EL ENCUENTRO
Estaba al frente de sus tumbas, inmóvil como una estatua más de las que se encontraban en aquel lugar, solo reaccioné cuando sentí un frio en mi espalda, no era ese frio de la noche si no era algo diferente, me di la vuelta y no encontré nada, solo un poco de neblina que comenzó a moverse alrededor mío, luego vino la sensación de que alguien me observaba; el pánico se apoderó de mí y salí corriendo.
Corrí y corrí lo más rápido que pude hasta que de un momento a otro caí cuesta abajo por un barranco, solo escuché un chasquido en uno de mis brazos y un dolor puntiagudo, abrí los ojos para ver el estado en que se encontraba, justo ahí vi los rostros de unos ángeles; su cara era blanca y hermosa, con una mirada profunda que trasmitían calidez y tranquilidad, volví a cerrarlos y al abrirlos una vez más vi una luz, no era la del sol sin no la de un hospital, a mi lado estaba Sol y Caroline que hablaba con el doctor.
Pasó una semana y creí que con mi depresión las cosas cambiarían para bien, mas no para mal. En casa Caroline me mantuvo encerrado y en el colegio lo único que se dio a conocer es que todos habían sido víctimas del engaño de mi padre, más ellas que los demás. Todo eso se volvió tema popular, ya ni quería que me hablaran, bastante tenía con ver como todos creían esas absurdas mentiras, por eso fue que termine desconectándome del mundo, solo aprovechaba el regreso a casa para pasar por el cementerio y visitarlos, calmar un poco aquella soledad toxica que me llevó a un apego por aquel medallón; el único recuerdo de mi padre que no se me arrebató, solo que con él mis noches comenzaron a cambiar.
El primer sueño fue con los rostros de esos ángeles que había visto, en este ellos me hablaban y me pedían un deseo; llorando me imploraban que les diera vida. Fue tan repetitivo que despertaba confundido; por esa razón decidí buscar esas caras en el cementerio; tal vez solo eran rostros de algunas de las estatuas que debido a mi estado las veía diferentes.
Un día que un profesor no asistió, aproveché para ir a ese lugar y calmar de una vez por toda esa ansiedad. Comencé a buscar tumbas que tuvieran estatuas con esos rostros, se fue todo el tiempo y todo fue un fracaso, no encontré nada que se les asemejara. Con un nudo en el estómago me dispuse a salir, en esas vi que algo se movía, era una sombra gigantesca que venía en mi dirección. En el momento en el que quise correr esta me agarró por el cuello, no podía respirar, lo único que hice fue dar patadas y golpear sus manos para que me soltara, sin éxito alguno comencé a perder el sentido, solo escuchaba lo que me decía. — ¡shh, no luches, todo tu esfuerzo será en vano!
Aflojando un poco sus manos, me agarró por los brazos, en menos de un segundo aparecimos en otro lugar; era un cueva o algo así, todo estaba oscuro, no lograba distinguir nada y todo me daba vueltas, lo que si seguía escuchando era ese susurro en mi cabeza. — ¡Danos el poder!
— ¿De qué está hablando, cual poder? — logré decir.
Lo próximo a sentir fue un ardor en el pecho, unas manos trataron de quitarme el medallón; pero algo lo detenía, creo que era el sentimiento que representaba para mí. Después un líquido caliente comenzó a salir, supe que habían tomado aquel medallón con pedazos de piel, no le puse cuidado al dolor por que en ese momento esa sombra me obligo a tomar algo, solo fueron dos sorbos y de repente todo desapareció por completo, sintiendo nuevamente esa calidez y tranquilidad. Al recuperar mi visión noté que me encontraba en una cripta, trate de ponerme de pie pero algo me lo impidió.
— ¡No te muevas!, la herida se va abrir y ya no podemos seguir resistiendo. — dijo una voz cordial
Hice caso y me volví a costar, medio dormido reconocí el rostro de esos ángeles, ya no eran dos si no cinco, creí que definitivamente había muerto y me encontraba en el cielo; pero no fue así, aquellas voces decían lo mismo que en mi sueños
— Eres el elegido y el único que nos puede dar vida — expresó un joven.
— Pero el medallón lo tienen ellos — exclamó un niño
— De nada les servirá el medallón, es el muchacho él que lo despertó, solo la sangre de un alma inocente lo podía hacer —aclaró otra voz bastante ronca.
Quise participar en la conversación, contarles lo que me había sucedido en el sótano, solo debía esperar a tener algo de fuerzas, cosa que no llegó. En un intento por caminar dos figuras aparecieron a mi lado, los dueños de esas voces eran niños de mi edad, la niña era bastante linda, ambos me miraron, y como un zombi quede hipnotizado, luego sonrieron llevándome afuera, para darme cuenta que ya había oscurecido.
— ¡Tengo que llegar a casa, me meteré en problemas! — grité
— Creo que ya estás en problemas, llevas dos días con nosotros. — dijo aquella niña
— No te preocupes, te ayudaremos — confesó aquel niño tranquilizándome un poco.
— ¿Quiénes son ustedes?— pregunté sin darme cuenta como un joven aparecía a mi espalda; por su apariencia diría que estaba entre los 17 y 18 años, tenía la misma cara angelical.
— Somos vampiros o cómo quieras decirnos, caminantes nocturnos, asesinos de almas, o los despiadados —dijo.
Reí creyendo que era una broma, que a lo mejor estaba soñando, solo que en mis sueños sus ojos no cambiaban de un negro intenso a un rojo sangriento. Aquello me hizo temer, traté de alejarme pero ellos me rodeaban fácilmente, estaba tan nervioso que por poco caigo a un abismo, uno de ellos me atrapó en el aire y detuvo su mirada en mi herida que empezaba a sangrar nuevamente, en ese instante el me cubrió con su cuerpo, al ver atrás creí en cada una de sus palabras; los ojos de esos dos niños estaban clavados en mí, con rabia mostraban sus colmillos.
El hombre de apariencia alta, contextura delgada y cabello oscuro, dio una orden al joven, después volvió a mí — Lo mejor es que te lleve a casa — anunció dando un salto para salir de ese lugar. Durante el recorrido me decía en voz baja — Esto es un sueño
— No lo es, en un sueño no sangras— confirmó aquel hombre.
— Entonces ¿qué fue todo eso?, tengo miedo, no sé si estoy despierto o soñando.
— No te atormentes, mañana será otro día y estarás bien. — comento él dejándome en el suelo. Al darme cuenta ya estaba al frente de mi casa, al voltear para despedirme él ya se había ido.
Para evitar problemas decidí entrar por la puerta de atrás, cautelosamente abrí y algo llamó mi atención, había una etiqueta sobre la mesa que decía EN VENTA, ahí mismo desapareció la preocupación, esta fue reemplazada por la indignación de saber que el techo por el que mi padre luchó seria vendido de la noche a la mañana. Sin dudarlo fui a la habitación de Caroline; quien por teléfono daba los detalles de la casa, tan pronto me vio término la llamada y aclaró la situación no sin antes regañarme por mi desaparición.
— Tomé una ruta equivocada y me fue difícil regresar — dije como excusa
Como siempre no creyó ni una sola palabra, solo comentó — De todas formas para mí es un problema que andes solo por ahí, por eso he contratado a una niñera para que te vigile todo el tiempo.
No le di importancia y subí a mi habitación, al entrar el ruido de la ventana me alarmó; a lado de mi cama me esperaban.
La niña se acercó viendo mi herida — Veo que ya está mejor, discúlpanos por haberte asustado de esa manera. — murmuró tocándola
—Estoy bien, no hay problema ¿Cuáles son sus nombres? — pregunté
— Frederick, pero me dicen Fred, y ella es mi hermana Elizabeth pero le puedes decir Eli — respondió Fred.
— Soy Michael, ¿ustedes estaban con esa sombra que me atacó?— traté de preguntar, pero Eli me abrazó y me acostó —Todavía hay tiempo para responder todas las preguntas, mañana nos vemos, por ahora descansa.
Ese mañana nos vemos se me hizo eterno, no fui al colegio debido a mi castigo, tampoco podía escuchar muisca; Caroline me quito el reproductor, me entretuve viendo televisión, quería aprovechar esa soledad para verlos, saber más sobre esa sombra y sobre ese supuesto poder. Comprobé que la espera si desespera, comí rápido y sin ganas anhelando el anochecer, traté de dormir pero terminé dando vueltas. Justo a la media noche una risita me levantó, desde mi ventana vi al vampiro Joven; tenía una mirada de vigilante, le iba hacer señas para que subiera, pero sentí que un brazo me agarró por detrás, eran Eli y Fred.
