Capítulo Único
Como no hay quién me diga que no, he decidido participar en la Kyman Valentine Week 2025, claro que sí. Con algo de suerte podré publicar mis aportes a tiempo, pero no prometo nada.
No tengo muy en claro de sí esto realmente cuenta para el día 1 o no, pero como hay libertad de interpretación de los prompts, imaginemos que sí.
Día 1 - Secretos
Advertencias: No beteado (todavía), personajes aumentados de edad (tienen unos 16 años), Probable Kenny OoC, mutual pinning
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Dos pueden guardar un secreto
—¡Con un carajo Stan! ¡Estaba frente a ti! —Kyle señala la pantalla del televisor con exasperación, luchando por no lanzar el control contra esta, lo menos que necesitaba era pasarse otro verano partiéndose el lomo para pagar un reemplazo.
—¡Hey! Estoy haciendo lo que puedo —se defiende Stan, inclinándose hacia el televisor tratando de ver mejor la posición de su personaje.
Kenny ríe entre dientes viendo el caos desplegarse frente a sus ojos. Se hunde un poco más en el sofá, dándole un sorbo perezoso a su lata de refresco, disfrutando de como Stan y Kyle ponen en pausa la partida para centrarse en echarse la culpa mutuamente de quién era el verdadero responsable de que hayan perdido su última vida. Su mirada se desvía a Cartman, sentado a los pies del sofá que ha reclamado como suyo, abarrotándose de palomitas y añadiéndole leña al fuego.
Los otros dos están tan concentrados en señalar el error que cometió el otro durante la partida que no notan dos detalles minúsculos, pero que le llaman bastante la atención: la forma en que los comentarios del castaño se inclinan más a favor de defender a Kyle, en lugar de provocarlos a ambos, y en como se detiene cada segundo, su mirada perdiéndose en el perfil del pelirrojo como si quisiera grabarla en su memoria. Stan y Kyle no lo notan, pero Kenny sí, por esa pequeña ventaja que ha adquirido con el tiempo de ser fácilmente olvidado.
No es que Kenny se queje mucho de ello, por supuesto. Ser desplazado a personaje de fondo en el telar que el universo utiliza para sus espectáculos tiene muchas ventajas; por ejemplo, en los últimos seis años las muertes que ha experimentado no han sido tan grotescas, ni tan cercanas una de otra, cosa que le ha permitido disfrutar de largas semanas, sino es que meses, sin tener que andarse con cuidado de que no le vaya a caer un piano encima. Otra ventaja que le ha encontrado es que le permite prestar atención a las cosas a su alrededor que otros parecen ignorar, convirtiendo el mundo a su alrededor en su telenovela personal.
Y, por encima de cualquier otra cosa, le ha permitido tener un asiento en primera fila del momento justo en que la actitud de Cartman empezó a cambiar alrededor de Kyle y, mejor aún, del momento en que el castaño tuvo una pequeña crisis al caer en cuenta de la naturaleza y extensión de sus emociones. Al principio fue bastante sutil, probablemente porque el castaño no tenía ni idea de que estaba pasando, pero las cosas fueron escalando hasta el punto en que, más veces de las que no, terminaba actuando alrededor de Kyle como lo hacía cuando empezó su relación con Heidi, pero de alguna forma es diez veces peor.
Kenny no sabe que es más hilarante, que Cartman es cada vez más obvio en su enamoramiento, o que Kyle parece no darse cuenta de absolutamente nada.
—Bien hecho Kyle, lo estás haciendo bastante bien para ser un judío —las palabras de Cartman lo sacan de sus pensamientos justo a tiempo para ver como su estúpida boca va más rápido que su cerebro—, aunque de seguro es pura suerte.
Kenny ve la pantalla del televisor, notando que efectivamente el personaje de Kyle le ha asegurado la victoria al equipo, y rápidamente vuelte su atención a los demás para no perderse ni un segundo del espectáculo.
Stan y Kyle se han quedado mirando a Cartman con extrañeza, mirada que el castaño regresa con aparente calma, como si lo que acaba de salir de su boca es algo normal y sin importancia alguna. Kenny, claro está, puede ver más allá de su sonrisa socarrona y la fingida calma que lo envuelve; nota como sudor empieza a formarse en sus cienes, y como sus manos se aprietan ligeramente en los bordes del cuenco que sostiene. ¿Es este el día en que, por fin, esos dos idiotas se pondrán al día con el itinerario? Piensa, mirando de su amigo a los otros, a la espera de sus reacciones.
