ੈ♡‧Douce magie
En un mundo muy diferente al nuestro, donde existe la magia fluyendo en el aire y gente con habilidades especiales por doquier, nos podemos encontrar con un tierno chico, que en particular, no siempre formó parte de las filas mágicas, de nombre Taehyung.
Él nació siendo un humano común y corriente, en una familia de bajo estatus y sin muchas posibilidades de cuidarlo, aún así sus padres hacían de todo por mantener bien al bebé. Sin embargo, el destino de ellos no era conservar a su hijo, pues por desgracia fue raptado por un mago de poderes considerables, descendiente de la familia Kim, cuando Taehyung a penas tenía algunos meses de nacido. Para el Sr. Kim, el plan inicial era tenerlo como su esclavo personal junto a varios humanos más, pues no lo secuestró únicamente a él.
Pero, conforme las semanas iban pasando, quedaba cada vez más encantado con el comportamiento dulce y tranquilo del pequeño, además de que sus mejillas abultadas y su mirada tierna le sacaban varias sonrisas a lo largo del día. Era sólo un bebé, y esas acciones inconscientes de su parte le tocaron el corazón, por lo que al final decidió que lo criaría como hijo suyo, y le daría una vida mejor de la que tendría en su hogar original.
Para ésto le otorgó poderes, no algo sumamente ostentoso, sólo lo necesario para defenderse y ser digno de portar el apellido Kim y le hizo creer toda su vida que había nacido con la magia ya en su sangre, que él no era humano ni nunca lo fue. Obviamente, Taehyung siempre lo creyó, y jamás se detuvo a pensar si debía averiguar más allá de las palabras de su "padre".
Al crecer, como a cualquier persona, lo inscribió en una escuela especial para los hechiceros y brujas, la Academia Magicient, y al presentar su examen acabó entrando en la división de magia blanca por no mostrar comportamientos agresivos, o por lo menos, no habilidades que se consideran un peligro a controlar.
En ésta división se encontraban las clases más "delicadas", todas las ramas relacionadas al arte, gastronomía, baile, canto, confección, elaboración de textiles, encantamientos menores, pociones reversibles, etc.
Taehyung estaba en varios talleres, pero sin duda en el que más destacaba era en cocina, misma área que más amaba estudiar.
Sus profesores siempre lo halagaban por sus excelentes dulces y esponjosos pasteles, los cuales concedían deseos o daban dones y/o males según como él los preparara.
Algunas veces los hacía con el fin de juntar parejas añadiéndoles pociones de amor poderosas, muchas veces le agradaba imitar a Cupido, y no se había equivocado ni una vez. En otras ocasiones los preparaba para vengarse de las brujas que lo molestaban, haciéndolas verdes y escamosas como sapos, o literalmente volviéndolas culebras. Y en situaciones "desesperadas" preparaba postres para ayudar a su mejor amigo a pasar las materias con 10.
En fin, su repostería sólo estaba limitada por su imaginación, ya que su poder, aunque era prácticamente inofensivo, seguía representando una buena cantidad. Y claro, por su capacidad para controlar su nerviosismo, la cual era la única cosa que lo hacía fallar. En muchas situaciones pasadas, el chico había terminado con notas algo bajas y metiéndose en problemas con los demás estudiantes debido a ésto, sus nervios ante la presión eran su talón de Aquiles.
Y para su mayor desgracia, debía entregar un proyecto final del semestre, en el cual su creatividad y control eran cruciales para pasar con buena calificación el taller.
Debía inventar un postre que fuera capaz de provocar y cambiar las emociones de la gente en segundos, obviamente dando un aspecto natural para cada una de ellas, sin exagerar los comportamientos, y además tenía que conseguir un sujeto de estudio para llevarlo frente a la clase y presentar su trabajo. De ambas tareas, la segunda le parecía la más complicada.
- Agh, ¿qué voy a hacer?, ya nadie quiere ser mi conejillo. - bufó el peli-azul con una pizca de dramatismo.
- Tal vez si no tuvieras la fama de volver sapos y culebras a la gente sería diferente. - se burló su amigo de cabellos rosas.
- ¿Sabes que éso no me está ayudando, verdad? - rodó los ojos - Jiminie lindo y adorado, ¿serías mi sujeto de estudio, por favor? - hizo su mejor cara de cachorro, recibiendo una mueca de susto al instante.
