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Capítulo 45

(Por si no los han visto, este es el 4to capítulo que saco hoy. No se los salten o no entenderán nada😂)

La música era tenue y agradable, el ambiente estaba cargado de empresarios no solamente de Europa y Corea del Sur, sino de otras partes del mundo también, unidos allí para celebrar más futuras negociaciones que la misma navidad.

La nieve y el frío impedía que el evento fuese llevado al aire libre pero los salones eran increíblemente amplios y acogedores en el Sofitel. Se sentía el aire de fiesta de alcurnia, esas que Namjoon tanto odiaba. Había declinado una oferta pero no pudo salvarse de otra, por ello se encontraba ahí, envuelto entre tantas personas con las que no deseaba tratar pero que a su vez le convenían.

Entre esos tantos presentes, ver a su hermano Jungkook acompañado de su padre y ese cantante supuesto novio suyo, fue una de las peores cosas de la noche, aún cuando recién comenzaba. No obstante los ignoró aunque no se negó al saludo corto y fugaz que su hermano realizó. Le extrañó verlo acercarse con nerviosismo para desearle feliz navidad. Podían llamarlo paranoico pero su presencia no le daba buena espina y su actitud tampoco.

Si bien no lo habían molestado en los últimos meses, no significaba que ellos de la noche a la mañana lo hayan olvidado si de negocio se tratara, motivo por el cual pensaba que aquello no era más que la calma antes de la tempestad para la que estaba preparado.

Tomó su teléfono para hacerse una foto que le mandó a su pareja, podía decir que su maestro en selfies podía estar orgulloso de su progreso en dos meses. Sonrió de solamente imaginar la sorpresa que se llevaría al verla y lo guardó, tomando una nueva copa que le brindaban.

— Señor Kim, es un placer tenerlo aquí y que haya reconsiderado acompañarnos esta noche. ¿Cómo está? — Lo voz a su espalda lo sorprendió, girándose para devolver el saludo cordialmente.

— Pues no podía negarme al evento de mi nuevo socio, señor Park. Estoy encantado de estar aquí, muchas gracias por la invitación. — Estiró su mano y la apretó con fuerza, permitiendo que este palmeara su brazo con cierta incomodidad. — Es una gran fiesta la que ha organizado.

— Así es pero acompáñeme, usted no es un invitado cualquiera. Podemos decir que ya forma parte de la familia y por ello quiero presentarle a mi familia. — Comentaba mientras se dirigían a otro pequeño salón, escuchándolo hablar sin fin. — Te presento a Park Hyesun, mi esposa.

— Encantada de conocerlo, presidente Kim. — Saludó cortésmente.

— El placer es todo mío señora Park. — Respondió para luego saludar al hermano y cuñada de su nuevo socio.

— Oh, allá están. Permítame presentarle a mi hija y a su esposo, quizás lo conoce ya que trabaja para usted. — Namjoon frunció el ceño confundido bebiendo de su copa mientras que los Park conversaban sin final. — ¿Dónde está Rosé? La acabo de ver contigo

— Se le ha corrido el maquillaje, así que ha ido al baño para retocarse. ¿Me llamaba?

— Ah sí, hijo, quería presentarte oficialmente al presidente de tu compañía, Kim Namjoon. — Todo Jimin se paralizó en el momento que su mirada viajó hacia la mesa en donde estaban sus padres, reconociendo instintivamente a quien estaba de espalda, quiso correr para salir de allí pero fue demasiado tarde, pues, sus miradas ya se habían cruzado. — Señor Kim, le presento a mi yerno, Park Jimin.

Dicen que cuando el destino persigue a alguien, este no se libra aunque se esconda en lo más profundo del mar. Todo es una ironía en el reino del azar, donde todo sucede de la forma que menos nos imaginamos.

Jimin se sentía atrapado por un engañoso destino, tan cerca de contarle todo como para que este lo fuese a descubrir de esa forma. ¿Por qué, por qué había ido a ese evento cuando le dijo que no iría? ¿Por qué tenían que darse las cosas de esa manera? Por qué...

