Capítulo 41
No lo decía pero desde el momento en el que su hermano apareció en la puerta, su mirada iracunda tenía un toque distintivo. Estaba preocupado por la reacción del menor, cómo se tomaría el hecho de que él estuviera en una relación. Después de todo, sin contar sus abuelos paternos, él era su única familia, la única persona por la que velaba y aunque le fastidiara un poco, quien siempre estaba al pendiente suyo.
Justa esa era la razón por la que fue, porque el mínimo movimiento que realizaba era seguido por ese chiquillo que había criado y amaba infinitamente.
Estaba decidido a seguir sus sentimientos sin importar la opinión que el pelirrojo pudiese tener pero no era menos cierto que la validación y aceptación significaban mucho para él. No deseaba forzarlo a soportar algo que le disgustase, tampoco exponer a Jimin a situaciones incómodas para todos. No quería que se distanciara y todo eso revoloteaba en su cerebro pero pese a no verbalizarlo, su pareja ya se había percatado de ello y lo entendía mejor que nadie.
— Ooooookay, okay. Vamos a calmarnos y hablar más despacio, preferiblemente en coreano, alemán o inglés para poder entenderte bien. — Expresó Soobin sin poder procesar las palabras recién escuchadas. — ¿Tú qué, hyung?
— Mi novio, Park Jimin es mi pareja y no era así como quería presentártelo pero contigo uno nunca puede predecir nada. — Empuñó su mano para luego abrirla y tomar la de Jimin para acercarse a un Soobin confundido que comenzaba a sonreír.
Intrigado era poco, miraba a su hyung y al hombre parado a su lado muriéndose por saber todo lo relacionado a ellos dos. Sin embargo, su mayor preocupación se llamaba Jackson Wang. Ya su hermano le había mencionado la palabra novio y sabía que era cierto porque de no ser así no lo tuviera en su casa o cama, no estuviera sosteniéndolo de esa forma tan cariñosa.
Era la primera vez que notaba rastros de sentimientos en su rostro y eso lo hacía feliz. El hombre que le dedicó su vida entera finalmente hacía tiempo para algo más allá del trabajo y su cuidado.
Debía alegrase por muchas razones, eso incluso le ayudaba con Wang porque significaba que no tendría chance alguno para tener una relación o siquiera una aventura, lo que le dejaba el camino libre. Mas si este se enteraba que Namjoon ya tenía un novio oficial al que había presentado, temía que se derrumbara por semanas. La tristeza de sus mayores era algo difícil de soportar, mucho peor si se trataba de la persona que la cual se había enamorado.
— ¿Así que usted es quien finalmente conquistó al hombre sin corazón? — Bromeó sintiendo como los ojos de su hermano le decían mil barbaridades que contenía. Rió, era gracioso ver como e contenía delante de Jimin. — Es un placer conocerlo, Jimin hyung.
— El placer es mío, — estiró su mano sonriente — puedes hablarme cómodamente. Me alegra finalmente conocer al hermanito de Nam.
La tensión del mayor lentamente fue desapareciendo, a medida que los minutos pasaban su pareja y hermano actuaban como si se conocieran de años. Jimin cocinó para los tres con ayuda de Soobin, juntos coincidieron en la película que deseaban mirar. Se unieron contra él para jugar y hacerle maldades que lejos de generar la falsa molestia que profesaba, lo cierto era que los estaba disfrutando en demasía y era feliz. Tenía a su lado las dos personas más significativas en su vida y eso era suficiente.
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Inciensos, velas, aceites y popurrís estaban listos para una nueva sesión. Una vez que terminó de preparar todo en la habitación que usaba para ello, fue hasta la cocina por una copa de vino pero en cambio, solamente permaneció allí parado durante varios segundos. Había logrado reducir las sesionas a una única vez por semana, máximo dos clientes por día ya que últimamente se sentía mejor aprovechando cada segundo disponible con Jimin a controlar a un completo desconocido.
No obstante, no pudo dejarlo completamente, seguía siendo como una droga imposible de dejar de una sola vez. Todavía tenía necesidades que no podía o más bien no quería saciar con el menor porque este era su pareja y merecía el mejor de los tratos. No tenía nada en común la forma en la que lo trataba a él y a sus clientes.
