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Capítulo 6

— Lo siento. — Se disculpó al ver que no había podido controlarse y es que eso le fue simplemente imposible de lograr.

— Cero autocontrol.

— L-Lo siento.

Si alguien le hubiese dicho a Park Jimin cuarenta y ocho horas antes que iba a estar en esa situación donde él a duras penas podía controlarse, no lo hubiera creído. Sin embargo, ahí estaba, disculpándose después de venirse en las manos de un desconocido cuya fama precedente no creía, bueno, al menos así era hasta el comienzo de esa sesión.

— ¡Cero autocontrol! — Exclamó serio y con voz ronca.

— No sabe cuánto intenté, realmente intenté con fuerza no correrme. — Se estaba disculpando pero por la vergüenza y algo de nerviosismo también se estaba riendo.

Se regañó por eso e intentó rápidamente remediarlo pero la gélida mirada que le dio el vestido de negro lo hizo tensarse. Su ceja enarcada y esa fiereza en sus orbes lo hicieron tragar aunque no precisamente del miedo. Por alguna razón ese crudo semblante le excitaba y su pene no lo dejaba mentir.

— Al parecer no lo intentaste lo suficiente. — Tomó en sus dedos el semen derramado y lo volvió a untar en su falo. Parecía que de allí saldría mucho más.

Namjoon no esperó mucho tiempo antes de retomar la sesión algo incomodado, no le gustaba cuando las cosas no se hacían como él dictaba. Entendía que una vez podía ocurrir por muchas razones, más si una persona era precoz pero ese sujeto claramente no lo era, simplemente se había dejado llevar por sus caricias olvidándose de lo hablado y se corrió no una sino dos veces. Porque, luego de aquella primera explosión, una segunda llegó tan solo seis minutos después.

Gimiendo como si de ello dependiera su vida, sin control sobre su ser, Jimin buscaba calmar todo ese maremoto de sensaciones inexplicables. Aferraba sus pies a las patas de la silla, agitaba sus manos y se retorcía en el lugar. Podía ver su miembro blanco por todos los fluidos que él no dejaba de expulsar, escuchaba los sonidos obscenos que aquella mano y su virilidad entonaban cada vez que se encontraban.

Eran enloquecedores esos movimientos rápidos que lo hacían anhelar más, esos que hacían sus caderas moverse en búsqueda antes de que lo dejaran abandonado y solo por segundos. Así se sentía cada vez que ese dios de las manos dejaba de tocarlo. Miraba su rostro, sus labios y que le cayera un rayo arriba si no quería tirársele a arriba y besarlo como si no hubiese mañana. Deseaba sentir más que sus manos pero sabía que eso era imposible, estaba fuera de ecuación y era lo que ocupaba casi todas las páginas de aquel contrato firmado.

— ¡Oh por dios! Mierda.... — Gemía de forma trémula. — Desata mis manos.

— No.

— Por favor... — Pidió chocando las cadenas de sus esposas de cuero contra el metal de la parte baja de aquel espaldar donde estaba atado.

— No. — Respuesta firme y tajante. — Levanta tu cabeza y mírame.

Quería liberarse, sentirse libre y moverse a sus anchas porque amarrado de esa forma sentía todo con mayor impacto.

Ese hombre era bello, todo él lo era. Deseaba mirarlo toda la noche, podía extender su sesión toda la noche y madrugada para ver esa imagen que deseaba enmarcar en algún lugar. Era la más dulce, erótica, sensual y provocadora a la vez. Sus mejillas estaban teñidas de un color carmesí, su nariz también, parecían hacer juego con sus genitales. El sudor que corría por su aceitado cuerpo, su cabello revuelto y esos ojos embrujados que lo atraían hacia ellos. Lo contempló en silencio unos segundos esperando que se calmara antes de volver a tocarlo.