— ¿Por dónde entraron? — pregunté
—Por la puerta de atrás, para la próxima vez entramos por la ventana — comentó Eli riendo.
Esa noche Fred resumió sus vidas.
— Llevamos 50 años siendo niños, somos hermanos y nuestra muerte fue en un accidente vial en medio de un conflicto social o religioso. Nosotros llegamos con vida al hospital, pero como no hallaron a nuestros padres a tiempo, fallecimos. Cuando despertamos no sentíamos dolor, solo percibíamos fuertemente el olor a sangre.
Al escuchar su historia no podía dejar de pensar en lo aburrido que sería vivir 50 años con la apariencia de un niño, viendo hacia afuera pregunté por el joven.
— Él es Joseph; nuestro hermano mayor, su muerte fue muy trágica; estaba a punto de casarse y en la despedida de soltero terminaron con unas mujeres, fue muy afortunado porque todos sus amigos fueron mutilados, el sobrevivió porque era el festejado, así que lo convirtieron — Eli respondió.
— ¿convirtieron? —pregunté.
— No sabemos mucho sobre la conversión, en nuestro caso ya estábamos más muertos que vivos, fue Sarah la que nos convirtió, creo que cuando se es niño no se necesita acceder por voluntad propia, se puede hacer cualquier cosa. — expuso Fred.
— Eso suena a manipulación — dije sin querer, ocasionando una incomodidad en el ambiente.
Eli y Fred se miraron y hasta ahí llegó nuestra conversación, salieron por la ventana con algo de prisa, parecían como el viento, en un abrir y cerrar de ojos nos los pude ver. Me sentí mal por como termino esa charla, debí haber sido más sutil.
Caroline no perdió tiempo y al día siguiente ya estaba mostrando la casa, para que no le echará a perder su intento de venta, me obligó a ir con mi prima a una reunión de superación; Sol entró a las charlas de motivación y emprendimiento, yo entre a las que eran partidas por psicólogos para chicos con problemas y con depresiones. Sin tener otra opción aparenté que ponía cuidado; pero la verdad es que mi mente estaba en otro lado. Solo participé en los ejercicios de grupo porque vi que ellos estaban ahí, con su velocidad cambiaban las cosas de lugar, cosa que desubicó a los organizadores, a los pobres nos les quedó de otra que dar por terminada la actividad.
Fue uno de mis mejores días, más al ver la travesura que le hicieron a mi prima; uno de los chicos de su grupo escupió un chicle, este iba al piso, pero algo hizo que su trayectoria fuera a parar en la cabellera de Sol. Ella ni cuenta se dio, seguía disfrutando creyéndose superior a apunta de mentiras, tuve la intención de decirle del pequeño problema que tendría en su cabellera, solo que apenas me vio lanzo esa mirada de "Ni se te ocurra hablarme".
Tan pronto estuvimos de regreso hice mis deberes de la escuela, algo distraído porque el berrinche de mi prima con su accidentada cabellera dio para una noche llena de drama; su llanto fue exagerado y solo por un tonto corte de cabello.
— Tranquila, todo está bien, luces bonitas — dijo mi tía tratando de consolarla
—Todo vuelve a crecer, deja el drama — dije
— No necesito tu opinión — aclaró ella.
Espere un buen rato, disfrutaba ver como ella sufría al intentar peinar su corta cabellera. Como no aparecieron baje y fui hacia la parte de atrás, no vi nadie, espere unos cuantos minutos y volví a la habitación con algo de decepción, al ver por la ventana alcancé a ver una sombra saliendo del jardín; logre reconocer a Joseph, tenía una cara como si algo le molestara, quise llamarlo pero ya era muy tarde.
***Próximo capitulo***
Michael es feliz con sus nuevos amigos, pero hay alguien que se la pasa vigilándolo día y noche, el sospecha de su niñera, se da cuenta que ella es misteriosa y mas cuando lo ayuda a librarse de otro peligro que lo acecha...
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