CAPITULO TREINTA
Mike
Una vez más, estaba rodeando a Kun con sus brazos y piernas como una pequeña garrapata mientras él veía una serie. Se ofreció a dejar de ver la serie y abrazar a Mike, pero este estaba indignado por su desaparición en la tarde. Además de que no quería desmayarse de tanta comodidad.
El suéter de Kun era una maravilla para él ¡Era muy cómodo! No planeaba quitárselo jamás, lo escondería del pelirrojo para que no se diera cuenta que lo había ocultado.
Sintió la mano de este mismo sobre su cabeza.
Comenzó a acariciar su cabello con gentileza, algo que hizo que Mike quisiera fundirse más en el abrazo con el pelirrojo. ¡Aquello era mejor que abrazar una almohada! Soltó un pequeño gruñido, casi como un ronroneo, abriendo los ojos.
––¿Qué tal la serie? ––su voz era como un susurro, ronca.
––Aun me cuesta entender por qué mataron a este personaje ––respondió con confusión––. ¿Sí era culpable?
Mike negó con una pequeña sonrisa.
––Ese chico de allí lo mató porque quiso.
––¿Jeffrey? ––pregunto––. Él es el rey actualmente ¿No?
––Síp. Hay personas que dicen que es como el Rey Loco.
––¿Y ese eeeeees…? ––Mike rodeo los ojos antes de sentarse a su lado.
––Solo sigue viendo.
El pelirrojo optó por hacerle caso y continuo viendo la serie. El pelinegro apoyo su barbilla en su hombro mirando la serie con él. Recordaba haberla visto por obligación con la rubia, le había dicho que sería interesante pero Mike se había negado a verla. En unas semanas terminaron las 8 témporas con lágrimas y molestia ¿Por qué no habría de mostrársela a Kun? Era casi como un plan romántico ¿No?
No habían pasado mucho tiempo con sus padres ese día. Kun había salido de la habitación para hacer algo mientras Mike dormía, recordaba perfectamente haber salido a buscarlo una vez despierto y, encontrarlo salir con un chico de su misma estatura. Decir que no tuvo celos sería muy bajo de él. Pero sí, los tuvo.
Quiso preguntar al respecto pero el pelirrojo podía pensar que era intenso.
«A nadie le gustan las personas intensas ¿Cierto? ––se preguntó a si mismo con temor.»
Ya había llegado a este punto.
Abrazo a Kun, mirando una serie, y había tenido una bonita noche hasta hace un par de horas ¿Por qué pensaría ahora que su intensidad arruinaría todo? El pelinegro sabía que podía ser más intenso cuando creía estar en una relación.
Era más pegado, más hablador, incluso más callado para disfrutar del momento, más cariñoso y más activo. Caminaba por doquier, exigía atención… ¡Podía hacer labia si es que se le pasaba por la cabeza! Entonces, si gran parte de esas cosas habían logrado que a Kun gustará de él… ¿Por qué había tanto temor? Cerro los ojos tratando de ignorar sus pensamientos negativos pero ni siquiera tratar de conciliar el sueño era suficiente.
––Oye… Kun…
––¿Pasa algo?
––No, es solo que… Esto se siente extraño. ––el pelirrojo apagó el teléfono para acostarse a su lado y mirarlo a los ojos.
––¿Qué es lo que te parece extraño? ––«Su voz. Mierda. ¡Su voz!»––. ¿He hecho algo malo o…?
El pelinegro rio levemente.
––Solo han pasado un día y un par de horas ¿Qué podrías haber hecho? ––sonrió.
––No lo sé, dime tú.
––¿No te parece extraño esto? ––rasco su nuca, nervioso––. Hace unas semanas habías desaparecido y cuando volviste te pedí ser mi novio falso. Y ahora… Estamos en esta situación. ––explico.
––¿Entonces quieres que me aleje o…? ––Mike dio una patada en su vientre ejerciendo algo de fuerza. Kun rio entre quejidos abrazándose a si mismo. Mike chillo abrazándolo––. E-…Era un chiste ––continuo con las risas de dolor.
––¡Sabes que no me refiero a eso! ––chillo. Volvió a tomar lugar en su pecho como hace un rato.
––A mi no me molesta nada de esto. ––respondió––. Me gustas, más de lo que esperaría de un chico que conocí por completo en un par de semanas.
––¿Es hora de ponerse cursi? ––esta vez fue Kun quien le dio un golpe en la cabeza al pelinegro––. ¡Era bromaaa! ––suspiro––. Tú también me gustas.
