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Capítulo 42

Sus dedos entrelazados siempre fue algo que le pareció hermoso, amaba el contraste de sus pieles e incluso sus rasgos. Era un símbolo de sostén, apoyo mutuo y unión que significaban muchas cosas o al menos desde su punto de vista. En el momento en punto que Taehyung entrelazó sus manos de forma natural para tirar de él hacia un restaurante a punto de cerrar, no quiso dejarlas ir.

El día en que decidieron ser novios luego de infinidades de citas que reafirmaban lo que tanto tardaron en decidir, cuando entraron a su primer apartamento, la noche en la que le pidió matrimonio paseando por las calles de Londres en una navidad. El día de su boda que por años encabezó la lista de momentos más felices de su vida, en todos esos acontecimientos, sus manos siempre permanecieron justo como en ese momento, unidas.

La alianza del castaño resaltaba tanto que lo animó a contemplar las suya pero, mismo si le causaba tranquilidad y de sus labios brotaba una sonrisa, no se sentía orgulloso de ella. Claramente estaba feliz por aún poder tener a su esposo en su vida, nunca amó tanto a alguien como lo hizo con él, mas el regocijo que solía soltar chismas de orgullo y felicidad parecía haberse esfumado.

Entraron a lo que sería el último destino de la noche antes de regresar a sus casas, el menor se tomó el tiempo de organizar para ambos un día que rememoraban muchas citas de cuando solían salir como novios enamorados y embobados por el otro. Fueron de compras, compartieron la porción más grande de palomitas de maíz que vendían en el cine y como de costumbre, antes de que la película empezara ya se habían comido casi la mitad.

Pasearon de la mano por toda la ciudad, terminando en ese restaurante en donde iban a cenar. Sin lugar a dudas el sitio escogido era romántico y elegante, eso era lo único diferente a sus tiempos de estudiantes cuando no podían permitirse un lugar tan caro pero disfrutaban de sus hamburguesas o comida rápida con devoción y desinterés.

¿Por qué las cosas no pudieron mantenerse así durante todos esos años que sobrepasaban la década? Estuvo consciente desde el día uno que las relaciones no eran siempre miel sobre hojuelas pero la de ellos sufrió la pérdida de la miel y también de las hojuelas.

Llevaban dos meses pacíficos repleto de ese amor que por tanto tiempo se profesaron, recibiendo de su esposo todo lo que siempre quiso y lo agradecía pero aunque sonara patético o egoísta en su mente, nada se sentía igual.

— ¿Te gusta? Mi plato está delicioso, ten, prueba un poco. — Habló Taehyung extendiéndole un trozo de carne empanizada con trozos de miel y salsa agridulce. Esperó varios segundos con el tenedor elevado mientras este fruncía el ceño perdido en sus pensamientos. — Seokie...

El aludido elevó la mirada dándose cuenta de lo disperso que estuvo por algunos minutos. Sonrió a modo de disculpa y se levantó de la mesa. — Disculpa, ya regreso, Tae.

Fue lo único que dijo antes de encaminarse hacia el baño dejando a su esposo con el brazo estirado. Algo incómodo el castaño colocó el tenedor en su plato y bebió de su copa mirando a su alrededor. ¿Por qué Hoseok seguía tan distante? Estaba poniendo todo de su parte para lograr que el matrimonio funcionase. Trataba de aplicar lo mismo que le decía a varios de sus pacientes pero si todo seguía saliendo solamente de una parte, no iba a funcionar.

Texteaba por milésima vez pero no recibía respuesta alguna. Llevaba más de un mes evitándolo con escuetas excusas, sus mensajes eran básicos, simples y distantes mientras que las llamadas tampoco las contestaba ya fuera a su número alemán o estadounidense. De no estar segura que estaba en Estados Unidos, ya hubiese ido a buscarlo, confrontarlo y saber si estaba bien.

No quería que a causa de lo ocurrido su relación con Yoongi se deteriorara aunque el camino por el que atravesaban distaba de sus deseos. Luego de decirle que regresó con Taehyung y encontrarse para hablar de todo lo ocurrido con calma, contándose ambos el estado de sus relaciones sentimentales, el mayor se fue difuminando tanto que ahora todo estaba borroso.

Volvió a hacer un último intento a su número extranjero listo para desistir esa noche de comunicarse con su mejor amigo pero contuvo la respiración cuando lo sintió responder. Se quedó en silencio cortos segundos antes de sentarse sobre la tapa del inodoro y peinar su cabello con los dedos.