Stan parpadea despacio, confundido por las palabras del castaño, y Kyle frunce el ceño, en su rostro es claro que por un momento piensa confrontar a Cartman, o tal vez que está a punto de ver que hay más detrás de su 'insulto' velado, pero para suerte de Cartman, luego de otro tenso segundo, parecen decidir que lo mejor es ignorarlo.
—Ok, lo que sea —Kyle sacude la cabeza, regresando su atención al televisor. —¿Otra partida?
—Otra partida —accede Stan, retomando su control, preparándose para el momento en que Kyle inicie la partida.
Para su desgracia, Kenny decide que es el momento perfecto para confrontarlo y comprobar si sus sospechas son ciertas. Por supuesto sabe que son ciertas. Está seguro en un 90%, pero necesita escucharlo de boca de Cartman. Sonriendo divertido, se endereza en su asiento y se desliza hasta la esquina contra la que el castaño está apoyado, deja su lata de refresco en la mesita de centro, que en algún punto de la noche había terminado más hacia su lado del sofá que en el centro, antes de apoyar su brazo sobre su hombro, alargando el otro para robarle algunas palomitas.
—Si no te conociera mejor —dice, riendo entre dientes ante la protesta del castaño por sus palomitas robadas—, juraría que te gusta Kyle.
Kenny comete el error de hacer esa declaración en alto, especialmente porque el objeto B de su oración está presente en la misma habitación. El error de Cartman, sin embargo, es no negarlo de inmediato, o apartarse con un gesto ofendido o de asco, como Kenny esperaba que hiciera. Eso, en su opinión, es un error fatal.
—No tengo ni idea de que estás hablando —Cartman ríe, pero es demasiado tarde. La sonrisa de Kenny se amplía, el brillo en sus ojos se vuelve malicioso y un 'lo sabía' se manifiesta en todo su rostro.
—No lo estás negando, Cartman —canturrea, inclinándose más contra él.
Debe morderse la lengua para no reírse, pues le queda claro que en ese momento el castaño no desea nada con más ferocidad que matarlo ahí mismo. No es como que algo se lo impida, claro; para el momento en que Stan y Kyle reaccionen y quieran hacer algo al respecto, la misma fuerza cósmica que lo hace volver después de cada muerte los obligará a ignorar y olvidar lo sucedido, para al día siguiente él simplemente tener que presentarse como si nada hubiera pasado. Pero sabe que Cartman no va a hacerlo. Saber que no tendrá ninguna consecuencia parece no tener suficiente peso para él en ese instante como para ignorar que la satisfacción que obtendrá al ahorcarlo será momentánea, opacada por el hecho de que ya sabe su secreto.
Desgraciadamente, para ambos, la muerte no bendice a Kenny con amnesia.
—Ni se te ocurra decir una jodida palabra, pobretón —sin más opciones, el castaño recurre a su segunda mejor táctica: amenazarlo—. Si le dices algo, te juro por Dios qué...
'Si le dices algo' Kenny nota que dice, en lugar de 'si dices algo'. Sus prioridades siempre claras, de mantener a Kyle ignorante de sus emociones.
—Hey, tranquilo —ala sus manos en rendición, pero sus ojos siguen brillando con algo de malicia, cosa que obvio no tranquiliza al castaño ni un poquito—, tu secreto está a salvo conmigo.
—Lo dices cómo si tu palabra tuviera algún valor —responde entre dientes, cruzándose de brazos.
Kenny decide apiadarse un momento de él y no tomárselo a personal. Lo bueno de tener el privilegio de ser el mejor amigo de Cartman, por no decir que el único verdaderamente cercano, es que sabe que sus palabras, aunque ácidas, no guardan verdadera malicia en el fondo. El castaño es capaz de hacer mucho más daño que ese.
—¿Ustedes dos que tanto cuchichean? —ambos se giran, encontrándose con la mirada desconfiada de Kyle.
—Nada importante, Broski-bro —dice Kenny riendo, robándole más palomitas a Cartman antes de apartarse.
—¿A ti qué diablos te importa judío? —pregunta el castaño al mismo tiempo, demasiado ofuscado con la conversación que acaba de tener como para impedir que el rubio siga robándole las botanas.
Kyle bufa, apartando la vista, decidiendo no prestarle atención a la brusquedad en su tono. Kenny ladea la cabeza ligeramente, notando como Kyle aprieta sus labios con fuerza.
—Lo que sea, ni que tuviera interés en tus estupideces —masculla el pelirrojo entre dientes, volcando la atención en la partida. Por su reacción Kenny diría que le importa bastante.
