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CAPITULO DIECISEIS

Kun

«Debería besarlo.»

Esa mañana habían salido de compras con los padres de Mike y sus amigas. El pelinegro se mostraba ansioso ante las amigas de su madre, que le mostraban distintos diseños de ropa que le quedarían perfectos.

Kun se había sentado con el padre de Mike, en una esquina mientras se probaban ropa.

El hombre sujetaba la cartera de su señora esposa mientras que Kun, sostenía el suéter y gorra del pelinegro.

No había tenido algo en común con nadie hasta que se estuvo con su falso suegro. El señor Mike detestaba salir de su hogar para comprar ropa, pues decía que no había mucha necesidad y con las que tenía le bastaba. Mientras que Kun le daba muy igual la ropa, compraba lo que le saliera del poco presupuesto que tenia.

Cuando llamaron a la puerta, ordenaron que se vistiera lo más decente posible. Kun no consiguió una camisa que le gustará, así que solo escogió un suéter negro y un pantalón azul oscuro, no se molestó en arreglar su cabello, se limitó a revolvérselo más. Normalmente se vestía muy decente, pero no tenía una manera de arreglárselas.

El hombre a su lado vestía con una camisa de gato, azul, y el mismo pantalón de piscina, le ofreció un poco de café a Kun luego de ver su cara de fastidio, así se mantuvieron en todo el camino en auto hasta allí, en donde ambos compartían deseos de marcharse.
––Que guapo se ve mi Mikie, a ver, da una vuelta.

El pelinegro, en busca de complacer a su madre, dio una vuelta con mucho estilo sonriendo para las fotos que le tomaban.

––Serias un buen modelo, Mike ––dijo una mujer canosa mientras tomaba fotos.

––¿Por qué tan aburridos por allá? Si aún tienen sueño deberían ir a tomar algo para que se les pase ––sugirió una de las mujeres.

«Tengo más ganas de morir que de dormir.»

Comenzaron a parlotear sobre que camisa se vería mejor en quien, cuando dejaron de halagar a Mike, se concentraron en los trajes de baño.

––Esto es una tortura ––dijo para si mismo.

––Concuerdo contigo ––respondió el hombre en un tono amargo––, salgamos de aquí.

Sin más que decir. El hombre se levantó dejando el bolso en su puesto, y saliendo del lugar. Kun miro a las mujeres junto con el pelinegro por un momento para luego salir de allí. 

Siguió al hombre caminando con total tranquilidad, eran casi de la misma altura pero, aquel hombre al ser más corpulento era una mano más alto que él. A Kun le sorprendía que Mike fuera bajo, aunque realmente le ganaba por tres dedos de altura.

No sabía exactamente que hacia allí, pero al menos no tenía que escuchar tantos chillidos, una parte de él quería volver y fijarse en la ropa que escogía el joven. Admitía que, se le veía bien aquella camisa roja con estampados de piñas. Algo cliché, pero le sentaba muy bien. De repente Kun se sintió algo avergonzado, siempre llevaba la misma ropa y nunca algo distinto, se veía muy repetitivo, tal vez si debería comprar ropa nueva.

––¿Quieres un café? ––se fijó en el hombre corpulento que lo miraba con curiosidad, se encogió entre hombros con indiferencia––, lo tomaré como un sí.

No respondió nada, estaba muy adentrado en sus pensamientos como para poder hablar.

Esa mañana mientras salían había vuelto a encontrarse con Jack, quién clavó la vista en el pelinegro, Kun habría deseado que no lo viera, si Mike se veía involucrado en alguno de los sucios juegos de Jack no tardaría en perder la cordura.

Iria a su habitación cuando pudiera y hablaría con él. Si podía evitar algún problema y entrar en razonamiento estaría más tranquilo, pero conocía a la perfección a Jack, sabía que sería muy difícil conseguir una charla tranquila.

Paso sus manos por la cara con un poco de frustración.

––Parece que algo te estresa. ––comento.

––Algo así ––contesto con pesadez––. Creo que es solo es falta de sueño, me desperté en la madrugada porque no me sentía muy cómodo. ––quiso evitar el tema de que su hijo fue quien lo despertó.