- ¡Ni loco!, una vez ya me dejaste completamente rosa como un vil algodón... Y ahora estoy teñido permanentemente gracias a tu intento de antídoto. - señaló su cabello - Debes admitir que tu magia no se lleva con tus nervios en los proyectos.
- ¡Lo sé! - gritó frustrado formando un puchero - No quiero fallar sólo por éso.
- Busca a alguien a quien nunca hayas hechizado y ya. - Tae bufó con evidente ironía - Tarea difícil.
Junto con Jimin, su mejor amigo, iniciaron la búsqueda del próximo ayudante de Tae, la cual era una misión sumamente complicada, pues incluso en la división de magia negra ya todas las posibilidades estaban agotadas. El chico de sonrisa tierna tenía aterrorizados a los "malos" con su inocente magia.
Lo único que podría salvarlo en ésos momentos sería un androide sin capacidad de enojarse con él si fallaba y sin miedo a terminar hecho mutante, o un estudiante nuevo que no supiera de su fama y con el que le fuera sencillo socializar.
¿Adivinan que llegó primero?, por una vez, la suerte le ayudó, trayéndole una solución inesperada a su problema.
- Estudiantes de Magicient, pongan atención, tenemos un nuevo miembro en el área de magia negra. - sonó el aviso del director por las enormes bocinas de cada pasillo - Recíbanlo con la calidez que nuestra institución siempre a reflejado, es portador de un apellido reconocido.
Sólo cuando los nuevos estudiantes eran descendientes de magos o brujas importantes se anunciaba su llegada en el aviso matutino, haciendo que éste tipo de información no fuera muy común de escuchar.
Y ahí Tae vio su única oportunidad de aprobar el semestre, claro, si es que su cabeza se mantenía serena, a pesar de ser una total "estupidez" siquiera acercarse al nuevo ingresado. O éso repetía el de menor estatura una y otra vez mientras ambos recorrían los pasillos.
- ¡Tú estás loco de remate! - gritó Jimin con tono preocupado - ¿¡Justo se te ocurrió que él sea tu experimento?!
- Es nuevo, no sabe de mis metidas de pata anteriores, y ésas dos razones son suficientes para mi. - sonrió inocente - ¿Me acompañas o no?
- Ni de chiste. - hizo una mueca de miedo bastante dramática - Es de los malos, y además es RECONOCIDO, osea que su magia debe ser muy poderosa.
- ¿Y? - caminaban por los pasillos con destino al túnel entre divisiones.
- Y podría matarte si lo vuelves mutante por error. - formó un puchero junto con sus brazos cruzados - Ve tú bajo tu propia responsabilidad.
- ¿Mutante?, sólo lo volveré bipolar para mi proyecto, no es la gran cosa. - dijo a modo de broma soltando una leve risita, misma que cortó al ver como Jimin rodaba los ojos - Ay ya vale, tendré cuidado.
Taehyung cruzó el túnel/portal para entrar a la segunda parte de la escuela, aquella donde se encontraba la división de magia negra.
Los estudiantes de ése lado vestían con túnicas que arrastraban por el suelo y accesorios obscuros, contrario a los colores claros y ropas menos tétricas que se veían en la división blanca.
Todos lo veían con algo de susto mientras se paseaba por los jardines en busca de su objetivo, pues repito, hasta ellos habían sufrido las consecuencias de sus nervios en los proyectos, el hecho de dejarse hechizar por él los tenía traumados incluso siendo "los malos".
Algunos estudiantes mantenían expresiones de espanto, otros más de preocupación, y dedicaban el pésame a quien fuera que sería su próxima víctima del arándano con piernas.
- ¡Hola!, ¿sabes dónde está el nuevo? - preguntó al capitán del taller de Cálculos mágicos avanzados, Namjoon.
- No sabes escoger a tus víctimas Tae. - suspiró apenas despegando la vista del libro que sostenía - Está en la biblioteca.
- Ay... No me das muchos ánimos Namjoonie hyung. - le sonrió - ¡Pero gracias! - acabó por irse rápidamente.
