Capítulo 43
— ¿Estás en tu casa? Voy de camino.
— ¡No! — Exclamó sobresaltándose, tomando asiento en la cama. - Es decir, no estoy en casa sino donde un amigo.
— ¿Un amigo a esta hora? Dime la dirección, voy para allá.
— No es necesario, yo puedo ir a tu casa y...
— Park, te pedí la dirección, ¿por qué no me la estás mandando? Iré a recogerte en casa de tu amigo. ¿Tienes algún problema con eso?
— N-No, no tengo problema con eso, espera que ya te paso la dirección. — Sin colgar le mandó su ubicación algo nervioso. — Ya está.
— En ocho minutos estoy allí.
— Ya bajo.
— No es necesario, yo subiré a donde estás. — Terminó la llamado y aceleró el vehículo con su ceño fruncido y una extraña sensación en su pecho que no era normal en él.
Con algo de confusión, Jimin se quedó observando el teléfono, descifrando el nuevo color que escuchó en la voz de su pareja. Pequeños golpes en su puerta lo sacaron de su cavilación, encontrándose con la preocupada mirada de Taemin en la puerta.
— ¿Sucedió algo? Te escuché gritar.
— No, simplemente que Namjoon iba a ir a mi casa a buscarme ahora y entré en un ligero pánico pero ya está todo bien, viene hacia acá. — Respondió levantándose para abrazar a su amigo. — Estoy nervioso.
— Nervioso debería estar yo, viene alguien tan importante como él y nuestro apartamento parece un chiquero. Vamos, ayúdame a recoger. — Tiró de su brazo con fuera y el rubio no pudo hacer más que reírse.
Era raro estarse preparando para recibir a un novio en su espacio más íntimo. Llevaba meses invadiendo el de Namjoon pero era primera vez que él iría a su casa y si bien esa no era la que compartía con su familia, sí era la que consideraba como suya. Su pequeño espacio de relajación, donde era algo más que Park Jimin el esposo de Roseanne Park.
Cuando el timbre sonó, manos amigos detuvieron todos los movimientos y se miraron como si hubiesen sido atrapados infraganti haciendo algo malo. Taemin miró alrededor y Jimin tomó todas las ropas que descansaban en el sofá y las colocó en las manos del castaño, haciéndole señas para que las escondiera en su habitación, entendiéndole, corrió literalmente para esconder todo mientras el rubio terminaba de aromatizar el salón y corría hacia la puerta.
Le permitió la entrada en el edificio y esperó en la puerta mientras que el elevador marcaba que iba subiendo, a la misma vez que su mejor amigo se colocaba a su espalda, dándole ánima sosteniendo sus hombres.
— ¡Fighting! — Susurraba en el oído cuando la puerta del ascensor se abrió y Namjoon apareció palideciendo al ver a su pareja y acompañante.
No necesitaba mucho para reconocer a Taemin, ese era el mismo hombre que fue a buscarlo al trabajo que lo abrazaba y toqueteaba a su gusto, el mismo con quien lo vio en el restaurante tan... Íntimos.
— Llegaste rápido amor. — Expresó Jimin sonriente estirándole una mano que tomó sin dudar pero sin poder quitar la vista de ese castaño. — Ven, te presento a Lee Taemin, mi mejor amigo y antiguo compañero de piso.
— ¿Sólo eso? — Cuestionó saludándolo con una leve inclinación de cabeza mientras abrazaba a su novio.
— Claro que no, somos mucho más que eso.
El rubio sintió la tensión en los brazos de Namjoon y en ese momento comenzó a entender que este estaba celoso, luchando por contener la risa, dedicándole una mirada de advertencia a Taemin para que no lo provocara más.
— Jimin y yo nos conocemos desde casi bebés, crecimos juntos y hemos compartido como nadie en estos años. Somos como hermanos pero estoy seguro que ni siquiera muchos hermanos se quieren tanto como nosotros o llevan una relación tan estrecha como mi Mochi y yo. Mucho gusto.
