — Murmuró Taemin viendo a Namjoon alejarse con el sujeto.

— Nada que ver con mi Kookie del alma pero, se acepta. — Los sorprendió Taehyung llegando de forma inesperada. — No es el más hermoso de cara pero cuerpo, cien de cien.

— Ay pero si es atractivo de cara también, bien masculino y con un aire diferente. — Agregó Taemin golpeando el hombro de Jimin con el suyo. — Somos hombres tomados pero no estamos ciegos, se vale opinar.

— Vengo ahora. — Fue la única respuesta que dio el rubio antes de alejarse de ellos dejando la copa con su cóctel sin alcohol de lado después de ver la forma en que Namjoon, Sungwoon, Seokjin, Yoongi, Hoseok y el llamado Matthew que estaba junto a su esposo riendo de algo que no parecían compartir con los demás. — Amor...

Namjoon se volteó a verlo, atrayéndolo por su cintura antes de depositar un beso en su frente que lo hizo relajar un poco. Ver la forma en que la ceja de aquel hombre se elevó antes de sonreír ladeado y beber su propio cóctel observándolos con interés. Era tan extraño sentirse con esa molestia cuando jamás desde que empezaron Namjoon le hizo experimentar celos o algo que se le pareciera.

Si bien recordaba que la presencia de Seokjin por un momento fue incómoda o el saber de Jackson, era la primera vez que sentía algo así de la nada. Absurdo lo infantil y territorial que se sentía pero ese hombre no le agradó desde el momento que vio a su esposo titubear para saludarlo. Además, primero se mostró tenso y ahora solamente se reían haciendo tontas bromas en inglés. No le gustaba que se le hubiera estado acercando para decirle cosas al oído, tampoco las risas de Namjoon, no le agradaba como ese tipo miraba constantemente a su esposo.

— Mi amor, ¿me ayudas con algo? Te necesito un momento. — El presidente de KNJ Enterprises asintió disculpándose con los presentes antes de acompañar a Jimin a su cuarto. — ¿Quién es?

— ¿Quién es quién? — Preguntó el mayor confundido, cerrando la puerta tras de sí. — No sé a qué te refieres.

— Matthew.

— ¿El tío de Lena?

— ¿Cuántos Matthew hay en la fiesta, Nam? — Cuestionó rodando los ojos y el mayor sonrió.

— Ah, ya sé por dónde vienes. — Sonrió acercándose para tomar su mano y llevarlo a la cama. — Vaya, esto es nuevo, es divertido. — Musitó besando su cuello.

— No para mí.

— ¿Ni un poquito?

— No. — Namjoon asintió mirándolo. — ¿No me dirás?

— Fue uno de mis clientes tiempo atrás, incluso antes de que tú vinieras a mi primera consulta. De hecho, creo que fue el que más sesiones tuvo por debajo de ti. Fueron seis antes de que dejara de asistir. Ahora sé que se fue a vivir a los Estados Unidos de regreso porque solo estaba aquí de paso. No sabía quién era, los dos nos sorprendimos pero igual fue un simple cliente como otro cualquiera.

— Un simple cliente que andaba secreteándote cosas al oído y con el que estabas muy risueño, uno que volvió varias veces a ti porque indudablemente le gustaste. Le gustas, lo veo en sus ojos. — Mencionó relajándose bajo la caricia en su espalda.

— ¿Sabes cuántos han gustado, gustan o podrán llegar a gustar de nosotros? Eso no podemos controlarlo, solo tenemos control sobre su comportamiento y las líneas a trazar para que no se pasen. Es raro verte celoso, no recuerdo verte así muchas veces al no ser por razones, bueno... Razones un poco más obvias pero no es común verte así y aunque llega a ser lindo hasta cierto punto, te recuerdo lo que te dije tiempo atrás, nunca te daré motivos para que me celes porque mi amor te pertenece. No pondría en juego mi felicidad por nadie.

