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CAPITULO SEIS

Kun

Si Kun tuviera que ser el significado de una palabra, esa sería: tristeza.

Había vuelto a casa tirándose al suelo, como de costumbre la única diferencia era que su cuerpo dolía, el sol jamás le había afectado a tal punto que bajarle la tensión y hacerlo temblar en el suelo con la respiración entrecortada.

––Respira, respira.

Cada vez que terminaba tomando aire, comenzaba a toser.

––Kun, respira ––dijo para si mismo con ojos llorosos, comenzó a aguantar la respiración por tres segundos y luego a soltar el aire––. Uno. Dos. Tre… ––comenzó a toser–. Mierda.

Sin embargo había logrado calmarse. Cerró los ojos con fuerza quedando en el suelo, sudoroso y débil.

«No debí salir».

Era un pensamiento absurdo, pues se había divertido mucho con Mike, y tuvo una plática que consideraba un tanto importante, desde la noche pasada no había podido dormir pensando en su llavero, pero mentiría si dijera que no pensó en todas las veces que se tomaron de la mano.

––Luces triste ––había recordado.

Lo cierto era, que el también lucía triste, a veces pensaba que Mike y el tenían ciertas cosas en común, muy a pesar de no conocerse del todo

De cuando en cuando miraba su mano recordando lo nervioso que se sentía, sabía que significaban aquellos nervios, aún así no podía dejar de pensar en aquello, como un bonito gesto de parte de ambos.

«Bonito gesto…».

Kun se encontraba en el suelo con el dolor recorriendo sus huesos, se llevó los brazos a los hombros de cada lado, dándose un abrazo a si mismo, en ese momento sentía frío, pensó en que tal vez debería comer algo para calmarse en su totalidad.

No tenía hambre y si la tuviera, tampoco comería.

Kun podía pasar un día entero sin comer, y sin tener algún síntoma de desmayo, y al otro podía estar comiendo como un maniático hasta sentirse completamente lleno. Detestaba no poder sentirse estable.

––Debería dormir. ––miro la hora en su pequeño teléfono, dejándolo en el sofá, arrastrando la manta que este tenía hacia si mismo, arropándose y cayendo inmediatamente en un sueño profundo.

Hay un rumor de que los seres humanos pueden percibir los colores dependiendo de su estado de ánimo. Kun siempre se preguntó si esto era cierto. Veía los colores más apagados de lo usual, incluyendo las hojas tan verdes de los árboles. También podía significar que sus ojos estaban acostumbrados a los colores oscuros de su departamento.

Las luces estaban pagadas la mayor parte del tiempo y, hace menos de un par de meses, se había propuesto pintar las paredes, cambiando el color gris por un verde o un bonito color marrón claro. Kun ponía excusas siempre que lo intentaba acabando con rendirse, ni siquiera había intentado ver los galones de pintura.

Había dejado de ir a terapia luego de dos meses, le parecía ridículo pues no veía mejoras. Por un tiempo se sumergió en alcohol, con suerte logro dejarlo de lado y no llego a mayores, de vez en cuando tenía el impulso de ir a algún bar y beber un poco. Era lo único hasta el momento Kun lograba controlar, la adicción al alcohol, era desagradable amanecer con la ropa sucia y una jaqueca insoportable, no era que quisiera revivir o extrañase.

Se sumergía en sueños profundos debido al agotamiento físico y mental que le causaba el estar fuera de su “hogar”, incluso dentro de esté, Kun podía sentir desánimo y asfixia, que recurría al aire libre para liberarse de toda malestar que tuviera retenido, teniendo en claro que, no era tan fácil.

La comida podía ser su refugio, como también podía ser parte de su agonía. Kun prefería dormir, le favorecía más, aunque su cuerpo no lo ayudaba en su intento de descansó, pues le resultaba estresante estar en su propia cama y terminaba por tirarse al suelo, en donde también se incomodaba.

A veces su propia existencia era un dolor de cabeza.

¿Cuál era el punto de todo aquello? Jamás se había sentido así. Kun se recordaba a si mismo como un joven activo y feliz, aunque mantenía esa imagen seria, era muy positivo.

