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CAPITULO VEINTIUNO

Kun

«No me obligaría a querer a nadie más porque ya te quiero a ti, Mike».

Cuando abrió los ojos el pelinegro estaba acostado en la cama de al lado, echó bolita con la sábana y roncando. Lucia igual que un bebé gigante durmiendo, aunque le parecía adorable la imagen.

Se levanto de la cama con cuidado, tomando su pequeño teléfono y salió al pequeño balcón del hotel.

El pelirrojo se sentó en el suelo mirando la luna. Eran las 2:00 de la mañana y Kun no podía dormir bien, no quería despertar a Mike porque lucia muy tranquilo.

Había estado pensando toda la noche sobre la conversación que tuvo con el pelinegro hace un par de horas. Su pecho había dejado de doler , pero aún así no podía evitar que volviera cada vez que recordaba aquel momento.

«La cabeza duele. El pecho arde. Mi cuerpo se desvanece».

Kun no compartía los mismos gustos que muchas personas en otros aspectos. Pero, de vez en cuando recurría a la poesía para escapar por un momento de su realidad, aunque no era lo suficientemente bueno.

Aquel teléfono diminuto era su papel igual que su lápiz.

Volvió a mirar su teléfono y escribió:

“No creas que no estoy cansado de fingir, mis manos duelen cuando lo hago, es como si una hubiese intentado tomar una rosa y está, hubiese sacado sus espinas. Estoy seguro de que eres ese cielo oscuro con estrellas resplandecientes y luna, tan hermosa y brillante como tus ojos luminosos.

A veces pienso que caigo en la locura, es difícil no estar a tu lado y no pensar en besar tus dulces labios. Si yo fuera un príncipe, rompería todas las reglas para que tú fueras muy rey, un rey con el cual querría tomar y escapar de esta triste realidad.”

––Soy un pésimo poeta ––dejo el teléfono a un lado mirando hacia el suelo abrazando sus piernas.

Últimamente pensaba en lo que haría cuando volviera a su departamento, tendría que conseguir un trabajo para seguir manteniéndose, ya no quedaba del dinero ahorrado. Seguir procrastinando no era una opción, mucho menos ahora que se sentía algo mejor.

«Tal vez si trabajara de, algo por medio tiempo… Y luego consigo un trabajo más fijo…».

Cerca de los 25 años, Kun se sentía como un fracasado estancado en un mismo lugar.

«Siento como mi garganta se cierra en este momento».

Observaba como todos los rincones oscuros del balcón, se aclaraban por la luz lunar. El pelirrojo deseaba tanto sentirse en paz. No recordaba la ultima vez que se sintió bien estando él solo, con sus pensamientos.

«En verdad debí ir a terapia».

No era una mala idea si buscaba por internet al respecto, si iba a algún terapeuta en New York se estancaría aún más.

––¿Estaré tan mal de la cabeza? ––suspiro––. Kun, a veces eres un completo ingenuo, no puedes entenderte a ti mismo.

El pelirrojo acostumbraba muy pocas veces a hablar consigo mismo, se tomaba por loco a pesar de no ser así.

––A veces quisiera poder ser normal ¿Por qué es tan difícil poder expresarme? ––cerro sus manos en puños con fuerza––. Siempre es la misma situación, no puedo avanzar bien, me estanco y termino por deprimirme. ––suspiro y termino por aflojar sus manos––. Hay cosas de las que Theon no tiene culpa, y solo soy yo, Kun Lee, estancado en sus propios pensamientos.

––Piensa bien ¿Qué es lo que te hace daño? ––se preguntó, en un susurro––. Tal vez frustrarme por todo, no saber cómo expresarme cuando quiero gritar lo que siento, no tomar con seriedad las cosas que, debería tomar con seriedad. Mierda, definitivamente eso me hace daño.

Miro el cielo con el ceño fruncido y preguntó:

––¿Me castigas por ser gay, Dios? ––ladeo la cabeza de un lado a otro––. Ok, lamento eso, no es mi intención ofenderte ––una vez más bajo la mirada clavándola en el suelo––. ¿Es malo no tener ganas de llorar? Me siento extraño al saber que mis lágrimas no salen con tanta naturalidad como a los demás. Como Mike, él llora mucho, es un completo llorón ––suspiro––. Pero… Lo…quiero.

Tras decir esas palabras, las mejillas de Kun no tardaron en tornarse de un color carmesí, cubriendo casi toda su cara.

––Soy alguien muy defectuoso. Dime, Dios, si es que no me odias ¿Merezco yo estar con alguien como él? Siento que soy como alguien incapaz de hacer sentir feliz a otra persona, y es raro, antes no me sentía así. Hasta me sentía más activo a pesar de no saber cómo expresarme.