Jimin asintió volteándose para dejar que sus labios se unieran en un beso calmo sin connotación sexual o ardiente. Era como un relajante que necesitaban, refrescante, necesario... Sus frentes quedaron unidas y ambos exhalaron sobre los labios contrarios antes de sonreír.

— ¿Qué te dijo al oído?

— En realidad estábamos hablando cosas de las niñas pero como él se siente más cómodo con el inglés que el alemán o el poco coreano que domina, me hablaba en inglés en un tono bajo para no incomodar a los demás. — Respondió con sinceridad y una amplia sonrisa.

— Seguro te vio y quiere otra sesión contigo.

— Pero Doctor Control está retirado del negocio y no tendrá ninguna, todas mis sesiones están reservadas para ti. — Su rostro fue sostenido con fuerza por Jimin y su labio inferior mordido. — ¿Qué es esta agresividad? Me gusta.

— Te estaré observando, Doctor. Distancia prudente de sus antiguos pacientes. ¿De acuerdo? — Namjoon sonrió divertido, abrazándolo con mayor fuerza antes de besar su cuello reiteradamente. — Vamos afuera para que no extrañen a los padres de la cumpleañera.

El menor se levantó recibiendo una nalgada bastante fuerte en su trasero que lo hizo dar un pequeño brinco en su lugar y voltearse fingiendo molestia ante la amplia sonrisa de Namjoon. Entrelazaron sus manos para regresar a la fiesta que se extendió hasta la noche. Fue un cumpleaños para niños pero los adultos se divirtieron igual pese a que no hubo ni una sola gota de alcohol y varios eran desconocidos. Namjoon solo para provocar y molestar a Jimin a veces reía de más cuando Matthew decía algo, lanzándole besos a su esposo y guiños que eran correspondidos con graciosas muecas que le hacían reír.

Los primeros en marcharse fueron los compañeros de clase de Mila junto a sus padre, claramente. Lena fue el último niño en irse y luego solamente quedaron todos los tíos de la pequeña y sus bisabuelos. Aunque no sabía, hizo a todos acompañarla al salón donde yacía el piano regalado por Yoongi, haciendo que este tocara cualquier canción que a ella se le ocurriera. Reía animada cuando con gracia y caras exageradamente graciosas Hoseok acompañaba con bailes inventados que se mezclaban con los originales de la canción. Ella creó un pequeño show con todos sus tíos, ninguno podía decirle no y menos en su cumpleaños.

— ¿Dónde está Jimin? — Preguntó Namjoon tras acostar a su hija junto a su abuela. Esta última se encogió de hombros abrazando a la niña pues no tenía conocimiento del paradero de Jimin y tampoco lo tuvieron los otros. — ¿Dónde estás? — Preguntó el mayor cuando su esposo finalmente le contestó el teléfono. — ¿Dónde? ¿Qué mensaje? Espera, ya lo veo... — Se quedó extrañado pero aún así tomó las llaves de su auto y salió en busca de Park.

Él no recordaba la última vez que visitó ese sitio de hecho, se lo había dejado a Jimin para cuando él quisiera relajarse un poco mientras él se quedaba con Mila. Sin embargo, ahí estaba, entrando al garaje de aquella casa en donde vio a su esposo por primera vez, notando una de sus vehículos en el interior. Al introducir la clave y abrir la puerta, quedó varios segundos tranquilizando los latidos de su corazón. No entendía el motivo pero se encontraba ansioso.

Por su mente corrían varios escenarios pero en todos estos se encontraba Jimin queriendo darle una sorpresa, esperándolo atado a la silla que reemplazaron por la anterior en donde él recibía a sus clientes. Imaginaba su cuerpo desnudo a la espera por él y después de casi un año sin visitar ese lugar con esas intenciones, tras todo un mes sin tener relaciones sexuales más allá de lo que ocurrió esa mañana sentía su corazón galopar en su pecho.

