Capítulo 4
La razón por la que había cancelado su terapia semanal con Kim Taehyung aún no la tenía claro. Sus consultas o sesiones siempre debían ajustarse a su agenda y no de forma inversa pero, por algún motivo el sentirse provocado o más bien retado por ese sujeto había despertado en él el deseo de hacerle retractarse de sus insinuaciones. ¿Que lo de él era solamente propaganda? Eso había sido un insulto directo hacia su persona.
Él no hacía nada innovador o que no fuera utilizado constantemente por terapeutas y doctores, incluso muchos de sus métodos eran utilizados desde las dinastías asiáticas siglos atrás. La diferencia era que él no trataba a cualquiera y no contaba con título alguno. Aprendió en la práctica, de forma poco convencional.
Era un fanático del Feng Shui o como otros lo llamaban, el arte de la armonía. Su aplicación en el amor y el sexo no era nada nuevo, por el contrario, era una de sus vertientes más sutiles y experimentadas. Muchos lo utilizaban para lograr la armonización entre los elementos básicos yin y yang, buscando encontrar el modo más pleno, profundo y placentero de hacer el amor, a través de la sabia utilización de las energías sexuales.
Sin embargo, él no le buscaba uso para un amor que no estaba interesado en tener, tampoco para complacer a una pareja inexistente. Para él era un arma más que le era de utilidad a la hora de ejercer control de forma placentera e inteligente sobre los hombres. Asimismo, los ayudaba también con los trastornos más comunes que muchos de ellos padecían, tales como la desgana, frigidez, eyaculación precoz o ansiedad.
Los ayudaba de cierta forma a superar sus inhibiciones y disfrutar de los placeres sin amor y sin sexo congenial a través de sus manos, con ayuda en ocaciones de algunos juguetes y herramientas naturales. Porque sí, él necesitaba relajarse y estar envuelto de un ambiente placentero porque ese era su único escape de la realidad.
Namjoon miró el reloj comprobando la hora, faltaban menos de quince minutos para la hora del encuentro y llegada de aquel rubio de labios carnosos, ojos tiernos y excelente cuerpo con el que había entrado en contacto el día anterior. El osado que se atrevió a dudar de él. Remangó las mangas de su jerséis negro de cuello doble y caminó hasta la habitación que tenía destinada para sus sesiones. ¿Qué aroma debía utilizar para ese encuentro?
El desconocido era alguien joven, sensual y con cuerpo marcado pero de apariencia suave. Era evidente que también era asiático pero con el tiempo suficiente en Alemania como para manejar un eficiente alemán. Siguiendo sus primeras impresiones de él, ¿cuál era el aroma que le resultaba más compatible para él?
La aromaterapia para despertar la pasión y el deseo a través del olfato con velas aromáticas, aceites y esencias muy sugerentes era otra de sus armas infalibles. Tenía efectos físicos y psíquicos, capaces de despertar los deseos más íntimos. Era un conjunto de muchas cosas que se unían para crear un arcoíris de reacciones placenteras.
Miró su estante de fragancias y tras evaluarlas minuciosamente terminó optando por el jazmín. Un aroma seco y varonil que intensificaba la sensualidad, euforia y sentimientos de amor, aunque estos últimos no los estuviera buscando. Tomó el frasco en su mano y se quedó pensativo, faltaba algo más. Volvió a inspeccionar todos los frascos y escogió uno de cardamomo para darle ese toque especial que aún precisaba. Era un aroma fuerte pero muy estimulante para despertar el libido. Si añadía una o dos gotas, para no cargar o dañar la esencia ya escogida, sería perfecto.
Cada vez tenía menos tiempo y no estaba del todo listo debido a su tardanza a causa del trabajo. Caminó algo apresurado hasta el cuarto donde guardaba toda su colección de inciensos, velas, aceites y popurrís clasificados y organizados correctamente para cada ocasión. Buscó las flores encontrando la "J" de Jazmín y tomó de allí los inciensos más suaves para prender en todo el departamento, junto a dos velas especiales para la habitación donde estarían juntos.