Namjoon había sido su sujeto de estudio el semestre pasado, en el cuál debía crear un postre con la capacidad de cambiar de color las pupilas, como un efecto de lentillas. Y gracias a una ligera falla de cocción, el chico matemático terminó con una deficiencia en sus córneas, además de astigmatismo en ambos ojos. Así que por culpa de un pequeño peli-azul debía usar lentes con mucho aumento. Y claro, sus pupilas pasaron de ser cafés a ser de un tono miel.
En fin, en cuestión de minutos llegó al lugar que se le había indicado y encontró una cara desconocida para él justo en el área de libros sobre gastronomía. Sonrió de lado y con ligeros brincos de emoción avanzó hasta el chico.
- ¡Hola! - gritó de pronto y el pálido enfrente suyo saltó por el susto, mostrando por varios segundos una mueca chistosa - Lo lamento, hola.
- ¿Qué se te ofrece? - relajó su expresión y ocultó el libro que había tomado en su espalda.
- Quiero ser tu amigo, soy Kim Taehyung, ¿cómo te llamas tú? - le sonrió y logró sonrojar al contrario - ¡Ay que bonito, estás rosa!
- ¡D-déjame! - tartamudeó con evidente nerviosismo - Soy... Min Yoongi. - aclaró su garganta - Y no quiero amigos. - luchó por eliminar el sonrojo anterior.
- ¡Vamos! - hizo puchero, abultando sus mejillas - Podría hacerte postres, veo que te gustan. - señaló el libro de repostería para principiantes que Yoongi intentaba esconder.
Evidentemente, para alguien con poderes obscuros, no era algo digno el tener gustos tan delicados como cocinar. Ni tampoco deberían tener comportamientos de nerviosismo frente a un completo extraño.
Sin embargo, Yoongi no era igual a todos los de su categoría, más bien, tenía ciertos defectos.
Amaba la idea de preparar deliciosos platillos, ya fueran dulces o salados, pero él jamás había tenido la oportunidad de aprender cómo hacerlo.
Y era tímido la mayoría del tiempo, más cuando se encontraba con chicos lindos como Taehyung. Su cabeza simplemente se desconectaba, y revelaba tonos rojos en sus mejillas pálidas sin que ésto tuviera mucho sentido.
Definitivamente, ninguno de ambos hechiceros era común.
- ¿Me harías galletas? - lo miró de reojo, aún batallando por no sonrojarse nuevamente.
- ¡Claro!, me salen muy ricas. - sonrió en grande - ¿Entonces sí serás mi amigo? - el pelinegro frente a él asintió con una pizca de resignación - ¡Vale!
El plan de Taehyung era muy sencillo, le cocinaría las galletas que él quisiera en primera instancia, para así convencerlo de probar más para su proyecto.
La magia estaría dentro de la masa, y cada tipo de galleta causaría una emoción distinta. Ésta vez quería asegurarse de medir perfectamente cada gramo o mililitro, pues aunque se hubiera burlado antes, debía admitir que la idea de fallar con un Min no era precisamente emocionante.
Sabía que su familia Kim era poderosa, aunque se especializaba más en hechizos emocionales y de fortuna. Tales como pociones de amor, odio, felicidad, etc, y también adivinación del futuro o dones de suerte permanentes.
Sí, tenían ventajas sobre otras familias, claro está, pero no tanta como los Min.
Taehyung, sin admitirlo, se tensó al escuchar aquel apellido salir de la delgada boca del pálido. Esperaba cualquier otro, menos ése.
La familia Min era sumamente conocida, poseían un poder enorme, y el peligro estaba adherido a su nombre. Ellos, al ser especialistas en magia negra, podían hacer prácticamente cualquier cosa que se les ocurriera.
Desde transformaciones pasajeras, metamorfosis controlada, "mal de ojo", y ése tipo de acciones leves, hasta maldiciones que perduraban por la eternidad, vudú, control de mentes y la posibilidad de quitar o dar cualquier aspecto, ya fuera físico o emocional.
Sí, como quitar la voz directamente de la garganta, agregar una mano extra, o dejar ciego permanentemente a una persona. Cosas tan crueles sólo eran realizadas por escasos hechiceros, y la mayoría, pertenecían a los Min.
Así que, evidentemente el pobre Taehyung debía cuidar cada mínimo detalle de lo que diría, haría y cocinaría. No le hacía ilusión averiguar qué sería capaz de hacerle Yoongi si se molestaba con él.