Le mandó un corto mensaje deseándole buenas noches pese a que aún eran las nueve. Iba a recibir a su último cliente del día y no sabía cuánto podía tardar. Por eso prefirió desearle dulces sueños antes de que se durmiera para que pudiese leerlo y supiera que su mente seguía estando con él al igual que su corazón. Una vez recibida la respuesta, el alivio de saberlo tranquilo y no molesto llegó junto con el timbre que le avisaba la llegada de su cliente.
Como de costumbre, comprobó su aspecto, acomodó su cabello y supervisó el atuendo negro que llevaba. En su mente recreó la primera vez que vio a Jimin, fue una situación muy similar a esa, donde no imaginaba que la persona que removería su mundo y lo pondría de cabeza aguardaba detrás de la puerta.
El visitante actual, tampoco se lo esperó. En el momento que abrió la puerta todo su mundo se detuvo en un nano-segundo. De todas las personas en el planeta, en ese instante esa era la que menos esperaba. Quizás había una confusión o algún problema pero seguía sin entender cómo lo había encontrado. No hubieron llamadas o mensajes de su parte así que su presencia lo confundía.
— ¿Qué haces aquí? — Cuestionó fríamente mientras miraba alrededor, no quería que su cliente llegase y él estuviese en la puerta hablando. — ¿Qué haces aquí, Wang?
— Podría preguntar lo mismo pero ya que la respuesta es evidente... — Sonrió algo nervioso mirando el interior del lugar. — ¿Por qué no me permites pasar? Realmente hace frío.
— ¿Sucedió algo, cómo fue que me encontraste aquí? — Jackson se dignaba a responder cuando fue interrumpido. — Da igual, cualquier cosa que tengas que decirme lo puedes dejar para más tarde, ahora mismo estoy...
— Esperando a alguien. — Namjoon calló frunciendo el ceño, percatándose finalmente del motivo de la presencia de su asistente ene se lugar. — Ese alguien soy yo, quien vino a tener un cita con el Doctor Control.
Wang entró en la residencia antes de que el dueño se percatara. Cerró la puerta viendo como su asistente observaba el lugar con evidente curiosidad. Nada estaba bien, Jackson no estaba supuesto a enterarse nunca de lo que hacía, mucho menos ir allí como cliente.
A deferencia suya no notó sorpresa en el rostro contrario como si este ya supiera con antelación que él era con quien se encontraría. Actuaba como si no fuera nada embarazoso o extraño que ambos se encontraran en esa situación. Una circunstancia inesperada de la que deseaba salir lo antes posible porque sabía que podía ser perjudicial para ambos.
Un desconocido estaba bien pero no podría tratar con Jackson como si este lo fuera, se veían diariamente. No era alguien a quien no volvería a ver, conocía a su pareja y todos trabajaban en el mismo sitio. Mezclar su vida personal y privada junto a la laboral porque ahí, era a donde pertenecía su asistente.
— Puede contarlo, 1500 euros como se acordó. — Colocó el sobre encima de la mesa y procedió a quitarse su abrigo.
— No lo hagas, vístete.— Ordenó buscando el sobre para devolvérselo pero fue rechazado. — No sé cómo te enteraste que yo hacía esto o si viniste aquí por casualidad, sin embargo no puedo hacerlo. No es correcto.
— Soy un cliente como otro cualquiera y como tal me comportaré. Firmaré el contrato de confidencialidad y todo quedará entre nosotros. ¿Qué diferencia hay entre al desconocido que pudo haber atravesado tu puerta y yo? No conocemos, pero en estos momentos es como si así no fuera. Vine aquí porque tengo ciertas necesidades que puedo cumplir, me siento más seguro y confiado aquí contigo que con cualquier otra persona.
Sopesó la idea varias veces y aunque reticente, terminó firmando el contrato antes de darse cuenta. Sin embargo, la distancia que mantenía con Jackson era mucho mayor que con sus demás clientes. No había sonrisa o condescendencia innecesaria porque todo lo mantuvo estrictamente profesional a pesar de que lo que hacía era un pasatiempo.
¿Temblar? Era poco, Jackson había comenzado a deshacerse desde el momento en que su cerebro interiorizó lo que iba hacer. Para tocar el timbre tuvo que tomarse más de diez minutos para normalizar su respiración puesto que estuvo casi hiperventilando. Toda esa seguridad que mostraba no era más una fachada que escondía su miedo y ansiedad.
