Capítulo 10
Había ido hacia aquel encuentro como va sorbido al mar el río. Lo había deseado tanto que ahora que se encontraba a segundos de entrar a aquella habitación se sentía cohibido, ansioso.
Pensó encontrarse aquel baño con evidencias de la presencia de aquel sujeto que se había ido pocos minutos antes de su llegada, mas no había rastro alguno de que el sitio hubiese sido usado en todo el día, estaba impoluto y el aroma que el incienso desprendía era exquisitamente relajante. Esa fragancia suave al igual que en su visita anterior le comenzaba a gustar cada vez más. Jazmín, le había dicho que se llamaba el desconocido al que iba a ponerse a disposición por segunda vez.
La vista que tenía de ese sujeto que nuevamente estaba vestido como si estuviera de luto, era simplemente maravilloso. Cómo podía ser tan enigmático y sensual a la misma vez. Esta vez lo esperaba cruzado de brazos recostado a uno de los muebles de la habitación con un suéter que llevaba remangado hasta los codos.
No sabía si él tenía pareja o no pero de tenerla, esa persona se sentiría afortunada solamente con la vista que todo su ser le proporcionaba. Claro, esto era solamente con la vista porque no estaba seguro si alguien pudiera soportar por mucho tiempo aquello que hacía. Si pensaba en si mismo como el novio o esposo de ese hombre, era un hecho que no estaría tan tranquilo con esas actividades. Se apoderaría de esas manos solamente para él.
— ¿Cómo has estado? — Preguntó al verlo incorporarse.
Pudo notar que no se esperaba aquella simple pregunta. No supo por qué la hizo pero no era simple cortesía, podía achacarlo a su curiosidad. No es que de él le importara algo más allá de sus manos pero, solamente por su hermetismo sentía la necesidad de indagar un poco, al menos sobre su estado emocional, ya que su físico parecía estar en buena forma.
— Bien, gracias por preguntar, espero que haya sido igual para ti. — Apretó sus labios y le sonrió. — Toma asiento.
Jimin así lo hizo, se deshizo de la bata lentamente hasta dejarla caer al suelo como si estuviera seduciendo a un amante inexistente. Caminó sin apuro hasta el asiento que utilizarían y se sentó con sus ojos cerrados a la espera de que su piel sintiera aquellas manos que tan buena impresión le dejaron en el primer encuentro.
Toda esa rara y nueva situación para él era estimulante, que un perfecto extraño del que no sabía siquiera el nombre se dedicara a complacerlo, llevándolo hasta lugares remotos donde solamente placer y éxtasis se hallaban, era simplemente embriagador.
Claro que había tenido revolcones de una noche pero si se ponía hablar con seriedad, a pesar de que se tenía claro a lo que iban, muchas veces no se lograba el cometido. Salía siempre alguno de los dos con la retaguardia resentida o destrozada sin llegar a correrse apropiadamente. En vez de un juego de intercambio de placer, pasión y sexo, últimamente esos encuentros se trataban solamente de auto-satisfacción en compañía de otro individuo porque cada quien iba a satisfacerse sin interesarse mucho en el acompañante.
No importaba el lugar donde se conocieran, ya fuera de forma virtual en alguna aplicación o red social, lugares de entretenimientos nocturnos como bares, pubs, discotecas o festivales. Ya fuera en unas vacaciones o simplemente tomando un café, era difícil que realmente apareciera alguien dispuesto a compenetrarse aunque fuera por una única noche. Sabía perfectamente que encontrarse con personas de esa manera llevaba consigo eso, enredos de menos de una noche porque duraban lo que duraba que cada uno se corriera, si es que llegaban a eso claro estaba. Era justamente eso lo que buscaba pero, si se iba hacer, al menos deseaba disfrutarlo bien.
Sin embargo, desde hacía muchos meses atrás que había perdido su libido, rara vez se excitaba y cuando lo hacía su erección no duraba lo suficiente. Se negó rotundamente a ir al médico pero sin querer, encontró al mejor doctor para su dolencia y este le había dado increíbles orgasmos y varias imágenes acompañadas de recuerdo que lo ayudaron a subsistir durante todo un mes mientras aguardaba a la fecha de reencuentro.