––¿Entonces?
––No sucede nada. Es solo… ¿Y si nada de esto sale bien? Imaginar que esto será algo pasajero es… Extraño. ¿Sabes? Quiero que todo quede bien entre nosotros.
Por instantes, Kun lo miro fijamente a los ojos. Lo estaba examinando, casi parecía que buscaba una respuesta en su mirada que Mike se negaba a encontrar por si solo.
––No puedo asegurarte que todo será perfecto. Ni siquiera podría decir que se acercaría a serlo. Pero, estaremos tú y yo juntos para resolver cualquier problema. ––salió de la cama agachándose para verlo mejor––. Tú y yo contra el mundo ¿De acuerdo?
––¿Y si tenemos algún desacuerdo?
––Lo arreglaremos al instante.
––¿Y si tenemos una discusión y dejamos de hablar?
––Me asegurare de que quedemos bien ante todo.
––¿Y sí en la mañana te parezco intenso, o molesto? ¿Y si soy demasiado chillón o infantil para que me aguantes? ¿Y si soy muy labioso? ¿O si…?
Kun lo tomó de los hombros abrazándolo fuertemente. El pelinegro se hundió en el abrazo suspirando con alivio. Relamió sus labios y dejo escapar un suspiro de tranquilidad.
––Me gustas tal y como eres Mike. Con tus malas y buenas cosas ––aclaro––. El día que me canse de ti será el día en el que no me aguante a mi mismo. Te prometo que eres suficiente y especial.
Entonces solo pudo aferrarse más a su cuerpo con la intensión de que tomará su corazón con sus propias manos y se lo llevará con él a su casa. No importaba si le hacía daño o lo dejaba a un lado, quería que lo tuviera.
Deslizó su mano hasta la de Kun, guiándola hasta su pecho. Apuntando a donde se encontraba su corazón y la presionó con fuerza hasta que entendiera lo que quería.
––Llévalo contigo ––pidió en un susurro––. Es todo tuyo…
El pelirrojo pareció reír un poco.
––¿Se lo entregas a un extraño?
––No eres un extraño. Sabe que puede confiar en ti. Así que tómalo y cuídalo ¿Está bien? ––su voz ahora era suave como la de un niño indefenso. Podía decir que hasta temblaba. Estaba admitiendo que realmente gustaba de él y que quería que tuviera cada parte de sí.
Kun también tomó la mano de Mike hasta guiarla a su pecho y presionar con fuerza, este alzó la vista, y se encontró con los ojos verdes de Kun viendo la mano del pelinegro.
––Lo haré si tú haces lo mismo con el mío.
Asintió con una sonrisa leve.
––Lo prometo.
Asintió también entonces.
––Lo prometo.
[“*””*”]
Ya era la novena vez que daba vueltas en el camino, y solo conseguía marearse más. Para el pelinegro era divertido ver cómo todo a su alrededor daba vueltas y tomaba un rol desenfocado. Kun estaba una vez más con su padre y Mike con su madre y las amigas de esta. Para las mujeres era como un niño de 22 años con el que jugaban al modelaje.
A Mike le fascinaban aquellos juegos así que no tenía ningún disgusto ¡Hasta podía dar su opinión con la ropa! Muy pocas veces podía permitirse hacer eso. Al menos en una tienda. Mike siempre probaba su ropa con Lex antes de salir y los dos tenían su opinión al respecto del vestuario de cada uno. Sorprendentemente aquel día no tenía ánimos para esas cosas. Había pasado la gran parte de la noche hablando con Kun que terminó con un resfriado.
Era inquieto cuando estaba enfermo. Incluso pensaba que estaba más drogado que enfermo. Así que todo a su alrededor era extraño para Mike y este se sentía vulnerable estando en él. Pero allí estaba. Siendo atendido por varias mujeres mayores cuando no lo había pedido.
––Debe ser agotador tener a tantas personas cuidando de ti ––dijo Lucia, sentándose a su lado cuando las demás se marcharon.
Mike negó con tranquilidad.
––No tengo problema. Solo que en vez de mejorar creo que solo empeora cada vez más ––rio seguido de un estornudo.
––Tu familia es muy agradable ––comento––. Ojalá pudiera venir más seguido.
––¡Tranquila! Hacemos planes siempre que podemos. Y, era una ocasión especial para que mis padres pudieran conocer más de cerca a mí… Novio. ––«Es difícil decirlo al público.»