Por años deseó una cercanía con Namjoon que no fuese la de un amigo o compañeros de trabajo. Lo amó en secreto por tanto tiempo que ahora que realmente tenía una oportunidad de sentirlo de alguna manera, no sabía cómo actuar.
Lo miraba aproximándose a él y su pulso simplemente aumentaba. Era mucho más impotente que en la oficina o a diario. No llevaba traje y pese a estar correctamente vestido lucía más casual. Un tejido jersey negro con unos pantalones a juego y unas graciosas pantuflas negras. No tenían ningún dibujo o forma extraña pero verlo con algo que no fuesen zapatos de vestir, le causaba gracia.
Miraba las esposas y el anillo que utilizarían como si de un extraterrestre se tratara. Todo era tan surreal que no podía procesarlo correctamente.
Sin embargo, a medida que los minutos fueron pasando, muchas de sus expectativas desaparecieron. Pues pese a que sus cuerpo respondía a cada roce y caricia, a cada estimulación, aquello no era lo que esperó recibir de su parte.
Por un momento pensó que Namjoon al verlo desnudo, al sentirlo y encontrarse los dos en una situación de cierta forma íntima, su comportamiento iba a ser diferente. Sí, una vez más fue un iluso que pensó que él dejaría ir ese control para lanzarse hacia él pero más distante no podía estar.
Otra cosa que quizás no le permitía entregarse completamente era la imagen de Soobin en su cabeza. Se estaba comportando como un malnacido y mismo si nunca le mintió, si no eran nada y él tampoco estaba haciendo nada que cualquier masajista corporal no pudiese hacerle — bueno no tan así, pero esa era la esencia principal de aquel encuentro — su cabeza le estaba jugando una mala pasada.
Orgasmos tuvo varios, no podía negar que las manos de su jefe eran prodigiosas. No obstante su control general sobre las cosas y si mismo era hasta cierto punto temerario. Esperó ver alguna reacción pero no hubo ninguna, ni en sus pantalones, ni en su rostro. Hasta el momento en que salió de aquel lugar Kim estuvo aún más lejano que su oficina.
Estuvo tan avergonzado cuando todo terminó que ni siquiera tomó allí una ducha, se vistió y marchó sin mirar atrás. Como experiencia fue increíblemente excitante pero tan frío y vacío que en su corazón no hubo nada más que arrepentimiento. Lentamente comenzaba admitir que sus sentimientos por el presidente de KNJ Enterprises iban disminuyendo a la misma velocidad que aumentaban los que tenía por Jeon Soobin.
¿En qué momento había ocurrido todo aquello? No lo sabía, quizás desde la primera vez que estuvo entre los brazos del menor o cuando empezó a sospechar de Jimin y su jefe. Desde el momento en punto que los vio feliz y mantenía la leve sospecha de que podían estar saliendo y que no era una simple aventura como se obligó a creer.
Las lágrimas que derramaba a varias cuadras de aquel lugar encerrado en su auto eran nuevas. El sentimiento en su interior era desconocido, seguía siendo dolor pero no uno que le calaba hasta los huesos por Namjoon.
Dolor de culpa, esa experiencia le sirvió para darse cuenta de tantas cosas que se sentía abrumado. Acostumbrado por tantos años a tener toda su atención centrada en aquel hombre que jamás lo vería de la forma que él quería, jamás lo iba amar.
Secó sus lágrimas dibujando una sonrisa y siguiendo la rutina que había adquirido con el menor cuando se encontraban los dos en el mismo vehículo, encendió la música a todo volumen y condujo. Esta vez sin el karaoke de Soobin ni la presión de cantar letras que no conocía.
Condujo todo el camino hasta su casa dejando la mente en blanco, anhelando una ducha y su cama. Necesitaba dormir, relajarse y olvidar el mundo hasta el día siguiente en donde una vez más debía enfrentarse a Namjoon mismo si no sabía cómo hacerlo.
Introdujo el código y entró arrastrando los pies, se comenzó a desnudar automáticamente pero cuando vio al menor aparecer frente a él sin previo aviso se detuvo. No quedaron en verse esa noche, este no lo llamó o avisó tampoco por lo que su presencia era inesperada. Tal vez no fuera tan incómoda si no acabara de venir de verse con su hermano mayor.
— Bienvenido a casa hyung. — Caminó hasta él para tomar la ropa que sostenía y lo besó. — ¿Cómo te fue hoy, qué has hecho? ¿Ya comiste? Espero que no porque cociné para ti y dejé en el baño nuevas sales así que puedes relajarte una minutos mientras yo recaliento la comida.