Suspiró complacido relajando su cuerpo cuando sintió las manos contrarias esparcir ese delicioso y aromático aceite por toda su piel. Se entregó a los masajes, a su tacto. Todo sus vellos se sublevaban cada vez que este se acercaba a él y respiraba sobre alguna zona de su cuerpo. Evitaba conscientemente cada zona explícitamente erógena pero aún así, Jimin sentía su cuerpo vitorear de felicidad y excitación.
Vivía aquello con emoción, emoción de sentirse desnudar la mente y sus instintos. Como aquellas manos descubrían en cada toque sensaciones que incluso para él eran desconocidas, despacio, ese hombre parecía no tener prisa alguna y agradecía aquello enormemente. Mordía suavemente el interior de sus labios sumido en ese juego. Cada masaje era como un rito de caricias que iban iniciando el fuego de su interior.
Sus palabras eran las justas, no eran muchas pero aquel hombre parecía comunicarse mejor con los cuerpos que con palabras. Cada caricia le hacía descubrir cosas que lo hacían sentir vivo. En su mente estaba encerrado en la fantasía que aquel hombre que lo palpaba con tal parsimonia era más que su amante, era esa persona que ocupaba un lugar fijo en su vida y corazón. Era una estúpida fantasía en su mente, pero era la que mejor lo transportaba a ese mundo del placer guiado por el control ejercido de Namjoon.
Namjoon conocía el poder de una buena caricia, a veces no era menos ofensiva en el cuerpo de un ser humano que la espada en otros. Una caricia, un leve toque te podía llevar a la cumbre más alta o al infierno más profundo pero en el viaje, si esa caricia era deseada, no existía nada mejor que aquello.
Pero había que saber sortearlas y dirigirlas correctamente. Había una línea delgada entre aquella entregada para estimular, la que transmitía los sentimientos más profundos y ocultos, la que simplemente te daba consuelo. Estaba la caricia de los amantes, caricias que no eran una simple caricia sino una posesión, a veces egoísta y carnal, otras compartida y sentimental.
— Tócame... — Escuchó Namjoon y alzó su cabeza para encontrarse nuevamente con aquel rostro lleno de erotismo. — Necesito que me toques ya.
— Te estoy tocando... — Bromeó con un tono tan ronco, masculino y sensual que hizo que Jimin aferrara sus manos aún más en el espaldar del asiento. Namjoon sonreía complacido frente a la imagen y reacciones obtenidas, deleitándose con ellas, dejando que un único dedo recorriera su extensión. Toda su palma acarició la base superior y se humedeció la misma con sus fluidos para después agitar su miembro dos veces y volverlo a dejar abandonado con claras quejas que mandaba el cuerpo del rubio. — Eres una criatura realmente hermosa. — Dijo admirando sus reacciones.
Jimin abrió los ojos al escuchar esas palabras encontrándose con un par de orbes que lo desmantelaban sin pudor. Mordió su labio y Nam sintió como si estuviera mordiendo los suyos. Apretó su agarre sobre sus testículos para calmar esa sensación segundos más tardes con suaves caricias.
Su mano libre iba presionando cada punto en el interior de aquellas endiosadas piernas, sintiéndolo contraerse cuando al ascender presionó entre sus nalgas. Sus piernas se abrieron más como una invitación y él entendió que ese hermoso rubio que se encontraba allí semi-acostado daba su consentimiento para otras cosas que le gustaría probar con él en otra ocasión, claro, si es que esta se daba.
Cuando creyó que había sido demasiada tortura por el momento, se apoderó de su entrepierna y permaneció quieto durante cortos segundos sintiéndolo palpitar entre su mano. Lo acariciaba con lentitud, entreteniendo a sus otros desocupados dedos con su sensibles pezones. Humectó sus resecos labios mientras contemplaba sus expresiones, no sabía por qué pero podría pasarse horas viéndolas.