Regresa la vista hacia Cartman, quién se enfurruña más en su esquina, llenándose la boca de palomitas para evitar responder, pero la tensión en sus hombros no le pasa por alto, ni mucho menos la forma en que aprieta la mandíbula con fuerza, signos que ha aprendido a identificar como un intento del joven de tratar de ocultar sus emociones. Cielos.
—¿En serio no piensas decirle nada? —pregunta estirándose hacia la mesita, recuperando su lata de refresco. Piensa por un segundo, antes de tomar una nueva y ofrecérsela a Cartman.
—¿Por qué debería hacerlo? —masculla el castaño, aceptando la lata.
Por múltiples razones piensa Kenny, mirando de reojo al pelirrojo, que cada tanto aparta la vista de la pantalla para mirar hacia Cartman, el ceño fruncido y una mueca de algo que podría llamar preocupación en sus labios. Empezando porque su reacción sería bastante entretenida ríe para si mismo mirando de nuevo al castaño, que se termina el cuenco de palomitas como si tuviera semanas sin comer.
—Como tu quieras grandote —palmea su hombro antes de ponerse en pie, arrebatándole el cuenco—. Subiré por más palomitas porque alguien se las acabó todas —anuncia, obteniendo dos gruñidos de que fue escuchado y un jadeo de protesta de por parte del castaño.
Ríe evadiendo la almohada que lanza en su dirección, apresurándose a subir las escaleras.
El resto de la noche avanza sin que se den cuenta, entre risas, sus acostumbrados insultos, rotarse los equipos de juego y las quejas por una partida que sale mal, lo que termina en más insultos y peleas que rápidamente son reemplazadas por risas. Es cuando el cansancio empieza a pasarles factura llegan al consenso de que es buen momento para irse a dormir, por lo que se disponen a acomodar el sótano para poder montar los colchones inflables.
En primera instancia Cartman se niega a ayudar, terminándose las botanas que habían quedado abandonadas en la mesa, pero tras unos cuantos forcejeos contra Kyle y Kenny, no tiene de otra más que ayudar a mover el sofá para hacerle espacio a los colchones, quejándose exageradamente durante todo el proceso. Cuando todo está listo, cada uno reclama el lugar donde dormirá, apagan las luces y dejan que el silencio de la noche, solo interrumpido por el zumbido del televisor, aún encendido, los arrulle.
Bueno, al menos los demás parecen haberse quedado dormido más pronto que tarde, pero Kenny, a pesar del cansancio, no parece poder conciliar el sueño todavía. Se remueve en el colchón, intentando encontrar una posición cómoda; cierra los ojos, apoya la almohada contra su cabeza, vuelve a girarse. Nada. Resignado a que le tomará más tiempo de lo usual dormirse, decide estirar un poco las piernas no le hará mal, por lo que se pone en pie para subir a la casa e ir por un vaso de agua.
Moviéndose con el sigilo que años de escabullirse fuera de casa le han otorgado, sube las escaleras dos a la vez, pendiente de los tablones que sabe rechinan, por todas las veces que ha pasado tiempo extra en el sótano de los Cartman, llegando a la parte de arriba en poco tiempo. Una vez fuera del sótano, tararea para sí mismo caminando hacia la cocina.
Como si fuera su propia casa, toma un vaso de la alacena y lo llena del grifo. Cierra con cuidado la llave y se sube a la encimera, bebiendo el agua lentamente, dejando que el líquido fluya lento, relajándose poco a poco. Inevitablemente sus pensamientos se derivan hacia Cartman. ¿Debería motivarlo a decir algo? ¿hasta dónde podría molestarlo antes de que decidiera romperle el cuello?
¿Podría extorsionarlo con el conocimiento? No mucho, sólo unos días.
Ríe para sí mismo ante el estúpido pensamiento, deja el vaso en el fregadero antes de saltar de la encimera. La realidad es que no haría nada más que burlarse de él de vez en cuando. Primero porque, contrario a la creencia popular, aprecia los momentos de paz que tiene entre una muerte y otra, no va a ir por ahí escupiéndole en la cara del destino para que las cosas regresen a como eran antes de morir día sí, día también, gracias. En segundo lugar, porque al final del día el aprecia a Cartman más de lo que le dirá, lo último que necesita el gordo es que inflen su ego. Y en tercer lugar... el castaño es un enemigo formidable, un enemigo que Kenny no quiere tener a cuestas. Muchas gracias.