––¿Ha pasado algo en específico? ––pregunto apoyándose de la pared.

––Un par de problemas personales, no es nada con Mike ––aclaro––. Son muchas cosas más.

––Parece que los jóvenes de hoy en día tienen demasiados problemas. O soy yo que soy muy viejo.

––Yo con 24 pienso que envejezco ––suspiro con cansancio, estaban esperando a que su café estuviera listo.

––Espera otros 24 años para tener la misma edad que yo.

––¿Tiene 48? ––había un poco de sorpresa en su voz––, luce más joven.

––Las canas no dicen lo mismo, chico ––negó bajando la cabeza––, dime algo ¿Qué pasa por tu cabecita? Esas ojeras no son de simples problemas personales.

––Sí son personales. Simples… Da igual, no es nada importante ––«No puedo contarle a mí falso suegro que se trata de mi ex, pensara que estoy loco.»

––Ya veo lo que pasa. Quieres terminar con Mike ¿No es así?

––¿Qué? ¡No! Claro que no ––se sonrojo––, no sería capaz de terminar con su hijo.

––¿Entonces él quiere terminar contigo?

–––¡No es nada de eso! ––bajo la mirada «¿Estaré arruinando el plan?»––, hay un chico que no deja de molestarme, verá, antes salía con su hermano pero hace poco pasó un incidente en el cual yo terminé enviándolo a la cárcel. Ahora él quiere que lo saque de allí, y no puedo.

––¿Es así de grave? ––asintió––. Entonces no lo hagas.

––No es… ––suspira––. No es tan fácil, me hizo demasiado daño y yo tengo mucho miedo de lo que pueda hacer ––mantuvo el silencio por un largo rato––, odio admitirlo pero verdaderamente me asusta todo de él.

––Si es así, ¿por qué aceptaste salir con él?

«Porque realmente me gustaba.»

––Porque me gustaba ––admitió––, pero no me di cuenta de todo el daño que me causaba y como hacía que renunciará a cosas que a mí me encantaban solo por estar con él. Solo resultó ser un maldito narcisista.

––Oye, nada de maldiciones frente a mi.

––Lo siento.

«Debí cerrar la boca.»

––¿Sabes chico? Me recuerdas a mí de joven. Creo que te lo han dicho mucho estos últimos días. ––Kun lo miro confundido por su declaración––. Nunca hablaba sobre cómo me sentía y mis pensamientos eran lo único que me mantenía en equilibrio. Eran muy destructivos para mí, pero era donde más seguro me sentía. ––suspiro con cansancio. Como si todos sus años estuvieran cayendo sobre él en ese momento––. Si no fuera por ellos tal vez nunca hubiese conocido a las personas que cambiaron mi vida.

––¿Qué quiere decir con eso, señor? ––curioso.

––Una vez llegué al punto de mi vida en la que no sabía que quería hacer con ella, estaba perdido. Mis padres me exigían casarme, tal vez así lograría hacer algo bien pero estaban muy equivocados. Yo no era bueno en nada, ni siquiera en los estudios. Mi padre me golpeaba cada noche antes de dormir recordándome que jamás haría algo grande en mi vida.

»Me largué por mucho tiempo, tal vez más del que había planeado ––clavo la mirada en el pelirrojo una vez más antes de mirar hacia el frente––, con ayuda de mis primos me mudé a una buena zona de una ciudad en donde nadie me conocía, allí empezaría desde cero. Abrí un pequeño local que combinaba la música con el estilo vintage. Allí fue donde conocí a mí único amigo y a quien se convertiría en el único amor de su vida.

»Él me animaba los días cuando empezábamos a trabajar, y cuando su compañero de clase empezaba a pasar más y más tiempo con nosotros, fue cuando todo se convirtió en una aventura de tres, y todas las noches eran únicas. Cuando muera, quiero ser esparcido por cada lugar que recorrí con ellos, incluyendo en el muelle, cuando casi caemos ahí con el auto del pelinegro. ¿Te digo algo gracioso? Ellos dos salvaron mi vida y jamás me arrepentiré de haberme ido de la casa de mis padres.