Namjoon no separaba la copa de su boca, entró en estado de shock en el momento que se viró para conocer al yerno de los Park y se dio cuenta que era quien él creía que era su novio. Su mano temblaba y juraba que sentía la rabia mezclada con el dolor ir apoderándose de él, manteniendo una leve esperanza de que nada de eso fuese cierto. Veía al rubio negar, pero no sabía qué exactamente estaba negando.

— ¡Papá! — La voz de Mila retumbó en el oído del menor, quien cerró sus ojos maldiciendo internamente mientras abrazaba a su hija.

— ¿Amor? — Rosé hizo su entrada, aprovechando como siempre los eventos para mostrar el perfecto matrimonio que no existía, buscando los labios de Jimin para besarlo. — Padre, qué sucede... He visto que me ha llamado pero tuve un pequeño percance.

— Te llamaba para presentante al presidente de KNJ Enterprises, la empresa donde trabaja tu esposo, nuestro nuevo socio. Señor Kim, le presento a mi hermosa hija, Park Roseanne.

La rubia de larga melena extendió su mano con una sonrisa tan amplia enganchada al brazo de Jimin que Kim no pudo contener el tic nervioso de su ojo, mucho menos la fuerza de su mano que incrementó hasta el punto de quebrar la copa.

— ¡Oh, por dios! ¿Está bien? — Exclamaron las mujeres al unísono, mientras Namjoon no podía quitar la vista de un Jimin contrariado que no sabía qué hacer.

— Estoy, bien no se preocupen. Ha sido un placer conocerlos a todos pero me retiraré en estos momentos. — Les sonrió desbordando cortesía y elegancia, tomando una de las servilletas que yacían sobre la mesa para enrollarla en su mano, alejándose cuando el rubio lo intentó socorrer. — No hace falta, Park. Estoy bien.

No lo miró, su tono fue tan gélido y el aura que lo rodeaba era tan obscuro que no pudo acercarse correctamente. Tampoco quería evidenciarse delante de sus padres y suegros pero, cuando vio al mayor alejarse, simplemente soltó el brazo de su esposa y echó a correr sin decir nada, dejando a todos en el lugar sorprendidos por su actitud.

No podía dejar que se fuera así, no podía permitir que todo acabase así. Subió las escaleras corriendo, atravesando uno de los pasillos que llevaban a los diferentes estacionamientos. Al no verlo por uno, corrió en la otra dirección, divisando finalmente a Namjoon.

Corrió con todas sus fuerzas hasta agarrarlo del brazo pero el más alto se zafó con fuerza desmedida, haciéndolo tambalear. Permaneció en su sitio con ojos cundidos en lágrimas, sintiendo su corazón quebrarse frente al dolor y desprecio que notaba en la mirada de aquel elegante hombre de cabellera gris.

— Nam, sé lo que debes estar pensando, lo que debes estar sintiendo pero estás equivocado. Puede sonar triado pero, no es lo que parece.

— No sabes ni sabrás lo que estoy pensando o sintiendo porque no estás en mi lugar. No pienso reclamarte nada ni pedir claras explicaciones porque no me interesan, Park. Desde el momento en el que supe que estás casado y con hija, no me interesa saber nada más de ti.

— N-No digas eso, mi amor. — Pidió entre sollozos acercándose a él para ser rechazado fríamente. — Namjoon yo te amo, eso que tu viste allá abajo no fue más que una farsa, un teatro de navidad donde se muestra lo feliz y perfecta que es la familia Park, pero nada de eso es así. Permíteme explicarte...

— ¿Ahora? Olvidemos los casi dos años que nos conocemos y centrémonos en los cuatro meses de relación que llevamos desde que nos volvimos a encontrar. Has tenido cuatro meses para contarme o explicarme lo que sea que quieres decirme en estos momento, con la única diferencia, de que ahora no quiero saberlo. No me importa nada de lo que tengas que decirme.

El dolor que sentía en su pecho era tan grande como el disgusto que suponía señalar errores o responsabilidades que fueron evitables. Estaba enojado con cosas que estaban pasando cuando pudo evitarlas y eso generaba la decepción tan grande que estaba sintiendo mientras veía a Jimin frente a él.

Observó su mano viendo que no llevaba el anillo que le dio sino otro que suponía era el de matrimonio, uno que jamás le vio. Aquello quemaba tanto, dolía tanto internamente que no era capaz de exponerlo.