La chica a su lado miro a Kun también, a lo lejos con el señor Mike, parecían estar discutiendo sobre una camisa mientras le buscaban el sentido a las exhibiciones de los maniquíes.
––Hacen una linda pareja.
El pelinegro sonrió alegremente por su comentario.
«No somos pareja. Aún.»
––Gracias. ––la miro––. Una disculpa si incomodamos.
––Para nada. ––aclaro de inmediato––. Creo que quienes se incomodan son mi prima, y mi mamá. No están acostumbradas a este tipo de situaciones ––Mike asintió––. A mí prima le gustas.
Abrió los labios levemente con incredulidad. Lucia hizo un vago gesto con las manos restándole importancia.
––Le gusta cualquier chico lindo que ve por ahí, nada de que preocuparse.
––Ella… ¿No dice nada respecto a mí… Relación con Kun?
El silencio de la chica hizo que a Mike se le cerrará la garganta. Bajo la mirada hasta sus pies con los nervios de punta. Era la primera vez que se sentía así porque era la primera vez que le sucedía algo así, mordió su labio con algo de fuerza y una extraña presión se hizo presente en su pecho.
Una vez, James le hablo sobre aquel tipo de comentarios. “Si te tomo de la mano todos mirarán y tú entraras en pánico” “Estás bien como estás. Créeme, no quieres miles de ojos clavados en ti por verte con otro chico”.
¿Así se sentía eso que siempre decía?
––¿Estás bien? ––Mike asintió fingiendo una sonrisa. Saliendo de la tienda.
Había llamado la atención de Kun y su padre pero siguió de largo. Su madre debía estar en una de las tiendas a su alrededor, el centro comercial era enorme, y era un mal momento para que el pelinegro estuviese atrapado en un lugar así. Se dirigió al ascensor en donde ya habían varias personas.
La cercanía ante todas las demás personas, solo lo hizo sentir peor «Saben lo que soy ––se decía cada vez que alguien se atrevía a mirarlo.» Era tarde para salir de allí. Ya había avanzado y solo tocaba esperar llegar al quinto piso.
Desde allí arriba todo se veía aterrador, hermosamente aterrador. Las tiendas de New York destacaban por la gran variedad de cosas que tenían, eran hermosas y enormes. Pero las personas hacían que todo luciera tan pequeño que solo lo aterrorizó más.
Cuando llegó a su destino corrió hasta encontrar el baño y asegurarse de que no había nadie. Tuvo que esperar un rato a que los dos únicos chicos salieran para encerrarse en una de las cabinas a llorar. Abrazo sus piernas dejando escapar un pequeño gimoteo.
«¿P-… Por qué estoy llorando? Ni siquiera sé que dijo de mí.», Pero no hacía falta que lo supiera, pensar en qué hablaban mal de él solo por ser gay era extrañamente doloroso. «¿Qué es lo que dice? ¿Quién más ha dicho algo de mi? ¿Acaso…?» Abrazo con fuerza sus piernas, realmente le dolía.
No sabía en qué pensar ni que hacer así que solo lloro. Lloro tanto que ni siquiera midió el tiempo ni prestó atención a su teléfono, ya no importaba si alguien entraba y lo escuchaba, necesitaba dejar escapar sus emociones. Recordaba haber sentido algo similar en el supermercado, cuando estaba con Kun y todas las personas se detuvieron a verlos como si fuera algo extraño.
¿Qué había de malo? ¿Qué era lo extraño? ¿Por qué nadie apartaba sus miradas de ellos? Preguntas sin respuestas y que cada vez crecían más y más. Solo podía fijarse en como todo su cuerpo temblaba tanto que asustaba, su respiración se cortaba y sus ojos con lágrimas estaban clavados en el suelo de mármol mientras, se sujetaba de su pantalón con fuerza. Estaba solo pero sentía cada una de las miradas de personas diferentes sobre él, juzgándolo, criticándolo, odiándolo…
Inhalaba y exhalaba, inhalaba y exhalaba, inhalaba y exhalaba…
… E inhalaba y exhalaba una vez más.
En su garganta, sintió un sabor amargado llamado realidad. Se hizo un gran disgusto en su boca que tuvo ganas de vomitar, pero fue algo fugaz, ojalá hubiese vomitado habría descargado muchas cosas de si.
El sonido de la puerta del baño abriéndose. Limpio sus mejillas para salir hasta que escucho su voz.
