CAPITULO DIECINUEVE
Mike
––Uno. Dos…
El cielo se lleno de colores brillantes y destacables entre la luz de la luna descubierta. Su familia gritaba y chillaba de la felicidad al verlos explotar, abriendo unas cuantas bebidas para celebrar luego de darse un par de abrazos, casi parecía año nuevo.
Tomo lugar en la arena, con una sonrisa en su rostro mostrando la felicidad que sentía a lo lejos, sentía que las piernas le palpitaban de tanto caminar. Cuando él y Kun bajaron caminaron 3 horas hasta llegar a aquella playa a mitad de la noche. Al otro lado de la playa, podía divisar a su padre agachado con el pelirrojo intentando encender una fogata.
«Se ve feliz ––pensó con dulzura.»
Dio un trago más a su botella antes de recostarse por completo en la arena.
Su madre se posiciono a su lado, golpeándolo levemente en la cara con una toalla. Mike se reincorporo sacudiendo la arena de su espalda.
––¿Qué tal la estás pasando Mikie?
––Me gusta mucho estar aquí, ma, gracias por invitarnos a Kun y a mí ––sonrío––, hace mucho no viajaba con ustedes.
––No es un viaje, viaje, pero es algo. Sabes que siempre buscaré la manera de compartir tiempo a tu lado.
––Lo sé, yo también disfruto de estar con ustedes.
La mujer recostó su cabeza en el hombro de su hijo.
––Sabes, tú novio es muy agradable, se lleva muy bien con tu papá ––Mike miro de nuevo hacia dirección en donde estos se encontraban, sonrió una vez más antes de asentir––. Hacen linda pareja ustedes dos.
––Creo que ambos tenemos nuestros defectos ––respondió en un todo bajo «Terminar en menos de una semana y media…»––, hemos tenido muchos problemas. Unas que otras discusiones.
––Jum es normal en las parejas, ustedes llevan un largo tiempo juntos ¿No es así? ––«Lo sabe»––. Creo que… Deberían arreglar sus diferencias, sin importar los obstáculos.
––Yo…––intento hablar.
––¿Qué pasa mi amor?
Allí estaba de nuevo el nudo en su garganta. Lo sabía, ella lo sabía. «¿¡Como no iba a saberlo!?» tal vez no actuaron de la manera en la que debían, o puede que no hayan lucido tan convincentes para engañarlos…
––¿Quieres terminar con Kun? ––pregunto.
Mike se sintió nervioso, como si se hubiese hecho un gran nudo en su garganta. Sí la pregunta era tan fácil de responder ¿Por qué le costaba tanto hacerlo?
––Aun no lo sé.
––Seria una lastima ––a lo lejos, las amigas de su madre junto a sus hijas estaban dirigiéndose hacia la fogata en donde su padre abrazaba por los hombros, al pelirrojo por lograr encenderla––, ustedes lucen igual que un equipo. Sea lo que sea que pase en su relación, espero que no queden en malos términos.
No había logrado despegar la mirada de su padre y de Kun, quienes estaban tomando asiento en los troncos alrededor de la fogata. Algo dentro de él se removió, haciéndolo sentir un sabor amargo en el estómago. Sintió la mano de su madre acariciando su mejilla con dulzura, no tenía el valor de mirarla a los ojos en aquel momento, su temor era más grande, eso lo sabía ella.
––Sé que no ha sido fácil desde que saliste del closet… ––Mike bajo la cabeza.
––No… Todo… Todo está bien, es solo que… ––suspiro––. Aún me cuesta expresarme, luego de todo lo que ocurrió con papá…
––Él te ama mucho. ––quiso aclarar.
––Lo sé. Yo también lo amo.
«Nadie para de repetírmelo.» Para el pelinegro era difícil de entablar una conversación duradera con su padre.
Había pasado un largo tiempo sin hablar con él desde que salió del clóset, se sentía culpable por no cumplir las expectativas que tal vez tenía en él, rara vez su padre lo miraba fijamente cuando hablaban en la mesa. Siempre se preguntándose qué pasaba por su cabeza y si lo odiaba.
Las cosas cambiaron cuando era Mike, quien casi no miraba a su padre, y era él quien ahora buscaba la atención de su hijo luego de tomarse un tiempo.
