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CAPITULO TREINTA Y SEIS

Mike

«¿Por qué me siento tan extraño?»

«¿Por qué me siento tan asfixiado?»

«¿Por qué no te encuentro?»

Había ido al hospital el día anterior y no tenía respuesta de Kun, en la mañana intento ir a la cárcel en donde se suponía que estaría pero Lex lo había frenado. ¿Acaso nadie entendía lo que pasaba por su cabeza? Mike se sentía complemente desesperado. Ya era la quinta vez que vomitaba en el día por sentirse mareado, exasperado.

«¿En donde estás?»

––Mike, debes tener pacienci…

––No quiero hablar ahora Lex ––se alejo.

«Necesito tomar aire.», resultaba gracioso aquel pensamiento; estaba al aire libre, cerca de un parque y con una vista hermosa. Pero claro, el pelinegro no tenía nada más en su cabeza que pensar en su falso novio. Al igual que las constantes veces que se detenía a vomitar, no paraba de temblar, no se sentía así desde… Nunca.

Sí se había sentido así alguna vez, pero eran casos distintos, en aquel entonces buscaba la aprobación de James y su persona. Ahora solo buscaba al chico que le gustaba, al cual no quería perder.

«Me siento como si hubiese perdido a mi amigo más personal.»

Aquello no estaba tan alejado de la realidad.

Mike no solo veía a Kun como un interés romántico. En todas los días que estuvieron juntos se había convertido en un gran amigo para él, aunque no lo admitiera tan abiertamente. Ver cómo el pelirrojo se abría poco a poco a él era como si una amistad estuviera comenzando a florecer.

––Dijo que me llamaría en cuanto volviera… ––comento una vez que su amiga se sentó a su lado, tendiéndole un pañuelo––… ¿Dónde crees que esté?

Lex hizo una pequeña mueca mientras bajaba la cabeza.

––No lo sé, Mike.

«Eso es lo único que sé ––pensó––, debí ir con él.»

Pronto se sintió estúpido por aquel pensamiento ¡Se supone que era un momento propio! No podía atreverse a ir e interrumpir. Aunque quizás debió quedarse afuera…

… Y solo esperar.

Si continuaba pensando en eso volvería a vomitar, «Da igual ––se dijo a si mismo––. Si ya vomité más veces puedo aguantar más.» lo cierto era que, él mismo sabía que no aguantaría de nuevo. Estaba cerca de la casa de sus padres y ambos estaban informados sobre lo que sucedía con Kun, así que tomó la decisión de ir hacia allá con Lex. En silencio.

La última vez que Mike lloró fue hace dos días en un centro comercial a causa de comentarios ajenos. Había logrado mantener la calma por el hecho de que el pelirrojo no lo había soltado en ningún momento, lo había envuelto en un abrazo acogedor y protector, incluso cuando llegaron de nuevo al hotel se encargó de abrazarlo hasta quedarse dormido. Hasta hace dos días no había vuelto a llorar. Ahora lo estaba haciéndolo.

Sus lágrimas se deslizaban con tanta facilidad sobre sus mejillas que dolía cada vez que pestañeaba.

El pelinegro lloraba con mucha facilidad, pero eso no evitaba que no le doliera cada lagrimaba que salía de sus ojos, Lex, que ni siquiera tuvo que mirarlo; lo tomo del brazo envolviéndolo entre sus brazos más delgados. Recostando su rostro sobre este mismo mostrando un pequeño acto de comprensión.

Lex ha sido la única amiga fiel que el pelinegro a tenido. Por más actitudes cuestionables que tuviera sabía que era la que más entendía su dolor. No importaba cuando riera, cuando llorará, ella siempre estaba ahí para descifrar sus emociones. Era parte de su familia y su compañera de vida. Iba de viajes con él y su familia la mayor parte del tiempo y, casi todas las noches uno de los dos se quedaba en casa del otro. Lo extraño era que, Mike nunca ha conocido a su familia, ni ha visto alguna foto. Es casi como si ocultara su vida.

Realmente no sabía la verdadera edad de la rubia, pero si era tan joven ¿Por qué no está con sus padres? Espera pacientemente el día en el que pueda contarle todo lo que guarda. De los dos, Mike siempre ha sido el más sensible y tranquilo. Y Lex siempre ha sido la más comprensiva y animada. Nunca podría odiarla.

Espero a que sus mejillas se secarán para agradecerle a su amiga.

––Gracias por acompañarme.

––Para eso estamos los amigos ¿No es así?

