Capítulo 61
El miedo, eso fue algo que Namjoon conoció a muy temprana edad. No ese miedo común que todo niño tiene como a la oscuridad, caerse, algún animal o el regaño de sus padres al portarse mal. La primera vez que lo sintió fue el día que su madre llegó con Jungkook en brazos y escuchó a su padre gritar por primera vez.
Esa noche no pudo dormir bien pero al despertar y ver a su padre velando su sueño aún con evidente cansancio en sus ojos rojos e hinchados por el llanto, él se sintió aliviado. La siguiente noche no fue diferente, durmió con el mismo miedo, las mismas pesadillas y angustia, con un despertar totalmente diferente, recibiendo la noticia del fallecimiento de su padre.
Hubieron otras situaciones que le dieron miedo al punto de orinarse en sus pantalones sin poder contenerlo pero a su vez, terminó adquiriendo inmunidad y fuerza a través del tiempo, acostumbrándose a la adversidad para no morir en el intento. En algún momento el temor comenzó a mutar y hasta un punto, dejó de temerle a casi todo.
Siempre hubo un temor latente, el no ser un buen hermano y guía para Soobin. No lograr que ese fuera feliz, quería que tuviese todo aquello que él no tuvo aunque tampoco era mago, el amor de sus padres no fue algo que pudo regalarle y rezó para que el suyo fuese suficiente.
Su mayor miedo en la actualidad era perder a aquellas personas que eran importante para él, antes se resumía solamente en su hermanito pero el número continuaba creciendo. Su familia, esa era su mayor preocupación. Ya fuera Jimin, Mila, Soobin o el mismo Jungkook, si algo le sucedía a cualquiera de ellos no sabía si podría resistirlo.
Fue por ese motivo que al recibir aquella llamada revivió el pánico, el terror extendiéndose por dentro de sus huesos, sintiéndose inútil al no haber estado allí para impedirlo. Conocía perfectamente lo que era ser golpeado por ese engendro de hombre hasta perder la conciencia y terminar semanas en un hospital. Solamente imaginar que Soobin pudiese estar así hacía que su sangre se encontrara en proceso de ebullición.
Tocó el timbre del edificio de Jungkook con desesperación, queriendo tener la capacidad de volar para llegar mucho más rápido a su hermano. Pudo escuchar el ruido que le indicaba que la puerta estaba libre para ser empujada y entró, echando una pequeña carrera hacia el ascensor. No importaba su aspecto, ese que siempre controlaba para que estuviese a la perfección como todo lo demás, en ese instante solamente una persona ocupaba su mente.
No recordaba haber visitado ese apartamento más de una vez con anterioridad, aún así caminó por ese pasillo como si lo hubiera recorrido cientos de veces hasta encontrarse con un Jungkook que sostenía la puerta para él.
— Te dije mil veces que no arrastraras a Soobin a tu mundo, te advertí que no quería que el hombre que te dio la vida pusiera una sola mano sobre él. Eres su maldito hermano mayor por qué siempre permites que las cosas se agraven de esta forma. ¿Tanto te interesa ser el hijo perfecto que ni siquiera fuiste capaz de defender a Soobin?
— Namjoon, no sabes lo que estás diciendo. — Respondió Jungkook sosteniendo las manos que se aferraban a su camisa, manteniéndole la mirada a su hermano, esa que dejaba ver su enojo. — No sucedió como estás pensando.
— Nunca es como lo estoy pensando. Incluso si tu padre te dice que golpees a tus hermanos para demostrar tu hombría tú lo haces sin hesitar, después de todo no es nada nuevo. ¿Por qué debería sucederme que ocurra esto en tu casa? ¡Es nuestro maldito hermano, Jeon! — Suspiró soltándolo, negando porque no tenía sentido discutir con Jungkook cuando su prioridad en ese momento era el menor de los tres.