Respiro profundo. Había contenido la respiración por un largo rato, pasaban muchas cosas por su mente en aquel momento. Entre ellas, el hecho de que si decía haber terminado con Kun no habría servido de casi nada, pues su madre ya debió haberlo notado desde el principio.
«Y mi padre parece feliz con la compañía de Kun.» De alguna u otra manera, vio aquella amistad de falsos parientes como la relación de padre e hijo que siempre deseo cuando ocurrió su distancia.
––¿Recuerdas cuando fuimos al parque de diversiones… Y papá tuvo que subirse conmigo a la rueda de la fortuna, porque a mí me asustaban las alturas? ––fijo su mirada en su madre que sonrió levemente.
––Se la paso vomitando todo el camino a casa mientras tú platicabas de lo mucho que te había gustado ––asintio recordando.
––Pensé que sería aterrador ––confeso dejando escapar una risa.
––Tenias 6 años, es normal. Como la vez en la que fuiste a un circo y gritaste tan fuerte al ver a los payasos que nos llamaron la atención.
––¡No sabía que eso que tenía en la boca era pintura! ––chillo––. ¡Lucia igual que sangre, pensé que me comería vivo!
––Uy sí, porque eres taaan encantador ––rodo los ojos con un tono de ironía. Mike los labios con indignación––, ¿qué? No he dicho nada malo.
––¡Me dijiste feo! ––afirmo.
––¿Qué? ¿Yo? Para nada. ––su tono de ironía seguía allí, el pelinegro no podía creer lo que estaba escuchando, dio un pequeño empujón a su madre haciéndola caer en la arena. Ella, entre risas tomó un puñado de arena con su mano tirándosela encima.
Mike soltó un pequeño grito cuando la arena tocó su pecho. Se limpio tan rápido como pudo. Distraído, su madre aprovecho y lo empujó con más fuerza en la arena hasta hacerlo chillar por lo fría que estaba. Ambos comenzaron a reír por el momento.
Hace mucho no pasaba un tiempo a solas con su madre.
Había prometido pasar más tiempo con ella cuando estuviese libre, pero en aquel tiempo aún trabajaba en el restaurante y no podía dejar de ver a James. Luego cambio de trabajo, y solo se permitía ir en sus tiempos libres para pasar unos cuantos días allá llevando comida.
Su madre estaba envejeciendo, pero no perdía su esencia. Según le contó su padre una vez, solía ser demandante con las demás personas y al principio fue ella quien lo enamoró a él, tuvo que pasar un tiempo hasta que la chica cedió ante sus encantos y acepto casarse. Para Mike, era la persona más importante dentro de su vida y a quien no podía evitar aferrarse. De alguna u otra manera ella siempre descubría lo que pasaba por su cabeza.
––¡Hey! ––grito su padre––. Vengan acá, los estamos esperando.
Mike se levanto entre risas mientras se sacudía.
––¡Ya vamos para allá! ––respondió ella––, mójate un poco en el agua. Te veré en la fogata ––sin más revolvió su cabello dejándole caer más arena en el cabello. Mike estuvo apunto de decir algo cuando se marchó.
Se dirigió un poco más de la orilla para limpiarse toda la arena que tenía en su cuerpo y cabeza. Estaba, incluso, más calmado desde antes de llegar.
«No fue mala idea venir hasta acá.», sonrió con aquel pensamiento. Luego se hundió una vez más en el agua helada.
[“*”“*””]
––¿De qué me perdí? ––pregunto, posicionándose al lado de Kun quien estaba intentando asar un malvavisco, pero se alejaba rápido del fuego.
––No mucho, estábamos contando anécdotas viejas. ––respondió una de las amigas de su madre.
––¿Recuerdan cuando nos conocimos? ––se inclino, recostando su rostro entre sus manos con una cálida sonrisa––, yo estaba en la universidad estudiando finanzas y ustedes música.
––Pf, yo solo estaba estudiando música porque Jaynis quería estar allí conmigo. ––expreso.
––¡Nicolás estaría allí! Me prometió que estaríamos juntos en la misma clase pero luego se retiro, no quería quedarme sola.
––¿Nicolás mi papá? ––pregunto Will.
––No cariño, aquel Nicolás era todo un trofeo ––suspiro.
––Ah. ––suspiro el señor Mike imitando la ilusión de las mujeres––. Horas y horas de puras pláticas sobre ese tal Nicolás… ––comento su padre con cansancio.
