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CAPITULO DIEZ

Kun

Se encontraba afuera de la cafetería. Exactamente en las mesas de afuera, esperando a que el pelinegro tomase su descanso mientras miraba la fuente, con los ojos entrecerrados, pensando.

––¿Por qué siempre miras la fuente?

––Sigo pensando en como las personas pueden creer que su deseo se cumplirá si tiran una moneda al agua. ––respondió, mirándolo de reojo.

––Eres muy negativo. Ya te lo dije. Es lindo creer que tu deseo se cumplirá, deberías intentarlo ––lo ánimo con algo de entusiasmo.

––Tal vez luego.

Una pequeña sonrisa se había formado en los labios del pelirrojo cuando vio al menos haciendo pucheros, y ladeando la cabeza. Desde anoche no podía parar de sonreír, solo pensar en las conversaciones que tuvieron, el baile. Sobre todo el baile, lo hacían sonreír de punta a punta.

––¿Por qué nunca te dejas acariciar el cabello? ––pregunto de repente––. Te alejas cada vez que alguien lo intenta.

––¿Dejarías que alguien tocará tu sedoso cabello rojizo? ––contraataco.

––Mi cabello si es hermoso, a diferencia del tuyo.

––¿¡Qué quieres decir con eso!? ––Mike se inclino frente a él con la indignación reflejada en su rostro––. Mi cabello es hermoso. Diría que mucho, por esa razón no dejo que nadie lo toque.

––Ayer toque tu cabello cuando te recostaste en mi pecho, Mike ––recordó.

––¡Me deje llevar por el momento! ¿Está bien? ––resoplo, alejando un mechón de cabello de su rostro––, pero… admito que si me gustó ––confeso en voz baja. Antes de que Kun pudiese esbozar una sonrisa de nuevo este hablo––. A cualquiera le gustaría que acaricien su cabello, digo, no soy el único. Puedo apostar que a ti también te gusta.

––Me gusta mucho. ––confirmo asintiendo.

––Ahí lo tienes, así que no lo tomes como algo especial ¿Está bien?

Había algo en sus ojos que decían todos lo contrario. Estaba de brazos cruzados, mirando hacia el frente mientras temeroso, evitaba su mirada. «¿Qué pasa por tu mente?» lucia muy tierno cuando se comportaba de aquella manera, era igual que un niño en el cuerpo de un adulto.

No comprendía como buscaba evitar ser así ante todo los demás.

De cierto modo, le recordaba a él mismo en algún punto de su vida, pero Mike tenía un encanto especial que lo hacía brillar muy a le lejos. La misma presencia del chico hacía que el pelirrojo ignorará el hecho de que su cuerpo no se sentía del todo bien, estando mucho tiempo fuera de casa. O que este tenía su figura…

––¿Qué hay de mi figura? ––la pregunta salió de sus labios en un leve susurro sin antes pensarlo. En los ojos del pelinegro había cierto desanimo, tal vez, esperaba a que preguntase otra cosa.

––Esta en mi mantel ––respondió con la voz algo aguda––, no quiero que se me caiga mientras estoy en mi descanso, así que lo guardo en el mantel. ––bajo una vez más la mirada antes de verlo de reojo––. ¿Quieres que te la de vuelva?

Para su propia sorpresa, negó.

––Cuéntame por qué te interesa tanto.

––Siempre parece que estás nervioso cuando esta a tu lado. Incluso pude notar la manera desesperada en la que me miraste cuando te la quité, quería buscar una respuesta de por qué es tan especial para ti.

––Y dime ¿Encontraste algo? ––negó.

––Es una figura muy linda y me parece adorable que siempre la lleves contigo. Aún así, no logro entender por qué te gusta tanto. Te la devolveré después…

––Puedes quedártela. Yo no la necesito ––dijo de inmediato.