— ¡Lo sé! — Gritó frustrado dejando salir lágrimas cargadas de frustración. — ¿Crees que no lo sé? Estoy consciente de todos los errores que cometí, te he pedido perdón y lo haré hasta que tu corazón logre perdonarme pero realmente esto no se trata de nosotros. Hablé contigo, te dije lo que pensaba e iré a verte cuando pasemos todo esto simplemen-
— ¿Realmente estarán como perros y gatos cada vez que se vean? — Un Soobin aferrado a la pared mientras sostenía su abdomen adolorido hizo presencia captando la atención de sus mayores que automáticamente se voltearon a verlo. — H-Hyung...
El corazón de Namjoon se le fue al suelo, su rostro no tenía casi huellas del incidente pero su cuerpo, parecía que había sido atropellado. A pasos largos y veloces se le aproximó, tomándolo entre sus brazos antes de que perdiera el equilibrio por completo y lo cargó para regresarlo a la cama. Lo acostó, lo arropó y se sentó a su lado acariciándole su rostro.
— Estoy bien, hyung. En serio... — Replicó cuando Namjoon volvió a destaparlo para revisar su cuerpo. — Sabes que ya no soy un niño, además, se siente raro que un hombre que no sea Jackson esté tocando mi cuerpo. — Rió frente a la mueca del mayor, tosiendo un poco en el proceso.
— Pues yo te estoy tocando y viendo con tus naranjitos al aire desde que naciste, quien limpió tu suciedad corporal soy yo así que mi derecho es mayor. — Apretó su nariz y lo cubrió con la manta.
— Ya la sopa está terminada. — Anunció Jungkook entrando por la habitación, colocando la mesilla a un lado de la cama para sentarse y darle la comida a Soobin. — Todavía queda más en la cocina, puedes servirte.
Namjoon negó observando la escena, no recordaba ver esa parte de Jungkook, su sonrisa y el trato que le estaba dando al más pequeño. Furtivas memorias de los tres de niño llegaron a su mente, de ese tiempo en que él aún se desvivía por los dos de la misma forma, antes de perder a Jungkook.
Permaneció en silencio, acariciando superficialmente al menor para no dañarlo hasta que este terminó de comer y se quedó dormido. Una sonrisa frente a la inocente imagen, seguía luciendo como un niño para él, luchando contra sus párpados para al menos lograr terminar de comer.
¿Cómo podría alguien tener el corazón tan frío y crudo como para hacerle eso a Soobin? ¿Cómo podía un degenerado como ese maltratar a sus propios hijos como si fuesen perros? Con él podía fingir creer que era porque no era su hijo biológico pero, con aquellos que sí lo eran, no era muy diferente. Claramente no los trataba igual pero existían tantos tipos de daños, tanto físicos como psicológicos que les causaba que no podía enumerarlos.
Podía tolerar cualquier cosa menos que le tocaran a su niño porque sin importar la edad que tuviese, Soobin lo era y sería siempre. Empuñó sus manos para controlarse de cometer un acto barbárico porque habían muchas personas que dependían de él. Desde sus empleados y familiares, hasta su propia familia, sus hermanos, Jimin y su hija... Necesitaba estar con la cabeza fría para poder controlar cada detalle sin errores.
Entre los mayores recostaron al menor en la cama y salieron en silencio de la habitación.
— ¿En serio no vas a comer nada? — Negó recuperando el mismo gélido semblante que llevaba cuando llegó. — ¿No quieres nada?
— Quiero el código de entrada a la casa de tus padres y te quiero a ti mañana en mi oficina sin falta. — Ordenó Namjoon volviendo a tomar su saco.
El plato que sostenía en su mano sirviéndose la sopa pareció caer pero se las arregló para sostenerlo y dejarlo sobre la meseta de la cocina. Su hermano siempre se negaba a ir a esa casa y aunque sabía que decirle que no era imposible, no quería que fuera, no sabiendo que su padre definitivamente estaría ahí esa noche.