––¿Usted estaba en la universidad con ellas, señor? ––Kun alzo la vista hacia él cuando hizo la pregunta.
––Él llegó unos años después de nosotras ––aclaro su madre––, estudiaba finanzas igual que yo. En ese entonces tenía una tienda en otra ciudad.
––Aun es mía, solo la manejan mis primos ––quiso aclarar.
––¡Pa! Deberías llevarme algún día, siempre hablas de esa tienda, ¡ni siquiera he visto ninguna foto! Debe ser muuuuy misteriosa.
Algo en la mirada de su padre cambio, no supo exactamente qué, pero parecía un poco más animado pese a mantenerse inexpresivo. El hombre asintió con lentitud antes de sonreír muy levemente.
––Seria un placer, haber como manejas 50 clientes por minuto.
––¿50? ¡He atendido a más de lo que me gustaría! ––presumió con orgullo––, soy tan bueno en lo que hago que hasta me memorice las ordenes de mis clientes más frecuentes.
––Eso sigue siendo muy acosador ––Kun sonrió malévolamente cuando Mike lo golpeó con fuerza en su cabeza––. ¡Dime qué no es cierto! Me esperas a la misma hora con el mismo pedido todos los días.
––¡No es todos los días! Estoy libre, así que no cuenta guapi guapillo.
––Agh, no me digas así ––pese a mostrar su desagrado ante el apodo no pudo evitar sonreír cuando Mike se abalanzó sobre él para abrazarlo.
«Estamos más unidos desde que me contó sobre su abuelo ––pensó con cierto cariño. Aquello no había sido hace mucho pero él pelirrojo lucia más abierto a las cosas que hacía el pelinegro, incluso, lucia más calmado––. No debería acostumbrarme a estar tan cómodo con él, pero es inevitable.»
––¿Cómo se conocieron? ––pregunto Lucia. Una de las hijas de las amigas de su madre con una mezcla de curiosidad y duda en su mirada.
––Mike trabaja en una cafetería, y soy un cliente frecuente desde hace un par de meses. ––respondió, cambiando de semblante, soplando su malvavisco para luego morderlo.
El pelinegro tenía la certeza de que lo había conocido antes de trabajar en la cafetería, su rostro le era muy familiar desde antes. O al menos así había sido hasta hace un tiempo, antes de que le preguntara su nombre por primera vez en la cafetería cuando le pidió ser su falso novio.
«Kun ––respondió luego de un rato.»
Ese día supo que había encontrado al chico que conoció a mitad de la calle un día cualquiera de diciembre en una gran ciudad como lo era New York.
––La primera vez que nos conocimos me dio una flor ––comento. Eso había llamado la atención del pelirrojo quien lo miro al instante, Kun, sus padres y las chicas tuvieron su atención fija en Mike––. Ma, ¿recuerdas cuando llegue a casa porque había tenido un mal día con los empleados? Había llegado con una flor en mis manos, en medio de la lluvia.
––Lo recuerdo, tú padre tuvo que ir a comprar unos medicamentos porque habías agarrado un resfriado.
El pelinegro asintió.
––Fue ahí cuando te… Conocí ––sus ojos vagaron hasta encontrarse con los de Kun. Él estaba tan sorprendido porque recordara eso que ni siquiera pudo responder––. Me dejaste una carta, extraña, diciendo que si era alérgico a las orquídeas…
––Me cagaría en mis muertos por el resto de mis días. Lo recuerdo. ––respondió con cierto humor.
––Pero que romántico. ––dijo una de las mujeres con ironía.
––Es mejor de lo que piensan ––aclaro––. Tal vez si las cosas no hubiesen pasado como aquel día no te habría conocido.
La tensión los envolvía a ambos.
El pelinegro estaba enredado en una red de sentimientos apunto de romperse, en la cuál, si Kun no decía nada acabaría por gritar a los cuatro vientos que le gustaba.
––Mucha plática ––interrumpió Will.
––Ay, yo quería seguir escuchando ¿No tienes nada para contar rojito? ––Lucia era la más interesada de las dos, y la primera en llevarse un codazo de parte de Will.
Kun rio levemente, mientras se hacía otro malvavisco.