No parecía que se fuera encontrar con su esposo por un lado pero por otro, no existía ninguna persona en el mundo que sin importar el tiempo juntos le hiciera reaccionar así. Jimin era el único que podía ponerlo nervioso, hacerlo actuar como un adolescente, él siempre fue su descontrol. Sonrió ante sus pensamientos antes de parpadear varias veces para concentrarse y regresar al papel de Doctor Control.

La luz de la planta baja era tenue en su totalidad, el aroma era diferente, no el jazmín que él esperaba que tuviese. Seguía siendo floral, espaciado, algo frutal e incluso cálido, licorado. Es como si hubieran varias mezclas en uno solo. Cerró sus ojos y respiró profundamente, volviendo a sonreír aunque internamente. Sí era jazmín pero mezclado con algo menos dulce y fresco, hierbabuena quitándole también el lado más femenino del jazmín.

La imagen de su esposo que lo recibió cuando él entró en aquella habitación ambientada con una lejana música incitante, fue bastante diferente a lo que imaginaba. Jimin no estaba sentado en el asiento destinado a sus sesiones sino, de pie junto al pequeño estante como si fuera el modelo de ese mueble. Estaba envuelto por una bata de seda blanca, casi transparente, la misma que utilizó en su noche de bodas. Dejaba entrever todo su prodigioso cuerpo, cada músculo, cada línea excepto su entrepierna. Esa zona no era traslúcida y el blanco encaje no dejaba ver absolutamente nada aunque daba la ilusión que sí.

Su cabello estaba húmedo, completamente peinado hacia atrás, descalzo y los únicos accesorios extra eran sus alianzas, la recibida cuando compartieron su primera navidad junto a Soobin y la recibida el día de su casamiento. Unas esposas de cuero blancas y algo que le mostró muy vagamente, un anillo en su miembro de metal plateado. Tragó saliva antes de caminar hacia él,, deteniéndose luego de dos pasos al ver como Jimin enarcaba una ceja serio e indicaba que no avanzara, se desnudara para él y se sentara en la silla.

— Mi amor...

— ¿Mi amor? ¿No estás mirando en dónde estamos? ¿No has entendido tu rol? No soy tu amor, tu esposo, bebé, cariño o cielo... Soy tu amo y estoy aquí solo para castigarte por tu mal comportamiento, no para remunerarte. Conoces las reglas mejor que nadie. Toma una ducha rápida y siéntate ahí. — Namjoon ladeó su cabeza confundido, casi riendo como si aquello fuera una broma pero no había un ápice de diversión en el rostro del menor.

— ¿E-Estás hablando en serio?

— ¿Tengo cara de estar bromeando? Tic Toc... — Musitó dejando caer un tramo de las esposas para moverlas como el péndulo de un reloj de pared.

Namjoon llevó sus manos a la cintura mirándolo estupefacto pero tras varios segundos, peinó su cabello con sus dedos y se dirigió hacia el baño con tantas ideas en su cabeza que pronto quedó en blanco. Aún cuando se sentó en la silla, fue esposado y un anillo de pene colocado, su mente seguía perdida, conmocionada porque era la primera vez que se encontraba en esa posición. Si bien Jimin intentó una vez hacerlo, jamás exudó tanto control como en ese instante. La única vez que se sentó ahí lo veía dudar, rompió sus esposas y tomó como siempre el control absoluto pero ahora, sentía que no tenía dominio alguno.

Con una mirada su esposo le dejó saber que todo estaba bien y que cuidaría de él sin infligir algún tipo de dolor, lo sabía, no le temía a eso, no con Jimin. Asintió cuando este ajustó las esposas para que no las rompiera, dejándole aspirar el aroma de su cuerpo, castigándolo desde un comienzo porque moría por abrazarlo, sentarlo sobre él y llenarlo de besos, caricias...