Asintió con la cabeza antes de seguir caminando. El camino a casa de sus padres jamás había parecido tan largo como ese di.

[“*”“*”]

––¿Quieres algo de comer Mikie? ––el chico negó.

––No tengo hambre, mamá.

––¿Y un bocadillo algo…?

Mike beso su cabeza en busca de tranquilizarla.

––Ahora no.

––Ahora no. ––corroboro. Se marchó de la sala a la cocina una vez más. Lex estaba hablando con su padre, intentando que el ambiente no se sintiera tan denso.

Su padre no se había acercado a él desde que entraron, o al menos no al principio, había estado sentado en silencio a su lado un par de minutos antes de marcharse. Le afectaba de la misma manera la noticia de Kun tanto como a él. Hacia pensar a Mike que tanto habían hablado durante esos días para que su padre tuviera tal cariño.

No paraba de mirar el teléfono, esperando tan solo una llamada… un mensaje… Algo… quería intentar ir a su edificio ¡Si tan solo recordara la dirección! ¡El teléfono de Kun era una maldito vejestorio que no enviaba bien los mensajes! Al pelinegro aun le sorprendía acordarse de que, usaba ese mismo teléfono en su adolescencia.

Suspiraba, y suspiraba.

¡Como si eso fuera a hacer que Kun volviera!

«Debí haber ido con él ––no paraba de repetirse––. No debí dejarlo solo. Pero… Era su momento ¿No es así?», no sabía que estaba bien ni mal. Todo era un desastre. Mike solo quería estar de nuevo entre los brazos de Kun asegurándose de que estuviera bien. «Si tan solo pudiera descifrar lo que piensas me aseguraría de que no sufrieras.» Enrollo sus brazos alrededor de sus piernas mientras cubría su rostro. Volvía a ser un chico vulnerable de 16 años, con la única diferencia de que necesitaba a su chico.

No caería en el dicho de: “No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes” ¡Definitivamente sabía lo que tenía y nadie diría lo contrario! ¡Lo sabía aún antes de verlo en la cafetería!

Todo era tan injusto. Su mente también era injusta. No paraba de sobrepensar y quizás moriría pronto.

A su alrededor, todo lucia como si se estuviera encogiendo, solo era él en la oscuridad lleno de pensamientos dañinos. Deseando, anhelando…

––No puedo estar aquí sin hacer nada ––susurro para si.

«Esto es estresante, Kun. ¿Por qué no sé dónde estás? Si no estás en el hospital en el que ese sujeto dijo ¿Por qué no me llamas? ––su frustración estaba llegando a tal escala en la que se desesperaba hasta por respirar. Mike se recostó en el sillón aún absorto en la oscuridad a su alrededor––, necesito encontrarte o me volveré loco.»

Se puso de pie camino hasta la puerta.

––¿A dónde vas?

Respiro hondo, no quería hablar, no ahora. Abrió la puerta pero volvió a hablar.

––Mike, te estoy preguntando a donde vas.

––A buscar a Kun, papá.

El hombre suspiro. «No te molestes ahora ––suplico––, no quiero que esto empeore.» Pero su suplica no tuvo efecto alguno.

––No lo encontrarás si sales ahora, espera un poco…

––N-…No puedo esperar más… Es Kun quien está ahí afuera pa, no puedo simplemente dejarlo pasar…

––No lo estas dejando pasar, se trata de esperar.

––¡No puedo esperarlo! ––alzo la voz, mirándolo de frente––. Es mi amigo, no puedo simplemente d-… Dejarlo pasar.

––El chico también es especial para mí.

––Ya lo sé… Puedo notar como se llevan bien. ––«Mierda.» Sabía que no debía decir eso. Unas palabras inofensivas como aquellas no deberían hacerle daño a nadie. Pero, para alguien como Mike y su padre, eran como una estaca en el pecho.

«Recuerda quien fue el que se alejo después…»

Sabía perfectamente que no era culpa de su padre, pero no podía dejar de pensar en aquel tema cada vez que se veían, ¡menos después de verlo tanto tiempo con Kun! El pelinegro sentía rabia hacia él mismo cada que pensaba en eso.

El pelirrojo no había tenido una infancia fácil, lo sabía.

Estaba en todo su derecho de querer pasar tiempo con su falso suegro, y de permitirse quererlo. Kun merecía sentirse querido por el padre de Mike después de todo, era lo correcto. Entonces, ¿por qué cuando los veía la tristeza lo inundaba? Él también quería sentirse amado, quería que su padre sonriera a medias también cuando estaba cerca de él y que pudiera contarle cosas de su pasado. ¡Sabía que hablaba de esas cosas con Kun! Deseaba que también confiará en él.

