Capítulo 24
Se dejó arrastrar sin decir nada, procesando las palabras que Namjoon acababa de decir. No quería tergiversar las cosas para realmente le dieron a entender que podía estar sintiendo cosas por él y que quizás, después de todo, sí fuera posible tener algo con él. Eso hombre era metódico, serio y controlador pero parecía tener una rara seguridad abrumadora a la hora de decir lo que quería y sentía. Pare cía ser del tipo que cuando realmente quería algo iba tras ellos y eso, no sabía en ese instante cómo tomarlo.
— V-Voy al baño un momento. — Expresó Jimin liberando su mano con nerviosismo, necesitaba echarse agua y tranquilizarse, recuperar su compostura. — Ya regreso.
El presidente caminó tranquilo buscando su billetera en dirección de los dueños del locas. Estos le sonrieron y él des devolvió la sonrisa, le recordaban a sus abuelos y si habían unas personas a las que él quisiera y respetara, eran sus abuelos paternos. Los conoció ya de adulto pero le dieron todo el apoyo y cariño que su propia madre no le había brindado.
— ¿Cuánto les debo? — Sabía que simplemente por el vino la cuenta excedería las tres cifras pero se extrañó de que le dijeran una tan baja. — ¿250€? — Los señores asintieron sonrientes.
Era imposible, estaba seguro que ellos le estaban dando un precio demasiado bajo ya que solamente el vino a precio de botella directo en su país de creación oscilaba los 230 euros y si le agregaba la exportación y el precio de establecimiento, todo estaba muy por debajo de lo que realmente debería costar.
— Creo que debería controlar la cuenta nuevamente. Pedimos una botella de Chateau Pape, Pringles de pimienta, dos aguas, palomitas de maíz, kimchi, bulgogi doble, un sundubu jjigae y gimbap de aguacate. Ah debemos incluir el precio del cuarto individual y la película.
— Ya lo sabemos joven, ese es el precio a pagar. Pensamos cerrar pronto este sitio y realmente nos alegra poder al menos haber atendido a tan agradables chicos antes de que eso ocurriera. — Habló esta vez el señor mientras su esposa regresaba de la cocina con una bolsa y dos pozuelos de kimchi en su interior.
— Toma, pueden llevarse eso que nos sobró, de parte de la casa.
Namjoon los miraba muy confundido sin poderse creer aquello que estaba ocurriendo. Miró al pasillo controlando que su acompañante no regresaba y les sonrió antes de abrir su billetera para entregarles unos billetes junto a otro papel blanco y una tarjeta de presentación. La mujer lo primero que tomó fue la tarjeta y exclamando comenzó a golpear el brazo de su esposo quien tampoco salía del trance mirando el papel rectangular que había en la barra.
— No suelo tener mucho efectivo arriba por lo que les he dado doscientos euros en efectivo y mi tarjeta de presentación. Quizás notorios podemos hacer un pequeño negocio encargándonos de todos los equipos electrónicos y la tecnología necesaria para el lugar manteniendo su esencia. No suelo hacer esto pero creo que este lugar tendrá siempre gratos recuerdos para mí. Ahí está mi nombre y el contacto con mi asistente, cuando tengan un tiempo pueden llamarlo y concertar una cita conmigo.
— P-Pero el cheque joven, es casi dos meses de renta. — Murmuró el señor mostrándoselo a su mujer.
— Eso es una parte por el kimchi y el otro sería un regalo de navidad adelantado de mi parte.
La entrada de Jimin hace que todos se queden mudos por un momento. El presidente les guiño un ojo y estos boquearon sin saber qué decir. Intentaron hacer una pequeña y corta venia mientras el rubio buscaba su billetera, pero negando con sus manos y cabeza el mayor se los impidió. Estos se enderezaron confundidos y Namjoon realizó una mueca que les costó descifrar pero que aceptaron risueños.
— ¿Ya pagaste? — Le preguntó a Namjoon confundido. — Fui yo quien invitó por lo tanto me toca a mí pagar la cuenta. — Se giró hacia los señores con una gran sonrisa sacando el dinero de su billetera. — Pueden devolverle lo que les dio, yo me encargaré de pagar la cuenta.
Los señores que sonreían animados palidecieron sin saber qué hacer, no lo habían pedido pero ahora que lo tenían en las manos era difícil deshacerse de ello cuando los ayudaba tanto para pagar el mes de atraso que llevaban y el mes actual. Para tranquilizarlos, Namjoon volvió hacerle señas.
— Yo todavía no he pagado, lo iba hacer pero llegaste antes de que lo hiciera. — Habló el de cabellos plateados con seriedad. — Me entretuve con mi teléfono, lo siento. Yo pagaré nuestra próxima cita.