Los aceites corporales afrodisíacos no podían faltar y tampoco una colonia que untó en su piel. Parecía mucho, como si un jardín de jazmín estuviera en su casa pero sabía las cantidades exactas y el lugar específico donde cada una de ellas debía estar estratégicamente, literalmente, lo tenía todo controlado.
Miró la hora y se arreglo su cabello, solamente quedaba un minuto para su llegada si era puntual, lo que quería decir que en cualquier momento el sonido del timbre resonaría en todo el apartamento. Le dio un vistazo rápido a su atuendo clásico y sofisticado totalmente negro, incluyendo sus pantuflas que se había olvidado cambiar por zapatos decentes. Descendió las mangas de su jerséis y se apresuró a cambiar sus calzados.
No había terminado de introducir su pie en el último calzado cuando el timbre de la residencia sonó. Miró su reloj y sonrió, las 18:00 horas, había llegado puntual. Sus manos recorrieron su cuerpo rápidamente y caminó sin prisa hacia la puerta, evitando que tuviera que tocar por una segunda vez.
— ¡Buenas tardes! — Saludó cordialmente al abrir la puerta.
Esperó que la realidad fuera algo diferente pero el chico que lo había estado mirando detalladamente desde el momento que abrió la puerta lucía exactamente como en sus fotos. La única diferencia que notaba era su aura, en las fotos parecía un chico rebelde y descarado que se unieron a las palabras por él escritas pero, quien tenía en frente, era diferente.
Estudió el atuendo clásico pero juvenil que llevaba y que tan bien se ajustaba a su cuerpo pese a su abrigo y sin duda, por su aspecto se llevaba la nota máxima.
— Buenas tardes, creo que tenemos una cita. — Respondió Jimin ocultando su nerviosismo.
Cuando en su mente imaginó al hombre que ofrecía esos servicios, la imagen que azotaba era la de un individuo ya en sus cuarenta. De buen ver pero que tendría una pancita por algún lado, canas en su cabello o barba y que posiblemente le abriera la puerta en jeans y camisa.
Ahora, quien había abierto esa puerta no tenía nada que ver con la falsa imagen que había guardado. Joven, demasiado tal vez. Ese hombre no llegaba a los treinta siquiera, su atuendo no era tan juvenil como el suyo pero tampoco lucía anticuado. El negro resaltaba su estatura y su elegancia, sus anchos hombros y brazos tan bien formados le dejaban saber que, aunque no tuviera los músculos más pronunciados, debajo de toda esa tela se escondía un cuerpo viril y escultural.
— Yo soy quien le envió el correo electrónico solicitando una cita para hoy a esta hora, doctor. Mi nombre es...
— Como ya te escribí cuando acepté tu solicitud. No me interesa el nombre, edad o profesión, no me interesa nada de tu vida. — Se apartó del medio tras interrumpirlo y le extendió una mano para indicarle que podía pasar. — ¡Adelante!
Aquel hombre de cabellera rubia no dijo nada más y se limitó a seguir a quien le mostraba el camino, vestido de una misma tonalidad negro de pies a cabeza. Definitivamente no se lo había imaginado de esa forma, pero estaba más que agradecido.
Ingresó al apartamento tratando de hacer a un lado todos sus pensamientos y prejuicios, esperando encontrar algo tipo los famosos cuartos rojos pero sus ojos no podían ocultar su asombro. Lo cierto era que todo lucía como un hospital o uno de esos lugares que en películas de ciencia ficción o de temas sobrenaturales nombraban "El Cielo". Cada rincón del sitio era pulcramente blanco, limpio, sin algún olor predominante sola una leve esencia que inundó sus fosas nasales haciéndolo relajarse. Los muebles también eran blancos, incluyendo la más sencilla decoración que a veces ni siquiera se notaban. Se había bañado antes de ir pero por alguna cuestión se sentía sucio entre tanto blanco.
— Antes de comenzar deberíamos discutir algunos detalles, existen cosas que no serán negociables. Por favor, toma asiento.