— Soobin...
— No empieces a quejar, no quiero escucharte. Vete al baño y cuando regreses puedes decirme lo que quiera. — Su sonrisa era tan dulce que incluso dejaba ver un lado inocente e infantil que quebró al mayor.
No dijo nada y haciéndole caso tomó un baño que limpió su cuerpo pero no la carga de su conciencia, no eliminaba las impurezas de sus actos y la culpabilidad que lo carcomía internamente.
Para cuando salió, la mesa estaba puesta como pocas veces sucedía en su casa. De hecho, solamente la veía así cuando su madre lo iba a visitar en el pasado y esto ocurría una vez por año que ella iba de China para pasarse unas semanas.
— Siéntate, ya voy a servir. — Le indicó con una sonrisa que no pudo responder.
Lo contemplaba, admirando cada detalle de él, rememorando todo lo que habían estado compartiendo en esos meses. Era un niño a sus ojos, lo vio crecer sin poderse imaginar que se metería en su cama, mente y lentamente en su corazón.
— Soobin, tengo algo que decirte. — Dejó de lado sus cubiertos y lo miró fijamente poniéndolo nervioso.
— ¿Qué ocurre, hyung? — Sus miradas se cruzaron y por un momento temió que ese fuera el final de todo. Estaba más raro de lo común y lo inquietaba en demasía. — Dime.
— Estuve con tu hermano. Es decir, no tuvimos sexo como tal y no fue como te imaginas pero sí ocurrió algo entre ambos.
Sin poderlo evitar, los palillos cayeron de las manos del pelirrojo, quien rápidamente buscó volverlos a sostener simulando su sorpresa, completamente confundido. Hacía unos días que su hermano le presentó a Jimin diciéndole que eran novios, o lo tenía por alguien infiel y dudaba que lo fuese.
¿Cómo pudo hacer algo así? Quizás se lo contaba ahora pero era de tiempo atrás o eso pensó hasta que escuchó la historia, sabiendo entonces que todo ocurrió como máximo una hora atrás. Sin conocer el pequeño detalle del pasatiempo de Namjoon, permaneció en silencio escuchando todo lo que le decía.
Sinceramente era un niño que deseaba llorar pero no lo iba hacer. Desde el comienzo supo que eso podía suceder tarde o temprano y el mayor siempre le fue sincero. No tenía derecho a molestarse o incomodarse aunque no podía evitar esas emociones que no revelaría en ese momento.
Terminaron de comer y él se encargó de recoger todo. No dio su opinión al respecto aún cuando sabía que Jackson la esperaba. En su cumpleaños número veinte hacía una semana atrás, creyó que finalmente entre ellos existía algo más fuerte. Fue todo tan bueno que casi se le podía dar el apelativo de mágico. No por los regalos recibidos departe de todos, sino por el día que el mayor le regaló.
Estuvieron todo el fin de semana en Oya, Grecia como una escapada romántica única pero ahora veía que fue sólo eso. Lo que él vio como un evento único que abría una puerta para algo más serio, terminó siendo nada.
Una vez que se vistió frente a la atenta mirada de Jackson y despedirse con escuetas palabras y sonrisa, salió de su casa sin mirar atrás. Aunque lo amaba, no podía estar a su lado, no esa noche, no después de saber que había estado con su hermano horas atrás.
Deseaba ir a ver a Namjoon, reclamarle por estar con dos personas a la vez pero debía confiar en él después de todo jamás se había comportado de esa manera. Odiaba las infidelidades y le inculcó lo malas que estas eran, no podía estar siéndole infiel a Jimin.
El mayor se quedó mirando por largos minutos la puerta con la esperanza de que Soobin regresara pero no ocurrió. Simplemente se dejó caer en su cama solitaria, deseando estar entre sus brazos esa noche, lo extrañaba y se sentía fatal de haberlo dejado marcharse así. Quiso explicarle con más detalle todo pero frente a la renuencia que le fue mostrada, optó por callarse.
Observó su teléfono, estaba tentado a llamarle y pedirle que regresara pero no podía ser egoísta. Ambos necesitaban tiempo, más el menor que debía procesar todo. Quizás era hora de acabar con aquello sin nombre que ambos tenían.