Jimin se sonrojó frente a esta palabra y mordiendo sus labios colocó con manos trémulas el efectivo en la mesa. El matrimonio intentó devolverle el dinero puesto que no era justo aceptarlo luego de recibir tanto pero ambos se sintieron un poco intimidados cuando el presidente Kim negó serio con la cabeza y con un gesto les indicó que lo aceptaran. Fueron pocas las palabras que intercambiaron desde ahí, un par de saludos más tarde, ambos se retiraron del local.
— Bueno, he de agradecerte por hacerme compañía esta noche. — Musitó Jimin acariciando el dorso de la mano de su acompañante mientras caminaban hacia el estacionamiento. — Realmente lo pasé muy bien, no se tú pero espero que tampoco haya sido insoportable.
— No lo fue. — No recordaba haber hecho jamás lo que había hecho con el rubio ese día. — me la pasé muy bien en tu compañía.
— Es bueno saber eso. — Mordió su labio viendo como Namjoon mordía algo pensativo el interior de su mejilla endureciendo su rostro.
Lo había visto haciendo lo mismo en más de una ocasión, sobre todo esa noche durante la película y cuando estaban sentados en el lago. Se veía tan sensual y varonil que lo hacía desear besarlo pero a su vez, le intrigaba saber qué pasado por su cabeza en esos momento.
— Creo que ha llegado la hora de despedirnos, así que te agradeceré nuevamente por todo. Muchas gracias, lo pasé de maravillas. — Mencionó abriendo su mano para dejar ir la de Namjoon pero este simplemente afianzó el agarre.
— ¿A dónde vas? — Cuestionó mirándolo fijamente. — Quería extender la noche un poco más.
— A mi casa, debo levantarme temprano para que el jefe no me vea llegar tarde y me eche. — Bromeó sonriendo. No obstante su risa se esfumó en el instante que sintió su mano casi ser triturada y al más alto mordiendo sus labios como si estuviera deliberando un resultado importante, debatiéndose entre hacer y no hacer algo. Solamente esperaba que fuera lo que él se imaginaba y si era eso, sin importar el sitio, deseaba que se decidiera por el sí. — Tomaré un taxi, así que no te preocupes.
Detuvieron sus pasos y el rubio se colocó delante de él para hacer el ademán de despedirse con la mano pero, como lo deseó, el mayor tiró de él y aún sosteniendo su mano, con la que quedaba libre agarró su cuello perdiéndose en sus ojos.
— ¿Puedo? — Preguntó humectándose los labios mientras sus pupilas viajaban de los ojos a los labios ajenos como si estuvieran en ruego. — No sé por qué pedí permiso. — Se respondió a si mismo apresando los labios de Jimin entre los suyos.
Era claro que no se iba a resistir, llevaba días, semanas, incluso meses deseando que eso volviese a ocurrir. Volver a sentir la suavidad de sus labios, el sabor de su lengua que en ese momento no podía diferenciar debido a que ambos habían comido lo mismo y el paladar no notaba la diferencia. Aún así era delicioso, la calidez de su boca y la agilidad de su lengua. Era un beso demandante pero no lujurioso, contenía pasión pero no como aquella vez en su casa. Este era más suave y no contenía un adiós definitivo en él, el significado era diferente. Le transmitía su deseo por continuar esa noche, así como él le dejaba saber lo mucho que lo deseó y lo agradecido que estaba.
Amaba la firmeza con la que lo sostenía, sus dominantes labios a los que él no dejaba salirse del todo con la suya porque los de él también querían vivir y gozar del beso a su antojo. Cuando abrió sus ojos sonrió entre beso al ver los contrarios cerrados, completamente perdido en el momento. Lo mismo le sucedió a Namjoon. No sabía qué tenía el menor pero le gustaba en demasía. Lentamente fue disminuyendo la intensidad e incluso velocidad, despegándose con pequeños chasquidos que sus lenguas labios y salivas creaban, hasta que solamente se quedaron presionando sus labios sin hacer otro movimiento.
El mayor lo mantuvo cerca sin permitirle alejarse, pegó sus frentes frunciendo la suya y volvió a besar sus labios suavemente. Le gustaba, le gustaba besar esa boca, era la primera vez que algo así le ocurría y no le desagradaba.
— No te irás en taxi, yo te llevaré a tu casa. — Sentenció entrelazando nuevamente sus dedos.
Jimin no pudo evitar tensarse pero no tenía fuerzas para negarse, tampoco el deseo. Simplemente se dejó llevar hasta el estacionamiento sin rechistar. Sonrió cuando Namjoon le abrió la puerta del vehículo dándole nuevamente un beso antes y después de hacer esto. Sin poder borrar la torpe sonrisa de su cara lo observó bordear el automóvil y subirse a a su lado. Sin embargo, no prendió el motor o se abrochó al menos su cinturón. Estaba actuando de forma irracional pero solamente atinó a buscar nuevamente los labios ajenos que no fueron negados.