A Mike no le importaba si él y Kun pasaban todo un día juntos, solo le importaba estar también junto a ellos dos, con la excusa de querer estar al lado del hombre que lo ignoro por meses…

... Solo quería que también lo incluyera y sanar esa herida que tenía.

––¿Qué sucede?

Su madre apareció junto con Lex al lado de ambos. Mike, avergonzado, solo negó con la cabeza y subió a su habitación ignorando las preguntas. Se detuvo a un lado de las escaleras a escuchar lo que decían.

––Lex, ¿sabes si Mike a estado…?

––No, señora Alicia, esto no tiene que ver con Mike y las bebidas.

––Ya lo sé ––suspiro––, es solo que me preocupo por mí hijo. Nos preocupamos por él.

––Él sabe perfectamente cuando detenerse.

«¿Por qué no dices nada? ––quiso preguntarle a su padre––. ¿Sigues desconfiando de mi?» Aunque lo hiciera, estaría en todo su derecho. No estaba del todo seguro que no se hubiese enterado de su borrachera severa en el hotel, aunque debía ser más que obvio. ¡Bebió por estrés! Había logrado pasar una semana sin beber hasta ese día. Estaba bien. Se sentía bien. Mike bebía cuando no podía decir nada de lo que quería y sus emociones lo consumían, pero no significa que le gustará hacerlo.

Daba igual, al fin y al cabo seguía viviendo de las opiniones ajenas.

[“*”“*”]

El cuarto del pelinegro era tan acogedor como cada vez que iba, incluso ese día en el que se sentía como la misma mierda.

Habían carteles de sus series animadas favoritas, figuras intactas en sus cajas, unos que otros dibujos sin sentido en la pared la cual estaba pintada de un morado claro. No recordaba exactamente porque era mirada su habitación, simplemente le gustó. Posters de Gorillaz. Definitivamente, jamás olvidaría esa etapa de su vida. Una computadora 200era la cual tenía a su lado aparatos de música, y discos que seguramente ya no servían. Al lado de su cama había un pequeño puf amarillo que seguía en perfecto estado. Se dejó caer en su cama respirando hondo.

«Es diferente a mi habitación en el departamento ––suspiro––, eso la hace tan especial.»

Asomo el collar por su cuello mirándolo con tristeza, a pesar de no habérselo entregado se sentía seguro llevándolo en su cuello, de una u otra manera sería de él, si es que volvía a verlo.

Era la forma de un corazón humano, por alguna razón, a Mike se le hizo un buen regalo, una manera indirecta de decirle que le estaba entregando una parte de él. Una muy preciada que había sido golpeada más de una vez y que solo quería entregarle.

«No quiero confiar en ti. Ni siquiera tengo expectativas en lo que harás con él. Solo quiero que te lo quedes y hagas lo que mejor sabes hacer.» Cerró los ojos con aún más fuerza pensando que no era momento de pensar en cosas cursis.

Hacía tiempo que no se sentía de aquella forma, desde la última vez que vio a James en el restaurante no sentía ese agotamiento físico, y las grandes ganas de quedarse en cama pero al mismo tiempo de salir y buscar, y gritar, y llorar.

Se dejó caer al suelo dando vueltas por este. Mike pateo la sabana como se tratase de una persona, alejándola de él con fastidió. Le daba calor, pero luego sentía frío, se veía obligado a tener la sabana muy cerca de él pero al mismo tiempo no tanto. ¿Quién era? ¿Un niño? Se comportaba como uno y eso lo frustraba más.

Se levanto. Camino de un lado a otro sintiendo frustración por eso mismo y cosquillas por su cuerpo. El pelinegro se preguntaba si así se sentía el desesperó y el deseo de hacer algo.

«Necesito buscarlo ––pensó irritado.»

Miro hacia la ventana, fijándose que había una gran nube de lluvia lo que le dificultaría continuar con su misión.

Se sintió cada vez más desesperado. Mike no tenía maneras de explicarse a si mismo lo que sentía. Era una mezcla de enojo, con tristeza y dolor, frustración y ganas de llorar. Estaba cansado y solo quería dormir y soñar que todo estaba bien, y no tener ese dolor en el pecho que solo le advertía que podía dejar de respirar.