— Lo mismo digo, gusto de conocerte. Mi nombre es Kim Namjoon y como ya debes saber soy el novio de tu Mochi. — Dudó en estirar su mano, no solía entrar en contacto innecesario con las personas pero a sabiendas que ese castaño que lo estudiaba con la mirada era alguien importante para Jimin, hizo el esfuerzo de saludarlo apropiadamente.
— Bueno, pasa y siéntate. No te quedes en la puerta, Nam. — Jimin le mostraba el camino pero lo detuvo. — ¿Qué ocurre?
— He venido para recogerte. — Se giró inclinándose ante Taemin a modo de disculpa. — Puede ser algo descortés el hecho de que venga y no permanezca mucho más tiempo pero dada la hora que es, hoy no podré hacer la visita correctamente. En otra ocasión será.
Sin decir nada el rubio se alejó para buscar sus llaves y billetera que había dejado sobre la mesa de la cocina junto a su móvil, dejando a sus mayores dedicándose miradas asesinas.
— Perdone que le pida o pregunte esto, señor Kim pero mañana realmente necesito de la presencia y ayuda de Jimin, ¿cree que le pueda dar el día libre? — El aludido parpadeaba confundido buscando a su novio con la mirada. Ese sujeto era siempre así de incómodo o era él que no solía tratar mucho con las personas.
— ¡Taemin!
— Si él necesita el día claramente puede tomarlo. — La emoción del castaño fue tal que quiso abrazar a su nuevo cuñado político pero se contuvo regalándole solamente un sonrisa, ignorando los regaños tácitos del menor.
Se disculpó con su amigo y luego de abrazarle, los vio marcharse tomado de las manos, notando como ese hombre de mirada intransigente ahora lucía más relajado contemplando a su Minnie. Estaba complacido y feliz por ser testigo de ello, comprendía mejor las cosas que le había contado y el porqué estaba tan enamorada. Cuando el amor era así de bonito y correspondido, es difícil no dejarse enredar por ello y perderse en sus profundas aguas.
Pasaron todo el viaje de regreso a casa de Namjoon en silencio, uno cómodo y relajante en donde solamente acariciaban sus manos, compartiendo esporádicamente sonrisas cómplices.
Llegar a ese lugar se sentía como llegar a su hogar, Jimin sentía que aquel lugar que compartía con Rosé y Mila era done visitaba mientras que ahí, se sentía a gusto pleno. Los brazos del mayor se ciñeron a su cintura, dejando caer casi todo su peso sobre su espalda, tambaleándolo, obligándolo a buscar mayor fuerza y equilibrio para sostenerlo.
— ¡Pesas!
— Lo siento, por todo. — Musitó sin despegarse de su espalda. — Soy un bruto que a veces pierde el control de lo que te dice.
— Ya te dije que no te disculpes más, los dos erramos, nos disculpamos ahora lo que tenemos es que trabajar en base a mejorar esos impulsos que los dos tenemos de vez en cuando. — Se miró con cuidado y se abrazó a él. — Desde que estamos juntos esta ha sido nuestra primera molestia y no fue tan grave, es normal que tengamos desavenencias y que en algún momento discutamos porque somos humanos y ninguna relación es perfecta, nadie es perfecto.
— Para mí tú lo eres.
— Ambos sabemos que no lo soy pero, gracias. — Se separó sonriente para observarlo, recibiendo una sonrisa de regreso.
Los camanances del mayor aniñaban su rostro cuando hacían acto de presencia, los adoraba porque suavizaban el serio semblante que solía mantener siempre. Fue por eso que unió sus índices en ellos logrando que riera aún más antes de darle un suave y lánguido beso que en algún punto escaló de intensidad.
Sus manos se fueron despojando de sus abrigos y toda la ropa que los abrigaba a excepción de su ropa interior y la térmica de Namjoon, quien en un rápido movimiento le impidió ir más allá.
Verlo de rodillas frente a él devorándolo de una forma lasciva pero sumamente tierna desde su punto de vista, lograba que Jimin se sonrojara al tiempo que su perversa sonrisa aparecía. Enredó sus dedos en el cabello del mayor y con sus caderas acompasó sus movimientos. Algunos deseos que había estado suprimiendo todo ese tiempo luego de lo ocurrido la primera vez que tuvieron sexo, comenzó aflorar en él.
