Luz.
Un nuevo día, el sol siempre brillaba en Francia los tenues rayos de calor calentaba poco a poco la tierra fría después de un tenue rocío en la madrugada, las flores abrieron sus pétalos buscando aquellos rayos de luz y vida... el joven rey despertó escuchando los cantos de los azulejos era una melodía hermosa y encantadora, un leve golpeteo se escucho era una de sus más leales sirvientas.
-Mi señor aquí está su desayuno- menciono con una voz dulce, la chica colocó la bandeja de comida en una mesa junto a una ventana luego abrió las cortinas para después abrir las puertas del balcón.
-Mmm... Buenos días Fibi- menciono con un bostezo, luego se levantó frotándose los ojos.
-Rey Encre, luego de que consuma su alimento debe darse un baño- la chica colocó sus manos detrás de la espalda -Yo ayudare con su aseo personal-
-Gracias- sus hermosas cuencas no tenían color portaban un gris sombrío y sin vida, aquel agradecimiento sono frío y directo.
Con calma agarró aquella bandeja vio aquel desayuno era tan aburrido siempre lo mismo, pan croissant con chocolate derretido, mermelada y mantequilla junto con una porción de frutas y un café dulce y cálido... para Encre era aburrido, necesitaba un poco de diversión pero su obligación como rey no lo dejaba respirar... además sus emociones estaban por el suelo necesitaba un poco de alegría y tristeza en esos momentos por la mañana no sentía nada, luego de comer aquel desayuno fue hasta el baño con ayuda de su sirvienta se preparó para salir de la habitación, todas las muchachas de servicio saludan a su rey con respeto Encre no era un mal chico sin embargo su seriedad antes de hacer sus tareas diarias era fulminante.
Lo primero que realizaba durante el día era dar un paseo por la ciudad quería asegurarse que su gente tuviera todo lo necesario y si algo faltaba intentaba arreglar cualquier problema, la gente saludaba con educación junto con una sonrisa grata para los súbditos su rey era lo más importante, el chico de cabellos blancos sonreía de una manera tan falsa e hipócrita que hasta sus mismos guardias susurraran de tanta falsedad... era realmente increíble.
Al volver a Palacio, el chico albino cambio sus ropas por unas más deportivas era momento de la clase esgrima, con gracia agarró aquella arma blanca comenzó a practicar a solas movía su cuerpo de manera agraciada y veloz el esgrima era su fuerte, luego de unos minutos un hombre alto apareció en el campo de entrenamiento este era su consejero personal era un hombre de principios y educación.
-Buenos días mi rey Encre- realizó una reverencia para así caminar hasta su monarca
-Buenos días Simón- eso era extraño para aquel consejero sin embargo recordó que no había hecho una cosa sumamente importante.
-Señor Encre olvide darle el elixir, no se preocupe aquí tengo bastante- de sus bolsillos saco una frasco con varios colores idénticos al arcoíris -Por favor beba esto se sentirá mejor-
-...- de forma tosca agarró aquel frasco para beberlo por completo, de repente sus ojos volvieron a tomar color -Uhhh gracias Simón, detesto no sentir nada-
-Por eso me tiene aquí mi señor Encre, bueno necesitó que venga conmigo tiene que mencionar varios decretos a los ciudadanos-
Asintió de manera enérgica era un chico adorable después de tomar sus emociones... pero lo malo era que podía ser manipulado por ese defecto, desde que tiene memoria Encre siempre necesitó proporcionar emociones a su vida nunca pudo sentir por cuenta propia, eso aveces deprimida su corazón sin embargo Simón era aquel tutor y mejor amigo que entendía cada acción y reacción de su joven señor.
-Bien mi señor Encre-
-No me digas así, sabes que puedes llamarme sólo Encre-
-Jeje no se preocupe- con una sonrisa calida y paternal aceptó esas condiciones.
El resto del día fue todo igual... todo como siempre en ese reino de luz era igual, era aburrido por las reglas sin embargo Encre realizaba festivales para que así sus súbditos se distraigan de lo monótono pero era tan infantil y amigable eso de verdad tiene que resolverlo o si no, puede que todo a su alrededor se arruine.
Las personas no tenían ningún problema con aquellas leyes de verdad eran beneficiosas para todos, el rey tenía sus obligaciones y debia cumplirlas a como de lugar... nadie quiere que su monarca falle, el chico albino camino hasta un balcón donde podía apreciar los rincones más hermosos de Francia, Encre suspiraba algo cansado de verdad era difícil dirigir a tantas personas sin embargo su amigo y figura paterna Simón era de bastante ayuda con todos aquellos decretos y discursos donde el joven mostraba su cara.
Puede que todo el mundo pensará mal de Simón, tal vez Encre confiaba muchas cosas a ese hombre era demasiado apegado a aquel individuo que daba consejos a su persona... Sólo un descuido, todo se puede ir al demonio con una mala decisión pero bueno eso no puede pasar en el Reino de luz en ese lugar absolutamente todos los rincones y personas son perfectos.
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