––Sí, tengo muchas cosas que contar, pero, creo que lo guardare para mí mismo.
Las mejillas de Mike se sonrojaron de solo pensar que prefería guardar esos momentos en los que estaban a solas, pero no se conocían entre ellos, sus sospechas se confirmaron cuando sintió el meñique de Kun entrelazarse con el suyo.
––Vamos, no creo que haga nada de malo contar algunas cosas. ––insistió una de las mujeres.
A diferencia de cómo esperaría, Kun ladeo la cabeza accediendo.
––Admito que por muy “indiferente” que me comportara con Mike, lo hacía para mantenerme reservado. Al principio me pareció alguien molesto, pero, aún no le daba la oportunidad. En una ocasión estuve casi toda la noche escuchando como me hablaba sobre una receta de un pie de limón.
––¿Le contaste la receta de la tía?
––¡Solo porque lo vi necesario! ––excuso.
––¿Lo viste necesario aún cuando éramos extraños? ––sonrío.
––En mi defensa, sigues siendo un extraño con ciertos privilegios.
––No hablen de esos privilegios aquí. ––se levantó tan rápido como escucho la palabra––. Estoy mejor así, no quiero saber quien domina a quie…
––¡Papáaaaaaaa! ––chillo el pelinegro. Cubriendo sus ojos.
––¡Mike! ––llamo su madre entre risas.
––¿Qué dije? Ah, continúa hablando chico, no me hagas caso. ––tomo lugar una vez más en el tronco junto a su esposa. El pelinegro sonrió levemente al ver cómo su padre abrazaba a su madre.
Kun carraspeo, aún riendo por el momento.
––Ese fue uno de los momentos que aún recuerdo con cariño.
––¿No recuerdas cuando intentamos vender helado todo un día en la cafetería? ¡Las personas estaban vueltas locas! ––chillo de tan solo recordarlo––. Tú cara de molestia me hizo sentir escalofríos, quise encerrarme en el baño hasta que alguien más te atendiera.
––Al final del día, tuve que esperar a que anocheciera porque te ofreciste a hacerme un café especial. ––Kun dio un ligero golpe en su hombro como muestra de su indignación.
––Tuve que encerrar a Lex en el cuarto de limpieza para que pensaras que no había nadie ––admitió––, funcionó después de todo. Tu rostro de molestia cambio a uno no tan molesto. Incluso te conté sobre cómo casi termino disfrazado de unicornio.
––Hubieras hecho el ridículo ––rio mientras se limpiaba la boca––. ¿Qué haces?
––Mostrando que no haría el ridículo. ––contesto con ánimo.
Tomo lugar detrás de los troncos, comenzó a dar pasos hacia atrás dando algunas vueltas tomando entre sus manos un palo cubierto de arena, simbolizando un cartel de promoción. Todos empezaron a aplaudirle por el espectáculo por más ridículo que fuera aquel baile.
El pelinegro hizo una reverencia fingiendo modestia por los cumplidos y aplausos que su público le daba.
Sin pensarlo, lanzo un beso dirigido al chico besado por el fuego. Uno que todos (excepto su padre que estaba de feliz comiendo un malvavisco) intentaron tomar. Kun tuvo que ponerse de pie encima del tronco fingiendo pelear por el regalo de su falso novio. Aquel beso tomo lugar en las mejillas del pelirrojo, algo que hizo muy feliz a Mike.
Rato después se encontraban bailando entre todos cerca de la fogata, habían sacado una pequeña bocina de la mochila, las hijas de las mujeres escogieron un par de canciones al aleatorio en donde cada quien disfrutaba una parte. No tuvo la fortuna de bailar con Kun. Por una parte estaba desanimado, y por otra, estaba aliviado pues no era tan buen bailarín y por lo que notaba a la distancia, el pelinegro tampoco lo era.
«Es como yo ––pensó, dándola la vuelta a su pareja de baile––. No puedo resistirlo, quiero contarle que me gusta, arriesgarme a que pueda decir que sí ––los aplausos se hicieron presentes cuando la primera ronda de canciones acabo––. ¿Sientes lo mismo por mi como yo por ti?»