––¿De su hogar?

––Ellos eran mi hogar, chico. ––aclaro––. El castaño tenia ánimos y personalidad, nunca lo he visto rendirse ante una situación difícil. Y el pelinegro…. ––cuando le entrego su café a Kun dejo escapar una risa ronca. Era la primera vez que la escuchaba––… Él era quizás el más incomprendido de los tres. Era serio, muy formal diría yo, solo se dejaba ver débil cuando el castaño estaba cerca.

»¿Te cuento un secreto? Mi amigo estaba perdidamente enamorado de ese otro chico, a veces sentía que era el único que sabía que pasaba por la mente de ambos.

––¿El otro chico también sentía lo mismo que su amigo? ––pregunto con curiosidad.

––Mmmh, no tengo autorizado decirte eso. Puede que sí, puede que no. Las preguntas van y vienen ¿Sabes que sí puedo contarte? ––enarco una ceja––. Puedo hablarte sobre cómo mi amigo escribió muchas canciones sobre aquel sujeto, podían pasar horas, días, tardes, noches, semanas y jamás paraba de transformarlo en sentimientos.

Tuvo que alejarse para desechar el vaso ya vacío, y tomarse un segundo para respirar, contar aquella historia parecía ser cada vez más difícil para él. «Le duele ––entendió entonces––, le duele mucho.»

Ni siquiera habían indicios de llanto. El dolor era interno, más parecía sentirse con una carga menos al contarlo. Quizás retuvo todo ese momento por años y el pelirrojo era con quien vio la oportunidad de hablar.

«Con que así debe verse realmente hablar sobre lo que te duele.» retomando la conversación, carraspeo posicionándose una vez más a su lado.

––Nunca entendí realmente por qué no le dijo lo que sentía por él. Si tan solo él hubiese visto lo que yo vi cuando se marchó…

––¿¡E-… Eso significa que los tres se alejaron!?

––Cuando mi amigo se fue ––comenzó una vez mas––, cambiaron mucho las cosas velo para bien o para mal, no todos venimos para quedarnos. Y eso… ––se tomó su tiempo para buscar las palabras indicadas––… eso está bien. Porque viviremos siempre con todos los momentos que pasábamos con esas personas. A veces un final puede ser el comienzo de algo más grande. Que mi amigo se haya marchado me dejo con muchas emociones revueltas, por los recuerdos que creamos juntos los tres. Pero eso me dio el valor de volver a mi ciudad natal un par de años después.

––Mi padre había fallecido de alguna enfermedad terminal, mamá había formado una nueva familia luego de que papá muriera… Y yo… Tenía una carta de mi padre en mis manos…

Mi querido hijo, ¿qué tal la vida?

Dudo que leas esto en algún momento, pero si lo haces, perdóname, lamento decirte que no hay nada revelador aquí como tal vez esperabas. Puedes quemar está carta si quieres, o no, como tú decidas.

Estoy muy mal de salud y creo que moriré dentro de poco. Creo que es la manera en la vida me paga, je je je.

Te seré sincero, nunca te he querido, por eso te golpeaba tanto en las noches y te maltrataba verbalmente, tampoco tenía expectativas en ti pero quería exigirte hasta que lograras algo. Me casé con tu madre porque quería tener una vida solo con ella y bueno, llegaste tú… Y je je je, fuiste todo lo contrario a lo que yo esperaba.

¿Por qué me querías?

Ahora que lo pienso, eres un completo masoquista

No importa cuantas veces te golpeará, tu siempre te despertabas al día siguiente para decirme que me querías. Incluso cuando te fuiste, tenías la cara echa un desastre y no tardaste en darle un beso en la frente a tu madre mientras te abrazaba, y me miraste a los ojos. Tenías ganas de llorar, eso lo sé.

Pero aún así dijiste que me querías.

Tú… Estás demente.

Perdóname por no quererte pero así es la vida.

Respóndeme algo ¿Aún no te casas? Es una pena si no, realmente eres un marica, jamás pensé que criaría a uno de tu especie.