+++
— ¿Qué sucede, por qué me sacaste así de la oficina? — Preguntaba Jimin mientras se colocaba el cinturón de seguridad en el vehículo de su pareja, quien había llevado de imprevisto a primera hora para ordenarle que fuera al estacionamiento.
Estaba preocupado, no lo había besado ni sonreído pese a mostrarse tan sutil como de costumbre a su lado. Al no recibir respuestas se incomodó pero tampoco dijo nada. Fue llevado a un discreto restaurante algo distante de la empresa en dónde el mayor pidió un desayuno para ambos.
— ¿Me piensas decir qué ocurre o seguiremos en silencio todo el día? — El contrario alzó la mirada y asintió tranquilo dejando de lado su móvil. — ¿Y bien?
— Jackson ayer fue mi cliente.
— ¿A qué te refieres con... — En un principio le pareció algo absurdo lo que le decía pero mientras formulaba su pregunta comprendió.
— Sabes que no tengo información de mis clientes, las fotos que recibo son de sus cuerpos porque a muchos les preocupa la privacidad de estas. Fue por ello que no rechacé su invitación. Agendamos la sesión hace poco más de un mes y cuando lo vi ayer no pude creérmelo. No fue nada trascendental pero tenía que decñirtelo, después de todo es conocido de ambos.
— ¿Y me lo dices así? — Bufó algo enojado sin alzar la voz mirando a su alrededor. — Tus clientes para mí son como fantasmas que no veo ni conozco pero Wang es diferente, Nam. Lo vemos casi diariamente y saber lo que ustedes hicieron ayer no es fácil de procesar.
No era un secreto que Namjoon seguía con sus sesiones, sin exigirle nada él solo fue disminuyéndolas. Hasta cierto punto se había olvidado de ellas porque a decir verdad era poco el tiempo que permanecían separados.
Todo el día en la oficina y era en las noches que se separaban, algunas más tarde que otras, un fin de semana sí y otro no se quedaban a dormir juntos. Ese tiempo separado era siempre tan corto que ni siquiera tenía tiempo de pensar.
Sus clientes eran seres sin importancia para él pero Jackson no. Menos teniendo más que una sospecha, estaba seguro que él gustaba de Namjoon. Era tan obvio y transparente que no entendía cómo su pareja no se había dado cuenta.
Exhaló profundamente antes de beber su chocolate caliente, sintiendo la calidez de la mano ajena envolviendo la suya.
— ¿Estás molesto conmigo? Lo siento pero creo que era una información que deberías conocer después de todo. Me sentiría mal si te la ocultaba, además prefiero que te molestes conmigo ahora y no que te vayas a enterar más adelante por tu cuenta y te incomodes. Entre cielo y tierra no hay nada oculto por lo que prefiero que seamos siempre honestos entre nosotros.
— No estoy molesto contigo, sino con la situación. — Sinceramente su novio no tenía la culpa de nada y él no era el mejor para opinar. — Jackson Wang es parte fundamental en nuestras vidas y me será incómodo verlo sin pensar en todo lo que le hiciste. Aún así descuida, zanjaré aquí el asunto.
— Si quieres decirme algo...
— No quiero decirte nada más. Solamente quiero que terminemos de desayunar, me hagas el amor en tu auto y vayamos a trabajar a la oficina. Eso es todo lo que quiero y necesito. — Le regaló una sonrisa y Namjoon se la devolvió mientras pagaba por el desayuno y mandaba a que se lo guardaran para llevar.
— Entonces vámonos ya.
Recibieron su desayuno y salieron del restaurante tomados de las manos sonrientes hacia el estacionamiento subterráneo donde habían dejado el auto. Quizás porque estaban en el octavo piso bajo tierra y lejos del centro de la ciudad pero el número de autos allí no era escandaloso. Como si de adolescentes se tratara, Namjoon tiró de su pareja y corrieron hasta su destino.
Estaba Jimin sentado sobre Nam fundidos en un profundo beso cuando el teléfono de este último comenzó a sonar. Al ver la hora recordó que tenía una reunión con el equipo de producción pero no podía importarle menos en esos momentos. Aún así contestó, sintiendo como el rubio desabrochaba sus pantalones y engullía su virilidad con una mirada llena de lascivia.