Levantó al mayor por los hombros e irguió para besarlo yendo hacia el sofá del recibidor sin separarse. Lo empujó para que cayera en este y apresuró para eliminar toda esa ropa molesta que entorpecía su camino. Besó cada centímetro de su cuerpo para ayudarle a mermar la leve tensión que se creó en su cuerpo cuando lo empujó, avanzando un poco más cuando este comenzó a deshacerse en su boca.
Cuando sus movimientos dejaban en claro que exigía más, sustituyó su boca con las manos para lentamente descender un poco más, sabía que hasta su periné era camino seguro pero no quería limitarse a esa zona como otras tantas veces. Lo deseaba, deseaba hacer suyo a ese hombre como nunca antes, necesitaba perderse en su interior.
A pesar de que ya lo habían hablado meses atrás y este le dijo que no se negaría en el futuro pero que le diera tiempo, no habían vuelto a tocar ese tema.
Sin utilizar nada más allá de su lengua, el rubio continuó descendiendo pero cada vez que el mayor se tensaba se desviaba para besar sus muslos, succionar nuevamente su miembro o simplemente dejaba cortos beso por la piel más cercana que tuviera, hasta que finalmente comenzó a sentir la zona más arrugada.
— Jimin... — Musitó Namjoon en una solicitud baja sin querer abrir sus ojos, luchando consigo mismo porque lo deseaba y sabía lo mucho que el menor lo estaba deseando también. Quería poner de su parte pero le estaba resultando difícil.
No había dolor, no lo estaban tratando bruscamente ni le decían humillantes cosas obscenas. El bastón que solía colisionar en su espalda causándole insoportables dolores tampoco estaba, no estaba siendo utilizado como un trapo sucio y sabía que quien lo tocaba lo quería. Pero, aún así, su cuerpo se resistía cada vez que se acercaba a esa zona.
Un gemido se escapó de su boca, aquello se sentía muy bien, los besos que su pareja le brindaba, las caricias y lametones lo catapultaba de una forma que no había experimentado personalmente antes. Se lo hacía a Jimin infinidades de veces, amaba hacerlo pero por primera vez lo estaba sintiendo en su propia piel.
Estaba complacido, feliz de ver como Namjoon volvía a relajarse y le permitía ir un poco más allá. Cuando estaba de activo los gemidos tenían colores diferentes y no eran tan eróticos como esos que ahora le regalaba, esos que tenían a su miembro palpitante y anhelando perderse en sus profundidades con urgencia. Sin embargo, no quería retroceder todo el camino por lo que se lo tomaba con calma.
Empapó bien su índice, tanto que la saliva escurría por su mano y, lentamente, lo llevó hasta la entrada del mayor para presentarlo.
— ¿Qué haces? — El peligris se alejó con su respiración errática, arrinconándose a una esquina del sofá, envolviendo sus rodillas entre sus brazos, apretando sus ojos para no llorar, sin conseguirlo del todo.
— L-Lo siento, amor. No quise hacerte daño, lo siento mucho. — Se acercó pero el mayor simplemente se inquietó más aún cuando no lo estaba viendo porque escondía su cabeza entre las piernas. — Hey, Nam... Amo mírame, soy yo, todo está bien.
Costó algunos minutos pero logró que este alzara la mirada, su corazón se quebró al ver esos ojos cundidos en lágrimas, tan frágil que no lo reconocía.
— Te amo, no pienses que no, te amo Jimin pero... — Se apresuró para abrazarlo, dejándose envolver también los brazos contrario mientras buscaba la calma que solo el rubio podía brindarle.
— Shhh, yo sé que me amas. No pasa nada, tranquilo. —Acarició su espalda con tranquilidad mientras sentía como las grandes manos de Namjoon temblaban.
Por alguna razón, supo que no volvería a intentarlo hasta que su pareja quisiera y analizando todas las cosas que les ocurrió desde que se conocieron, tuvo un mal presentimiento que quería alejar.