Odio esa palabra, marica, marica, marica, marica. Eres un completo marica.

Aquí es donde me despido de ti y te pido que no seas tan idiota como para llorar por mi.

No gastes tus lágrimas en alguien que jamás te amo. Espero que tu madre consiga a un buen hombre, se lo merece.

Adiós, hijo.

Silencio.

No había más que eso y el ruido del centro comercial entre los dos más que eso.

Kun estaba estático.

¿¡Como podía contar todo aquello con tanta tranquilidad!? Seguía igual de neutro que cuando llegaron, era imposible que no pudiese no sentir nada. Aquel hombre tuvo que tomar el vaso de Kun para tirarlo en la basura, Kun lo siguió en silencio cuando se sentó en unas mesas más adelante, aún procesando lo que le había contado su falso suegro.

––Y usted está bien? ––pregunto Kun en tono bajo.

No pareció pensar la respuesta, para él era más que claro.

––Estoy perfectamente bien ––aseguro––. Me casé con la mujer que me volvía loco por ella, y tuve un hijo al cual amo más que mi vida. ––dejo caer en la cabeza del pelirrojo, sonriendo––. Por eso no quiero que nada le haga daño, es lo único que le ha devuelto sentido a mi vida después de todo. Es una lastima que él piense que no lo quiero.

––¡Le aseguro que él no piensa es…!

––No hace falta que lo aclares, espero tener esta conversación con él algún día, tarde o temprano ––buscando una manera de cambiar de tema recurrió al tema principal––. Si volvieras a ver a aquel chico, al narcisista, dime, ¿qué harías?

No sabía que responder ¿Qué debería decir?

––Y-… Yo realmente no sé…

––¿No sabes? ¿No quieres golpearlo y gritarle en la cara?

––S-… Sí, b-… Bueno ¡No! Per-…

––No hay necesidad de ponerse nervioso conmigo, chico, no soy mi padre y créeme que jamás espero serlo. Así que vamos, con confianza.

Entonces el pelirrojo tomo aire y negó.

––No ––confeso––. Solo quiero dejarle en claro lo mucho que me daño y lo cual tan marcado me dejó que acabe odiándome por su culpa. Aunque al mismo tiempo si quiero golpearlo con fuerza hasta destrozarle la cara y…

––¿Y luego? ––Kun se había sorprendido por la pregunta––, luego de destrozarle la cara ¿Qué pasará?

––Pues…

––Sentirás satisfacción, mucho diría yo, será tanta la satisfacción que te enfermaras de lo que hiciste. No importa si no lo odias chico. Si deseas golpearlo estarás generando un sentimiento no muy sano dentro de ti, con el tiempo eso acabará contigo.

––Lo que hizo fue muy horrendo, señor Mike.

––No lo dudo, para que quieras golpearlo de tal manera debió haber sido muy grave, pero no podemos pagar con la misma moneda. ––Aquel chico había abusado de él hasta el punto de drogarlo. Aquello era obsesión, y si lo golpeaba no sería nada menos de lo que él hizo.

––Sé lo que piensas. No soy estúpido. Solo trato de darte un consejo ––dio un par de pasos hacia adelante para estirarse––. No le des vuelta al asunto. Si vas a hablar con ese chico que al menos hazlo de manera más civilizada ¿Está bien? No quiero que pase nada malo contigo.

––¿Por qué no? ––quiso saber.

––Creo que es algo obvio ––ladeo la cabeza pensándolo un poco––, eres parte de la familia ahora. Y a Mike no le gustaría perder a su novio, se nota que te quiere mucho.

«Parte de la familia.»

Abrazo al hombre con todas sus fuerzas casi derramando su café.

El señor Mike pareció desconcertado al ver a aquel chico de aquella manera, dio un par de palmadas en su cabeza de una manera amistosa.

––Gracias, señor Mike, por la conversación.

––No hay de qué ––carraspeo. Entendía que no era un hombre del todo cariñoso––, Mike es mi segundo nombre, pero no te diré mi nombre. Ese es otro secreto

Kun río un poco alejándose de él.

––¿Cómo se llamaban sus amigos?