Podía ser sincero con el mismo, y decir que la estaba pasando genial en aquel momento bailando, riendo y comiendo, no era una libertad que se diera todos los días. Cuando terminaba de trabajar se dirigía hacia su casa o la de Lex en donde inmediatamente bebiendo y hacían cosas que ni ellos recordaban, incluso a veces, se queda hasta tarde en el trabajo para después cerrar la tienda. Pues no quería llegar rápido a su casa.
De alguna manera, esas semanas, y los días en el hotel habían sido como un respiro para él. Con todo y defectos.
Mike tomó un respiro y comenzó a caminar hasta llegar, a la parte de arriba, que dividía la playa con la ruta de vuelta a los edificios. Desde allí podía seguir escuchando las canciones que sonaban. Respiro profundo hasta sentirse completamente relajado.
Aún no amanecía, ni siquiera alcanzaban a ser las 4 a.m., el frío había aumentado muchísimo así que optó por cubrirse con su paño.
Cerro los ojos por un rato. Respiro profundo una vez más y dejo escapar todo el aire retenido en sus pulmones, sintiendo como sus hombros descargaban una gran carga de ellos.
Estaba… Tranquilo de alguna manera.
Si bien se encontraba impaciente y nervioso por lo que había dicho. Muy en el fondo el pelinegro podía estar en total tranquilidad, había confesado de una manera indirecta que gustaba de él pelirrojo al contar abiertamente sobre su primer encuentro cara a cara.
«Dudo mucho que lo haya notado ––se confesó a si mismo con algo de tristeza––, pero al menos lo dije, de una u otra manera.», lo estaba admitiendo con más libertad de la que podía permitirse a si mismo, y lograba sentir como la felicidad recorría su cuerpo escala por escala. Deseaba, muy en el fondo, que el pelirrojo se diera cuenta de lo que había hecho pero eso tal vez eran falsas ilusiones para si mismo.
«Kun no podría fijarse en mí.»
Aquel pensamiento lo ponía en duda. ¿Si Kun gustará de él, que sería lo que más le gustaría de Mike? Cuando abrió los ojos, ya había escuchado sus pasos hasta que se sentó en el muro a su lado, disimulo la diminuta sonrisa que apareció entre sus labios y que quiso expandirse más.
El pelirrojo le ofreció un malvavisco el cual aceptó antes de volver a cerrar sus ojos, no sin antes ver cómo este hacia lo mismo.
«Estamos aquí. Justo ahora y en silencio. ¿Qué es lo que quieres decirme? ––una vez más, dejo escapar el aire retenido para llevarse el malvavisco a la boca y pensar que se había pasado un poco al calentarlo. Tuvo ganas de reír, pero se retuvo––. He pensando últimamente en que me es extraño cuando no estoy cerca de ti, y en todas esas veces en las parecías querer besarme. Creo que me gustas y solo te conozco desde hace muy poco tiempo. Pero te observo desde aquella vez en la que tropezaste conmigo a mitad de la calle, quedaste grabado en mi cabeza y hasta ese día en el que entraste a la cafetería no he podido volver a sacarte de mi cabeza. ––el calor proveniente del lado de Kun no tardó en acercar presente cuando se alguna manera se acerco––. Eres tan cruel, Kun Lee ––dejo caer su cabeza en el hombro del pelirrojo dándose por vencida y volviendo a respirar profundidad––, tan, tan cruel que no puedo evitar quererte a mí lado…»
Este mismo no tardó en acomodar la cabeza del pelinegro entre su pecho, deslizando su dedo en la cara de él, acariciando cada facción con tanta delicadeza que Mike pensó que tenía miedo de romperlo.
Romper la ley era ese momento en el que se recostaba de su pecho con tanta libertad que la vergüenza no se asomaba. ¡No había manera de que pensara que estaba bien todo eso! Debía retener sus emociones al punto de estallar o morir antes de hablar. Eso habría pensado hace un par de días cuando cayó en cuanta de que estaba sucediendo. Ahora solo deseaba que abriera los ojos y lo mirara.
Esperanzado, abrió los ojos, pero no sé atrevió a mirarlo directamente, por eso solo miro el reflejo de la luna y las estrellas en el agua mientras que Kun tenia sus brazos alrededor de su torso desnudo, protegiéndolo del frío de la noche.
––Todos parecen pasarla bien.
––Te encantaría salir con el resto de mi familia. ––comento, tomando mejor posición––. Cuando no hay problemas entre ellos, siempre se puede pasar un buen momento, yendo a muchos lugares a pasarla bien.