¿Aquel hombre estaba tratando aquello como si fuera una reunión de negocios? Tanta formalidad lo hacía sentir incómodo, no hablaban de usted pero se sentía como si lo estuvieran haciendo. Su forma de expresarse, gesticular y moverse daba un aire serio que lo hacía sentir como en una entrevista de trabajo. Separó la silla blanca de aquella mesa de cristal transparente y se sentó evitando hacer ruido.
Por su parte Namjoon lo imitó, pero no sin antes voltearse y tomar una carpeta que contenía varios documentos en su interior. Se sentó y colocó los documentos de forma que fueran legibles para ese chico rubio que no dejaba de relamerse sus secos y algo lastimados labios. Se giró en un ángulo de noventa grados sobre la silla y tomó una pequeña cesta que contenía varios bálsamos para labios y manos.
— Por favor...
— ¿Perdón? — Jimin levantó la mirada confundido pero siguiendo el gesto hecho por el hombre que tenía delante, desvió la vista para encontrarse con lo que le estaba ofreciendo. — ¡Oh, ya entiendo! — Sonrió y agradeció sutilmente antes de tomar un Lobello neutro, inoloro, incoloro e insípido para tratar sus labios secos por el frío.
Era claro que el sujeto era alguien que le prestaba atención a todo y no pasaba nada por alto. En su prisa olvidó tomar el repuesto de su bálsamo labial y, debido a que su nerviosismo en ocaciones lo atacaba haciéndolo morder o lamerse sus labios, el que había utilizado ya había desaparecido. Regresó el recipiente a la pequeña caja y vio como él volvía a retirarla de la mesa.
— Como puedes ver en estos documentos, quedan estipuladas algunas reglas que en caso de ser ignoradas conllevarían a una demanda legal y otras que forman parte de nuestra sesión, escritas solamente con carácter informativo para que así sepas a lo que te atendrás una vez que aceptes y des tu consentimiento para nuestras sesiones. En caso que no estés de acuerdo con algo puedes decírmelo antes de la sesión y así llegar a un acuerdo. Si deseas también puedes marcharte sin compromiso o cargo alguno.
Jimin hojeó cada página prestando atención a todo, desde el formulario que estaba en la primera plana junto a un bolígrafo hasta la última hoja donde debía ir su última firma.
— Son detalles sencillos para la seguridad de ambos. — Expuso calmado, de brazos cruzados como cada vez que cerraba un negocio, era una postura que le costaba dejar de lado. — Puedes tomarte tu tiempo en leerlo, tenemos media hora antes de que comience el tiempo oficial de nuestra sesión. Ten en cuenta de que constas de treinta minutos para leer, firmar y prepararte o marcharte, según decidas.
— Creo que podemos ahorrarnos tiempo si me lo expones verbalmente. — Manifestó cruzando sus brazos en una imitación natural del contrario.
Namjoon enarcó con cierto asombro su ceja izquierda y asintió tras examinarlo por varios segundos.
— Bien, en cuanto a lo que puede tener consecuencias legales son muy pocos los puntos a tratar. Confidencialidad y discreción absoluta. No puedes compartir con nadie los detalles de nuestros encuentros o dirección de este sitio. En caso de que desees grabar la sesión, esta grabación siempre será hecha por mí, yo no puedo aparecer en ella. Que aparezca tu rostro o no, ya es opción tuya. Algo más, bajo ningún concepto puedes publicarla en línea o cualquier otro lugar, ya que es para uso personal. En caso de filtración, la penalización será extremadamente alta. Deberás llenar el formulario y de poner algo falso, también podría traerte consecuencias.
— Estoy de acuerdo con esos puntos. No estoy interesado en dejar plasmado de forma alguna lo que aquí ocurra así que los videos o fotos están fuera de discusión. No revelaré tu información a nadie, así que estamos en la misma página.
— Perfecto, entonces relee para que estés consciente de que no hay letras pequeñas y firma la primera hoja. — Con su dedo índice tocó tres veces la línea donde debía ir la firma de Jimin sobre el papel. — ¿Algo más?
— Conmigo puedes tomar un máximo de una sesión al mes y no por más de doce meses ya sean consecutivos o no. Después de las doce sesiones, nuestros caminos no vuelven a cruzarse.