— ¿Quieres que intentemos algo?
— ¿Qué? — Lo escuchó murmurar contra su cuello y sonrió.
— Quiero que me controles como solías hacerlo, quiero que te relajes y liberes como necesitas. — Como si hubiese dicho el mayor disparate del mundo, Nam lo alejó, secándose las lágrimas. — Podemos intentar muchas cosas juntos, edging, sado... Sabes que confío en ti y estoy dispuesto a entregarme en cuerpo y alma. Podemos empezar con algo así como sado vainilla o light.
— Jimin, yo no soy Christian Grey.
— ¡Oh, has visto la película! — Exclamó arrancándole una risa a su compañero que lo hizo sentir más liviano y seguro. — Pensé que estuviste años sin ir a un cine o siquiera tener tiempo para ver el televisor.
— La vi con mi hermano menor pero ese no es el punto. Ya te dije que eso no es lo mío y no gano placer con ese tipo de prácticas. Someto a mi voluntad utilizando otros métodos, ya los conoces bien y sabes que nada tienen que ver con el dolor.
— ¿Y si yo quiero que lo hagas? — Coqueto buscó sus labios, sintiéndose aliviado al ver como volvía a ser recibido con calma, sin poner distancia entre ellos.
Su pareja ya estaba mucho más calmado y eso le hacía sentirse menos culpable. Quizás debió preguntarle antes de intentar ir más allá puesto que ese era un tema que muy pocas veces habían comentado. Claro estaba que existía una razón de peso para ese comportamiento, una que rondaba continuamente en su cabeza pero exigía alejar. Deseaba con todo su corazón que sus ideas estuvieran equivocadas y que todo eso simplemente fuera por renuencia a dejar su papel de activo por gusto propio.
— No lo pienso hacer. Tú eres mi pareja y aunque es normal que las parejas tengan ciertas prácticas fuera de las comunes para evitar caer en la monotonía y cotidiana rutina, nosotros cubrimos eso con otro tipo de actividades. — Entre sus manos situó las mejillas del menor, elevando sus comisuras ante la tierna imagen pues, a pesar de estar en sus treintas, su cara era tan tierna como la de un chico de veinte.
— De acuerdo, no hablemos del tema ahora pero, más adelante deberíamos hablar de muchas cosas sin que te escondas o refugies. Entre nosotros aún hay muchas cosas no dichas o aclaradas pero está bien. Después de todo en estos cuatro meses ya hemos avanzado bastante.
Estiró sus labios y el mayor no pudo resistirse a ellos, presionándolos lentamente contra los suyos, sin poder evitar que esa llama muerta volviera avivarse. Confiaba en esas pequeñas y cálidas manos que lo envolvían, sosteniéndolo sin darse cuenta de a cuán magnitud. Sin embargo, habían cosas que no podía brindarle, al menos no aún y se alegraba de que el rubio pudiese entenderlo.
Estaba experimentando en su tercera década todo lo que no hizo en el resto de su vida, de la mano de Jimin, una que se rehusaba a soltar.
No necesitaron demasiado tiempo para que sus cuerpos ardieran con intensidad, ambos tenían la facilidad de descifrar cada deseo mudo de sus pieles y mentes. Estaban envueltos en una nube de placer cuando el celular de Namjoon comenzó a vibrar en el suelo y aunque este no le quiso prestar atención, el rubio sí lo hizo, más cuando vio el nombre de Jackson Wang reflejarse en la pantalla y una ráfaga de celos mezclada con molestia lo abatió.
Con su diestra presionaba la cabeza del contrario a su pecho, con la otra, terminó descolgando su celular. Aquello era infantil, hasta cierto punto despreciable para algunos pero para él no era así. Sabía perfectamente de los sentimientos del asistente por Namjoon, demasiado evidente como para no darse cuenta cualquiera que lo observara dos días seguido.
Nadie le quitaba de la cabeza que él ya sabía lo que ocurría entre ellos y aún así, decidió ir al encuentro de mayor sin importarle lo demás. Estaba buscando desesperadamente su atención y él no se iba a quedar tan tranquilo. No le importaba tanto que Namjoon siguiera con algunas sesiones, tampoco que Wang tuvieses sentimientos porque, ¿cómo no tenerlos o crearlos con la cercanía que existía entre ellos constantemente?