––¿Mike? ––el pelinegro bajo la cabeza sintiéndose más débil, ni siquiera tuvo fuerzas para levantarse––. ¿Qué sucedió?
Mordió su labio con fuerza, una vez más, a ese punto ya pensaba en que debía estar sangrando tanto que moriría de un desangramiento de labio. Si es que eso era posible. Dejo escapar el aire retenido de sus pulmones y suspiro.
––¿Alguna vez has sentido que todo el mundo te mira? E-… En el mal sentido. ––tartamudeo.
El pelirrojo pareció recostarse de una de las cabinas, ya que una de estas sonó tras tener con tacto con algo. Suspiro con cansancio.
––Siempre ––fue su respuesta––, más de lo que me gustaría ––«Lo supuse»––. ¿Por qué te fuiste tan de repente?
––Nunca pensé que volvería a sentirme como en el supermercado, cuando todos nos miraban, ¿recuerdas? ––tembló––. ¿Recuerdas cómo se sintió? Lucia dijo que le gustaba a su prima y ella… Ella…
––¿No habla bien de ti por ser gay? ––casi podía verlo enarcar una ceja.
––Yo no pedí serlo…
––Yo tampoco. Y aquí estamos ¿No es así? Mike, que el no cumplir los deseos de los demás te hagan sentir mal. Sobre todo si son de personas que te critican. ¿Esa chica habla mal de ti por ser gay? Ni siquiera te conoce como para decir algo negativo de ti.
––¿¡Y que más da!? ––alzo la voz––. ¿¡Qué más da si me conoce o no!? ¡No les da derecho de hablar mal de mi solo por lo que soy!
––Pero así son las personas.
––¡Pues las personas son una basura! ––exclamo.
––¿Ahora te das cuenta? ––aquello parecía decirlo con humor––. No todas las personas son una basura, tienes personas que te apoyan tal y como eres ¡Como Lex y tú familia! ¿Qué si las personas hablan mal de ti? Al fin y al cabo es tu vida ––toco una de las puertas––, este tipo de cosas acabarán algún día. Peeeeero me temo que estaremos muertos cuando eso suceda.
Mike frunció el ceño al escuchar eso último. Aunque resultó un poco gracioso el hecho de que ya pensara en su muerte.
––¿Entonces debo esconderme hasta morir?
––Deberías disfrutar tu vida mientras puedas, seas gay o no, ¿qué más da? Nadie más que tú sabrá cómo viviste tú vida. Ignora los comentarios de otras personas y solo relájate, no pasará nada, te lo prometo.
“Te lo prometo”.
Pero… ¿Y si sucedía algo? Aún había terror dentro de Mike y era imposible calmarlo, pues su corazón no paraba de latir a gran velocidad y de doler. En aquel momento no podía hacer más que mantener la calma y pensar, tal vez estar en silencio y dormir por un gran par de horas. La idea se le hizo atractiva. ¡Aún había quedado helado y unas cuantas bolsas de té! Luego dormir, eso era lo que llamaba la atención de Mike.
––Si sigues vivo… ¿Podrías abrirme la puerta?
––¿Cuál de las dos? ––pregunto con su voz más coqueta.
Kun guardo silencio por unos segundos hasta que Mike estalló de risa, limpiando sus mejillas de nuevo. Se inclino para quitar el seguro y le dio un leve empujón. El pelirrojo asomo la cabeza por la puerta dejando ver su frente, unos cuantos mechones largos de su cabello se asomaron también.
Este frunció levemente el ceño, al ver al chico abrazado a su piernas y con las mejillas sonrojadas de tanto llorar.
––¿Te he dicho que eres como un niño? ––entro para cargarlo.
––¡Llévame al infinito y más alláaaaa!
Ambos rieron.
Enrollo sus piernas alrededor de la cintura del pelirrojo, al igual que sus brazos sobre su cuello y, su cabeza descansando en su hombro. La puerta del baño tenía el seguro puesto, ¿a cuántas personas Kun habrá hecho bajar al otro baño? Mike mordió la oreja del chico.
––¡Auch! ¿¡Eso por qué!?
––Es una simple muestra de amor. ––explico con una sonrisa––. ¿Quieres que te enseñe? ––su vista bajo hasta la cintura del pelirrojo subiendo con rapidez hasta sus ojos verdes, una vez más.
––No gracias, me gusta mi vida como está.
––Pff, aburrido.
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