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Capítulo 13

Eran desconocidos que parecían conocerse extremadamente bien, o al menos era lo que ese beso transmitía. Un beso que se extendió más de lo previsto arrastrándolos sin permitirles detenerse a pensar en lo que estaban haciendo. Se besaban como si fuesen a comerse, con mordidas en sus labios que solamente los alentaba a continuar.

Por besos como ese, no le importaba el castigo a Jimin o la culpa a Namjoon, no al menos en ese momento. Saboreaban el dulzor de ese momento fugitivo e inquieto que se escapó de sus manos. Sus lenguas se enredaban en una batalla por dominar la contraria pero cada una se debilitaba cuando era succionada obscena y deliciosamente.

El menor ya estaba desnudo pero con cada beso sentía desvestirse frente a ese hombre, sentía que era despojado de todo quedándose voluble frente a él, con todas sus defensas derribadas, completamente a su merced.

¿Qué tenían esos labios que simplemente lo tenían exigiendo más? Sus cabellos caían entre ellos, en cada ocasión que se separaban para respirar dejaban sus frentes juntas, jadeando sobre la boca ajena. A veces, el mayor se quedaba con el labio inferior ajeno aprisionado entre sus dientes, pasándole la lengua para mermar cualquier dolor que pudiera infligir sin querer. Sus manos descendieron sin dubitación hasta las bien torneadas piernas para luego regresar a sus glúteos y presionarlos. Colocó su pierna entre sus muslos y casi enloqueció al ver a Jimin restregarse sin pudor contra este.

Lo levantó con fuerza y el rubio rodeó su cintura para sostenerse, volviendo a sentir el sedoso cabello platinado que tenía ese hombre entre sus dedos. Los sostuvo con fuerza, jadeando sobre su nariz, dejando escapar un gemido lascivo cuando este lamió desde su mentó hasta que la lengua perdió el rumbo. Jamás se imaginó que ese hombre que parecía un témpano de hielo que no reaccionó a él en el primer encuentro y siempre se mantenía tan distante se hubiera convertido en el más candente de los amantes, derrapando fuego con cada acción realizada. Un maldito que tenía unas manos prodigiosas.

Se dejó guiar, pensaba que lo llevaría a la silla donde siempre lo colocaba, mas sus pasos fueron hasta el salón, dejándole sobre el sofá. No habían pasado de besos y caricias sutiles, ni siquiera había podido palpar directamente alguna parte de su cuerpo pero todo él vibraba. Él no besaba a ese hombre, no. Era el doctor quien lo besaba mientras él sólo se limitaba a permitir el beso.

Estaba consciente que era una locura producto de la adrenalina del momento pero para Jimin en ese momento era como hacer el descubrimiento de unos increíbles labios que escondían miel en ellos. Sentía que necesitaría esa boca para embriagar sus noches porque desde hacía mucho que, aunque su cama a veces no estuviera sola, se sentía vacía.

Porque no solamente no despertaban deseos pasionales, porque el sexo se convertía en un acto tan vacío que después de hacerlo siempre se cuestionaba para qué perdió el tiempo en ello. Esas manos sedientas que lo recorrían, estaban alimentando su piel y temía que esa sensación le gustara tanto que terminara regresando a él una y otra vez sabiendo que aquello no era más que un encuentro carnal pasa controlar sus necesidades de hombres.

Ver ese pequeño pero fornido y sensual cuerpo removiéndose bajo él era lo más excitante que había experimentado jamás. Realmente estaba caliente por ese hombre, estaba sintiendo en verdad, su parte sexual se había despertado luego de toda una vida dormida exigiendo alimentarse justo ahí, de esa persona que lo había librado de su encierro. Se separó un instante y contempló aquellos hinchados labios con devoción.

— ¡Bésame! — le instó Jimin atrayendo sus ojos con la mirada — Dame todos los besos que no podré darte y que me puedan acompañar hasta que vuelva a verte.

Como si de una orden se tratase, Namjoon se acercó tomando su rostro entre sus manos y profundizó en un desbocado y frenético beso que se rompió en el momento que el rubio introdujo sus manos en la bata que aún llevaba, tocando su cuerpo por sorpresa. Este acto lo hizo regresar a la realidad, maldiciéndose internamente por haber perdido los estribos y el control de la situación. Lo observó jadeante mientras se reincorporaba y cerraba la bata.

Desilusionado y sin entender muy bien el porqué de su cambio de actitud, estaba tan entramado, tan desinhibido que ahora que regresaba a esa pose cuadrática e inexpresivo rostro, se sentía molesto. Había calentado la comida para no comérsela.

— ¿Vamos? — Jimin enarcó una ceja al ver como le estiraba su mano, aún estaba excitado pero confundido e incómodo. — Tenemos una sesión que culminar, eso que tienes allí abajo está mucho más que listo.