Amaba siempre cuando sus labios ya fuese individual o simultáneamente eran mordidos y succionados con suavidad. La entrega que percibía de Jimin y mismo si no era algo sexual, sus cuerpos estaban alegres y respondían a ellos.
— ¿Quién eres Park?
— Quien tú quieras que sea, Kim. — Respondió en un mismo tono que hizo que ambos volvieses a sonreír entre el beso. — C-Creo que deberíamos detenernos. Deberás pagar nuevamente el estacionamiento porque desde que lo hiciste, han pasado cuarenta minutos en los que hemos estado aquí abajo besándonos.
Namjoon se separó apresurado y controló la hora confirmando que sí, habían pasado las tres cuartos de hora. Maldijo internamente pero terminó sonriendo en su cabeza por lo ocurrido. Avisó que iba a pagar y así lo hizo, sacando de Jimin otra sonrisa mientras lo veía ir de un lugar a otro apresurado.
— Ahora sí, te llevaré a casa porque si llegas tarde, te lo descontaré de tu sueldo. — Habló con seriedad pero había un evidente tinte de humor en su tono. — Introduce tu dirección.
Lo dudó un poco, sus manos parecían no trabajar correctamente pero lo hizo, puso su dirección en en el navegador y maldijo por no haber tenido las llaves del apartamento que solía compartir con Taemin arriba. En otro momento simplemente hubiese ido a despertarlo en caso de estar dormido, pero sabía perfectamente que este estaría con Kai. Movió continuamente sus manos por los muslos hasta que Namjoon lo sorprendió agarrando su mano y entrelazando sus dedos.
Extrañamente le había encantado la sensación de tener sus manos entrelazadas a las del menor, sentirlas perderse entre las suyas, el calor que emanaba, la suavidad que habían en ellas. Nunca pensó que sostener la mano de alguien fuese algo tan reconfortante. Lo vio tranquilizarse y asintió conduciendo lo más lento que las señalizaciones de tráfico le permitían.
Conocía la zona donde vivía, de hecho era la una parte de Perlach que era agradable para vivir desde su punto de vista, mas le sorprendía que Jimin viviese por allí. Era una zona de puras casas modernas, donde solamente personas pudientes podían vivir. En precio de compras todas sobrepasaban el millón de euros como precio mínimo y eran pocas las que rentaban. Estacionó donde le indicó e hizo rápidamente un batido de las seis casas más próximas todas tenían automóviles estacionados fuera.
— ¿Cuál es tu casa?
— ¿Eh? — Preguntó algo nervioso. — Ah, es... Es esta de aquí, justo al lado de nosotros. — Le señaló y lo vio sonreír.
— Oh ya, bueno... — Tamborileó el timón con una mano y lentamente dejó ir la mano de Jimin, para acompañar a la otra mano a la función. — Nos veremos mañana en la oficina.
— Pasamos días en la misma empresa sin vernos debido a nuestras actividades. — Sonrió Jimin mirando la mano que hasta hace un momento gozaba del calor de la piel contraria. — Pero sí, espero verte aunque sea de lejos. ¡Buenas noches!
— ¡Buenas noches!
Vio a Jimin despedirlo y asintiendo se puso en marcha para alejarse del lugar. Una vez que el auto desapareció de su campo de visión, el menor exhaló con pesadez y llenándose de fuerza caminó hasta su casa, introdujo el código de esta y entró. Se quitó sus zapatos y justo cuando estaba colocándose las pantuflas, la luz se prendió. Ahí iba nuevamente...
— ¿Estas son horas de llegar a tu casa, Park?
— Rosé por favor, estoy agotado, hoy no. — Respondió con evidente frustración caminando hasta su oficina para dejar sus cosas siendo seguido por la mujer.
— ¿Hoy no? Siempre es igual, siempre estás agotado, alterado o estresado cada vez que pisas esta casa.
— ¿Por algo debe ser, no crees? — Acarició el puente de su nariz y caminó hasta la cocina por un poco de agua para tomarse una pastilla que previniera el dolor de cabeza que le daría. — ¿Los padres de Lena llevarán a Mila mañana a la escuela o deberé ir yo por ellas?
— ¿Ahora te preocupas por tu hija?
— Siempre me preocupo por mi hija, eso es algo que jamás podrás reprocharme. Siempre estoy para ella, soy el que me encargo de pasar día tarde y noche a su lado, velando por su crecimiento, bienestar y compartiendo el tiempo que su madre no le dedica. Así que no me vengas con reclamos absurdos que sacas solamente para incomodarme.