— Eres genial en esto... — Pronunció Jimin con su voz algo distorsionada, controlando cada célula de su cuerpo. Lo cierto era que podía haberse corrido desde el primer toque en su cuerpo con la gran excitación que la espera y antelación le causaron pero, no podía comportarse como un adolescente sin control como la última vez. — Podría acostumbrarme a sentir tus manos cada día.
Esta última frase la dijo sin percatarse, pensó en voz alta mientras se recostaba nuevamente en la silla. Namjoon, quien ahora le daba leve palmaditas en sus testículo sonrió frente a sus palabras. No era el primero que decía algo como aquello, pero sí el primero que realmente no quería decirlo, se daba cuenta que ese hombre ni siquiera se había percatado de lo dicho, era sincero y estaba totalmente entregado a él. Él no se mezclaba con sus clientes, no cruzaba jamás esa línea, mas él también podía acostumbrarse a ver esas expresiones diariamente.
Palmeó una vez más y con la yema de los dedos continuó acariciando la zona, dejando que su otra mano se divirtiera con la extensión, cuatro dedos presionando el falo con el pulgar tomando el control del glande.
— Ah... — Jimin estiró sus piernas, contrayéndolas para contenerse. — Mierda. — Su respiración se descontrolaba cada vez más y sus jadeos ya eran audibles. — Oh mierda, nece- — Agitó su pelvis en busca de más fricción, gimiendo desesperado porque aquella manos aceleraran sus movimientos, necesitaba liberarse, no llevaba la cuenta de cuanto tiempo habían estado en eso pero realmente necesitaba correrse.
Sus piernas se agitaban entre el aire y el suelo con sus caderas descontroladas, abrió sus ojos en búsqueda de Namjoon y se perdió en sus iris cuando sus miradas se cruzaron. Lo veía morderse sus labios e incluso esta vez sí notó como su entrepierna estaba abultada, cosa que lo excitaba aún más. Realmente deseaba besar esa boca.
— Para, para, para... Detente por favor, si no lo haces me correré. — Él era el único que se movía frenéticamente porque aquel terrible sujeto no incrementó la velocidad de sus movimientos en ningún momento. — Para...
— Contrólate. — Musitó Namjoon con voz firme en su oído. — Deja de moverte.
El rubio acató su orden con gran esfuerzo, se aferró a la silla como si esta le brindara la fuerza que necesitaba y recogió sus piernas deseando enterrar sus pies en aquella alfombra. Vio a como quien lo tocaba volteó su mano para dejar índice y pulgar ejerciendo presión sobre su base y su meñique juguetear con su glande cada vez que ascendía. ¿Por qué era tan bueno en eso? Lo tenía tan cerca, la vez anterior ese hombre se había mantenido al frente y cuando se posicionó a su lado mantuvo cierta distancia.
Esta vez, era diferente. Estaba tan pegado a su lado que sus piernas estaban abierta, sentía el calor de su cuerpo mezclarse con el que desprendía el suyo, su respiración llegaba a su cuello y esa cercanía lo estaba descontrolando en demasía. Respiró con alivio y cierta frustración cuando intercambió sus manos pero al sentir la otra algo más fría sus caderas por inercia se sublevaron alzándose hasta casi la altura de su pecho.
— Quiero correrme, doctor. Quiero venirme... — Los sonidos de sus manos que creaban al unirse con su propio falo, acompañados de sus fluidos que no cesaban de salir era la música que sus oídos estaban amando escuchar.
Namjoon maniobró durante varios segundos a un ritmo constante, se detuvo y palmeó su miembro tres veces arrancándole gemidos obscenos. Acarició toda la extensión y se concentró en su parte superior, solamente utilizando sus dedos.
— Oh Scheisse! — Exclamó en alemán retorciéndose en la silla, flexionando sus piernas detrás de la misma. — ¡Oh mierda! — repitió en su idioma esta vez. — Ahhh. — Sus gemidos alcanzaron un volumen que sorprendió a Namjoon, quien se encontró disfrutando de la magnífica vocalización.