Tomó una almohada de su cuarto y la tiro hacia la puerta. Su padre que, iba entrando en ese momento esquivo la almohada y la recogió sin decir ninguna palabra, cerrando la puerta detrás de él.

Mike frunció el ceño al verlo, se recostó una vez más de la cama, cubriéndose por completo ignorando a su padre. Sintió el peso de aquel hombre sobre su cama una vez que se sentó. El pelinegro se hizo a un lado un poco más a la dirección de la pared.

Ni siquiera estaba claro del por qué lo ignoraba, no quería hablar con nadie en ese momento, sentía que todo se le derrumbaba y la única manera de no sentirse tan mal, era ignorando a las personas a su alrededor. Hacía una de las cosas que más odiaba.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer sobre su ventana haciendo dúo con el silencio que había en la habitación entre él y su padre. El cristal y la lluvia le hicieron recordar a una canción, no recordaba exactamente su nombre personal sí el ritmo. Comenzó a murmurar un poco sobre la letra intentando aligerar el ambiente.

––Recuerdo haber escuchado esa canción de joven.

Solo siguió murmurando la letra, cerrando los ojos, con la lluvia de fondo. Si cerraba los ojos podía desconectarse por un rato del mundo. Aunque realmente no quería hacerlo, o no estaba bien decidido, todo era tan confuso.

––Lamento todo Mike.

El pelinegro se detuvo esta vez.

Mantuvo sus ojos cerrados mientras esperaba a que dijera algo más. Aunque abriera los ojos seguiría sin verlo, estaba cubierto por una sabana.

––Lamento haber sido un pésimo padre para ti. No merecías que te tratará de esa manera.

Abrió los ojos, mirando la poca luz distorsionada que entraba debajo de su sábana, simplemente… Escuchando.

––No quiero que pienses que no siento nada cuando te veo. Cada mañana despierto con el deseo de volver a cuando saliste del closet por primera vez, a cuando nos confesaste a mí y a tu mamá que eres gay, y poder hacer lo que nunca hice.

––¿Estar ahí para mí? ––pregunto con un hilo de voz.

––Estar ahí para ti… Y no… No ignorarte cada vez que intentabas saludarme.

Mike cerro los ojos una vez más con fuerza. Conteniendo la respiración por unos minutos. Luego respiro con normalidad y asintió.

––Todo está bien. ––«Voy a llorar.»

––No lo está.

––Da igual papá, te perdono.

––No basta con que solo me “Perdones” ––explico haciendo énfasis.

––Todo está bien… ––repitió de nuevo. Esta vez más inseguro.

––Mike, sé que no quieres tener esta conversación.

––Si quiero tenerla.

––¿Y por qué intentas evadirla?

––Porque me da miedo romperme a llorar con lo que digas.

El silencio volvió a apoderarse de la habitación junto a las gotas de lluvia contra la ventana. «Tal vez hablé de más…»

––¿Por qué…?

––Es tan obvio ––interrumpió. Su voz era frágil, era como un susurro, como si tuviera miedo de que escuchará lo que tenía para decir––. Sé que dirás qué no fue tu intención dejarme de hablar. Y está bien papá, no te tengo rencor, en primer lugar no debería estar teniendo esta conversación.

––Pero ya la estamos teniendo.

––Sí… Ya lo sé… ––suspiro––. ¿Por qué no solo podías verme a los ojos y saludarme? No costaba mucho. Ni siquiera te atrevías a mirarme, es como si me tuvieras miedo o-… O eso quiero creer…

––Tenia miedo. Sí. Pero no de ti. ––confeso.

––¿Entonces de qué?

––No lo sé.

«No lo sabe.» Él tampoco sabía que estaba diciendo pero aún así estaba allí con él, hablando sobre el pasado. Irónico ¿No? Eso que el pelinegro había evitado con esfuerzo estaba ocurriendo. Ya sabía que no podía huir siempre de sus problemas, pero al menos debía prepararse para hablar…

––¿Realmente no lo sabes?

Silencio.

Su padre siempre contestaba con el silencio, era normal en él. Solo esperaba a que no fuera como todas esas veces en las que no decía nada, y solo guardaba sus palabras.

––No soy el mejor padre del mundo, ni siquiera me acerco a serlo. Es difícil para mí ser tan cariñoso como tú o como tú madre delante de las demás personas, vivo aislado, con preocupaciones, no soy capaz de ser tan brillante como tú, Mike. Me miró ahora a comparación de cómo era antes y me desconozco. ––guardo silencio «Quiero… quiero verlo…» rio un poco, algo que no hacia a diario––. Hasta diría que solía ser como tú.