Sin embargo, esto no sirvió de mucho porque Jimin estaba abrazado por un frenético frenesí. Estaba sensibilizado en su máxima potencia y con tan solo sentir nuevamente su tacto, cerró los ojos y arqueo su espalda. Deliciosos esos movimientos que terminaban chocando en su base para volver a atormentar su glande. Esos chasquidos que hacían eco en toda la habitación acompañados de sus gemidos, esa mirada penetrante que ahora si tenía un brillo diferente, no estaba opaca como en el comienzo y transcurso de la sesión.

— ¡Ahhh! — Jadeaba y reía como un tonto.

Namjoon movió su diestra con mayor velocidad y con la otra presionaba sin contemplaciones, agitando la zona del perineo. Ya no quería que se contuviera quería verlo llegar una vez más a la cumbre de su orgasmo porque esa era una imagen que definitivamente le había gustado ver. La forma en la que ese hombre se entregaba a él sin reservas era refrescante, estimulante.

— Estoy cerca, estoy cerca....— El volumen de sus gemidos habían alcanzado según Nam el máximo de su potencia. — Oh. por favor... Déjame venirme, por favor.

Con ojos llorosos miraba a ese hombre que jugaba el papel de doctor, perdiendo aún más los estribos. Quería tirar de su cabello, volver ese perfecto aspecto en uno desorganizado, sentir el sabor de sus labios, el calor de su cuerpo, su aroma en su nariz, deseaba saber su numero y gritarlo hasta quedarse ronco porque en ese momento, en ese instante, le pertenecía.

Sabía que todo eso desaparecería una vez que su orgasmo pasara y él saliera de aquel lugar, pero no le importaba, para él lo único en lo que realmente quería pensar, lo único que quería sentir, estaba entre esas cuatro paredes blancas.

— Por favor, por favor.... ¡Ah, Ahhh! — Enterraba sus uñas en la palma de sus manos, los dedos de sus pies se habían encorvado y aferrado a la blanca alfombra del suelo. No sabía si reír o llorar, gritar o quedarse mudo. — Mierda, me voy a venir, lo necesito, estoy muy cerca. Por favor, — lo miró fijamente esperando que se apiadara de su ser. — Por favor... Por, por favor. ¡Por favor! — Gruñó sintiendo la velocidad de la mano de ese hombre controlar todo su interior hasta el momento en que comenzó a salir al exterior.

— Vente. — Como si de la mejor película se tratara, Nam quiso captar con su vista cada escenas, aquí cuerpo removiéndose, las expresiones de su rostro, el semen que brotaba y escurría por sus manos, sus gemidos, su descontrolada respiración. Todo era precioso.

Gritó de forma ronca, cerrándose sus ojos, temblando por el tórrido orgasmo que lo azotaba.

— ¡Oh, gracias! Gracias. — Reiteró la misma palabras otras tantas veces mientas trataba de controlarse pero los continuos movimientos no se lo permitían.

Quejidos y jadeos fuertes salían de sus labios mientras sus pies bailaban en el aire buscando un lugar donde aferrarse. ¿Por qué no rompía esa tortura que lo estaba drenando? Era demasiado estímulo para él, para su cuerpo que por tantos meses no logró recibir o reaccionar a ninguno.

— Detente, por favor.... ¡Gracias, gracias!

— ¿Olvidaste las reglas? Te corriste dos veces sin permiso, tengo el poder para castigarte a conveniencia.

¡Mierda! Había olvidado aquello. Eso era tan injusto, realmente había intentado controlarse pero su cuerpo reaccionó como si fuera un adolescente sin experiencia por culpa de sus acciones. Qué iba a saber él que eso le ocurriría a esa edad, en ese momento junto a ese hombre. Cerró sus ojos con fuerza para luego abrirlos contrayéndose, mirando como de él seguían saliendo sus fluidos.

Estiró y contrajo su cuerpo otras dos veces, sintiendo la sobre estimulación en su miembro devorarlo. Sus lágrimas comenzaron a caer y quiso una vez más maldecirse, maldecirlo por hacerlo humillarse de esa forma, pero, después de todos esos orgasmos reprimidos o desaparecidos. Su cuerpo y él le agradecían.

— No p-puedo. ¡No puedo más! — Jadeó entre llanto.