––Asegúrate de invitarme un día. ––«No quiero que esto duela.»
Retomo su posición inicial, mirando la altura entre sus pies y el suelo pensando en algo sin sentido. Como todas las cosas que pensaba en las mañanas antes de irse a trabajar y atender a clientes furiosos en la mañana.
––Tu cabello luce genial en la noche ––aquel comentario no tenía sentido pero solo debía aguantar, un, poco, más.
––Deberíamos salir más cada noche ¿No crees? ––respondió con una sonrisa entre labios––, cuando algo te gusta deberías verlo siempre que puedas.
––¿No crees que luego de un tiempo perdería su encanto?
––Creo que cada quien sabe cómo manejar su amor hacia sus gustos. Mira a los fans de Harry Potter luego de años, es impresionante como no pueden dejar de amar la saga. ––su hombro choco con el suyo, Mike devolvió el gesto con una sonrisa.
––¿Ahora haces referencias a los fans de Harry Potter? ––enarco una ceja––. No pensé que eras del tipo que hacía referencias a las películas, cada día te vuelves más interesante, guapi guapillo.
––¡Agh! ¿¡De donde sacaste ese apodo!? ––rio––. Uf, es el peor apodo que he escuchado para ligar en toda mi vida.
––No me digas que otros chicos han intentado ligarte, ¡me pondré muuuuuuuuy celoso Kun! ––respondió haciendo mala cara.
––¿Tal como sucedió en el supermercado?
«Solo espera.»
––Ok, lo admito, estuve mal ––ladeo la cabeza––. ¡Pero esa chica no paraba de clavarte la mirada! ¡Quería comerte vivito! ––suspiro––, eres más que una cara bonita, jamás entenderá eso.
––¿Y para ti? ––Mike lo miro con curiosidad––. ¿Para ti que soy?
––¿Importa de verdad?
Había lanzado la pregunta sin esperar respuesta, pero para su propia sorpresa la obtuvo.
––Para mi es importante todo lo que tú pienses.
El pelinegro, muerto por el calor que generaban sus mejillas, se recostó entre sus piernas evadiendo una vez más su mirada. «Mierda, no me des esperanzas.»
––Por supuesto que es importante, soy tu falso novio, deberíamos llevarnos mejor entre tú y yo…
––No. Mike ––interrumpió––, para mí es importante lo que tú pienses porque tú eres importante para mí ¿Entiendes?
––¡Claro! ––asintio repetidas veces––. Es importante mantener la comunicación entre los dos, ¿cómo podremos seguir fingiendo si no demostramos ser importantes el uno para el otro…?
––¡Mike! Estoy diciendo que me gustas y tú eres lo más importante para mí justo ahora ¿No logras entenderlo? ––casi pensó que reiría––. Dios, ¿tan poco obvio soy? ––al final, si rio. Rio de los nervios.
Pero no prestó atención a eso.
«Acaba…»
Clavó su mirada en Kun una vez más, atónito, con los labios entre abiertos y el con su corazón a punto de estallar. Kun pareció avergonzase y estuvo a punto de decir algo que Mike quiso ahorrar. El movimiento fue tan inesperado que hasta él mismo estaba sorprendido pero su rostro no mostró pruebas de eso. Kun llevo una mano hasta su cara luego de que Mike hubiese estampado su mano en un seco movimiento.
––AU.CH.
––¡Te ibas arrepentir de lo que dijiste! ––chillo.
––¡Por supuesto que no!
––¡Claro qué sí! ¡Lo vi en tus ojos!
––¿¡Eso acaso es posible!? ¡Me acabas de dar una cachetada!
––¡Te lo mereces por querer terminar está relación!
––¿Qué relación?
––¡La que ibas a cortar!
––¡NO IBA A CORTAR NADA! ––quiso tomarlo de los hombros pero el pelinegro ya estaba tan sensible que se alejo.
––Ni siquiera estamos en una relación.
––¿Y por qué piensas que iba a cortar contigo?
––¡Porque también me gustas y me pusiste nervioso, carajo!
Rápidamente se aferro a su brazo, y con todas sus fuerzas lo empujó hacia el suelo donde Kun grito igual que una niña. Cayó de espaldas, pero pronto volvió a subir al muro en donde Mike, no tardó en caer en cuenta que iba a tirarlo también. Era muy tarde cuando quiso retirarse. Kun lo tomó con las fuerzas empujándolo hasta la arena en donde casi choca con las rocas.