––¿Cómo yo?

––Alegre, lleno de energía, (cuando no me encontraba triste), un poco más calmado diría yo, incluso más atractivo que tú.

––¡Papá! ––chillo.

––Perdón ––carraspeo––. Tenía los mejores amigos del mundo. ––Mike dejo que la sábana que lo cubría se deslizara hacia un lado pero verlo a medias––. ¿Alguna vez te conté sobre la cafetería que tenía de joven?

––¿La que atienden los primos? ––pregunto curioso.

––Exacto. En realidad les mentir. Dejo de ser mía cuando tú naciste y se las entregué a ellos, ya no me hacía falta, apareciste tú y eras todo lo que había esperado…

«Era.»

––… Eres todo lo que he esperado, Mike.

El pelinegro acaricio la pulsera que tenia en su mano izquierda con ansiedad. «No tengo idea de que estoy escuchando… Quiero saber más.»

––¿Y eso tiene algo que ver con todo lo que ha sucedido?

––Mucho diría yo ––afirmo––. Mi amigo, se llamaba Tom, él era… ––rio––… Si lo hubieses conocido serian grandes amigos. ––«¿Está llorando?» le daba miedo voltear a verlo. Su voz se escuchaba tan frágil que le daba escalofríos––. Tom se enamoró de Adrián, otro de nuestros amigos, yo llegué después. Mike, si vieras cómo lo miraba cuando estaba cerca desearías que te mirarán de la misma manera. Los dos eran tan unidos que no hubiese sido sorpresa que estuvieran juntos. El miedo y la valentía serán enemigos por la eternidad. Y no importaba cuanto amara con locura a Adrián, el temor siempre ganaba en la cabeza de Tom y ese miedo al rechazo hacia que tuviera que correr a las 2 de la mañana hasta mi casa para llorar.

»Quiero que imagines a uno de tus mejores amigos llorando en tus brazos desconsoladamente por amar a alguien que no debía. Por amar a alguien de su mismo género. Yo lo sabía todo Mike… Yo sabía todo lo que pasaba por la mente de Adrián y era mi deber guardar silencio, yo no… ––dos segundos, diez segundos, veinte… Un minuto––… Yo no podía hacer nada más que abrazarlo hasta que un día simplemente se fue.

»Y cuando te mire tan vulnerable con tal solo 16 años en el sofá, a punto de llorar, me bloqueé, no supe que hacer, no sabia a donde mirar ni que responder. Sabía que quería abrazarte pero no podía hacerlo. No porque no quisiera hacerlo, deseaba hacerlo.

––Si tantas ganas tenías de hacerlo ¿Por qué no lo hiciste? ––demando en un tono bajo al borde de las lágrimas.

––No puedo responderte porque no sé por qué no lo hice.

Mike, tomo lugar a su lado en silencio, sin mirarlo a los ojos, recordando cada mañana en los pasillos de las habitaciones, el silencio que se hacía cuando él entraba en la cocina, la noche de películas, salidas…

¿Qué podía hacer? O mejor dicho: ¿Qué podía decir? Para Mike era claro lo que su papá trataba de decirle en aquel momento. El pelinegro le recordaba a Tom, lo sabía, ¿por eso lo había ignorado? ¿Por qué le recordaba a su amigo? Entendía como se sentía y lo que debió pasar en aquel momento pero Mike no era Tom.

––Me hubiese encantado escuchar esta historia antes ––comenzó––, entender un poco más que pasaba por tu cabeza.

––Ojala hubiese tenido el valor de contártelo.

«El miedo y la valentía serán enemigos por la eternidad.» Asintió lentamente mientras guardaba en silencio. Ambos tomaron aire y lo dejaron escapar.

––No soy Tom.

––Ya lo sé.

––¿Lo sabes ahora o lo sabías antes? ––inclino la cabeza para verlo.

––Lo sé ahora ––respondió al cabo de unos minutos.

«No puedo culparte por lo que sentiste.» Una parte de Mike estaba tranquilo por escuchar un poco de los sucesos, era una historia, de eso estaba de acuerdo. Pero era un inicio, sería difícil pedirle simplemente perdón por todos los meses que perdió a su lado y que simplemente olvidó su existencia. Sería un proceso enormemente largo. Estaba dispuesto a esperar con paciencia, así como también estaba dispuesto pedirle perdón por lo que sucedió después.