— ¡Todo eso es un maldita farsa! Tienes que creerme, yo no tengo nada con Rosé, e-ese beso, eso de la familia perfecta, todo es una mentira. — Gritaba desesperado buscando ser escuchado.

— Sin titubeos y sin dar vueltas, respóndeme a las preguntas que te voy hacer utilizando sí o no. — Comentó serio arrinconando a Jimin contra la pared, quedando a escasos centímetros de su rostro. — ¿Estás casado con Rosé Park?

— Sí.

— ¿Tienen una hija?

— Sí.

— Entonces tú y yo no tenemos nada más que hablar. — Comentó alejándose del menor que respiró por primera vez en largos segundos. — A partir de ahora, no tienes nada que hablar con Namjoon y con Doctor Control mucho menos, ya se agotaron tus sesiones. Si necesitas hablar con el presidente Kim, entonces entiéndete directamente con mi asistente. Buenas noches.

Se volteó sobre sus pasos con la mano en los bolsillos y se distanció de Jimin, caminando hacia su automóvil, deseando salir de allí.

— ¡Espera! ¡Por favor, Nam, espérate! — Corrió para alcanzarlo, tirando de su brazo para que lo viera. — No me hagas esto, sé que ahora mismo no puedes hablar pero dame la oportunidad de hablar contigo una sola vez. Sí estoy casado con ella pero nuestro matrimonio acabó hace años, nos mantuvimos juntos por las apariencias con los demás, por el bien de nuestra hija. Sé que debí decirte pero... ¡Espera!

Gritó tratando de evitar que este se subiese al auto.

— ¿Qué sucede? — La voz de Rosé los tensó a ambos. — Me quedé preocupada por la forma en que ambos salieron, ¿qué ocurre?

Namjoon apretó sus labios, empuñando la mano en la puerta del vehículo para intentar controlarse y girarse, regalándole una cordial sonrisa. Ignoró completamente la presencia de Jimin, limitándose a disculparse por su pronta salida.

— Sinceramente lo lamento pero en otra ocasión será. Ha sido un placer conocerla pero verdaderamente debo marcharme.

— De acuerdo pero, nos debe una visita a nuestra casa, haré una cena en su honor. — El mayor asintió con una falsa sonrisa. — Entonces entremos, mi amor. — Comentó tomándolo del brazo para alejarlo del vehículo.

— Por favor Rosé, deja de actuar, mi jefe sabe perfectamente que entre nosotros no hay nada, creo que todo el mundo lo sabe, ¡detén esta maldita farsa! — Exclamó molesto y en pánico.— Presidente Kim...

— Park, es mejor que vaya con su esposa, no se preocupe, en otra ocasión hablaremos. — Mentira, Jimin sabía que era mentira, si lo dejaba irse no lograría volver a verlo, lo sabía.

Su mujer tiró de su brazo con fuerza y Namjoon aprovechó la brecha ofrecida para alejarse a toda prisa, sin siquiera mirar por el retrovisor, no podía hacerlo.

— ¿Qué demonios ha sido eso frente a alguien tan importante como el presidente Kim Namjoon? ¿Acaso te has vuelto loco? Quizás no lo sabes pero en estos momentos dependemos de ese hombre, Jimin, los negocios de mi padre depende de él.

— ¿Y eso a mí que me importa? — Buscó en su pantalón para asegurarse que tenía la llave de su vehículo consigo y caminó en su búsqueda, ignorando todas las quejas de su mujer. — ¡Suéltame de una vez! Estoy tan cansado de esta falsa, te he dicho mil veces que dejes de actuar como si fueras mi maldita mujer cuando ya estamos separado. Firma el divorcio de una buena vez.

— ¡Nunca!

Jimin escuchó su grito pero no le hizo caso, se alejó lo más rápido que pudo para intentar seguir a Namjoon hasta su casa. Sabía perfectamente que estaba molesto, que quizás necesitaba tiempo pero él simplemente no podía dárselo. Necesitaba hacerle entender que aquello no era más que la farsa de las conveniencias sociales. Sí, por no contarle todo merecía todo eso pero no podía perderlo. No podía.