––Créeme, si te lo digo jamás me creerías.

Después de un rato, entraron a una tienda de regalos. Kun encontró un par de pulseras coloridas con ojos turcos alrededor. Las compro y las mantuvo guardadas en el bolsillo cuando volvieron a la tienda de ropa, se fijaron que aún seguían allí y que no se habían salvado de probarse ropa.

––¡¡Volviste!! ––grito el pelinegro emoción.

Mike había tomado al chico de la muñeca adentrándolo en el vestidor con unas camisas que había escogido para él, espero afuera hasta que salió. La primera camisa era negra, igual que su suéter, tenía manchas azules y un par de verdes. Ambos pensaron que era una pésima elección, entro una vez más para cambiarse de camisa.

La segunda era una roja con estampado de manzanas verdes y rojas, que, para el parecer del pelinegro era horrible, a Kun en cambio le pareció una camisa muy bonita dejándola a un lado. 

La tercera era una de un color beige. No había estampado, ni bordados, era algo grande pero no era nada que no pudiera arreglarse. Termino por escoger aquella camisa simplista. También escogió la de manzanas, al pelirrojo le gustaban las manzanas. En aquel momento Kun no había olvidado que le había prometido una foto al pelinegro. Mike sacó su teléfono sonriente para la foto mientras que al pelirrojo se le veía con una cara de sueño presente aún.

Sin embargo, la siguiente foto fue con Mike sonriendo una vez más con entusiasmo y a Kun, ese pelirrojo desanimado de ojos verdes y dolor en su ser lo miraba con un brillo en los ojos, como si quisiera estar abrazado a él por un largo, largo tiempo.

«Si pudiera tomarlo del mentón, acercarme a él y simplemente…»

Tomo el teléfono de Mike, poniéndose de puntillas y tomándole una foto de un ángulo en el que pareciera más bajo.

Si Kun tuviera que escoger una expresión favorita, sería aquella, en donde era pequeño y sonrojado, con las mejillas hechas fuego y los ojos tan hermosos como cada tarde de agonía en la que encontraba tranquilidad, yendo por un simple café o capuchino, a veces con la intención de verlo y guiñarle el ojo.

Más tarde, Kun se enteraría de que habían alquilado la parrilla cerca de la piscina.

«Entonces estaré una vez más en el agua.» Pensó con pesadez.

Se encontraban en un supermercado, está vez con mujeres chillonas, un hombre amargado y dos chicos gays que fingían tener una relación, jugando con un carro de supermercado.

Mike decidió escoger el carrito que tenía un auto para niños al frente mientras Kun se deslizaba con rapidez, tomando las compras y dejándolas dentro a tiempo, mientras que los mayores pasaban la sección de bebidas alcohólicas. Kun se inclino para ver al chico riendo a medida que avanzaban.

«Si me acercará a ti, Mike, y decidiera besarte ¿Aceptarías?»

Cuando estuvieron más cerca de los adultos, dieron su opinión acerca de no poder hacer mucho escándalo, por lo tanto dejaron dos botellas de vino para cuando estuvieran en las habitaciones, y un paquete de cervezas para cuando estuvieran abajo.

No hizo mucha falta la carne, era suficiente con lo que ambos habían comprado antes de ir. Mike lucía casi borracho, y solo le habían dado una caja de jugo de manzana.

––Tengo calor ––se quejo.

––Mike, literalmente podría nevar justo ahora, ¿y tú estás diciendo qué tienes calor? ––pegunto con sorpresa–·. Estás enfermo.

––¡Claro que no!

––Silencio allá atrás, estamos hablando de algo importante ––dijo la mujer rubia retomando la conversación.

Mike se recostó del cristal quejándose de la temperatura. Kun se acercó disimuladamente hacia su oído.

––No estarás caliente ¿O sí? ––pudo notar como el chico se ponía nervioso casi al instante––. Mike…

––¡Solo tengo calor!

––¡ATRÁS!

Kun chillo. Volvió a clavar la vista en el pelinegro, quien se encontraba quejándose.