— Sinceramente no sé si deseo en estos momentos someterme a tus tortuosos toque, realmente quiero venirme porque alguien ya me excitó más de la cuenta dejándome a medias. — Pasó por su lado modelando su desnudez sin tomar su mano, caminó hasta la silla y se sentó a esperar a que aquel hombre apareciera por la puerta.

Le daba las gracias mentalmente por al menos haber permanecido con aquel atuendo porque la vista de su pecho y piernas era divina. Dejó caer su cabeza hacia atrás cuando las mágicas manos del desconocido y su miembro finalmente se encontraron. Esta vez, siguiendo su poca explícita orden, había tardado mucho menos en llegar hasta él. Disfrutaba de su toque estimulando tanto sus pezones como su masculinidad, había quedado tan caliente con aquella sesión de besos, que realmente no necesitaba mucho para correrse. Sin embargo, cuando vocalizó que iba a venirse, todos los movimientos cesaron por varios segundos.

Uno maldecía mentalmente por no poder correrse, otro, por la deliciosa vista que tenía delante. Ese desconocido rubio atrevido despertó en él inquietud, desde el primer momento, se quedó en su mente y no lograba sacarlo de ahí, aunque tampoco hacía mucho esfuerzo por ello. Mismo si se lo negaba a él mismo, disfrutaba cada vez que su imagen llegaba a su mente. No iba a permitirle ultrajar su cuerpo pero sí pensaba compensarlo por lo sucedido.

Masajeaba su entrepierna con suavidad, acariciando y presionando con tacto sus muslos, logrando que el rubio abriera más sus piernas nuevamente en una invitación indirecta. Untó en sus manos un poco más de extracto de jazmín y empapó su entrado prestándole atención a sus reacciones.

En un principio Jimin abrió los ojos ya que no esperaba aquello, no tenía problema con ser penetrado, toda su vida había sido versátil, no obstante no se esperó que en ese momento algo hiciera gala de presencia en su interior. Cuando hizo contacto visual con el desconocido, no pudo hacer más que alzar un poco su pelvis y correrse hacia el borde de la silla. Humectaba sus labios con cierto nerviosismo, perdiéndolos entre sus dientes cuando finalmente un dedo entró en su interior.

— Mierda... — Musitó dejándose caer en el asiento. Deseando haber tenido en ese momento los besos y caricias que hacía varios minutos le había dado.

Su mano giró y giró hacia cada lado a penas teniendo un solo dígito, cuando el segundo llegó, las piernas de Jimin se alzaron suplicantes. Era la primera vez que ese hombre siquiera miraba esa zona de su cuerpo pero su trato era magnífico. Tuvo el tacto y la delicadeza de no infligirle dolor, no sabía si era producto de su ya previa excitación o del excelente manejo del lugar, mas lo agradeció porque fue extremadamente estimulante.

Extasiado, así se sentía mientras que ambos lados eran estimulados simultáneamente, entregado como siempre a esas manos que con tanto ahínco placer le brindaban. Sin embargo, no fue hasta que sintió los intrusos dedos arquearse hacia arriba, encontrándose con su próstata, que perdió la noción de todo.

Namjoon continuaba masturbando su miembro con embestidas de su mano en el lugar más escondido de su cuerpo. Sus piernas temblaban y su vientre poco a poco se tensaba más. Gemidos retumbaban la habitación mientras que intentaba no mover sus caderas, levantando levemente su pelvis para sentirlo con mayor intensidad. No transcurrió mucho tiempo hasta que finalmente explotó en un intenso orgasmo.

Intentó separarse pero su muslo fue presionado con fuerza y su entrepierna seguía siendo masturbada con empeño y eficacia, sin embargo su sensibilidad le estaba jugando en contra.

— Has olvidado algo... — Se limitó a decir Namjoon. — Siempre que te hago terminar debes decirme algo, es cuestión de modales.

— G-Gracias, gracias. — Jadeó arqueando su espalda — Mierda, gracias, p-para...

— ¿Me detengo? — Agilizó sus movimientos viendo como el cuerpo de Jimin recibía espasmos avisándole que estaba a punto de venirse nuevamente.

— ¡No pares!

Se aferró a su silla con fuerzas para recibir esa ráfaga de placer que se aproximaba y permaneció allí tumbado una vez que esta lo abandonó. Estaba jadeante pero lentamente fue recobrando normalidad. Para el monto en que abrió los ojos, Namjoon estaba recostado en el mueble donde siempre lo esperaba sin quietarle la vista de encima. Notaba como parte de su bata dejaba ver el problema que tenía entre sus piernas y no entendía por qué sabiendo que tenía la posibilidad, que él estaba dispuesto a estar con él, se contenía y sufría de esa forma.