Por un momento pensó en desistir, e ir corriendo con Jimin a decirle que tenía razón. Pero, realmente no tenía opciones, y su entrega de proyecto se acercaba amenazante, por lo que decidió tragarse la preocupación y afrontar sus consecuencias. Después de todo, él había insistido en que era buena idea, así que ahora debía hacer que ésto fuera verdad.
[...]
Ése mismo día lo llevó a su casa después de clases, más por fuerza que por gusto del mayor, y le preparó galletas de coco, ya que le dijo que eran sus favoritas. Bien dicen por ahí, "para ganarte a un hombre, conquista su estómago". Versión Tae sería "para pasar el semestre sin morir en el proceso, gana el estómago de Yoongi".
- ¡Están deliciosas Taehyung! - casi se atragantaba con ellas, las galletas habían borrado su personalidad tajante, ahora sólo parecía un niño pequeño con hambre - ¿Me haces más? - sonrió mostrando sus encías rosadas, el contrario luchó en su interior para no gritar de ternura.
- Claro, pero con una condición. - sonrió malicioso - Si te hago más, serás mi ayudante para mi proyecto de repostería mágica, ¿de acuerdo?
- Lo que sea por éstas delicias de dioses. - sonrió con dificultad por tener la boca llena. Primer reto completado, y sin morir en el intento.
Dicho ésto, Taehyung se dispuso a hornear una bandeja mediana de galletas sabor vainilla, y entonces inició con sus anotaciones para crear cada una de las masas de emociones mientras el contrario no paraba de masticar.
- Okey Yoongi, dime cinco tipos de galletas que te gusten. - tomó su pluma y libreta especial para recetas.
- De mandarina. - dijo de inmediato.
- No hay galletas de mandarina. - rió levemente al ver como el mayor formaba un puchero y soltaba un suspiro de resignación.
- Vale, entonces de chocolate, coco, vainilla, mantequilla y limón. - no paraba de comer mirando atento al chico - ¿Tu proyecto es de hacer muchas galletas? - cuestionó arqueando una ceja.
- Algo así, tengo que poner magia en ellas y lograr que funcione sin efectos secundarios. - explicó y acabó de escribir los sabores - Bien, ahora ayúdame a pensar en cinco sentimientos o emociones diferentes.
- Felicidad. - habló con la boca algo llena.
- Tristeza. - anotó - Enojo...
- Miedo. - comió otra más - Hmmm... Amor.
- Vale, ya está. - le dió una taza de café negro para acompañar las últimas galletas de la bandeja - Haré los hechizos y empezaremos con la prueba mañana.
- De acuerdo. - tomó un sorbo.
Yoongi se retiró poco tiempo después, con el estómago a reventar y migajas de galleta por toda su túnica. Definitivamente no era una imagen presentable para un hechicero obscuro, pero poco le importaba. Había sentido comodidad al estar con su nuevo, y único, amigo, pues era muy dulce y tierno con él. Además, no le importó quien fuera ni a donde pertenecía, simplemente le habló como una persona normal.
Éso fue lo que le sacó una sonrisa espontánea mientras veía el techo de su habitación por la noche. La idea de que Taehyung era diferente a todos. Un destello de calidez se implantó en su frío pecho, pues por una vez, no le tuvieron miedo, o por lo menos, no lo había externado tan dramáticamente.
Mientras tanto, Taehyung se quedó con una sensación de curiosidad con respecto al peli negro. Sí, seguía con ése pequeño miedo latente que lo impulsaba a no fallar en absolutamente nada, o al menos a intentar que así fuera.
Pero, también había notado que Yoongi no era igual a todos los hechiceros obscuros que había conocido.
Él era amigable en cuanto tomaba algo de confianza, y no atacaba sólo por berrinche.
Sumado al hecho de que decidió ayudarlo, sin necesidad de suplicar como niño pequeño y sin recibir muecas y suspiros hartos en respuesta, como solía ser con los demás ayudantes que habían pasado por sus manos. Era diferente, y éso le había gustado.
[...]
Al día siguiente, después de clases, Taehyung llevó nuevamente a Yoongi a su casa. Claro, no sin antes recibir algunas palabras preocupadas de su amigo de cabello algodón.