––¿Seguro? ––pregunto con una mirada sugerente mientras sonreía de punta a punta. Era la segunda vez que Kun se ganaba una patada en el estómago por parte del menor.

«Me alegro de no estar embarazado ––pensó con dolor.»

[“*”“*”]

Cuando llegaron a casa eran a partir de las 5:30 de la tarde, en un par de minutos bajarían a comer y divertirse en el agua.

––Mike ––le llamó en tono bajo.

––¿Sí?  ––atendió desde adentro.

Kun se encontraba recostado de la puerta del baño, esperando a que el pelinegro saliera de la bañera para poder entrar, había intentado abrir la puerta y este le había tirado el jabón húmedo en la cabeza.

«¡Ni siquiera sabía que estaba ahí! ––quejo internamente mientras acariciaba su cabeza.»

––Dijiste que te gustan los retos ¿No es así?

––Es mi debilidad, lo admito ¿A qué viene la pregunta?

––Solo curiosidad ––jugo con las tiras de su traje de baño––. He estado pensando en lo que te pediré cuando acabe todo esto.

Hubo un momento de silencio entre ambos. El pelirrojo tuvo miedo de haber espantado al chico.

––Lo siento por el silencio sigo lavando mi cabello, tú prosigue.

––Solo era eso. ––en realidad no era eso, pero le daba miedo decirlo––. ¿Por qué te lavas el cabello si de igual forma estarás en la piscina?

––Porque quiero ¿Hay algún problema con eso? ––el pelirrojo rio ante el comentario.

––Para nada, ¿Hay algún problema si entro y me uno contigo en la bañera? ––su tono era uno sugerente.

––¡Eso es muy acosador de tu parte Kun!

––¡Solo decía! ––rio con más fuerza mirando las pulseras que había comprado––, de hecho, te tengo un regalo.

––¿Para mí? ––respondió con ilusión luego de un rato de silencio.

––No, es para otro Mike.

––Para ya, eres taaaaaaan cruel conmigo.

––Lo siento. Sí, es para tí ¿Quieres que te lo de? ––miro a la puerta como si fuera el mismo chico pelinegro. Planeaba darle un beso esa misma noche.

––Abre un poco la puerta y tírala hasta acá. ––pidió.

Kun hizo caso a su petición. Abrió levemente la puerta mirando solo la punta de la bañera y lanzándola hasta allí. Cerró la puerta detrás una vez más escuchando el agua agitándose. Recostándose una vez más en la puerta, pudo notar la sorpresa del chico al abrir la bolsa.

––Me encanta. ––confeso seguido de un grito. Kun sonrió de manera casi automática.

«Le encanta.»

––¿Estás mintiendo?

––No, en verdad me encanta.

––La mía es igual ––comento––, venían juntas y me acordé de ti. Tiene muchos colores y son algo divertidos.

Un silencio más invadió el lugar.

Kun entendía que no pudiera decir nada, aunque le preocupo haberlo incomodado, entendía que fuera sensible y por esa razón no buscaba hacer algo que lo incomodara.

Se dejó caer en el suelo alfombrado.

Mike abrió la puerta del baño encontrando al pelirrojo tirado en el suelo. No se había sorprendido en lo absoluto, tomó la iniciativa de recostarse a su lado, Kun no mentía cuando dijo que el jabón del baño olía muy fuerte.

Cerró los ojos con lentitud respirando profundamente.

––¿Alguna vez te has enamorado? ––pregunto Mike.

––No… Eso creo, no lo sé.

––Dijiste que estabas cegado por Theon…

––Sí, pero eso no era amor. Si me lo hubieses preguntado hace casi un año, te respondería que sí, ahora me doy cuenta de que era otra manera de manipulación.

––Yo no me enamoré ––Kun abrió los ojos fijándose en como el pelinegro lo miraba––, pero me gustaría hacerlo.

––¿Enamorarte? ––asintió.

––Quiero pasar ratos enteros abrazando a esa persona en silencio. Ver alguna película o una serie. Como My Little Pony o Monster High.

––¿Por qué Monster High? ––pregunto con curiosidad.

––Me gusta mucho el diseño de los vestuarios. También me gustaría coleccionar alguna de las muñecas.