— ¿Cómo estás?

Despertándome... — Escuchó como se desperezaba y rio al imaginarse la imagen, sabiendo exactamente cómo es que se iba a girar para dejar el teléfono en altavoz sobre la cama en busca de un empate de sueño. — Ayer tuve un concierto y uno de esos famosos after party hasta las ocho de la mañana, llegué a casa a las nueve y me dormí a la diez. Ahora mismo son la 02:48 p.m. aquí en Los Ángeles.

Hoseok recordó en ese momento la diferencia de horarios y aunque si vio en sus cuentas que tendría un concierto, lo había olvidado por completo. Quedaban solamente diez minutos para la media noche en Munich y él solamente estaba preocupado por comenzar un día más sin saber nada de su amigo.

— Lo siento, sé que debes estar cansado pero no he tenido noticias tuyas por más de una semana, tu último mensaje fue un hola que respondiste y ya no supe más de ti hasta ahora, no contestas mis llamadas...

Te dije que estaría ocupado. — Respondió con su ronca voz mañanera interrumpiéndolo.

— Lo sé pero estaba preocupado, ¿qué querías que hiciera? Estoy preocupado por ti porque no me acostumbro a no saber de ti, después de todo siempre has sido mi mejor amigo y eso no va a cambiar jamás.

Hobi...

— Te extraño. — Esas dos palabras se escaparon de su boca sin pensarlo y una vez que se percató, guardó silencio.

Solía decirle siempre cuando lo extrañaba pero esa vez no era igual, todo era demasiado diferente porque aunque quisiera negarlo, estaba siendo egoísta y extrañaba verlo, saber de él. Se conformaba con solo mirarlo y tener su compañía, mismo si no podían ofrecerse nada más.

Un minuto pasó y seguían callados hasta que el carraspeo de la garganta de mayor resonó.

Lo siento, realmente tengo mucho sueño, hablamos en otro momento.

— De acuerdo, — estaba resignado — te llamaré para hablar en otra ocasión pero al menos responde mis mensajes, sólo para saber que vives.

Lo haré pero mejor espera a que yo te llame, ¿sí? Ya sabes, por mis horarios y esas cosas. — Bien sabían ambos que eso era solamente una excusa tácita para mantener la distancia pero, la aceptaron o al menos se hicieron a la idea de ello. — Adiós.

El menor colgó algo frustrado porque no se imaginó jamás sentirse de esa forma, tan dislocado y confundido. Se regañaba mentalmente por estar preocupado por tantas cosas cuando todo su foco debería ser la salvación de su matrimonio y su carrera. Un poco de agua a su cara lo ayudó a recomponerse y salir junto a su compañero de vida que lo esperaba sonriente.

— ¿Todo bien? — Asintió acomodándose en su asiento. — ¿Quieres que pidamos ya el postre o terminarás de comerte la comida fría? Con todo el tiempo que te demoraste en el baño eso debe estar tieso.

— Tienes razón, pidamos el postre.

La incomodidad se evaporó en poco tiempo, permitiéndoles culminar la cena con buen ánimo. Taehyung pagó la cuenta y tras abrigarse correctamente se encaminaron hacia la salida del restaurante en el que menos el castaño pensó encontrarse a su paciente. Llevaban un mes sin consultas, Jungkook simplemente terminó su tratamiento y aceptando su petición, no lo había vuelto a buscar o importunar de forma alguna.

Este iba llegando junto a un chico que llevaba su cabello de color rosa e iba hablando sin cesar, completamente ruborizado siendo rodeado sutilmente por el brazo del pelinegro. Fueron cortos segundos en el que pudo escanear al chico, demasiado superficial yendo completamente de negro y Chanel, estaba seguro que hasta su maquillaje era de esa marca, lentes de contacto de color azul y pendientes. Claramente él no fue lo único que el castaño miró pero sí a lo que más atención le puso pues le resultaba conocido aunque no sabía de dónde.

Por su parte, Jeon frenó retirando casi súbitamente su mano de aquella cintura en cuanto se dio cuenta de la presencia de su psicólogo. Tenía pensado dejar a su acompañante ahí para hablar con él pero pasó por su lado ignorándolo e iba agarrarlo pero al darse cuenta de con quién estaba, empuñó su mano y se volteó para aceptar el recibimiento que le brindaban.

— ¿Tienes frío? Estás temblando. — Espetó Hoseok abrazando a su esposo mientras se dirigían a su auto. — Creo que será mejor que yo maneje.