¿Ese sujeto realmente pensaba que él iba a volver ahí cuando eso no era más que un experimento de una noche? El rubio asintió con cierta sorna que no dejó visible.
— No puedes tocarme y bajo ningún concepto intimaremos. No hay sexo oral o con penetración, tampoco besos. Podrás usar única y exclusivamente mis manos para tu placer. En el momento que toques mi cuerpo la sesión se termina y no nos veremos las caras nuevamente. En caso de perder el equilibrio o necesidad extrema de buscar apoyo, solamente puedes utilizar mis brazos.
— Entendido.
— La educación básica es un requisito. En la habitación que usaremos pasaré a ser tu doctor, señor o amo, como quieras llamarme. — ¿Amo? Tendría que estar bromeando ese hombre si pensaba que él lo llamaría así. — Si deseas que me detenga pídelo educadamente, si terminas gracias a mí, agradéceme correctamente, en caso de no hacerlo, podré castigarte en el lugar según mi conveniencia. Por supuesto, sin infligir dolor. Aquí no se hace sadomasoquismo. Esta será una sesión donde el edging será la forma principal para tu control.
— ¿Edging? — Los orbes del rubio se abrieron un poco más de lo debido pero se relajó fácilmente. Iba a ser un reto lograr excitarlo y que se viniera aún más, por ende no debía preocuparse por eso.
— Así es. Controlaré tu orgasmo y esto implica que tendré que ,mantenerte en un alto nivel de excitación sexual durante un período prolongado sin llegar al éxtasis. Por eso, no puedes venirte sin más, debes siempre avisarme si estás a punto de llegar para poder actuar correctamente, no te vengas sin mi permiso, sino, nada de eso tiene mucho sentido.
— Eso no es un problema, doctor Control. — Estiró esas últimas dos palabras mirándolo directamente a los ojo.
Namjoon ladeó su cabeza frente a su provocación y recordó el email que ese chico le había mandado la noche anterior. Esa cara de perverso que sostuvo durante un breve momento pegaba más con las imágenes recibidas. Había una única cosa que le faltaba a ese sujeto, sus manos controlando su cuerpo, haciéndolo perder todo el control que él tomaba.
— ¿Entonces ese es el resumen de lo que está escrito aquí? — Sus palabras sacaron a Namjoon de sus pensamientos. — ¿Qué sucederá una vez que firme esto?
— Una vez que firmes pasaremos a prepararte. Tomarás una ducha en la habitación continua y luego de esta vendrás a mí envuelto en tu bata, no necesitas mucho más. — Cerró la carpeta cuando Jimin culminó de firmar y rellanar todo. — Ah, debido a que es tu primera sesión, ¿prefieres estar atado o no? ¿Quieres usar anillos o no? Necesito saber el tipo que desearías usar y si gustarías también de nipple clamps. Todo eso necesito saber antes de comenzar, una vez que empecemos no hay marcha atrás.
El rubio permaneció pensativo mirando al hombre de cabellos platinados mantenerle la mirada. Sabía lo que era cada cosa pero en su vida cotidiana raramente utilizan algún tipo de juguetes, todo era de cierta forma orgánico, todo natural. Por eso aquello le causaba curiosidad, no eran cosas que usaría diariamente y a ese hombre jamás lo volverá a ver. ¿Qué problema podría tener? Ya que iba hacerlo, por qué no probar todo de una vez.
— Lo usaré todo. Estaré atado, prefiero los anillos de metal y mientras no inflijan dolor, también quiero utilizar las bombas de mama. — Habló con seguridad aparente en la puerta del baño que le habían indicado para que tomara su ducha.
— De acuerdo. Entonces, nos vemos en cinco minutos en la habitación continua. La puerta del baño te guiará a ella una vez que termines.
💙💙💙
Hola mis controladores 🙈😂
Espero que todo estén bien, aquí les dejo un nuevo capítulo, nos vemos en el próximo.
Los quiero mucho. Cuídense y disfruten su vida. 😘😘😘
💙💙💙
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