- ¿C-cual es tu problema? - susurró - No puedes... No puedes llevarlo así a tu casa Tae...
- Aish, pero si ya fue ayer, no pasa nada si va también hoy. - contestó con normalidad, olvidando que ése pequeño detalle no se lo había contado.
- ¿Fue a tu casa ayer? - gritó en un susurro - ¡Estás loco!
- ¿Te calmas?, es sólo para pasar el semestre, no pasará nada malo. - rodó los ojos con evidente cansancio.
- Tae, te amo, pero en serio me preocupa que tengas una sola neurona funcional allí arriba. - Tae bufó.
- Ya relájate, sólo le haré galletas, las comerá y se irá, ¿okey? - Jimin asintió no muy convencido.
- Ten cuidado, recuerda que es un Min con el que estás tratando. - ésto último logró escucharlo el pálido, quien luchó por fingir que seguía sin entender sus palabras.
- Ya ya, nos vemos el lunes. - le dio un abrazo rápido para luego caminar hasta Yoongi.
Él se mantenía de brazos cruzados, con su típica mirada seria, y reprimiendo por completo ésa punzada que le provocó aquel comentario.
- Listo, vámonos. - sonrió el peli azul.
- Claro. - no preguntó nada.
Finalmente, al llegar a casa de Taehyung, Yoongi pudo relajarse ligeramente. De alguna forma se sentía más tranquilo estando allí, así que solamente se sentó en un sofá y esperó a que Tae comenzara sus experimentos.
El menor fue preparando pócimas para cada emoción, tratando de cuidar cada gramo. A cada masa le asignó un color diferente, aunque no fueron los tonos que Taehyung esperaba.
Él imaginó colores pasteles, sin embargo, la primer bandeja de galletas mágicas tenía una paleta de colores opaca en demasía.
Supuso que los colorantes no tenían mucho pigmento ya, y que a éso se debía. Y ésa fue la explicación que le dio a Yoongi cuando éste preguntó la razón de los colores tan raros.
- Vamos, no saben mal, prueba. - formó un puchero, al cual el mayor no pudo resistirse.
- Vale... - tomó una galleta con tonalidad amarillenta, la mordió y pocos segundos después acabó por devorarla.
Claro que sabían bien, todo estaba en su punto, y realmente, los colorantes no habían sido el problema.
Lo que les había dado colores tan raros, era la magia de Taehyung, pues ésta había fallado en cantidad por mucho.
Provocando no sólo tonos opacos en el postre, sino también efectos extraños.
Las de felicidad tenían el efecto de una parálisis facial que te hacía no poder dejar de sonreír, acabando con una imagen algo tétrica. Literalmente, Yoongi sonrió forzadamente después de comer dicha galleta, y Taehyung casi terminó con un trauma al ver tan rara expresión.
- ¿P-podrías dejar de... S-sonreír así? - desvió la mirada sin poder aguantar más ésa imagen.
- No... Puedo... - articuló entre dientes - Ayúdame... Bruto...
- Grosero además de todo. - mofó y le extendió una taza de té negro, el cual contenía su antídoto maestro. Él a duras penas hizo entrar el líquido en su boca.
Las de tristeza, color azul grisáceo, hacían que te quedaras seco por tanto llorar, literalmente no podías detenerte. Yoongi comenzó con ligeros sollozos, acabando en un río de lágrimas que no paraban de salir, haciéndolo desesperar por no tener control.
- ¡Taehyung! - reclamó entre jadeos - ¡Quítame ésto ya! - sentía la boca seca, los ojos le dolían, y simplemente no podía dejar de llorar por absolutamente nada.
- ¡Perdón! - hizo un gesto tierno entregándole una segunda taza de antídoto.
- N-ni creas que... Comeré otra... - respiró hondo recuperando el aire una vez que sus cascadas cesaron.
- Por favor... - agrandó sus ojos para rogarle, Yoongi se rindió ante éso y asintió con una mueca resignada y un sonrojo levemente visible.
Comió ésta vez una galleta color uva obscuro, con magia de miedo dentro, y ésta provocó que Yoongi le tuviera miedo hasta a una pequeña mosca.