“Las personas pueden hacerte mierda”. Una frase que se recordaba constantemente desde la mañana, hasta la noche, jamás lograría la paz mental si no intentaba buscar ayuda.

“No necesito ayuda” otro recordatorio constante que suele hacerse.

Ningún chico podía ser tan terco como lo era Kun Lee. Comenzaba a preocupar su estado de ánimo y pensamientos negativos. El intento de suicidio fue la gota que derramó el vaso.

Había atado la cuerda y llevado una silla hasta el baño, “no sabrán nada, no hasta que mi cuerpo comience a descomponerse” fue la frase que más se repitió mientras comenzaba a atarse la tela, alrededor de la boca. Mirándose al espejo se preguntó que carajos hacia.

«Morir» se dijo como respuesta.

Subiendo sobre la silla y mirando la soga en la cual, había gastado quince dólares, pensó que era el fin, el asco y la repugnancia que sentía al pensar en la razón por la cual lo hacía, lo estaba invadiendo.

«Volví a caer, caí como un estúpido y ahora estoy aquí, yéndome para no volver a cometer el mismo error, nunca más».

Theon había vuelto a contactarlo, le dijo que había estado yendo a terapia tal y como le prometió, platicaron acerca de volver a verse en plan de iniciar una amistad, quiso asegurarse de estar completamente sano y llamarlo.

Kun dudo al principio, pero cuando comenzó a contarle todo el proceso le creyó, y acepto la invitación, pasarían una tarde entera juntos, y más de noche se tomarían un par de copas y platicar mejor sobre las cosas.

Hace ya casi un año que Kun había salido de aquella relación, estuvo un poco informado sobre su vida, nunca indagó, todo lo que tuviera que ver con el era toxico y problemático. Tuvo muchos problemas para salir de aquella relación como: llamadas constantes, mensajes sobre lo mucho que lo extrañaba y correos excesivos. Mike tuvo que cambiar de numero para no volver a saber de él. Entró a terapia, pero no lo soporto entonces salió y se encerró en su casa.

Los únicos momentos en los que salía, eran cuando aún había luz e iba a tomar café.

Mantuvo su distancia. Kun se negaba a saber de él, no tenía odio, no tenía rencor, solo el deseo de no volver a saber de él. Conocía a la perfección el tipo de persona que era y por esa misma razón no quería estar cerca de él, al menos no mientras siguiera siendo un narcisista. Ese tipo de personas nunca cambian a menos de que en verdad quieran, y aún así, sigue habiendo parte de ese trastorno en ellos.

Por esa razón, cedió ante saber que estaba mejorando y comenzaba a sanar. Kun había comenzado a liberar su mente de cualquier pensamiento relacionado con su persona, y eso lo hizo sentir bien, entonces entraría a terapia una vez más, está vez tomándolo más en serio y mejoraría, volvería ser ese Kun Lee que fue en un principio.

Aquella tarde, Kun se vistió con una camisa que había conseguido a muy bajo precio, era de un color verde como sus ojos, y eso le gustó a Kun, era como una parte de él.

Había arreglado su cabello de lado, y se miró en el espejo por un largo rato en busca de algún defecto, su imagen en ese momento iba a decir mucho de él, y si se mostraba positivo se sentiría así, luciendo un poco su proceso de cambio, como aquella camisa verde. Kun jamás usaría algo relacionado a su cabello o ojos para él era un gran avance.

Tomo sus llaves y salió de casa, las mantuvo en sus manos durante todo el trayecto a la cafetería, le había dicho que podían verse en aquel lugar confesando que, era su lugar favorito, pues preparaban un buen café y los postres eran buenos. Había evitado mencionar al joven de la caja a quien le guiñaba de vez en cuando.

Llegando al lugar, se fijó de que, justamente Theon estaba llegando al mismo tiempo que él. Había vuelto a teñirse el cabello de azul, no le sorprendió sabiendo la razón por la cual lo hacía. Ambos chocaron sus miradas, y se acercaron al otro, Kun ofreciéndole un apretón de manos formal, y este correspondiéndole de una manera más amistosa.

Entraron al lugar y tuvieron que esperar en la fila.