Aumentó la velocidad, llegando luego de quince minutos a la casa de Namjoon, colocó la clave de la puerta y entró, lo buscó por todos lados pero no lo vio, no había ido allí. ¿Dónde estaba, dónde podía estar? Fue a la empresa, utilizando las llaves y tarjetas de seguridad de repuesto que el mayor siempre dejaba en su casa pero allí tampoco estaba, su oficina estaba desolada y él se había quedado sin ideas.

Se montó en su auto y gritó, gritó con frustración golpeando su timón con roña y desespero. Respiró profundamente procurando calmar su llanto y le marcó a la única persona que podía ayudarlo en ese momento.

— ¿En serio no sabes nada de él? Realmente necesito verlo, Soobin. — Suplicó.

Hyung, no sé dónde está mi hermano. ¿Qué fue lo que sucedió? — Preguntó preocupado dejando de lado el libro que estaba leyendo. — Jimin...

— Se enteró de todo y no por mí. Ya sabe que estoy casado y que tengo una hija, hoy nos ha visto juntos y desde entonces no puedo localizarlo, es por eso que estoy muy preocupado, desesperado.

No te preocupes, si llego a saber de él te lo diré pero te aconsejo que hoy no lo busques más, aún cuando lo encuentres, la persona que te hablará es un Namjoon que no conoces. No creo que sea buena idea insistir, dale unos días y entonces sí intenta acercarte y hablar como personas civilizadas. — Comentó el menor con pesar. — No será fácil, Jimin, pero intentaré ayudarlos lo más que pueda, no te preocupes.

Apoyó la cabeza en el volante rompiendo en un llanto sin precedente. Cuando alguien a quien se amaba como él lo hacía con Namjoon se iba, las personas siempre intentan detenerlo con las manos, esperando poder atrapar así su corazón. Eso era lo que estaba intentando hacer ese noche sin resultado.

Él sabía que no era así y que no funcionaría. El corazón tenía piernas invisibles capaces de correr a velocidades inimaginables cuando se lo proponía. Era por eso que temía tanto del corazón del hombre que amaba, le aterraba que este se fuera para nunca más volver.

— ¿Qué le habrá ocurrido? — Preguntaba la señora de aquel cinema coreano a donde fueron una vez. Namjoon no pensó en un mejor lugar para refugiarse que ese, bebiendo soju como nunca antes lo había hecho. — Se ve muy mal.

— Pues sí, algo grave le debe haber ocurrido pero no debemos hablar de ello, mejor termina de cerrar el local ahora que se fue el cliente que aún quedaba, dejémoslo solo ahogando sus penas. — Comentó el esposo señalando a la puerta.

Veían como aquel hombre tan firme lloraba sin querer dejar salir todo su dolor. Puños firmes, mandíbulas tensada pero lágrimas que dejaban ver todo lo que guardaba en su interior.

Él siempre fue un hombre desconfiado que mantenía todo bajo control, nunca se permitió ese cúmulo de sentimientos que nacieron en él desde el momento que Park Jimin entró en su vida. Mas el amor era ciego, idiota, y en este caso, aliciente que en su vida se volvió la fuente vital de la misma. Ese amor fue como un gran imperio que se creó sin premeditación y que ahora parecía desaparecer de la misma manera.

Quemaba, quemaba mucho más de lo que aquel trago a su garganta. Se había enamorado de ese hombre en contra de su voluntad porque cuando él creyó que se estaba autorizando a quererlo, ya lo amaba. Jamás lo midió por el número de caricias o el placer desmedido que sus cuerpos pudieron darse, sino por la frecuencia con el que ambos se comprendían.

Era su mirada que le parecía tan transparente pese a saber que siempre hubo algo que no se atrevía a decir. Su sonrisa angelical que le devolvía la inocencia perdida a sus cinco años. Las manos que acunaban su corazón, esas que lo forjaron en meses de una forma muy diferente a la que él lo había hecho consigo mismo durante treinta años.

La imagen vívida de Jimin apareciendo frente a él esa noche acompañado de los Park, su reacción al verlo, su mano sin la alianza que compartían, esa que intentó pero no pudo quitarse pese a llevarla solamente por veinticuatro horas. Aquella mujer que llegó con una amplia sonrisa a besarlo, la niña que se aferró a su pierna que era tan parecida a él.