No llegaron a consumar el encuentro dude la forma en que pensó que sucedería cuando se besaron, aún así, se sentía agotado. Deseaba llevar a ese hombre a una cama y quedarse allí con él aunque a la mañana siguiente cada cual siguiera su camino. Quería volver a besarlo, un abrazo, mínimo una sonrisa de su parte pero estaba consciente que era en vano esperar eso.

Tomó el albornoz que había dejado caer en la puerta y tocó sus labios rememorando su beso. Se llamó estúpido mentalmente y se apresuró a tomar una ducha para salir de allí; aquella noche no volvieron a cruzar sus miradas, Nam lo escoltó hasta la puerta una vez que dejó el dinero sobre la mesa pero no cruzaron tampoco palabra. Fue una despedida silenciosa, una que duró todo un mes.

Ese cuarto encuentro no fue el último que tuvieron pero sí el único en donde perdieron sus estribos. Ambos seguían con sus vidas casi iguales, siguiendo la rutina marcada, uno preparándose para presentar el proyecto que estaba seguro cambiaría su vida y otra expandiendo más su empresa. Cada uno vivía como siempre lo habían hecho, acomodando siempre sus agendas porque, el último viernes de cada mes, era un día sagrado para los dos.

+++

— Doctor Kim... — Su asistente entró tras un leve toque en la puerta para avisar de su presencia.

— Dime Wendy, ¿qué sucede que has venido hasta mi oficina? —Taehyung preguntó con una sonrisa.

Trataba de ocultar su frustración por el reciente malentendido con su esposo, simplemente por tardarse en responder que tenía esposo cuando estuvo en la entrevista en vivo de RTL. Hoseok había malinterpretado preguntándole si le avergonzaba decirlo. Eso era algo tonto, no le avergonzaba aceptar a su pareja, únicamente lo habían sorprendido porque no sabía que le harían preguntas personales fuera del libreto. Bajó el bolígrafo que había estado mordisqueando por costumbre, — siempre hacía lo mismo cuando no sabía qué hacer — invitándola a entrar en un gesto amable.

— Doctor, sucede que afuera se encuentra nuevamente el señor Jeon al que se negó a ver la última vez. — El castaño bufó incómodo, lo menos que quería era tratar con el hermano de Namjoon, solamente una vez habían intercambiado saludos de mala manera, sabía todo lo que había hecho sufrir a su mejor amigo y realmente no quería interactuar con él. Nada bueno podía traerse entre manos. — ¿Qué le digo? Dice que viene como paciente, que le gustaría hacer una consulta.

— ¿Una consulta? Jeon debe estar desvariando si piensa que creeré esa absurda excusa que está inventando. — Acarició su sien tratando de mitigar el estrés, no estaba en su mejor momento. Aún así, no podía negarse a un paciente, debía ser profesional y dejar de lado cualquier conflicto personal. — De acuerdo. Cóbrale los honorarios por consulta básica y hazlo pasar. Ya no tendremos más pacientes por hoy así que si deseas puedes marcharte, sé que tienes que estudiar para tus exámenes. Yo me encargaré del resto, no te preocupes.

— Muchas gracias, doctor. Inmediatamente arreglaré todo y lo haré pasa. — La chica era coreana-alemana pero mantenía las costumbres coreanas pese a encontrarse en Alemania. Realizó una venia y se retiró con una sonrisa.

Ya Jeon Jungkook había ido días antes pero sus intentos de interacción se vieron frustrados tan solo mencionó el nombre de su hermano. Taehyung sabía de buena fuente que el interés de este por Namjoon no era del todo inocente, por ello simplemente lo hizo retirarse con pseudo cortesía y se negó a recibirlo las otras veces que se apareció frente a él. Sin embargo, esta era la primera vez que utilizaba ese estúpido método.

Pasaron alrededor de cinco minutos cuando el heredero de los Jeon tocó su puerta. Se puso sus lentes, acomodó en su asiento e invitó a pasar manteniendo sus codos sobre la mesa y sus dedos cruzados.

— Finalmente se digna a recibirme, doctor Kim. — Su tono cínico era palpable mas Taehyung decidió pasar esto por alto.

Había visto al doctor mediante fotos y de lejos varias veces pero era la tercera vez que realmente interactuaba con él. Si bien no estaba interesado en una verdadera consulta, ya que no necesitaba ayuda profesional, era fundamental acercarse a ese hombre. Era su único enlace a Kim Namjoon, su medio hermano no vería venir nada por esa vía. Intentar acercarse por Wang era un caso perdido, su asistente bebía los vientos por él y era obvio que su fidelidad era extrema.