––Lloraba todas las noches sin falta, lo único que quería saber era si me odiabas. Mamá siempre decía que no, pero no podía estar seguro, sé que diría lo que fuera con tal de no hacerme sentir mal. ––«Respira»––. De verdad habría agradecido que me dijeras que te tomarías un tiempo por haber recordado algo.

––¿Te habrías sentido mejor?

––Me hubiera sentido peor, siendo sincero ––no sabía exactamente el por qué, pero aquello le había generado un poco de humor––, pero al menos me habría convencido de que mi padre no me odiaba.

A su lado había un chico que en algún momento fue más joven, no estaba envejeciendo y era igual que Mike, (cuando no estaba triste), incluso más atractivo, tenía dos amigos llamados Tom y Adrián. Tom amaba a Adrián y Adrián… No lo sabía. El hombre a su lado no era su padre siendo su padre, sino un chico roto que tenia miedo a repetir su pasado y no hacer nada para evitarlo. Hacia su mayor esfuerzo para mostrarse vulnerable frente a su hijo de 22 años al cual ignoro por 8 meses enteros a sus 16.

¿Por qué todos eran adolescentes rotos? Todos estaban malditamente mal a causa de su pasado ¿Acaso era así la vida? Recostó su cabeza encima de el hombro de su padre como una muestra de cariño, luego su padre se recostó en la cabeza de su hijo «Me está aplastando.»

¡Mejor guardaba silencio!

No recordaba cuando fue la ultima vez que aquí hombre apático y sin personalidad demostraba algo de afecto hacia él después de cumplir los 15. Quizás no era él, sino su yo más joven que estaba oculto. «Kun, cuando te encuentre te contaré sobre esto. Estoy seguro de que te gustaría escucharlo.»

Como si su padre pudiera leer su mente hablo:

––Encontraremos a Kun Mike. El chico es parte de la familia.

––¿También es como un hijo para ti? 

––Mmmh, lo es. Escogiste a un gran chico como novio.

El pelinegro resopló con una sonrisa en los labios.

«Lo sé.»

––¿Todo bien Mike?

––Es un inicio, papá.

[“*”“*”]

La lluvia continuaba a invadiendo cada uno de los rincones del exterior, se encontraba en la sala viendo cómo la lluvia no cesaba. Lex se había quedado dormida en el sofá y su madre la había cubierto con una manta, antes de sentarse al lado de su hijo.

Mike dejo la taza de chocolate vacía a un lado. Suspiro con fuerza deseando que la lluvia pasará más rápido.

Acaricio el cabello rubio de su mejor amiga con una pequeña sonrisa, cumpliría años dentro de poco y seguía sin saber su edad. No eran tan distintos después de todo, por eso la quería.

––Lex me dijo que al único lugar al que no habían ido era la casa de Kun… ––miro hacia atrás.

Asintió absorto en sus pensamientos.

––No sé si está allí o no. ––comento.

––¿Por qué no intentas llamarlo?

––Ya lo he intentado un montón de veces. Solo… esperaré.

Su madre se levantó del sofá y caminó hasta llegar a la ventana, miro la lluvia por un par de segundos y dio la vuelta para mirar a su hijo.

––Creo que no estaría mal si va-…

«Bingo.»

Mike tomó a su madre del rostro, dándole un beso en ambas mejillas, haciendo a la mujer sonreír con dulzura acariciando su cabello. «Te prometo que volveremos a pasar tiempo juntos mamá.»

––Rápido, rápido, diré que saliste a comprar algo.

––¿En plena lluvia? ––rio––. Papá no te creerá ––susurro.

––Tu padre no recuerda ni su segundo nombre ––tomo el paraguas y el suéter del perchero, entregándoselos en las manos––. Te amo, por favor cuídate.

––Tambien te amo ––le dio otro beso en la mejilla antes de salir a la lluvia.

Mike anduvo lo más rápido que pudo hasta el edificio en donde (esperaba) que se encontrara el pelirrojo. Por momentos llevo el paraguas solo en manos, las personas en New York no mostraban piedad a la hora de caminar a su lado. Piso algunos pies, choco bruscamente con algunas personas, y se detuvo en una esquina a parar un taxi. No tardaría en tomar un resfriado de tanta lluvia ¡Qué agotador!

Entró todo empapado y tembloroso. Le pago de una vez al hombre que conducía pidiéndole que fuera deprisa.

––Podemos tomar un atajo ––dijo cuando lo vio inquieto.