Corrió tan rápido como pudo hasta el agua pero Kun lo alcanzó antes obligándolo a volver al muro. Mike se soltó de su agarre. Fue allí cuando el pelirrojo lo tomo de ambas piernas hasta dejarlo pataleando en su hombro, suplicando que lo bajará, chillón.
––¡Bájame! ––grito cuando hizo un ademán de dejarlo caer––. ¡Kun! ¡Bájame!
––Repite lo que dijiste hace un momento. ––ordeno.
––¡No lo har… AH! ¡KUN!
––Repítelo.
Grito una vez más cuando se quedó en silencio, cada vez veía más cerca su muerte tras la caída.
––Me gustas ¿Ok? ¡Me gustas! ––Kun lo dejo caer en la arena. Mike intento golpearlo en el pecho con todas sus fuerzas pero él simplemente esquivaba los golpes. Detuvo ambos puños hasta dejarlo inofensivo. Mike, sensible e indefenso lo abrazo cuando intercambiaron miradas––. Me gustas Kun, me gustas a pesar de no conocerte del todo y me harás llorar si no me dejas golpearte.
––Ya estoy lo suficientemente débil como para dejarte golpearme. Y tú lo suficientemente lleno de arena para abrazarme ––sacudió su cabeza para recostarse de esta y, corresponder a su abrazo––, también me gustas Mike. Iba a volverme loco si no lo admitía. Me encantas. Me encanta tu manera de comportarte como un niño, y tú manera de chillar.
––No me comportó como un niño…
Murmuró a ocultándose en su cuello.
––¿Ah no? ––«Debe estar sonriendo el muy imbécil.»
––Cierra la boca. ––finalizo.
El ruido del agua a su lado era lo único que había entre los dos, más el corazón acelerado del pelirrojo que podía sentir, gracias a estar pecho con pecho mientras se abrazaban. Lo había dicho, ahora ¿Qué es lo que seguía? No sabía con esa actitud que tenía que pasar en ese momento.
Solo estaban ellos dos, abrazados a la orilla del mar, mientras que los demás reían y seguían festejando a un par de pasos de ellos.
Las manos de Mike se deslizaron hasta su espalda, aferrándose a la toalla que Kun tenía colgando en esta misma. Kun al instante, también dejo sus manos en el oscuro cabello del pelinegro para acariciarlo, pero más que todo, aferrarse a él de la misma manera en la que lo estaba haciendo Mike.
––Esto… Acabará cuando termine la semana…
––Sí, lo sé.
«No lo sabe, solo se está aceptando lo que digo ¡Lo digo porque quiero que se oponga a la idea de que se acabe!»
––¿Crees que deberíamos quedar como amigos? ––aquello fue lo que lo hizo querer quedarse del abrazo, pero solo se aferro más, asintiendo lentamente––. Quedamos entonces como amigos.
Alejándose del abrazo del cual ambos se habían aferrado, tendió la mano frente a él ofreciéndole un apretón. El pelinegro hizo su mejor cara para tomar su mano y así quedar como algo que no quería, pero debía aceptar.
Se miraron fijamente el uno al otro, sin saber que decir, la conversación había acabado allí, en ese mismo lugar caminando una vez más hasta llegar al muro, en donde a lo lejos divisaron a los demás acercarse.
––Ya nos vamos ––informo su madre––. Solo terminaremos las estas botellas y comenzaremos a caminar.
––En un momento vamos.
La música seguía sonando cuando cruzaron al otro lado de la calle y los perdió de vista por el árbol que los cubría, miro una vez más a Kun quien aún estaba perdido en sus pensamientos.
«¿Qué es lo que querías decirme?»
Abrazo sus rodillas, tratando de no pensar.
¿Qué debía hacer o decir? Normalmente siempre buscaba una manera de hablar con él, pero no se le ocurría nada en ese momento. Se quedaba en blanco, suspiro mirando a su alrededor. Buscaba algo que fuera similar a la mirada del pelirrojo a su lado, pero nada igual a lo que había visto cuando se miraron. Había algo entre ellos dos pero no podían dar el siguiente paso, ¡si por él fuera haría hasta lo imposible porque ambos estuvieran bien juntos! Sus ojos decían algo más pero sus palabras solo decían: amigos.