Se estira por unos segundos antes de sacudirse ligeramente, decidiendo que lo mejor es dejar esos pensamientos atrás y regresar. Tal vez ahora si podrá conciliar el sueño.
Regresa sobre sus pasos con ligereza, moviéndose con más sigilo una vez alcanza las escaleras que dan hacia el sótano. Baja lentamente, los ojos nunca separándose del suelo para asegurarse que no se va a saltar ningún escalón y, al llegar al final, sonríe triunfal alzando la vista. Lo que ve le hace pausar, parpadeando lentamente tratando de comprender lo que sucede.
Kyle está sentado en su colchón inflable designado, abrazando sus piernas con la cabeza apoyada en sus rodillas. Desde su posición al pie de las escaleras Kenny no puede ver su expresión por completo, la tenue iluminación que proporciona la pantalla de espera del televisor iluminando solo una parte de sus rasgos, pero no necesita verlo de cerca para saber lo que va a encontrar si el sótano estuviera más iluminado. El lenguaje corporal del pelirrojo le parece más que suficiente, con los hombros relajados y la sombra de una sonrisa en sus labios.
¿La causa de tan suave expresión? Eric Cartman.
Los ojos de Kyle no se despegan de la figura durmiente del castaño, que, por cierto, 'casualmente' había reclamado el colchón que está ocupando, en lugar de reclamar su muy cómoda cama o, lo que es mucho mejor que dormir en el suelo, el sofá. Cartman se remueve un poco, emitiendo un pequeño ronquido que suena como si se estuviera ahogando en sueños, a lo que Kyle resopla con suavidad, llevando una mano a sus labios para ahogar la risita que seguramente lucha por escapar.
Cuando logra calmarse, para la sorpresa de Kenny, deja caer su mano, tamborilea sus dedos contra su pierna con suavidad en un gesto que parece casi nervioso. Se endereza un poco y extiende la mano en dirección al castaño, deteniéndose por una fracción de segundo. El rubio contiene la respiración, no muy seguro de porque lo hace pero con la sensación de que un mal movimiento va a romper el hechizo en el que está seguro Kyle está metido.
Finalmente, luego de lo que le parece una eternidad, ve como Kyle desliza sus dedos por el cabello de Cartman, acariciándolo con una delicadeza casi reverente; o tal vez simplemente está tratando de no despertarlo, sus movimientos lentos y calculados, no menos dulces por ello. Dios, ¿acaso acaba de entrar en la dimensión desconocida? Porque ¿qué carajos?
Retrocede un paso, llevando una mano a su boca para ahogar el jadeo que lucha por escapar de su garganta cuando la realización lo golpea. Ahora siente que está interrumpiendo algo muy, muy íntimo, pero por más que lo intenta no puede apartar la vista. Siente que está presenciando un accidente de auto y no sabe si debería hacer algo para detener la colisión o simplemente dejar que suceda la catástrofe. Al mismo tiempo se siente estúpidamente ciego por no haberlo notado antes, tan enfocado en convertir la inexistente vida amorosa de Cartman en su entretención privada se había olvidado de la otra parte de la ecuación.
En retrospectiva, es tan obvio que duele.
Kyle, terco, impetuoso y despistado Kyle está tan estúpidamente enamorado de Cartman como el gordo lo está de él. El rubio lucha por contener una risa nerviosa, cayendo en cuenta que acaba de ganarse la lotería cósmica, porque está completamente seguro de que nadie más que él se ha dado cuenta.
En su emoción, debe haber hecho algún ruido porque Kyle se endereza de golpe y mira en dirección a las escaleras, pero el rubio se apresura a agacharse sabiendo que desde donde está, con el sofá en el camino, no será visto. Contiene la respiración nuevamente, atento al sonido del roce de las sábanas, y cuando está seguro de que no será descubierto, se asoma un poco. Ve que el pelirrojo se ha relajado, su atención regresando al castaño por un momento más antes de girarse y volver a acostarse, cubriéndose con las sábanas.
Espera un poco más, por si las dudas, antes de levantarse por completo y caminar a hurtadillas de regreso a su propio colchón. Se mete bajo sus sábanas con mucho cuidado, luchando por suprimir la enorme sonrisa que intenta formarse en sus labios.
No puede creer la suerte que tiene.
Acaba de asegurarse un asiento en primera fila para el desastre que será ver a esos dos encontrar las pelotas de confesarse, si es que alguna vez lo hacen. Mientras tanto, su secreto estará perfectamente a salvo con él.
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