––¿Hay mucho tráfico? ––dejo de morder su labio para después mirar hacia los lados.

––Un poco, pero estoy seguro de que llegaremos.

––Que sea rápido por favor ––suspiro recostándose de los asientos.

Estaba cerca, sabía que estaba cerca y aún así se encontraba desesperado «¿Qué tal si se encuentra allí?» Por un momento, la pregunta dio vueltas en su cabeza «¿Qué tal si se encuentra allí?»

Tras esa pregunta, el miedo comenzó a invadir su cuerpo.

«¿Y si en verdad no quiere llamarme?».

Pum. Pum. Pum. Pum. Pum.

Su respiración se entrecorto por un par de segundos, miro hacia los lados, mareado y sintiendo náuseas.

«Mike, piensa con claridad, ha de haber sido otra cosa ––se dijo a si mismo.»

Se acomodo una vez más entre los asientos, inclinándose hacia adelante fijándose por donde iba el conductor.

«Kun está bien…»

Cuando miro hacia atrás, habían pasado el restaurante en el que antes solía trabajar, clavó las uñas en el asiento del copiloto con fuerza. Sentía todo en cámara lenta, incluso los movimientos tan bruscos que llegaba a hacer con la cabeza.

––Quiero bajarme ––dijo de repente.

––Pero aún faltan 3 cuadras para llegar…

Y entonces Mike se bajó del auto antes de que el hombre volviese a verlo, cerró la puerta con fuerza agradeciéndole por el viaje.

––AGH ¡¡MIERDA!! ––corrió de vuelta hacia el taxi sacando dinero de su bolsillo––. Lo lamento, espero que le vaya bien ––tomo la mano del hombre y le dio un beso, y luego corrió.

«DEFINITIVAMENTE ME VOLVÍ LOCO.»

Le daba miedo correr con el paraguas en la mano y causar un accidente tropezándose y que muriera con sus órganos a mitad de la calle. No podía dejar sus órganos a mitad de la calle, menos en New York, ¡podrían donarlos sin su autorización! En aquel momento su mente no daba para más, lo único que pensaba era en como estaría Kun, no quería pensar en que Theon le hubiese hecho algo, o en si sus piernas dolían lo suficientemente como para dejarlo a mitad de camino.

«Debí decirle que lo quería ––pensó frustrado.»

En el hotel, cuando aún estaban en el balcón y el pelirrojo le hablaba de lo mucho que le gustaba, no tuvo la oportunidad de decirle lo que sentía y que en verdad lo quería.

Se sujeto de un poste cuando una de sus piernas se acalambro. Camino con cuidado, sin prisa pero con prisa al mismo tiempo.

«Pierdo el tiempo con cada segundo que estoy quieto».

¿Se consideraba un crimen si lo único que deseaba era llegar hasta donde el pelirrojo? Mike deseaba estar allí lo más rápido posible. Aún si el no se encontraba allí. Lo habría intentado, habría intentado con todas sus fuerzas llegar hasta donde él.

«Dios, te lo pido…»

Comenzó a andar con más ritmo al tiempo que a su pierna se le iba pasando el calambre.

«… si me he equivocado en algo, perdóname…»
Estornudo una vez que se había cruzado al otro lado de la calle.

«… me respondiste una vez, por favor respóndeme ahora.»

Un edificio grande, pintado de verde oscuro por fuera y un piso lizo por dentro, hombres y mujeres lo veían con espanto una vez que entró «Que digan lo que quieran, vengo por mi chico.» Las gotas de lluvia se deslizaban por su cara mientras respiraba con dificultad. El anciano frente a él lucia asustado ante el aspecto que tenía, sujeto el paraguas con fuerza antes de enderezarse.

––¿Está… Está Kun Lee?

––Acaba de llegar… L-…Lo llamaré para saber qué lo busca…

––¿Q-…qué p-…piso? ––comenzaba a temblar.

––Primer piso la segunda puerta 2ª… ¡Hey! ¡Joven! ¿¡A donde cree que va!?

«No importa si mis piernas duelen…»

Subió las escaleras con la mayor rapidez.

«… si termino por enfermarme…»

«… solo quiero…»

Segunda puerta 2ª.

«… poder…»

La puerta se abrió antes de poder tocar.

«… verlo una vez más.»

Mike, con el ceño fruncido miro a los ojos al pelirrojo quien estaba igual de empapado que él, bajo la mirada hasta sus manos que tenía las llaves y, su brazo que estaba enrollado en una muleta. Volvió a mirar su cara la cual tenía un par de vendas.