«Tal vez sea mejor así…. Quedar como amigos.»
El sonido de una canción familiar invadió sus oídos. Sonrió al darse cuenta de que canción se trataba.
Kun también se dio cuenta y pareció alegrarse, Mike se inclino para verlo sonriendo de punta a punta.
––¿Conoces esa canción? ––enarco una cejas felizmente.
––¡Por supuesto! La escuchaba después de mi clase de cocina ––respondió el pelirrojo con el mismo tono alegre chasqueando los dedos. Mike río haciendo lo mismo.
Candy…
She’s sweet like Candy in my veins.
Baby.
I’m dying for another taste.
And every night my mind is running around her.
Thunders getting louder, and louder.
Baby you’re like lightning in a bottle.
I can’t let you go now that i got It
And all i need
Is to be struck…
––BY YOUR ELECTRIC LOVEEEEEEE, BABY, BABY YOUR ELECTRIC LOVE ––sintonizaron.
Los chasquidos volvieron con más ritmo. Ambos cantaban con sintonía y acorde a la letra moviendo sus cuerpos como si estuviesen bailando, disfrutando de la música y del momento en si. Ambos chocaron sus hombros por el movimiento y rieron.
Mike tuvo que aferrarse al hombro del pelirrojo porque casi caía de nuevo, no quería arruinar el momento con su caída, aunque sabía que eso solo ocasionaría que se rieran más, y más, hasta llorar.
Kun tomó su mano entre risas, y continuo cantando junto a Mike.
«Jamás pensé cantar esta canción con alguien.», fue en ese momento, en el que se dio cuenta de que lo estaba sucediendo. Detuvo su canto para mirar su mano entrelazada con la de Kun mientras cantaba a gran escala, el pelirrojo lo observo al darse cuenta con una sonrisa, confundido del por qué se había detenido.
––¿Qué sucede?
Bajo la mirada hasta sus labios y volviendo a sus ojos. Sin responder, se quedó corto con sus palabras mirándolo mientras la letra avanzaba.
«Ya no puedo esperar.»
––¿Mike? ¿Todo está bien?
Y cuando cayó en cuenta de lo que pasaría, llevo sus manos hasta el cuello del pelinegro, acercándose a él hasta por fin envolver sus labios con los de Mike quien ya había aferrado sus manos en los hombros del pelirrojo para besarlo con ganas. Estaba sucediendo, ambos estaban envueltos en un dulce beso que no tardaría en convertirse más potente conforme avanzaban. La mano de Kun se deslizó hasta su cabello acercándolo más a él. Su boca sabía al dulce sabor del malvavisco lo que solo género más ansias sobre él para enterarse en aquel beso.
Mike se inclino. Presionó con fuerza los brazos del pelirrojo a medida que se iba acercando. No supo con esa actitud quien se los dos detuvo el beso antes que el otro, pero solo fue para tomar aire, momentos después ya habían vuelto al ritmo.
«Al carajo todo, tampoco quería ser tu amigo.»
[“*”“*”]
La puerta se cerró de un portazo.
Kun levantó la pierna de Mike sosteniéndola a la altura de su cadera, Mike, mientras, acariciaba su pecho desnudo hundiendo su lengua en la boca del pelirrojo, borracho de él, borracho de deseo, borracho de Kun.
Ninguno de los dos se atrevía a alejarse de aquel beso. Ambos compartirán el mismo deseo y descargaban esas ganas de besarse en ese mismo instante como si el mundo se acabará en ese justo ahora. El bulto de su entrepierna se hizo presente dejando en claro que estaba más que duro.
Hizo el intento de moverse hasta el otro lado de la habitación, donde se encontraban las camas, pero el pelirrojo, con su mano libre la llevo hasta abajo dándole un leve apretón ahogando los jadeos del pelinegro con su lengua.
Ni siquiera llegaron a la cama, cayeron en el suelo donde, recostado cuerpo con cuerpo bajo sus besos hasta su cuello, mordió, lamió, chupo y beso cada parte de él.
Amanecería en un par de horas y aún así continuarían con todo el acto ¿Cómo seguías reteniendo tus emociones y deseos cuando ya habían cedido?
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