— ¡Control! ¡Contrólate! — Jimin se removía bajo su mano desesperado y él no podía hacer más que sonreír cínicamente, — Mientras más luches, más me demoraré en detenerme.

— No, por favor, doctor... Ya no quiero venirme otra vez. — lloraba retorciéndose, se sentía bien pero ya le dolía, era demasiado la sobre-estimulación.

— ¿Estás seguro de que no quieres correrte nuevamente? — Preguntó como padre que adulza su voz para tratar con su hijo malcriado. — Puedes seguir corriéndote como lo hiciste sin permiso.

— No. No por favor. — Subía y bajaba sus pies descontroladamente.

— Tú querías correrte tan desesperadamente... — Vio la súplica en esos hermosos ojos brillantes y aguados. Iba a detenerse pero quería castigarlo solo un poquito más. — Creo que puedes correrte una vez más.

Los movimientos de su mano retomaron una vez más la rapidez anterior, ignorando las súplicas desesperadas de un rubio que lo miraba intensamente. Su llanto se hizo más fuerte pero, la tensión de su cuerpo y los gestos de su cara le avisaban a Namjoon que pese a sus palabras, venía una última corrida que sería memorable para él. Movió la vaporosa de mama al mismo ritmo, disfrutando de como se arqueaba una vez más.

— ¡Para! Por, por favor....

— ¡Ruega! — Ordenó firme.

— Te lo ruego, por favor...

— Eso es... Ruega... — El mayor mordió sin percatarse sus propios labios mientras observaba a ese sujeto que un día antes lo había provocado por correo electrónico.

— ¡Te lo ruego! — Sintió una mano tocar sus mejillas.

Abrió los ojos para encontrarse con los contrarios, liberándose una vez más, a pesar de que lo había creído imposible. El movimiento de aquella mano sobre su miembro se detuvo, en cambio la que tenía en su rostro permaneció allí hasta que todo su cuerpo se calmó. No fue capaz de decir o hacer nada mientras que le retiraban las esposas, zafaban sus pies y liberaban su cuerpo de los demás accesorios que llevaba.

Dudó mucho del sitio web, recomendaciones y comentarios hechos por otras personas que decían haber disfrutado de sus increíbles servicios. Estuvo escéptico en todo momento, incluso mientras lo inmovilizaban en aquella silla pero, se había equivocado, lo había subestimado. Sin dudas dentro de esas cuatro paredes, ese hombre no tenía comparación pero, se notaba su frialdad y amargura.

No era normal ver una mirada como la suya, no la podía descifrar muy bien pero si de una cosa tenía seguridad era que esa era una mirada que no le gustaba. No para fuera de esas paredes donde había vivido los mejores orgasmos de su vida con solo las manos de ese sujeto.

Namjoon recogía y organizaba algunas cosas mientras escuchaba el agua de la ducha correr. Le resultaba incómodo caminar, su pantalón le incomodaba. Llevó su mano para acomodarlo y se quedó petrificado al sentir la humedad en ellos. Eso no podía estar pasándole. ¿Excitarse en una de sus sesiones? Escuchó la puerta del baño abrirse y se apresuró a salir a la sala, aún pensando en aquello que perturbaba la comodidad de su entrepierna.

— ¿Estás complacido? — Preguntó con la mano en los bolsillos mirándolo de forma despreocupada.

Jimin lo miró a los ojos y volvió a ver lo mismo de siempre. ¿Había sido su imaginación y la cementara del momento lo que lo hizo figurarse que ese hombre estaba mostrando una mirada más cálida, diferente? Su porte y rostro lo podía estudiar por su trabajo pero lo que sucedía en esos orbes, era imposible de ocultar totalmente. Desvió la vista y rebuscó su billetera, eso no era de su incumbencia,

— Sí, estoy satisfecho con esta sesión. Aquí está lo acordado... — Le extendió el dinero pero Namjoon le hizo una seña con su cabeza para que lo colocara sobre la mesa. — Lo dejaré aquí entonces.