- ¡Aleja éso de mi, va a matarme! - exclamó señalando la mesa, con ambos pies sobre su silla y temblando de miedo.
- Es literalmente una mosca, baja de ahí. - Taehyung movió la mano sobre el insecto, haciendo que se fuera volando.
- Es culpa tuya. - Yoongi odiaba sentirse vulnerable, y en ése momento, se sentía completamente aterrado hasta del aire que pegaba en su cara.
- Ya lo sé, debo mejorar, perdón... - suspiró, y le dio más antídoto. Yoongi lo tomó de la mano mientras el té hacía su trabajo, básicamente para calmarse más rápido.
Ambos lucharon por ocultar su sonrojo que lentamente se iba formando en sus mejillas por el contacto.
Con el enojo, puesto en galletas color vino, sucedía que aunque te dijeran un cumplido explotarías en ira, sin saber diferenciar ni siquiera los tonos de voz. Taehyung casi acaba siendo golpeado por un pálido horriblemente molesto, quien podría jurar que sacaba humo por los oídos.
- Yoongi... Espera... - retrocedió - Respira, cuenta hasta die... No, hasta cien... - colocó sus manos delante como escudo.
- ¡No, te romperé la nariz por hablarme así! - resoplaba.
- P-pero... ¡Ni siquiera te hablé mal! - defendió - Te dije que te veías bonito comiendo...
- ¡Justo éso, y lo acabas de repetir! - Taehyung por impulso, extendió su mano hasta alcanzar una taza de su milagroso té y le lanzó el líquido a la cara al ver como su furia crecía.
Esperó su muerte, sin embargo, Yoongi se relajó gracias a algunas gotas que lograron llegar a su boca.
- ¿En serio crees que me veo bonito comiendo, Taehyung? - cuestionó una vez que el efecto pasó.
- Claro, pareces un gatito. - admitió con una dulce sonrisa.
Y por último, las de amor, entintadas de rosa obscuro, provocaban que quisieras besar hasta al televisor como si fueran esposos. Sin embargo, el aparato estaba muy alejado de Yoongi, quien tomó lo primero que sus ojos vieron entre sus manos, besándolo.
- ¿¡Q-qué haces!? - lo empujó ligeramente de su espacio personal.
- ¿Qué parece que hago, bonito? - se acercó peligrosamente.
- ¡Bébelo, ya! - intentó darle el antídoto, pero Yoongi ganó un último contacto antes de tomarlo.
Taehyung no podría negar que ambos besos le habían agradado, pero así no era como imaginaba su primer contacto bucal.
Yoongi simplemente se sonrojó llegando al tono de un rubí cuando el efecto pasó y su mente de hizo racional nuevamente.
- L-lo siento... - dijo en voz baja, avergonzado.
- No... Importa, fue culpa mía. - admitió sabiendo que sólo había sido un efecto de la galleta.
[...]
Durante ésa semana, Taehyung tuvo que rehacer cada poción al menos cuatro veces cada una, el pobre pálido ya no sabía si realmente su magia obscura daría más miedo que las galletas del chico. Sus efectos eran extraños, aveces en menor medida, pero tardó mucho en que ésa magia funcionara como debía.
Llegó el viernes, y ese día por fin los efectos estuvieron dentro de lo normal para cada sentimiento, ahora Yoongi no podría, ni quería, beber más té negro en demasiado tiempo.
Ésta vez, todas tenían colores de tonos pasteles,
- Okey, galletas de coco, felicidad. - le entregó una, recibiendo una mueca - No hagas caras ya te dije que no pasará nada malo... Ésta vez.
Yoongi la comió aún dudando, masticó lentamente hasta que el sabor inundó su boca, comenzando a comerla apresurado. Pasaron algunos segundos, y su expresión angustiada cambió a una totalmente alegre.
Incluso su voz ronca normal se transformó en una tierna voz más infantil.
- ¡Pero que bonito día es hoy!, no había notado lo mucho que me gusta sonreír. - miró a Tae con una bella sonrisa de gomita - ¿Me das más por favor?~ - habló juguetón colgándose del brazo del chico.
- Aguarda. - anotó los resultados con un perceptible sonrojo, Yoongi le causaba demasiada ternura, aunque no quisiera admitirlo - Siguiente, galletas de mantequilla, tristeza.