— Soobin...

— ¿Qué? — Cuestionó el mayor sin entender por qué tan de repente salía el nombre del hermanito de Namjoon a relucir.

— Oh, esto... — Sopesó su respuesta, si siquiera se había dado cuenta que sus pensamientos fueron en voz alta. — Hace un momento cuando salimos del restaurante, vi a alguien que me resultó conocido y acabo de darme cuenta de a dónde lo conocía. Es amigo de Soobin, creo que los vi en una o dos ocasiones juntos.

— Ah, ya veo. — Abrió la puerta del vehículo para su esposo y este lo besó en agradecimiento.

¿Con un amigo de su hermano? ¿Qué hacía Jungkook enredado con Bambam que era de la edad de su hermanito? Definitivamente no lo comprendía pero, no tenía que comprender nada, aquello no era asunto suyo por mucho que la imagen de ellos dos juntos se repitiera en su cabeza de forma incómoda. El día fue genial pero esa cena terminó siendo lo que menos esperó.

+++

Si existía una cosa que Jimin comenzaba a odiar a medida que pasaba más tiempo con Namjoon, era su obsesión por el trabajo. Adoraba verlo trabajar, pero no le gustaba la forma en que era consumido por ello, como se ofuscaba olvidándose del mundo. Aprovechó que Mila quiso quedarse a dormir en casa de su amiguita Jena y saliendo ella por una puerta, salió él por la otra.

— Mi adorado presidente... — Dio tres leves golpecitos en la puerta de su oficina antes de entrar con una copa de vino que colocó a su lado, pasando por detrás para darle un corto masajes de hombros. — ¿Por qué no dejas eso un rato y aprovechamos la noche?

— ¿No ves que estoy ocupado?

Su respuesta fue seca y sin mirarlo, toda su concentración estaba en los números que chequeaba. De su ordenador la vista pasaba a los papeles y viceversa, cuando su mano iba en busca de la copa era un camino que conocía tan bien que ni siquiera miraba. Jimin a su espalda inhaló profundamente y dejó escapar el aire con suavidad.

— Sabes, — disminuyó el volumen de su voz creando una tibia brisa que abrazaba la oreja del contrario que rehuyó para no perder la concentración. — Vine hasta aquí para estar contigo, no para verte trabajar toda la noche. — Besó su cuello y el mayor pausó los movimientos.

— Tendrás que acostumbrarte, no siempre será así pero yo tengo una empresa que dirigir. De mí dependen miles de personas porque no son solamente mis empleados, sino también sus familia, nuestros socios e incluso nuestros consumidores. La mínima cosa puede causar un error irreversible que nos afecte a todo. La compañía no se mantiene con ocho o diez hora de trabajo en una oficina, requiere mucho de mi tiempo.

— No te he visto en toda la semana, mañana me dijiste que tampoco irías a trabajar y que en la tarde tienes una consulta y después otra de tus tan dichosas sesiones. En resumen tus horas de navidad especial se reducirán a dos. — Reclamó alejándose de su pareja. — Has estado trabajando sin descanso y te entiendo pero compréndeme también a mí. — Suspiró con pesadez bajo el umbral de la puerta. — Si no puedes hacer tiempo para mí hoy dímelo y nos vemos otro día.

— Conduce con cuidado.

¿En serio Namjoon le estaba dando esa respuesta? Una corta risa sarcástica se abrió paso entre sus labios, mismos que se perdieron entre sus dientes para controlar su molestia. ¿Él era el único con otras obligaciones? Se trataba de sacar un minuto de tiempo para compartirlo juntos dado a que no siempre podían verse aún cuando pertenecían a la misma empresa. Tenía tres décadas en sus costillas como para no entender que ambos desempeñaban papeles diferentes, como adultos y profesionales.

Asintió luego de constatar que no se pensaba retractar de aquellas palabras y seguiría por el resto de la noche enfrascados en esos papeles. No entendía para qué quería que fuera si estaba tan ocupado. Abandonó la oficina controlando esa extraña oleada de decepción y tras recoger las llaves de su auto, se puso en marcha hacia casa de Taemin.

Su casa sin Mila era el último sitio en el que deseaba estar, aquello era un pantano del que le costaba salir. Rosé no le pondría las cosas fáciles y por ende prefería evitar entrar en contacto con la madre de su hija aunque compartieran techo.

Intranquilo, luego de decirle a Jimin tácitamente que se fuera así se sentía. Perdió completamente su concentración y por mucho que intentó enfocarse, su cabeza solamente citaba sus últimas palabras junto al rostro de decepción del menor.

En una vida sin rendir cuentas donde su única preocupación siempre fueron la empresa y Soobin, carecía muchas veces de sensibilidad, no se daba cuenta de sus acciones y terminaba arrepintiéndose tal cual en ese instante. Desde la primera noche en Corea donde compartieron la cama y puntualizaron una relación que hace mucho existía, ellos no habían tenido ese tipo de problemas.

Aunque no fuera la primera vez que se disgustaban, lo sentían como la primera discusión de pareja, una que no sabía cómo arreglar.

La evidencia de que él no era un apersona emocionalmente desarrollada, es decir, que no gobernaba adecuadamente sus sentimientos y a sí mismo, era clara y concisa. No sabía interpretar muchas veces a los demás; gracias a Jimin comenzó a relacionarse afectiva y efectivamente con sus emociones y sentir.

Lo cierto era que si se detenía para analizar todo detalladamente, solamente podía agradecer porque este hubiese mandado aquel correo que desde el comienzo lo destacó sobre el resto. Estaba disfrutando de una situación tan hermosa como ventajosa en todos los dominios de su vida, desde el noviazgo y las relaciones íntimas hasta mayor comprensión de las reglas tácitas que gobiernan el éxito en el seno de su cerebro.

Se estaba sintiendo más satisfecho con su día a día, era mucho más eficaz que de costumbre, así como comenzaba a ser capaz de dominar hábitos mentales que determinaban su felicidad, cosa que en años de terapia no logró. Todo lo ganado lo estaba echando a perder por esa coraza que lo cubría cuando el estrés laboral tocaba su puerta y lo hacía centrarse con mayor ahínco.

Contempló la copa de vino de la cual solamente tuvo dos sorbos y que el menor le colocó a su lado, justo en el lugar donde le gustaba tenerla. Jimin lo estaba conociendo tan bien sin él percatarse que incluso sentía miedo. Comparado con todo lo que estaba recibiendo, aquello que le daba al rubio no era suficiente.

Suspiró acariciando el vidrio aquel como si pudiese sentir las tiernas y cálidas manos que lo llevaron, cerrando sus ojos, recibiendo esa paz que le brindaba con sólo pensar en él. ¿Por qué eres así Kim? Se recriminó mentalmente antes de sonreír.

Si cubría todo su nuevo proyecto solo el presupuesto de su compañía estaría rozando el límite y en caso de falla, las pérdidas serían tan severas que podía caer incluso en el peligro crítico de la bancarrota empresarial. La asociación que le fue planteada era necesaria. Si bien podía aceptar la ayuda monetaria de sus abuelos, su empresa no tenía nada que ver con el nuevo proyecto y no le sería de mucha ayuda porque en esos momentos lo que necesitaba, no era capital sino, materia física y un nombre que respaldara las mismas.

Tomó su móvil rápidamente para marcarle a su asistente y aceptar una reunión con sus futuros socios para, una vez arreglado ese último detalle, colgar y marcarle a su pareja.

— ¡Esto es un milagro! — Exclamó Park al entrar al apartamento de su mejor amigo, encontrándolo en la mesa de la cocina entre papeles, ordenador y la cafetera eléctrica. — Que estés en casa y despierto es un tanto alarmante.

— Por si lo has olvidado, este hermoso ser también trabaja y tiene obligaciones. — Jimin asintió tomando asiento a su lado, revisando indiscretamente sus papeles, dándole una mirada de asombro al castaño. — Así es.

— ¿Estás pensando en independizarte de tu inmobiliaria y crear una propia? — Asintió. — ¡Wow! Ya era hora, muchas felicidades. — Se levantó para abrazarlo y besarle cálidamente las mejillas mientras que el mayor apretujaba su trasero. — Que mala manía tienes de estar tocándome el culo.

— ¿Le hablas con esa boca a Mila? — Fingió ofensa.

— Imposible que yo le hable a mi tesoro como lo hago con su insoportable tío Taemin. — Ambos rieron volviendo a tomar asiento. — Oye, estoy mirando estos papeles y aunque de bienes raíces no se mucho, para abrir tu propia empresa a esta escala necesitas un capital muy amplio que no creo que ningún banco te brinde. No quiero sonar aguafiestas, solamente estoy preocupado.

Preparando dos nuevas tazas de café, Taemin sonrió con malicia. No le quiso contar nada a Jimin hasta que las cosas no estuviesen concretadas pero ahora que solamente quedaba una firma que realizar, podía decirle todo, incluyendo que desde hacía un mes había renunciado.

