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CAPITULO UNO

Mike
«Me enamoré.»

Una vez que sus manos estuvieron juntas ya no había manera de retractarse. Ni siquiera para pronunciar un “pero”.

Hace unas semanas atrás, Mike se encontraba atendiendo a los clientes como de costumbre, preguntándose una vez más si había tomado la mejor decisión. Una cafetería en la zona no tan visitada de New York no sonaba tan mal.

La paga era buena, y ya no tenía que hacer los trabajos extra, pero su mente desde hace un par de meses no paraba se hacerse la misma pregunta.

El trabajo no era tan malo, y una de las mejores cosas de aquel lugar era la pequeña rubia que preparaba el café. A pesar de ser alguien muy imperativa, siempre sabia cómo sacar su mejor lado.

Tenía una pequeña reputación con esta, de fiesteros, borrachos y lujuriosos. Mike no era lujurioso, solo calenturiento. En cambio Lex, ella era la definición de lujuria y extrañar a tu ex a pesar de no haber sido nada serio. Normalmente salían de fiestas todas las noches. Lex quería llenar un vacío dentro de ella, mientras que Mike quería ahogarse en alcohol para no pensar.
Una noche los padres del pelinegro lo llamaron para asegurarse de que no estuviese bebiendo de más.

Les repetía que tenia 22 años, no era necesario que se preocuparan tanto, pero su madre no paraba de decirle que nunca dejaría de preocuparse por él, al igual que su padre, pero Mike no veía tan probable la preocupación de aquel hombre.

Chillo al ver cómo su teléfono comenzaba a vibrar en su bolsillo. Se limpió la boca lo más rápido que pudo, no había parado de vomitar desde que llegó.

––¿Bueno? ––carraspeo.

––¿Mike? ¿Estás bien mi amor? ––la dulce voz de su madre siempre lo hacia sentir mal de alguna o otra manera––. Suenas agotado.

––Estoy muy bien tranquila.

––Mike, suena a que estás mintiendo ––el pelinegro miro a su pequeña amiga una vez que su padre habló.

––Mamá. Papá. De verdad, estoy bien.
Entonces hubo un silencio de por medio. Mike sabia a la perfección que engañar a sus padres no sería tan fácil.

Miro a su pequeña amiga quien, intentando acomodar su sandalia terminó por golpearse contra el lavamanos, y chocarse con el pelinegro.
––¡AUCH!

––¿Mike? ¿Estás con Lex?

Guardo silencio en ese momento, sabía que si confesaba estar con la rubia lo descubrirían. Lex cubrió su boca y comenzó a dar vueltas por todo el baño.

––¡Estoy con mi novio! ––dijo de repente. Tanto él, Lex, y sus padres quedaron sorprendidos ante la confesión.
No había tanto escándalo si se trataba de confesar que se trataba de un chico.

Hasta hace un par de años confeso ser gay, no había sido la gran cosa en su momento, pero esa confesión no paraba de darle vueltas en su cabeza en cuanto se trataba de su padre.

––V-…Vaya… ––comenzó su madre.

––No nos habías contado.

––Es que yo… Pensé en presentárselo cuando tuviéramos más tiempo…

––B-… Bueno mi amor… Eso está muy bien, pero nos hubiese gustado que nos avisara…

––¿Cuánto llevan juntos? ––interrumpió su padre.

En ese instante Mike colgó. Se le saldría de las manos si la conversación avanzaba aún más.

Lex tomo el teléfono del pelinegro una vez que colgó, aún analizaba la situación.

––¿¡Un novio Mike!? ¿¡En serio!? ––grito––. ¿No pudiste decir que estabas viendo una película o algo?

––Sí, Lex, alguien se tropezó conmigo en el cine mientras hablaba con mis padres a mitad de película. ––dijo con sarcasmo.
Entonces la rubia piso fuertemente el pie del chico.

Mike hizo lo posible para no soltar un grito en aquel momento. Mordió su labio inferior golpeando la pared con fuerza, agradecía que el baño estuviese desocupado en aquel momento, y que fueran los únicos allí.

«Ahora debo encontrar a alguien que me ayude con esto.»

No conocía a nadie con quien tuviese la suficientemente confianza para pedirle que fingirse ser su novio. Si lo pensaba, podía llegar a ser algo grave. Sus padres eran personas tranquilas, pero odiaban las mentiras y, a pesar de ser mayor de edad y haberse independizado, Mike no buscaba tener algún tipo de conflicto con sus padres, quería que se siguiesen sintiendo orgullosos de él pese a todo.

––Tal vez deba decirles la verdad.

––NAHAH ––su amiga volvió a pisarlo. Mike no entendía por qué siempre lo hacía ¡Pero dolía!––. ¡Quedarás en ridículo!

––Primero: auch ––quejo, recostándose de la pared––, y segundo: creo que debería afrontar ya las cosas ¿No crees?

––Sí, pero en este momento no. Es como si les dijeras a tus padres que no inhalas marihuana, mientras la guardas en tu cajón.

––No inhaló, solo bebo.

––Una cosa, otra cosa, ya me da igual.
Si era sincero: ya no quería seguir con aquella conversación. Simplemente suspiro y camino hacia afuera.

Normalmente Mike tenía una personalidad atrevida y algo carismática, era lo que lo hacía él mismo. Pero en ese momento, en el que esperaba afuera de una fiesta un taxi con su mejor amiga, estando preocupado, y con los nervios de punta, se sentía vulnerable.

Si bien, siempre se ha dicho a si mismo que está bien sentirse vulnerable todas las veces que sean posibles, pensaba que aquel era uno de los peores momentos para estarlo. Pues se encontraba mintiendo sobre su vida amorosa y, por alguna razón, cuando Mike recordaba su vida amorosa siempre se le hacía un nudo en la garganta.

“Lujurioso, atractivo, directo, divertido, atrevido, borracho” eran las palabras que describían al pelinegro a ojos ajenos.

Mike se describía a si mismo cuando estaba solo como alguien: tranquilo, chillón, llorón, cariñoso, cursi, dramático y hambriento. No se esforzaba en ser chistoso, no buscaba mantenerse atrevido, y tampoco como un bebedor. Seguía negando ser lujurioso. 
Miraba hacia atrás, fijándose en todos los chicos guapos que habían dentro y que, fácilmente podría pasar una noche con ellos, pero, ¿serviría de algo? Bajo la mirada viendo cómo su mejor amiga se recostaba de su hombro.

Si se llevaba a un chico de noche, tenían relaciones y comenzaba a encariñarse, en la mañana no tendría más que jaqueca y dolor en el pecho, por pensar que algún extraño atractivo que conoció por un par de horas para calmar la presión bajo su pantalón, se enamoraría de él en tan solo una noche. Prefería beber un trago y seguir bailando con la misma libertad dolorosa de siempre.

«Yo te supere, pero, por tu culpa me da miedo empezar desde cero con alguien más.»

Una vez estuvo en su departamento no pudo evitar pensar en eso. En como tenía miedo de empezar algo con algún otro chico, y que este solo terminará utilizándolo. Miro a su alrededor viendo su hogar, moderno y limpio, tan grande, tan bien decorado y lleno de color, y tan solo, solo como él, como Mike.

Cerró los ojos con fuerza tratando de conciliar en el sueño, pero simplemente no podía dejar de pensar en la llamada con sus padres, en aquel chico de su pasado, y en qué tenía hambre. Algo que Mike disfrutaba mucho era en comer. Para su extraño gusto era una de las cosas que más apreciaba. Si se tratase de él, comería a cada segundo del día.

Pero no era tan bueno cocinando. Si Mike se equivocaba con algo en la cocina y, no encontraba solución, terminaba por pedir comida rápida o simplemente se hacía un sándwich.

Perfectamente podía hacer postres debido a que una tía lejana le había enseñado, pero cuando se trataba de comida salada no sabia que hacer bien.
Miro hacia la pared, donde tenía cuadros con sus padres en su graduación, de pequeño y demás recuerdos.

Sintió una enorme carga encima y un dolor en el pecho que le dificultaba respirar. Mentir podía ser tan fácil como respirar, pero él odiaba las mentiras más que nada en el mundo. Lo herían, y sobretodo, lo hacían sentir culpable.

Entonces pensó en confesarles a sus padres la verdad, admitiendo que todo era una vil mentira y suplicar su perdón. Tomó el teléfono entre sus manos, viendo el número telefónico por un largo rato hasta marcarlo.

No contestaron.

El pelinegro intento marcar una vez más, pero no tuvo éxito.
Cerró los ojos dirigiéndose a tomarse una ducha para luego ponerse su pijama. Está vez, había dejado un té de lavanda preparándose en la cocina, quería dormir, tal vez despertar con jaqueca a la mañana siguiente pero dormir.

No pensaría en nada por un par de horas hasta la mañana, cuando se suponía que trabajaba.

––No pegué el ojo en toda la noche ––comento tomándose un vaso de café.

––Si te ven tomando de este café lo descontará de tu sueldo.

Mike entonces regreso el café que tenía retenido en la boca al vaso desechable, dejándolo a un lado. Suspiro. 

––Ayer intenté llamarlos para decir que todo era una farsa, pero no contestaron.

––¿¡Por qué lo haces!? ––su amiga dejo de ordenar los vasos––. ¡Será aún peor si confiesas!

––Detesto las mentiras.

––Y yo detesto que el café con leche tenga leche ¿Me ves quejándome? ––miro el rostro cansado del pelinegro.

––Son cosas muy distintas.

––No lo son.

––Claro que sí.

––No, Lex.

La rubia soltó un grito llevándose la atención de los trabajadores, y clientes del lugar, Mike fingió demencia y le dio un pequeño empujón a su amiga, devolviéndola al puesto de trabajo.

No estaba de ánimos para reclamar por sus gritos, pero aun así, tenía que mantener su personalidad de siempre en el trabajo. Era lo que lo caracterizaba y lo hacia único.

Sí se mostraba de una manera más vulnerable ante las demás personas, dejaría de parecer alguien positivo, y las críticas vendrían.
Vio la alta figura de su madre entrar en la estancia. La mujer tenia un par de canas en su cabello corto azabache, vestía de una manera elegante pero sutil.

Mike recordaba haber visto fotos de sus padres de jóvenes, su madre destacaba mucho en cuanto la vestimenta.

––Oh, hola Mikie ––su madre se inclino para darle un beso a su hijo, por encima de la caja registradora––, me preocupaba haber llegado temprano.

––Para nada ¿Qué te trae por aquí? ––salió para guiar a su madre a una de las mesas.
––Quería hablar sobre… anoche.

––Ya veo, entonces dime ––Mike quería tomarse aquella conversación con toda la calma posible.

Su madre lo examinó por un momento, buscando alguna pizca de mentira que pudiera delatar al pelinegro. Mike se mantuvo serenó viéndola fijamente, su madre sonrió con dulzura acariciando su mejilla.

––A tu padre y a mí nos sorprendió mucho la noticia.

––No quería decirlo tan temprano. ––fingió.

––Querías tomarte tú tiempo, lo entiendo, ya eres un adulto.

––Lo soy ––asintió––. Es por eso que a veces me pregunto por qué siempre me llaman en la noche.

––Eres un adulto, pero a los ojos paternos seguirás siendo un niño, mi amor ––sin embargo, la mujer suspiro volviendo a sonreír––. Yo… solo recuerdo cuando eras un niño y, jugabas a la pasarela cada vez que comprábamos ropa.

––Aún lo hago, soy un modelo muy bueno.

––Claro que sí ––asintió entre risas––. Sabes, siempre me ha gustado que seas un niño feliz. Aún cuando tienes días malos, cuando te hacen daño y pierdes las fuerzas, no dejas que ese brillo en tus ojos se vaya.

––Busco lo positivo en las cosas.

––Es lo que me gusta de ti.

Entonces su madre los tomó de las manos, mirando hacia los lados, como si pudiese encontrar a la pareja de su hijo. Mike se inclino para darle un beso en una de sus manos.

«No puedo decirlo.»

Si confesaba en aquel momento que no tenía ningún novio, se sentiría aun más culpable por mentirle a esa mujer tan dulce que tenia en frente. Se sintió como un mal hijo.

––¿Qué dijo papá sobre esto? ––pregunto de repente.

––Quiere conocerlo, dime, ¿es bueno contigo?

Por un momento, Mike no supo que responder, fijó la vista a la nada y su garganta se encogió. “¿Es bueno contigo?” era extraño para él pensar que un chico podía ser bueno con él de una manera romántica
.
¿Qué jugar con sus sentimientos y sentirse utilizado no era algo bueno ni romántico?
Relamió sus labios regalándole a su madre una sonrisa encantadora.

––Te lo presentaré en el momento indicado.

Su madre oculto la sorpresa de sus rostro, tal vez esperaba que su hijo confesará su mentira. Acaricio su cabello antes de asentir levemente. Se dirigieron a la caja registradora en donde su madre saludo a Lex, y pidió un par de dulces para llevar. Mike clavo la vista en la puerta poco después de que su madre se fuera, pensando qué acaba de hacer.

Su pequeña amiga decidió no decirle nada mientras atendía, el pelinegro agradeció el gesto tomándose un par de minutos para volver a su estado habitual.

«Lujurioso, atractivo, directo, divertido, atrevido, borracho.»

Decidió cambiar ese pensamiento por algo más.

«Divertido, atrevido y atractivo.»
Estaba en su trabajo, no de fiesta a mitad de la noche cantando como un despechado.
La mañana paso, y con eso, la presión de su pecho. Mike miro su teléfono fijándose en la hora: 3:30 pm.

Dejo a alguien más a cargo de la caja, cuando se dirigió hacia su mejor amiga está ya tenía el café de siempre preparado. El pelinegro puso un pan dulce, una dona de chocolate en una bolsa de papel, posicionó el café a un lado de modo que no se cayera.

Entonces aquel chico pelirrojo a quien miraba cada tarde entro, arreglando sus zapatos y dirigiéndose hacia la caja con un acompañante a su lado.

Meses después de que Mike comenzó a trabajar en aquella cafetería, apareció él: no sabía su nombre exactamente, ni tampoco se había molestado en pedírselo. Pero era la atracción y el aura del chico lo que llamó la atención del pelinegro.

Pelirrojo, ojos verdes, y callado… Estaba más que seguro que lo había visto en alguna otra parte. No era tan alto, era casi como de la altura de Mike, había intentado mantener una conversación con él, con su personalidad de siempre tratando de llamar su atención, pero este simplemente no cedía, aunque siempre le guiñaba un ojo antes de irse. Días tras día Mike intentaba llamar su atención sin obtener éxito.

Desdé entonces, no paraba de hacer el mismo pedido todos los días sin falta. Este termino por memorizarla y siempre tener su pedido listo en cuanto llegaba.

Iba solo todo el tiempo, de alguna u otra manera se sorprendió al ver que iba con alguien más y no requería del pedido usual.

––Por supuesto dime ¿Qué quieres? ¿Café con leche sin leche? Es broma, el café con leche no es lo que es sin la leche.
El pelirrojo sonrió de una manera muy leve, fue la primera vez que Mike se sonrojaba por una sonrisa tan baja como aquella. El chico al lado del pelirrojo se percato de esto, Mike se fijó en como se inclinaba diciéndole algo en su oído y este lo apartaba un poco. Por alguna extraña razón, sintió algo de incomodidad.

Una vez hicieron el pedido este le encargó a uno de los empleados que lo preparara, Mike se dirigió hacia su mejor amiga para pedir un té negro y un café con leche.
Antes de irse, el pelirrojo desconocido le guiño el ojo una vez más. Mike, confundido, tomó la dona del pedido de siempre y le dio un mordisco. Uno de los empleados se acercó a este.

––Dicen que es gay.

––Lex me dijo lo mismo la semana pasada ––se limpio la boca dejando de lado la dona––. Es un cliente, todos ustedes están locos si piensan que intentaría algo.

––Cierto, patán, vete de aquí.

Su amiga jalo de la oreja al empleado, llevándolo al fondo del lugar. El pelinegro no pudo evitar reír ante el comportamiento de su amiga, miro la dona de nuevo y le dio un mordisco antes de atender a los demás clientes.

A las 5:00 los clientes se fueron, el resto de los trabajadores, incluyendo a Lex, también.

Mike se quedó para limpiar el lugar y cerrarlo más de noche, había adoptado la costumbre de quedarse hasta tarde a cerrar el lugar. Mientras barría se percató de las llaves que habían en la orilla de la caja registradora. Mike las tomó con curiosidad, fijándose en la figura de Winnie Pooh que había entre éstas. No recordaba que ningún clientes que tuviese las llaves en mano.
Hizo memoria hasta recordar cuando el pelirrojo se inclino hacia la caja, igual que el chico a su lado. No es que fueran los únicos en hacerlo, pero fueron los que más tardaron en escoger y esperar.

«Tal vez sea de él…»

Termino de limpiar y cerrar lo más rápido que pudo.

Cuando llego a casa recibió una llamada de su mejor amiga, ofreciéndole ir esa noche como las demás otras, ir de fiestas. Mike rechazo con la excusa de que aun le dolía la cabeza.

Ni siquiera se molestó en cambiarse de ropa cuando llegó, miro las llaves un largo rato hasta dejarlas de lado, tomarlas de nuevo, chillar. Pensaba que lucia como un acosador en aquel momento, el pensamiento solo lo hizo gritar con fuerza, poniendo un cojín sobre su cabeza sin parar de dar patadas.

––¿Tendré una oportunidad para hablar con él?

Se detuvo a pensar en eso. Y una vez más, grito.

––¡Tiene cara de hetero! ––«En el trabajo piensan que es gay»–. AH ––abrazo el cojín con fuerza––. Mike, Mike, Mike, es imposible que ese chico sea gay.

Volvió a clavar su vista en las llaves. Ni siquiera podía confirmar de una manera segura que estás fueran de él.

«Pero, si lo son…»

No iba a pegar un ojo en toda la noche si seguía así, se fue a bañarse para calmar su mente dejando las llaves en su mesa. No tardo en irse a dormir y poner la alarma. Si era de él, estaría esperándolo mañana para entregárselas.

Pero la tarde llegó como cualquier otro día, y aquel pelirrojo desconocido no. Mike decidió almorzar allí hasta esperar a que ese dueño que tanto deseaba que fuera, llegará.

––Te propongo un reto ––Mike miro a su amiga con interés. Sabía lo mucho que le gustaban los retos––. Si es que él es el dueño de las llaves, pídele que finja ser tu novio.

––¿Segura que no bebiste demás ayer?

––Yo siempre bebo de más, Mike. ––miro al pelinegro con enojo.

––Pues comienza a afectarte ––sonrío revolviendo su cabello––. Y no le pediré eso.

––¿¡Por qué no!?

––Porque es una estupidez.

––Lo único estúpido aquí eres tú.

––Hey, respeta a tus mayores, pequeña.

––Pequeña la tendrás ––avanzo un par de pasos más que él, enojada. Mike sabía que se le pasaría por lo qué simplemente la abrazó, cuando estuvo a su lado––. Estoy segura de que debe ser besado por el fuego. ¡Y no soy menor que tú!

––No uses frases de Game of Trone con desconocidos, y vuelve a trabajar ––pidió.

––Ni isis frisis di jigui de trinis con disconinos.

––¡AH, DEJA DE HACER ESO! ––cubrió sus oídos irritado. La pequeña chica no paro de hablar así durante todo el transcurso del camino.

Le hubiese encantado que a la mañana siguiente aquel chico besado por el fuego, como decía su pequeña amiga, hubiese aparecido. Pero no apareció ese día, ni el día siguiente, ni el día que le seguía. Nadie iba a reclamar las llaves y él iba perdiendo la esperanza poco a poco.

Así paso una semana en la que el pelinegro se fue deprimiendo, no dejaba de llevar las llaves aún con algo de esperanza. Había recibido constantes invitaciones de sus padres para salir a algún lugar con su pareja. Mike usaba la excusa de que su novio estaba ocupado, y que cuando estuviese libre, irían con gusto.

«Esto va de mal en peor.»

Se fijó en las llaves una vez que dejo de acomodar las mesas. Sonrió levemente mientras las tomaba. Era hora de cerrar. Dándose la vuelta, y tomando las llaves de la cafetería, se fijó en como el pelirrojo desconocido entregaba en la estancia con un pena.

Por un par de segundos, sintió que se le entrecortaba la respiración. Al ver cómo él no se acercaba, Mike tomó la iniciativa, se acercó un par de pasos hacia él, saludándolo a duras penas con la mano.

––Hola. ––saludo con una mezcla de timidez e indiferencia.

––¡Hola! ––Mike sonrió con extraña emoción. Se sintió raro de repente.

––L-…Lamento venir aquí tan tarde… es
que llevo un par de días buscando…

––¿Tus llaves? ––Mike le mostró las llaves, disimulando la felicidad en su sonrisa––. Vaya que eres distraído.

––¡Sí! Son esas, muchas gracias… ––el pelinegro dio un par de pasos hacia atrás apartando las llaves de su vista.

––Por un momento pensé que él dueño no aparecería, hasta pensé en quedármelas ¿Sabes? ––examino las llaves––. Una colección de llaves no suena tan mal.

––¿Por qué siempre suenas como un acosador? ––se acercó, intentando tomar lo que era suyo––. Dámelas ––pidió en un tono cansado.

––No soy un acosador guapo ––guiño el ojo jugando con las llaves––. No puedo darte las llaves porque no sé si son tuyas.

––¿Por qué vendría a buscar las llaves de alguien más?

El pelinegro buscaba comprobar un par de cosas, en este caso, solo tres. «Tres cosas y pararé.»

––Tal vez el chico con el que estabas es tu novio, tuvieron una pelea, y quieres sus llaves.

––É-…Él no… ––frunció el ceño, mirándolo con mala cara––. No es mi novio. Y eso no es de tu incumbencia.

Entonces tuvo su primera respuesta.
Mike no quiso seguir molestando, así asintió, lanzó las llaves para que él pudiera tomarlas. El pelirrojo se apresuró en tomarlas, fijándose rápidamente en la figura de Winnie Pooh. Pudo notar cierto dolor y molestia hacia aquella figura.

––Quiero algo a cambio ––el pelirrojo clavo la vista en el apenas hablo.

––No tengo dinero ––dijo en voz baja.

––No quiero dinero. Dime ¿Cuál es tu nombre?

––Kun ––respondió luego de un rato.

«Es él…»

––Lindo nombre, guapo.

Una vez se hubo sonrojado, Mike tuvo su segunda respuesta. Y aquella parecía hacerlo feliz.

––Veras, he tenido un malentendido con mis padres, y me gustaría que me ayudarás. ––explico.

––¿Por qué yo? ––pregunto en tono bajo.

––Tal vez porque llames mi atención ––termino por confesar. El pelirrojo enarcó una ceja, mirándolo de arriba abajo, sin saber cómo tomarse aquella respuesta. Entonces Mike tomó aire y confesó:––. Sal conmigo.

––¡Acosador! ––grito al instante.

––¡Ya te dije que no soy un acosador! ––chillo pasándose las manos por la cara––. Solo intentaba hacer un lindo gesto con tus horarios.

––Suena a algo que diría un acosador. ––demando.

Mike chillo estaba vez más fuerte con ganas de tomarlo por los hombros y agitarlo.
Cuando estuvo más calmado retomo la postura. Mike pensó que, si quería que lo tomara en serio, debía ser el mismo, al menos por un par de segundos.

––Sal conmigo ––repitió––. Solo por dos semanas y media. Luego de esto, no volveremos a hablar si es lo que deseas.

––¡Estás demente! ––grito alejándose de la puerta.

––Por favor… ––rogo––. Solo por dos semanas y media, seria para que mis padres vean que es cierto algo que no lo es, luego de eso, diré que rompimos.

El chico se detuvo en la puerta mirándolo de reojo. Si salía mal, tendría que cambiar de trabajo para evitar malentendidos. Y si salía bien, solo lograría engañar a sus padres por dos semanas y media, luego, no volvería a molestarlo.

––¿Solo dos semanas y media? ––pregunto en un susurro.

––Ni un día mas ni un día menos ––respondió casi al instante de una manera tranquila, a pesar de estar apunto de quedarse sin aire.

––Como intentes tener algún acto acosador conmigo… ––demando acercándose y ofreciéndole su mano.

––No haré nada. Lo prometo ––entonces ambos se tomaron de las manos, soltándose segundos después.

Mike obtuvo su tercera respuesta en aquel momento. Entonces recordó hacía ya ocho meses y todo lo que había sucedido, su sonrisa seguía intacta mientras se repetía «Ya te superé.»

Si todo salía bien, acabarían esto lo más pronto posible y no habrá ningún inconveniente, Mike terminaría por cambiar de trabajo una vez más, para que no sucediera lo mismo de la vez pasada, no tendría ningún sentimiento afectuoso y volvería a iniciar.

«Hay algo de este chico que no deja de atraerme.»

El pelinegro no pudo evitar clavar la vista en su falso novio en aquel momento, volvió a repetirse lo mismo:

«Cuando esto acabe, me voy.»

«Sé que es él, sé que es él.»

Entonces, ambos soltaron sus manos después de un rato y Mike sintió el sudor de estas.

«Me enamoré, o eso creo.»

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