Le entregó una, Yoongi hizo que se la diera en la boca al bajar las manos y acercarse más, en cuanto comenzó a masticar el postre azulado dejó de sonreír, bajó de la silla con movimientos lentos, se hizo bolita en el suelo y bajó su tono de voz. Quien lo viera diría que acababa de volver de un funeral o algo incluso peor.
- La vida es horrible... - suspiró bastante audible - Quiero morir... - sollozó abrazando sus rodillas contra su pecho - Me daré un tiro. - Taehyung lo miró asustado, no tenía armas evidentemente, pero no creyó que diría éso sólo por una galleta.
- Espera espera, come un poco. - anotó rápido los efectos y acercó el siguiente postre, una galleta lila con miedo dentro - Mira, te gustan las galletas, come.
Le metió dicho postre a la boca y lo ayudó a masticar, pues estaba muy triste como para hacerlo solo.
Tragó, el efecto de la anterior pasó y Yoongi por fin se sentó de nuevo en su silla.
Taehyung aguardó un poco a que terminara de calmarse, y le mostró una imagen aterradora en su oráculo, un jinete sin cabeza manchado de sangre bastó y sobró.
- TAE, DIOS, AYÚDAME. - gritó casi cayendo de su asiento y se colgó del brazo de Taehyung de nuevo - QUÍTALO QUÍTALO.
- Funciona bien. - anotó conteniendo su risa por la expresión aterrada del mayor - Ya ya, tranquilo, come más galleta. - borró la imagen y le entregó una color naranja.
La galleta le ayudó a calmarse, además de unas pequeñas caricias en sus manos por parte de Taehyung. El ambiente entre ambos se notaba tranquilo y romántico, sin embargo, ya era momento de hacer que se activara la siguiente emoción.
Para ésto, Taehyung recordó un detalle que el pálido había mencionado en una de sus tantas conversaciones. Él tenía un peluche en forma de bolita color marrón en su habitación, era un secreto para todos, incluso para su padre, pues un mago oscuro no puede tener gusto por cosas tan tiernas. Pero él lo adoraba, era su pertenencia más querida.
- Yoongi, rompí a Shooky. - dijo, aún sabiendo que aquello no tenía sentido pues jamás había estado en contacto con el peluche. Sin embargo, para el chico hechizado, sí tenía mucho sentido.
- ¡YO TE ROMPERÉ A TI LA CARA KIM! - lo amenazó con puño cerrado al instante.
- ¡RELAJATE NO ES CIERTO! - anotó los resultados bajó la profunda mirada del contrario, quien se molestó aún más por no recibir atención - Ya, última. - Yoongi lo alzó de la camisa para que dejara de ignorarlo - ¡Aaaaah, amor amor amor amor! - aventó como pudo la galleta a su boca.
Casi se ahogó con el postre rosado, pero logró tragarla, provocando que su enojo bajara rápidamente. Yoongi, ya con el nuevo efecto en su sistema, en lugar de ahorcarlo lo besó, aún sujetándolo de la camisa, pero lo besó.
Taehyung le correspondió con sorpresa, pero realmente le gustaba la manera tan cariñosa que tenía el peli negro para besar. Poco a poco lo bajó al suelo, ahora pasando sus manos por la cintura del menor, y Taehyung aprovechó los efectos de su magia sin dudarlo.
- Te amo TaeTae. - dijo suavemente mientras se separaban unos cuantos centímetros, regalándole una mirada de borrego enamorado.
- ¡Funcionan todas, no reprobaré! - sonrió aún abrazado al chico, quien se sonrojó por ésa tierna vista - Te traeré té ¿si? - asintió.
Se separó para ir a la cocina, poco después le entregó una taza del antídoto, y los efectos no tardaron en pasar.
- Gracias Yoongi, sin ti hubiera repetido semestre. - volvió a sonreírle - Sólo hace falta la presentación en la clase y listo.
- Sólo no menciones a Shooky, no quiero arrojarte contra la pared a mitad de clase, o que alguien se entere de ése muñeco. - rieron - Aunque, la segunda es peor.
- ¡Oye! - reclamó con un puchero, sonriendo al escuchar la risa de Yoongi.