Lo cierto era que en las noches le resultaba difícil no encontrar su figura de Winnie Pooh mientras buscaba una manera de calmarse. Era consiente de lo mucho que aquello le causaba daño, pero, no podía olvidar el alivio que sintió cuando Mike lo tuvo en sus manos.

––Es toda tuya, haz lo que quieras yo no la necesito más ––«No es del todo cierto ––pensó––, pero quiero que él lo tenga. Parece gustarle mucho»––. Fue un regalo de hace muchos años, pero puedes quedártelo.

––¿Estás…?

––¿Seguro?––termino por él––. Por supuesto. ––noto entonces el brillo en los ojos del pelinegro y como se mordía el labio de felicidad. «En definitiva. Está en buenas manos.»

––¡Te confieso que no había visto una figura taaan adorable! Nunca he sido fan de Winnie Pooh, pero me trae mucho encanto, tal vez nostalgia. Solía ser un chico Disney de pequeño. Me sabía tooodas las canciones y…

¿Qué tan posible era que una persona resultará atractiva mientras hablaba? ¡Hasta le entraban ganas de abrazarlo! Las ganas eran tan insoportables que, tuvo que retener cada parte de su cuerpo para no abalanzarse sobre él y abrazarlo.

Actuaba con pensamientos de mucha confianza, no conocía mucho al joven y se atrevía a pensar en cosas que no eran apropiadas para un desconocido. Pero se llevaba tan bien con ese desconocido que escucharlo mientras hablaba en aquel momento no resultaba molesto.

––Mike.

––¿Sí?

«Me encantas.»

––¿Cuándo nos reuniremos con tus padres de nuevo? ––«Idiota.»

––Oh, sí, sobre eso mi mamá me dijo que estaba planeando una salida.

––¿Cómo te llevas con tus padres? ––curioso.

––Pues mi mamá es genial, es una mujer dulce y siempre ha estado al tanto de mi. Soy sensible gracias a ella. Solía ser más cercano a mi papá de pequeño pero supongo que le gusta mucho la distancia ––se encogió entre hombros restándole importancia––. Te sorprendería verlo demostrando afecto.

––Tu familia es muy agradable, tanto que puedo sentirme incómodo ––confeso, acomodándose en su asiento––, no recuerdo la última vez que vi una familia tan unida.

––A mis padres siempre les ha gustado hablar sobre los problemas, y estados de ánimo. Mi mamá estudió psicología un par de años, y mi papá bueno, él es él.

––¿No te llevas bien con él?

––No es eso, creo que solo… estamos en mundos distintos, y no hay una razón por la cuál estar tanto tiempo unidos. ––se fijo en el rostro de Kun, que lo miraba con interés. Tal vez supuso que no había hecho una buena aclaración––. Quiero tanto a mi papá como he querido a alguien más en este mundo. Sigue siendo muy importante en mi vida. Pero, creo que la distancia nos a estado alejando de la vida del otro… Y eso… Ha ocasionado ciertos conflictos.

––Se nota que él también te quiere mucho ––tardo un par de segundos en retomar la conversación––. Me hubiese encantado saber qué se siente ser parte de una familia.

Mike entreabrió los labios cuando esté soltó el comentario, no dudo en acercarse un poco a él, chocando su hombro levemente. Cuando captó por completo la atención del pelirrojo, sonrió de manera leve.

––Ya eres parte de una ––entonces chico le ofreció su mano, como si de un trato se tratará.

Bajando la mirada hacia su mano, no dudo en tomarla, pero sintió cierto miedo en el acto, todo se acabaría en cuestión de tiempo.

Encariñarse con aquella familia y con el pelinegro no le aseguraba que la despedida no sería dolorosa ¿Qué si Mike decidía no hablarle luego de aquello? Después de todo, fingirían haber terminado. Tomando caminos distintos cada uno.

Quizás lo mejor fuese si siguiera bloqueando sus emociones.

[“*”“*”]

Al principio pensó que exageraba con el hecho de que  Mike lucia como un niño al hablar, o al hacer pucheros. Pero todo fue aclarado cuando lo encontró comiendo felizmente en uno de los columpios.