Todo el cuerpo de Jimin se desesperó, moviéndose a su propio ritmo, su cintura de forma circular y luego sus caderas en un vaivén que iba hacia adelante y regresaba de manera veloz. El mayor retiró su mano y le dedicó una mirada gélida.
— ¿Quién lleva el ritmo aquí? ¿Quién es el que controla la situación?
— Tú, tú...
— Exacto, yo soy quien maneja tu miembro a su antojo en estos momentos. — Acercó su mano nuevamente sin quitarle la vista de encima y con la punta de sus dedos acarició su entrepierna. — Así es.
— Necesito venirme, por favor, doctor, lo necesito.
— ¿Necesitas correrte? ¿Estás listo para darme una gran descarga? — Untó un poco más de aceite en sus manos para comenzar a masajearlo con parsimonia. Jimin se dejó caer y cerró sus ojos.
El rubio no pudo contenerse mientras gemía, su respiración era errática y sus piernas se movían sin dirección alguna. Se incorporó en la silla cuando sintió ese remolino que se formaba una vez más en su interior. Sentía que se iba de lado a pesar de estar sentado, estaba perdiendo el equilibrio y por eso, buscó apoyo en el lugar más cercano, ese lugar que llevaba rato atrayéndolo. Su mano viajó hasta los cabellos de Namjoon y se apegó a él, atrayéndolo aún más hacia sí hasta dejarlo completamente sobre él, moviendo su cuerpo con desenfreno.
Todo ocurrió en fracciones de segundo, desde el momento en el que sintió aquella mano en sus cabellos detuvo todo movimiento pero jamás se esperó que aquel hombre fuera poseído por un demonio descontrolado. Se alejó súbitamente realmente molesto, incluso temblaba por la rabia y la sorpresa.
— ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Acaso se te olvidó el contrato que firmaste? — Se alejó más y le lanzó una toalla junto con su bata. — Vístete y vete, la sesión acaba justo en este instante.
— L-Lo siento, en verdad yo no quise, es decir, no sé qué me ocurrió, me dejé llevar y...
— No me interesan tus excusas, ni siquiera tienes que pagarme por esta sesión, báñate y vete.
Kim Namjoon abandonó la habitación dejando a un Jimin totalmente desconcertado maldiciendo. Es que sabía las reglas pero no se esperó aquella reacción. Juraba que por un momento ese sujeto iba a golpearlo, parecía querer asesinarlo y eso simplemente fue demasiado. Su reacción había sido extremadamente exagerada.
Confundido secó sus manos en la toalla que cubría el asiento y permaneció allí sentado en silencio durante varios segundos. Miró a su alrededor y maldijo, maldijo por joderla una vez más y no haberse sabido contener correctamente. Bueno, mirando el reloj de la pared llevaban más de una hora en aquello pero verdaderamente no esperó perder los estribos de ese modo.
— Mierda, lo más probable es que no acepte verme otra vez. — Murmuró entablando una conversación consigo mismo, frotó su rostro frustrado; tomó la bata, la toalla y se dirigió al baño.
Quiso extender aquella ducha para darle tiempo a que se calmara y poder pedirle disculpas pero, cuando se vistió y salió, el hombre no estaba por todo eso. Suspiró parado en el medio de aquel lugar, esperó cinco minutos tamborileando sus dedos sobre la mesa que un mes atrás habían utilizado para firmar el contrato pero, pronto se dio cuenta que era una pérdida de tiempo, aquel hombre simplemente no iba hablar más con él en lo que restaba de noche.
El trayecto le pareció corto a pesar de que estuvo veinte minutos encima del taxi suspirando y recriminándose mentalmente por lo sucedido, para él fueron como dos cortos minutos. Le pagó al taxista que lo miraba de forma indiscreta como si quisiera saber qué tenía a un joven como él lanzando tantos suspiros en una recién comenzada noche de viernes. Descendió del vehículo y entró en el edificio donde se encontraba el apartamento de Taemin. Necesitaba tiempo antes de regresar a su casa, estaba incluso sopesando la idea de permanecer allí hasta la mañana.