— ¿En que tipos de bienes inmuebles te quieres dedicar?

— Inmuebles por incorporación, ya sabes, construcciones. No quiero inmiscuirme en los inmuebles por naturaleza o destino porque los conflictos que incluyen al medio ambiente son muy tediosos. Prefiero los terrenos ya habilitados y con permisos irrevocables de construcción. Estaré asociado con...

— Espera, ¿Asociado? ¿Con quién, cómo, cuándo pasó?

— ¿Me dejarás hablar? — Jimin levantó las manos y asintió. — Desde antes de renunciar a mi trabajo un mes atrás...

—¿Renunciaste?

— ¡Park Jodido Jimin!

— Okey, okey... Lo siento, habla.... — El castaño suspiro dedicándole una mirada de advertencia clara, de esas que dicen "si vuelves hablar te saco la lengua y me la como con pan".

— No renuncié a lo loco, créeme que fue una oportunidad de oro imposible de rechazar pero averigüé e investigué bastante analizando los pros y contras de cada cosa; realmente aunque es arriesgado como cada emprendimiento individual o no, es una situación beneficiosa para mí.

— ¿Quién será tu socio y cuándo es que piensas concretar todo esto?

— Mañana. — Los ojos del rubio se ensancharon en cuanto escuchó esa palabra pero sin necesidad de verbalizar, el mayor le pidió que guardara la calma. — Junto con mi abogado, mañana estaremos firmando nuestra asociación para comenzar cuanto antes, la fecha está fijada para el 11 de enero. Es por eso que te estuve llamando toda la tarde e intentando localizar toda la semana, ya que quería que vinieras conmigo. Te necesito a mi lado.

Estaba asustado por su amigo aunque no quería preocuparlo, todo era tan rápido y sorprendente que le era imposible no preocuparse. Taemin siempre le decía que mantuviese los pies en la tierra, que caminara sobre lo seguro y ahora él estaba haciendo todo lo contrario. Claramente que quería ver a la persona con la que haría negocio.

— ¿A qué hora? A las diez de la mañana. Sé que tienes que trabajar pero saquémosle provecho que eres el novio del dueño de la compañía y pídele el día libre, por favor. — Como si estuviese siendo invocado, el nombre de Namjoon se reflejó en la pantalla del teléfono del rubio quien lo miraba casi nostálgicamente. — Acaba de contestarle, es el momento oportuno para que hables con él y le pidas el día. Puedes decirle que con eso se gana conmigo muchos puntos extra de aceptación.

El rubio tomó su móvil y se alejó para evitar la inquisitiva y burlona mirada de su amigo. Fue a la habitación que seguía siendo suya escuchando la respiración al otro lado de la línea y semejó caer en la cama.

Lo siento. — Articuló con sinceridad. — Perdóname Jimin, sé que no es la primera vez que sin querer te trato de esa forma pero no quise hacerte sentir mal.

— No tienes que disculparte, creo que soy yo quien debe hacerlo porque me comporté de forma egoísta. Sé que tienes obligaciones y estabas ocupado pero quiero que de igual forma entiendas mi punto. No quiero ser molesto y sabes que te doy espacio para tus cosas porque yo también tengo obligaciones pero si tenemos un momento para estar juntos, tratemos de aprovecharlo.

¿Dónde estás? Necesito verte, hablemos de frente mientras puedo sentirte ente mis brazos. — Preguntó casi en súplica y el menor no pudo ocultar su sonrisa. Mordió sus labios dando toda una vuelta sobre la cama mientras estiraba su mano libre a modo de celebración infantil. — ¿Dejarás de reírte y me responderás?

Jimin cerró con fuerza sus ojos, no hizo ningún sonido pero aún así el mayor pudo adivinar que sonreía como tonto. Amaba eso, aunque este decía ser un desastre en las relaciones porque nunca estuvo en una, era tan observador y cuidadoso que lo iba conociendo tanto como se conocía a sí mismo.

¿Estás en tu casa? Voy de camino.

💙💙💙
1/4
Estaré publicando 4 capítulos que ya tenía escritos aunque no los he revisado (como casi siempre🙈sorry)  así que se encontrarán con errores.
Como sabrán he estado enferma e intentaré lentamente ir poniéndome al día con mis demás historias.
Pd: no sean malos de saltarse los capítulos sin votar o comentar, denle love🥺😂😘❤️

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