Se encontraban en un parque frente a la cafetería, en unos columpios que se encontraban debajo de unos arboles, tapando el sol. Kun se sintió calmado con eso. Mike en cambio, solo disfrutaba de su comida.

––¡Cocinas muy bien! ––chillo llevándose una papá frita a la boca.

––Has repetido lo mismo por 10 minutos, Mike ––el menor golpeó su tobillo con fuerza dejando escapar un grito de parte de Kun––. ¡¡No hagas eso!!

––¡Te estoy haciendo un cumplido y parece que no te importa! ––su cara igual que la de un cachorro triste. Ni siquiera en esa situación había dejado de comer, solo lo hacía con indignación.

––Vale. Mike, aprecio tu cumplido hacia mi comida ¿Te parece bien así? ––el pelinegro ladea la cabeza de un lado a otro hasta por fin asentir––. ¿Entonces todo bien? La comida no tiene mucho de especial, es solo papas fritas con algo de carne.

––Yo adoro las papas fritas. ––se aseguro de hacer énfasis en la segunda palabra––. Te contrataré como mi chef personal. O mejor aún ¡Maestro de cocina!

––¿No quieres que te ayude a maestra otra cosa?

––¡Pervertido!

––¡¡ME REFERIA A LOS INSTRUMENTOS DE COCINA!!

––¡¡NO, NO ES ASÍ!!

––¡Mike!

––¡Kun!

––¡Tú siempre haces esa clase de chistes conmigo!

––¿Entonces no niegas insinuar algo pervertido conmigo? ¿¡Por qué todos los hombres son iguales!? ––casi parecía que lloraría.

––¡Tú también eres hombr…! ¡AH! Olvídalo, no logro entender tu bipolaridad.

––¡No soy bipolar! ––chillo dejando la comida a un lado, no sin antes plantarle un beso tierno y limpiarse la salsa de los labios––. Actúas muy extraño, me confundes.

––¿Yo confundirte? ––lo miro extrañado.

––Ajáaaaaa.

––Pero si no estoy haciendo nada malo.

––Primero rechazas mi cumplido, luego me dices cosas pervertidas, y ahora me gritas ¿¡Cuáles son tus planes conmigo!?

La situación había revuelto la cabeza del pelirrojo. Ver a Mike preguntando cuales eran sus planes con él lo hicieron mirar hacia el cielo haciéndose muchas preguntas.

«¿En qué momento llegamos a esto? ¡Solo le traje algo de comida! ¿Acaso este es mi castigo por ser hombre? No tengo la culpa de eso ––pensó con ansiedad––. ¿¡Por qué tenían que gustarme los chicos!?»

Tomó a Mike de los hombros, cubriendo su boca con una mano inclinado frente a él mirándolo fijamente a los ojos frágiles que, tenía en aquel instante.

––¡Mike! Ni siquiera estoy buscando segundas intenciones contigo ¿Entiendes? Solo te traje comida, gracias por tu cumplido. Eres un buen chico.

La mirada de Mike cambió en ese momento, dejando de su mano pudo sentir como este sonreía de punta a punta.

––Ahora dímelo en la cama mientras me azotas.

Se alejo de este como si lo hubiese mordido.

Tuvo que cubrirse la cara contando hasta 20 para calmarse de tal situación. ¡Ni siquiera entendía por qué se había sonrojado! Era ridículo, igual que aquel momento.

El pelinegro no tardó en retomar su comida con total tranquilidad mientras se columpiaba a lentamente, moviendo las piernas de un lado a otro con falsa inocencia. Cuando acabo de aseguro de susurrar algo al oído de este.

––Muchas gracias.

Planto entonces un beso tierno detrás de su oreja.
Siendo así, que los nervios de Kun se activarán, cubriéndose el rostro con mayor fuerza queriendo desaparecer de aquel momento.

«¿Por qué hizo eso? ¿Acaso…?»