— ¿Es eso una orden? — Preguntó Jungkook con cierta sorna pues, aunque quería llevar realmente la fiesta en paz con su hermano mayor odiaba que le diera órdenes o se comportaran de esa forma. Suspiró porque sabía que no se encontraba en su mejor momento y asintió. — Será mejor que nos encontremos en tu casa, tienes demasiadas personas en tu empresa y no se sabe en quién confiar. Si no quieres podemos encontrarnos donde te reúnes con tus clientes para tus pasatiempos. — El mayor abrió los ojos dejando de mover las manos que acomodaban su ropa al escucharlo. — Sí, lo sé todo y hablaremos de ello por eso digo que tu empresa no es el mejor lugar en estos momentos.
— No quiero discutir ese tipo de cosas delante de mi familia así que ya te mandaré un mensaje para ver a qué hora y dónde nos reunimos. — Chequeó su teléfono y se encaminó a la puerta. — Gracias por la clave. Si ocurre cualquier cosa, avísame. Ya le mandé un mensaje a Jackson así que lo más probable es que esté al llegar.
— De acuerdo. — Asintió mirándolo. Su familia... Le resultaba muy extraño que Namjoon se expresara así sobre Jimin y su hija, como si realmente ya se hubieran solidificado o llevaran años así. Como si estuvieran casado y esa niña fuese producto de ellos. No se lo esperaba pero definitivamente estaba feliz por su hyung, agradeciendo estar en una etapa de su vida que le permitía sentirse feliz por él sin sentir que todo era injusto. — No dejes que mi padre te quite más de lo que ha hecho, maneja las cosas como solamente tú podrías hacerlo, controla cada detalle, hyung y ve con cuidado.
El mayor se volteó una vez más para mirarlo tratando de descifrar el tono de sus palabras porque podía sentir el preocupación, incomodidad, molestia e incluso alegría en sus palabras y esa mezcla de emociones lo confundía. A veces Jungkook era tan difícil de descifrar como lo era él mismo para los demos. Asintió regresando sobre sus pasos para abrazarlo por primera vez en diez años.
No supo por qué lo hizo, no esperaba hacerlo, mucho menos Jungkook pero aunque tardó unos segundos lo envolvió en sus brazos como no sabía que necesitaba o quizás sí pero no con tanta fuerza. Apoyó la frente en su hombro y aferró con fuerza a su saco, sintiendo las palmadas en sus espalda. No hubieron palabras o algo más allá de esos segundos que parecieron minutos hasta que se separaron y la puerta del apartamento del menor se cerró.
+++
— Papá... — La voz de Mila atrajo a Jimin al mundo real, lejos de sus cavilaciones.
No había dejado de pensar ni un solo segundo en Namjoon, desde que estaban en su oficina, la reacción que tuvo al recibir la llamada, la forma en la que se fue. Todo lo preocupaba y no podía ocultar esa preocupación del todo aunque tratara de camuflarla frente a su fija. Dejó de mover sus piernas como un desquiciado y alejó su pulgar de los dientes para mirarla.
— ¿Qué sucede tesoro? — Preguntó viendo como esta se acomodaba a su lado en la cama, debajo de las mantas.
Estaba sorprendido y no es porque no le gustara que la niña fuera a su cama sino porque desde que tenía cuatro o cinco años no lo hacía. Ahora que estaba a punto de cumplir diez verla actuar como años antes ponía su corazón en ascuas. Quizás todo le estaba afectando más de lo que se imaginó. Seguía muy de cerca sus comportamientos y aunque no había mucha variación sí estaba notando algunas cosas.
Cada vez que tocaban el tema de su madre o de la casa lo cambiaba. Antes de llamar para visitarla y ser rechazada su visita por parte de la propia Rosé, le preguntó a la niña para que fuera a visitarla también pero esta se negó rotundamente. Estaba mostrando cierto rechazo hacia ella y aunque comprendía no le parecía bien. Sentía que sucedieron cosas de las que él no estaba al tanto pero Mila no se abría con él.