Kun cerró los ojos cuando vio a Mike alzar la mano. Lo abrazó, cerrando sus puños mojados en su camisa también empapada, cerrando los ojos con fuerza jadeando entre lágrimas. Sintió el alivio de su falso novio quien no tardó en abrazarlo.

Como pudo, los adentro a ambos cerrando la puerta y dejándose caer en el sofá mientras el pelinegro aun lloraba. Se percató de que Kun también estaba llorando cuando lo abrazó con más fuerza. Abrió los ojos fijándose en la pulsera que le había regalado, y como él tenía la suya puesta.

––Idiota. ––gimoteo––. ¿P-…Por q-…qué no…?

––Lo siento ––dijo entre lágrimas––. Te juro, que yo no… ––gimoteo––… Yo no quería preocuparte…

El pelirrojo deslizó la mano del pelinegro hasta su rostro, haciendo que acariciará su cuello, subiéndola después hasta sus labios y besando su mano. Dejo escapar un suspiro antes de pedirle que no lo soltará «Sucedió algo ––entendió.» cubrió al chico con sus brazos, pasando ambas manos por su cuello hasta llegar a su cabello cobrizo, en donde enredo sus dedos en tanto cabello.

Dejo caer la muleta.

Acomodo las piernas del pelinegro alrededor de su torso con la intención de acercarlos más a él. Sus manos se detuvieron en su rostro el cual, acaricio con la yema de los pulgares, quitando las gotas que deslizaban por su rostro. No paraba de suspirar. Tenía los ojos cerrados y los labios rotos. Estaba cansado. Muy casando. Quería tocarlo más de lo que ya lo hacía perro temía por como reaccionará, Kun lucia como un ángel caído en sus brazos. Frágil e indefenso. Sabía que aún estaba temeroso por la manera en la que temblaba, lo confirmo cuando, segundo después comenzó a llorar.

¿Cómo podía describir su llanto? Era jodidamente doloroso.

No sé cansaría de repetir que solo se conocían desde hace un tiempo, pero, nunca pensó verlo llorar de tal manera desde que la primera vez que lloro en el departamento de Mike. Se estaba desahogando, eso lo sabía.

Clavaba sus uñas en los hombres de Mike con fuerza. Se sujetaba de él. Era lo único que tenía a su alcance para desahogarse.

––¿Qué te paso en la pierna? ––preguntó al cabo de unos minutos.

––Te lo contaré después. Lo prometo.

––Mierda, Kun ––sorbió su nariz––, pensé que moriría si no sabía nada de ti…

––…Sh… ––planto un pequeño beso en sus ojos, apartando sus lágrimas––. Todo está bien, tranquilo. Estoy aquí.

––E-… Ese chico… El hermano de Theon me escribió y yo…

––Jack. Sí ––bufo––. Detesto a ese idiota pero se aseguro de pagarme el hospital.

––¿Entonces sí estabas allí?

––Estaría muerto ahora sí no hubiese ido.

Mike dio un golpe en su pecho con fuerza. Kun grito.

––No digas eso en frente de mi.

Cuando abrió los ojos… Cuando Kun abrió los ojos fue como ver dos diamantes verdes a punto de caerse. Beso ambos de sus ojos con cuidado, luego beso ligeramente sus labios. Su rostro estaba lleno de pequeñas vendas. Tendría un par de rasguños y heridas fuertes debajo de estas. Beso estás también y el pelirrojo sonrió.

Una vez más, Kun abrazo al pequeño pelinegro que estaba encima de él. Mike le transmitió su preocupación al pensar que podría estar generándole mucho peso, el pelirrojo no le prestó atención y simplemente dejó que se acurrucara en su pecho.

El joven se aseguro de marcarle a su mamá diciéndole que todo estaba bien, había llegado con tranquilidad y que Kun estaba en perfecto estado, si bien, no era del todo cierto, no quería generar más preocupaciones aquella noche.

––Mi teléfono se rompió por eso no pude marcart-…

––Ahora me importa que tú estés bien ––explico.

Kun lo acerco más a su cuerpo, dando ligeros besos en su cuello.

––¿Puedes esperar por mi?

––Lo hago desde antes de que me lo pidieras.

«Teme tanto de su propio deseo que le aterra tocarme.»

––Estas demasiado roto ––comento.

––Estoy demasiado roto ––afirmo––. Déjame ser egoísta y pedirte que no me sueltes.

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