Las ganas en aquel momento seguían estando presentes, no podía hacer gran cosa que hiciese sentir incómodo a Mike, pero ya no encontraba una manera de aguantar las ganas que tenía de abrazarlo. Llevo una de sus manos hasta su cabeza y revolvió su cabello, ocasionando que el pelinegro comenzará a quejarse.

La última vez que estuvo entre los brazos de Mike habían estado en su departamento planeando como sería todo en casa de sus padres, recordaba haber hecho un chiste sobre que estaba prohibido que uno de los dos sintiese algo por el otro.

«No es que sienta algo hacia Mike. Solo que todo se siente extraño cuando estoy a su lado, no sé si eso esto es bueno o malo.»

No tardó en volver a tener una expresión seria, en cuanto se hizo un silencio entre los dos.

Ambos miraban a los niños y adolescentes hablando mientras salían de clases, trato de recordarse cuando aún estaba en secundaria, pero la imagen no era tan clara. Su único recuerdo era tener que dejarse cortar el cabello de vez en cuando por órdenes de los profesores. Nunca fue amante de dejarse crecer el cabello, pero hasta él admitía verse bien cuando lo dejaba crecer.

Tal parece que Mike lucia igual de interesado en los chicos cuando lo miro.

Tenía una sonrisa leve y algo triste mientras los veía. Kun se preguntaba qué sucedía por la mente del pelinegro. Recordaba con claridad la conversación que habían tenido con respecto a sus anteriores planes.

––¿Sabes Mike? ––el pelinegro miro fijamente a Kun, una vez tuvo toda su atención––. Aún puedes formar esa familia que tanto deseabas.

––¿A qué te refieres?

Había algo de ansiedad en su voz.

––Tal vez un día llegué un chico con los mismos planes que tú. Ambos podrían optar por adoptar, no lo sé, siempre hay una solución. Luces muy interesado al respecto. Pienso que eres tierno al pensar en esos ¿Sabes? Una familia y una linda relación. ––choco su columpio con el de Mike antes de levantar la comisura de sus labios. Los ojos del chico a su lado tenían cierto brillo a medida que lo escuchaba hablar––. Creo que alguien tan increíble e interesante como tú merece ser feliz, con alguien que te ame con la misma intensidad que tú a él.

Hubo un momento de silencio en el que pensó que ninguno rompería el silencio, se había hecho un nudo en su garganta luego de decir eso. Se sentía extraño. Mike se balanceo hasta mirarlo una vez más.

––Espero que tú también consigas a ese chico, Kun ––sonrío entonces de una manera algo melancólica––. Mereces que alguien te haga feliz. Mucho, en realidad.

«¿Qué es este extraño nudo que siento ahora mismo?»

Ambos intercambiaron miradas por instantes, antes de asentir con lentitud.

El silencio que se formó entre los dos no era incómodo, ni siquiera denso. Era disfrutable y podía sentir como el viento intercambiaba esas palabras que no se decían directamente. Pensó en la última vez que quiso a alguien con intensidad y como resultaron las cosas.

No todos los chicos eran como Theon, incluso, eran muy sensibles en las relaciones amorosas. Quizás su miedo era volver a querer a alguien y resultar herido.

Kun jamás creyó que el tiempo pudiese arreglar las cosas. O que las personas pudiesen salvar a otras. Mucho menos si hace casi un mes, sucedió algo que jamás pensó que ocurriría. Pero allí estaba, en un parque de New York columpiándose con un extraño desconocido que le pidió ser su falso novio para engañar a su padres.

La compañía de Mike hacia que, de cierta manera, Kun no se sintiera del todo mal. Incluso se obligaba a si mismo a ignorar cosas que le resultan molestas para poder estará allí. Aún no entendía el por qué lo hacía, o siquiera si había una razón. Pero le gustaba estar allí con ese completo desconocido. Que de alguna manera, parecía comprender el dolor que sentía. Solo tenían que contarlo.

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