––Jack quiere que le entregue dinero a Theon cuando salga de aquí, dice que es también un momento perfecto para intentar arreglar las cosas. ¿Habría algo que arreglar? No… No quiero que se acerque de nuevo. Esta vez lo digo en serio, mi vida está mucho mejor sin él, y quiero mantenerla así.

En el fondo, Kun sabía que aún estaba roto y que no todo estaba bien, pero se sentía con la capacidad de mejorar y de sanar a su manera.

––Quiero dejar este circulo vicioso de ánimos y desánimos. Prometo que, si consigo un trabajo de medio tiempo, ahorrare para ir al psicólogo, o terapia, incluso puedo hacerme monje. Aunque eso ya sería exagerar.

El pelirrojo se recostó en el suelo, mirando la luna una vez más y dejándose llevar por el silencio. Pensaba: ¿Cómo hubiese sido si no, hubiese aceptado la propuesta del pelinegro? Al principio era para olvidarse de muchas codas, después empezó a sentir que le gustaba.

Recordó la primera vez que lo conoció. Entró a una cafetería nueva para él. Hacia dos meses después de año nuevo que había terminado con Theon y, aquel día había decidido salir un rato.

––Hola, hola ––sonrió alegre––. Me llamo Mike ¿Qué te puedo ofrecer? Aquí tienes un menú con una variedad de cafés, batidos e incluso postres. Si nada de esto te parece puedo ofrecerte mi número.

Kun lo miro de arriba abajo, disimulando su incomodidad hacia la situación. Por alguna razón le resultaba muy familiar pero no lograba saber de dónde, exactamente.

––Eh… Gracias, pero solo quiero un capuchino. ––miro hacia los lados buscando una manera de no mirarlo fijamente.

––¿Con leche o sin leche? Broma, el capuchino no es lo que es sin leche.

El pelirrojo no supo que más decir así que solo asintió levemente.

El chico se fue a preparar su pedido, Kun no pudo despegar la vista de él en ningún momento, pensaba que era un acosador por querer darle su número. El empleado lucia como alguien muy simpático, tenía un muy bonito cabello negro que, hacia conjunto con sus ojos oscuros.

Se percató de que lo miraba de reojo y frunció levemente el ceño.

«Acosador. Me va a seguir hasta casa y me va a robar».

––¡Aquí tiene! Espero que pase un buen día.

«Perfecto, está diciendo que me dejara en una esquina derramando sangre».

Kun dejo el dinero en sus manos y salió del lugar sin mirar atrás. Si lo pensaba, había actuado un poco exagerado. ¡Le pidió su número! Para él eso significaba una sentencia de muerte, desde ese día no había parado de ir a aquel lugar, el pelinegro siempre parecía feliz cuando entraba a la estancia.

––¿Kun? ––miro a Mike que, tenía la sabana cubriendo gran parte de su cuerpo––. ¿Qué haces aquí afuera?

––No he podido pegar el ojo en toda la noche ––respondió con voz tranquila––, ven aquí

Mike se acercó a él, aún adormilado. El pelirrojo pensó que era adorable cuando estaba medio dormido. Lucia igual que un niño.

Lo abrazó una vez que estuvo acostado a su lado. Tal vez se sentía vulnerable cuando estaba cerca del joven, pero le encantaba abrazarlo. Kun se sentía seguro y cómodo cuando estaba muy cerca de él.

––¿Por qué estás despierto a esta hora? ––pregunto, al tiempo que escondía su rostro en el cuello del pelinegro––. Pensé que estabas cansado.

––Quería tomar agua. Luego note que estabas afuera.

––¿Si tomaste agua?

––Nah ––jugo con el cabello rojizo del chico. Kun ronroneo ante el contacto––, ronroneas igual que un gato.

––Esta bien pero no pares de hacerlo ––sonrió.

––Disculpa por lo de esta tarde.

––Mike, ¿Qué tengo que hacer para que entiendas que no tienes la culpa de nada?

––Acostumbro a sobre-pensar muchas cosas, no puedo evitarlo.

––Pienso que tal vez tú también necesitas sanar. ––lo miro a los ojos.

––¿Crees que ir al psicólogo funcione? 

––Estoy seguro de que sí. Además podría acompañarte, si es que decides ir.

––Estas siendo cursi.

––Ya, déjame ser yo ––se acomodo hasta sentarse correctamente––. Mike, me gustas mucho.

––¿Estás mintiendo?