En algún momento incluso sintió pena por él, ver como el mayor en ocasiones era tan torpe y seco como para no darse cuanta lo dolido que se mostraba Jackson con él. Sin embargo, eso era una cosa y otra muy diferente que a sabiendas de lo que había, buscara interferir, ese era empunto donde la empatía por su situación culminaba.
Quizás en ese momento, presenciando a través de una llamada lo que ellos estaban haciendo y el alcance de su relación, desistiera de lo que sea que seguía planeando o pensando.
— Debo agradecer que no te hayas quedado tanto tiempo en casa de Taemin, — expresaba entre gemidos — necesitaba tanto sentirte así, aquí en tu casa donde nadie nos puede molestar.
— Mi casa de cierta forma, comienza a ser de ambos, es nuestro lugar, solamente nuestro. — Musitó agitado, embistiendo a diferentes ritmos. — ¡Dios, Jimin! Te amo.
— Yo más. — Logró decir antes de que no pudiese pronunciar otra palabra pues, Namjoon verdaderamente no se lo permitía.
Contempló la pantalla del móvil que aún estaba encendida y pocos segundos después, vio como finalizó aquella llamada. Se sintió algo incómodo por lo que había hecho pero rápidamente esos pensamientos se vieron empañados por la ola de placer que rompía en su cuerpo antes de crearse una de mayor tamaño y alcance.
Sus cuerpos húmedos quedaron unidos en ese sofá, renuentes a querer moverse de ahí pero varios minutos después, lograron animarse mutuamente e ir hacia la divina tina de la habitación de Namjoon en donde se relajaron un rato antes de irse a la cama.
— ¿Qué sucede? — Preguntaba Soobin frunciendo el ceño ante la actitud de Jackson.
Estaba pálido y luchaba sin éxito por contener lágrimas que brotaban cual cascada. No lo pudo evitar, simplemente se acercó para envolverlo entre sus brazos y permitirle que llorara en sus hombros.
Había ido sin avisar a casa de Jackson porque necesitaba hablar con él, desde el día en que se fue de allí por su confesión lo estuvo ignorando pero verdaderamente necesitaba respuestas.
Fue recibido con una sonrisa que dejaba entrever las emociones que esta ocultaba pero aún así, la aceptó devolviéndole otra. Iban hablar pero en el instante que lo iban hacer Wang recibió una llamada de trabajo que parecía estar esperando y en cuanto terminó, realizó otra, luego de aquello, lo vio flaquear y llorar con el teléfono en su oreja, hasta ser el manojo de temblores y llanto que era en ese instante.
— Hyung, sabes que puedes decirme lo que sea que te esté pasando. — Acariciaba su cabello mientras se limpiaba las lágrimas que él comenzaba a derramar por verlo así, intentando mantenerse fuerte para brindarle el apoyo que su mayor necesitaba. — Supongo que se trata de mi hermano, ¿cierto? De lo contrario no encuentro otra razón para que estés así.
Solamente los sollozos se escucharon en la casa durante un buen rato en el que no insistió en que hablara. Odiaba que la situación continuara así, que tuviera que sufrir por su hermano cuando él estaba dispuesto a darle todo lo que necesitara o quisiese. No sabía de cuántas maneras demostrarle su valía, no le estaba ver como se denigraba por Namjoon.
— No voy hablar contigo sobre esto. — Pronunció serio levantándose del sofá, escapando de esos brazos que tan familiares y arrulladores se sentían. — Gracias por eso pero creo que por hoy será mejor que te marches, no estoy en condiciones de hablar ahora.
— ¿Cuándo lo estarás?
— No lo sé y no quiero saberlo ahora Soobin, vete.
Le pidió caminando hacia la puerta para guiarle un camino que tan bien conocía. Aún así se dio cuenta al voltearse que caminaba solo, el menor permanecía sentado en el sofá con sus brazos cruzados y mirada seria. Bufó molesto y regresó sobre sus pasos para enfrentarlo y exigirle una vez más que se fuera.