Por otro lado su hermano, lo primero que haría sería contarle cualquier tema de conversación que tuviesen por muy banal que fuese y esto lo pondría en alerta. Estando corto de tiempo, con la presión de su padre respirándole en la nuca, esta era la opción más segura. Además, muy pocas personas sabían que Namjoon recibía ayuda profesional de parte de sus amigos, incluso sus padres desconocían esta información.

— Adelante señor Jeon, puede tomar asiento. — Le indicó manteniendo su neutro semblante.

— Puedes tutearme. — Sonrió ladinamente.

— Pero usted a mí no, sin contar que sería muy poco profesional de mi parte, señor Jeon.

El pelinegro mostró una sonrisa ladeada casi cabizbajo mientras con mirada filosa estudiaba al hombre que frente a él se encontraba. Necesitaba buscar una forma en la que ese hombre le contase cosas de Namjoon, no sería fácil pero para él no existían imposibles. Si encontraba información valioso que lo ayudase estaría salvado. Mínimo tenía que hacerse con pruebas que demostraran que su hermano no estaba capacitado para dirigir una empresa.

Cualquier inversionista o accionista podría ponerse de su lado. Con suerte, hasta lo destituirían y él podría pasar a tomar el mando de la misma, aunque esto era lo menos probable ya que el mayor contaba con la mayoría de las acciones y era un presidente demasiado quisquilloso.

No tenía más remedio que fingir temporalmente que necesitaba de ayuda. Como doctor y paciente no hablaría mucho pero si lograba acercársele, meterlo en su cama, la historia podía cambiar drásticamente.

— Una pregunta, doctor... — Alargó levemente la última palabra haciendo que Taehyung controlara su deseo de rodar los ojos frente a su actitud. — ¿Si le cuento todo lo que me pasa saldré de aquí lleno de recetas y pastillas para tomar? — Sonrió ladino.

— Soy un profesional capacitado legalmente para ejercer la psicología y la psicoterapia pero no soy un médico y tampoco receto fármacos, eso lo hacen los psiquiatras. Con frecuencia muchas personas tienden asociar automáticamente esto con la psicoterapia y, aunque es verdad que la psicoterapia o psicología clínica es una de las áreas más conocidas de los psicólogos, no es como lo piensa, Jeon. Está aquí para una consulta, es la primera vez que hablaremos así que dependiendo lo que aquí hablemos veremos si es necesario que continúe viniendo aquí o no.

— ¿No se supone que debe ayudarme a resolver los problemas? En estos momentos soy un paciente y en el contexto de una relación profesional, esa sería tu obligación. El ser humano carga con muchos problemas, no solamente uno. Por ende, pienso continuar viniendo hasta que cada uno de esos problemas se resuelva. — Cruzó su pierna y acarició su pierna con cierto recelo, se había incomodado por alguna razón y no quería dejarlo visto. Era común en él que estando nervioso o molesto agitara su pie casi frenéticamente.

Intentó ocultarlo, sin embargo, nada de esto pasó desapercibido para el castaño quien por primera vez, desde que lo vio entrar por la puerta, realmente lo miró como un paciente más. Aún a sabiendas que su presencia podría ser una especie de teatro, nada quitaba que ese hombre realmente necesitara su ayuda.

— Tiene razón en eso. ¿Le parece si comenzamos?

Estaba dispuesto a comenzar cuando la puerta de su despacho se abrió dejando ver un ramo de flores y la cabeza de su esposo segundos después. Ocultó la sonrisa que aquello le causó, era evidente que había ido en son de paz para arreglar las cosas.

— ¡Oh, lo siento! No sabía que aún te quedaba un paciente.

Al hablar por teléfono su esposo le había dicho que terminaría más temprano, por ello se le ocurrió la idea de ir a buscarlo para cenar juntos y disculparse por haberse molestado tanto. Cerró nuevamente la puerta tras inclinarse a modo de disculpa, yéndolo a esperan a un pequeño cuarto que había libre, pues no podía decir mucho si estaba con un paciente. Taehyung sabría con seguridad donde encontrarlo.

— ¿Jung Hoseok? — Murmuró Jungkook con el ceño fruncido.

— ¿Perdona? ¿De donde conoce usted a mi esposo?

¿Esposo? ¿Kim Taehyung era el esposo del mejor amigo de su pareja? Había visto muchas veces a Yoongi junto a Hoseok, no los habían presentado oficialmente ya que trataban de mantener su relación bajo perfil por la carrera del mayor, mas sabía perfectamente quién era él.

— Es amigo de un conocido. — Sonrió — Pero bueno, eso no es de lo que vine hablar a esta consulta. ¿No es cierto?

💙💙💙
Espero que hayan estado bien en estos días. Una semana casi sin publicar pero aquí estoy nuevamente.
LORED
💙💙💙

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