––¿Puedo mentir con algo así? No tienes idea de lo mucho que quiero estar a tu lado, tomar tu mano cuando estamos afuera con más personas. Me gusta tu cabello, me gustan tus ojos, me encantan tus cambios de humor pero me preocupa que llores tanto. Dios ¿Quién pudo hacerte tanto daño? Tú nombre, me gusta mucho tu nombre. Mike, Mike, Mike, Mike, Mike. Podría decirlo todo el día hasta dormirme y aún así lo diría mientras duermo. A veces pienso que eres un sueño, pues luces como alguien que podría ver en una revista de modelos. Me haces sentir cosas que jamás pensé sentir por alguien. Dime ¿Serías capaz de querer a alguien como yo? ¿Desastroso, cansado, con dolores de cabeza, falta de hambre, que no sabe expresar sus emociones? ¿Serías capaz de querer a alguien con tantos defectos? Te juro que intento dar lo mejor de mí para todo, pero últimamente solo quiero dar lo mejor de mí para ti y nada más para ti. Mike ¿Cómo te explico que me encanta cada una de tus acciones? ¡Eres demasiado adorable! Cuando caminas, cuando duermes, incluso cuando comes resultas tan adorable ¡Y aún así piensas que eres insoportable! ¿Quieres enamorarte de alguien? Me encantaría ser ese alguien de quién te enamores, pero si no soy yo, dímelo y me iré lejos para que tú puedas ser feliz. Si quieres que me quedé, me quedaré porque te quiero, Mike. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero. Empezamos hace ya una semana y puedo sentir como cada parte de mi grita cuando estás cerca. ¿Quieres que lo grite? No me importa despertar a los demás. ––llevo las manos alrededor de sus labios antes de que respondiera––. ¡TE QUIERO, MIK-¡

––¡Ya entendí! ––comenzó a reír, cubriendo sus labios con ambas manos.

Kun planto un beso en sus manos, antes de apartarla de su boca. El pelinegro no paraba de derramar lágrimas por sus mejillas.

––¿Por qué lloras? ––preguntó limpiándolas. Dio un pequeño en ambos ojos.

––Es que fuiste demasiado sincero ––gimió––. ¿Por qué eliges decirlo a mitad de la noche?

––Porque la falta de sueño me afecta, y no creo aguantar otro día sin decírtelo.

––Es una locura, estamos juntos desde hace una semana ¡Tú mismo la dijiste!

––¡Aun así! Quiero explorar cada parte tuya, Mike. No quiero estancarme, no está vez, quiero ver tus puntos buenos y malos. Déjame pensar en ti cuando salga la luna, cuando vea un montón de tulipanes y, escuche música.

––No te gusta la música. ––frunció el ceño.

––Podría escucharla con tal de que a ti te guste.

––No intentes complacerme, Kun. Todo está bien tal y como está, en serio.

––No es un intento de complacerte. Es una promesa de que haré lo imposible para verte feliz. ––Mike chillo al darse cuenta que no se rendiría tan fácil––. Se que te hicieron daño en el pasado y que cuesta mucho dejarlo ir. No te diré que olvides el pasado, es como decirle a una flor que nunca fue semilla. Para mí es simple, vive tu presente recordando el pasado pero viendo al futuro. Eres un chico fascinante, colorido, y apuesto que por dentro hay más vida en ti que lo que muestras realmente, no aprisiones aquello que sólo te hace dudar a cada paso.

––¿Y si me da miedo intentarlo otra vez? ¿Y si intento y fracaso?

––Si eso pasa, estaré allí para estar a tu lado, y apoyarte en cada uno de los obstáculos. ––el pelinegro se abalanzó hacia Kun.

––Dios, creo que te odio. ––dio besos por toda su cara, como un perro lamiendo la cara de su dueño–. Ah, cásate conmigo.

––En un par de años ––dijo entre risas.

––Esta bien ¿Y mañana?

––Mañana me parece bien.

––Kun…

––¿Si? ––el joven tenía la mirada fija en sus manos.

––¿Me dejas? ––se sonrojo al darse cuenta a que se refería con aquella pregunta.

––Dale, pero que sea rápido…

Mike los cubrió a ambos con la sábana que llevaba encima. Su mano no tardó en deslizarse por encima de su pecho, los labios del pelinegro hicieron contacto con el cuello de Kun.

Al principio sintió un pequeño escalofrío, que no tardó en ser remplazado por el placer de sus labios, sobre su piel. Kun llevo sus manos hasta las caderas de Mike, reteniendo un jadeo entre sus labios. Pronto sintió, las mordidas en su cuello y la mano del pelinegro bajando hasta su entrepierna.

Kun mordió su labio al sentir el pequeño apretón que le daba aquel chico. Llevo una de sus manos hasta el mentón de este mismo, besándolo con ganas. Mentía si decía que no había querido besarlo durante todo el día.

Fueron un par de besos cortos cargados de pasión hasta que la lengua del pelirrojo fue invadiendo la boca del joven, poco a poco hasta que el chico siguió presionando y, presionando, ahogando los gemidos de Kun. El pelirrojo aparto la mano y se separó del beso. Llevo dos dedos hasta su boca acercándolo más hacia si mismo con su otra mano.

––Olvida lo que dije, no quiero que sea rápido ––después de allí las ganas de guardar silencio se hacían cada vez menores.

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