––¿Te gustaría que te regalará una de esas muñecas?

––No ––le dio la espalda––, eres pobre.

Kun le dio la razón en eso.

Intentando complacer sus deseos, lo abrazo por detrás asomando su cabeza por su hombro, cerrando los ojos mientras disfrutaba del momento. Mike acaricio sus manos con cariño, deslizándolas después hasta sus brazos Kun respiro cerca de su cuello dándole un pequeño roce de labios detrás de la oreja.

––Déjame. ––pidió en un susurro.

––De acuerdo ––intento alejarse.

––No. ––lo abrazo de frente––. Cedes muy rápido.

––Mike.

––Dime.

––¿Bebiste del vino? ––el chico tenia un olor peculiar.

––Solo dos copas ¡Lo prometo!

––Estas borracho ––afirmo.

––No lo estoy ––deslizo sus manos hasta el pecho del pelirrojo, dibujando círculos imaginarios––, el vino no hace efecto taaaaan rápidamente.

––Claro que sí. Te descontrolas cuando hay alcohol cerca.

––De acuerdo, entiendo la indirecta.

Kun lo tomó de la muñeca, dejándolo encima de él en su intento de ida. Era un momento extraño que quería mantener.

––No estás protestando.

––Si hago algo me dirás acosador.

––Prometo no decir nada.

––No. ––jugo con su cabello––. Eres extraño.

––Sí, lo soy. ––dijo inclinándose hacia adelante para darle un beso. Mike lo empujó de nuevo hacia atrás.

––No me beses de nuevo en la oreja.

––¿No te gusta? ––pregunto con tranquilidad.

––Si me gusta, pero no ahora, si lo haces ahora no podremos bajar.

––El vino te está haciendo efecto.

––No, no es así ––Mike se acercó con el rostro sonrojado en un intento de besar los labios del pelirrojo.

––Bajemos ––dijo interrumpiéndolo.

––No quiero.

––Claro que sí.

Aquello era un juego de Sí y No, en donde el que intentaba besar al otro terminaba interrumpido hasta continuar en un ciclo vicioso. El pelirrojo sabía que, no estaba consciente del todo, debía detenerse o detenerlo a él.

Tomó su teléfono apenas sonó.

––Tus padres dicen que bajemos.

––Entonces hagámoslo.

––De acuerdo. ––se levantó con cuidado dejándolo de lado.

––No me refería a eso.

«Ay mamita.»

––¿Entonces a qué? ––no era idiota, sabía perfectamente a qué se refería con eso, pero quería escucharlo de sus propios labios––, estás borracho.

––Aun soy consciente, ven aquí. ––lo acercó, dejándolo de rodillas encima de él.

––No puedo.

El joven suspiro. Kun entonces se acercó a él cerrando los ojos lentamente. Sintió la mano de Mike sujetándolo del cuello y su respiración cada vez más cerca.

«Si lo beso terminaría por emborracharme.»

Pero ahora estaba allí, en ese momento, con Mike. Y era un idiota si no admitía que su cuerpo deseaba aferrarse al suyo con ganas. Qué sus manos no querían recorrer su cuerpo y sus labios besar incluso a su alma con todo su ser. Sabía que estaba mal porque estaba borracho y cuando recuperará la consciencia podría pasar algo terrible, ¿pero como resistía esas ganas que acaban con él? Se apartaron en el momento en que una de las amigas de la mamá de Mike tocó la puerta.

––Chicos, los estamos esperando abajo ¿Qué tanto se tardan?

––Estoy buscando mis cholas ––miro a Mike que se estaba sacudiendo––, Mike bajará primero. ––el pelinegro lo miro con mala cara––. Sería lo justo.

––No me hables de justicia ––a pesar del tono gruñón del chico, Kun pudo notar cierto tono humorístico mientras se retiraba.

Kun lo vio desaparecer por aquella puerta. Tan cerca y tan lejos de lograr su objetivo, casi parecía que cuando no eran ellos, era el mundo que conspiraba en su contra.

«Creo que estoy cayendo en la locura. Definitivamente.»

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