Podía ser hijo de un hechicero sumamente malvado y poderoso, pero Taehyung aseguraba totalmente que Yoongi era la persona más tierna y sensible que había conocido. Incluso más que su mejor amigo, quien ya de por sí era un algodón de azúcar.
En sólo siete días ambos habían descubierto que congeniar no les era nada difícil, al contrario, compartían muchas cosas en común.
Yoongi decidió aprovechar la magia de Taehyung para confesar ése mismo día lo que su corazón le había estado gritando desde que lo vió en la biblioteca por primera vez.
Que lo quería junto a él, sin importar nada. Sin interesarle lo apresurado que era aquel sentimiento.
Mientras Tae guardaba todo su desastre de pócimas y masa, dejando separadas las que ya tenían su "sello de aprobación", Yoongi no dejaba de seguirlo con la mirada y lanzar suspiros a cada minuto, poniéndolo notablemente nervioso.
- ¿Qué tanto me miras eh?, depravado. - bromeó con un sonrojo creciendo en sus mejillas. Sí, ciertamente las pupilas oscuras de Yoongi no se mantenían tan lejos de sus atributos, pero evidentemente no se lo diría.
- Te amo Taehyung. - respondió con seguridad en su voz.
- Debí darte más té, creo que te quedaron efectos del chocolate mágico. - se paró de puntas para alcanzar un estante, tratando de creerse su propia explicación y de pronto sintió que lo abrazaban por detrás - Sí, me faltó té.
- No te faltó nada. - recargó su rostro en el hombro de Tae - En serio te amo. - repitió con un tono más suave.
- Sólo hemos convivido una semana, no puedes amarme. - sintió un beso húmedo en su cuello, el cual lo sacó ligeramente de su centro - Yoongi de verdad, no... N-no hagas éso. - suspiró.
- Entonces gírate. - Tae obedeció y quedó de frente a él - Me gustas mucho, desde que me espantaste en la biblioteca...
- ¿Hablas en serio? - sus mejillas ardían de vergüenza, y no podía mantenerle la mirada al chico. Sumando el hecho de que éste no lo había soltado ni se había separado.
- Los Min no mentimos. - sonrió de lado - Eres muy hermoso... Por dentro y por fuera.
- Yoonie, pienso lo mismo de ti. - ocultó su rostro en el hombro contrario ya sin poder aguantar sus nervios.
- ¿Me dejarías conquistar tu corazón? - sonrió ampliamente gracias a la ternura que le daba ver a Taehyung así.
- Ay Yoongi, has sido tan tierno conmigo en ayudarme cuando nadie más quiso. - lo miró demasiado sonrojado - Así que ya tienes muchos puntos a tu favor.
Se besaron, ésta vez sin una galleta hechizada de por medio, suave y lleno de cariño.
- Tal vez las galletas de amor no tengan efectos en ti durante mi presentación. - rió el menor al separarse.
- Bueno, me provocarán más amor por ti. - contestó - Y realmente no me molestaría besarte frente a todos.
- ¡Yoon! - reclamó con una sonrisa nerviosa.
[...]
Al cabo de un mes, Yoongi y Taehyung habían comenzado una linda relación.
El examen del menor había salido perfecto, aprobando con una nota alta gracias a que sus postres, por primera vez en una evaluación así, no habían tenido efectos negativos.
Claro, a Jimin, y básicamente a todo el mundo les parecía extraño que dos chicos tan diferentes pudieran tener un noviazgo bueno, pero éso a ellos les importaba poco.
Taehyung amaba a su novio, y disfrutaba de aprender hechizos oscuros de vez en cuando por curiosidad. Su suegro tardó en asimilarlo, pero al final admitió que el peli azul era una persona agradable, así que los dejó ser.
Yoongi adoraba a su chico, pues sabía que le hacía falta luz y dulzura en su vida desde siempre.
Ahora, él era su ayudante permanente para sus exámenes o proyectos, pues además de gustarle pasar tiempo en casa de los Kim, también amaba lo que las manos de Taehyung sabían hacer.
¡Hey!, sin pensamientos raros. Él amaba la habilidad de su novio en la cocina de repostería.
En fin... Gracias al destino, magia blanca y negra se habían combinado a la perfección, formando una magia dulce.
Okey, no sé si éso haya sido fluff, pero lo intenté.
Los amo. ❤
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro