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CAPITULO TREINTA Y SIETE

Kun

Una gran parte de él era paz.

Aunque mentiría si dijera que todo se sentía bien. La muerte era simplemente nada, frío, no era más que una pequeña molécula que no podía ver nada. Solo sentir. Sabía lo que sucedía porque lo sentía no porque pudiera verlo. Todo era tan plano y sin sentido. No duró mucho allí porque sintió que lo pasaban atreves de un cristal en donde pudo abrir los ojos de golpe.

«Hola de nuevo pequeña luz.»

El mundo de Kun daba vueltas a su alrededor ¿Por qué siempre tenía que pasar esto? No recordaba cuantas veces había terminado en el hospital por la misma persona.

Le sorprendía estar aún consciente. Hizo la sábana a un lado mirando su pierna vendada, con manchas de sangre. Sintió una gran presión en el pecho cuando la vio.

«Luzco como protagonista de telenovela turca.»
––Parece que se está volviendo un paciente frecuente, señor Lee ––dijo el doctor una vez que entró.

––Culpa mía por nacer ––hizo una mueca viendo aún su pierna––. ¿Si podre caminar?

––Nadie dijo que no. Solo tendrás que usar muletas por un tiempo.

––Yeiii, es lo que siempre soñé ––miro al paciente de la otra camilla––, parece que tengo compañía, espero no despertarlo.

––Seria un milagro si lo hicieras ––el doctor suspiro con pesadez––. Está en coma ––aclaro.

––¿Tiene mucho tiempo?

––Llego tres días después de que te fueras. Fue un derrame cerebral.

––He escuchado que pueden escucharte aún estando en coma, ¿usted cree posible que nos esté escuchando?

––Soy doctor, no creo en esas cosas ––se sentó a su lado examinando su pierna con detalle––. Ese chico no es tu amigo ¿Verdad?

Kun negó con cansancio, habían vendas en su nariz y partes de su cara que aun ardían. Quiso verse en un espejo, pero tampoco quería ver que tan destrozado estaba su rostro.

––¿Tú cuerpo aún duele?

––¿Usted qué cree? ––se recostó con cuidado, una vez más, cerrando levemente los ojos respirando y exhalando.

––Te haremos unos exámenes en un par de minutos, hasta entonces quédate aquí ––«Como si pudiera ir a otro lugar.» El doctor no tardó en salir de la habitación, después de él, un chico entró directo a sentarse al lado del hombre.

El pelirrojo decidió no mirar más, pensaba que luciría igual que un chismoso si miraba con descaro.

«Se acabó.» había algo de felicidad en aquel pensamiento.

A pesar de moverse con libertad, su cuerpo estaba completamente destrozado. Había recibido una bala en la pierna y en el hombro por golpear a un prisionero que, en verdad merecía ser quien recibiera la bala.

Llevo una mano hasta su pecho respirando con más calma, su corazón latía con mucha fuerza, por instantes pensó que se le saldría de su pecho. «Estoy bien, estoy bien, me siento bien.»

Sonrió para si mismo en aquel momento. Cuando abrió los ojos una vez más, miro al chico sentado en la camilla de al lado.

––Es mi papá ––respondió en voz baja luego de un par de minutos cuando noto la mirada del pelirrojo. Kun desvío la mirada, avergonzado, sus mejillas se tiñeron de carmesí.

Pensó que, si se lamentaba quedaría en ridículo ¿En verdad importaría?

––Lo lamento mucho ––el chico no hizo más que asentir.

––Tienes vendas en toda la cara ––dijo––, ¿te involucraste en una pelea? ––Kun rasco su cabeza, encogiéndose entre hombros.

––Algo similar ¿Derrame cerebral?

––Fue mi culpa ––el chico saco un papelito de su bolsillo.

El joven le ofreció un pequeño papel con la frase “Todo estará bien” a Kun con tranquilidad.

«Así me declaraba a los 14 ––recordó––, seguro intenta declararse.»

––¿Siempre regalas papelitos a las personas? ––preguntó en un intento de sacar conversación. 

––Es algo nuevo. Tenía un amigo que siempre dejaba papeles en el bolsillo de mi uniforme. Así que acabe haciendo lo mismo.

––Tambien conozco a alguien que haría lo mismo ––dijo sonriendo. El pelinegro no tardó en invadir la mente de Kun––, ¿qué le pasó a tu amigo?

––Mmmh es una larga historia, se resume en que fui un completo estúpido.

––Creo que todos hemos sido estúpidos al menos una vez en nuestras vidas. ––explico sin darse cuenta de la situación.

––Sí, pero… Jugué con sus sentimientos…

––Supongo que sí fuiste un idiota ––enarco una ceja––. ¿Eran solo amigos?

––Bueno, así lo hago saber, en realidad él quería que fuéramos algo más que amigos, pero yo no me sentía listo, y tampoco lo quería de una manera romántica.

––Auch, con todo eso me recuerdas a la situación de alguien a quien conozco. ––negó con la cabeza––. ¿Por qué dices que tienes la culpa de lo que le sucedió a tu papá?

––Ah, eso ––hizo una mueca al recordarlo––. Tuve una discusión con él por… Problemas en la familia, él  sufre de tensión, y a veces puede llegar a alterarse demasiado…

––¿Eso causó el derrame cerebral?

––Sí ––el chico se tomaba su tiempo para contestar––. Yo lo he estado estresando por mucho tiempo, no he tenido mucha consideración. Tuve una pelea con mi novia el día que sucedió, se podría decir que me desquite con él…

––¿Por qué todas las personas con padres no se de comunican? ––pudo notar un cierto tono triste en su voz––. Yo jamás conocí a mis padres y, a pesar de que no me hacen falta, siempre me he preguntado qué se sentiría tener una relación padre e hijo.

––En mi caso, la relación con mi padre es muy especial ––se encogió levemente entre hombros––, siempre hemos sido él y yo.

––¿Entonces por qué las peleas?

––La verdad, siento que soy un fracaso en lo que hago y, eso afecta mucho en mí. No puedo evitar desquitarme con cualquiera que me resulté molesto. No digo que mi papá sea molesto, simplemente es que no he tenido un buen día.

––Te entiendo ––entonces suspiro, el chico lo miro de arriba abajo con una sonrisa que, Kun correspondió muy levemente.

––¿Eres de por aquí? ––asintió.

––Sí, pero, creo que me iré una semana. Casi un año.

––Es una pena, pareces una persona agradable ––saco un papel de su bolsillo y un lápiz de su mochila. El chico le tendió el papel a Kun––. Si un día quieres divertirte, llámame, tal vez podamos ser buenos amigos.

Kun miro el papel con el número anotado una vez que se lo entregó. Volvió a mirarlo y asintió levemente, dejándolo en una mesa.

––¿Interrumpo algo? ––preguntó el doctor entrando con las enfermeras.

––No, la hora de visita está por acabar, mejor me voy ––movió el cabello de su padre a un lado, dándole un beso en la frente y susurrando algo en su oído––. Adiós, doctor.

«Parece un gran sujeto.»

Era extraño cuando un desconocido se sinceraba con él. Suponía que las personas tarde o temprano necesitarían descargar lo que llevaban dentro, así como él. Podía ser el caso de aquel chico. O quizás era muy sensible.

––¿Cuál es tu nombre? ––preguntó el pelirrojo.

––James ––respondió seguido de una sonrisa––. ¿Y el tuyo?

«Es igual a…»

––Kun Lee ––rasco su nuca––, tu nombre me es familiar, tal vez ya te conocía.

––El mundo es muy pequeño Kun Lee, y en este mundo tan pequeño todo es posible. ––sonrió una última vez antes de salir por la puerta.

Si todo era tan pequeño como él decía las posibilidades de que ese chico fuera quien él creía, no eran nada imposibles, Kun se fijó en el número de teléfono que había en la mesa, luego tomo lugar en su camilla de nuevo.

––¿Listo para la revisión? ––Kun dirigió la mirada hacia el doctor, reacomodo su cabello, tomando una mejor posición.

––Listo.

[“*”“*”]

«Que incómodo es usar muletas.»

––No pienso aceptar esto.

––¿¡Por qué no!?

––Si compro otro teléfono será con mi dinero Mike, no quiero que pienses que quiero robarte ––explico.

––¿Si te escuchas no? ¡Es ridículo! No me robas nada, además, eso te ayudará a que ahorres el suficiente dinero para volver a Texas.

«Texas.»

Era más que obvio que le contaría sus planes a Mike. Le había prometido ir con él al psicólogo, pero Kun deseaba ir a terapia, la solución más fácil y rápida sería ir allí en New York. Pero era consiente de que si quería acabar con su lucha interna tendría que volver a donde todo inició.

No estaba seguro que había sucedido con su antiguo hogar, pero, tenía un plan para quedarse en una residencia que no cobrará mucho, al menos hasta que consiguiera un trabajo temporal en toda su estancia.

––Voy a volver Mike ––aclaro.

––Lo sé. ––respondió con serenidad.

En su voz había algo de tristeza, quizás no quería admitir que le disgustaba la idea que Kun se marchará por tanto tiempo. Bajo la mirada hacia el teléfono la caja de teléfono que tenía en sus manos, lo guardo dentro de su bolso y, continuó caminando.

«No tengo ni idea de cómo se usa esto.»

¡Nunca había usado un teléfono tan inteligente! Siempre ha estado acostumbrado a su viejo y pequeño teléfono, cada que uno dejaba de funcionar iba a una tienda de reparación de teléfonos, allí siempre encontraría los que le gustaban, y a buen precio.

¿Y como se supone que encontraría cosas importantes?

––¡Mira el lado bueno de tu nuevo teléfono! Ahora podrás tomar fotos con mejor calidad, descargar juegos, hacer muchos pagos. Guardar fotos en la nube…

––¿Qué es la nube? ––enarco una ceja curioso.

El pelinegro río como si se tratará de un chiste.

––¿Tú no…? ––dejo escapar el aire al notar la inocencia del pelirrojo ante sus palabras––. Oh dios, me siento como cuando le enseñe a mi abuelo a usar el teléfono. ¡JAJAJAJAJAJ! ––rio histéricamente llevándose las manos a la cabeza.

Kun no entendía nada.

––¿Por qué te pones así? ––pregunto sentándose en el banco del parque, recostando su rostro de su mano para verlo mejor.

––¿No tenías una laptop?

––Sí, ¿qué sucede con eso?

––¡Es igual que usar un teléfono inteligente solo que con… Una pantalla más chica! ¿Entiendes? ––el pelirrojo hizo un pequeño movimiento con las manos. Mike suspiro––. Te explicaré mejor más tarde.

––¿No tienes que trabajar en la noche?

––Sí, mi jefe quiere que trabaje en la noche por unas semanas ya que falte todos estos días. ––hizo una mueca mostrando su disgusto.

En cambio Kun, él sonrió levemente, anoche le había entregado un collar con el dije de un corazón mientras caía en un sueño profundo. Se veía tan tierno, y el collar era encantador. Había dormido con este mismo puesto toda la noche y no tenía intenciones de quitárselo. ¿Por qué habría de quitárselo? Aún mantenía la pulsera que compró al igual que Mike, y era tan jodidamente hermoso... Desconocía si todo aquello era un sueño o no, y ojalá que no lo fuera porque no quería despertar y no encontrar al pelinegro a su lado.

«No para de hablar. Me encanta cuando habla de más.» Se quejaba constantemente de cómo su jefe le hacía la vida imposible, que quizás lo odiara, no podía expresar su odio porque podrían despedirlo y cosas que en la mente del pelirrojo, lucían adorables.

––Eres tan lindo cuando te quejas… ––confeso.

El pelinegro rápidamente lo golpeó con su propia muleta en la pierna.

––¿¡Y yo que dije!? ––quejo de dolor.

––¡No soy lindo! ¡Soy amenazante! ––demando.

––¡Sí! ya lo noté me vas a quitar la pierna que trato de sanar. ––continuo quejándose de su dolor––. Dame eso ––aparto de sus manos su muleta.

––Quiero vacaciones ––hizo pucheros––, ¡no quiero trabajar tanto! Merezco un descanso.

––Tuviste un descanso de cuatro días por si no lo recuerdas.

––Vaya no sabía que eras del lado del enemigo ––dijo con ironía.

––¡Solo digo lo que es cierto!

––¿Amigo o hater?

––Puedo ser lo que tú quieras que sea.

––¿Qué, ahora te convertiste en Barbie?

––Barbie no es un chico pelirrojo, Mike.

––Barbie puede ser lo que quiera ser. Y si Barbie quiere ser un chico pelirrojo de 24 años en New York puede serlo.

––Lo que tú digas niño ––jalo de su brazo para atraerlo a él mientras esté se quejaba «Como desearía que fuéramos solo él y yo en el parque justo ahora»––. No pienso hacer nada, tranquilo ––explico en un susurro cuando Mike intento decir algo.

Y aunque pudiera era difícil, por más que lo deseara, por más que quisiera que recorriera cada parte de él no podía evitar que cada uno de los recuerdos volvieran a su mente. Simplemente aparecían.

––Kun, te quiero.

––Tambien te quiero.

No había nada de malo en abrazarlo allí en el parque ¿Cierto? Eran tan buenos amigos…

––Conocí a un chico en el hospital que fue a visitar a su padre. Me recordó a tu situación con el tuyo.

––Oh, sí, él y yo… creo que empezaremos a hablar más las cosas y, a resolver nuestros conflictos. ––dijo.

––¡Eso está genial! No quería que hubieran problemas entre ustedes.

Mike enrollo su pulgar con el de Kun, nervioso por las personas que pasaban frente y detrás de ellos.

––Siempre he tenido miedo de afrontar cualquier tema en relación a mi padre ––explico––, así que esto es nuevo para mí… Y… me da algo de miedo ––suspiro, tomando su mano en totalidad y con fuerza.

––Mike, todo estará bien, confía en mí. Estoy más que seguro que podrás mejorar la relación con tu padre.

––Ok… Ok… Tienes razón… ––asintio––…, ¿y sí no funciona?

––¡MIKE!

––¡Perdón! No me culpes por tener miedo ¡Tengo los nervios de punta! ––chillo «Ay no, parece que va a llorar de nuevo.» Y así fue. En cuestión de segundos el pelinegro comenzó a llorar, las lágrimas no paraban de deslizarse por sus mejillas una tras otra––. ¡Soy un desastre!

«¿¡Cómo es posible que llore tanto!?»

––¿¡Como es posible que llores tanto!? ––rio––. ¡Dios, pensé que ya habíamos hablado esto! ––continuo riendo.

––¡No es mi culpa!

Entre risas, el pelirrojo tomo el rostro del joven entre sus manos, beso ambas mejillas de este sin importar quien pasara a su lado. Limpio las lágrimas derramadas, acomodando su cabello a un lado intentando que se calmara.

––N-… No hagas eso… Nos van a mirar ma-…

––Pues que miren. No me interesa ––planto otro beso en una de sus mejillas «Es tan lindo…»––. Mike, no me importa lo que puedan decir de nosotros ¿Entiendes eso?

El chico asintió limpiando sus propias mejillas.

––Quiero que lo repitas.

––¿Qué cosa?

––Que no te importa lo que digan de nosotros.

––No me importa, solo tengo miedo…

––¡Entonces venzamos ese miedo! ¡No podemos estar toda nuestra vida temiendo, niño! ––lo alentó.

––No me digas niño ––zafo––, eres solo dos años más mayor que yo. ––gruño.

––Sí, sí, sí, lo que digas.

«Le aterra.»

Sabía que debía darle su tiempo, no era fácil para él.

Realmente era un niño en el cuerpo de un adulto. No importa cuanto lo dijera, cada día se hacía más real.

A su cabeza vino una vez más el recuerdo del hospital. «James… ¿Cuántos James habían en New York? ¿10? ¿30? ¿1.0000?» ¿Qué diría Mike si se enterará? Bajo la cabeza de nuevo para mirar al chico entre sus brazos. Solo podía ver su cabellera azabache.

––Dime, Mike, si volvieras a ver a James algún día… ¿Qué harías? ––el simple hecho de hacer aquella pregunta ocasionó que, no pudiera dejar de aferrarse a él, como si temiera por su respuesta.

––No lo sé… ––confeso––… Pero… Por más irreal que suene… volvería a hablar con él.

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