— Entiendo, no obstante no llegaré a tiempo. — Le costaba concentrarse apropiadamente cuando la juguetona lengua de su novio se enroscaba alrededor de su glande para luego succionar con extrema suavidad. — Wang, por favor cúbreme con los demás y explícales que me surgió un inconveniente. Será mejor aplazar la reunión para otro día, de igual forma no urge.
— ¿Por qué? Es decir, usted insistió en que fuese hoy después de todo.
— Ah, eso es porque... — Mordió sus labios controlando su respiración, acariciando el cabello del menor mientras dejaba su cabeza descansar. — Algo realmente importante surgió de repente.
Jimin volvía a sentarse sobre él, la cremallera de su pantalón estaba abierta y su pene estaba completamente expuesto. Lo unió junto con el del mayor para frotarlos, viendo la súplica en sus ojos que le pedían unos segundos. Mas no se detendría, no cuando sabía que hablaba con el hombre al que hizo delirar de placer la noche anterior. Se limitó a intentar el ritmo de sus caderas y manos.
— No puedo hablar en estos momentos, me comunicare más tarde, así que cuento contigo. — Cortó la llamada y atrajo a Jimin para morder sus labios antes de aliviar el dolor con su lengua, fundiéndose después en un beso apasionado.
En su vida había hecho esas locuras, era la segunda vez que el rubio lo obligaba a exponerse en su vehículo, sólo que esta vez estaba yendo más lejos que simples toques a distancia. No le desagradaba, todo lo contrario, lo deseaba como nunca antes.
Aún sostenía su teléfono en mano mientras que las del contrario se ceñían con delicadeza en su rostro, utilizando él la única que quedaba libre para seguir tocándolos. Amaba cuando el pequeño pero definido cuerpo se tornaba trémulo bajo su toque.
— ¿No irás a la reunión?
— No, por primera vez me saltaré una reunión importante por placer propio. Todo esto es tu culpa pequeño demonio. — Estiró su labio inferior con sus dientes, dejando un pequeño hilo de saliva que desapareció al volver a unir sus bocas. — No sé qué has estado haciendo conmigo Park, pero no me importa. Te amo.
Aquellas palabras retumbaron en los oídos del rubio que se distanció solamente para contemplarlo. Conocía todos sus sentimientos, al menos los que expresaban sus acciones pero era la primera vez que alguno de los dos verbalizaba esa frase.
Su corazón, cerebro y falo palpitaron al unísono. No existían palabras para expresar lo que ese hombre significaba para él, mucho menos todo lo que sentía.
— ¡Ahh! — Gimió cuando el mayor esparció su presemen en todo su glande y lo presionó. — Nam...
— Eres todo un pervertido que está mojado desde antes de yo tocarlo. — Ambos rieron sobre sus labios, disfrutando de lo que los dedos de Namjoon ocasionaban. — Creo que sin condones aquí crearemos un desastre.
— Al menos es algo bueno que me hayas sacado de la empresa antes de soltar siquiera mi portafolio. — Como pudo se estiró hasta el asiento trasero y de su portafolio sacó condones y lubricante.
— ¿Por qué tienes este tipo de cosas en tu portafolio? Tienes prácticamente de todo preparado, es como si hubieras estado planeando hacerlo en el auto con antelación. — Mencionó mirando la fecha de vencimiento del envase y las envolturas sin dejar de acariciarlo.
— ¿Qué te hace pensar que no lo estuve pensando? Son las cosas básicas que hay que tener a mano principalmente cuando se tiene a un novio como tú. — Rasgó con agilidad la metaliza envoltura y le entregó su contenido, dejando su pene también a su alcance. Abrió otra y esta vez fue él quien le colocó el condón a su presidente para no ensuciar el asiento.
Las manos del mayor lo envolvían con facilidad, amaba como acariciaba su espalda pero mucho más como sus dedos hurgaban en su interior envueltos por un preservativo lleno de lubricante, haciéndolo estremecerse y gemir contra su cuello.
Los sonidos no eran tan potentes en ese momento pero lo suficientemente embriagadores como para tenerlo al borde del orgasmo cuando apenas habían comenzado. No importaba la posición o el momento, Namjoon siempre alcanzaba su próstata con una facilidad abrumadora.
— Ahí... Se siente tan bien. — Musitó tirando de los cabellos platinados. — Más...
Se empujó contra aquellos insuficientes dedos, anhelando lo que frotaba sus testículos y periné que sin duda tenía todo el grosos que él necesitaba.
— ¿Ya quieres que lo meta? Estás bien dilatado.