La idea de llevarla a un psicólogo era latente pero lejos de eso, no mostraba muchos cambios y estaba esperando a que las cosas fueran tomando su curso lentamente.
— ¿Dónde está Nam? Me dijo que hoy saldría temprano del trabajo y saldríamos juntos.
— Tuvo más trabajo del esperado en la oficina, mi tesoro pero estoy seguro que otro día te compensará.
—¿Entonces tampoco comeremos juntos? — Preguntó ahora con tristeza evidente que hizo a su padre sonreír con ternura, acercándola más para abrazarla.
— No, lamentablemente no creo que llegue a comer con nosotros. ¿Quieres que veamos una película antes de la cena? — Asintió pero su semblante le demostraba a su padre que aún había lago que quería decir y no lo hacía, jugando con sus deditos y mirándolo de soslayo continuamente. — ¿Qué sucede? ¿Algo que quieras decirme o preguntarme?
La niña mordió su labio inferior tal y como solía hacer siempre su padre, aumentando la velocidad de la interacción de sus dedos hasta que Jimin la detuvo, haciendo que lo mirara.
— ¿No podemos quedarnos a vivir aquí? — El mayor frunció el ceño un tanto confundido por la repentina pregunta, pues realmente no se la esperaba.
— ¿Te gusta estar aquí? — Asintió con una sonrisa. — ¿No crees que mamá podría sentirse muy sola cuando vuelva a casa?
Mila volteó el rostro para mirar la pantalla del televisor, acomodando la cabeza en su pecho. — Podemos visitarla. Mamá siempre viaja o sale y somos tú y yo, podemos visitarla cuando esté en la casa pero vivir aquí con Nam. ¿No podemos vivir nosotros tres juntos, Nam tú y yo?
— Mmm, no lo sé, tesoro. — Respondió con una sonrisa. — Eso es algo que deberíamos pensar los adultos pero tendré en cuenta tu deseo. ¿No te molesta entonces vivir con Nam? Si no quieres vivir con él podemos vivir nosotros solos, sin mamá.
— Me gusta esta casa, me gusta vivir aquí contigo y Namjoon. Me gusta hacer las tareas con él, salir, nos divertimos mucho cuando estamos juntos y tú también estás contento a su lado. ¿No es bueno que las personas vivan con quienes son felices? Tú me lo dijiste.
— S-Sí, sí te lo dije. — Musitó de forma casi inaudible. — A parte de las cosas que ya me dijiste, ¿qué piensas de Nam? Ya sé que no te gusta llamarlo tío como a Taemin, o Sungwoon...
— Es porque no es mi tío. — Rebatió rápidamente un tanto defensiva. — Lo quiero, es muy bueno con nosotros y... Y no me gusta llamarlo tío porque se siente más como...
— ¿Cómo qué? — Sonrió y fingió un bostezo que su padre conocía muy bien cuando quería ignorar las preguntas. — Mila...
— Como tú.
— ¿Cómo yo qué?
La miró fijamente y esta suspiró como si hubiera acabado de hacer todos los quehaceres domésticos de esa mansión, haciendo que su padre contuviera las ganas de reír. A veces su pequeña actuaba como una adulta refunfuñona.
— Se siento como si también fuera mi papá, incluso cuando me regaña.
Jimin se quedó paralizado observándola en silencio sin querer hacer cualquier otra pregunta. Reanudó la película y se acomodó con ella en sus brazos. Por un momento pudo olvidarse de sus preocupaciones con solamente mirar a la cara de su princesa.
+++
Si hubieran sido días u horas atrás, él se hubiese pensado mucho mejor idea, a decir verdad, no lo hubiera contemplado. Se dijo no a sí mismo que no entraría jamás esa casa y llevaba años sin hacerlo, de no ser porque era absolutamente necesario, porque le habían tocado su tesoro más preciado, lo más sagrado que existía en su vida.