— ¿Por qué, Park? — Vertió un nuevo trago de bebida en su vaso pero terminó pegándose a la botella, tosiendo por el ardor que esta dejaba en su camino. — Mierda, ¿por qué?

Miró su teléfono observando las fotos del menor que allí tenía guardadas, lloró internamente como no lo exteriorizaba aún bajo los efectos del alcohol. Buscó su contacto y le marcó, llevándose el móvil a la oreja, anhelando escuchar su voz.

¿Namjoon? Mi amor, dime dónde estás, iré a verte, por favor.

No pudo notar el desespero ni el dolor en la voz del otro lado de la línea, esa necesidad de escucharlo se convirtió en dolor disfrazado de molestia. Llevando nuevamente una de las tantas máscaras que cargó durante toda su vida.

— ¿Puedes escucharlo desde ahí, Park? ¿Cómo te sientes al escuchar el espantoso ruido que está haciendo mi corazón mientras se quiebra? Hiciste que lo descongelara para descartarlo, desgarrarlo sin problemas, esperaste a que te amara para destruirme y eso ha sido cruel, muy cruel de tu parte. — Bebió el resto que quedaba en la botella, limpiándose con el dorso de la mano sus lágrimas. — ¡Dios, me acariciaste con tus palabras, con tus ojos! Ahora me aplastas como bulldozer.

Por dios, amor, no. No hagamos esto, dime dónde estás, voy a buscarte. Sé que es difícil de creer pero todo lo nuestro ha sido sincero, yo te amo.

— ¿Por qué dejaste que durmiera a tu lado? ¿Por qué demonios fuiste tan atrevido a la hora de escribirme? Me diste esos malditos besos que fueron lo mejor que había probado del mundo, tanto que me hiciste desear besarte durante toda mi miserable vida. ¿Por qué entraste a mi vida así? Me hiciste creer que viviríamos un duradero amor cuando todo fue como un jodido idilio.

Quería gritarle que parase de decirle esas cosas, Jimin quería abrazarlo y demostrarle que lo de ellos jamás podría ser un idilio, que lo amaba con cordura y también locura. Esos labios que ahora le comentaban de su triste pena desgarraban su corazón como si le estuviese gritando e insultando. Dolía mucha más su pasividad, dejando traslúcido ese sufrimiento que compartían, mismo si sabía que él se sentía peor por creerse engañado y usado cuando no era así.

Porque te amo, porque desde hacía mucho te veía como mi pareja y así te quería. Fui egoísta porque desde un principio te quise para mí, porque primero me gustaron tus manos pero luego fuiste todo tu, me enamoré del enigma de persona que eras, de tus brutos pero tienes gestos. Cada beso que te di, cada caricia compartida fue sincera. Llegamos a nuestras vidas como vendaval pero nos quedamos como primavera. Te amo, nuestro amor no es efímero ni tan intenso y fugaz como un idilio.

— Te amo tanto que no puedo odiarte, te amo tanto que no quiero verte, te amo tanto que... — Sollozó. — No quiero saber nada más de ti, Park.

Colgó su teléfono abriendo la última botella que quedaba en la mesa. Ya no ardía, no le quemaba, al menos no tanto como su corazón en ese instante.

— Otra botella... — Pidió.

— Señor Kim, no creemos prudente que beba más. — Comentó la señora.

— No se preocupen, les pagaré bien, denme cualquier cosa que tengan. — Comentó finalizando la botella. — Quiero algo para calmar esto que siento aquí, aquí señora. — Tomó la mano de la mujer para llevarla a su pecho. — ¿Por qué lo hizo? Yo de verdad lo amo, ¿por qué lo hizo?

La mujer miró a su esposo sorprendida cuando Namjoon la abrazó y se echó a llorar sin saber qué hacer exactamente. Acariciaba su cabeza como si de su propio hijo se tratase mientras su marido buscaba en su celular la forma de llamar a alguien. Estaba bloqueado y lo máximo que lograron hacer fue llamar al número de emergencia designado.