— ¡Sí!
Dicho y hecho. Entró en él solamente hasta donde su glande terminaba ya que se resbaló dejándolo nuevamente vacío y quejumbroso.
— Mierda, ya deja de jugar y ponlo adentro, ¡apúrate! — Agitaba su trasero y el mayor se debatía entre su también desespero y risa contenida. — Dame acá, lo pondré o mismo.
Se alzó lo suficiente hasta que su miembro comenzó a presionar la entrada y se sentó hasta haberlo introducido por completo. Gemidos de satisfacción llenaron el vehículo, era tan exquisito para ambos sentirse de esa forma, tan unidos carnal y sentimentalmente que los hacía estremecerse.
Procurando que Nam no saliera de él, inclinó el asiento hacia atrás para que facilitara las cosas, sintiéndolo en ese momento con mayor profundidad. Un leve movimiento y ese punto enloquecedor volvió a ser atacado.
Tal vez era porque como pareja estaban experimentando algo nuevo haciéndolo en el auto pero todo se sentía más intenso de lo usual. El vapor concentrado a pesar de las bajas temperaturas del exterior empañaban los cristales. Jimin apoyaba sus manos en el techo mientras le daba vida a su cintura y meneo.
Marcaba el ritmo a su estilo, estaba gozándolo a su antojo pero cuando las manos ceñidas a su cadera tomaron el control, no se quejó. Namjoon lo atrajo más hacia él comenzando penetraciones potentes, agitadoras y enloquecedoras. Se estaba volviendo loco con todo el erotismo que ese hombre desprendía.
— Ah, Nam... — Jadeaba sintiendo los fuertes envites y sus pieles chocando con fuerza. — Más despacio.
EL mencionado cogió la camisa del menor y la introdujo en su boca para que no hablara pero se sintió directamente atacado. Su mirada, sus labios alrededor de la tela, el cabello que se había desacomodado y adornaba su frente, el sonrojo de sus mejillas. Simplemente demasiado sexy.
Los ahora expuestos pezones sintieron el leve cambio de temperatura y ya erectos, fueron premiados con suaves toques que se alternaban con pellizcos electrizantes y lamidas feroces. Extremadamente exquisito, detuvo sus movimientos y arqueó para sentirlo a gusto.
— ¿Por qué te detienes? Sigue moviéndote. — El impacto de la palma contraria sobre su glúteo lo paralizó, fue tan delicioso que con solo ese acto se corrió. — ¿Te acabas de venir?
Asintió con algo de vergüenza pero el mayor lo atrajo para chocar sus labios aún con la tela de por medio, misma de la que se deshizo con su lengua para poder buscar la contraria unos segundos. Pausó los besos y colocó una vez más la camisa en la sonrojada boca carnosa que gemía desenfrenadamente mientras el retomaba sus movimientos.
— Tus pezones siguen tan hinchados y erectos como tu pene. — Los pellizcó y aún con su camisa obstruyéndole los gemidos, jadeó mostrando todas las venas de su cuello. Presionó más su trasero y empujó con fuerza disfrutando de su reacción. Sencillamente hermoso.
El menor dejó caer la camisa y se sintió libre, podía gemir y jadear sin contenerse. Era como si una correa hubiese soltado su cuello. Su espalda se arqueaba pero sus caderas no se detenían tampoco las del contrario.
Quizás si alguien pasaba por allí podía ser testigo de como el automóvil se sacudía y uno que otro jadeo sobresalía, mismo si le era imposible ver debido a los polarizados cristales.
La mano de Jimin chocó contra la ventanilla cuando buscaba apoyo en el momento que fue volteado. Adoraba como a pesar de lo desenfrenado que se mostraba y salvaje que podía llegar a ser, su pareja siempre lo cuidara. Los suaves besos que dejaba en sus piernas y muslos le daban cierta cosquillas que aumentaba las demás sensaciones.
No entendía cómo Namjoon podía moverse con su tamaño allá adentro pero parecía estar en su casa aunque fuera su cuello el resentido mientras el lo embestía sin piedad. Aferró su mano al hombre para hacerle disminuir la velocidad pero fue en vano y cuando volvió arremeter contra su próstata, simplemente se dio por vencido.
— Nam, espera, e-espera alguien viene...
Pidió entre jadeos viendo un grupo de cuatro personas caminando frente a ellos pero este simplemente lo besó para ahogar sus gemidos mientras continuaba moviéndose hasta que se fueron.