Sabía perfectamente que lo más probables es que lo hubiesen visto desde que abrió el portón principal pero al menos no esperaría porque nadie se dignara a atenderlo. Con suerte estarían tan entretenido en sus cosas que ni siquiera estarían prestando atención.
Al entrar a aquella mansión sintió como contuvo el aire en sus pulmones sin dejarlo escapar. Sus piernas flaquearon por un segundo con todos los recuerdos invadiéndolo. Ese lugar era el infiernos en la tierra y sus dueños Satanás. Sus piernas comenzaron a moverse por cuenta propia, avanzando por el recibidor hasta llegar al pasillo y continuar por este hasta la puerta que todos odiaban cruzar.
— Sabía que vendrías a visitarme sin mandarte a buscar, mi querido Namjoon. — La voz del señor Jeon llegó a sus oídos junto con el sonido de aquel bastón que lo señalaba. — Adelante y siéntete en tu casa.
Todo su cuerpo se paralizó como solía hacerlo cuando niño y se odió por ello, estaba perdiendo el control que por años construyó una vez más delante del causante de todo sus sufrimientos, los suyos y los de mucha gente. Fue allí por una causa, por una razón de peso pero aún así se mantenía estático en el mismo lugar mientras veía a ese sujeto acercándose lentamente. Sudoraciones, temblores y un ataque de ansiedad que se acercaba impidiéndole respirar con naturalidad.
Sus manos permanecían empuñada pero su cuerpo no le respondía. Cuando aquellas manos ajenas se extendieron jadeó soltando el aire retenido, tambaleándose un paso hacia atrás.
— Estás justamente donde deberías estar mi buen chico, no pasa nada. — Mencionó con una sonrisa acariciando ahora su mentón y cuello, acercándose lo suficiente como para que sus labios pudiesen entrar en contacto con su piel. Aspiró profundamente el aroma del menor relamiéndose los labios. — He de admitir que aunque sigues siendo un hombre extremadamente atractivo, prefería tu cuerpo inocente, frágil, ese que podía acoplar perfectamente a mis manos.
Imágenes de aquellas manos vagando por cada centímetro de su cuerpo de diferentes maneras, bruscas otras más delicadamente pero nunca con consentimiento. Iban desde las zonas más superficiales hasta las más recónditas infligiendo dolores casi imposibles de soportar. El recuerdo de su aroma, de sus gemidos y todas las lágrimas que abandonaban su cuerpo aún cuando decidía no llorar, salían naturalmente con cada golpe o cada vez que él lo violaba.
— Te extrañé mi buen chico, pero sabía que como la paloma que siempre regresa a su vida tú regresarías a mí, porque me perteneces, te marqué de muchas maneras y no puede ser de otra forma. Deja que vea cómo es que se ve mi marca en tu cuerpo luego de tantos años, ¿a eso has venido, no? — Besó una de sus empuñadas manos y sonrió. — ¿Qué hablamos de estos comportamientos?
El bastón colisionó en sus piernas haciéndolo arrodillarse y esto, fue como un despertar para Namjoon. Ese golpe fue lo que hizo cambiar todas las imágenes de su pasado que pasaban por su mente en donde él era el protagonista, remplazándolas por las de Soobin. El instante en que lo sostuvo en sus manos por primera vez, cada momento de su vida hasta aquella llamada que detuvo su corazón horas atrás.
Verlo tan golpeado e indefenso dolía mucho más de lo que cualquier otra cosa de su pasado le había dolido, dándole mayor fuerza. La imagen de Jimin al despedirse y de la pequeña Mila que con su sonrisa le dio la bendición para irse a su trabajo. Ya no estaba solo y no se trabaja solamente de él.
Tensó su mandíbula y estiró su mano derecha hasta aquel bastón que tanto odiaba, arrebatándoselo y golpeándolo un su pierna coja, esa que debido a varias balas jamás recobró su completa movilidad. Otro golpe más le infligió a su otra pierna y a su espalda una vez que estuvo en el piso a quebrarlo completamente contra el escritorio.