— ¡Hey! Ya llegaste... — Escuchó al abrirse la puerta del elevador, estaba tan frustrado y ensimismado en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de que su mejor amigo estaba saliendo de este. — Iba a salir a matar el tiempo por ahí pero ya que regresaste temprano me quedaré en casa a compartir contigo. Ven, apresúrate antes de las puertas se cierren.
Jimin le sonrió alejando sus pensamiento. Ya aquello había pasado y no podía echar el tiempo atrás o remediarlo, ni modo. Ya no vería más al Doctor Control.
— ¿Cómo te fue en esa cita misteriosa? — Preguntó el castaño entusiasmado. — Por cierto, debe ser todo un caballero, incluso te vino a recoger. — Chocó sus hombros.
— ¿De qué hablas? A mí nadie me vino a recoger yo me fui por mis propios medios.
— ¿Pero cómo? Yo bajé casi a las ocho de la noche corriendo para comprar algo en el supermercado antes de que cerrara y vi tu auto estacionada abajo. — Cruzó sus brazos y lo miró esperando respuesta. Jimin rodó sus ojos y descendió del elevador con la mirada inquisitiva de su amigo sobre él. — Cuéntame, la curiosidad me está matando.
— Al menos entremos al apartamento primero, ¿quieres? — Su amigo asintió estudiando su rostro.
Ambos cambiaron sus atuendos por unos más cómodos, prepararon un pequeño picnic y se tiraron en el sofá a buscar una película o serie para ver.
— Si empezamos a ver una serie no puedes seguir viéndola sin mí Taemin. Debes dejarla para cuando regrese. — Le advirtió comiendo sus chips de pimienta roja.
— Eso podría ser en el próximo milenio así que no pienso prometerte nada. Además, antes de empezar a ver cualquier cosa tienes que contarme, mira — agitó la bolsa que tenía en sus manos — incluso tengo las palomitas para escuchar el chisme a gusto.
— Eres insufrible... — Rió — No hay mucho que contar, sabes que mismo si conduzco ese auto, no es mío. No puedo llevarlo a mis andanzas, se supone que estoy aquí así que prefiero dejarlo aparcado aquí y moverme por otros medios.
Taemin se regañó mentalmente, había olvidado ese tema así que simplemente se recostó a su amigo e introdujo un puñado de palomitas en su boca. Terminaron viendo Crown hasta las tres de la mañana que cada uno se fue a la habitación. Había sido una batalla lograr que el castaño dejara el sofá para irse a su cama pero como siempre, lo logró.
Se acostó en su cama dispuesto a dormirse pero por alguna razón no podía, se sentía incómodo, inquieto. Quería restarle importancia pero, aunque no se vieran más y ese hombre hubiese sido un completo idiota exagerado por esa reacción, algo en su interior deseaba pedirle disculpas. Mordió sus labios pensando en qué redactar pero por muchas vueltas que le dio prefirió mantenerlo simple. No necesitaba un periódico para pedir disculpa por algo tan intrascendente como eso. Tecleó su corto email y lo envió.
— Ya está, ahora sí doctorcito, estamos en paz. — Se estiró con pereza, puso su móvil a cargar y cuando lo iba a dejar en la mesita de noche lo sintió vibrar. Vio su panel de notificaciones y vio que tenía un nuevo correo electrónico. Mordió sus labios pensativo, a esa hora era una rara promoción o le habían respondido el mensaje. Desbloqueó la pantalla y con cierto nerviosismo confirmó que no se había equivocado. — No puede ser...
💙💙💙
Finalmente estoy de regreso, no se imaginan cuánto extrañé actualizar esta historia... ¿Han estado bien?
Aquí les dejo un capítulo corto que espero que hayan disfrutado, nos venos en el próximo.
LORED
💙💙💙
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