— No me pienso ir aunque me grites o abras los ojos como si quisieras comerme. No necesito que hablemos de nosotros hoy, sólo quiero saber qué ocurrió con esa llamada para que te pusieras de ese modo. No tengo que adivinar que se trata de Namjoon porque eso está jodidamente claro.
— ¿Por qué sigues insistiendo en querer saber lo que sucede con tu hermano? Eso no es problema tuyo, eres un niño de dieciocho años que no tiene por qué inmiscuirse en los problemas de alguien catorce años mayor que tú. — Gritó dándole la espalda pero fue tirado hacia atrás en un fuerte jalón de brazo.
— Hyung, esta es la última vez que te lo voy a decir y quiero que te entre aquí. — Presionó la sien del mayor con su índice, mirándolo fijamente, con una mirada tan gélida como la que solía dar Namjoon, haciéndolo encogerse en su sitio aunque no lo demostrase. — No tengo dieciocho años, sino veinte y no me llevas catorce sino doce años pero aunque me llevases un millón, no cambiaría lo que siento por ti ni lo que ocurre entre ambos.
— Solamente un chiquillo como tú piensa que la edad no importa.
— Deja de estar cambiando el maldito tema, ¿quieres? No lo desvíes más porque como te dije esto no se trata de nosotros porque ni siquiera existe esa palabra por mucho que yo te ame y lo demuestre diariamente. Esto se trata de lo insano que sientes por mi hermano porque si se quisieran, si el amor que sientes por él fuera sano y te hiciera bien, yo ya me hubiese apartado.
— Detente...— Musitó sin querer seguir el camino de la discusión.
— Se te hace muy fácil mandarme a callar o cambiar de tema cuando no quieres que te diga tus verdades en la cara pero lo siento, hyung, soy extremadamente testarudo por ese lado y no pienso callarme simplemente porque no quieras escucharme. Tampoco pienso irme de aquí hasta que no me cuentes de una vez que es eso que te puso así.
Jackson suspiró frustrado, intentando contener nuevamente las lágrimas que afloraban unas que no sabían por qué eran.
— Ya te he hecho el suficiente daño como para seguir diciéndote cosas que claramente te lastimarán. No seas masoquista y deja de hurgar en mis problemas personales. — Dijo con la mayor calma que pudo conseguir porque después de todo era cierto, se sentía pésimo por haber arrastrado a un niño, bueno, a un chico como él a esa desastrosa vida suya.
— Vaya, me emociona saber que al menos te preocupas por mi bienestar pero me lastima más ver como aún no confías en mí y me sigues tratando como un niño que es incapaz de comprender la situación. Porque tú todavía no te das cuenta que tú no me has traído a tu vida, yo entré por cuenta propia y solamente me iré si así lo decido. No soy masoquista o quizás sí porque no me importa con tal de mostrarte mi apoyo y que te des cuenta que entre los dos, todo duele menos.
— Binnie...
— No me importa si me lastima pero para poder ayudarte a sanar, necesito saber cuál es la causa, la raíz de ese dolor que claramente tiene que ver con el mayor de mis hermanos. Yo sabré marcharme cuándo el dolor se vuelva insoportable pero aún no ha llegado ese momento. — Agarró su mano con suavidad, procurando unir sus frentes pero el mayor se alejó. — ¿Qué demonios ocurrió?
— Ocurrió que llamé a tu hermano para confirmarle que los Park accedieron a todas sus peticiones y cerraran un contrato que él necesita pero en vez de escucharlo a él, escuché como follaba con alguien más, como le decía te amo de una forma jodidamente tierna y erótica como tantas veces deseé oírlo. Lo escuché brindarle a alguien más todo eso que he anhelado desde hace doce años que lo conocí en la universidad. Lo oí con...
— Con Jimin. — Terminó la frase sintiendo como efectivamente sus palabras lo dañaban mucho más de lo que se esperó. — Lo escuchaste con su novio haciendo el amor.
💙💙💙
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