Quizás era la adrenalina que generaba el temor de ser vistos pero tiritaba de placer. Sudaba pero no tanto como lo estaba haciendo el contrario y ese aspecto era una de las imágenes más jodidamente sexy que había visto en su vida. Su cuerpo comenzó a contorsionarse embriagado y a Namjoon no le costó mucho darse cuenta que esa situación lo había excitado mucho más.
Retrocedió completamente sintiendo sus temblores, estaba a punto de venirse y no quería que se volviera a correr, no aún. Abrió sus piernas y permaneció mirándolo maravillado, la forma en que su anillo de carne palpitaba como si lo necesitara, su miembro y la humedad contenida dentro del condón.
— ¿Ese es uno de tus fetiches, hacerlo mientras eres observado por otros? — Preguntó con sorna, notando la rara timidez que reinaba en el rostro del menor, quien negó en respuesta a su pregunta. — Parece ser todo lo contrario.
Volvió a perderse en su interior y Jimin literalmente gritó sin poderse contener. En secreto ambos agradecían que el presidente hubiese cancelado su reunión porque al parecer, ellos tendrían un día largo porque no terminarían con ese único encuentro.
Se deshizo de su camisa de forma sensual y varonil frente a los ambiciosos ojos del rubio, le molestaba y necesitaba más libertad. Tiró un poco de sus muslos, los elevó dejando expuesto su trasero y una vez más lo invistió apoyando para estabilizarse una de us piernas en el asiento del conductor.
Habían durado menos en una cama... Los dos estaban excitados pero exudaban tanto cariño en un nuevo abrazo compartido que incluso las palabras estaban demás.
— Yo también... — Expresó bajito entre gemidos el menor cerca de su oído.
— ¿Tú también qué?
— Te amo. Yo también te amo, Kim. — El mencionado buscó sus labios desesperado, atrapando entre sus dedos el desatendido falo ajeno, presionándolo estratégicamente.
Lo frotaba fuertemente sintiendo los gemidos vibrar en su garganta. Masajeaba continuamente la próstata de Jimin, lo masturbaba como solamente él sabía hacerlo y lo besaba como jamás besó o besaría a nadie.
— P-Para, si no lo haces voy a venirme.
— Vente entonces, no te lo voy a impedir.
Agilizó cada movimiento sintiendo sobre el brazo apoyado en el asiento la pierna de Jimin, quien inconscientemente se había abierto más haciendo uso de su elasticidad. Era hermoso verlo removiéndose intranquilo a medida que su orgasmo se aproximaba y los llevaba a ambos consigo.
Toda la fuerza abandonó su cuerpo cuando terminó, cayendo sobre el rubio que lo abrazó luego de acostar completamente el asiento, abrazándose y sintiendo las caricias que dejaba en su cabeza. Así permanecieron hasta que el calor comenzó abandonar sus cuerpos y el frió hizo su entrada obligándolos a vestirse apropiadamente.
Namjoon encendió el motor una vez en su asiento, compartiendo miradas y risas cómplices con su pareja. Era algo tan nuevo y gratificante que lo llenaba de vida. Sin embargo no se arrepentía de no haber hecho todas esas cosas antes, le agradaba experimentarlo todo con el menor y de cierta forma sabía que con nadie hubiese hecho lo que con él.
— Estaba pensando... — Jimin se volteó para observarlo sentándose correctamente, dejando de contemplarse en el espejo retrovisor. — El 23 de diciembre celebraremos de forma privada navidad en mi casa junto a Soobin ya que tienes que estar con tu familia en noche buena. ¿qué te parece?
— Me parece bien, así podré darle a tu hermano un regalo doble ya que no le di ninguno en su cumpleaños.
— No lo sabías.
— Claro, porque no me lo dijiste y no lo había conocido en ese entonces tampoco. — Sonrió entrelazando la mano que le brindaban. — Sin embargo, no podré quedarme a dormir. Debo estar temprano en mi casa ya que tengo varias cosas que hacer con mi familia. ¿Está bien?
— Sí, no tengo problema alguno con ello.
💙💙💙
Nuevamente se me fue la mano en el largo del capítulo. Fueron casi 6000 palabras así que espero no se hayan aburrido. 🤦🏾♀️
Les mando un beso.
LORED
💙💙💙
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