Dejó caer el mesón de la cocina con fuerza, evitando que se quebrara pero haciendo sobresaltar a Rosé en su sitio. Peinó su cabello y aflojando su corbata caminó hasta su habitación para buscar su pijama e irse a duchar.
— ¿Y yo? En esta casa no solamente vive tu hija, yo también lo hago y por si ya lo olvidaste soy tu esposa.
— De papeles y apariencias porque nuestra familia así lo quizo, nada más.
— ¿Nada más? Nos conocimos hace diez años y antes de que incluso te adoptaran mis tíos tú y yo tuvimos algo. Sabías perfectamente que me gustabas.
— Claro, por eso cuando terminé lo nuestro por segunda vez hiciste todo lo posible para que nos casara y felicidades, tu cometido se cumplió. Somos marido y mujer ante la ley y la sociedad. ¿Qué más deseas?
— Que cumplas con tu papel de esposo Jimin. Llevas años sin tocarme, tus únicas muestras de afecto son en público o cuando la niña quiere ver a sus padres juntos. Tus besos siempre son obligados y vamos, que Mila no se creó sola. ¿Qué cambió? Jamás te veo, siempre que nuestra hija no está en casa y pienso que podemos tener un tiempo a solas tú también te pierdes con Taemin con el pretexto de que necesitas trabajar.
Había perdido la cuenta de cuántas veces habían tenido la misma discusión. Era absurdo que le preguntara día sí y día también las mismas cosas. Cuando le pidió el divorcio incluso tomó pastillas haciendo que toda la familia se pudiera como loca culpándolo, incluso la niña pasó una crisis nerviosa muy fuerte que terminó con psicólogos y tratamientos. Sabía perfectamente que era una manipulación pero se había dado por vencido solamente por Mila, su pequeña hija de ocho años.
Para él su matrimonio jamás fue el cielo, ni siquiera el infierno, era un maldito purgatorio. Se había casado con la persona equivocada y por las razones equivocadas, por eso, por mucho que se esforzó y trabajó por ello durante años, no funcionó. Tenía que cambiar por completo y no solamente a él sino también a su mujer. Rebatiendo las leyes de la física eran dos cuerpos que permanecían unidos sin atraerse. Cada vez que regresaba a esa prisión que llamaba casa, veía su matrimonio como la sala espera de la muerte, esperando que de una vez por todas terminara de morirse, pero no parecía estar maldito.
Las única personas que eran capaz de alegrar su día, eran su hija Mila y Taemin. Bueno, ahora existía otra persona que lo hacía sonreír y removía cosas en su interior que creyó muertas desde hacía mucho tiempo.
— Roseanne, ya te dije que no esperes que cumpla ese papel entre nosotros porque no lo siento así, tú no lo sientes así. Desde el comienzo todo para ti fue un capricho, no me amabas y yo tampoco a ti. Sabes perfectamente que nuestros encuentros siempre fueron secundados por el alcohol y la lujuria, no me escondo o me justifico con ellos, como te he dicho sí me gustaste. Pero todo eso fue una masa de locura que se acabó incluso antes de casarnos, de que tú estuvieras con otro hombre.
— No traigas eso a colación porque desde entonces tú también has estado con otras mujeres. No soy tan ingenua como para creer que tus idas para casa de tu mejor amigo son solo eso pero como sé que erré lo aguanto. No me importa que tengas amantes pero sí que me tengas en el lugar que merezco, como tu mujer.
— A veces pienso que no razonas correctamente. — Suspiró dejándose caer en la punta de su cama. — Hemos hablado esto infinidades de veces y creo que deberíamos ir pensando en ponerle punto final a este calvario. Mila siempre estará a mi lado y juntos podemos de forma unida ayudarla atravesar nuestro divorcio. No será la primera niña que crezca con padres separados y no tiene porqué pasarlo mal si como adultos y padres que somos la ayudamos.
— Ya te lo dije Jimin, no te pienso dar el divorcio. ¡Nunca! — Exclamó casi gritando estrellando la puerta de la habitación que aún compartían por la niña.
Jimin se dejó caer completamente en la cama y frotando su rostro con fuerza maldijo. Estaba visto y comprobado que por las buenas jamás llegarían a un acuerdo. No quería irse a juicio a no ser que fuera extremadamente necesario y que Mila contara con la edad suficiente para decidir con quién quería vivir. Rosé pasaba más tiempo de viaje, en compromisos sociales o en salones de belleza que con su hija pero, siendo la madre y teniendo el respaldo de los señores Park a los que incluso sus padres obedecían en todo, era difícil. Tenía todas las de perder y aunque tuviese que renunciar al amor toda su vida, jamás lo haría con su hija.
💙💙💙
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