— En tu vida le vuelvas a poner una mano encima a Soobin, ese no es tu hijo, es mío y por ese puedo matar. — Se agachó para levantarlo por su camisa, golpeándolo una y otra vez con sus puños, no se detuvo siquiera cuando vio la sangre en sus manos, no lo hizo hasta que su espalda fue golpeada por una silla, cayendo al suelo.
— ¿Cómo te atreves a levantarle la mano a tu padre? — Ahí estaba la mujer que le dio la vida defendiendo al monstruo que tenía por marido. — Cariño...
— Ese infeliz no es mi padre, no es tu esposo, no es padre no es absolutamente nada. — Espetó molesto poniéndose en pie. — No te espero que lo comprendas porque eres primero mujer que madre cuando aún sabiendo que este infeliz abusaba de mí preferiste hacerte de la vista gorda.
— Te lo buscabas, era una forma de castigarte por tu mal comportamiento. Además, estás exagerando, las cosas nunca fuero a-así.
— ¿Qué niño de siete, ocho, nueve, once e incluso quince años se merece ese tipo de castigo? — Preguntó en grito con lágrimas en los ojos que no dejó brotar mientras veía como ella se preocupaba solamente por aquel tipo que ayudaba a levantar. — Ese hombre que hasta incluso le quitó la vida a mi padre.
— Eso fue un accidente.
— No sé ni para qué gasto saliva platicando con dos mierdas como ustedes, tal para cual. — Sonrió con sorna, cinismo y dolor. — ¿Por qué no va a buscarle algo a su esposo para los dolores? — La señora Jeon se le fue acercar pero su marido la detuvo.
— Déjanos solos. — Ordenó y esta asintió abandonando el salón.
Namjoon lo tomó nuevamente por su ropa y lo dejó caer en una de las butacas sentándose frente a él, con un aspecto tan tenebroso que hizo al mayor encogerse en su sitio frunciendo el ceño.
Para comenzar, nunca se esperó que el peligris le levantara la mano, había acoplado su mente y cuerpo con los años, su reacción simplemente lo dejó sorprendido. Mucho menos esperaba que que estuviera ahí, enfrentándolo como todo un hombre. Hubiera querido que sus hijos hubieran sacado ese carácter o al menos, contar con una mano derecha como él, un hombre como él acompañándolo en su vida. Lo quería para él, era suyo y de nadie más.
— Sabes, anoche tuve un sueño. Resulta que iba caminando y en el suelo me encontré con una basura. No te imaginas la mala impresión, resultaste siendo tú, pidiéndome perdón. Sin embargo, como yo no trabajo en comunales y mucho menos con escrementos, no pude hacerte caso. — El mayor frunció el ceño y Namjoon sonrió. — Vine aquí solamente porque quería darte un cariño como esos que sueles darle a todos pero créeme, esta es la última vez que me ves venir, que me verás la cara. Para la próxima, no me verás llegar y sabes que no es una amenaza o advertencia, simplemente te comunico cómo nos manejaremos de ahora en adelante.
No iba a revelarle sus siguientes pasos, tampoco ponerse a lanzarle amenazas que pudieran alertarlo pero sí debía dejarle algunas cosas claras. Su madre entró y este se levantó sin mirar a ninguno de los dos saliendo de allí.
— Toma cariño, la medicina y un poco de agua. — El hombre golpeo su mano haciendo caer el vaso sobre los pies de la mujer que dio un respingo en su lugar con un pequeño brinco.
— ¡Vete y déjame solo!
Namjoon no sabía cómo pudo llegar hasta su vehículo y mucho menos conducir hasta su casa pero lo hizo. Manejó sintiéndose ahogar hasta llegar a a su puerta, intentó colocar la clave pero no lo logró, cayó al suelo entre temblores, rasgando su ropa.
— ¡Nam!
💙💙💙
Aquí estamos nuevamente.
¿Cómo han estado?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro