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CAPITULO TREINTA Y TRES

Kun

Cuando abrió los ojos el pelinegro estaba acostado en la cama de al lado, echó bolita con la sábana y roncando. Lucia igual que un bebé gigante durmiendo, aunque le parecía adorable la imagen. Se levanto de la cama con cuidado, tomando su pequeño teléfono y salió al pequeño balcón del hotel.

El pelirrojo se sentó en el suelo mirando la luna. Eran las 2:00 de la mañana y Kun no podía dormir bien, no quería despertar a Mike, porque lucia extremadamente tranquilo.

Había estado pensando toda la noche sobre la conversación que tuvo con el pelinegro hace un par de horas. Su pecho había dejado de doler, pero aún así no podía evitar que volviera cada vez que recordaba aquel momento.

«La cabeza duele. El pecho arde. Mi cuerpo se desvanece.»

Kun no compartía los mismos gustos que muchas personas en otros aspectos. Pero, de vez en cuando recurría a la poesía para escapar por un momento de su realidad, aunque no la consumía del todo.

Últimamente pensaba en lo que haría cuando volviera a su departamento, tendría que conseguir un trabajo para seguir manteniéndose, ya no quedaba del dinero ahorrado. Seguir procrastinando no era una opción, mucho menos ahora que se sentía algo mejor.

«Tal vez si trabajara de, algo por medio tiempo… Y luego consigo un trabajo más fijo…»

Cerca de los 25 años, Kun se sentía como un fracasado estancado en un mismo lugar.

«Siento como mi garganta se cierra en este momento.»

Observaba como todos los rincones oscuros del balcón, se aclaraban por la luz lunar. El pelirrojo deseaba tanto sentirse en paz. No recordaba la ultima vez que se sintió bien estando él solo, con sus pensamientos.

«En verdad debí ir a terapia.»

No era una mala idea si buscaba por internet al respecto, si iba a algún terapeuta en New York se estancaría aún más.

––¿Estaré tan mal de la cabeza? ––suspiro––. Kun, a veces eres un completo ingenuo y no puedes entenderte a ti mismo.

El pelirrojo acostumbraba muy pocas veces a hablar consigo mismo, se tomaba por loco a pesar de no ser así.

––A veces quisiera poder ser normal ¿Por qué es tan difícil poder expresarme? ––cerro sus manos en puños con fuerza––. Siempre es el mismo ciclo; no puedo avanzar bien, me estanco y termino deprimiéndome. ––suspiro y termino por aflojar sus manos––. Hay cosas de las que Theon no tiene culpa, y solo soy yo, Kun Lee, estancado en sus propios pensamientos.

––Piensa bien ¿Qué es lo que te hace daño? ––se preguntó, en un susurro––. Tal vez frustrarme por todo. No saber cómo expresarme cuando quiero gritar lo que siento, no tomar con seriedad las cosas que debería. Mierda, definitivamente eso me hace daño.

Miro el cielo con el ceño fruncido y preguntó:

––¿Me castigas por ser gay, Dios? ––ladeo la cabeza de un lado a otro––. Ok, lamento eso, no es mi intención ofenderte ––una vez más bajo la mirada clavándola en el suelo––. ¿Es malo no tener ganas de llorar? Me siento extraño al saber que mis lágrimas no salen con tanta naturalidad como a los demás. Como Mike, él llora mucho, es un completo llorón ––suspiro––. Un llorón muy lindo.

Tras decir esas palabras, las mejillas de Kun no tardaron en tornarse de un color carmesí, cubriendo casi toda su cara.

––Soy alguien muy defectuoso. Dime, Dios, si es que no me odias ¿Merezco yo estar con alguien como él? Siento que soy como alguien incapaz de hacer sentir feliz a otra persona, y es raro, porque antes no me sentía así.

»Jack quiere que vea a Theon por ultima vez. Dice que se encargará de todo lo demás y que no volveré a saber de él ni de Theon. ¿Debería creerle? ––su voz, poco fue disminuyendo––, quiero acabar con todo esto.

En el fondo, Kun sabía que aún estaba roto y que no todo estaba bien, pero se sentía con la capacidad de mejorar y de sanar a su manera.

––Quiero dejar de una vez por todas todo esto.

El pelirrojo se recostó en el suelo, mirando la luna una vez más y dejándose llevar por el silencio. Pensaba: ¿Cómo hubiese sido si no, hubiese aceptado la propuesta del pelinegro? Al principio era para olvidarse de muchas cosas, y, pese a que estuvo a punto de retractarse cuando acepto, sentía la necesidad de quedarse. Aún no se olvidaba del llavero. Era imposible olvidarse del llavero. Debía mantenerlo lejos de su cabeza, o volvería a tener un caos.

Recordó como este siempre mostraba interés en él cuando aparecía. ¡Hasta lucia más animado que de costumbre!

––Hola, hola, me llamo Mik…

––No me interesa ––corto.

El pelinegro tuvo un pequeño tick, en el ojo izquierdo, pero su sonrisa se mantuvo firme incluso cuando el pelirrojo lo miro con desinterés, no se rendía tan fácil.

––Ok… ¿Qué te puedo ofrecer? Aquí tienes un menú con una variedad de cafés, batidos e incluso postres. Si nada de esto te parece puedo ofrecerte mi número.

Kun lo miro de arriba abajo, disimulando su incomodidad hacia la situación. Ya era la tercera vez que le resultaba extrañamente muy familiar, pero no lograba saber de dónde con esa actitud.

––Eh… Gracias, pero solo quiero un capuchino. ––miro hacia los lados buscando una manera de no mirarlo fijamente.

––¿Con leche o sin leche? Broma, el capuchino no es lo que es sin leche.

El pelirrojo no supo que más decir así que solo asintió levemente.

El chico se fue a preparar su pedido, Kun no pudo despegar la vista de él en ningún momento, pensaba que era un acosador por querer darle su número. El empleado lucia como alguien muy simpático, tenía un muy bonito cabello negro que, hacia conjunto con sus ojos oscuros.

Se percató de que lo miraba de reojo y frunció levemente el ceño.

«Acosador. Me va a seguir hasta casa y me robara los órganos.»

––¡Aquí tienes! Espero que pases un buen día.

«Perfecto, está diciendo que me dejara en una esquina derramando sangre.»

Kun dejo el dinero en sus manos y salió del lugar sin mirar atrás. Si lo pensaba, había actuado un poco exagerado. ¡Le pidió su número! Para él eso significaba una sentencia de muerte, aunque seguía yendo, debía admitir que su café era bueno.

––¿Kun? ––miro a Mike que, tenía la sabana cubriendo gran parte de su cuerpo––. ¿Qué haces aquí afuera?

––No he podido pegar el ojo en toda la noche ––respondió con voz tranquila––, ven aquí

Mike se acercó a él, aún adormilado. El pelirrojo pensó que era adorable cuando estaba medio dormido. Lucia igual que un niño.

Lo abrazó una vez que estuvo acostado a su lado. Tal vez se sentía vulnerable cuando estaba cerca del joven, pero le encantaba abrazarlo. Kun se sentía seguro y cómodo cuando estaba muy cerca de él.

––¿Por qué estás despierto a esta hora? ––pregunto, al tiempo que escondía su rostro en el cuello del pelinegro––. Pensé que estabas cansado.

––Quería tomar agua. Luego note que estabas afuera.

––¿Sí tomaste agua?

––Nah ––jugo con el cabello rojizo del chico. Kun ronroneo ante el contacto––, ronroneas igual que un gato.

––Esta bien pero no pares de hacerlo ––sonrió.

––Disculpa por lo de hace un rato.

––Mike, ¿qué tengo que hacer para que entiendas que no tienes la culpa de nada?

––Acostumbro a sobrepensar muchas cosas no puedo evitarlo.

––Pienso que tal vez ––hizo énfasis––, no soy el único que debe ir con ayuda profesional.

Mike hizo una mueca. 

––¿Crees que ir al psicólogo funcione? 

––Estoy seguro de que sí. Además podría acompañarte, si es que decides ir.

––Estas siendo cursi.

––¿¡Cursi por qué!? Es un acto de generosidad idiota, ¿nunca has visto películas? Luces desinformado.

––Lo que digas.

––¿Ahora tratas de ignorarme?

––¿Quién dijo que trato de ignorarte? ––enarco una ceja––. Eres un completo dramático, cuando no duermes, eres igual que mi abuela. ––Kun inclino la cabeza confundido––. A-LU-CI-NAS.

El pelirrojo le resto importancia a su comentario, acomodándose de nuevo en el cristal sin dejar de abrazar al pelinegro, justo en ese momento era un peluche diminuto que, estaba cubierto por una sabana. Sus mejillas estaban sonrojadas por el frio de la noche, y sus ojos eran prácticamente perlas negras que brillaban con mayor esplendor a la luz de la luna.

––Mike, me gustas mucho.

Lucía inseguro. Se encogió en su lugar, aún permitiéndose abrazar al pecho del pelirrojo. Sus ojos se achicaron tanto que pensó que los había cerrado, en ningún momento sus manos dejaron de estar inquietas.

––¿Estás mintiendo? ––pregunto en un tono bajo.

La pregunta lo tomó por sorpresa «¿Mentir?»

––Jamás mentiría con algo así. ––sin embargo, el pequeño chico que tenía entre sus brazos solo se mostró más inseguro ante sus palabras. «Si algún día encuentro al tal James lo golpearé.»

––¿Puedo mentir con algo así? Creo que sería algo ridículo. Digo, eres tan genial que no podría mentirte. Me gusta tu cabello, me gustan tus ojos, me encantan tus cambios de humor pero me preocupa que llores tanto. Dios ¿Quién pudo hacerte tanto daño? Tú nombre, me gusta mucho tu nombre. Mike, Mike, Mike, Mike, Mike. Podría decirlo todo el día hasta dormirme y aún así lo diría mientras duermo. A veces pienso que eres un sueño, luces como alguien que podría ver en una revista de modelos, pero con más encanto. Me haces sentir cosas que jamás pensé sentir por alguien. Dime ¿Serías tú capaz de querer a alguien como yo? ¿Desastroso, cansado, con dolores de cabeza, falta de hambre, que no sabe expresar sus emociones? ¿Serías capaz de querer a alguien con tantos defectos? ––el pelinegro intento decir algo con desesperación, pero Kun lo corto––. Eres tan defectuoso y torpe cuando estás conmigo que te frustras, ¿necesito explicarte que tus defectos me hacen quererte más? Te juro que intento dar lo mejor de mí para todo, pero últimamente solo quiero dar lo mejor de mí para ti y nada más para ti. Mike ¿Cómo te explico que me encanta cada una de tus acciones? ¡Eres demasiado adorable! Cuando caminas, cuando duermes, incluso cuando comes resultas taaaaan adorable ¡Y aún así piensas que eres insoportable! ¿Quieres enamorarte de alguien? Me encantaría ser ese alguien de quién te enamores, pero si no soy yo, dímelo y me iré lejos para que tú puedas ser feliz. Si quieres que me quedé, me quedaré porque te quiero, Mike. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero. Empezamos hace ya una casi dos semanas y puedo sentir como cada parte de mi grita cuando estás cerca. ¿Quieres que lo grite? No me importa despertar a los demás. ––llevo las manos alrededor de sus labios antes de que respondiera––. ¡TE QUIERO, MIK-…¡

––¡Ya entendí! ––comenzó a reír, cubriendo sus labios con ambas manos.

Kun planto un beso en sus manos, antes de apartarla de su boca. El pelinegro no paraba de derramar lágrimas por sus mejillas.

––¿Por qué lloras? ––preguntó limpiándolas. Dio un pequeño en ambos ojos.

––Es que fuiste demasiado sincero ––gimió––. ¿Por qué eliges decirlo a mitad de la noche?

––Porque la falta de sueño me afecta, y no creo aguantar otro día sin decírtelo.

––Es una locura, estamos juntos desde hace casi dos semanas ¡Tú mismo la dijiste!

––¡Aun así! Quiero explorar cada parte tuya, Mike. No quiero estancarme, no está vez, quiero ver tus puntos buenos y malos. Déjame pensar en ti cuando salga la luna, cuando vea un montón de orquídeas y escuche música.

––No te gusta la música. ––frunció el ceño.

––Podría escucharla con tal de que a ti te guste.

––No intentes complacerme, Kun. Todo está bien tal y como está, en serio.

––No es un intento de complacerte. Es una promesa de que haré lo imposible para verte feliz. ––Mike chillo al darse cuenta que no se rendiría tan fácil––. Sé que te hicieron daño en el pasado y que cuesta mucho dejarlo ir, pero, creo que con el tiempo los dos podemos mejorar.

Mike lo miro con miedo.

Aferro sus manos en la camisa de Kun mientras recostaba la cabeza de su pecho, respirando y exhalando, respirando y exhalando, respirando y exhalando, respirando y exhalando…

––¿Y si me da miedo intentarlo otra vez? ¿Y si intento y fracaso?

––Si eso pasa, estaré allí para estar a tu lado, y apoyarte en cada uno de los obstáculos ––el pelinegro se abalanzó hacia Kun.

––Dios, creo que te odio. ––dio besos por toda su cara, como un perro lamiendo la cara de su dueño––. Ah, cásate conmigo. Por favor. No quiero que esto acabe, cásate conmigo.

––En un par de años ––dijo entre risas.

––Esta bien ¿Y mañana?

––Mañana me parece bien.

––Kun…

––¿Si? ––el joven tenía la mirada fija en sus manos.

––¿Estás bien? ––«Sí.»

La noche en la que ambos tuvieron intimidad, fue la única vez en la que dejaron en claro su deseo por el otro.

Sin embargo, Mike había prometido no tocarlo hasta que estuviera bien. Y sabía perfectamente a qué se refería y, por qué lo decía. No contradijo ninguna de sus palabras, solo acepto y agradeció.

Sí, había tenido sexo con Mike.

Pero, aún había miedo dentro de él y los recuerdos aún no se borraban, fue Mike quien a la mañana siguiente tocó el tema que no salía de la cabeza de Kun, desde que había abierto los ojos. Porque no había sido solo una tarde en donde lo drogaron. Había sido todo un día, una tarde, una noche… había sido toda una semana…

…Inconsciente, consiente… Si bien las cosas se tornaron algo tensas, el pelinegro se encargó de poner algo de humor en el ambiente «Trata de no hacerme sentir incómodo ––sonrío cuando lo vio bailar sin sentido––, no puedo evitar no quererlo.»

Acerco al chico más a su pecho, y beso su frente durante unos segundos.

––Estoy bien ––susurro––. Gracias por preguntar.

––Kun.

––¿Sí?

––Te quiero.

Rio acomodándose aún más.

––¿No estás siendo cursi?

––Cállate si no quieres otra patada entre las piernas. ––el pelirrojo cerró los ojos recordando el dolor, se acordó de algo.

––Mañana… puede que vaya a la cárcel. Hace dos días hablé con Jack, es el hermano de Theon, dijo que si hablaba con él una vez más se encargaría de que no volviera a molestarme ––tomo aire antes de continuar––, no me sucederá nada ¿Está bien? Prometo llamarte luego de volver. Será la última vez, y todo… t-… todo cambiara.

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