Caminó hasta la puerta seguido por el dueño del lugar y tras asentir ambos a forma de despedida, Jimin salió por aquella puerta, convencido de que aquella experiencia había sido magnífica pero que era su debut y despedida.

Namjoon cerró la puerta y suspiró algo molesto. Lo que tenía en sus pantalones seguía del mismo grosor y debía ocuparse de ello. Maldijo en su interior y se fue hacía la única habitación con cama del lugar donde una que otra noche él se había quedado durmiendo. Ahí estaba el baño que él utilizaba y donde en ese momento, él resolvería su problema.

+++

— ¡Buenos días! A despertarse...

¿Por qué Taemin tenía que tener una voz tan insoportable para despertarlo? Tapó su cabeza con las sábanas como hacía en el orfanato cuando llegaban a despertarlos cuando era niño y no quería enfrentarse a otro día más en aquel odioso lugar.

— No puedes estar tan cansado porque cuando yo me fui a encontrarme con nuestros amigos, esos que dejaste plantados, tú ya habías regresado. Era temprano, eran poco más de las diez de la noche. Así que arriba, levántate y ven a desayunar conmigo.

— Taem, dame una hora más, ¿sí? Aunque no lo creas estoy agotado. Déjame descansar.

— Jimin, ya son las once de la mañana, casi medio día y tú tienes obligaciones que atender. Lo sabes. Tienes que volver a tu casa, no puedes estar aquí el fin de semana.

El rubio abrió sus ojos al escuchar esas palabras, había una única razón por la que él permanecía en aquella casa sin la fuerza para salir de allí. Taemin tenía razón, debía levantarse y regresar, llevaba casi una semana en ese apartamento que solían compartir, lejos de lo que él debía considerar como su hogar. Lo vio salir y cerró nuevamente sus ojos rememorando por vigésima vez la noche anterior.

Había sido una nueva y buena experiencia, excelente de hecho, mas no para repetirla. Era algo demasiado placentero a lo que podría volverse adicto y a su edad, no se lo podía permitir. Tenía otras obligaciones y prioridades de las cuales encargarse, debía buscar otras formas de liberarse y sentirse bien consigo mismo. Volvió a sentir después de mucho tiempo, quizás era el despertar que necesitaba para intentar algo más. Miró al techo con pesadez, no sabía por qué seguía pensando en ello, menos por qué había soñado con aquel sujeto. Se removió como adolescente que no quiere despertar en su cama y salió de allí.

Cuando llegó a la diminuta cocina de aquel apartamento en alguna parte de Pasing, ya el desayuno estaba en la mesa. Un desayuno típico europeo a los que ellos se habían acostumbrado, rara vez lo hacían como se acostumbraba en su tierra natal. Toda su vida a penas y tuvieron desayunos decentes mientras crecían por lo que a decir verdad, no había mucho que añorar de su país. Solamente traía recuerdos duros y tristes.

— Quita esa cara y acaba de sentarte. — Sirvió los huevos revueltos y tomó asiento frente a su amigo. — A ver, cuéntame. ¿A dónde fue tu cita ayer? Pensé que pasarías la noche fuera, pudiste haber venido conmigo.

— Te dije que era una cita pero no del tipo que creías. — El castaño entrecerró los ojos dudoso pero lo ignoró sirviéndose un poco de jugo de naranja. — ¿A ustedes cómo les fue?

Su hermano mayor agitó las manos con una sonrisa y no pudo evitar sonreír, eso significaba que de seguro había un chisme que tenía que contar. Pese a ser mayor que él en ocasiones parecía ser al revés. Mantenía viva esa faceta y energía que lo hacía parecer un adolescente o máximo un universitario de primer semestre que no se imagina todo por lo que tendrá que atravesar a lo largo de su carrera.

— Hay muchas novedades. Empezaré por Yoongi... — Alzó las cejas sugestivamente y el menor no tuvo más remedio que poner sus ojos en blanco. — Mira eso, solo de mencionar su nombre terminas con los ojitos en blanco.

— Es muy temprano para tus tonterías. Si no has terminado de contarme todo esto para cuando termine de comer, te quedarás a medias y no podrás contarme tu chisme otro día. — Le advirtió dándole una gran mordida a su tostada.

El castaño se apresuró a quitársela de las manos y ponerla en la mesa, sosteniendo sus manos para que comiera más despacio. Suspiró y tras hacer una mueca a la que Jimin respondió con una media sonrisa, se dispuso hablar.

— Nuestro querido Suga firmó un contrato con una discográfica estadounidense finalmente y la próxima semana se irá a vivir a estados unidos. Estuvo toda la noche callado, a veces se burlaba de alguno de nosotros pero ya lo conoces. — El rubio asintió, sí que lo conocía bien. — Taehyung llegó sin avisar y Hoseok casi brincó en una pierna cuando vio a su esposo pero cuando nos íbamos para la disco P1, el ambiente se tensó un poco con el matrimonio y pues ya sabrás.

— Terminaron yéndose a casa... Es normal, ya todos somos hombres con trabajos, familias, obligaciones. — Se encogió de hombro y le quitó un trozo de queso a Taemin del plato.

— Ya pero es que una vez al año no hace daño, nosotros no salimos todos los fines de semana, la última vez que nos reunimos todos fue en el cumpleaños del hijo de la hermana de Hoseok en Halloween. Hace casi seis meses.

Como represalia quitó un poco del cereal con leche que el rubio comía pero terminó tosiendo cuando se atragantó con un los fragmentos del cereal. Se puso rojo y, aunque su amigo lo ayudó, se burló de él mientras golpeaba su espalda con más fuerza de la necesaria.

— Así terminarás sacándome un pulmón, que tosco eres. — Se limpió las lágrimas de sus ojos y sonrió. — En fin, la noche acabó así... Hoseok y Taehyung se fueron como los pollitos a casa, a Yoongi lo vinieron a buscar. Por cierto, era un hombre bien atractivo, los demás no lo vieron pero yo sí, lo vi cuando bajó la ventanilla. Estaba manejando un McLaren Speedtail, asquerosamente claro, se nota que tiene que nadar en dinero para manejar un automóvil valorado en más de dos millones de euros.

— Pareces una de esas revistas amarillistas. Eres un chismoso Taem.

— Chismoso no, bien informado. No es lo mismo. Como sea, pensé que el Yongo estaba saliendo con una mujer, pero como de costumbre con ustedes dos nunca se sabe. Lo mismo comen pollo que pescado.

— Gozamos doble. — Le guiñó el ojo y recibió un chasquido de lengua en respuesta. — ¿No me piensas ahora contar de ti? Te estás dejando fuera del paquete y puedo ver que usted ni siquiera ha rozado la cama. Al menos no la tuya.

Se levantó rápidamente para comenzar a recoger la cocina pero el rubio no le permitió esquivar la pregunta. Lo miró de forma acusativa y no tuvo más remedio que volver a soltar los platos y sentarse.

— Yo sí fui al P1 un rato pero...

— Pero terminaste en la cama con Kai. ¿Es eso o me equivoco? — Taemin agitó su cabello y se puso en pie. No quería escuchar otro sermón por parte de Jimin. — No te voy a decir nada, eres mayor y sabes lo que haces pero creo que tropezarte una y otra vez con la misma piedra no es sano. Si sólo tuvieron sexo, todo bien, una noche loca la tiene cualquiera pero si piensan en retomar por vigésimo quinta vez su relación, espero que te lo pienses bien.

— No voy a volver con él, descuida. — Pensó en algo para cambiar el tema de conversación y no seguir en lo mismo así que pensó rápidamente en su cabeza qué podía funcionar. — Y bien, dejemos de hablar de mí, sigo intrigado con tu cita de ayer. Al menos dime algo, ¿hubieron o no hubieron orgasmo para ese cuerpo que anda más seco y desierto que el Sahara?

— Hubo, hubieron, muchos...

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He publicado el capítulo 5 y 6 para ustedes. Espero que sea de su agrado.
Disculpen los errores que puedan encontrar, en otro momento con más calma y tiempo lo revisaré.
Nos vemos en el próximo.
LORED
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