Cuando Jackson llegó al sitio, los señores se mostraron algo confundidos pero lo ayudaron a llevarlo hasta el auto, pues ese tamaño de hombre envuelto en aliento etílico, no era fácil de manejar. Su asistente agradeció, pagó la cuenta dejando algo de dinero extra y entregó dos tarjetas a los señores, la de su empresa y la de Kim.

Fue todo un suplicio llevarlo a su casa y tirarlo en aquel sofá, mientras hacía tiempo a que Soobin llegase a buscarlo. Era primera vez que veía a su jefe perder el control de esa manera y por sus murmuraciones, podía percatarse que algo tenía que ver con Jimin. Le quitó los zapatos, sorprendiéndose cuando Namjoon lo besó sorpresivamente.

— ¿En verdad me amas? Lo siento, no pude gustar de ti Wang, cuando me di cuenta de tus sentimientos ya fue demasiado tarde. — Murmuraba con la lengua tropezando con sus dientes.

— ¿S-Sabes?

— Estoy consciente de todos tus sentimientos hacia mí. — Confesó con la fuerza del alcohol.

Jackson se levantó confundido, sintiéndose tanto herido como humillado hasta cierto punto pero, sorpresivamente, aquello dolía menos de lo que se esperó. No sentía casi nada, así como sucedió con ese beso. No sintió nada, no le transmitía nada ni pasión, ni gusto como solía sentir con su hermano.

— ¿Sabías lo que sentía por ti pero fingiste no saber nada?

— Al comienzo solamente lo sospeché y pensé muchas cosas ya que sabía que no podía darte lo que deseabas pero luego me dijiste que salías con alguien y me aliviaste. — Jackson suspiró escuchándolo balbucear pero aún con gran elocuencia. — Pensé en tomar distancia lentamente y también me pregunté si esa era la única manera ya que eres valioso para mí pero ya yo estaba sintiendo cosas nuevas e inexplicables por Jimin.

— No sigas...

— Tus sentimientos por mí eran hermosos, no quería maltratarlos. El Wang que yo conozco desde hace tantos años es apasionado, diligente y atractivo. Por eso estoy seguro que encontrarás a un hombre mejor que yo. Alguien que te reconozca y te de el valor que mereces. Alguien que te haga brillar y feliz. Al menos alguien que no pretenda no saber nada.

Acarició por primera vez en años su rostro con delicadeza sincera pero doloroso de cierta forma. No era para calmarlo por haber roto con otro novio, tampoco era por lástima, por primera vez Jackson sentía que lo estaba viendo pese a estar completamente alcoholizado.

— Nunca quise quedar en tu vida como uno de esos novios que siempre te dejaban sufriendo, porque aún si hubiese aceptado tus sentimientos, te hubiera dañado. Quiero que sigamos siendo buenos colegas, grandes compañeros de trabajo, amigos. Espero sinceramente que encuentres el hombre que mereces y no le entregues tu corazón a cualquiera. Procura que no esté casado y no tenga hijo, investígalo, no seas como yo. — Hipó haciendo notoria su ebriedad.

— Nunca he visto a nadie que rechace tan gentilmente, esto es demasiado cruel, incluso para el presidente Kim. — Rió viendo como cerraba sus ojos y casi simultáneamente, la puerta principal de su casa se abrió. — Tu hermano está peor que una uva.

— Me lo supuse. — Miró a la distancia a su hermano para volver a centrar la vista en Jackson. — ¿Tú estás bien?

— Perfectamente. — Depositó un leve beso en sus labios tomándolo por sorpresa. — Llévatelo, ya mañana te llamaré y contaré todo con más calma.

Soobin asintió yendo hacia el sofá, encaramando a su espalda todo el cuerpo de su hermano con la ayuda de Wang. Este le abrió la puerta y acompañó hasta el garaje para ayudarlo, buscando un nuevo beso y abrazo que tanto necesitaba. Un beso que sí removía todo su interior, uno que lo elevaba, tranquilizaba y hacía sonreír, incluso estimulaba otras partes de sí.

— Te llamo mañana, hyung.

— Ve con cuidado.

💙💙💙
4/4
Aquí termina mi actualización. Ya saben que estaré lejos por algunos días, actualizando otras historias, recuperándome y viajando.
Espero que les haya gustado y nos vemos en los próximos capítulos.

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