Un suspiro abandonó sus labios cuando el frío aceite cayó en forma de gotas sobre su abdomen y pecho. Sintió su miembro contraerse, era increíble que no hubieran siquiera comenzado y que él estuviese tan jodidamente duro frente a Jimin, su pequeño demonio. Cerró sus ojos cuando el menor se colocó detrás de su silla, deslizando sus manos aceitadas por sus hombros y brazos. Lo sentía tan cerca que le molestaba no poder agarrarlo. Sin embargo, le gustaban esas caricias, precisas, firmes pero suaves.

Acariciaba su pecho en círculos expandiendo el aceite sin llegar a rozar sus pezones, bajando hasta su marcado abdomen haciéndole sentir levemente el peso de su cuerpo en la espalda. Fueron varios los minutos que pasó así, relajándolo, perdiéndolo en un mundo ficticio gobernado por Park Jimin. Cuando llegó a sus pezones, no los acarició, los apretó con gran fuerza, soltándolos en un pellizco que lo hizo gruñir y, solo entonces, frotó sus palmas contra ellos, repitiendo ese procedimiento varias veces.

— ¿Qué partes puedo tocarte?

— ¿Qué partes vas a tocar si estás esposado? No puedes tocarme ni siquiera una hebra de cabello. Eres mío esta noche y haré contigo lo que desee. Quizás así, no te queden ganas de volver a regalarle a tus antiguos clientes esas sonrisas y miradas. Tal vez así, recuerdes que con tu esposo no se juega y que no debes provocarme, Kim. — Susurró a su oído antes de morder su oído.

— Si sigues mis reglas, solamente podrás usar tus manos para mi placer. — Respondió resistiéndose a las pequeñas mordidas en su cuello. — Estás haciendo trampa.

— ¿Quién dijo que son tus reglas? ¿Te ves mandando en este momento? Son mis reglas y las cosas sucederán como yo quiera. — Dicho esto, apretó por última vez sus pezones para bordear el asiento y sentarse frente a él, permitiéndole una vista de sus piernas y muslos pero no lo que se encontraba más allá. — Cómo es que tu pene ya está goteante si no te he hecho nada aún. — Musitó en un tono lascivo estirando su dedo para recoger la estela de líquido preseminal que caía de la punta hacia sus testículos. Llevó el dígito a su boca antes de chuparlo obscenamente y sonreír ladino bajo la mirada desbordante de fuego que lo devoraba.

Volvió a tomarse su tiempo para masajear sus piernas, muslos, ingles y pelvis sin rozar sus zonas más íntimas. Era una tortura, Namjoon lo sabía pero no le importaba, todo lo que podía pensar era que, aún si no lo estuviera tocando, esa actitud de Jimin era más que suficiente para enloquecerlo por completo. Amaba como pasaba del hombre más dulce al más peligroso cuando se lo proponía. Cuando era pétalo pero también espina. Lo amaba tanto que de cualquier forma lo deseaba.

— ¡Maldición! — Exclamó bajo mordiendo sus propios labios cuando su base fue apresada después de tanto tiempo siendo ignorada. Muy levemente sus pies se pusieron en puntilla antes de regresar a su posición original cuando sus testículos fueron amasados. — Mierda.

La primera vez que la mano de Jimin recorrió su erección, fue tan sutil como una pluma, como si no quisiera tocarlo verdaderamente. La segunda fue mucho más fuerte, la presión aumentó considerablemente y eso se sintió genial para ambos. Disfrutaba admirando las reacciones de ese cuerpo, de su esposo, la satisfacción de ser él quien lograra eso, el único que podía ser testigo de esta faceta de Kim Namjoon. Moría por besarlo, abrazarlo y dejarse abrazar pero no se sabotearía él mismo.

Admiraba su control aún en esa situación, no emitía ruidos o decía palabra alguna pero su respiración lo delataba, la forma en que se contraía aún relajado no le dejaba ocultar por completo lo que sentía. Como cerraba sus ojos, como relamía o mordía sus labios cuando estaba a punto de gemir, exquisito.