––¿Este es el lugar que tanto te gusta? ––pregunto inspeccionándolo de arriba abajo.

––Así es ––respondió con un leve asentimiento––. Te recomiendo el capuchino, o el té negro, aunque el de cacahuetes no esta tan mal…

––Yo escojo lo que tú creas que es mejor.

En tiempos pasados, esas palabras lo habrían hecho sonrojarse hasta las orejas, pero ahora se encontraban en un plan amistoso y ya no sentía nada por él y no volvería a hacerlo. Una vez se hizo su turno escogió lo mismo de siempre: capuchino y para Theon un té negro. No pudo evitar intercambiar una mirada con el extraño de la caja mientras iba a preparar su pedido.

Theon había parecido notar esto y se fijó en las llaves del pelirrojo.

––¿Aún conservas esa figura? ––tomo las llaves fijándose en la figura del oso amarillo con camisa roja.

Kun no quería que lo notará, ese llavero era algo significativo para él, pues fue el comienzo de todo y a pesar de todo el daño que le causó, recordaba aquel momento con mucho aprecio y era lo único que no le generaba arrepentimiento.

––Me gusta mucho Winnie Pooh ––se excuso moviendo la cabeza de lado a lado––. No es nada importante.

Momentos después llegó el joven a entregarles su pedido, Theon se había inclinado por enfrente de el para tomarlo, luego, tomo a Kun de la muñeca y salieron de la estancia. No sin antes despedirse guiñándole un ojo al joven, estaba de humor por lo cual también le sonrió de manera muy leve.

Una vez afuera Kun tuvo el valor de soltarse de su agarré, no se fijó en él, solo en su café, y en el camino.

––¿Qué tal la terapia? ––pregunto en busca de una conversación.

––Estoy mejorando mucho ––bebió un sorbo del té negro––. He comenzado a hacer muchos hábitos.

––¿Ah si? ––Kun lucia interesado––. ¿Cómo cuáles?

––Mmmh, hace unos meses comencé a sembrar plantas, tengo un cactus muy bonito, se llama invierno.

––¿Le pusiste invierno a un cactus? ––enarco una ceja curioso, dando otro sorbo, comenzó a negar––. Nunca se te han dado bien los nombres.

––No, claro que no ––choco su hombro con el suyo––. ¿Qué hay de ti?

––Me encuentro bien ––bajo la vista fijándose en los pasos que daba––. No he hecho nada interesante, solo salgo de casa para cosas urgentes o cuando quiero mi café de tarde.

––Solo tú tomas café en la tarde.

––Eso no es cierto ––deposito el vaso en un basurero cerca de ellos––, hay muchas más personas en el mundo que lo hacen.

––Pero tú eres especial –dijo dando un último sorbo a su bebida––. Lo admito, estaba muy bueno.

––¿A qué te refieres con eso? ––ignorando lo demás, Kun quiso saber a qué se refería el mayor.

––¿A qué más me voy a referir, Kun Lee? ––sonrío––. Eres muy diferente a los demás, te gusta hacer cosas que otros detestan hacer, y detestas cosas que otros disfrutan. Eres muy extraño. ––volteo para fijarse en el menor a su lado, buscando algún indicio de desánimo, al no encontrarlo retomo sus palabras––. Eso fue lo que me gustó de ti en un principio.

––No me sorprende. ––no quería parecer conmovido, tenía la oportunidad de ser directo con él y no iba a desaprovecharla.

La noche iba cayendo poco a poco, y con ella el momento de decir esas cosas que nunca pudieron decir.

––Lamento todo el daño que te genere. Fui un idiota e irracional, debí pensar en el daño que eso te iba a generar.

––No necesito tus disculpas ––le cortó––. Te perdone hace mucho tiempo –lo miro directamente a los ojos con indiferencia. Sus palabras no le generaban algún cambio––. Pero si en verdad quieres una disculpa, está bien, te la concedo. Te perdono.

Theon lucia sorprendido ante las palabras del pelirrojo, no había visto que se comportara con él de una manera tan directa y formal.

Kun por otra parte, se sentía orgulloso de cómo actuaba, no estaba cediendo ante ningún encanto. Las personas con trastornos narcisistas no se separaban por completo de ello. Kun estudio perfectamente por su cuenta todo lo relacionado a eso, sus propias experiencias lo tenían tan marcado que sabía cómo se comportaba su exnovio, no caería tan fácilmente.

––¿Así de fácil? ––Kun quiso molestarse por la pregunta, decidió actuar de una manera más serena.

––No, Theon. No es así de fácil me costó mucho sacarte de mi mente, todo ese daño sigue dentro de mi y créeme que busco la manera de salir de esto cada día de mi vida. Y aún así tome la madurez de perdonarte. No pienso guardarte rencor, o tomar actos en contra tuya. Elegí perdonarte luego de un largo tiempo porque no puedo guardar rencor, jamás he podido hacerlo.

––Has cambiado…

––¿Y quien crees que es la causa? ––Kun no lo decía como reproche pero si con un tono tosco, Theon si era responsable de todo el cambio de Kun y quería que fuera consciente de eso, pero no como un reproche. Kun jamás seria como él–. Si viniste aquí para hacerte la víctima me iré, accedí a salir contigo en plan de amigos y aclarar las cosas, y es exactamente lo que espero.

El pelirrojo espero una respuesta del chico. Sonrió, Theon acaricio su cabello con un tono juguetón y brusco.

––Me alegro de que ya no seas el mismo.

No respondería ante eso. Kun quiso arrepentirse por un momento por haber aceptado aquella salida, pero era demasiado tarde para arrepentirse. La noche cayó en su totalidad con los dos entrando al bar.

Extrañamente era muy tranquilo, luego cayó en cuenta de que su exnovio seguía teniendo dinero de su antiguo negocio, por lo que se percató que era un bar prestigioso que mantenía la música clásica y la elegancia del lugar. Kun se mantuvo firme a pesar de sentirse apenado por su vestimenta, las personas del lugar vestían decentemente y el lucia muy común.

«Claro ––quiso reír––, yo siempre he sido de una clase más baja que tú ¿No?».

Kun tomó asiento al lado de Theon quien ya tenía un par de tragos al frente, este le entrego el suyo en silencio, dieron un pequeño brindis y bebieron un trago largo.

«Me arde la garganta».

––Pensé que iríamos a un bar normal ––comento.

––¿Esto no te parece normal? ––respondió pidiendo otros tragos––. Pensé que te gustaría la música clásica.

––No me gusta la música. ––frunció el ceño levemente.

––Había olvidado eso.

––No me sorprende. ––respondió encogiéndose entre hombros––, no es algo que tenga mucha importancia, pero es un poco más tranquilo que el resto.

––Entonces acerté ––sonrió de una manera arrogante.

Para evitar algún tipo de discusión, no respondió a su comentario y espero a que sirvieran sus tragos.

Comenzaba a considerar la posibilidad de irse, algo no le olía bien y prefería marcharse antes de averiguar de qué se trataba, sin levantar sospechas pregunto:

––¿Tienes una hora fija a la que terminar? ––negó.

––Todo lo que tenga que durar, no hay prisa ¿Cierto?

Fingió una sonrisa contenta.

––Cierto ––«Si hay prisa. Hay mucha prisa esto no me da buena espina» se fijó en la hora de su teléfono––. Vuelvo enseguida, tengo una llamada ––antes de que el mayor pudiera pronunciar palabra alguna, se dirigió directo al baño fingiendo contestar.

Cerrando la puerta detrás de si, muy extrañamente, su pecho comenzó a doler. No sabia si tomarlo como señal o como efecto del trago, hacia mucho tiempo que no bebía pero no recordaba que pudiera ser así.

Sus manos comenzaron a temblar y se sostuvo del lavamanos para mantenerlas quietas.

Pronto fueron sus piernas, comenzando a temblar y a tener el desequilibrio dejándolo caer, con fuerza. Kun se sostuvo con aún más fuerza del lavamanos pero sus manos y brazos estaban tan débiles que, no le permitieron seguir fuerte.

El aire comenzó a faltar en sus pulmones, tratando de decirse a si mismo que estaba bien comenzó a sentir calor. Luego tuvo los ojos llorosos, la vista nublada y una falta de aire extrema.

––A…pa..yu… –buscándole sentido a sus palabras intento pedir ayuda, pero ni siquiera tenia fuerzas para hablar–, p..-p… fsva…or…

Al baño entero un hombre desconocido que, al verlo tirado en el suelo y en tal estado, se espanto, comenzó a llamar la atención de las personas con gritos.

Kun no recordaba mucho de aquellos momentos.

Todo estaba nublado, podía sentir su cuerpo debilitado al punto de ni sentir nada, poco a poco todo a su alrededor se iba oscureciendo, perdiendo la habilidad de hablar o siquiera escuchar con claridad, lo único que escucho a su alrededor fueron las personas buscando ayuda, llamando a una ambulancia y conversaciones distorsionadas. Entonces paso. Lo ultimo que recordaba Kun de aquel momento fue el rostro de Theon, la falsa preocupación que tenía en cara y un susurro.

––Has vuelto a caer.

[“*”“*”]

«¿Dónde…?»

Pi. Pi. Pi. Pi.

«¿Dónde estoy?».

Intentando mover sus brazos se dio cuenta de que no podía sentirlos estaba inmóvil.

«¿Por qué no puedo ver?».

Pi. Pi. Pi. Pi.

«¿Qué es ese ruido tan fastidioso?».

El ruido proveniente del exterior hizo que Kun intentará moverse con desespero.

No había logrado nada, pero al parecer aquellas personas se dieron cuenta de que estaba despierto.

––Rápido, quítenle las vendas.

El impacto que la luz tuvo con sus ojos al estar descubiertos, casi lo ciega, pero al menos, ya pide ver con más claridad. Cerró los ojos una vez más para poder centrarse mejor.

––Señor Lee ¿Puede escucharme? ––Kun se limitó a mover la cabeza––. Muy bien señor Lee, por favor, intenta abrir los ojos.

Los abrió con facilidad, su única dificultad era la luz que seguía cegándolo, se encargaron de apartar la linterna, para que pudiera recuperar la visión mas rápido.

––¿Quiénes…?

––No se esfuerce tanto, le traerán algo de comer.

Rato después, Kun se encontraba como un bebé, una de las enfermeras estaba sentada a su lado encargándose de la comida. Lograron calmarlo antes de aquello, tuvieron que inyectarle un calmante para que volviese a dormir, supuestamente, se había desesperado a tal punto que su tensión había subido, pues estaba desconcertado ¿Cómo había terminado en el hospital? No estaba entendiendo nada.

El doctor entro con una carpeta en las manos, inmediatamente Kun dejo de comer queriendo tener la atención completa del doctor.

––¡Doctor! ––intento no quejarse ante el dolor que sentía en el cuerpo––, doctor ¿Podría explicarme que hago aquí?

––Señor Lee… ––la enfermera intento que retomará la comida siendo interrumpida por el doctor.

––Esta bien, luego seguirá con su comida ––hizo una pequeña seña. La enfermera se inclino y luego se marchó. Suspirando con pesadez se sentó al lado del pelirrojo––. Dígame señor Lee ¿Recuerda algo que haya pasado antes de acabar aquí?

––¡N-…no! ––gimoteo––, es justamente lo que quiero ¡Explicaciones! ––una vez más, comenzó a desesperarse.

––Señor, debe calmarse ––el doctor comenzó revisando los papeles que tenía en su carpeta––. Por favor, lea aquí.

Kun estaba cada vez más confuso. Como pudo, comenzó a leer, cada palabra tenía menos sentido que la otra. Hacia su mayor esfuerzo en enfocar la vista y que, su cabeza no doliera más de lo que ya lo hacia. Cuando hubo, acabado de leer, tuvo ganas de vomitar. Percatándose de esto, el doctor Tomó rápidamente la papelera y la puso sobre sus piernas.

Kun no paro de vomitar hasta que su garganta ardió y aún así siguió vomitando y llorando.

«Asco, que puto asco».

Su repugnancia llegó a tal punto de querer arrancarse la piel misma.

«Me siento sucio».

Se limpió con una toalla húmeda luego de terminar, un enfermero se llevó la cesta con sorpresa, había vomitado demasiado y sentia que aún le faltaba.

––Señor Lee…

––¿Quién fue? ––pregunto en un tono serio.

––Aun no lo sabemos, esperamos a que usted recuerde algo y que…

––¡¡NO RECUERDO NADA, NO RECUERDO NADA, NECESITO QUE ME DIGAN QUIÉN FUE!! ––se dejó caer en la camilla derrotado, y con el pecho dolido, se había agotado de solo gritar. Habría llorado allí mismo si no fuera por la presencia del doctor.

––Llamamos a la policía pero primero tiene que recordar quién fue su abusador.

––Me drogaron… ––dijo en voz baja––. Me. Drogaron. ¡No puedo saber quién fue! ¿Cómo espera que sepa? ––las lágrimas comenzaron a desbordarse por las mejillas del pelirrojo.

––Señor Lee, por favor no se altere, los policías se encargarán de esto en cuanto pueda retomar la memoria –una enfermera se asomo por la puerta, haciéndole una seña–. Señor Lee, tiene un visitante, los dejaré a solas.

Antes había tenido ganas de vomitar, ahora solo quería golpearlo hasta destrozarle la cara, no hizo falta algún tratamiento, no hizo falta que tuvieran que dormirlo una vez más, solo tuvo que mirarlo y tener miedo para saber que fue él. Theon se sentó a su lado con un semblante tranquilo, intento tomar su mano pero este se aparto de él.

––Kun, te juro que no quise…

––Me drogaste. ––declaro––. Sucio bastardo…

––No me digas así.

–¿Cómo quieres que te diga? ––la furia brotaba por todo su cuerpo––. ¿Gracias? ¿Eres increíble? ¿Quieres que te diga que te quiero? Maldito, abusaste de mi ¡Me viol…!

––Sh…–Theon cubrió su boca en cuanto comenzó a alzar la voz. Kun tuvo que morder su mano para que lo soltará.

––Vete.

––No puedo.

––Ve. Te. ––exigió_–. Voy a presentar cargos ante tí si no te largas.

––Lo harás de todas formas.

––Theon, vete, lo digo en serio. No quiero verte. No tomaré cargos ante ti si te vas.

Kun lo miro con furia, en verdad quería golpearlo y lo hubiese hecho de no ser porque, por primera vez, le hizo caso y se marcho.

Días después de no poder encontrar respuesta alguna salió del hospital, inseguro ante las calles. No dudo un momento en comprar una soga y acabar con aquello. Esa camisa que había comprado a muy bajo precio de color verde, la quemó en una parte alejada de la ciudad, no era más que un recuerdo de aquella desgracia.

Eran de esos momentos en los que se preguntaba: “¿Por qué yo?” Exactamente mientras se bajaba de la silla y caía al suelo, se preguntaba lo mismo, se quitó aquella tela de la boca como si quemará. Abrazando sus piernas mientras lloraba y negaba, Kun se arrepintió de su decisión.

«Jamás debí ir. Jamás debí ir. Jamás debí ir. Jamás debí ir. Jamás debí ir. Jamás debí ir».

Y tuvo que aguantar sus gritos, pues si sus vecinos lo escuchaban, estaría en graves problemas. No debió dejarlo libre, no debió haberlo dejado salirse con la suya, había sido un completo idiota, se sentía utilizado como un objeto y aún así, tenía que tener una maldita compasión hacia las personas. Kun era incapaz de odiar y eso lo hacía querer odiarse a si mismo, y ni siquiera eso podía.

La mañana después de haberse quedado a dormir en su casa Kun fue a la suya, paso por el hospital a reclamar los papeles con las pruebas de aquello, y con fotos de muy mala calidad sobre droga en el departamento de Theon. Se dirigió a la comisaría. Y, hasta entonces, Kun no sabía nada de él y en cuanto volviera a tener su figura, lo tiraría al río. Era un recuerdo más, que debía ser destruido como su camisa, o toda esa ropa que el tocó.

Se encontraba en la sala, ordenando todo para cuando el pelinegro llegará pero Kun no podía parar de llorar preguntándose como podía seguir con su vida tan tranquilo, como si nada de aquello hubiese sucedido hace poco.

¿Acaso merecía Kun, sentirse bien después de aquello?

La puerta sonó y trato de limpiar sus lágrimas. Salto el sofá y se dirigió a la puerta. Cuando la abrió se encontró con el pelinegro tendiéndole su figura.

––Quería devolvértelo, traje un par de dulces por si… ––Kun tomo el impulso de abrazarlo en aquel momento y, llorar.

Mike, confundido no supo que hacer hasta que el pelirrojo clavo sus uñas en su camisa, en su mirada había sorpresa, tal vez, porque le recordaba alguna experiencia propia. Mike dejo su mochila de lado y correspondió su abrazo consolándolo, allí, en pleno pasillo en donde cualquier vecino podía pasar y verlos. Kun había sentido la necesidad de abrazar. Siempre recibía abrazos de si mismo pero jamás de alguien más.

¿Se consideraba un crimen si abrazaba a aquel chico lindo?

[“*””*”]

––Lamento si te hice sentir incómodo. ––Mike pareció molesto ante su comentario––. ¿Qué?

––¿Es chiste, no? ––pregunto frunciendo el ceño.

––¿Por qué sería un chiste? ––Kun mordió su labio del nerviosismo, el pelinegro no dejaba de mirarlo de mala manera.

––No deberías creer que me incomodaste solo por llorar.

––No lo sé, recién llegabas y puede resultar extraño que de la nada te abracen en busca de consuelo.

––Solo necesitabas en donde llorar ––Mike había escuchado toda la historia por parte del pelirrojo, no había querido mostrarse confuso ante la situación, pero Kun termino por darse cuenta y le contó entre lágrimas––. Eso no tiene nada de malo.

Ante el silencio Mike sacó de su bolso unas Oreos, le entrego el paquete mientras sacaba unas papas.

––¿Qué haces? ––miro al joven con cierta confusión.

––Darte algo de comer ––Kun se refería a como se alejaba de él hasta el otro extremo del sofá––. ¿Quieres seguir hablando del tema?

––No ––respondió luego de pensarlo––, no quiero, veamos la película.

Mike se fijó en como el pelirrojo tenía los ojos más apagados y vacíos. Kun en cambio, miraba su laptop dando clips al azar y sin sentido, no sabía que estaba buscando.

––Hace ocho meses… ––Kun llevo la mirada hasta Mike––. Conocí a un chico que, se puede decir, cambio mi vida ––dejo las papas de lado sin siquiera probarlas, clavando la vida en ellas––, los dos trabajábamos en el mismo restaurante, él era muy cerrado, fumaba mucho y le guste yo. Le guste por un tiempo o eso creo. ––el pelirrojo no pudo evitar acercarse y preguntar al respecto.

––¿Qué más? ––Mike sonrió levemente.

––Era un año menor que yo, tenía 21 suponiendo que ya cumplió los 22, no es el punto. Se llamaba James y recuerdo, que cada noche luego del trabajo cerrábamos el lugar y nos íbamos a un lugar llamado Cream and cherry, hacen los mejores batidos y puedes probar.

––¿Mejor de lo que hacen en la cafetería?

––No a ese nivel, claro ––río un poco––, pero si que eran muy buenos ––bajo la mirada hacia sus manos y se distrajo con ellas––. Eran de esas veces que… Sientes que quieres hacer todo con esa persona, o contarle todo.

––Cómo las cosas que te asustan o te pasan por la cabeza ¿No?

––¡Si! ¡Exacto!

«Es exactamente como comienzo a sentirme ahora que estoy contigo» pensó.

––James era el tipo de chico que podías odiar, por simplemente sentir que te ignoraba, pero, cuanto más te fijabas en él… Querías conocer todo un mundo ––Mike lucia estar perdido en su propia cabeza, como si estuviera hablando consigo mismo––. Recuerdo a la perfección todas estas veces que lo invite al cine o al parque, pero siempre decía estar ocupado, tal vez si lo estaba pero llegaba a ignorarme y eso se sentía muy, Agh ¿Entiendes?

––Si, entiendo.

––James era eso, un completo “Agh” –Kun no pudo evitar notar como los ojos del chico se iban volviendo más húmedos–. Pero también era muy audaz, aunque muy testarudo –intento acercarse al pelinegro pero este solo siguió hablando–, me prohibió decirle que le quería porque… porque decía que yo no lo quería, que él sí pero que me daría cuenta de que yo no lo quise. ––antes de poder reaccionar, Kun volvió a abalanzarse sobre él, dejando su cabeza en su cuello y sus brazos en su espalda. Mike no tardó en enrollar sus piernas alrededor de su cintura y aferrarse de la misma manera que Kun lo hizo––. Me lo decía mientras yo lloraba en su pecho ––chillo––, mientras le rogaba que no se fuera, que había sido un idiota por decirle lo que pensaba ¿Crees que fui un idiota?

Kun no tuvo que responder pues el menor le dejó en claro que no necesitaba una respuesta.

––Siempre he dicho que tengo sentimientos fuertes pero jamás he sentido que alguien me quiera con la misma intensidad, con la que yo quiero. ¿Está mal querer a alguien? ––solo se escondía en el cuello del pelirrojo, sollozando con fuerza, Kun nunca había experimentado algo como aquello, y se sentía extrañamente bien. Kun disfrutaba de ser un apoyo para el chico en aquel momento––. ¿Sabes? Lamento esto, ya se a que te referías diciendo que lo lamentabas.

––Esta bien, Mike, llora todo lo que quieras no te pienso soltar –esas palabras solo ocasionaron que el chico continuará llorando más. Kun había tenido el instinto de darle un pequeño beso. Extrañado por aquel pensamiento que había terminado por ponerse nervioso.

––Puedo sentir tu corazón latir muy rápido.

––Es que me puse nervioso ––entonces se sonrojo. Mike se fijó en el limpiándose las lágrimas.

––¿Por qué? ––a pesar de encontrarse en llanto, había algo de emoción en su voz.

––No lo sé, tú tranquilo, sigue llorando…

––No, no, no ––comenzó a sonreír––, te sonrojaste por alguna razón ––examino la posición de ambos, volviendo a sonreír de una manera más juguetona––. Aaaah, con que te pone nervioso estar un chico tan guapo como yo ¿Eh?

––¡Claro que no! ––las mejillas del pelirrojo se volvieron de un color más intenso, cubrió su cara con ambas manos, ocasionando que Mike riera––. Deja de reír. –pidió avergonzado por su estupidez.

––¡Es que te has puesto muy rojo! ––continuo riendo––, ven mírame a los ojos ––tuvo que hacer un esfuerzo para quitarle las manos de la cara y lograr mirarlo a los ojos––. JAJAJAJAJA.

Kun, en un ataque de nervios intento volver a cubrirse las manos. Mike con su ataques de risa sostuvo sus manos con fuerza para que no volviese a cubrirse. Era un escenario ridículo en donde dos chicos que, se encontraban llorando ahora compartían un momento divertido el uno con el otro.

Incluso tuvo el valor de mirarlo mientras reía, no se había dado cuenta de que aquel chico tenía una risa muy bonita.

«Si le diera un beso sería un crimen».

Estaba dispuesto a pagarlo. Acercándose un poco al pelinegro que, tenía sus manos atrapadas intento llegar a sus labios pero este cayó encima de él, dejándolo de espaldas en el sofá. Mike se encontraba encima de él, calmando su risa y recostándose sobre su pecho.

Se había fijado en como el chico cerraba los ojos lentamente y lo iba liberando de su agarré, al parecer, Mike era de ese tipo de personas que se dormían luego de cada carcajada. Kun no habría podido decir cuánto tiempo pasó desde que el chico cayó dormido, lucia como un niño pequeño luego de jugar con sus amigos por horas. Una de sus manos que, aún se mantenían juntas comenzó a soltarse a medida que iba entrenando en un sueño más profundo, Kun, se apresuró en tomar su mano de nuevo sin soltarla. No sabía exactamente por qué hacía aquello, pero le gustaba.

Había vuelto a encender la laptop buscando una película animada, puso la primera que encontró y volvió a fijarse en el pelinegro. No lo había notado pero, esa noche sus ojos recuperaron ese brillo perdido.

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