Buscando el contacto visual que no querían, el rubio se inclinó para hacer aterrizar sus labios en ese viril miembro que parecía llorar por clemencia. Alegrando a su paladar, recorrió con su lengua toda la extensión, la rodeó hasta llegar a la cima y con esta sellar ese pequeño orificio sin rozar algo más. Oh, él dominaba muy bien el arte de la tentación, Namjoon lo podía confirmar cada día de su vida.

— Debo admitir que siempre sabes delicioso. — Musitó limpiando el borde de su labio inferior. — ¿Deseas probarte? — Namjoon asintió, moría por sentir los labios de Jimin sobre los suyos pero este solo sonrió. — Todavía no es tiempo.

Bajó su cabeza para provocarlo con pequeñas lamidas por los costados de su pena, mordisqueando sin infligir dolor, succionando por un rato la extensión sin llegar a la cima. Tiraba de sus testículos, jugaba con ellos entre sus manos, juntándolos, apretándolos, acariciándolos como sabía que su esposo disfrutaba hasta que los acunó en su boca. Los chasquidos cada vez que los liberaba eran un ingrediente extra que desarmaba a Namjoon. Sin embargo, cuando continuó descendiendo, abrió sus piernas y saboreó sin sopesarlo dos veces aquel lugar escondido, sonrió complacido al escucharlo gemir abiertamente pese al bajo volumen con que lo hizo.

— Suéltame... — Pidió Namjoon deseando perder sus manos en esas hebras doradas, dominar sus movimientos para no sentirse tan expuesto pero, sus palabras murieron ignoradas. — Oh, por dios... — Expresó dejando caer su cabeza hacia atrás.

Jimin reconocía cada pliegue que se expandía y contraía en una súplica que atendería pronto. En esa zona él tenía que tomarse su tiempo, desarmar completamente a Namjoon desde el exterior antes de atreverse a hacer cualquier movimiento. Y sí que lo lograba, ya lo conocía a la perfección, sabía cuánta presión ejercer o cuánta saliva verter. Conocía las velocidades en que debía agitar su lengua o la forma en que sus labios debían besarlo, succionarlo o en la que sus dientes podían arañarlo. Había tenido tiempo de sobra para irlo aprendiendo, por eso, cuando se atrevía a introducir su lengua, era porque cada parte del cuerpo de Namjoon se lo pedía aunque de sus labios esto nunca saliera.

— Oh... — Dejó escapar complacido separando más sus piernas, elevándolas con sus ojos cerrados aunque no por mucho tiempo, disfrutaba ver a Jimin a cada momento. — ¿Por qué paras, Jimin?

— ¿Jimin? — Preguntó serio, frunciendo el ceño mientras llevaba su pulgar para presionar el ensalivado lugar sin adentrarse. — ¿Cómo fue que me llamaste? — Vio a Namjoon morder su boca, podía ver lo mucho que estaba batallando para decir esa palabra y era casi tierno. Movió su dedo de forma circular, notando como abrió su boca sin decir nada. — ¿Qué, deseas decirme algo?

— Tu lengua... — Soltó en un leve jadeo. Joder, odiaba que Jimin le estuviese haciendo eso. — Use su lengua, a-amo.

— No escuché bien... — Aguantó la sonrisa cuando lo escuchó maldecir por la bajo.

— Déjeme sentir mejor su lengua, amo, lo deseo. — Era tan extraño decir eso, fue tan nuevo que, una vez que logró decirlo, fue como si se deshiciera de cualquier cadena que lo contuviera. — Úsela.

Sus ojos se encontraron con los de Jimin, suavizándose al ver como el menor no podía esconder el rubor de sus mejillas que vio de forma efímera antes de sentir una vez más la humedad de su lengua rígida abrirse paso en él. Por instinto, elevó sus piernas para darle un mejor acceso, cerrando fuertemente sus ojos.

— Sí... — Dejó escapar junto a varios gemidos que ya no le importaba demasiado controlar. Él control ahí lo tenía su esposo, ese hombre al que su corazón le pertenecía y su cuerpo también.

Cuando la llegada de un primer dedo llegó, Jimin esperaba encontrar algún tipo de resistencia como el resto de las veces pero para su sorpresa no hubo ninguna, entró en su totalidad sin necesidad de segundos intentos o pausas largas. Era arriesgado pero se atrevió a incorporar otro. Aquí sí obtuvo un poco de resistencia pero nada que su boca en el miembro contrario y un poco de aceite extra no pudieran arreglar.

Le agradaba esa sensación de las paredes ciñéndose a sus dedos, atrapándolos en su cálido interior mientras su respiración se hacía añicos. Esperó varios segundos para que se acoplara a la intrusión para comenzar un movimiento lento para llegar a su próstata. Eso era todo lo que quería, masajear ese punto de goce que con la longitud de sus dígitos no podía alcanzar con un solo dedo.

Fue el agarre a su silla y el ronco gemido gutural que se rompió lo que laque le hizo sonreír victorioso, lo había encontrado. Su mano derecha ocupada en su entrada, la izquierda masajeando su miembro como tantas veces vio al mayor hacerlo pero también, como él sabía que a su esposo le gustaba. Presión fuerte en su extensión, roces más suaves en su corona o glande. Movimientos casi parsimoniosos que alternaban con otros mucho más rápidos para orillarlo al precipicio y luego traerlo de regreso.

— Ah, estoy cerca... Cerca... — Avisó Namjoon cuando sus testículos comenzaron a hormiguear y su vientre a calentarte.

— Te gusta cuando masajeo tu próstata así, ¿no es verdad, Kim?

— Sí... — Musitó con dificultad. — Sí, amo, gracias, gracias. — Jimin mordió sus labios embrujados por esos gemidos que pocas veces podía escuchar aún cuando había detenido el movimiento de ambas manos para darle un respiro, reanudando lentamente el movimiento de los dedos en su interior. — Cerca, cerca...

— Que buen chico. — Musitó dándole un nuevo descanso antes de voltear su mano izquierda para dejar que fueran su pulgar e índice los que presionaran su base y el meñique tantear su base. — Pensar que solo yo puedo oírte así, eres tan bueno, tan increíble para mí. — Hablaba sacando los dedos en su interior para acariciar su abdomen, dándole velocidad a su otra mano.

— Ah, estoy tan cerca, dios para... — Pidió en un gemido amplio casi resbalándose de su asiento.

Jimin verdaderamente se tomaba su tiempo para llevarlo constantemente al borde de su orgasmo para después retrasarlo, provocándolo continuamente, deleitándose con cada uno de sus gemidos, miradas y reacciones en general.

— Cierra las piernas. — Ordenó el rubio firme y cuando lo vio hacerle caso, se subió con cuidado con cada pie al lado de sus muslos, volteándose, dejando su trasero al descubierto una vez que elevó su bata. — Saca tu lengua y mantenla rígida para mí. — Excitado y casi enloquecido, los ojos de Namjoon brillaron al verlo retirar un plateado tapón de su trasero. Jimin se había preparado, él fue esa noche a la guerra con todas las armas y le estaba haciendo desear rendirse.

Park no tenía su voluntad de hierro, le era difícil quedarse viendo eso sin hacer nada para aliviarse y sabía que otra de las cosas que enloquecían a Namjoon era besarlo de la manera más negra. Sostuvo sus glúteos para darle espacio, se agachó ligeramente y permitió que su entrada hiciera contacto con su lengua. Eso era gloria... Jimin gimió sin reservas, restregándose contra él sabiendo que fácilmente podría terminar así pero eso no sucedería, no esa noche.

Retrasando su propio orgasmo, tiró del cabello de Namjoon para separarlo y evitar que siguiera introduciendo su lengua, le ordenó que lo llenara bien de saliva y luego descendió de aquella silla. Se montó a horcajadas viendo al mayor negar, luchando contra sus esposas sin poder liberarse mientras él descendía lentamente hasta que el glande ajeno presionó su entrada.

— No me haga esto, amo, no así. Quíteme las esposas, por favor. — Pidió Namjoon en el tono más sumiso que pudo darle pero no sirvió de nada.

Llevaba casi un mes sin hacer nada pero el tiempo que pasó con aquello dentro de su trasero valía para permitirle sentarse por completo en un primer intento. Inevitable lanzar un pequeño grito, Namjoon con o sin preparación necesitaba tiempo para ajustarse a él. Aguardó con paciencia aferrado al cuerpo limitado y esposado hasta que sus paredes estuvieron lo suficientemente estiradas.

— Luces hermoso. — Musitó Namjoon cuando puso un poco de distancia permitiéndole admirar su rostro. — Te amo tanto.

— Lo sé. — Respondió con una sonrisa, buscando sus labios para fundirlo en un beso, oscilando sus caderas con lentitud. — Yo también te amo.

La respiración del mayor rompía contra sus labios, intentaba apoyar su rostro en el pecho de Jimin pero este lo mantenía sujeto por el cabello, obligándolo a mirarlo todo el tiempo. Era el rubio quien lo besaba, quien utilizaba su boca a voluntad sin permitirle tomar el mando. Era quien mordía y succionaba su cuello sin control mientras obscenamente lo cabalgaba y gemía.

— Mis pezones necesitan un poco de tu cariño. — Musitó aferrándose al cuero cabelludo de Namjoon, guiándolo hacia estos mientras su lengua relucía brillante. — Chúpalos, Nam, sí... — Jadeó al sentarse quieto, tan profundo y llenó pero manteniéndolo lejos de su próstata. — ¿Lo has estado disfrutando? — Preguntó con una sonrisa coqueta recibiendo un asentimiento. — Entonces es momentos de que te vengas para mí.

Aferrándose a su cuerpo, uniendo sus torsos y transmitiéndose esa energía que de sus cuerpos emanaba, Jimin comenzó a agitar única y exclusivamente sus caderas de arriba hacia abajo a un ritmo frenético mientras lo apretaba más.

— M-Me voy a venir.

— Vente para mí, lléname bien porque necesitaré un comprobante de ello. — Espetó besándolo, tragándose los gemidos desesperados de Namjoon, sintiendo como luchaba por no elevar las caderas a su encuentro porque no estaba permitido.

Increíble s fuerza de voluntad para seguir las reglas aún cuando se estaba quebrando por el placer. Se movió como si su vida dependiera de ello hasta que los dientes de Namjoon se encajaron en su pecho parcialmente desnudo mientras gemía, su cuerpo perdiéndose en espasmos. Sin haberse corrido aún, Jimin se levantó colocando una mano cerca de su entrada, recibiendo en ella toda la liberación que su esposo dejó dentro y, con esta, regresó al lugar que rato atrás abandonó.

— A-Acabo de correr, no vayas a... ¡Mierda, mierda! — Exclamó Namjoon cerrando sus ojos cuando Jimin introdujo dos dedos en su interior, luego un tercero estirándolo bien y por último, alineó su miembro.

— No estoy viendo tu sonrisa ahora... — Musitaba mientras se adentraba lentamente. — ¿A que no es gracioso provocar a tu hombre? — Preguntó sentándose en el borde de la silla para levantar las piernas del mayor y sostenerlas pegadas a su pecho, exponiéndolo, silbando bajo por su estrechez.

Por preferencia propia, él no entraba en Namjoon de esa manera muy seguido, de que ocurría una vez a que sucedía otra, transcurrían varios meses. Si contaba la primera vez que fue un total desastre, esa era la cuarta vez que él se perdía en el interior del mayor y le encantaba. Disfrutaba ver esa otra parte que no salía cuando estaba en la cima porque hay gemidos y expresiones que solamente se adquieren cuando se toca fondo.

Los primeros envites fueron lentos, nunca se adentraba en él de forma brusca porque temía que fuera a recordar cosas que, aunque superadas lentamente, jamás podría eliminar del todo de su memoria. Mas, a medida que pasaban los minutos, la velocidad se iba incrementando, los choques se volvían más frecuentes y ruidosos al igual que los gemidos de Namjoon o los suyos propios.

— Joder, mi amor, déjame escucharte. — Pidió besando sus piernas, restregando sus mejillas contra ellas mientras se aferraba a sus caderas para ayudarse e ir más profundo en su búsqueda por el lugar que necesitaba.

— ¡Ah!

— Lo atrapé. — Sonrió Jimin aflojando los anillos en sus miembros que no eran para evitar correrse sino mantenerlos erectos y sin liberarse por completo. Un nuevo gemido invadió sus oídos, fue tan jodidamente roto y erótico que por un instante creyó que terminaría. — ¿Vas a venirte para tu esposo? — Preguntó inclinándose para besarlo, sonriendo bajo su sentimiento. — Voy a liberar tus manos pero más te vale no intentar nada más allá de abrazarme. — Una vez más el peligris asintió y, cuando Jimin lo liberó, se aferró a esa cuerpo más pequeño que el suyo con gran fuerza. — Bésame.

— Muévete, por favor. — Pidió restregando sus labios por su mentón y mandíbula antes de llegar a los carnosos labios que tanto amaba, resguardando en el interior de estos todos los gemidos que pudo antes de que Jimin lo alejara. — Joder, te amo, diablillo.

— Te amo. — Respondió Jimin frunciendo su ceño moviéndose contra su próstata sin miramientos, arrancándole gemidos imposibles de disfrazar. Como si estuviesen sincronizados, se fueron acercando a sus orgasmos, explotando simultáneamente entre gemidos, espasmos y algunos temblores mientras sus frentes permanecían unidas. — Mierda. — Musitó antes de reír y bajar las piernas de Namjoon, pesaba demasiado y sus brazos estaban cansados.

— Hoy no regresamos a casa.

— ¿Cómo que no? Mi amor, Mila mañana seguro se despertará y...

— Y sus bisabuelos y tíos estarán allí con ella como lo están ahora. — Musitó envolviendo sus brazos en el cuerpo de Jimin una vez que abandonó su interior. — Esto no se puede quedar así, tú tienes que devolverme todo lo que me has robado esta noche.

— ¡Oye! — Se quejó el rubio entre risas cuando Namjoon intentó cargarlo y ambos cayeron torpemente en la silla. — No es tan sencillo ahora, ¿no?

— Cómo podría serlo cuando acabas de follarme por allá atrás. — Los dos se carcajearon mientras volvía a ponerse de pie y caminaba por toda la casa hasta el piso de arriba. — Felicidades a nosotros también porque un día como hoy, nuestra hija cumplió once años. Gracias. — Musitó besando los labios del menor que se aferraba con sus piernas a la cintura y acariciaba su cabello. — ¿Disfrutaste siendo Doctor Control?

— Muchísimo. — Afirmó divertido.

— Ahora vamos a disfrutar como los esposos Park Jimin y Kim Namjoon, sin control y amor.

💙💙💙
Hola, hemos llegado al final del epílogo. Iba a publicarlo ayer pero Wattpad me dejó de funcionar así que, tuve que liberarlo hoy. Quizás no fue lo que esperaban pero igual espero que les haya gustado 🙈 Muchos besitos y nos estaremos viendo pronto con otro Nammin "Blind Date" 💙 Esa historia me tiene muy emocionada.
Recuerde que también tienen "Snitch Bitch" esa ya se está publicando.
En fin, gracias a todos los que han llegado hasta aquí.
LORED

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro